Este documento es el prólogo de un libro de poemas dividido en tres partes correspondientes a diferentes épocas de la vida del autor. Explica que recopila toda su poesía escrita desde los años 70 y que a lo largo de los años su estilo se ha ido haciendo más maduro. El libro contiene 91 poemas sobre experiencias personales e imaginadas escritos con la intención de crear belleza a través de la palabra.
2. A MODO DE PRÓLOGO
Este libro no tiene otra razón de ser que la de recopilar en él
toda la poesía que he escrito desde que empecé a escribir
allá por los años setenta. Una poesía que, al principio, nació
ingenua, natural y que, con los años, se ha ido haciendo
mayor , tal vez más resentida y complicada pero también más
madura, más hecha.
No me considero un poeta en el sentido de estar las
veinticuatro horas del día sintiendo la poesía. Pero sí es
cierto que, de vez en cuando, necesito plasmar mis
pensamientos y mis sensaciones en un folio en blanco. Es
entonces cuando más disfruto, cuando intento reflejar, con la
mayor belleza literaria posible, mis inquietudes. Luego, si el
resultado me agrada, lo releo y lo conservo. Si no,
simplemente lo rompo.
Dejando a un lado la mayor o menor calidad de los poemas
que contiene, me gustaría que al leerlos pensarais en el autor,
no como en un aprendiz de poeta a la vieja usanza que le ha
dado por escribir un aburrido libro de poesía, sino como
alguien que ama la poesía y que ha intentado superarse a lo
largo de todos estos años en el difícil arte de escribir.
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3. Este libro es por tanto una recopilación de poemas de tres
épocas distintas:
-Poemas de juventud: Primeros poemas (1970-1979)
-Poemas de recuerdos: Paisajes que retornan (1980-1999)
-Poemas recientes: Versos al atardecer (2010-2011)
.Estampas
.Ausencias
.Sueños
Esta tercera parte,”Poemas recientes: Versos al atardecer”,a
pesar de ser la mas corta en cuanto al tiempo (sólo dos años),
es también la más fecunda, de ahí que esté dividida en tres
grupos de poemas. Y es también, desde mi punto de vista,
aquella que contiene los poemas más maduros, los más
elaborados. Tal vez en ello tenga algo que ver el paso de los
años, que nos hace madurar en todos los aspectos. También
ha sido la elegida para dar título a todo el volumen.
Quiero añadir que esta tercera parte ha supuesto para mi
una resurrección literaria, pues llevaba varios años sin
escribir nada. Este Renacimiento literario se lo debo, en
parte, al extenso mundo de Internet.
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4. Allí me encontré un día con un foro de poesía llamado
Monosílabo.com. En él he conocido a buenos poetas y,
sobre todo, he hecho buenos amigos que me han devuelto la
ilusión por la poesía, que ya tenía olvidada.
Gracias a este foro, he escrito, tal vez, los mejores poemas
del libro. Desde aquí mi admiración y cariño para todos sus
usuarios . Estáis todos invitados a visitarlo.
En total , el libro consta de 91 poemas. Unos nacieron de
experiencias propias y otros - la mayoría- no son sino
producto de la imaginación. Pero todos ellos han sido escritos
con la intención de crear belleza partiendo de la palabra. Si lo
he conseguido o no, lo tendréis que decir vosotros, los que os
acerquéis a él con la intención de conocer su contenido.
Lo que sí os pido es que los leáis como se debe de leer la
poesía, sin prisas, sin atracones, meditando cada verso…Si lo
hacéis así, hasta es posible que llegue a gustaros.
Gracias por leerme.
Cáceres,16 de agosto de 2011
EL AUTOR
4
6. (0170) Atardecer
Pinta de un tono rojo misterioso,
el sol, los ojos grandes del mochuelo,
cuando en el horizonte forma el cielo
una hoguera de senos caprichosos.
Los pajarillos vuelan, afanosos,
veloces, por cantar a sus polluelos
la canción cristalina del riachuelo
que fluye por un lecho pedregoso.
¡Ya se muere la tarde veraniega!
¡Ya el ocaso amenaza el horizonte!
¡Ya la noche se extiende por la vega!
Las estrellas, luciérnagas divinas,
son miles de puntitos luminosos
que muestran la belleza vespertina.
1970
6
7. En busca de mi infancia
¡Cuánto sol en los campos aquellos!
¡Cuánta tierra dormida, vestida con harapos.
¡Cuánto camino solo, sin pastor,
sin pisadas de hombre!
¡Cuanto cerro pelado!
¡Cuánto surco deshecho...!
Prieta el sol sobre el cieno
de aquello que fue charca.
Y prieta sobre el pueblo acurrucado
entre unas lomas blancas.
Y prieta sobre hombros castigados
y sobre caras viejas,
curtidas por el tiempo.
¿Dónde están los amigos?
¿Dónde los que rieron cada día conmigo?
¿Dónde aquellos vecinos que me vieron crecer?
Casi todos se fueron en busca de un futuro
que estas tierras malditas no les quisieron dar.
¡Cuántos sueños truncados en una tierra extraña!
¡Cuánto llanto vertido cargado de nostalgia!
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8. Y al volver, en verano,
¡qué aluvión de recuerdos!
Es como si volvieran a renacer al mundo...
como si no existieran
más casas que estas casas,
más campos que estos campos,
más gentes que estas gentes...
¡Cuánto amor recibí en esas calles
y cuántas alegrías!
¡Cuántas horas de infancia regalada!
Y mis ojos,
¡cuántas veces soñaron con los tuyos
contemplando el abrazo
del horizonte rojo con la sierra...!
1970.
8
9. Otro abril
Esta desgana de abril
no es sino el precio pagado
al dios de la juventud:
abriles no aprovechados
se tornaron en quietud.
No cumplí las condiciones
y los jóvenes cantores
del delirio del amor,
bien cantaron sus canciones;
yo, no tuve corazón.
Mi cuerpo es sólo la urna
de un pensar sofisticado
y de un corazón extraño.
¡Se resigna, se estremece,
se vuelve furioso a veces,
tenso si el alma lo guarda...!
Y es que me falta el valor
para romper las cadenas
que amarran mi voluntad...
¿Quién sabe? Puede que un día,
en otro abril más propicio,
las ideas adormecidas
despierten de su letargo
9
10. Y entonces, te encontraría
cualquier tarde, entre jazmines,
cuando menos te buscara,
y me mirarías absorta
y no sabría qué decirte,
y me quedaría sentado,
a tu lado,
sin ser capaz de partir...
Y al anochecer, sin rumbo,
caminaríamos unidos
por las calles empedradas,
y no harían falta palabras
para decirte te quiero,
ni el brillo de los luceros
para ver tus ojos negros...
Y seríamos muy felices...
Y cuando llegue ese abril
y se vaya mi tristeza,
tú me lo agradecerás,
cuerpo mío, bello o feo,
porque habrás resucitado
de tu muerte.
1971
10
11. Primer amor
Me gusta la música lejana
de la feria.
Me gustan esos negros crespones,
esos ojos
que brillan sin remedio.
Me gusta tu sonrisa cuando pasas
junto a mí;
tu seriedad
cuando te quedas lejos.
Me gusta el tono cálido y mimoso
de tu voz.
Y ese nervioso taconeo de tus zapatos,
y esa frescura de tu boca cuando ríes,
y esos dientes tan blancos...
¡Esos ojos...!
¡Me gustan!
Adoro la bandera de tu pelo
movida por el viento del otoño;
el dulce respirar de tu garganta,
la noche adornándote de estrellas,
el día que se apaga,
tus besos...
¡Eso me gusta!
11
12. Y sueño con tu piel, con tus mejillas
sonrosadas por no sé que fuego interno.
Y sueño con tus labios, brasas rojas
candentes de deseo.
Con tus manos, bálsamo de mi piel.
Con tus dedos pequeños.
Con tu dulce mirar...
¡Con eso sueño!
1972.
12
13. Poeta de invierno
A ti, mujer, que sufres y te ahogas
con las cosas del pueblo.
A ti, que en veinte años nunca viste
que hay más allá del río.
A ti, que te rebelas, por amor,
contra tu raza fría…
te escribo,
-recordando tus ojos,-
estos versos de invierno.
Él llegará a tu vida
una tarde cualquiera de verano.
Te hablará de ciudades
que hay más allá del río.
Te dirá que tus ojos
son dos lagos turquesas, muy serenos.
Que tu pelo, tan negro,
dulce noche cuajada de luceros.
13
14. Que tu piel sonrosada
tan sólo es el reflejo
de un feliz corazón enamorado…
¡Te dirá tantas cosas!
Te amará bajo el sol y,
después,
una tarde de bodas,
te llevará con él.
Por los caminos de tu infancia y la mía,
os marcharéis del pueblo.
Tú,
feliz, renovada, como el viento.
Él,
tu hombre del verano.
Yo,
tu poeta de invierno.
1973
14
15. Versos de paja
¡Ay, tozudo poeta!
Te empeñas en dar vida a un poemita de amor,
para tus rezos,
y no encuentras palabras.
Tus versos salen fríos
del glaciar de tu alma.
Son fantasmas sin rostros,
sin cuerpos, sin sonrisas...
Son palabras vacías porque nunca
te atreviste a tocar la inspiración.
Y sientes que lo azul
se te ha vuelto poesía,
pero sin cielo.
Y que el paisaje grana del verano
se perdió en el papel
sobre el que lloras.
Tus versos están tristes, mutilados:
sin senos, sin caricias...
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16. Y a pesar del fracaso, tú te empeñas
en seguir escribiendo fantasías.
!Te consumes, poeta, entre tus versos!
Versos de nieve blanca, sin calor, sin verdades.
Juguetes de ilusión.
Versos de paja...
¡Poeta,
no te mueras reinventando el amor!
¡Ya lo inventaron!
1974
16
17. Tras la verdad
No tengo ganas de verte a ti,
hoy no deseo ser de este mundo.
No quiero nada sin ser profundo,
hoy busco un sitio cerca de mi.
Me torno serio e inquisitivo
buscando un punto de luz incierta:
salgo de casa, cierro la puerta,
evito al mundo,...¡me siento vivo!
Yo, que otros días era un filántropo
que amando al mundo me ilusionaba,
hoy no deseo nada de nada:
¡quiero en la noche ser un filósofo!
Y vago errante tras la verdad
bajo una fina lluvia de invierno,
sin rumbo fijo, tras algo eterno
que impregna el aire de esta ciudad.
17
18. Y de las piedras de sus mansiones
se escapan gritos de eternidad
que hablan de odios y enemistad
y hablan de amores y de pasiones.
Y cuando, tarde, regreso a ti
harto y cansado de caminar
bajo la lluvia, tras la verdad,
siento un vacío dentro de mi.
Y entro en tu alcoba, busco tu cuerpo,
beso tus labios...¡brota el amor!
...Y es sólo entonces cuando descubro
como en un flash de brillante luz,
que la verdad que tanto he buscado,
esa verdad...¡sólo eres tú!
1975
18
19. (0275) Depresión
Sonó una voz detrás de la cortina,
era una triste voz, muy lastimera;
me dijo que era ella la primera
que acude a rescatarme de la ruina.
Le dije: "¿Cómo tú, con tu cansina,
quieres poner remedio a mi flojera?
¿No ves que ni tocando la madera
puedo salvar mi vida mortecina?
Me dijo: " Triste tú, que en tu ignorancia,
te dejaste arrastrar por los que chillan
sin ver que en el silencio hay notas bellas.
Aprende que por la triste distancia
hay estrellas con gran luz que no brillan
y hay brillos que no son de las estrellas.
1975
19
20. Coplillas
Tus ojos, al mirarme,
me sonreían y,
desde entonces,
cada vez que te pienso,
me dan la vida.
¡Cuántas veces bajé
y subí tu calle!
¡Cuántas veces pasé
junto a tu puerta
-unas veces cerrada
y otras abierta-
pero tú...¡nunca estabas!
Hay en tu calle
balcones adornados
-flores en tiestos-
pero mis ojos,
cegados por las lágrimas,
no pueden verlos.
Y ya, loco de amor,
voy gritando tu nombre
que, como un dardo ciego,
hiere la madrugada
húmeda de rocío...
...reseca por la ausencia
de tu mirada.
1976
20
21. Recuerdos
Un pastor por la vereda
va subiendo para el pueblo...
Una niña junto al río
lava su ropa de duelo.
Allá arriba, por las eras,
un labrador mira al cielo.
Barquichuelos en la charca
y la tarde sonriendo
mientras lloran las campanas.
