1. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LAS LENGUAS
DE ESPAÑA
La situación lingüística en la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos
estaba caracterizada por la presencia de una serie de lenguas dispersas: el tartesio
(sur de Portugal y oeste de Andalucía), el ibérico (este de Andalucía, todo el Levante
y parte de Aragón), el vasco (llegó a ocupar el actual País Vasco español y francés,
Navarra, La Rioja y gran parte de los Pirineos), el celtibérico (centro de la Península)
y el lusitano (Portugal). También influyeron el fenicio y el griego por las colonias que
se establecieron en las costas peninsulares y por la actividad comercial que
mantuvieron en ellas. Algunos topónimos:
· Celtas: Segovia (Segovia), Segontia (Sigüenza), Alcovindos (Alcobendas, “corzo
blanco”), etc.
· Fenicios: Gadir (con los romanos, Gades; y Qadis con los árabes), Malaka
(Málaga), Ebusus (Ibiza), Hispania (que significa “tierra de conejos”), etc.
· Griegos: Lucentum (Alicante), Rhode (Rosas), etc.
LOS PUEBLOS GERMÁNICOS. LOS
VISIGODOS
Durante el siglo III, el poder militar, político y económico de Roma se debilita. Esta debilidad permitió la aparición y
establecimiento en los territorios septentrionales y laterales del Imperio de pueblos de diversos orígenes.Por lo que a
España se refiere, se considera que los pueblos germánicos llegaron a la península entre el 409 y el 416.
Naturalmente, no es el primer contacto entre los pueblos centroeuropeos y los hispanos. Uno de estos "contactos" tiene
lugar en el siglo III, entre 264 y 272: las provincias hispánicas fueron devastadas por suevos y francos.
De estos pueblos el más importante son los visigodos. Numéricamente, de cien mil a doscientos mil, superan a los demás
pueblos germánicos que llegan a la Península, pero lo que realmente les distingue es que llegaron a España "romanizados",
es decir, ya estaban familiarizados con la lengua y la cultura romanas. Hacía ya dos siglos que "convivían" con Roma, a
veces como aliados, a veces como enemigos, ya fuese en la Dacia, en la Galia o incluso en la misma Italia.
También llegan a España otros pueblos germánicos invasores como los suevos que se establecieron en el noroeste, Galicia.
De los alanos sabemos que cruzaron los Pirineos (Puerto del Alan, Huesca) y que llegaron a ocupar los territorios centrales
de la Península (Villalán, Valadolid). Los vándalos se establecieron principalmente en la España occidental para pasar luego
a las tierras del valle del Guadalquivir (Andalucía < vándalos; vandalismo, hacer el vándalo). Estas tierras, las más ricas, las
más romanizadas, recibieron ayuda de Roma que envió las huestes visigodas establecidas en el sur de Francia, en Tolosa
para defender la Bética y expulsar a los vándalos.
INFLUENCIAS LINGÜÍSTICAS GÓTICAS
Los elementos germánicos del español no tienen su origen en estas invasiones o en el contacto con los
visigodos durante 300 años hasta la llegada de los invasores árabes. El vocabulario germánico del español es
común a las demás lenguas de la Romania y fue introducido a través del latín, por lo que su evolución hasta
el español sigue de cerca las normas fonéticas que siguió el latín vulgar.
1. Se pierde la /h/ como venía haciendo ya el latín vulgar hispano desde el siglo I a.C.: helm > «yelmo»,
*spaiha > «espía», harpa > «arpa», *hrapôn > «rapar», haribergo > «albergue».
2. El sonido inicial [w] es sustituido por [gw]: wardôn > «guardar» (esta sustitución se sigue haciendo en el
español moderno con los extranjerismos w- (güisqui, sangüich).
3. El sonido /θ/ de los germanismos se transformó en /t/: thriskan > «triscar» (El sonido /θ/ no aparece en el
español antes del Siglo de Oro (1550-1650).
