Malaga Picasso

Malaga-Picasso 22/7/05 18:47

MALAGA - PICASSO
Del Guadalmedina al Sena
I - Barcelona - Málaga

El equipaje ya estaba en el vestíbulo de la Residencia, las maletas,
los cuadros, la caja de pintura. Carlos Almazán fue a buscar un taxi
mientras yo me pasaba por la Administración a pagar la cuenta
pendiente, que casi me dejó sin blanca.

Antonio Sousa también se unió a la comitiva, y los tres y las
maletas bajamos por el Paseo de la Diagonal hacia la Estación de
Francia.

Era mediados de Septiembre de 1953 y en Barcelona todavía hacia
calor, aunque no tanto como en verano , del que yo me había
librado en parte por haberlo pasado en Málaga a causa de la penosa
enfermedad de mi padre, que le llevó hasta el final de sus días,
cuando sólo alcanzaba los 53 años.

Me hubiera gustado permanecer en Barcelona, al menos un mes
más, para realizar los exámenes de Septiembre, tanto en la Escuela
de Altos Estudios Mercantiles, como en la de Bellas Artes, pero ni
mi economía, ni la premura del tiempo lo permitían.

El taxi pasó por Plaza Universidad, y miré por última vez la parada
del tranvía 46, que venía de Horta, donde tantas tardes me
encontraba con Silvia. Luego por la calle Pelayo, dejando atrás la
calle Goya, donde estaba el estudio de Pepe Zarraluqui. Días antes
le había dejado en sus casa las llaves del mismo, aunque él no se
encontraba, y no pude despedirme y darle las gracias otra vez por
habermelo dejado utilizar. Luego el taxista se dirigió hacia Las
Ramblas en dirección al Puerto. Por Puerta Ferrisa se accedía a la
Escuela de Bellas Artes en una última despedida.

Encarnita Sanjuán estaba esperando en la puerta de la Estación de
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Francia. Vestía un polo blanco y una amplia falda, que la hacía mas
esbelta. Su pelo negro enmarcaba su cara en la que destacaban sus
negros ojos, algo tristes a causa de la despedida. Sus manos
sostenían unas revistas y una cajita de cartón con un lazo. Busqué
instintivamente con la mirada, pero sabía que Silvia no vendría,
hacía mas de dos semanas que habíamos dejado de vernos y
posiblemente ignoraría el momento de mi marcha. Paró el taxi y
Carlos, que iba en el asiento delantero se adelantó a pagar la
carrera.

Me acompañaron hasta el tren, y me ayudaron con el equipaje.
Entre bromas y abrazos nos despedimos, prometiendo escribirnos
pronto. Encarnita me alargó lo que portaba y en sus ojos brillaba
una lagrima. Antonio, tiempo después, me comentaría que se pasó
la tarde llorando a causa de la despedida.

Durante el viaje, iba sólo en el departamento del coche-litera,
repasé mentalmente como las circunstancias de la muerte de mi
padre, me habían desviado del camino trazado y me hacían volver
nuevamente a Málaga. Atrás quedaban los planeados estudios, y la
manera de desenvolverme en la gran ciudad estaba prácticamente
resuelta. Un par de amigos me habían ofrecido que podría entrar a
trabajar en el departamento de contabilidad de sus respectivas
empresas textiles. Los padres de Silvia y Juan Arturo Sedó me
ofrecieron que me trasladase a sus casas, pero ese no era el
problema. El problema que tenía que resolver estaba en Málaga
donde aguardaban mis dos hermanos, la tía Isabel y la tía María con
sus tres sobrinos.

Apenas si miré las revistas que me llevó Encarnita, mi mente no
dejaba de dar vueltas sobre las posibles soluciones, unas veces y
otras se remontaba unos meses atrás, de vinos y rosas. Los museos,
las exposiciones, la pintura y los pintores que mas me habían
impactado: Francesco Serra, Mayol Suazo, Mir, Ramón Casas, la
época azul de Picasso, Anglada Camarasa, Francisco Ribera,
Ceferino Oliver,... mis compañeros de Bellas Artes: Esther, Silvia,
Encarnita, Mª Asunción Raventós, Muntaner, ... las tertulias, los
paseos, La Sagrada Familia de Gaudí, La Pedrera, ... Iba


cómodamente tumbado en la litera, contemplando mi modesto
equipaje, o viendo pasar por la ventanilla los postes eléctricos y el
paisaje.

Encarnita me había preparado unos sustanciosos bocadillos y unos
pasteles que me sirvieron de cena y distracción durante algún
tiempo, recordando las mañanas de aquél verano en el Museo de
Arte Moderno del Parque de la Ciudadela, donde sobre las 11 nos
encontrábamos para corregirle sus dibujos, pero sobre todo sus
grandes ojos negros, siempre tan expresivos.

Con estos pensamientos atardeció y se hizo de noche, me quedé
dormido, y a la mañana siguiente, el tren entraba en la Estación de
Atocha. En el andén me esperaba Andrés Sepúlveda, con el que
pasé todo el día. Al despedirnos me entregó una cantidad que le
había prestado en Barcelona algún tiempo atrás. Me venía muy
bien, pues no andaba muy sobrado de cuartos.

Después de recuperar mi equipaje de la Consigna y nuevamente
instalado en el tren con destino a Málaga, aunque esta vez con
menos comodidad, ya que el departamento iba completo, y mi
equipaje resultaba algo difícil de acomodar, sobre todo por los
cuadros.

La gente no dejaba de hablar, creo que todos eran andaluces, pronto
se abrieron los envoltorios de los bocadillos, y alguna que otra
botella de vino.

- “ ¿Usté gusta?” ... “ No, muchas gracias, buen provecho” ... “
Tome un poco de esto” ... “Está mu güeno”... ¿Quiere una
naranja?...

La madre de Andrés me había preparado unos bocadillos, que tuve
que aceptar agradecido. Cena resuelta, además con un buen trago
de vino.

Después de cenar, salí al pasillo a tomar el fresco. Estaba
intransitable por la cantidad de viajeros sin asiento. Una joven


estaba sentada sobre su maleta. Tenía aspecto de estar cansada y le
ofrecí mi asiento para que descansase un rato. Acepto y al cabo de
un rato salió al pasillo y me ofreció un caramelo. Conversamos un
rato. Había subido en Pinto y se dirigía a Málaga, donde vivía con
sus tíos. Había terminado sus estudios de Magisterio.

A media noche uno de los pasajeros de mi departamento se bajó en
Ciudad Real, y Maruja ocupó su asiento, así que ambos volvimos
al interior para tratar de dormir algo, ya que la noche empezaba a
refrescar.

Con las claras del día volvió la animación al departamento y
emprendimos distintas polémicas sobre temas diversos. Y así casi
sin darnos cuenta llegamos a Málaga. Tomé un coche de caballo
con mis bártulos y me dirigí a mi casa en el Barrio del Perchel, muy
próxima a la estación de ferrocarril.

Al día siguiente inicié encontrar la manera de resolver la precaria
situación económica de la familia. Mi hermano Ramón, seis años
mas joven que yo, había terminado el Peritaje Mercantil, decidió
empezar a trabajar, y le busqué un empleo de contable con José
Luis Cuberta, un compañero mío de estudios, que tenía un
despacho de asesoría fiscal y contable.

Puse un Aviso en el Tablón de Anuncios de la Escuela de
Comercio, ofreciendome para impartir clases particulares de
Cálculo, Contabilidad y Álgebra Financiera. Tuve suerte, porque
hacía unos días que habían vuelto del Campamento de Milicias
Universitarias unos alumnos de la Escuela, que tenían suspendidas
algunas de esas materias y habrían de prepararlas para los exámenes
extraordinarios de Noviembre. Así que pronto organicé un grupo
de estudio intensivo de cuatro horas diarias, impartiendo las clases
en el IDES (Instituto de Estudios Superiores)

También me incorporé al departamento de Matemáticas como
Profesor Ayudante de la cátedra de Álgebra Financiera, que me
suponía un pequeño ingreso mas. El mes de septiembre estaba
resuelto.


En Octubre se inició el curso oficial, y mis horas de trabajo de
clases particulares se incrementaron, gracias a la popularidad que
disfrutaba entre el alumnado de la Escuela de Comercio. Tenía
varios grupos de Cálculo Mercantil, Contabilidad General y de
Empresas, Álgebra Financiera. Algunas clases eran individuales y
otras en grupos, aunque debía desplazarme a diversos centros en
sólo unos minutos.

Puede decirse que el problema económico se resolvió antes de lo
que pensaba, por lo que volví a ocuparme de mi afición artística, y
lo mismo dibujaba en un pequeño bloc en las clases de
matemáticas, tomando rápidos apuntes de los alumnos, mientras
estos resolvían algún problema, que asistía al taller del Palomar de
la Escuela de Artes y Oficios, donde podía dibujar y pintar con
algunos modelos, como “El Bigote” un tipo muy popular que solía
andar por el pasaje de Chinitas, que por unas pesetas nos posaba a
un grupo de habituales de la Escuela, entre los que se encontraban
Virgilio Galán, Alfonso de la Torre, Paco Hidalgo, Alfonso de
Ramón y otros.

Otras veces dibujaba o pintaba a Dirilo, - en realidad se llama
Hilaria, y era mi novia desde hacía varios años, también mi alumna
de Matemáticas, - salía a pintar al campo los domingos, al puerto
pesquero, dibujaba en la playa, en los Cafés, ...siempre que podía.