Cuando bajaba hasta el río
en las tardes del verano,
echaba coplas al agua
por ver si ella te llevaba
las notas de mi canción
hasta el umbral de tu casa.
¡Ay, corriente cristalina,
lleva en tu espuma mi canto
hasta su alma dormida!
Barquichuelos en la charca
y la tarde sonriendo
mientras lloran las campanas.
1976
21
22. (0376) Autosuficiencia
Tan bien el buen caballero
jugó su baza en el lance
que todo estuvo a su alcance:
gloria, mujer y dinero.
Mas, para ser el primero
y hacer que el mundo te dance
a tu alrededor, al trance
no lleves nunca escudero.
Que si llega la caída,
si te abandona el empeño,
te levantes sin ayuda.
Y es que llevando la vida
tú solo, siendo tú el dueño,
tú serás tú, no habrá duda.
1976
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23. Transición
Esos pueblos que mueren
porque ya no se siembra.
Esa gente obligada
a vivir en ciudad.
Esos miles de obreros
que sudan en las fábricas
y que huyen del grito
de un intelectual...
...Se me antojan maletas
que viajan por viajar;
maletas muy ligeras,
fáciles de llevar.
Esos rostros de España
sonrientes, conformes,
se me antojan estrellas
que brillan por brillar.
1978
23
24. Tu tristeza y la mía
De ti sé lo que vi dentro de ti
y vi tanta tristeza amontonada
que el dueño de la risa es tu deudor,
que todo te mereces.
Y es que el mundo
roba a quien, como tú, no tiene nada.
Caminas con un aire indiferente
a todo lo que cruza tu camino.
Aceptas resignada tu destino
cual criatura perdida e indolente.
No sé cómo empleaste aquellos días
que nos dan para reírnos del amor.
Quizá pensaste que es larga la vida,
que tenías tiempo para ser querida
o tal vez los llenaron de dolor.
Hoy te brindo mi amistad más sincera
y te ofrezco mi corazón ajado,
que es un corazón enamorado
que sólo busca un alma que lo quiera.
Trae, mujer, tu tristeza con la mía.
juntas las dos, no serán importantes.
Y tal vez encontremos nuestros días
perdidos, huérfanos de alegría...
¡Tráela mujer, todavía no es tarde!
1978
24
25. Laberinto
Cachito de sol ardiente
que abrasas mi corazón,
¿entraste por mi balcón
o eres un destello errante
que me ilumina un instante
y luego parte burlón?
Beso tu piel y me quemo,
ardo en deseos por ti
y, sin embargo...¿por qué
cuando más cerca te tengo
más lejos te veo de mi?
Trozo de luna de invierno
que matas con tu fría luz
mis ilusiones...No sé
si te conocí en el mundo
o eres un sueño que tuve
en la mesa de un café.
Si eres tú, despiértame,
que yo nunca supe hacerlo;
busca el fondo de mi alma
-ese laberinto amargo-
y ayúdame a conocerlo.
1978
25
26. Sueños
Mis sueños eternos...
Estos sueños míos tan déspotas,
que a veces me elevan
y a veces me hunden
en lo más profundo de la soledad.
Estos sueños míos tan lánguidos,
que tanto me duelen a veces
y que, por simple pereza de mente,
no sé definirlos.
Estos sueños míos fantásticos,
que no me abandonan,
que vienen conmigo
desde los jardines de aquel viejo patio escolar...
Estos sueños míos me tienen
cercado, infeliz,
oprimido, impotente...y a veces,
a veces los quiero.
1978
26
27. Crisis de identidad.
Sé que soy porque los otros
dicen de mí cómo soy,
mas yo sé bien que no soy
como suelen ser los otros.
Los otros son como son
y como son, quieren ser;
yo, si soy, estoy seguro:
como soy, no quiero ser.
Y me empeño en no ser yo
para ser este o aquel,
y ya al final vengo a ser
de nuevo yo y sólo yo.
Si sigo siendo y no siendo,
ya soñando, ya viviendo,
terminaré no sabiendo
quién es el otro y quién yo.
1979
27
28. Nuestro paseo
Él era nuestro paseo.
Estrellas y asfalto nada más, ¿recuerdas?,
en las madrugadas de los quince años.
No existían peldaños
que nos impidieran caminar con bríos.
Era el gran paseo
hacia la maraña de la vida incierta.
Nos lo recorríamos cada madrugada
soñando caminos tras de las montañas.
Con paso seguro
hacia el gran futuro libre de barreras...
Ahora que aquel tiempo
no es más que el pasado.
Ahora que sabemos que todo eran sueños,
la vida, sarcástica, se ríe de nosotros:
a nuestro paseo trajo sus barreras.
(Bordillos en el asfalto
para sujetar la locura del mundo)
1979
28
30. Soledad
¡Cuánto tiempo sin mirarme!
¡Cuánto, sin explorar en mi fondo,
sin agitar mi conciencia!
¡Debo tener tanto trasto amontonado,
tanto sueño polvoriento!
Hace mucho que no bajo
a mi dormido silencio,
donde todo se quedó
inerte y aletargado
en un recodo del tiempo.
Donde todo fue a parar
desde entonces, sin remedio.
Hoy quiero volver allá
como el sol vuelve a mi huerto.
Hoy quiero clasificar,
por quedarme con lo bueno,
todo lo que yace muerto
en el recodo fatal.
30
31. Tuvo la culpa un agosto
preñado de juventud.
Tuvo la culpa el azul
de aquel cielo caprichoso.
Una ilusión tan ilusa
como pensar que la vida
sería mañana mejor.
Un jugarte lo que tienes
para, al fin, perderlo todo.
Vuelve a silbar otra vez
el viento que me hace coro.
Vuelvo a llorar otra vez
el tiempo que llevo solo.
De nuevo vuelvo a pensar
en tu amor -en el recodo-
donde se quedó parado
para siempre,
desde entonces,
todo.
1980
31
32. Amor-Desamor
Ya ves, ni yo ni tú
me entiendo ni me entiendes.
Ni yo, que espero lo vital,
sin buscarlo.
Ni tú, que me das todo
y casi te desprecio.
Llevo infinitos días
queriendo ser amado.
Tú me amas y yo,
que lo amé todo,
me niego a amarte a ti.
Se oponen mi persona,
mi corazón, mis ojos
y toda mi filosofía estúpida...
Ya ves, te digo adiós
como quien se despide de una tarde.
Como si no supiera
que para ti no existe
despedida posible.
32
33. Tú, que me has encontrado
como tu faro, al fin, de fuego y luz.
¡Y este faro
oscurecerá más tu vida!
Me siento nada libre.
Me siento tronco hueco
podrido por el tiempo;
suplicando a la tierra
que no me nutra más.
Impasible a la nieve,
a los vientos contrarios.
Aguantando la furia
de huracanes internos
que asolan las riberas
del río tenebroso
de mis remordimientos.
Como si no supiera
que me espera la noche
solitaria y eterna.
Como si no supiera
que ya nunca veré
tus ojos anhelantes.
Ni esa tu boca plena
de besos infinitos.
33
34. Ni podré ya sentir
el cálido contacto
de tu piel temblorosa;
ni oir ya más tu risa,
forjada con espumas,
de gargantas que bajan
entre peñas y riscos...
Ya ves, te digo adiós
y es porque...¿no te amo?
1980
34
35. Otros versos
Quiero volver a sentir
las estrellas en la noche,
el viento que silba y gime,
las mejillas encarnadas,
los chopos mirando el río...
¡los quiero dentro de mí!
Quiero de nuevo escribir
dulces palabras de amor
que salgan del corazón,
como las que ayer sentí:
Nieblas que abrazan montañas.
riachuelos de cristal,
muchachas de ojos de mar
de larguísimas pestañas;
lagos sembrados de cañas
donde poder navegar...
paisajes que da el viajar
por los caminos de España.
Porque ahora siento que ha muerto
aquella poesía infantil
que vivía dentro de mí.
Y es que ya escribo otros versos,
más cansados de leer,
más amargos de vivir.
1982
35
36. A Huelva
Huelva, hermana ignorada
en los cuentos morunos.
Huelva, rebelde niña
que miraste al ocaso
en vez de a la Mezquita.
Huelva, emigrante eterna,
inquieta
y, a la vez, tan profunda.
Huelva ,la de Moguer
-cuna de Juan Ramón-
Huelva, la de Ayamonte
-faro de Portugal-
la del Puerto de Palos
-de allí partió Colón-
Huelva, la del Rocío
-locura universal-
Huelva de las marismas,
de Riotinto -el metal-
Huelva de los pinares,
de la arena y el mar.
1984
36
37. Estaciones de la vida
Afuera, la algarabía
de chiquillos alocados
que no paran de jugar.
Dentro de mí, la alegría
de esta juventud primera,
de esta feliz primavera
repleta de libertad.
Afuera, el sol del verano
y, a veces, pasos furtivos
que van a ningún lugar.
Dentro, tú y yo, desquitándonos
de tanto sueño oprimido,
de tanto libro didáctico
y de tanta soledad.
37
38. Afuera, las hojas muertas
bailando un rítmico vals
con el viento del otoño.
Dentro, nuestro dulce hogar:
dos retoños malcriados
y un amor tibio y cansado
de tanta mediocridad.
Afuera ruge el invierno
y, a veces, muestra su furia
golpeando en el cristal.
Dentro, yo, solo, decrépito,
llorando tu larga ausencia
y añorando aquel verano
en que me enseñaste a amar.
1985
38
39. Marinero
Son tus manos dos palomas
volando hacia el palomar.
Es el palomar el viento
que viene hacia ti del mar.
(Las palomas de tus manos
siempre errantes volarán.)
Llega el ocaso a la playa
porque la luz cae al mar.
Si el ocaso es en tus ojos,
la luz...¿dónde caerá?
(Se la llevan malos vientos
camino de la ciudad.)
¿Qué tienes que ni las olas
consiguen tu despertar?
A tu lado un marinero
por ti dejó de bogar.
Junto a su ancla de plata
aguarda tu despertar.
(Tú querías un marinero
y ahora quieres todo el mar.)
39
40. Sus ojos, enormes faros
escrutando tu interior.
Es tu corazón de un hielo
que no se funde jamás.
(La frialdad de tu alma
con su barco acabará.)
¿Qué tienes que ni las olas
consiguen tu despertar?
Sueña solo el marinero
con otros puertos de amor.
Junto a ti y de ti tan lejos,
¡cómo añora el marinero
el mar que por ti dejó!
1985
40
41. INFANCIA
-I-
Es la hora de la siesta.
Vuela un milano "cansuto"
por el cielo del corral.
El aire dormido, muerto.
Yo, a la sombra del parral,
sueño en cazar gorriones
tras las tapias, en el huerto.
Nubarrones de la tarde
que vienen de los riberos.
Olor a tierra mojada
y la tormenta que llega
en pleno agosto torero...
(Con trapos rojos por capas
y cornamentas de almendro,
¡todo agosto toreando
porque así lo manda el tiempo!)
Pronto llegaba septiembre
envuelto en melancolía,
con un mar de fantasía
donde poder navegar:
tardes en las "albujeras"
(para nosotros un mar)
donde nuestras carabelas,
plenas al viento sus velas,
navegaban cada día
buscando sueños de sal.
41
42. Y con septiembre, el otoño.
En sus tardes amarillas
se podaban las acacias.
La plazuela era una niña
de melena despeinada.
Nosotros, pobres guerreros
fabricándonos espadas.
Los domingos por la tarde,
en otoño, espadeando
¡por si miran las muchachas...!
Y el lunes por la mañana
con paso lento,a la escuela.
Escuela de leche y queso,
de tintero y de pizarra,
de las lecciones a coro,
de "Santiago y cierra España",
de los domingos a misa
y el jueves ,media jornada...
Escuela de catecismos,
del venid y vamos todos
con las flores a María.
De grises fotografías
colgadas en la pared.
De las glorias del ayer
y del incierto mañana...
Escuela de mil recuerdos
donde sólo te enseñaban
lo que al tiempo convenía...
y, sin embargo,
¡cómo añoramos la escuela
cuando entramos en la vida...!
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43. -II-
Silencioso y somnoliento
pasaba el pueblo el invierno.
Tras un camisón de niebla
se adivinaban cual senos
juveniles y redondos
las siluetas de los cerros.
Finas sábanas de hielo
cubrían los campos desiertos
y mil vidrieras de escarcha
sobre los charcos sedientos.
Cada frío anochecer
se impregnaba todo el pueblo
de un ambiente ahumado y cálido:
olor a jara y escoba,
a retama y a tomillo.
Decenas de chimeneas
lanzando al aire,al unísono,
columnas de blanco humo...