4. En cambio, la oclusiva sorda no se sonoriza *hrapôn > «rapar», spitus > «espeto», reiks > «rico». Esta
particularidad se debe probablemente a que las oclusivas sordas góticas eran aspiradas, por lo que se
equipararon a las geminadas latinas. (Véase 5.1.2.3)
Las demás voces germánicas que entraron en el español pero no a través del latín, lo hicieron a través del
francés u otras lenguas. Este vocabulario lo compone una cantidad importante de términos militares o
bélicos y otros muchos de índole diversa.
Militares o bélicos como alabarda, arenga, banda, bandera, bandido, bramar, brida, dardo, esgrimir, espía,
espiar, espuela, estaca, estoque, estandarte, estribo, flecha, grupo, guadañar, guarda, guardia, guardar,
guarecer, guarnecer, guerra, guiar, heraldo, mariscal, sable, tramar, tregua, yelmo.
Otros relacionados con la vida doméstica, personal, social etc. como agasajar, adobar, afanar, albergue,
arenque, arpa, ataviar, bala, banco, banda, bando, barón, blandir, botar, brasa, brote, bruñir, buque, burgo,
cofia, desmayarse, embajador, escanciar, escarnecer, escarnio, esgrimir, esmalte, esquila, esquina, falda,
fango, feudal, fieltro, iltro, flete, fresco, fruncir, galardón, gallardo, ganso, guadaña, guante, giunda, guisa,
guisar, hato, hucha, jabón, jardín, loba, ozano, marta, orgullo, parra, rapar, robar, ropa, rostir, rueca, sala,
sayón, tapa, tejón, toalla, toldo.
Se han de mencionar también, como de origen germánico, los adjetivos blanco, fresco, listo, gris y rico.
TOPONIMIA GERMÁNICA
En toda la Península se encuentran unos 2.400 topónimos de origen germánico. Casi todos los topónimos
visigodos proceden de un término germánico que sufre una evolución fonética romance. Pueden ser de dos
tipos:
1. Nombre genérico latino (castrum, villa) combinado con un nombre propio germánico: castrum Sigerici >
Castrogeriz, villa Favila > Villafáfila, palatium Frugildi > Palafrugell, Valderrodrigo, Villabermudo, etc.
2. Derivados de un nombre germánico con evolución romance:
-reiks > -ricus > -rigo > -ris > -riz: Aldariz, Gandariz, Mondariz
-gild > -gildus > -gild > -gil: Arbegil, Frogil, Fuentearmegil
Adaufa, Adaufe, Cachoufe (-wulfs); Adamonte, Aldemunde, Rexmondo, Baamonde (-*munda > -mundus) y
Gondomar, Guimar (- marhs > -mar).
La presencia de los otros pueblos germánicos queda reflejada en algunos topónimos:
suevos: Puerto del Sueve (Asturias), Suevos (La Coruña), Suegos (Lugo)
alanos: Villalán (Valladolid), Puerto del Alano (Huesca)
vándalos: Andalucía < al-Andalus, Bandaliés (Huesca) y Campdevanol (Gerona).
Los antropónimos germánicos suelen estar formados por dos nombres cuyos significados
diferentes se combinan para formar uno nuevo:
Alfonso (hathus, 'combate' + funs, 'dispuesto' = «dispuesto a todo»), Fernando (frithus, 'paz' +
nanths, 'intrépido' = «aliado audaz»), y otros muchos como:
Guzmán («hombre bueno»), Elvira («alegre y fiel»), Rodrigo («afamado y poderoso»), Adolfo (adal,
'noble'; wolf, 'lobo', 'guerrero'), Alberto, contracción de Adalberto (adal, 'noble'; berht, 'brillo'),
Alfredo (aelf, 'elfo'; read, 'consejo', o adal, 'noble'; fred, 'protección'), Álvaro (all, 'todo'; wars,
'prudente'), Carlos (karl, 'hombre libre'), Eduardo (od, 'felicidad'; ward, 'guardián'), Enrique (heim,
'casa'; rik, 'poderoso'), Federico (frid, 'paz'; rik, 'poderoso'), Guillermo (will, 'proteger'; helm,
'yelmo'), Gustavo (gund, 'batalla'; staf, 'bastón'), Ricardo (rik, 'poderoso'; hard, 'fuerte'), Rodolfo
(hlod, 'gloria'; wolf, 'lobo', 'guerrero'), Rodrigo (hlod, 'gloria'; rik, 'poderoso'), Bermudo, Manrique,
Ramiro, Ramón, Rosendo, etc.