Paco Hidalgo y yo vivíamos muy cerca, en el mismo barrio, y nos
conocimos en 1940, él era unos años años mayor, y ya iba a la
Escuela de Artes y Oficios, yo pretendí ingresar cuando tenía 10
años, pero me hicieron volver dos años después, pues aún no tenia
la edad. Íbamos juntos a dibujar. En una calle inmediata, vivía Juan
Montero, salía a veces con nosotros, a pintar y dibujar.

A Virgilio le conocí en la Escuela de Comercio en 1943, él estaba
matriculado en el mismo curso, pero apenas asistía a clase. Al final
entró de aprendiz en un taller de talla, contiguo a la Escuela.
Cuando su maestro marchó a Argentina, él se quedó con el taller,
donde también trabajaba Alfonso de Ramón, por lo que seguíamos


viendonos casi a diario, y algunas veces salíamos a pintar al campo
o a la playa. En ocasiones también nos acompañaba Alfonso de la
Torre, algo mayor que nosotros.

Jorge Lindell y yo compartíamos una buhardilla, como estudio, en
el viejo Conservatorio de Música, donde su padre era Secretario y
Profesor de Piano. Jorge tenía serias dificultades con el dibujo, que
nunca llegó a superar, por lo que se refugiaba en esquemáticos
diseños de tintas planas. Pintabamos y asistíamos a los conciertos
en su magnífico salón donde admiraba las pinturas del techo, y del
Salón de los Espejos, cuyas grietas, a causa de un terremoto,
disimuló Simonet con unos extraordinarios ramos de flores.

II - Peña Montmartre

Una noche de fin de semana, al salir de Bellas Artes, con Virgilio,
Alfonso de Ramón, Manolo Bono, y yo ( José Guevara) nos fuimos
a tomar una copa a El Pimpi, un lugar donde solía haber
espectáculo flamenco, aunque algo mas caro que los sitios
habituales que frecuentábamos. Nos había llegado el rumor que allí
deseaban contactar con artistas para que pintasen unos toneles.

Como siempre, sacamos lápices y blocs y nos pusimos a dibujar.
Una elegante señora se acercó a observar nuestros dibujos, y poco
después nos invitó a que pintásemos unos barriles que decoraban el
local, con algunos motivos, a cambio de una botella de champagne
por cada uno.- La Sr.ª Beurlin de Rueda era la propietaria del local.

Así lo acordamos, y decidimos pintar uno cada fin de semana,
asegurandonos de esta manera el coste de la consumición en aquél
típico lugar, durante algún tiempo. Al sábado siguiente yo llevé mi
caja de pintura y mientras los demás lo celebraban brindando con
champagne, pinté un tema de ballet, inspirandome en mi recordada
Silvia, que tantas veces me había servido de modelo, en alguna
pose, durante mi estancia en Barcelona.

A Juan Cuenca y Antonio Morales los había conocido en la Clase
de Dibujo de la Escuela de Artes y Oficios, y pronto nos hicimos


amigos, saliendo a pintar con frecuencia. Juan tenía un buen
sentido del humor, y siempre andaba haciendonos caricaturas.
Junto con Paco Hidalgo colaboramos en un periódico infantil
llamado FAROLITO, que se publicaba en Málaga. Paco continuó el
camino de la ilustración.

Aquél grupo de artistas, que comenzó a incrementarse con Juan
Cuenca, Jorge Lindell, Paco Raggio, Antonio Morales, cayó en
gracia a la Sr.ª de Rueda, quien nos ofreció nos instalásemos en la
parte superior, una amplia zona de techumbre abuhardillada, que
nos pareció extraordinaria para nuestras reuniones un tanto
bohemias.

Nos permitió que lo decorásemos a nuestro gusto, y cuando se
terminó el compromiso de la pintura de los barriles, decidimos
pintar unos murales en la zona de arriba, a la que se ascendía por
una empinada escalera de escalones desiguales, sirviendo de
pasamanos una gruesa maroma con nudos, sujeta por unos garfios
a la pared enjalbegada.

Otra noche de sábado llevamos pigmentos y brochas, y utilizando la
hoja de cristal de una ventana que daba al patio, como paleta, nos
dividimos los paneles de los muros de esa sala del local, de mas
bajo techo, que habíamos decidido fuera el lugar de tertulia, para
decorar cada uno su parte con un tema.

Paco Raggio pintó un ahorcado. Era un tema que le obsesionaba.
Yo le había conocido a fines de los 40, en la Escuela de Comercio,
donde solía visitar a su hermana, Marichu, que estudiaba en mi
curso. Luego le encontré en el IDES, en la sección de Náutica. No
solía reunirse con el gremio de pintores, aunque sabíamos que
dibujaba, ya que su vida social la realizaba en el Club
Mediterráneo. Su acercamiento a nuestro grupo fue a causa de
nuestra presencia en El Pimpi.

Yo pinté un tema de ballet, Alfonso algo relativo al Moulin Rouge
y Virgilio uno de mar. Trabajamos entre risas y algún trago de un
porrón que nos subieron, y el trabajo quedó terminado en aquella


única sesión. Por desgracia, no se hicieron fotografías, ya que el
objetivo era decorar aquél ambiente, y probablemente a nadie se le
ocurrió.

A lo largo de las paredes del rectángulo que formaba aquél salón,
de techumbre de vigas de madera a dos aguas, se situaron unas
mesas redondas y unas banquetas. Se accedía al mismo a través de
un arco de medio punto en el grueso muro, desde otro salón
alargado de techo mas alto, de vigas a una vertiente, y altos
tragaluces, que nos dejaba un amplio espacio como salón de
exposiciones.

Realizamos una somera instalación con unas bombillas para
iluminar sus muros y colgamos una exposición colectiva de
nuestros cuadros, que de vez en cuando íbamos renovando.

Los sábados por la noche se improvisaban coloquios sobre arte,
que a veces resultaban muy polémicos, al ser regados con porrones
de vino, que la propietaria del local nos facilitaba a precio de coste,
circulando entre la concurrencia que cada vez se incrementaba mas,
acompañados por grandes cartuchos de patatas fritas, cacahuetes y
otras frituras de pescado de una freidura próxima al Pimpi.

Debido a las leyes sobre reuniones que por aquél entonces
imperaban en la España de Franco, se nos requirió que les diésemos
forma de Asociación Cultural, se crearan Estatutos y se pidiese
autorización para las Conferencias. Tales trámites nos resultaban
un tanto fuera de lugar para nuestras reuniones informales de
carácter bohemio, pero tuvimos que aceptar y pasar por el aro.

Se presentó solicitud al Gobierno Civil, donde fuimos muy bien
atendidos en nuestra demanda, gracias a la mediación de Ceferino
Sánchez Calvo, Secretario del Gobernador Civil, que nos ayudó en
todos los trámites.

Se tuvo que elegir una Junta Directiva, Lista de socios,
realizandose votaciones, con el siguiente resultado:



Presidente: José Guevara Castro 1953
Secretario: Juan Cuenca Iglesias
Vocal : Francisco Hidalgo Cabello
Vocal : Virgilio Galán Román
Vocal : Alfonso de Ramón Monterde
Vocal : Manuel Bono Jiménez
Vocal : Jorge Lindell Díaz

Socios:
Francisco Raggio Molinary
José Laza Fernández
Enrique Godino Muñoz
Antonio Morales Jurado
Clarita García Brademberg
Juan Antonio Moreno Vargas 1954
Manuel Díaz Mena
Angel Femenías Coll
Ramón Durán Barrabino
Juan Peña Gómez
Gabriel Alberca Castaño
Carlos Jurado Castro
José Luis Gálvez Ortega
Mary Carmen Jiménez Alonso
Mariví Reyes Téllez
María Victoria López Gallego
José Azaustre Muro
Carmen García Mesa
José Jiménez España
Rodrigo Vivar Aguirre
Manolo Pastor Dobado
Eugenio Chicano
Enrique Brinkmann
F. Blanca García
Antonio Cortés
Juan Montero
José Mª Revello de Toro
Felipe Ortiz



José Olivares
Mary Luz Mercado
Martín Galán
Vicente Ricardo Serra ....

Así pues, en un local de Málaga, llamado “EL PIMPI” , anexo al
Museo de Bellas Artes, hoy Museo Picasso, allá por el año 54, hace
ya medio siglo, se constituyó una asociación cultural de jóvenes
artistas, bajo el nombre de PEÑA MONTMARTRE, fundada por
los pintores: Juan Cuenca, José Guevara, Paco Hidalgo, Manuel
Bono, Jorge Lindell, De Ramón y Virgilio, que mantenían sus
reuniones en la parte alta, conocida como El Palomar, - dos
amplios salones de gruesos muros y techumbre de vigas de madera-
, donde además exponían sus cuadros. Mas tarde se le unirían otros
pintores y amantes del arte. La tarde de los sábados se organizaban
conferencias y coloquios sobre Arte con el salón repleto de
público, ya que la prensa local se hacía eco de dichas actuaciones, a
la que también solían acudir algunos periodistas, tal vez porque
uno de los socios propietarios de EL PIMPI era director del Diario
Sur o porque los jóvenes artistas empezaban a meter ruido en la
Málaga dormida.

Cerca de las 12 de la mañana, interrumpía las clases en el IDES,
que estaba en el nº14 del Muelle de Heredia y encaminaba mis
pasos por la calle de Larios a toda velocidad hacia la Escuela de
Comercio en calle Beatas, donde ayudaba a D. Laureano
Chinchilla, su Director, en la asignatura de Álgebra Financiera.