¡una lumbre en cada hogar
para combatir el frío!
Y nosotros en la calle...
¡sólo jugar y jugar!
Despreciando el viento helado
de las tardes de diciembre,
parando el reloj del tiempo
e inventando libertad...
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44. Era otra luna la Luna
llegando la Navidad.
Era otro el aire y,
el cielo,
se adornaba con estrella
que no había visto jamás.
¡Ternura en el corazón...!
Junto al calor del hogar,
historias dulces y cándidas
de antaño...por Navidad.
Y en San Antón,la tambora,
la cochina,la cucaña...
Por San Blas, vaca romera
y refajos de serranas
que giraban y giraban
con brillos de lentejuelas.
En febrero, el carnaval.
(¡Prohibidas las caretas!
Sólo las podrán llevar
los que ya las tienen puestas:
los grandes especialistas
en ocultar la verdad.
Para el pueblo, prohibidas
las caretas, las protestas,
los cánticos y el pensar...)
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45. -III-
...Y un día cualquiera, el milagro
de los almendros en flor.
Esas ramas esqueléticas
que aguantaron mil heladas
a lo largo del invierno,
de pronto, un amanecer,
visten sus delgados cuerpos
con finos trajes de tul.
Trajes blancos y rosáceos
tan frágiles como el sueño
de una doncella desnuda.
Tan bellos como el azul
de un cielo de primavera
tras unas gotas de lluvia.
Un espectáculo inédito
para los que no conocen
estas tierras de sudor.
¡Todo el campo endomingado
con trajes blancos, rosáceos,
como nubes de algodón!
Tímida y joven primero,
plena y ardiente después,
llegaba la primavera.
Un paisaje en blanco y negro
dejaba paso al color.
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46. Amplios ríos de alegría
inundaban todo el pueblo,
y en las calles y en los campos
comenzaban a sonar
los vivísimos acordes
de una mágica obertura
miles de arpegios dormidos
en pentagramas de hielo
despiertan de su letargo
y, con renovados bríos,
comienzan a interpretar
la más bella sinfonía,
la improvisada y eterna
sinfonía de la vida...
¡Qué de voces de chiquillos
por los patios, por los huertos!
¡Qué griterío de mujeres
por las calles, en la plaza!
¡Qué explosión de vida nueva!
Borrachos de primavera
nos pasábamos las tardes
entre flores amarillas,
entre trigos y amapolas,
sobre peñas, entre riscos...
Nos bebíamos cual sedientos
nuestros más felices años
sin tan siquiera saberlo.
Luego, sólo quedarían
las cenizas de aquel fuego
que alimentó nuestra infancia.
Y es que el agua de este río,
que es la vida,
arrastró todas las brasas
hacia un mar embravecido...
46
47. -IV-
¡Felices años primeros...!
Tan sobrados de energía,
tan huérfanos de experiencias,
en un mundo donde todo
estaba por descubrir.
Tan bañados de inocencia
que los envites adversos
no nos parecían verdad.
Pocos, pero tan intensos
que a lo largo de la vida
ya no los vas a olvidar.
Y, por fin, tan importantes,
que aquel que no los vivió
como había que vivirlos,
nunca podrá amar la vida
porque a sí nunca se amó
¡Bendita, añorada infancia,
donde no existía el pasado,
donde se obviaba el futuro...
sólo el presente regía
nuestras fantásticas vidas!
En la brasa de la siesta
vuela un milano "cansuto"
por el cielo del corral.
El pueblo, desierto, quieto.
Yo, a la sombra del parral,
odio en silencio la siesta
que no me deja jugar.
1986
47
48. CONIL
Acuarela con barcas de mil colores
recortando siluetas sobre la mar;
casitas agrupadas, blancas de cal
y en la playa, turistas y pescadores.
Es verano y la noche se vuelve fiesta,
por las calles se vive, pleno, el amor;
en la plaza hay adornos de cadenetas
y en el aire compases de acordeón.
Mañana de domingo. Sobre la arena
de la playa, mil voces. El cielo añil.
Se subastan cigalas y camarones,
sardinas, pescaítos y boquerones
recien sacados de la mar de Conil.
1990.
48
49. Noche de san Juan
¡Noche de San Juan,
mágica, sensual...!
Solsticio fecundo,
la mies por segar.
Las niñas se visten
con sedas de holanda;
los mozos las miran
con largas miradas.
¡Noche de San Juan,
eterna, pagana...!
Aquelarres blancos
en la madrugada.
La luna de junio
se empolva la cara
y, por las hogueras,
danza arrebolada.
¡Noche de San Juan,
desnuda, radiante...!
Para enamorar.
Para enamorarse.
1994
49
50. Cáceres en mi recuerdo.
Era marzo.
El sol, muy joven, rompía
costras de viejos sabores
pegadas a la muralla.
Soñaba yo aquellos días
con unos ojos muy negros
que se quedaron al norte.
Cuando llegaba la noche,
el silencio de la piedra
apaciguaba mi alma y,
a veces, me hacía llorar...
Las fachadas palaciegas
desfilaban ante mi
mostrándome sus blasones...
Se entonaban oraciones
dentro de la catedral.
Era marzo y, al ocaso,
las cigüeñas en las torres
parecían de porcelana.
Las campanas de San Juan
me despertaban al alba
con tañidos lastimeros.
50
51. Las aulas de la Normal
olían a rancias ideas.
La maldita dictadura
nunca llegaba al final...
..y entre libros y amoríos,
entre palmas y entre vinos
y entre perfumes de azahar,
me fui quedando varado,
como una ballena herida,
en sus piedras milenarias.
Aquellos ojos del norte
se borraron de mi alma
y otros ojos menos limpios
me robaron la quietud.
Y se fue mi juventud
deambulando por sus calles...
¿Es que existe algún lugar
más auténtico que Cáceres
donde gastarse la vida?
¿Es que existe otra ciudad
cuyos cielos sean más limpios
y el aire lleve más siglos
regalando eternidad...?
¡Sólo tú, niña romana,
mocita mora y cristiana,
me supiste cautivar!
1995
51
52. ¡NUNCA!
¿Por qué nadie me dijo que no era ningún juego?
¿O acaso, como yo, tampoco sabían nada?
Poesía, poemas, versos...¿a qué precio?
¿Cuánto pagamos por cada verso nuevo?
¿Cuánto nos cuesta cada rima,
cada estrofa sacada de lo hondo?
¡Mucho!
¡Nos cuesta casi todo!
Nos cuesta un mar de llantos.
Un millar de lamentos.
Millones de punzantes pinchazos en el pecho.
Eso nos cuesta
cada vez que vertemos sobre el papel desierto
nuestros más escondidos y nobles sentimientos.
Cientos de sacudidas de nuestros pobres cuerpos
por hurgar en heridas cerradas por el tiempo.
Y todo ese dolor crea tal sufrimiento
que lo mejor sería
dejar de escribir versos.
Solo vivir la vida
como hacen casi todos;
ignorar la existencia
de nobles sentimientos:
el amor, la belleza, la ilusión,
la ternura, la inocencia de un niño,...
52
53. Ignorar la injusticia, el dolor,
la miseria, la terrible incultura
de millones de seres...
¡Sólo vivir la vida!
¡Solamente vibrar ante los nuevos dioses:
el poder, el dinero, el consumo salvaje...!
¡Eso sería lo práctico!
¡Eso sería lo fácil!
Mas, cualquier noche insomne
terminaría rauda
con tan mágica vida.
Y negros nubarrones
acudirían siniestros
desde el fondo del alma.
Y, sin saber por qué,
de nuestros tristes ojos
fluirían las lágrimas...
Y entonces,
¿qué hacemos los poetas?
¿Rompemos el silencio con gritos estertóreos
o dejamos muy dentro todos esos latidos
que pugnan por salir?
¿Morimos abrumados de tanto sentimiento
o damos rienda suelta a todos nuestros sueños?
¿Ahogamos para siempre la poesía?
¡NUNCA!
¡Eso sería la muerte
total del Universo!
1998
53
54. Castilla
Dejando atrás, por Baños, Extremadura,
pronto sientes que el aire se enfría más.
Pasas Béjar, los paños, y en Salamanca,
te saluda, curiosa, la catedral.
Sus piedras milenarias me traen recuerdos
de otras piedras de siglos que dejé al sur:
Cáceres, el medievo, la fortaleza;
Salamanca, el ingenio, la fe, la ciencia…
entre notas alegres de estudiantina
y entre amores ligeros de juventud.
Salgo muy de mañana para Zamora
y descubro de pronto la inmensidad:
esa enorme llanura que es Castilla,
donde el ojo se pierde, como en la mar.
Al llegar a Zamora, la gran cercada
por ansias de poderes, por ambición,
resuenan los clamores en sus murallas
de luchas fraticidas y sanguinarias,
entre hermanos de sangre y de religión.
Cuando me alejo siento que por sus calles,
aún resuenan los gritos de la traición.
Pronto, en el horizonte rojo y añil,
se ven brillar las torres de Tordesillas,
la muy noble ,leal y famosa villa,
que custodia la entrada a Valladolid..
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55. Pucela nos recibe con señorío
y nos recuerda que ella fue capital
del más extenso imperio jamás soñado
que consiguió forjarse la humanidad.
Sus amplias avenidas, sus bellos parques,
sus plazuelas, sus calles, sus monumentos,
su castellano puro, sus mil conventos…
le confieren solera de gran ciudad..
Próxima cita, Burgos.
Burgos es la ciudad,
ese invento del pueblo desertor del terruño
para volar más alto.
Burgos es la honradez, la esencia castellana.
Burgos es ,sobre todo, cuna espiritual.
Su esbelta catedral,
enseguida se adueña de mi espíritu errante.
En su interior, percibo
susurros de plegarias infinitas
flotando entre los muros.
Plegarias de gargantas angustiadas
por el enorme peso
de los siglos oscuros.
Cuando al alba dejo atrás la ciudad,
siento que no voy solo.
Que una sombra me escolta,
con doce de los suyos,
por estos campos sobrios
de torres y batallas.
Es Rodrigo, Mío Cid,
caballero cristiano,
símbolo eterno de esta noble Castilla.
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56. Segovia es otra historia.
Segovia es una anciana
de huesos carcomidos y amarillos
de tanto soportar la eternidad.
El acueducto es un frágil mosaico
que ha perdido con los años mil piezas,
dando lugar a a mil ventanas huecas
por donde se le escapa la verdad.
Ya pocos lo respetan y, los necios,
preguntan cada día con desprecio:
¿Qué hace “esto” en medio de la ciudad?
Adiós Castilla, símbolo de poder,
casta novia de reyes y poetas
,fiel guardiana de sagradas creencias
y amante apasionada del saber.
1999
56
59. (0409) Soneto existencial
Vienes y vas como un vilano errante
llevado por un viento persistente,
sin advertir apenas la corriente
de vida que pasa a cada instante.
Caminas con el paso vacilante
tras un sueño lejano e inconsciente
que hace tiempo te ronda por la mente
y hoy te lleva por sendas delirantes.
Detén tu loco errar, sueño imposible,
para que mi razón encuentre calma
y vuelva a caminar entre los vivos.
De lo contrario, seguiré invisible
a los ojos del mundo y, mi alma,
nunca saldrá de este cuerpo cautivo
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60. (0510) CHILE
Heredera de Araucos, raza brava
que defendió tu suelo hasta la muerte,
hoy estás castigada por la suerte
y del dolor y el llanto eres esclava.
Como un volcán que vomita su lava,
mirando al cielo estás, gritando fuerte,
por ver si el ciego mundo puede verte
esta herida de puñal que se clava.
¡Oh, Chile, frágil niña que dormía
entre el mar y la recia cordillera
soñando con Neruda y su poesía!
Hoy la tierra tembló y, a su manera,
ha vuelto con furiosa alevosía
a llenar de dolor la Tierra entera.
Marzo 2010
60
61. CARMENCITA LA CUBANA
-I-
Es la reina de su casa.
Cada mañana, en su reino,
organiza sus estados
y pasa lista a sus súbditos:
cuatro gatos malcriados,
tres perrillos juguetones
y una cotorra con asma,
que hace tiempo que no habla.
A todos los alimenta
con recortes de carnaza
que recoge en el mercado.
Ya tarde, sale a la calle
con el pelo repeinado,
con la cara relavada
y los labios muy pintados.
Todo el mundo la saluda:
¡Carmencita, buenos días!
¿Dónde vas esta mañana?
¡Qué guapas vas , Carmencita!
Y ella, sonriente y coqueta,
disfruta por tanta fama.
