2. La igualdad de los hombres
(Proverbios 20:9, 12)
La constancia en la vida
(Proverbios 20:6)
La espera en Dios
(Proverbios 20:17, 20-
22; 21:5-6)
La misericordia
(Proverbios 21:13;
22:16)
La educación correcta
(Proverbios 22:6, 8, 15)
Las palabras de sabiduría
contenidas en Proverbios 20,
21 y 22:1-16 nos indican los
parámetros que deben regir
nuestra vida cotidiana:
3. ¿En qué aspecto
primordial somos
todos iguales?
«El oído que oye, y
el ojo que ve, ambas
cosas igualmente ha
hecho Jehová»
(Proverbios 20:12)
«Todos los hombres son
creados iguales» (Tomas
Jefferson, Declaración de
independencia, 4 de julio de 1776).
A pesar de las
diferencias de raza,
tamaño o género, cada
uno de nosotros somos
iguales, pues todos
hemos sido creado por
Dios (Hechos 17:26).
¿En qué otro
aspecto somos
también iguales?
«¿Quién podrá decir: Yo he
limpiado mi corazón, limpio estoy
de mi pecado?» (Proverbios 20:9)
El pecado es un cáncer que nos
afecta a todos (Romanos 3:23)
Esto nos hace iguales también en la
necesidad de un Salvador que nos
redima de nuestro pecado.
Pero aquí radica la diferencia:
solamente el que acepte a Jesús
como su Salvador será creado de
nuevo para vida eterna (2Co. 5:17)
4. «Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, pero
hombre de verdad, ¿quién lo hallará?» (Proverbios 20:6)
Ser alabado por un acto bueno que
realices está bien; pero ¿qué hay del resto
de los actos de tu vida?, ¿te pueden
alabar por ellos?
No es un acto único y sensacional de amor
o sacrificio lo que demostrará la elevada
calidad de nuestras relaciones, sino la
larga y constante serie de pequeñas
acciones que realizamos cada día,
paciente y regularmente.
¿Debo ser yo quien diga a
los demás lo bueno que
soy? Al contrario,
«Alábete el extraño, y no tu propia boca;
el ajeno, y no los labios tuyos» (Proverbios 27:2).
5. «Oh, cuántos están aguardando la
oportunidad de realizar una tarea
grande y abnegada, al mismo tiempo
que no prestan atención a las pequeñas
dificultades que Dios les envía todos los
días para probarlos. Son estas pequeñas
cosas de la vida las que desarrollan el
espíritu de hombres y mujeres, y
determinan el carácter. No se pueden
descuidar estas nimiedades y esperar al
mismo tiempo que el hombre esté listo
para soportar las pruebas más duras
cuando por fin les sobrevengan»
E.G.W. (Cada día con Dios, 15 de mayo)
6. «Tal vez sea agradable ganarse el pan
con engaños, pero uno acaba con la boca
llena de arena» (Proverbios 20:17 NVI)
Transgredir la Ley de Dios para
conseguir rápidamente lo que uno
desea, parece ser provechoso en
nuestra sociedad actual… si nuestra
mira está puesta únicamente en los
pocos años que vivimos aquí.
Si anhelamos una vida eterna,
debemos ejercer plena confianza
en Dios, obedecerle y esperar,
dejando en sus manos las cosas
que no podemos o no debemos
manejar.
En los versículos 20-22, se nos dan
dos ejemplos concretos de esto.
7. «Al que maldice a su padre o a su
madre, se le apagará su lámpara en
oscuridad tenebrosa. Los bienes que
se adquieren de prisa al principio, no
serán al final bendecidos»
(Proverbios 20:20-21)
¿Son tus padres ricos y estás deseando
que se mueran para recibir tu
herencia? Éste es solo un ejemplo que
Salomón pone para hacernos
recapacitar en lo insensato de obtener
bienes deprisa (de forma fraudulenta),
pues de ninguna manera pueden ser
bendecidos.
Confiemos en Dios para que Él nos dé
lo que necesitamos en el momento que
considere oportuno.
LA HERENCIA
«No digas: Yo me
vengaré; espera a
Jehová, y él te
salvará» (Proverbios 20:22)
Cuando necesitamos que se haga
justicia por el agravio que se ha
cometido contra nosotros; cuando
clamamos por venganza… confiemos en
Dios; él nos vengará.
Y mientras confiamos en Él, se nos
invita a ser misericordiosos con el
ofensor. De esta forma, «ascuas
amontonarás sobre su cabeza» (Pr.
25:22). Tal vez, en el proceso, salvarás a
tu enemigo, venciendo el mal con el
bien (Rom. 12:21).
LA VENGANZA
8. «El que cierra su oído al clamor del pobre,
también él clamará, y no será oído» (Proverbios 21:13)
«El que oprime al pobre para aumentar sus
ganancias, o que da al rico, ciertamente se
empobrecerá» (Proverbios 22:16)
1. Por causa de Dios. Dios
considera los actos de
bondad hacia el pobre
como realizados a Él
mismo (Pr. 19:17;
Mt. 25:35-40).
La misericordia con la que tratamos a los demás es
la vara que mide nuestro carácter (Lucas 10:26-37)
2. Por causa del pobre. Tanto el pobre como el
rico han sido creados por Dios (Pr. 22:2); por
tanto, el pobre es tan digno de atención como
el rico (y más necesitado de ella).
¿Por qué debemos ser misericordiosos?
9. «Instruye al niño en su camino, y aun cuando
fuere viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6)
«Por vuestra manera de obrar con los
pequeñuelos podéis, mediante la gracia
de Cristo, amoldar su carácter para la
vida eterna» (E.G.W., El hogar cristiano, pg. 274)
«El que sembrare iniquidad,
iniquidad segará, y la vara de su
insolencia se quebrará» (Proverbios 22:8)
Aquello que dejamos para la posteridad es
también parte de los parámetros que deben
regir nuestra vida cotidiana.
Salomón compara la educación con la
siembra. Aquello que plantemos en nuestros
hijos, amigos o vecinos, dará su fruto a su
tiempo; ya sea para bien o para mal.
10. «Puesto que la semilla sembrada
produce una cosecha, y ésta a su
vez es sembrada, la cosecha se
multiplica. Esta ley se cumple en
nuestra relación con otros. Cada
acto, cada palabra, es una semilla
que llevará fruto. Cada acto de
bondad bien pensado, de
obediencia o de abnegación, se
reproducirá en otros, y por medio
de ellos, todavía en otros… Así
prosigue la siembra del bien y del
mal para el tiempo y la eternidad»
E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, pg. 63)