Solía cruzarme a veces, con una joven, hacía el mismo recorrido a
la inversa, que me miraba fijamente. Un día, casi sin advertirlo, le
dije - Adiós, y ella me contestó, con una agradable sonrisa... Quedé
algo sorprendido, porque no creía conocerla.

D. Laureano sentía gran aprecio por mí. Durante toda la carrera me
había manifestado su estimación, no sólo por las calificaciones en
sus asignaturas, sino por la manera de interesarse por todo lo que
hacía, incluida mi afición a la pintura. A veces nos encontrábamos


en el puerto, donde yo solía ir a pintar, y él a observar los barcos, ya
que sentía una gran afición por hacer maquetas de los mismos, y en
mas de una ocasión me pidió que fuese a su estudio, en su misma
casa, en calle Sánchez Pastor, para pintar algunos detalles de sus
barcos. En una ocasión que estaba pintando una marina en el
puerto, le gustó tanto el cuadro, que una vez terminado, se lo
regalé. En una exposición en la que había participado obtuvo el
Segundo Premio.

Aún antes de terminar los estudios, me encargó me ocupase de un
aula de demostración de equipos mecanizados de oficina, para
enseñar a mis compañeros en su manejo, y a los alumnos de la clase
de Conjunto Pericial. También de la edición en multicopista de los
ejercicios de los exámenes de las distintas asignaturas de
Matemáticas, nombrandome Profesor Ayudante, al obtener el titulo
de Profesor Mercantil con Premio Extraordinario, lo cuál me valió
de mucho, cuando me dediqué a la enseñanza, como mejor salida
para resolver la situación económica de la numerosa familia
heredada.

Cierto día, de vuelta de la Escuela de Comercio, al pasar por la
calle de Larios encontré a la misteriosa joven, que a menudo se
cruzaba conmigo, ante el escaparate de una librería, que estaba
siendo molestada por un par de chicos, por lo que me acerqué e
hice que se marcharan. La joven agradeció mi intervención y me
preguntó si la recordaba. Tuvo que dibujarse una interrogación en
mi rostro por lo que la joven, que por cierto era muy bonita, rubia,
con ojos verde azulados, añadió:- “... Fue durante un viaje” ... Yo
seguía en la inopia...
Ella siguió: -” Veníamos de Madrid” y yo pensé : ¿Quién no ha
vuelto alguna vez de Madrid? ... pero ella continúo : “ Tú estabas
muy preocupado por un problema familiar que te aguardaba en
Málaga,... me cediste tu asiento,...”
De pronto, recordé todo, : ¡Claro, la chica del tren, la maestrita que
iba a Málaga!
La saludé todo efusivo, rogandole que perdonase mi despiste.

Caminamos juntos, ya que llevábamos ese día el mismo camino,



alegrandonos de nuestro reencuentro. Ella me reprochaba que con
la polémica que mantenía con las personas del departamento, me
había olvidado de ella,.. pero la suerte había hecho que nos
cruzáramos varias veces en nuestro camino.

Fue el comienzo de una buena relación, por lo que a pesar de mi
falta de tiempo nos vimos en algunas ocasiones. Ella daba clases en
el Colegio del Monte, un colegio de monjas del Camino Nuevo, y
coincidió que también le daba clases particulares a una hija de D.
Juan Temboury, con el que tenía cierta amistad, al encontrarnos a
menudo en la Alcazaba, donde yo solía ir a pintar.

Las reuniones de los pintores en el El Pimpi, eran comentadas en la
prensa y radio locales, también nuestras exposiciones y el que no
nos diese pudor poner nuestros caballetes en pleno centro y pintar
paisajes urbanos: “La calle de Larios”, “La Cosmopolita”, “La
parada de Taxis”, “La Alameda”.. . eran algunos de los títulos de
mis paisajes nocturnos, ya que no disponía de otras horas para
pintar aquellos temas.

La Sociedad Excursionista, que presidía el Sr. Bravo, nos invitó a
exponer en su Centro de calle Especerias, y a sus excursiones, en
las que solíamos pintar. También sus socios frecuentaban nuestro
local del Palomar, donde organizábamos nuestras particulares
fiestas.

Llevamos nuestras actividades culturales al IDES, donde yo daba
clases, realizando exposiciones y coloquios sobre arte, así como el
montaje de algunas obras de teatro. Traté de interesar a la dirección
del Centro, para que se impartiesen cursos oficiales de Bellas
Artes, vinculados a la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla,
pero a causa de las limitaciones de espacio no se pudo llevar a
efecto. Si me hice cargo de las clases de Dibujo de Náutica.

Se convocaron plazas para el Instituto Nacional de Previsión, y
aunque no me quedaba tiempo libre para preparar Oposiciones, me
atreví a presentar solicitud, teniendo la suerte de obtener el nº 1,
con lo que mi futuro empezaba a reafirmarse, incorporandome en


Junio de 1956 a la Administración de Residencias Sanitarias y
Ambulatorios del Seguro Obligatorio de Enfermedad.

III - Proyectos en Nochevieja

La Nochevieja del 56, el que esto narra, encontró a Vicente
Ricardo Serra, uno de los contertulios de la Peña, y tomandonos
una copa en un Café del Pasaje de Chinitas, para brindar por el
Nuevo Año, empezamos a trazar planes de actividades para el año
que comenzaba y quizás por la magia de la noche o por la euforia
del coñac, pusimos el listón algo alto: VISITAR A NUESTRO
PAISANO PICASSO Y EXPONER EN PARÍS, casi ná...,

En la siguiente reunión de la Peña Montmartre, se expuso el tema,
algunos consideraron irrealizable dicho sueño, dado que suponía
un desembolso de dinero excesivo par las economías de mas de
uno, pero otros nos interesamos por él ...y como dijo alguien:
“pobre porfiado saca mendrugo”, nos pusimos a impulsar el
proyecto con ilusión. Vicente, al disponer de mas tiempo libre, los
demás trabajábamos, se ocupó de los diferentes trámites: Cartas,
visados, gestión de los pasaportes, certificados de penales, aunque
cada cuál tuvo que obtener los permisos militares correspondientes.

Se le ocurrió, a Vicente la genialidad de que Manolo Garvallo, un
pintor del Perchel, dibujase a Picasso vestido de torero, con un
trofeo en una mano y la paleta en la otra, en un ángulo de una
cartulina, dejando el resto para recoger firmas de personalidades
del mundo del arte a los que visitaba,(1) que luego se ofrecería a


Picasso, como testimonio del pueblo de Málaga (?) - No recuerdo
se le entregase luego, ya que dicha ofrenda se encuentra en Málaga.

Obtuve del Instituto Nacional de Previsión un Permiso sin sueldo,
durante tres meses. También de la Escuela de Comercio, y del
IDES, donde mis clases de Dibujo de Náutica se las dejé a José Mª
Revello.

Durante el verano del 57, aprovechando el mes de vacaciones,
marché a pintar al Pirineo de Huesca, después pasé una semana en
Barcelona. Volví a encontrar a Silvia y su familia. Visité a Feliz
Revello, que ya vivía en Barcelona y Chini nos preparó una
excelente paella.

IV - El Viaje

A mi vuelta a Málaga, todos los trámites estaban casi ultimados y
el proyectado viaje estaba cobrando forma, aunque con algunos
cambios, tanto en el itinerario, como en el medio de transporte.
Sacamos unas 12.000 pesetas de aquí y allá, y algunos regalos en
especie: cajas de vinos y licores, ceretes de higo y pasas, para llevar
a Picasso algún recuerdo de su tierra, y vituallas para el camino,
que generosamente nos donaron algunos comerciantes, y un
industrial de Málaga, Paco Ramos y su hijo Paquito, se ofrecieron
a llevarnos en su furgoneta, si pagábamos el combustible, a
Vicente, Alberca, De Ramón, Virgilio, y Guevara, que soy yo,
junto con nuestros cuadros y equipajes hasta París, y a nadie más
porque en el vehículo no cabía un alfiler, aunque muchos hubieran
deseado acompañarnos, y mas tarde con el paso del tiempo, al
hablar de nuestro viaje, algunos también se incluyeran como


pasajeros.

Hubiéramos deseado salir antes, para estar en Cannes, para el
cumpleaños de Picasso, pero diversas circunstancias nos retrasaron
el viaje que no pudo emprenderse hasta el 6 de Noviembre del 57,
partiendo de la Plaza de la Constitución, desde donde fuimos
pasando por los respectivos domicilios para recoger equipajes y
cuadros, que se fueron colocando en la baca lo mejor posible, sin
embalaje alguno, sólo se cubrieron con una lona impermeable, que
en el último momento adquirimos en Curtidos Minguet, ya que
empezaba a lloviznar.

La Furgoneta DKW de Paco Ramos, dedicada a su negocio
industrial de montacargas, sin tapicería en su interior, disponía de
siete asientos: dos delanteros, dos en medio, y tres en la parte de
atrás, justo para los siete pasajeros. La zona trasera, estaba ocupada
con el equipaje, caballetes y cajas de pintura, aparte de algunos
utensilios y viandas. Debajo de los asientos iban las cajas con
botellas de vino y coñac.

Rodrigo Vivar se había entusiasmado con la idea de acompañarnos,
pero el fallecimiento de su padre, a última hora le hizo desistir.
Nos despedimos con gran pesar de él, en Torre del Mar, donde se
encontraba con su familia, aunque por otro lado permitió fuéramos
algo mas desahogados con respecto al espacio disponible.