la presencia de los pueblos germánicos no tuvo una gran importancia ya que su legado está
compuesto de una pocas palabras. En cambio, para la historia externa, la época visigoda marcó dos
pautas esenciales:
1. durante estos siglos posteriores a las invasiones bárbaras -entre ellas las de los visigodos- las
comunicaciones, tanto internacionales como interregionales, quedaron interrumpidas. Al desaparecer
los contactos entre Hispania y las demás provincias romanas, en la Península el latín tuvo un desarrollo
diferente. Igualmente, las diversas regiones peninsulares perdieron contacto entre sí y empezaron a
desarrollar la diversidad de lenguas que aún hoy podemos encontrar.
2. los visigodos consiguieron crear un concepto unitario de España (una lengua, una religión, un
sistema jurídico y un ejército común a todo el territorio). Este concepto será de especial importancia
tanto durante la Reconquista, que cronológicamente les sigue, como durante los demás siglos hasta la
actualidad, con todas las implicaciones que este concepto de unidad nacional ha tenido para la lengua.
El léxico español de procedencia árabe constituye, aproximadamente, un 8% del vocabulario total. Puede decirse
que casi todos los campos de la actividad humana cuentan en español con arabismos.
Los adjetivos de origen árabe, son escasos; entre ellos se cuentan: asesino, baldío, carmesí, garrido, mezquino y
zalamero. Entre los verbos se encuentran: halagar, recamar, acicalar. Partículas de origen árabe son: hasta, ojalá.
Sin embargo, la gran mayoría de las palabras de origen árabe son sustantivos. Muchos de éstos, como puede
verse en los siguientes ejemplos, comienzan por al-, el artículo definido árabe, que quedó incorporado al
sustantivo. Algunos tienen la forma que el árabe les dio, pero proceden de otra lengua.
1) administración: «aduana», «albacea», «albarán», «alcalde», «alguacil», «alquiler», «arancel», «tarifa»;
2) hogar: «alacena», «albóndiga», «albornoz», «alfiler», «alfombra», «almíbar», «almirez», «almohada», «alhaja»,
«jarra», «taza»;
3) agricultura: «aceituna», «acelga», «acequia», «acerola», «albaricoque» (lat. praecoquis), «albérchigo» (tomado
originalmente del latín malum persicum, 'melocotón', y modificado por el árabe), «alcachofa», «alfalfa»,
«algarroba», «algodón», «aljibe», «altramuz», «alubia», «arroz» (del persa), «azafrán», «azú¬car» (del lat.sucrum,]
«azucena», «berenjena», «espinaca», «naranja»(persa), «noria», «sandía», «zanahoria»;
4) arquitectura, arte y música: «alcantarilla», «alcoba», «almacén», «azotea», «zaguán», «laúd», «tambor»,
«zoco»;
5) militar: «algarada», «alarde», «alcaide», «alférez», «almena», «atalaya», «adarga», «azote», «barbacana»,
«faca», «rebato», «zaga»;
6) medidas: «arroba», «azumbre», «fanega», «quintal»;
7) oficios: «albañil», «alfarero»;
8) científico: «algoritmo», «guarismo» en Geometría; «cifra» y «álgebra» en Matemáticas; «alcohol», «álcali»,
«alambique», «alquitrán», «azufre» en Química (o Alquimia), «cenit» en Astronomía, «nuca» o «jarabe» en
Medicina, etc.