Este poema celebra a aquellos que comprenden y aceptan a las personas con discapacidades, ya que son pacientes, las estimulan a intentarlo de nuevo cuando fallan, y las escuchan y respetan tal como son. El poema agradece a los maestros y amigos que trabajan con niños especiales por ver más allá de sus limitaciones y amarlos incondicionalmente.
9. ...los que me escuchan,
pues yo también tengo mucho que decir..
10. ...los que saben que mi
corazón siente,
aunque no pueda expresarlo.
11. ...los que me respetan y aman como soy,
sólo como soy, no como ellos quisieran que
fuese.
12. Gracias, muchas gracias,
a todos los compañeros
que trabajan con estos niños
tan especiales
y tan maravillosos.
Somos, de verdad,
afortunados.
¡Hasta siempre, maestros
y amigos!