La ruta por aquellas carreteras de entonces, se hacia lenta, y el
primer día logramos llegar hasta Almería, donde hicimos noche. Al
día siguiente pasábamos por Murcia, pernoctando en Alicante y al
otro día en Valencia, donde pudimos comprobar hasta donde
llegaron las aguas de la reciente inundación. Los pintores de
Málaga habíamos hecho una subasta de cuadros en el Club de
Prensa, para recaudar fondos para los damnificados, consiguiendo
una suma respetable, para aquella época.

La ilusión del viaje y nuestra juventud disimulaban las
incomodidades de nuestro transporte, acomodandonos como
podíamos dentro del reducido espacio, de metálicas paredes, que


hacía, que por las noches, debido al frío exterior, nuestra
respiración se condensara en el metálico techo y cayese en forma de
lluvia, mitigando las bajas temperaturas con algún trago de coñac.
Durante el día improvisábamos comidas campestres con las
vituallas que portábamos, bien regadas con alguna botella de vino.
Yo iba haciendo un reportaje con mi cámara de fotos.

Pernoctamos en Barcelona, el día 8, donde algunos visitamos una
exposición de obra reciente de Picasso en Sala Gaspar, que nos
produjo diversas reacciones, sorpresa, admiración, ...mientras otros
conocían otros sitios de su interés. Aproveché para acercarme a
Horta a visitar a la familia Durán, Silvia estaba pasando por un mal
momento, por lo que su madre me pidió, que la llevase conmigo en
nuestro viaje. Le hice comprender que no disponíendo de los
permisos, ni del espacio adecuado en nuestro vehículo, era
imposible tal cosa.

Continuando nuestro viaje hacia la frontera, cada vez mas próxima,
sentíamos una especial emoción, ya que alguno de nosotros había
planeado salir de España, por las dificultades de encontrar un
trabajo seguro, para abrirse camino en la vida en otros horizontes.
El día se había tornado muy gris, y empezaba a soplar la
tramontana, en un bar nos aconsejaron que tuviésemos cuidado con
el viento, porque sus fuertes rachas podrían hacer volcar la
furgoneta.

Efectivamente, íbamos subiendo por la costa gerundense, cuando
notamos fuertes crujidos en la baca del vehículo, y al salir, vimos
como los cartelones, que anunciaban : “Pintores de Málaga en viaje
a París” fueron arrancados por el viento, y arrastrados como una
hoja seca hacia el mar. Poco faltó para que los cuadros siguieran el
mismo camino. Como pudimos afianzamos el toldo, gracias a una
larga cuerda que nos dio el conductor de un camión que se paró a
echarnos una mano.



V- La Frontera

Por fin llegamos a media mañana del día 9 al puesto de la frontera
española en Por bou. Presentamos el visado y los pasaportes a los
carabineros, pero estos nos preguntaron:
- ¿ Qué transportan Vdes. en el vehículo?.
a lo que respondimos: - Nuestros equipajes y nuestros cuadros.
Expondremos en París en la Embajada Española.
y les mostramos una carta de la Embajada Española.
- ¿Dónde están los cuadros? - volvieron a inquirir.
- En la baca de la furgoneta. -contestamos.
- Pues bajenlos, para comprobar con la Guía las Obras que se
exportan.

Quedamos sorprendidos, - No tenemos ninguna guía, pero están
firmados por nosotros. Nadie nos informó en Málaga.
- Pues lo sentimos. No podéis pasar. Tenéis que volver por la Guía.
Con eso no contábamos. Estábamos desesperados, pero ante
nuestra insistencia, contestaron:
- Sólo si lo autoriza el Vista de Aduanas podréis pasar.
- ¿Dónde está el vista de Aduanas?
Nos dieron su dirección. Virgilio y yo fuimos en su busca, mientras
los demás se quedaron en el puesto fronterizo.

No se encontraba en su casa , y nos dijeron que tal vez estuviese en
un Café, y allí nos dirigimos, pero tampoco lo encontramos.
Preguntamos en los pocos bares que hallamos, pero el día era muy
gris y hacía frío, y cualquiera sabe donde andaría el buen señor.

Desolados volvimos al puesto de frontera; nadie estaba en el
exterior y al entrar encontramos lo que no podíamos imaginar: en
torno a una mesa estaban sentados nuestros compañeros comiendo
y bebiendo con los carabineros y contando chistes.


Nos miramos sorprendidos y nos sentamos con ellos, contando mil
anécdotas, hasta que uno de los carabineros dijo:
- Se está haciendo de noche. ¿ Cuándo os vais a marchar?.

Nos pusimos en pié y nos despedimos afectuosos, por el buen rato
pasado con ellos, nadie se acordaba ya de los cuadros ni de la Guía,
ni del Vista, ya había obscurecido y nos pusimos en marcha.

Al llegar al Puesto de la frontera francesa, nos dieron el alto, y tuve
que dar nuevas explicaciones, y mostrar la documentación, menos
mal que aún recordaba el francés que había estudiado en Comercio.

Los gendarmes, sobre todo por el olor a vinazo, que desprendían
las cajas que había en el interior de la furgoneta, no quedaron
conformes, por lo que me hicieron entrar en el coche patrulla, y
otro gendarme entró en nuestro vehículo, conduciendonos a la
Oficina Principal de Cerbère, que estaba en la Estación de
Ferrocarril.

Dije a mis compañeros que esperasen en el aparcamiento, y
acompañé al agente hasta el despacho del Jefe, portando toda la
documentación.

Había varias personas, y el agente dijo algo al Jefe, señalandome a
mí, y se marchó. Poco después el Jefe me preguntó por el
problema. Yo le expliqué, desviando la cuestión, que se trataba de
un malentendido, ya que por un error la persona que había
solicitado el visado, no se había incluido en la lista.

En esto, se oyó el ruido del tren que entraba en la Estación,
procedente de España, y todo el mundo se marchó de prisa a
controlar los pasaportes, cosa que yo aproveché para marcharme
también. Me dirigí a una Oficina de Cambio, y conseguí una
cantidad en francos y les dije a mis compañeros que arrancasen y
fuesen despacio hacia la salida. Yo iba detrás y cuando estuvimos
fuera, monté y dije - ¡Acelera Paco y no pares!



Toda la noche estuvimos marchando, temiendo que algún coche
patrulla fuera detrás de nosotros, pero no fue así, y sólo cuando se
encendió el piloto de la reserva, paramos en la primera gasolinera
que hallamos, que estaba cerrada y hubimos de esperar en el
interior, hasta que amaneció.

A primeras horas de la mañana llegamos a Beziers, y al salir del
pueblo decidimos parar ante un modesto café para desayunar. Se
trataba de un Café des Routiers, que nos habían comentado tenían
buenos precios.

Nos atendió una señora, que al oirnos hablar entre nosotros, nos
habló en español. Era descendiente de españoles de Granada, se
llamaba Marinette Rodríguez, y por ser andaluces y pintores ni nos
quiso cobrar. Fuimos al coche por una botella de coñac y se
entabló una animada conversación. Tanto que casi llegó la hora del
almuerzo y nos invitó a comer. Aceptamos con la condición de
poner nosotros los vinos. Entonces mientras se preparaba la
comida, nos pidió que pasáramos a ducharnos y cambiarnos de
ropa. Verdaderamente nos hacia falta, así que por turno pasamos al
cuarto de baño. ella cerró el bar, para que nadie nos molestase, y
nos sintiésemos como en casa.

A la sobremesa llamó a unas jóvenes que conocía, y se sumaron al
grupo, puso música y estuvimos bailando. Luego quiso que no nos
fuésemos sin conocer Beziers, y las chicas nos acompañaron,
mostrandonos un Centro Español de Exiliados, en el que fuimos
muy bien recibidos, invitandonos a mostrar allí nuestros cuadros.

Se lo comentamos a Marinette y a ella le pareció una excelente
idea, por lo que nos propuso que nos alojásemos en el piso de
arriba donde tenía habitaciones suficientes. Aquella noche dormí
mejor que ninguna del viaje y al día siguiente llevamos los cuadros
al Centro Español. Aquél día sacamos nuestros caballetes y
estuvimos pintando. Mientras, Marinette cogió toda nuestra ropa
usada, y puso una lavadora.

Aprovechando unas horas de descanso en aquella Brasserie “Le


Bretagne”, que era como se llamaba el Café de Marinette, escribí
con fecha 10 de Noviembre, una carta a mi novia Dirilo, la
primera, ya que anteriormente sólo envié postales de los lugares
donde parábamos, y de la que extractaré algunos párrafos:
“ Me gustaría escribir unas memorias, ... podría titularlas “ del
Guadalmedina al Sena” ... Tal vez me decida a ir haciendolo en
cada carta que te dirijo, aunque me convendría dejar pasar
algún tiempo para que con su perspectiva, cada cosa fuera a su
sitio... ahora trataré de hacerte un resumen.

De Málaga salimos sobre las cuatro después de haber cargado y
arreglado todo, parando primero en Torre del Mar a saludar a
Rodrigo y luego en Maro donde dejé el paquete de Lusita a tus
abuelos, con los que estuve sólo unos instantes, pues los demás
me aguardaban, también compramos pan, cenamos en
Almuñecar, yo en casa de mi primo Juan, y luego hasta Alicante ,
donde hicimos noche, viajando después hasta Barcelona, donde
volvimos a dormir en una cama, -cada dos días-. Estuve con tu
hermano y vi una Exposición de Picasso, al que esperamos
encontrar en Cannes. Después pasamos la frontera ayer,
luchando con la tramontana en el Pirineo, que se nos llevó las
pancartas, sin mas consecuencias.