Se siente guapa y querida
y a ella, con eso le basta.
61
62. En la cuesta del mercado,
Carmencita va cansada.
Y se para en una esquina
y sueña-ojitos en blanco-
con aquel amor de antaño –
¡hace tanto tiempo ya!-.
¡El gran amor de su vida!
Él era fornido y guapo.
Bohemio de noches largas,
amigo de cerrar tascas
y de cantar a la luna
cuando ya estaban cerradas.
Se conocieron en Anclas,
un café decente y limpio
junto al puerto de La Habana.
Él, moreno y bronceado
de tanto navegar mares.
Ella, menuda y delgada,
con la cintura muy fina
y una carita de niña
inocente y sonrosada.
En los dos meses que estuvo
de permiso por La Habana,
se hicieron inseparables.
Cada tarde la llevaba
a ver romperse las olas
contra los acantilados
del otro lado del puerto.
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63. Y, cuando la espuma blanca
se rompía en mil pedazos,
Carmencito, emocionada,
se agarraba a su cintura
y él, ,temblaba…
al sentir su aliento fresco
sobre su boca reseca;
al sentir sus senos tersos
sobre su cuerpo sediento
de perfumes y caricias.
Y la besaba en los labios.
Y ella lo dejaba hacer,
porque estaba enamorada…
-II-
Mas, una tarde sombría,
de finales del verano,
se le vino el mundo encima.
Él le dijo que partía.
Que su barco abandonaba
La Habana al amanecer
y que no la olvidaría.
Y Carmen le suplicó
que no se fuera.
Que se quedara con ella,
que la Habana era muy bella
y que ella sabría cuidarlo…
Y él le dijo, muy bajito:
”Carmen, mi vida, te quiero;
yo nunca te olvidaré,
pero soy un marinero.
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64. Ya, muy pronto, volveré
a tu lado nuevamente.
Espérame donde el mar
se rompe en espuma blanca
y, una tarde como esta,
cuando menos te lo esperes,
regresaré con mi barco
y ya no me iré jamás…
Ӄl se fue al amanecer
dejándola junto al muelle
con el alma destrozada.
Y cada tarde acudía
al acantilado, sola,
por ver romperse las olas
en trozos de espuma blanca.
Y así un día y otro día,
y así un año y otro año,
pero él nunca volvía…
Ha pasado mucho tiempo,
pero Carmen no lo olvida.
Ella sigue enamorada
y está segura que un día,
desde el malecón del puerto,
verá llegar un velero
con velas blancas al viento
y en él vendrá su marino,
y se casará con ella
y le dará muchos hijos…
64
65. Y cada tarde de estío,
cogiditos de la mano,
volverán a ver las olas,
y a besarse tiernamente
sobre el mar embravecido,
y ya nunca más se irá..
Carmen se seca las lágrimas
y allá sigue caminando
caminito del mercado,
como hace cada mañana.
Tiene que apurar el paso,
sus amigos están solos
esperando la pitanza:
cuatro gatos malcriados.
tres perrillos juguetones
y su cotorra con asma.
Y ella, que de esperar sabe,
no quiere que nadie sufra
lo que ella tiene sufrido.
¡Carmencita, buenos día!
¡Corre, que el mercado cierra!
¡Qué guapas vas, Carmencita!
Y, sonriente y coqueta,
vuelve a casa con las viandas
y reparte la comida
entre los animalillos
que son toda su familia…
65
66. -III-
A la tarde volverá
a ver romperse las olas
y,¿quién sabe?,
puede que hoy sea el día;
puede que por la bahía
se vea venir un velero
y sobre el puente de mando
venga, exhultante, cantando,
su valiente marinero.
Y ,si no es hoy, otro día.
Ella seguirá esperando
cual Penélope paciente,
porque sabe que en la espera
está su única esperanza
y el sentido de su vida…
Mas otra tarde sombría,
como aquella en que él partió,
Carmen no fue a ver las olas;
y a la mañana siguiente,
Carmen no subió al mercado;
y pasaron varios días
y sus vecinos decían:
¿Dónde estará Carmencita?
¿Se habrá ido de La Habana?
¿Habrá tomado un velero
para buscar a su amor?
66
67. Con gemidos lastimeros,
los perrillos recibieron
a los vecinos que entraron
en su palacio de reina.
Los gatitos maullaban
débilmente ya, sin fuerzas
y la cotorra tenía
su cabeza inerte y fría
sobre el suelo de la jaula…
Y allí estaba Carmencita,
sentadita en su sillón
con una sonrisa alegre
en sus labios muy pintados;
con una expresión serena
en su cara relavada
y con un clavel chillón
en su pelo repeinado.
Estaba claro, había muerto
pensando en su marinero.
Y…¿quién podría negar
que esa sonrisa serena
no era porque, al final,
tras muchos años de espera,
lo encontró en el más allá?
Nadie lo puede saber.
Pero si algún caso hubiera
de llegar al más allá
y encontrar a los amores
perdidos en esta tierra,
nadie tendría más derecho
a encontrarse con su amor,
que la pobre Carmencita,
porque…¡VAYA SI ESPERÓ!
67
68. (0610) Acróstico para Marilyn
Afloran de las fuentes de tus ojos
Manantiales de risa cristalina,
Acallando de forma repentina
Rumores del verano entre matojos.
Inmodesto, huérfano de manojos,
Luce con insolencia libertina,
Y taladra tu boca femenina,
Noble un clavel, entre tus labios rojos.
Maravilla de gracia y donosura,
Obsequio de los dioses para el mundo:
Naciste para regalar dulzura.
Remolinos de vientos de amargura,
Orientados por engendros inmundos,
Expoliaron tu cuerpo y tu hermosura.
68
69. La tormenta
Cielo ceniciento
con nubes de plomo.
Tras el cementerio,
fugaces relámpagos
allá, por la sierra.
Y aquí, junto al banco
del parque desierto,
una sombra pasa
corriendo, asustada...
La noche se cierra.
El alma, intranquila,
se encoge de pronto
detrás de la verja
cuando, de repente,
allá por la sierra,
otro latigazo
de luz blanquecina
se hunde en la tierra.
69
70. Luego, el trueno bronco
que irrumpe en el valle,
rueda por los cielos
de esta ciudad triste.
Las primeras gotas
gruesas, se desploman
sobre los tejados
en la tarde negra.
Ya es noche cerrada.
El parque sombrío.
Mi alma se encoge
detrás de la verja
-¡nuevo escalofrío!-
Llega la tormenta...
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71. (0810)Flechazo
Breve escalofrío, vértigo fugaz,
exigua locura, química en la piel;
conexión perfecta, dulzura de miel
mientras late raudo el corazón, tenaz.
Buscar su mirada sin usar disfraz,
creyendo que siempre responderá fiel;
sentirse oriundo de aquella Babel
donde todo el mundo se volvió locuaz.
Lo llaman flechazo, mágica pasión,
intenso arrebato que te llevará
con paso seguro hacia un nuevo amor.
Acto impetuoso de única función
que en algún momento representará
cualquier pobre diablo, aprendiz de actor.
71
72. El recreo
Bajo la acacia verde de flores amarillas,
un grupo de alienígenas exploran el espacio.
Más allá, una princesa
con gesto contrariado,
está pidiendo a gritos que traigan su corona.
Y aquí, junto a la valla,
un famoso pirata
narra sus abordajes a cuatro bucaneros...
Es la hora del recreo.
Cuando ellos son ellos.
Cuando juegan a un juego llamado libertad.
Cuando paran el tiempo
y se olvidan del tedio,de charlas aburridas.
Y escapan del silencio,
de tensiones,
de miedos...
Y, mientras los observo,
me ha dado por pensar:
"Se levantan temprano,
(da igual que tengan doce que tres años).
Cargan con sus mochilas pesadas como piedras.
Los ponemos en fila
y les prohibimos hablar.
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73. Ya en clase, les contamos
que dos y dos son cuatro.
Que el círculo es redondo.
Que, de las golosinas que acabamos de "darles",
les quitaremos varias,
por ver cuantas nos quedan.
Que las palabras sirven
para contar las sílabas que tienen.
Que es importantísimo saber quien fue Colón.
Que Dios los está viendo todo el rato,
desde el cielo,
y que no se preocupen que Él los protegerá.
Y que a mayor esfuerzo, mayor la recompensa…
Por eso, tras las clases, hay que volver a clase:
guitarra, teatro, tenis,
cerámica, deportes, informática, judo...
y bailes de salón.
Para ser el primero, el mejor preparado...
Y que, a mejores notas, después, mejor empleo...
Y pienso en los Cristianos.
Y pienso en los Ronaldos
y en Operación Triunfo.
Y en la cola del paro.
Y en mi amigo el biólogo
que trabaja de barman.
Y en la clase política.
Y en las innumerables Leyes de Educación.
73
74. Y llegan las preguntas:
¿Adónde los llevamos?
¿Acaso son atletas compitiendo en la pista?
Para ganar,¿qué premios?
¿No estaremos robándoles
las más tiernas y hermosas hojas del calendario?
¿No estaremos ahogando
años maravillosos de una infancia
que ya no ha de volver?
¿Cuáles son los valores que seguimos?
¿No será que ya, todos, hemos perdido el norte?"
Y se acaba el recreo.
Dos ases del balón se quedan discutiendo
en mitad de la pista.
Una linda azafata de ojos soñadores,
ha perdido su vuelo.
Y el pequeño Ricardo,
solitario vaquero,
galopa por el patio para no llegar tarde...
...¡qué le riñe el maestro!
Y ese patio,
hervidero de vida hace sólo un momento,
se ha quedado desierto.
Mañana volverá, durante media hora,
a llenarse de risas.
Media hora de juegos.
Media hora de vida.
74
75. Mi amiga la Luna
-Mamá, ¿cómo podría
llegar hasta la Luna?
-Primero, mírala.
Luego, sonríele
con sonrisa de niña.
¡Ya verás como es ella
la que hacia ti camina!
-Y si viene, mamá,
¿qué le digo a la Luna?
-Dile que es muy guapa.
Que tiene una carita
de princesa dormida
y que se pinte un poco,
que está muy deslucida.
-¡Qué guapa eres, mamá!
-¡Tú sí que eres bonita!
-Gracias, mamá.Me voy
derechita a mi cuna,
para dormirme pronto,
para soñar con ella:
¡con mi amiga, la Luna
75
76. Carita empolvada
Noche de julio. Ni rastro
de la más tímida brisa.
En lo alto, las estrellas
se eternizan.
Tras el mudo cementerio
asoma la luna llena
que me mira descarada.
¡Qué guapa viene esta noche
con su carita empolvada!
La luna y yo somos novios
desde mi más tierna infancia.
Ella me mira y sonríe,
yo le mando besos tiernos
que viajan desde mi boca
hasta su boca de plata.
¡Mira si hoy estará guapa
que hasta los serios cipreses
se vuelven para mirarla!
Noche de julio. En lo alto,
junto a una estrella dormida,
se despereza un lucero
para ver llegar el día.
Mi lunita se despide
con un triste "Hasta mañana"
Yo -¡ay!- me quedo soñando
con su carita empolvada.
76
77. Todos mis miedos
Allá por lo veinte años
mis miedos no eran corrientes,
eran miedos tan valientes
que ahora se me hacen extraños.
Tenía miedo a sentir miedo.
Miedo a dormirme al amparo
de una cálida guarida.
Miedo a vendarme la herida
antes de oír el disparo.
Tenía miedo a traicionar
mis ideas, por radicales,
y a vender mis ideales
en cualquier barra de un bar.
Miedo a regresar del miedo.
A volver sobre mis pasos
por no encontrar la salida,
o a solucionar mi vida
mirando el fondo de un vaso.
Miedo a quedarme sentado
en mitad de la carrera.
Miedo a bajar la escalera
sin alcanzar el tejado.
77
78. Y a sentirme hoja caída
que el viento mueve a su antojo.
Y a perder todo mi arrojo
ante una causa "perdida".
Hoy mis miedos son distintos,
más ligeros de ideales,
pero aún así, los mortales,
no entienden mis laberintos.
Hoy mi miedo es la tristeza
en los ojos de los niños.
Hoy mi miedo es por los guiños
entre justicia y riqueza.
Miedo a la falta de pan
para millones de seres
mientras suenan misereres
o se recita el corán.
Miedo a que nadie me hable
de ternura, de poesía
y a que sea la economía
el tema más honorable.
Miedo a la Naturaleza
en su furia desmedida
vengándose resentida
por nuestra triste torpeza.
78
79. Miedo a la falta de amor,
a los valores ficticios,
a un mundo lleno de vicios
y a los que aplastan la flor.