El coche se porta estupendamente, no habiendo tenido hasta
ahora ni un sólo pinchazo.

Dormimos la primera noche en Francia, dentro del coche, en
Perpignan, almorzando en Beziers, con una señora que tiene un
bar, Marinette, y con la que hicimos muy buena amistad, pues
sus padres eran de Granada, ella habla muy bien español y es
muy amable, nos ha recomendado a unos señores de Cannes,
tienen una galería, que nos pueden ayudar en la venta de
cuadros ... quot;

En la Exposición en el Centro Español de Beziers, un periodista de
L´Humanité nos hizo fotos y una entrevista, que apareció al día



siguiente con algunas inexactitudes que se sacaron de la manga.

Para agradecer a Marinette su acogida, le propusimos pintar unos
murales en su bar, y así alegrar algo su lobreguez. aceptó encantada
y al terminar organizamos una fiesta. Estábamos pasando unos días
extraordinarios, tras las muchas molestias del viaje.

Cuando decidimos reanudar la marcha, resultó que la ropa que nos
había lavado Marinette, aún no estaba seca, argumentandonos, ante
nuestra extrañeza, que debido al tiempo tan húmedo tardaba mucho
en secar. Nos convenció con su explicación, pero decidimos que
debíamos ponerla ante el fuego de la chimenea, para que se secase,
y observamos que al día siguiente seguían igual de mojadas, ...por
lo que pensamos montar una guardia, y vimos que cuando
Marinette, pensaba que dormíamos, iba con un cacharro
mojandonos las ropas. Esa era la explicación.
Descubierta, nos dijo, que había pasado unos días tan maravillosos
con nosotros que no quería que nos marchásemos, y hacía todo lo
posible por retenernos.

Nos despedimos agradecidos por sus atenciones y deseos,
prometiendo escribidle contandole nuestro viaje y experiencias. Me
regaló un pañuelo de seda que puso en mi cuello para que la
recordase, emprendiendo de nuevo la marcha, rumbo a Marsella.

Al anochecer del día 15 llegábamos a Marsella, a través de una
autopista, muy bien iluminada, que nada tenía que ver con las mal
cuidadas carreteras que habíamos dejado atrás en España.
Aparcamos cerca del puerto que nos llenó aún mas de admiración,
después nos dimos un paseo por las calles próximas al puerto y
cenamos en un pequeño bar, donde Vicente vendió algunas de las
botellas que transportábamos. Me extrañó el francés ( patois ) tan
extraño que hablaban en esa zona de Francia.

Continuando el viaje llegamos a Cannes, final de la primera etapa
de nuestro viaje a Francia, el lugar donde vivía Picasso, con
grandes hoteles junto al Paseo Marítimo, destacando el Hotel



Martínez, nos hubiéramos quedado en cualquiera de ellos, pero
como el dinero iba escaseando, buscamos hospedaje en un
Albergue de la Juventud, aunque algunos de nosotros ya no lo
éramos tanto. Los dormitorios eran colectivos en literas. Aunque
incomodos, no nos parecieron tan mal como el interior de la
furgoneta.

Paseando por Cannes, encontramos la pequeña galería de arte, que
nos había recomendado Marinette, donde se exhibía una colección
de grabados y litografías de Picasso, admirando la calidad de su
dibujo, tan expresivo. Comentamos que pretendíamos visitarle y la
dueña de la galería nos llamó ilusos, ya que Picasso era raro
cuando recibía a alguien, incluso millonarios americanos que
atravesando el Atlántico venían a comprarle obras, se tenían que
volver sin haberle saludado. Nos entregó varios catálogos de la
exposición, para que nos sirvieran de consuelo.



VI - Con Picasso

Al día siguiente, no fue difícil encontrar la dirección de Picasso:
“La Californie”. Se trataba de un hermoso chalet, con un frondoso
jardín, en una colina, rodeado de una verja. Paramos a la entrada, y
llamamos al timbre. Acudió una señora que nos atendió muy
amable, mas tarde supimos que era Jacqueline, y nos dijo que
Picasso almorzaba fuera, que llamásemos sobre las cuatro de la
tarde a un número de teléfono que nos facilitó. Pensando que se
confirmaba lo que nos dijo la dueña de la galería la tarde anterior,
le dejamos los regalos que les traíamos de Málaga: cajas de vino,
ceretes de higo, pasas, una maceta de geranios, un saquito con
arena de la playa, ...

Jacqueline abrió la cancela y recibió los regalos, encareciendonos,
al ver la expresión de nuestras caras, que no dejásemos de llamar
sobre las cuatro.

Nos volvimos muy tristes a Cannes, y entramos en un restaurante a
comer . Estábamos de sobremesa, comentando nuestra fracasada
visita, cuando al ver que eran cerca de las cuatro y media, me puse
en pié con intención de llamar por teléfono. Mis compañeros
dijeron que no llamase, que no valía la pena, pero yo no hice caso,
y marqué el número que nos había dado Jacqueline. Atendió la
llamada un señor, que al preguntar por D. Pablo, contestó : - Pero,
hombre, ¿ Cuándo vais a venir? Que Picasso os está esperando.

Los demás me miraban desde la mesa expectantes: - ! Que Picasso
nos espera¡ - exclamé.

Las expresiones de sus rostros cambiaron de alegría, y rápidamente
nos pusimos en marcha hacia quot;La Californie quot;.

Nos abrieron la cancela y nos adentramos en el amplio vestíbulo de


la casa, saliendo a recibirnos un señor - Jaime Sabartés- que nos
indicó, señalando con el brazo la figura de Picasso, unos pasos
detrás, que con los brazos abiertos se dirigía hacia mí, que iba
delante, fundiendonos en un abrazo fortísimo, y noté lagrimas en
sus ojos, abrazando a continuación igualmente a mis compañeros.
Nos condujo a un salón y nos sentamos alrededor de una gran
mesa, apartando una gran cantidad de libros y carpetas que sobre
ellas había, generalizandose la conversación en respuestas a sus
preguntas sobre nuestro viaje:- Habéis tardado mucho desde que
cruzasteis la frontera. Quedamos sorprendido, y explicamos nuestra
larga parada en Beziers.

Luego nos preguntó por Málaga: - ¿Cómo está la plaza de la
Merced? - ¿Siguen estando los bancos de mármol? - La cantidad de
veces que me rocé las rodillas, tratando de saltarlos. - ¿ Y las
palomas? ... ¿ Se canta todavía ? y entonó una nana:
Duermete niño
que viene el coco,
y se lleva a los niños
que duermen poco

.... - Me la cantaba mi madre, ... y éstos otros, y entonó unos cantes
del Piyayo.

- Claro, todavía se cantan, - y entonamos algunos que
recordábamos.

- ¿ Qué se dice de Picasso en Málaga? - pregunta Sabartés, y
antes de que alguno dijera una verdad inconveniente, me adelanté
contestando: “Que como no nos llegaban libros ni
reproducciones de su obra, no se hacían comentarios”.
Entonces Picasso le dijo a Sabartés: “Cuando estos jóvenes
terminen su estancia en París y vayan a volver a Málaga, les
entregas un ejemplar de todo lo que se ha publicado, catálogos,
libros, litografías, etc. para que sean depositados en el Museo
de Bellas Artes, a disposición de los malagueños”.

Así siguió la charla animada hasta bien entrada la noche. Al


despedirnos todos contentos por haberle visto, nos dijo - Volved
mañana por la mañana y traedme vuestros cuadros. deseo ver
lo que se pinta en Málaga.

Nos marchamos, todo felices cantando y riendo, por el magnífico
recibimiento de Picasso. Se lo resumo así a Dirilo, en mi carta del
16 de Noviembre desde Cannes:

“... lo mas saliente de esta etapa, ha sido la visita a Picasso en
Ville Callifornie. Nos recibió tocado con un sombrero andaluz y
nos abrazó y besó a todos, muy emocionado, luego tuvimos un
rato de tertulia y nos enseñó sus pinturas, entre ellas unas sobre
“Las Meninas”, que aún tiene en estudio.

Mañana nos espera a las 12 y media, para ver nuestros cuadros,
por los que ha manifestado interés. Para nosotros será muy
importante su opinión, habiendo tenido esta tarde la satisfacción
de haber coincidido con él en muchas de mis convicciones, ... se
encuentra muy fuerte a pesar de su edad, y añora Málaga de la
que aún se acuerda, y hasta nos cantó una “nana.

Es posible que mañana salgamos para París, haciendo las
menos escalas posibles, ya que el poco dinero se nos está yendo,
y a menos que vendamos algo o no ayuden, tendremos que
trabajar en cualquier cosa. Por lo demás, no te preocupes,
comemos de vez en cuando y dormimos lo menos posible... pues
viajando continuamente y tratando de ver, a veces no
encontramos buena combinación, y dormimos en el coche,... lo
que mas siento es que con esta marcha tan rápida no me queda
tiempo para pintar, pero eso no importa mucho ahora, lo que
pinté en Beziers sirvió para pagar la pensión durante cuatro
días... “

A la mañana siguiente, con los cuadros en la furgoneta, volvimos a
casa de Picasso.

El día se presentó soleado como si estuviésemos en Málaga, y la


temperatura era muy agradable, aunque estuviésemos a mediados
de Noviembre. Picasso nos esperaba en el jardín con Jacqueline,
Jaime Sabartés y David D. Duncan, que estaba realizando un
reportaje fotográfico a Picasso.

El coche de David era una maravilla, las puertas se abrían hacia
arriba, como la carlinga de un avión, y el motor era un portento de
ingeniería mecánica. Se hizo un comentario jocoso comparandolo
con nuestra furgoneta. Luego sobre el capot del coche estuvimos
viendo los planos de castillo de Vauvernage, que Picasso pensaba
comprar.

Nos invitó a que recorriésemos toda la casa y pudimos ver en el
piso de arriba, en salones vacíos de muebles, varios grandes
cuadros a medio pintar apoyados en las paredes, con un periódico
debajo con algunos pinceles y colores, se trataba de las versiones de
“Las Meninas”, también sobre una silla había una pequeña
reproducción gráfica del cuadro de Velázquez. En la planta baja,
con un gran desorden, que sería la desesperación de Jacqueline, se
amontonaban cuadros de otros pintores: Matisse, Renoir, Degás...,
cuadros suyos de las épocas azul, rosa, cubista..., cajas de cartón,
esculturas, sombreros, bartolitos,... luego en el jardín nos mostró
las esculturas de la cabra, el hombre con el cordero, búhos,
salamandras, cabezas, bustos,... como llevaba mi cámara le
pregunté - “ D. Pablo puedo hacer unas fotos? - “ Hombre, que
cosas tienes, estás en casa de tu abuelo, haz todas las que
quieras”.

Estaba contentísimo, aparte, me dijo Sabartés - “ Le estáis dando
un día de fiesta al Maestro, hace tiempo que no le veía disfrutar
así”.

Picasso entró un momento en la casa y volvió con una escalera de
mano que apoyó en la furgoneta diciendo: “ Vamos a ver ya
vuestros cuadros”. Se fueron bajando y disponiendo en el jardín
apoyados en el seto, en la escalinata y las paredes de la entrada, y al
poco Picasso volvió a entrar en la casa, saliendo con cuadros suyos
y poniendolos entre los nuestros, exclamó : “ ¡ Para que sea una


exposición de malagueños!...

Estaba radiante de satisfacción, y nosotros más que él, por el alto
honor que dispensaba a nuestra pintura y a Málaga. Hice algunas
fotos más, de la exposición improvisada. Este gesto de Picasso no
ha sido suficientemente valorado, pero demuestra con cuanta
emoción y ternura recibió por primera vez en su vida, una
manifestación de amor y admiración de su tierra natal, de unos
jóvenes, pintores como él, y a los que él correspondía con la mayor
sencillez dentro de toda su grandeza

Después quiso que David Douglas nos hiciera con mi cámara una
foto a todo el grupo, y en el momento de la misma nos decía: “
Este es el Grupo Picasso”. Otro gesto mas de la complacencia
que le producía el estar con nosotros en su casa. Luego me
comentó que cuando tenía nuestra edad, y estaba en París con sus
amigos, todo el mundo les conocía por el Grupo Picasso.

Se lo comuniqué a mis compañeros y todos estuvieron de acuerdo
que desde aquél momento nos llamásemos GRUPO PICASSO. Se
acababa de fundar el Grupo, y recordé cuando los cartelones que
figuraban en lo alto de la furgoneta el viento los arrastró hacia el
mar. Fue como una premonición

Se interesó por nuestra pintura y deseaba que expusiéramos en
París en la galería Louise Leiris, que visitáramos a Jaime Sabartés
en su antiguo estudio en Grands Augustins nº 7, que nos parásemos
en el Castillo de Grimaldi en Antibes, a ver otras obras suyas, que
tuviésemos cuidado en la carretera, que si queríamos algo de él que
no tuviésemos reparos en pedirselo, que era nuestro abuelo, y
riendo con Sabartés, le decía: - “ Porque ahora que no tenemos
dientes nos sobran los bistecs”, - entonces uno de nosotros,
sacando del bolsillo un catálogo de una exposición de grabados y
dibujos de Picasso, que habíamos visto la noche antes en Cannes, le
dijo: - “Maestro, ponme aquí tu autógrafo”. Los otros tres,
también llevábamos el mismo catálogo, se lo dimos con idéntico
ruego. Entró unos momentos en la casa y al poco salió con los
cuatro en la mano, en los que además de su firma, había realizado


un dibujo con lápices de colores en cada uno.

Nos pusimos a dar saltos de alegría,... El se reía al vernos tan
felices, y dirigiendose a Vicente Serra., le dijo: “Ven conmigo, tú
que eres el mayor, que te tengo que dar instrucciones”, y se
adentraron en la casa, mientras volvíamos a colocar los cuadros
cuidadosamente en la baca de la furgoneta.

Cuando volvieron Picasso y Vicente, traían un sobre grande y una
caja de cigarrillos Gaulois, diciendonos que el tabaco estaba muy
caro en Francia, y que en el sobre iban instrucciones para Sabartés,
y no se abriera hasta que estuviésemos en París. Después nos
despedimos con gran afecto, como si nos conociéramos desde hacia
mucho tiempo.

Emprendimos el viaje hacia París y preguntámos a Vicente Serra
sobre la conversación aparte con Picasso; Vicente contestaba con
evasivas. Notamos después que se iba distanciando cada vez mas de
nosotros, como si algo le preocupara, y esto nos hacía entrar en
ciertas sospechas.

Viajamos toda la tarde y noche y por la mañana llegamos a
Grenoble, tras atravesar los Alpes. Paco era un buen conductor,
aunque a veces alguno cogía el volante para que descansase un
rato, cuando decía que veía burros. El tiempo había cambiado y
hacia frío. Aunque nuestras reservas estaban tocando fondo,
decidimos entrar en un modesto restaurante y tomar algo caliente.
Nos pusimos en un rincón apartado del local y encargamos unas
sopas y unos huevos con patatas fritas, y unos vasos de agua.
Disimuladas traíamos un par de botellas de vino, que aún nos
quedaban, para acompañar el menú.

Aprovechamos la ocasión para pedir a Vicente que abriera el sobre
que le entregó Picasso . El se resistía, pero le convencimos de que
ya estábamos cerca de París y que Picasso tal vez nos recomendaba
algún alojamiento. Al final accedió, y sacando el sobre que
guardaba sobre el pecho, debajo de la camisa, lo abrió, y salieron:
una nota con la dirección en Paris, y un montón de billetes de diez



mil francos, en total trescientos mil francos, por lo que tocábamos
a 60.000 francos cada uno de los cinco. La alegría fue enorme,
pues con esto quedaba resuelto el problema económico, así que
cambiamos el menú, cada cuál pidió lo que se le antojaba, y
brindamos con champagne a la salud de Picasso. (2)

Nos alojamos en un hotel del centro de Grenoble, para asearnos y
descansar. Luego salimos a pasear por la ciudad. Alguno se compró
aquella tarde un anorak, otro un tocadiscos, parecían niños en día
de Reyes. Nos quedamos aquella noche en el hotel y al día
siguiente emprendimos la marcha nuevamente para hacer la última
etapa del viaje.

VII - Al fin París

La noche del 20 de Noviembre llegábamos París, después de 15
días de viaje desde Málaga. Con ayuda de un plano que teníamos,
logramos llevar la furgoneta hasta una amplia Avenida cerca del
Arco del Triunfo, un lugar fácil de reconocer por si alguien se
extraviaba, ya que en ese punto nos dispersamos, quedandose Paco
Ramos y su hijo a dormir en la furgoneta.

Vicente y yo subimos paseando hasta el Sacre-Coeur, visitando la
Place de Têrtre y el barrio de Montmartre. Era obligada esa visita
protocolaria y nostálgica a un tiempo, ya que nuestra Peña de
Málaga que acabábamos de clausurar en los jardines de la Ville
Californie se llamaba así, y yo aún era su Presidente. Pasamos la
noche en una pensión que hallamos, tras varios intentos frustrados,
se nos había hecho muy tarde, y no querían abrir.

Montmartre y la plaza de Têrtre nos desilusionaron, eran lugares
para turistas, donde los pintores y dibujantes de retratos y postales
se disputaban un metro cuadrado para situar sus caballetes. El
Montmartre soñado desde Málaga, un lugar de artistas bohemios,
donde de manera anónima luchaban por el Arte había desaparecido.



La place Pigalle y sus cabarets, el Moulin Rouge y todo su entorno
no se parecía en nada a nuestros sueños. Me alegré que nuestra
Peña Montmartre hubiera dejado de existir.

A la mañana siguiente nos encontramos al resto del grupo dando
vueltas a la place de L´Etoile, sin saber donde se había aparcado la
furgoneta, ya que todos los bulevares que partían radialmente de la
plaza, nos parecían el mismo, al fin nos orientamos y allí cerca
encontramos alojamiento en el Hotel París-Normandie en la rue
Arc du Trioumph

La carta del 22 de Noviembre a Dirilo, comentaba:

“ Perdona que hasta ahora no me haya sido posible volver a
escribirte, hace ya dos días que estamos en París, y entre unas
cosas y otras, visitar a la Embajada, ir a la Prefectura, organizar
la Exposición, no tengo un momento libre,...

Provisionalmente estoy en un Hotel, ... digo provisionalmente,
porque me resulta algo caro... aunque tengo algún dinero, pues
Picasso nos regaló a cada uno 60.000 francos, aparte de un
dibujo que nos hizo en un librito, a cada uno...

Su acogida fue cordialisima y me permitió que hiciese un carrete
en su casa, fotografiandole a él y a sus obras junto a las
nuestras, ya que tuvo el hermoso gesto de exponer algunos de sus
cuadros con los nuestros en el jardín de su casa en Cannes.