Miedo a que los agresores
sigan pisando las calles
y miedo de que no callen
los fanáticos censores.
Y a las falsas esperanzas
vendidas en los altares
y a las armas nucleares
y a las grandes alianzas.
Pero el mayor de mis miedos
es el miedo de pensar
que un día cualquiera, al mirar
a mi alrededor, me encuentre
que no hay nadie y que la gente
que amé con amor sincero
me ha dejado prisionero
de esta, mi excéntrica mente.
79
80. (1110) A Leonor, mi vecinita ciega.
En tu rostro, el sol, esta mañana
ha dejado el mensaje de la vida.
Te levantas y aún medio dormida
has sentido su luz en la ventana.
Has salido a la calle, tan ufana,
y caminas alegre y decidida
y saludas feliz y agradecida
a la gente del barrio, tan cercana.
Y es que tú, bella diosa de la noche,
que naciste sin luz en la mirada,
te abrazaste a la vida sin reproche.
Y al mirar tu carita iluminada
repartiendo sonrisas con derroche,
creer que existe Dios, no cuesta nada.
80
81. (1210) Tierra
Esfera de fantástica presencia
que viajas por elíptico sendero,
avanzas como un ciego prisionero
que ignora su destino y procedencia.
Y en ese caminar de penitencia
nos llevas como res al matadero
sabiendo que el destino verdadero
no es otro que el final de la existencia.
¿Acaso ese girar reiterativo
bien pudo ser el juego predilecto
de un dios que te ha dejado abandonada?
¿O acaso eres el alma de un tiovivo
errante, en el que hacemos el trayecto
felices por viajar y luego nada?
81
82. ¡No me contéis más cuentos...!
Yo sé muy pocas cosas, es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos
y sé todos los cuentos.
León Felipe, poeta.
No me habléis de milicias necesarias
ni de potentes armas disuasorias;
guardad esas ideas contradictorias
que sólo son ideas totalitarias.
Habladme de hermandad y tolerancia,
habladme de diálogo y respeto,
de borrar de este mundo por completo
cualquier resquicio de beligerancia.
No me contéis más cuentos solidarios
ni más historias de pías oenegés;
no me digáis que una moneda al pie
de un mendigo es un acto humanitario.
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83. Contadme que por fin en este mundo
se reparte con justicia la riqueza.
Contadme que se acabó la pobreza
y se extinguió la palabra vagabundo.
¡Basta ya de políticos ineptos
comprados por las clases dirigentes!
¡Basta ya de engañar así a la gente
con palabras vacías de conceptos!
No me habléis de pecado y penitencia
ni de otra vida más allá de la muerte;
bastante penitencia es ya la suerte
de aquellos que aborrecen la existencia.
Ni me habléis de las almas inmortales,
no digáis que la fe mueve montañas;
que esa fe os remueva las entrañas
para evitar que mueran los mortales...
...y eliminad fronteras y aduanas,
y despejad caminos y veredas.
Derribad el poder de la moneda
y elevad al altar la raza humana.
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84. Mis poetas
(Recordando a Bécquer)
Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla,1836-Madrid,1870).
Fue el primer poeta que me deslumbró allá por la
adolescencia. Sus rimas quedaron para siempre dentro de mi.
Que este humilde homenaje ,en forma de poema, siguiendo una
de sus rimas más conocidas ,sirva para agradecer tantas horas
de poesía romántica. Espero que Bécquer, donde quiera que
esté, sepa perdonar mi osadía.
RIMA
Manantial claro de aguas tranquilas,
dulce fragancia de tiernas lilas,
figura hermosa
de altiva diosa.
Nardo vestido de fino tul,
eso eres tú.
Tú, que me miras y me desarmas,
que me traes ansia y te llevas calma,
y, cual paloma, inicias el vuelo
para perderte en el alto cielo
limpio y azul.
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85. Del árbol muerto, hoja caída;
en mar inquieto, barco en deriva;
llanto constante
del viento errante,
herida abierta en el corazón,
ese soy yo.
Yo, que si vivo es sólo por verte,
y si no llegas, pienso en la muerte.
Yo, que me pierdo entre las estrellas
siguiendo, terco, las tristes huellas
de una obsesión.
verte,
85
86. Mis poetas
(Recordando a Lorca)
Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada,1898-
Viznar, Granada-1936)
La fuerza de su poesía me animó siempre a escribir de forma
auténtica y ,sobre todo, a escribir con el corazón, como lo hizo
él .Sirva este pequeño homenaje para agradecer su generosa
entrega a la poesía y al teatro durante toda su corta vida.
Romance de la noche negra.
Se oyen coplas escondidas
en la noche de Granada.
”El corazón que tenía en la escuela
donde estuvo pintada la cartilla primera,
¿está en ti, noche negra?”
Coplas en la madrugada
sobre cuerdas de guitarra.
Misterio, duende y pasión.
Y a la sierra de Granada,
se le enciende el corazón.
86
87. La copla vuelve a sonar…
”Pasaron cuatro jinetes
sobre jacas andaluzas
con trajes de azul y verde,
con largas capas oscuras”
¡Que ya vienen! ¡Que ya llegan!
¡Traen el odio en sus miradas!
¡Que ya llaman a la puerta!
¡Que ya tu suerte está echada!
Voces roncas por el llanto…
”Y a las nueve de la noche
lo llevan al calabozo
mientras los guardias civiles
beben limonada todos”
Asomado a los barrotes
de una celda oscura y fría,
vas repartiendo tus versos
de muerte por los caminos.
Una luna blanca y seria
te mira desde lo alto
y llora por tu destino.
87
88. Lamentos de soledad…
”Era madrugada. Nadie
pudo asomarse a sus ojos
abiertos al duro aire”
Bajo la luna de plata
y entre los olivos verdes,
solloza la madrugada.
¡Ya te llevan, Federico,
por los caminos desiertos
hacia la noche olvidada.
Y hasta los juncos del río
lloran lágrimas amargas
que les regala el rocío.
¡Ay, que se lo llevan, madre!
“Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris…
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir”
Escudos de yugo y flechas
sobre camisas azules;
corazones prisioneros
por el odio y la ignorancia,
apuntaron sus fusiles.
Una descarga cerrada
resonó en la madrugada.
88
89. La copla llorando va…
“Ay, qué camino tan largo!
¡Ay, mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera
antes de llegar a Córdoba!”
Cuatro cuerpos inocentes
besaban la tierra inerte
sin saber por qué morían.
Las estrellas se encendían
por el lado de poniente.
¡Ay, triste noche sombría!
Hoy, bajo la luna fría
han dado muerte al poeta,
pero vida a su poesía.
89
90. ria
La noria
El tiempo es como una noria
que nos tiene prisioneros.
Damos vueltas y más vueltas
detrás de una zanahoria
cual burritos de arriero.
Esa es toda nuestra historia.
Paso a paso, día tras día,
nunca deja de girar…
¡Hasta que el pozo se seca!
Llega entonces la tristeza
porque, al pararse la noria,
descubrimos con dolor
que la vida se marchó
sin coger la zanahoria.
90
91. (1511) Una partida.
Si elegiste mi amor para olvidarte
de otro amor que te tuvo prisionera.
Si entendiste lo nuestro a tu manera
y no me diste tiempo de explicarte.
Si para ti fui sólo el estandarte
que ante el mundo mostrabas altanera.
Si nunca me dejaste ser bandera
que ondeara en tu rígido baluarte.
¿Por qué vienes ahora reclamando
tu derecho a ser parte de mi vida?
¿Por qué piensas que yo te sigo amando?
El amor es, de dos, una partida
y, si uno de los dos la va ganando,
será, para los dos, mano perdida.
91
92. El viejo tren
Parado en la estación desierta y fría
libera el viejo tren sus malos humos.
Ningún viajero acude, nadie llega
a ocupar sus asientos de madera.
Un silbido destroza la mañana
y el viejo tren se pone en movimiento
con adioses de humo blanquecino.
Arranca lentamente, con pereza;
con poca fe en sus fuerzas ya mermadas.
¡Qué chirriar de hierros oxidados
cuando abandona la estación desierta!
Poco a poco se arma de valor
y parece que anima su carrera.
Resoplando, ya sube la primera
pendiente que encuentra en el camino.
Corona el puerto con dificultad
y ya feliz, comienza la bajada.
Vuelve a silbar y se anima.
Baja veloz y seguro
de llegar pronto al destino.
Tiene muy claro el camino
mientras corre bajo el sol.
El humo blanco se eleva,
al cielo ya casi llega.
La vieja locomotora,
entusiasta, soñadora,
no para de resoplar.
92
93. Los árboles del camino
saludan con señorío
y aplauden el desafío
de esta dama de metal.
Corre y suda.
Suda y corre.
Nunca deja
de correr.
Cruza un pueblo
solo y frío.
Cruza el puente
sobre el río.
Se introduce
en el misterio
de un túnel
negro, sombrío,
pero nunca
se detiene.
Corre, corre.
Silba, silba.
Ya muy pronto
llegarás
y en la próxima
estación.
Todo el mundo
gritará
cuando ya vea
llegar
a este viejo
y ágil tren:
¡Bravo!
¡Viva!
¡Bien!
¡Bien!
¡Bien!
93
94. La semana
Viernes, para ilusionar.
Sábado, para vivir.
Domingo, para soñar
y Lunes, para morir.
Martes, para renacer.
Miércoles, para pensar.
Jueves, para florecer
y el Viernes, vuelta a empezar...
Una noria es la semana,
son cangilones sus días.
Con ellos vamos sacando
de este pozo que es la vida,
el agua fresca que riega
nuestras penas y alegrías.
94
95. HAIKUS
Viento del Norte,
nubes de blanco humo
huyendo hacia el Sur.
Luna en el pozo:
arrojaste la piedra,
murió la magia.
Si no me amas,
¿cómo podré decirte
que por ti muero?
Dulces mentiras
llenan vidas vacías:
¡miénteme más!
De los recuerdos,
me quedo con aquellos
que no me matan.
Se ahogó en el tiempo
mi feliz compañera:
¡ilusión mía!
95
96. Metamorfosis
Estando yo a la sombra de un manzano
una tarde de abril, ya calurosa,
observé que una bella mariposa
vino a posarse, cándida, en mi mano.
Mudar en mariposa un vil gusano
deduje que es hazaña portentosa
y ante aquella criatura tan hermosa,
me sentí enternecer, cual franciscano.
¡Ay, pensé, qué distante el ser humano
de esta metamorfosis asombrosa:
pues si al nacer somos cual mariposa,
cercano ya el morir, feo gusano.
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97. Al vino
Hoy quiero cantar henchido de alegría
la más bella trova que nunca cantara;
hoy quiero rendir honor y pleitesía
al más grato invento que el hombre lograra.
Es al noble vino, caldo milagroso,
a quien yo dedico mi verso admirado;
a ese noble caldo que guardó reposo
para dar reposo al hombre cansado.
Sustancia y esencia de la madre tierra,
el vino es el hijo de la uva dorada,
es bálsamo dulce que en su ser encierra
alivio y consuelo para el alma ajada.
Y en las frías noches del gélido invierno,
tras una jornada de brega y camino,
no hay nada más grande, más bueno y más tierno
que beberse al fuego un vaso de vino.
97
98. La rosa
Roja, encendida, mimosa,
como escapando del suelo,
buscando el azul del cielo
se yergue, altiva, la rosa.
Dobla su tallo y, curiosa,
repara con extrañeza
en la tierra, y su rudeza
le comprime el corazón.
¡No entiende que es la razón
de su espléndida belleza!
98
99. Romántica estampa
Bajo el recio nogal que se mira en el río,
sobre la verde alfombra salpicada de flores,
mientras leo un poema que me arranca suspiros
tú sueñas con paisajes de páramos y alcores.
Es una tarde plácida de belleza infinita,
donde el agua traviesa nos regala canciones
mientras mueve las palas de ese viejo molino
que va moliendo el grano de nuestras ilusiones.
Nada enturbia la dicha de tu alma y la mía
cuando nuestras miradas se cruzan un instante
y nuestros corazones galopan encendidos
en la encendida hora de esta bendita tarde.
99
101. Triste amanecer
(A la memoria de mi padre)
En este amanecer de luces mortecinas,
un frío penetrante de tentáculos verdes
se ha instalado en la esencia
de mi alma vencida.
El aire huele a nuevo,
como recién salido de la fábrica etérea
de un universo obrero.
Las rosas del jardín, se despiertan mojadas
de lágrimas amargas
que ha llorado el rocío.