He terminado de almorzar en un restaurante cerca del Palacio de
Luxemburgo ya que no podía volver a tiempo de comer con los
otros, hubiese tenido que tomar tres Metros, y hubiera tardado
mucho. Esta tarde trasladaremos los cuadros para la exposición
y el martes comeremos con el Embajador.

... me gustaría ir a la Escuela de Bellas Artes el tiempo que
estuviese aquí.

Tomamos contacto con la Embajada de España, y el conde de Casas


Rojas nos obsequió con un baquete de bienvenida en la Embajada,
el 26 de Noviembre, al que asistió también el embajador de
Noruega y el Sr. Messía, Agregado Cultural de la Embajada
Española y sus respectivas esposas, acordandose la fecha de la
Exposición para el 10 de Diciembre en los salones de la Biblioteca
de España. (2)

Aquella tarde se inició la desbandada, ya que Paco Ramos y su hijo,
(3) consideraron que ya habían visto París y hubo que ir a la
Prefectura de Policía para desglosarlos del visado colectivo, con lo
que el viaje de vuelta a España en la furgoneta quedó cancelado.
Dos o tres días después, nueva visita a la Prefectura porque se
marchaban Alfonso de Ramón y Alberca.

París 27 de Noviembre 1957 :

“...Picasso quiere organizarnos otra exposición, aparte de la que
hagamos en la Embajada, con los cuadros que pintemos aquí.
Hemos fundado dentro de nuestra Peña Montmartre , el Grupo
Picasso, y a nuestra vuelta a Málaga haremos una Exposición
con las obras que nos queden y las fotografías hechas, ... - el
carrete que tiré en casa de Picasso ha salido estupendamente, ya
lo he revelado, pues tenía miedo que se velara... y no he perdido
ni una,...

Entre visitas al Louvre, al Museo Rodin, al Jeu de Pomme, al de
Arte Moderno, a cuantas exposiciones encontrábamos a nuestro
paso, a Montmartre, a Montparnasse, donde conocimos a Vidal, un
catalán que tenía una Galería en rue Delambre, y un taller en el
mismo edificio de marcos de estilo, que dio trabajo a Virgilio,
quien conocía bien el oficio de la talla en madera, y en cuyo taller
solíamos reunirnos cada tarde para acercarnos al Dôme a tomar
unos vinos en un ambiente de artistas, hasta que una tarde....

-¡¡ Tierra tragame !! - Se presentó en el Taller de Vidal, nada menos
que Sabartés, que nos puso de chupa de domine... y nos comunicó:
“Hace doce días que estáis en París, Picasso está muy preocupado
porque no tiene noticias vuestras...(4) que hacía muchos días que


habíamos salido de Cannes,... que ya le había llamado varias veces
preguntándole por nosotros, ...que tal vez nos había ocurrido algo...
y si nos habíamos distribuido los Quinientos mil francos que
entregó a Vicente en un sobre, y que al día siguiente nos esperaba a
las once de la mañana en Grands Augustins, 7, el estudio de
Picasso. (5)

Asentimos compungidos, y le pedimos disculpas por nuestra falta
de consideración.

Después que se marchó, Virgilio y yo sujetamos a Vicente de los
brazos, que no sabía como escurrirse, y muy enfadados le
espetamos ... “¿Con qué 300.000 francos, en lugar de 500.000?,...
ya podía estar soltando el resto, así que pudimos sacarle 30.000
más cada uno, con la condición de que les diese una copia de las
fotos que hice durante la visita a Picasso, porque juraba y perjuraba
que no podía darnos más, que había gastado el resto en regalos para
su mujer, y era lo que le quedaba. No le creímos, pero menos da
una piedra.

Al otro día con las orejas gachas, nos vimos con Sabartés, en el
estudio de Picasso, donde iba cada mañana a despachar la
correspondencia y ocuparse de sus asuntos. La precipitada vuelta a
España de la mitad del grupo que había visitado a Picasso, le había
producido cierta desconfianza hacia nosotros, así como la falta de
noticias. Tratamos de justificarnos explicandole que no nos
habíamos dado cuenta del tiempo transcurrido con las visitas a los
distintos Museos y exposiciones. Fue comprensivo y aceptó
nuestras disculpas, haciéndonos prometer que le escribiríamos a
Picasso enviándoles las fotografías que habíamos hecho, sobre
todo las del Grupo Picasso, con nuestros nombres respectivos, al
dorso, detrás de cada uno, para verlos al trasluz. Así lo prometí y
cumplí, adjuntándole algunos de mis dibujos.

El Sr. Messía nos facilitó un pase para visitar gratis los Museos. En
la Embajada supe que había en París un Colegio de España, en la
Ciudad Universitaria, y dije al Sr. Messía que llamase para ver si
tenían plaza. Comunicó con el director de la misma, que le expuso


dificultades, pero yo le indiqué que iría para allá. Aquella misma
mañana me presenté allí y el director me dijo:
- Ya le comuniqué al Sr. Messía que no había plaza para alumnos.
- ¿Y para profesores? - y le entregué un certificado de la Escuela de
Comercio.
- Ah! Creí que era estudiante... , y me concedió una habitación de
profesor, la 410, en el ala derecha, aún mas confortable, por 7.900
francos al mes.
VIII - El Colegio de España

El traslado a la Ciudad Universitaria sirvió para mejor integrarme
en la cultura y ambiente artístico de París, dada la cantidad de
estudiantes españoles en París que residían en el Colegio de
España, disponiendo de habitaciones y estudios para jóvenes
españoles, sobre todo pintores, escultores y músicos.

París 30 de Noviembre 1957:

“... Hoy me han dicho que llevo aquí doce días,... ¡ Doce días!... y
yo sin enterarme,... como un pato mareado, como una gallina en
busca donde poner el huevo,... Una noche duermo en
Montmartre, seis en el Hotel Normandie-Etoile, cuatro en el
Star,... como donde me encuentro,... en el Barrio Latino, en
Montparnasse, en un restorán elegante, en un “Foyer des
Etudiants”,... lo mismo me invita un embajador que un albañil,...
Hasta ahora tu conoces tanto de París como yo, ...a la torre
Eiffel aún no he subido, en el Louvre estuve dos horas,
...Versalles ni olerlo, me paso la vida como un topo,... bajo tierra,
Metro arriba, Metro abajo, a ver a éste, a saludar aquél, a
conocer a Fulano, o a Zutano...
Menos mal que mañana volveré a ser la persona ordenada y
metódica que tú conoces...
Hoy he conseguido un triunfo... ser admitido en la Ciudad
Universitaria,...
- “No hay plaza... es necesario estar matriculado en París”...
“Sobran pintores..., “ y de todo eso - “¿ a mi qué?... cuestión de
diplomacia y salirme con la mía, todo uno. Una magnífica



habitación, por todo el mes, derecho a los Comedores
Universitarios, espectáculos, etc., magníficas residencias,
enfrente tengo el Colegio Británico, a la derecha el Belga, mas
allá el de México, y algo mas lejos la Casa Internacional... es el
ambiente que mas me agrada,...

Ya sólo quedamos Vicente, Virgilio y yo,... esta mañana cogieron
el tren para Madrid, Alfonso y Alberca, y el martes pasado se
fueron Paco Ramos y su hijo en la furgoneta,... (3)

Muy pronto les ha vencido París,... París es duro, frío y brutal
cuando no se le penetra,... entonces se añora el lugar, se siente
nostalgia por la ciudad natal.

Hoy ha hecho un día radiante de sol , también París tiene el cielo
azul, esa misma alegría me ayuda hoy a triunfar... yo también
anoche me sentía con deseos de partir,... aún los tengo hoy, pero
me encuentro con mas ánimos para luchar, ... tuve un momento
de debilidad, ... al cambiar hoy mi residencia me dije:
- “Estás mas cerca de la Estación de Austerlich”...
Ahora me digo: - “Pepe tienes que estudiar y pintar....”

París 8 de Diciembre 1957:

“... he subido al estudio de un compañero que estudiaba
conmigo en Barcelona, y que vive aquí en el Colegio, es
“abstracto”, y se empeña en convecerme de su pintura, anoche
nos la pasamos discutiendo hasta las tantas... estoy en mi
ambiente.

“... aunque es domingo, cogí los arreos y me fui a casa de
Palacios, tenía que empezar el retrato de su señora, almorcé con
ellos, luego hice varios dibujos,...

¿ Has visto ya a Ramos, Alfonso o Alberca ? No sé si te dije en mi
anterior, que ya se habían cansado de París, y habían partido
para allá, ... ya que se había presentado esta oportunidad,
conviene aprovecharla bien, no dar una vuelta, comprar un


pic-up, una caja de pinturas, un abrigo raro, y volver que ya no
queda dinero, no importando incluso, el vender el librito ( con el
dibujo) que Picasso nos regalara.

El martes se inaugura la exposición en la Embajada, veremos
que tal se porta la suerte, yo tenía miedo de exponer aquí, pero se
ve cada birria, que ya me consuela un poco. A la gente, o le ha
dado por pintar mal, o tal vez es que no lo pueden hacer mejor.

IX - La Exposición

El 10 de Diciembre se inauguró en la Biblioteca de España, la
exposición del Grupo, al que también se había sumado Vicente
Serra, quería participar con unos cuadritos que le ayudó a pintar
Virgilio. A pesar que el acto inaugural resultó muy bien, luego
pasó bastante desapercibida, y las veces que fui por allí no había
casi nadie.

París 11 de Diciembre 1957:



“La inauguración de la exposición coincidió con un cocktail que
dio un Coronel en la sección cultural de la Embajada, y asistió
buen público, aproveché la ocasión para hacer algunas
amistades.