Y el cielo, lienzo gris,
no ayuda esta mañana...
Y por eso, mis ojos,
víctimas de una lucha disparatada y triste,
no aciertan a salir
de esta negrura aciaga.
Sólo un recuerdo vago
de lucha sin sentido:
¡Tú sabías contra quien...!
Yo, tardé en comprenderlo.
Y, cuando acabó todo,
no supe ni llorarte de tanta pesadumbre.
101
102. Me puse a divagar,
mientras con pasos lentos deambulaba sin rumbo
por los pasillos grises...
Intenté asimilarlo y,
sólo pensamientos absurdos me venían.
Y esta mañana, al fin,
he comprendido...
que te echaré de menos,
sobre todo a la tarde, cuando ya caiga el sol,
a la hora del paseo...
Te buscaré indolente por esas avenidas
que tan bien te conocen;
miraré en cada banco del parque solitario,
y detendré mis pasos
con cada anciano amable que se cruce conmigo,
y hablaremos de ti,
de lo bueno que eras;
de que nunca debiste partir sin avisarles...
Esta mañana gris de brillos apagados,
me he quedado sin ti,
el faro que guiaba mi rumbo cuando niño,
la voz dulce y serena
que supo encaminarme.
Esta mañana infausta de brillos extinguidos,
me dice que te fuiste,
que no volveré a verte y aún no me lo creo...
102
103. Pero yo sé que luego,
cuando el sol brille alto dando calor al mundo
sobre las flechas místicas de los mudos cipreses,
allá, en el cementerio,
entonces, sólo entonces,
me invadirá la pena y el llanto acudirá,
cual río desbordado.
E inundará mis ojos.
Y quedaré tranquilo,
porque al fin, padre,
al fin, te habré llorado...
Abril, 2010.
103
104. (0710) Aquel 14 de abril...
El aire se impregnó de libertad
y las calles de ríos de alegría,
desaguando en el mar de la utopía
hectolitros de siglos de ansiedad.
República, instrumento de igualdad
para un pueblo cansado de homilía;
República de panes y amnistía
repartiendo justicia de verdad.
Mas, siglos de constantes privilegios,
no pueden arrojarse por la borda
de este bajel sagrado que es España.
Y, de nuevo, en siniestros sortilegios,
citaron a la muerte, muda y sorda,
para pedir prestada su guadaña.
Abril-2010
104
105. ...como ahora.
Quisiera verte siempre como ahora,
tan lozana y pletórica de soles.
Quisiera no apartarme de tu norte
por no dejar jamás de percibir
esa tu risa diáfana de niña.
Me gustaría tenerte siempre así,
nardo fresco,
embriagando mi sensatez caduca
con cálidas fragancias...
Y saciarme también del agua pura
de tu fuente, manantial transparente
que mana a borbotones cada día
en esta sorprendente primavera...
Tan llena estás de vida,
que los cantos rodados del arroyo
te devuelven tu risa
transformada en melódica corriente.
Y hasta los arrayanes reverencian,
con sus dúctiles ramas,
tu caminar gracioso y excitante.
105
106. Quisiera verte siempre como ahora:
atrevida y esquiva,
alborozada y triste,
enojada y melosa...
como la brisa inquieta y juguetona
que cambia de sentido a cada instante
en esta portentosa primavera...
Para volverme loco.
Para que esa locura consentida
me separe, por fin,
de los tranquilos prados del collado,
elevándome raudo hasta la cima
de esa tu formidable cordillera...
Quisiera verte siempre como ahora.
106
107. Décima para una niña jardinera.
Niña de tez sonrosada
que riegas las azucenas,
¿podrías aliviar mis penas
con la luz de tu mirada?
Yo no puedo darte nada
porque yo nada poseo
y tan solo me planteo
el ver tus ojos de miel
acariciando mi piel...
¡ese es mi único deseo!
107
108. ¡Sé tan poco de ti!
Me gustaría saber
qué piensas tú del mundo
y qué piensas de mi.
Me miras
y acaso una sonrisa clandestina
se dibuja en tus labios.
Y yo te la devuelvo
con ridículo gesto
de cómplice colega.
Tampoco sé que ves
cuando tus ojos
permanecen abiertos, muy abiertos,
durante mil segundos por lo menos...
¡Sé tan poco de ti!
Me gustaría saber
qué dosis de cariño le regalas
a tu mejor amigo.
Me gustaría saber si crees en el amor.
Si te gustan las niñas que deslumbran
o más bien las que miran
con ojitos de miel
detrás del resplandor.
108
109. O si al fin no te gustan
ni unas ni las otras.
Si piensas en el día que pasó
cinco minutos antes de dormirte.
O si sueñas despierto alguna vez...
Quisiera comprender
por qué son tus lecturas, nada más,
que aventuras fantásticas
de seres imposibles.
Y es que quisiera verte
más cerca de este suelo que pisamos,
para que tus caídas no te duelan...
¡Somos tan vulnerables
arriba, en las alturas!
Por querer, yo quisiera
enseñarte todo lo que yo sé
sobre la vida,
(que no es tanto, no creas),
para que lo aprendieras de una vez,
como se aprende un verbo.
Para que cada tiempo conjugado
no fuera acompañado de un fracaso,
como me ocurrió a mi.
Para evitarte crueles cicatrices
de heridas que te marquen
para toda la vida.
Aunque alguien me dijo,
en una noche de estrellas muy cercanas,
que la vida es algo personal
e intransferible.
109
110. Y es por eso
por lo que te deseo mucha suerte
en tu largo viaje.
También quiero que sepas
que al lado del camino,
siempre hallarás la mano de tu padre,
dispuesta a levantarte
cuando caigas herido.
Al río Jerte
Una tarde calurosa
llegué a tu orilla sediento,
derrotado y sin aliento,
con el alma pesarosa.
Bebí tu agua milagrosa
y al instante, mis colores,
brotaron como las flores
de un jardín en primavera...
Y ya siempre a tu ribera
vengo a calmar mis dolores.
110
111. La noche
La noche,tan serena,
me trae, desde tu cuerpo,
lejano ya, imposible,
la esencia embriagadora
de aquel perfume tuyo
y mío...
Y, si cierro mis ojos,
puedo ver el deseo
de niña enamorada
que brota de los tuyos.
La noche, tan ardiente,
me rodea con tus brazos
de ninfa apasionada.
Me abraza y me emborracha
de lujuria y ternura,
de efusivos anhelos...
La noche, tan vacía,
me ha dejado indefenso,
me ha dejado tan solo
como el lucero aquel
que me mira en lo alto...
La noche, tan amarga...
111
112. El puente
He cruzado el viejo puente
sobre el río.
Apoyado en la baranda
he observado la corriente
y he sentido
deseos de tocar el agua,
de hundirme en sus remolinos
por ver si haciendo el camino
sumergido en la corriente,
doy a mi vida sentido:
El río sabe dónde va,
pero yo,
descarriado caminante,
he olvidado mi destino.
He cruzado el viejo puente
y después de un tiempo eterno
observando la corriente,
he seguido mi camino.
112
113. (0910)Mientras te espero
Mientras te espero, sueño que has llegado;
y si no llegas, pienso que te has ido
lejos de mi, que te raptó el olvido
y que, de nuevo, solo me has dejado.
Pero si tú regresas a mi lado,
se me antoja que el tiempo transcurrido
mientras yo te esperaba, sólo ha sido
un instante fugaz, un sueño alado.
Y es que si estás, me vuelvo un temerario
capaz de disputar la Tierra entera
al rival más feroz y sanguinario.
Pero sin ti, soy un muerto que espera,
al igual que aquel olmo centenario,
otro milagro de la primavera.
113
114. OTOÑO
La tarde nos regala aromas inocentes,
como de niño chico,
tras los gruesos olores del verano.
La luz se ha vuelto tibia, delicada.
El alma se sosiega
y los ojos,
cansados de relumbres,
otean las alturas en busca de aire fresco.
Es el plácido otoño
que vino de repente.
Llegó ayer, en silencio,
cargado de tristezas amarillas
y ocres melancolías.
Más tarde,
cuando se vuelva viento,
rondará por las noches silbando en las ventanas
de doncellas ardientes.
Y después traerá
bandadas de hojas muertas
descendiendo en zig-zag:
de mi alma a la tuya,
de tu alma a la mía.
114
115. Otoño reincidente,
matando un año más,
sin premeditación ni alevosía,
el brillo de oropel de otro verano...
Cuando lleguen tus tediosos domingos
de interminables tardes,
soñaré con sus ojos,
dibujaré sus labios con mi dedo
en el húmedo vaho de la ventana.
Y luego miraré como se elevan en raudos remolinos,
desde el parque desierto,
las hojas de los álamos mezcladas
con leves servilletas de papel
que el verano olvidó entre los parterres...
Otoño de tristezas amarillas,
de ocres melancolías.
Otoño de sosiegos...
Es el plácido otoño
que llegó, de repente...
Octubre-2010
115
116. Luna de agosto
Agosto agonizaba.
Y una noche, cercada por hileras infinitas
de farolas dormidas,
abandoné el concepto que tenía
del vocablo vivir.
Esa noche,
en una playa inerme,
con un mar ya cansado de vaivenes
y asido a nuestros cuerpos,
descubrí otra existencia...
Me elevé hasta la cima del monte prohibido
y desprecié lo simple.
Y fuiste tú,
fascinante sirena de cánticos mortales,
la que atrajo mi barca hasta las rocas;
y fue el color del vino
servido en una copa seductora
de cuello esbelto y grácil
y el sabor afrutado de su esencia
mojando mi garganta.
Y, sobre todo, fue
el penoso vacío de mi existencia gris,
el atávico miedo a la rutina
y el ansia desmedida
de tocar lo infinito con mis dedos...
116
117. Porque ya era el tiempo.
Porque ya no podía seguir,
cual ciega mariposa
volando por un cielo inamovible
detrás de una quimera.
Porque necesitaba, cual demente,
que otros brazos abrazaran mi cuerpo,
y que labios ardientes abrasaran
estos mis labios fríos e inseguros.
Y esa noche,
el murmullo, ya quedo, de las olas,
nos trajo, de la nada,
un mágico bolero
que bailamos con ritmo acompasado,
embriagados de dicha,
bajo la luz violeta de una cómplice luna...
Después,
la vida, despiadada,
me apartó para siempre de tu lado.
Me dijeron que lloraste mi ausencia.
Que, desde aquella noche,
nunca más te bañaste a la luz de la luna
ni bailaste boleros en playas solitarias...
Y, aún ahora,
al cabo de los años,
cuando miro esta luna de finales de agosto,
creo ver en su cara de brillos apagados,
tu rostro que me mira,
que me añora
y que calla.
117
118. El día que tú me quieras
El día que tú me quieras
será muy azul el cielo;
las golondrinas viajeras
ya no emprenderán el vuelo.
Estará dormido el viento
el día que tú me quieras,
por no robar el aliento
de tu boquita hechicera.
Se encenderán mil hogueras
para alumbrar mi fortuna,
el día que tú me quieras
bajo la luz de la luna.
Y mi pobre corazón,
cautivo por tanta espera,
volará cual gorrión
el día que tú me quieras.
118
119. Abismos
Vértices puntiagudos de figuras incómodas
cercenaban mi mente
mientras las horas tristes,
ausentes de sucesos,
me hundían en la penumbra de simas insoldables.
Era capaz de ver
extensiones inmensas de campos asolados
sin moverme del sitio.
Incluso aprendí a ver
más allá de la tarde,
más allá del comienzo del prólogo sublime.
Y, como las figuras de ojos curvilíneos
que una tarde de invierno nos miraban tan fijas,
ya no pude torcer
mi destino ya escrito.
Y una llaga de pena derramada
sobre el mantel celeste de mis noches,
se fue enconando, amarga,
silenciosa,
y me fue carcomiendo
el tejido insensible
de mi alma masacrada.
119
120. Amaneceres planos y noches irreales
eran toda mi vida.
Y tu silencio, amor,
tan alejado,
ya no me recitaba ningún verso.
En las cálidas noches,
me hacían tanto daño los gritos del silencio,
me dejaban tan débil,
que hasta el destello exánime
de una perdida estrella,
dañaba mi pupila.
Fue el golpe tan brutal,
que mi vida partió tras tu soberbia
dejándome extinguido,
sin ningún argumento
para poner en pie cada mañana
este, mi cuerpo frío e indolente.
Sin ninguna razón, amor,
para quererme.
120
121. Tu sonrisa de niña
Un atardecer plácido
te trajo hasta mis miedos.
Te sentí inalcanzable,
reina de trono alto
con eterna sonrisa
en tus labios reales.
Y yo, torpe aprendiz
de seductor en ciernes,
te descarté al instante...
¡demasiada altura para cuerda tan corta!
Pero otra noche opaca,
de esas que nos oprimen una vez por semana,
me volviste a encontrar.
Y te vi diferente:
sin trono ya, sin cetro
y con un aire extraño de ninfa sorprendida.
Y esa sonrisa amplia, poderosa,
de la primera tarde,
se había vuelto sonrisa delicada
en tu boca de niña.
Y te vi ya asequible.
Y me lancé al asalto de tu mirada herida
pensando en la victoria.
Estaba tan seguro de mi fácil triunfo,
que no supe dejar abierta
una salida.
121
122. Y, aunque logré ganar
la primera batalla,
tú no me permitiste jamás ganar la guerra...
Tras mi derrota amarga,
abandoné las armas
y me refugié, herido, en una oscura cueva.
Tu cambio sólo fue
la triste recaída de un náufrago sediento.
Y yo fui sólo fuente en el camino
para calmar tu sed.
Después, seguiste hasta la cima
con tu trono de reina
y buscaste a tu príncipe
en un brillante reino de falsas apariencias,
y olvidaste mi nombre.
Y yo, espíritu errante
marcado por tus besos,
me perdí en la maraña de la vida
y no pude ya más
pensar en otra cosa que no fuera
tu sonrisa de niña.
122
123. (1010)Mariposa de alto vuelo.
Una tarde de penas consentidas
te cruzaste de pronto en mi camino
y brotó de mi pecho peregrino
una fuente de risas escondidas.
Esa tarde de rosas encendidas
me encontré con tus ojos y, mi sino,
hasta entonces errante y anodino,
caminó ya por sendas definidas.
Y es que tú, mariposa de alto vuelo,
decidiste una tarde de azahares
exhibir tu volar a ras de suelo.
Y esa tarde subiste a los altares
de mi mundo sin fe, para consuelo
de mis penas de amor y mis pesares.
123
124. (1310) El beso
Era la noche, sueño ilusionado.
Era la luz, penumbra encubridora.
Era la melodía embriagadora
y era el licor, maléfico aliado.
Y estaba yo, lamento descarnado.
Y estabas tú, brillando cual aurora.
Y yo, sintiendo sed abrasadora.
Y tú, samaritana del pecado.
Y aproximé a tus labios entreabiertos
los labios míos, brasas encendidas,
y los dos nos fundimos en un beso.
Y esa noche, mis pasos inexpertos
me llevaron por sendas prohibidas
para caer, de tus amores, preso.
124
125. Otro verano
La tarde trae aromas de flores amarillas
y acuosos sabores de fruta sazonada;
fenece otro verano de cálidos recuerdos
y en el aire, tu amor, impregnándolo todo.
Románticos paseos por la orilla del río,
con barcas de colores decorando la tarde;
turistas en hilera esperando el momento
de amueblar sus retinas con trocitos de arte.
Rumores de oleaje de un mar azul-cobalto
y luces de neón encendiendo la noche;
lejanas melodías que nos regala el viento
y la sonrisa eterna en tus ojos de miel.
Se nos va otro verano, otro retal de vida,
mas nos queda la imagen de los atardeceres
y de las dulces noches coronadas de estrellas
en las que nuestros labios con pasión se fundieron.
125
126. Tu mirada
¿Por qué miras la flor?
¿Por qué la miras?
¿No ves que cuando siente
sobre sus delicados pétalos
tu profunda mirada,
se siente avergonzada
de ser flor?
¿No ves que sufre y maldice su destino
por no ser la más bella?
¿Por qué miras la noche?
¿Por qué la miras?
¿No ves que al penetrar
en ella tu mirada
se transforma en destello refulgente?
¿No ves que ya no es noche
porque sus gritos despiertan a la aurora?
¿Por qué miras mi alma?
¿Por qué la miras?
¿No ves que se acobarda
y se transforma
126
127. en triste sombra errante?
¿No ves que ya no es alma?
¿Que sólo es marioneta
que mueves a tu antojo
tan sólo con mirarla?
...y es que tus ojos,
dos faros con embrujo,
son capaces de eclipsar la belleza
de la noche y la flor.
Y hasta capaces son
de transformar mi alma,
de robarme el sosiego
y hacer de mí hoja muerta
que el viento del otoño
fustiga sin descanso...
¡No mires más mi alma
y llénala de amor!
127
128. Espérame
No vengas. No regreses.
Que ya no es necesario
Que ya me acostumbré a tu larga ausencia
Ahora seré yo
el que vaya a tu encuentro.
¡Espérame...!
Espérame donde la luz es tenue,
donde el rumor del viento es dulce melodía.
Donde el tiempo, indiferente ya,
no destruya nuestros sueños de entonces.
Espérame tranquila,
dibujando mañanas de soles amarillos,
como aquellas que oyeron nuestras risas.
Entonando canciones entre campos de trigo,
perfilando siluetas sobre el lienzo morado
del gélido horizonte de noviembre.
128
129. Espérame donde la blanca espuma
de riachuelos locos
describa remolinos entre cantos rodados
y, abrazada a la piedra lisa y fría,
se rompa en mil pedazos
para morir al fin de desengaño.
Espérame en la tarde luminosa
de un cálido verano,
como aquel que vivimos junto a un mar
celoso de tu cuerpo.
O en la noche serena y apacible
de un abril con estrellas.
Espérame encendida
cual rosa roja de un remoto jardín
huérfano de rocío.
Para que yo te empape con la lluvia
de mis noches de espera.
Espérame risueña, enfurecida o triste,
que yo sabré encontrarte...
¡Sé que te encontraré
en todos los paisajes de la tierra...!
¡Espérame...!
129
130. Navidades
Primero llegaste pura.
¡Navidades de inocencia!
Magia y risas contagiosas
en tus noches de zambombas.
Mañanas de villancicos
y tardes de charla al fuego
rodeado de cariño.
Y una fe limpia y sincera
en el niño de Belén.
¡Dulce y blanca Navidad
de una infancia alegre, plena...!
Llegaste después vestida
con luces de mil colores.
Venías anunciando fiesta
y promesas de algo eterno
con destellos de neón.
¡Navidades soñadoras
de mi juventud primera!
Más tarde fuiste muriendo
en mi corazón de hombre,
130
131. un poquito cada día.
Venías ya casi desnuda,
enseñando tus vergüenzas:
Consumo y falsas promesas
de ser mejores personas.
¡Tanto brillo de oropel!
¡Tanta rutina y exceso
terminaron por sacarte
de mi corazón inquieto!
Hoy sólo queda el recuerdo.
Dulces recuerdos de tiempos
en que soñaba despierto.
Hoy sólo el sabor lejano
de unas fechas casi mágicas
que espoleaban mis sueños.
Hoy sólo oigo el murmullo
de mil palabras vacías
que se repiten sin fe.
Y, sin embargo,
la Navidad es la misma.
Pocas cosas han cambiado.
Y por eso me pregunto,
entre triste y angustiado,
al llegar la Navidad...
¿no seré yo el que ha cambiado?
131
132. .Navidad,2010.
Sin ti
Huyendo de mi sombra,
negra estela cautiva de tus besos,
llegué con algo turbio en la mirada
porque nunca vi a nadie sonreírme.
En las tristes mañanas,
entre cuatro paredes angustiadas
de oír tanto silencio,
me escapaba a través de la ventana
hacia el cielo infinito.
Y buscaba tus ojos ambarinos
entre unas nubes,
tan frágiles, tan vacuas,
que se me hacían hilachas desprendidas
de aquel vestido blanco que,
una noche de encendida pasión,
te dejaste enredado entre las zarzas.
Nunca pude encontrar tus ojos en lo alto.
Ni tampoco,
en el fugaz destello de las aguas del lago,
donde un amanecer absurdo y lila,
pensé en ahogar mi llanto.
Nunca encontré tu nombre entre la hiedra
que abrazaba el alero.
Ni pude ver jamás,
entre los crisantemos amarillos,
132
133. tu sonrisa hechicera.
Tan sólo,
algunos gorriones ateridos
sobre las ramas bajas de un chopo plateado,
me cantaron,
una tarde de lluvia y arco iris,
nuestra triste canción.
Eso fue todo.
Y mientras, yo,
malgastando mi vida, dando tumbos
cual barco a la deriva,
por mares procelosos e incoloros.
Saboreando,
en cada atardecer gris y vacío,
en cada sorbo de pena con limón,
el recuerdo agridulce de tus besos...
Tu ausencia
Te marchaste una tarde de rosas encendidas.
Sin apenas palabras.
133
134. Y una pena callada,casi enferma,
se adueñó de mi alma.
¡Cómo dolía tu ausencia!
Tanto,
que ni el loco tropel
de una nueva pasión,
consiguió desterrar de mi tu imagen.
Como un témpano helado
recibía
el efusivo ardor de sus caricias.
Hasta que fui apagando,
impasible, consciente,
todo el fuego que ella se dejaba
encendido en mi hogar.
Desprecié tantas veces
las brasas de sus labios entregados,
que acabaron quemando su ilusión...
¡Triste destino ciego!
Sólo cuando las llamas
prendieron las puntillas de su alma,
fui consciente
de mi terrible error.
Y entonces,
134
136. (1811)Preposiciones del desamor
A tu puerta llegué como un mendigo,
ante ti supliqué gracia y perdón,
bajo el lodo enterré mi fiel canción
con tal de que me vieras como amigo.
Contra el dolor de no vivir contigo,
de muy poco sirvió mi gran razón.
Desde siempre he dejado el corazón
en manos del juglar que va conmigo.
Entre súplica y ruego fui avanzando
hacia el muro tenaz de tu arrogancia,
hasta sentirme triste marioneta.
Para ti fui satélite vagando
por el cielo, perdido en la distancia,
tras tu estela de gélido cometa.
136
137. Sueños
(1410) Azul
Azul el agua mansa, cristalina
Azul el campo lánguido, baldío.
Azul el aire de este ocaso frío
137
138. y azul la niebla sobre la colina
Cuando el sol de la tarde ya declina,
todo el azul siente un escalofrío.
Beben los juncos gotas del rocío
en la siniestra hora vespertina.
Un murmullo de risa clandestina
me cuenta, emergiendo desde el río,
que una caña muy triste, larga y fina,
llora al ver ese cubo tan vacío.
Con el azul durmiendo en mi retina,
dejo el embarcadero, ya sombrío.
Ternura
No se trata solamente
de gemir sobre tu vientre mientras muero,
que también.
No se trata solamente
de aliviar todo el torrente de mis venas.
138
139. Ni tampoco, de alcanzar raudo la cima
escalando las paredes escarpadas de tus senos.
No es sólo buscar alivio para el fuego que me abrasa.
Ni dar permiso al deseo un domingo por la tarde...
Es más bien cuestión de tacto, de ternura.
Se trata de explorar mares aparentemente calmos
en busca de sueños nuevos.
Se trata de fondear en tu isla solitaria con un bajel de caricias.
De avanzar serenamente hasta el centro de tu anhelo
y allí explorar la espesura de tu humedecida jungla.
Y, sobre todo, se trata, de hacer que aflore la dicha.
Y guardar entre mi piel la alegría de tu gozo
para el resto de los días, de los años, de la vida...
para llevarla conmigo.
Se trata, en definitiva,
de dejar en ti mi huella de marino vagabundo;
de bañarte con el agua de este río de soledad
de tantas noches en vela.
De hacer que aflore a tu cielo
todo ese amor que guardabas celosamente escondido
entre sueños sonrosados de doncella ilusionada...
De eso se trata, mi amor.
De inventar, entre tú y yo, un mundo nuevo, perfecto:
un mundo de amor eterno sólo habitado por dos.
139
140. (1611)Quiero
Quiero ser una fuente en tu camino
para calmar tu sed cada mañana.
Quiero ser ruiseñor en tu ventana
y alegrarte la vida con mi trino.
Quiero ser en tu boca dulce vino
que sonroje tu piel de porcelana,
que se lleve tu pena, tu desgana,
y te arroje al amor, cual torbellino.
Quisiera verte siempre jubilosa,
brillando cual estrella de poniente
y yo, seguir tu luz, cual mariposa.
Y elevarnos a un cielo diferente
y habitar una nube caprichosa
y vivir nuestro amor eternamente.
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141. ¿Dónde estabas?
¿Dónde estabas en las frías mañanas en que el viento,
con furia desmedida,
azotaba las indelebles ramas del sauce en el jardín?
¿Dónde estabas mientras mis pies cansados deambulaban,
cual fantasmas borrachos con sed de madrugadas,
por las calles solitarias y tristes
de esta ciudad inerte?
¿Quién te arrancaba risas cristalinas mientras yo,
en las tórridas noches del verano,
me asfixiaba con el insoportable aroma de las rosas
y me sentía morir por la presencia vigilante, callada,
de millones de estrellas?
¿Quién besaba tus labios mientras el vil deseo
se adueñaba de todos mis sentidos
y, como un pobre loco, buscaba tu presencia
en todas las miradas del camino?
¿Dónde estabas, mi amor, mientras mis ojos,
abiertos a la nada y húmedos de lamentos,
miraban sin mirar el absurdo vacío de la vida
a través de un cristal empañado
con vahos de fracasos?
141
142. ¿Dónde estaban tus ojos de avellana,
de mirada tranquila cargada de tristeza?
¿Dónde tus dulces labios con lunares morenos
pordioseros de besos?
¿Dónde tu pelo negro revuelto por el viento de la tarde
antes de la tormenta?
¿Dónde estabas, mi preciosa hechicera de ilusiones tardías?
¡Por qué dulces veredas vagaría tu espíritu
en las noches eternas en que el tiempo
se paraba extasiado ante mi alma
contemplando, indolente, el paso del silencio!
Mi vida hubiese sido un río de dicha
fluyendo entre tus brazos cálidos, amantes.
No sé donde estuviste, bella ninfa,
pero sí sé dónde habitas ahora:
Dentro del corazón cansado y triste
de este recalcitrante soñador,
de este iluso y eterno enamorado,
aprendiz de poeta.
142
143. A una niña soñadora.
Cae la lluvia, serena, delicada,
y en el chorro de luz de la farola
se transforma en saetas que se clavan
en tu pecho de ninfa solitaria.
Silba el viento detrás de tu ventana
y sueñas con su amor, con sus caricias,
tan vagas, tan sutiles, tan lejanas...
Y mientras tú le sueñas, él se escapa
hacia la noche negra, hacia la nada.
¡Triste destino cruel el de los sueños
que solo traen dolor y desengaño
a tu sensible alma enamorada!
143
144. (1711)Luna embustera
En la noche de marzo, negra y fría,
una espléndida luna engalanada
aparece detrás de la enramada
e inunda con su luz la selva umbría.
Y esa noche de ensueño y fantasía,
una preciosa niña enamorada
camina con el alma ilusionada
buscando en esa luna su alegría.
"Bella luna de marzo, compañera,
que puedes ver sus ojos en ti fijos,
¿es acaso por mi por quién suspira?
Ayúdame, romántica hechicera,
a entender de este amor los entresijos:
¡dime que piensa en mi cuando te mira!
Y la luna, celosa y embustera,
sin piedad le mintió cuando le dijo:
"No hay nadie en este mundo que te quiera"
144
145. Liras de amor y melancolía.
(Liras compartidas con mi buena amiga guatemalteca Lissette
Flores López ,poeta)
Amoroso tormento,
triste causa de la melancolía
que en mi corazón siento,
pon fin a mi agonía
amándome como la aurora al día.
Como un suave murmullo,
cual susurro del viento en el hayedo,
me llega a mí tu arrullo,
con tu canción me quedo
y en sus mágicas notas yo me enredo.
Mis versos son palomas
que, cruzando la mar, hasta ti vuelan;
regresan con aromas
a risa, que desvelan
que tus penas con ellos se consuelan.
La luz de tu poesía
logró el batir de las alas de un hada;
ella convirtió en día
mi noche más cerrada,
¡dulce licor de mi alma enamorada!
145
146. Es tu ondulado pelo
refugio de mis lágrimas tardías;
cuando el azul del cielo
se borra de mis días,
oculto en él todas las ansias mías.
Déjame tu tristeza,
cuéntame los motivos de tu duelo;
bien sabes, con certeza,
que, para tu consuelo,
mi vida es también tuya, sin recelo.
Son dos lagos serenos
tus ojos cuando miran a los míos;
si miran los ajenos
se convierten en ríos
que me arrastran hasta mares sombríos.
Estos lagos serenos,
de tu dulce mirar tienen antojos;
se mostrarían llenos
de sórdidos enojos
si no pudieran ver tus verdes ojos.
146
147. Tu llanto
¿Por qué ese llanto ahora?
¿No sabes que ya nunca estarás sola?
Siempre tendrás el aire de diciembre
que besará tu piel cada mañana
para pintar paisajes en tu cara.
Siempre vendrá la lluvia en primavera
regando con chubascos repentinos
los bellos arriates de tu alma.
Siempre tendrás la exuberante fronda
que llenará de aromas seductores
las calles solitarias de tus sueños.
¿Qué le dirás, si lloras,
al descarado viento del otoño?
¡Él que siempre termina
enredado en tu pelo, por amor!
¿Y a esa luna redonda
que te mira tan fija
detrás de una pirámide dormida?
Esa luna que llega cada noche,
que entra por tu ventana,
que te besa en la frente,
y, con su blanca luz,
baña tu ardiente cuerpo de ninfa apasionada.
147
148. ¿No sabes que si lloras,
esos ojos de miel se llenarán
de turbios riachuelos de pesares?
¡No ves que harás sufrir a las inquietas olas!
¡Que no vendrán ya más a dar besos de espuma
a la playa dormida!
¡Ni siquiera las dulces golondrinas
lloran ya por los sueños
que se dejan atrás cada verano!
No me llores, mi bien.
Que nunca diga el sol
que un atardecer púrpura dejaste de mirarlo.
Ni se lamenten nunca las frágiles gardenias
de que hoy, al pasar junto a ellas,
no te llevaste, dormido entre los dedos,
su aroma embriagador.
.
¿Por qué ese llanto ahora?
¿No sabes que por siempre vivirás entre los versos
de un dichoso poeta enamorado?
No llores más, mi amor.
No permitas que la canción eterna del silencio
se rompa en mil pedazos
ahogada por tu llanto.
148
149. Un sueño fabuloso
Es posible
que el final de este sueño fabuloso
no haya llegado aún.
Es posible y, entonces,
volveré a ver tus ojos cada noche
cuando cierre los míos.
Volveré a despertar cada mañana
al ritmo de un bolero
traído suavemente por tu voz.
Y de nuevo,
con sólo pronunciar tu dulce nombre,
se alejará de mi toda tristeza
y volverán triunfantes los colores.
Y hasta la fina lluvia de tus versos,
al caer suavemente sobre el alma,
hará reverdecer, llenándolo de flores,
el árido jardín de mi existencia...
149
150. Mas, también es posible,
que una tarde de luceros inquietos,
termines por creer que todo fue mentira,
incluida tu asombrosa verdad.
Y todo lo vivido volará
hasta esas nubes blancas que rompen el azul
y allí se quedarán los sueños para siempre,
dormidos entre lienzos de algodón.
Y entonces volverán
las aburridas tardes del domingo,
los paisajes en gris,
las angustiosas noches sin tus ojos
o el despertar amargo sin tu voz.
Y volveré de nuevo a presenciar
el desfile monótono, cansado,
de la gente cruzándose conmigo por las calles
y exhibiendo, como en una espantosa pesadilla,
sus idénticos y ocres uniformes.
150
151. (1911)Quimera
Ser feliz en la vida, una quimera;
siempre habrá otro peldaño que subir.
Es nuestra condición, siempre seguir
ascendiendo sin pausas la escalera.
Nunca el hombre asumió la verdadera
razón de la existencia: bendecir
cada día la vida y admitir
que al nacer, ya ganamos la carrera.
Mas -¡ay!- difícil reto el conformarse
tan solo con el hecho de vivir,
-¿cómo podría el hombre resignarse
conociendo su triste porvenir?-
Todo empieza un mal día, al enterarse
que al final de la vida hay que morir.
151
152. Cuando no estás conmigo
No es sólo tu boca, que bien la sé anhelante
de caricias y besos.
No es sólo tu pelo, el refugio perfecto
de mis lágrimas torpes.
Ni es tu piel solamente,
donde calmo mis ansias
y excito mis silencios.
Es más bien tu dulzura
la que me tiene preso de este amor imposible.
Ese abandono tuyo, como de cría huérfana,
bajo la intensa lluvia,
Es tu linda figura recortando silueta
contra el ardiente púrpura de una tarde de estío.
Es la paz infinita que se aloja en mi alma
cuando miro tus ojos.
Y es tu risa de niña jubilosa
siguiendo el fugaz vuelo de un joven gorrión
entre los lirios.
No, no son solo tus labios,
ni tus ojos de miel.
Ni siquiera es tu cuerpo, exclusiva razón
para seguir viviendo.
Es tu luz, tu ternura,
tu increíble existencia en el mar de mis sueños
lo que me hace dichoso.
152
153. Por eso,
cuando no estás conmigo,
siento que el mundo es solo una mentira
girando en el vacío.
Y que mis tristes días,
solo son tiempo hueco
que el destino me dio para llorar tu ausencia.
Cuando no estás conmigo
y se eleva el telón del tétrico escenario
de mi corazón loco,
comienza el primer acto de una oscura tragedia
cuya escena final,
me temo cerrará con la palabra olvido.
153
154. (2111) Lo nuestro
Lo nuestro fue evadirnos del pasado
entre halagos de mutua admiración,
fue lavarle la cara al corazón
que, de tanto añorar, estaba ajado.
Lo nuestro fue un cursillo acelerado
de cómo dar salida a la pasión.
Lo nuestro fue el final de una canción
que no tuvo fortuna en el mercado.
Fue la historia de un par de colegiales
con miedo a conjugar el verbo amar.
Fue hacer con la ilusión, partes iguales.
Lo nuestro fue de ser, más que de estar
y aunque el olvido aporte credenciales,
jamás mi corazón podrá olvidar.
154
155. Este extraño verano de silencios y cantos de
sirenas.
Amanece.
El alba se sonroja.
Inhalo el nuevo día que me llega
con un intenso aroma de magnolias.
La aurora desparrama sobre el parque desierto
toda su magia
y un manto de esperanza
que se dejó olvidado la noche, para mí.
En el aire, dádivas de pureza
para mi alma, cansada de morir.
Mediodía.
El sol, desde lo alto, nos vigila.
Se incendian las ideas.
Y me da por pensar cosas extrañas...
¿es el amor más dulce que el olvido?
¿serán los sueños susurros de las almas
rechazadas un día por el amor?
Mediodía, silencio.
Mediodía, calor, deseo, siesta,
piel húmeda, pereza
incluso de existir, de ser persona...
Incluso de rendir tributo a la pasión.
155
156. A la tarde, las petunias dormitan y descansan
de su orgía con el sol.
Y una brisa, oculta todo el día,
asusta, de repente, a dos zorzales
que buscaban semillas entre el césped.
El alma se serena.
Las palabras comienzan a surgir
para un triste poema de besos y nostalgias.
Para un pobre poema
que se irá con el viento, como siempre,
en busca de tus ojos.
La noche me da miedo,
desde niño.
¡Es tan fea la palabra crepúsculo!
¡Se ve tan atezada, tan deforme!
La noche se me antoja
una negra utopía de la vida,
un profundo vacío,
la lágrima perdida del dios Zeus
tras crear el Olimpo.
Es por eso, tal vez, que en la noche me pierdo
con frecuencia,
entre dulces delirios
de cantos de sirena.
156
157. Tu nombre
Aquí sigo,
aprendiendo a decir tu nombre sin adornos,
desnudo de ropajes.
Probando a recitar sus mágicos fonemas
sin arreglos de orquesta,
sin bellas melodías.
Intentando hacer simple su grafía
maquillada de gótico tardío.
Lo intento cada día.
Lo desmenuzo en sílabas viajeras
y fabrico con ellas poemas de distancias y de olvido.
Mientras tanto,
aquí sigo.
Es posible que dentro de unos meses,
de unos años tal vez,
pueda volver a pronunciar tu nombre
sin que me duela el alma.
Hasta entonces,
las letras de tu nombre,
para mí,
serán dulce castigo.
157
158. (2011)Autorretrato
Poco dado a los bailes de salón,
suelo ser, de la huerta, la alegría,
siendo así que una tal melancolía
se adueñó de mi triste corazón.
Nunca cedo si tengo la razón,
ni amparo la razón cuando no es mía;
siempre odié la palabra hipocresía,
siempre amé la verdad, sin condición.
Bohemio, soñador, casi poeta,
no me importa salirme del camino
para admirar la flor en la cuneta.
Mientras, entre lo humano y lo divino,
voy llenando de sueños la maleta
que he de llevar a mi último destino.
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