No vayas a creer que la vida en París me gusta mucho, es
interesante ir a uno y otro sitio, porque hay muchas cosas de
gran valor artístico, ... pero nada mas, la vida en sí es un poco
monótona dentro de su variedad.

Para aprovechar mejor el tiempo pienso asistir desde mañana a
una Academia de Pintura y Dibujo del natural, para estudiar la
figura, e introducirme mucho mas en el mundillo artístico.

A Picasso en general le agradó nuestra pintura, aunque no
particularizó, nos dijo que teníamos una buena base de partida,
pero que no debíamos dormirnos, ya que no basta dominar el
dibujo y el color. El se muestra muy interesado por nosotros,
según nos dijo, los otros días aquí en París, su Secretario el Sr.
Sabartés, a quién puso, los otros días, Picasso una conferencia
desde Cannes, preguntadole por nosotros, luego nos recomendó
que le escribiésemos cada uno por nuestra cuenta. Ya lo hice
hace unos días, espero recibir sus noticias dentro de poco.

Verdaderamente estamos teniendo una suerte enorme, ... muchos
pintores hubieran dado cualquier cosa por llegar a París de la
forma que lo hemos hecho nosotros, con el favor de Picasso, la
ayuda de la Embajada, ...algo para hacer una buena carrera en
poco tiempo, ...si no hubieran otras cosas en que pensar.

Por mi parte estoy escuchando muchos elogios de mi pintura y
hay muchas personas dispuestas a ayudarme, y que
continuamente me obsequian con sus invitaciones,...

X - Montparnasse

Seguí viendome con Sabartés cada sábado, que por entonces no


quería saber nada con los demás que quedaban del grupo, ya que se
había enterado a través de Vidal, que dos de ellos habían vendido
los dibujos que les regalara Picasso, y no toleraba tamaña
deslealtad, me aconsejó que me distanciara de Vicente, que no le
caía nada bien, y eso que no sé si llegó a enterarse de la faena que
éste nos había hecho con el dinero de Picasso, en su propio
provecho. ( De la correspondencia, 9 de diciembre 1957,
Temboury- Sabartés, se desprende el dato de los 300.000 francos,
ante la sorpresa de éste último. Posiblemente Temboury tuvo
noticias a través de Paco Ramos, que sería cliente de su ferretería,
dado su negocio de de Montacargas)

Pasaba la mañana charlando con Sabartés. En una ocasión recibió a
un grupo de exiliados húngaros a los que entregó un sobre con un
auxilio de Picasso. Después de almorzar juntos en un restaurante
cerca del Sena, acompañaba a Sabartés a su casa, en la rue de la
Convention. Seguíamos nuestra charla y comentarios sobre temas
diversos, mientras saboreábamos un excelente café, aconsejandome
dada mi preocupación por algunos temas sociales, que me dedicase
a escribir sobre ellos.

Empecé a asistir a las clases de dibujo y pintura en la Academie de
la Grande Chaumière, donde encontré a Pepe Díaz, al que conocía
de Madrid cuando hacia la “mili” con Paco Hernández,

Virgilio se marchó para España antes de que terminase la
Exposición y a Vicente lo vi el último día, cuando fui a retirar mis
cuadros, junto con algunos compañeros de la Ciudad Universitaria.
Vicente se hizo cargo de las obras restantes, pues según dijo, los
que ya se habían marchado le habían dejado encargado de ello.

Durante mi estancia en París, el contacto con otros pintores,
músicos, y escultores en el Colegio de España, y a otros que
encontré en los lugares que frecuentaba, Albalat, Pepe Díaz,
Aurelio Teno,... sobre todo en el Café de la Liberté, -donde se
reunía la tertulia de Tito Livio de Madrazo. El Café Select, donde
encontraba a Neil Mallow un pintor americano que había vivido en
Málaga. La Rotonde, El Dôme, el Foyer des Artistes, ..., y con la


ayuda de las conversaciones con ellos, con Vidal y Sabartés y de las
exposiciones que visitaba me fui poniendo al día de las corrientes
artísticas del momento, haciendo evolucionar mis conceptos del
Arte.

También conocí a otros españoles, como a la familia Palacios, de
Málaga, que vivían por la Place d´Italie, en la rue Charles Mouré, y
a Consuelo, en Saint Pères, que trabajaban en París, y con los que
hice muy buena amistad, teniendo conmigo grandes atenciones,
desde el primer momento, considerandome como uno mas de la
familia. Solíamos pasear oara mostrarme algunos lugares
interesantes de París, reuniendonos a comer juntos en muchas
ocasiones. A todos ellos les pinté retratos y les dejé algunos gratos
recuerdos. Pepe Palacios, cuya familia residía en la Plaza de la
Merced, muy cerca de la casa en que nació Picasso, había luchado
del lado de la República, y me facilitó libros prohibidos en España,
que leía por las noches en mi cuarto del Colegio de España.

La vida en el Colegio de España me procuró muy buenas
amistades, así como en la Maison International donde solía
reunirme con algunos compañero, a la hora de las comidas,
disfrutando de unas magníficas sobremesas, asistiendo a
conferencias y a las actividades deportivas.

Una mañana, junto con un par de compañeros del Colegio de
España, nos encaminábamos hacia la salida de la Ciudad
Universitaria, a tomar el Metro para dirigirnos al centro de París,
gozosos por disfrutar de un día soleado, impropio del mes de
diciembre, cuando al pasar a la altura de una joven muy elegante,
de pelo rojo recogido en un moño, como un cuadro de Lautrec,
movido por un impulso involuntario me atreví a decirle una frase
admirativa en español, por su bella estampa. Su perfil altivo ni se
inmutó.

Cuando nos encontrábamos en el exterior, antes de cruzar la
Avenue Jourdan, observé a la misma joven del pelo rojo, que
entraba en un Hillman descapotable, aparcado fuera del recinto, y
acercandome con el gesto habitual de la mano, hice auto stop, abrió


la portezuela y me dijo: - Paza, ezaborío - con exagerado acento
andaluz.

Quedé sorprendido por la acogida, y llamando a mis compañeros
nos introdujimos en el vehículo, que nos llevó hacia el centro. Mis
compañeros se quedaron antes, y yo seguí con la elegante joven
hasta Montparnasse.

Se llamaba Eugenia Rendón, y era mejicana, residía en el Colegio
de Méjico, estaba en París estudiando ballet. Encontramos un
hueco donde aparcar cerca de donde yo iba, y la invité a tomar un
café, aceptando y continuamos con nuestras presentaciones. Parecía
que le gustaba hablar conmigo, y además del Ballet, se interesaba
por la Pintura. Quedamos en vernos aquella tarde, después de sus
clases para ir a visitar unas exposiciones. Fue el comienzo de una
gran amistad.

En muchas ocasiones, Geni, como le gustaba que la llamase, tenía
invitaciones para el Vernissage de interesantes exposiciones, a las
que asistíamos, entre artistas y elegantes invitados. Sin ella ni
siquiera me hubiese enterado.

Pinté varios retratos y aunque el tiempo no acompañaba, algunos
paisajes urbanos parisinos, el cielo estaba siempre gris, el sol
apenas si se dejaba intuir, como un débil resplandor, y los edificios
con sus característicos tejados, dibujaban débilmente contrastados
las siluetas de sus chimenéas.

Asistía cada día, a la Academie de la Grande Chaumière, donde
dibujaba o pintaba con modelos, en aquél ambiente de jóvenes
barbudos, y chicas existencialistas. Había empezado a llover y el
tiempo estaba frío. Al salir me solía encontrar con Geni en el Café
de la Rotonde, donde algunas veces me acompañaba Pepe Díaz y
continuábamos dibujando en nuestros blocs.

Hice amistad con la familia Hegó que tenían una Peluquería junto
a su vivienda en la rue Cambronne. Yo había empezado a pintar un
retrato a su hija Mª José, una linda joven de unos 15 años, con la


que hice muy buena amistad, y a la que ayudaba a veces con los
ejercicios de matemáticas. Una mañana que Mr. Hegó me cortaba
el pelo, en su Peluquería, conocí a otro parroquiano Mr. Louis, que
se lamentaba de haberse marchado su contable, por lo que me
ofrecí para sustituirle, que Mr. Hegó respaldó con frases de
recomendación que me hacían favor.

Así obtuve un trabajo de contabilidad de una “boîte-restaurant” por
Saint Michél, que tenía muy buena clientela y era un lugar
delicioso, con dibujos en las paredes de algunos de sus clientes, a
los que se sumaron algunos de los míos. Sólo me ocupaba un par
de horas al día y me proporcionaba un buen ingreso que me
permitía vivir en París sin tocar el dinero que me regaló Picasso,
pues era el propósito que me había hecho antes de emprender el
viaje, estudiar, pintar y vivir por mis propios medios.

16 de Diciembre:

“... a las cuatro de la tarde voy a casa de Mr. Louis, donde llevo
la contabilidad de su Restaurante; no sé si te lo dije en la
anterior, desde el día 11, hago ese trabajo, me lo proporcionó un
amigo francés, Mr Hegó, el mismo que me peló, no está mal: en
un par de horas la dejo lista, y eso que estoy empezando y aún no
conozco bien el negocio, y confundo una marca de vino con un
plato, y es que los camareros escriben peor que los médicos, y
encima en francés,... bueno pues ¿sabes cuanto gano? : 1.500
francos diarios,... y sólo en dos horas, mientras meriendo,...

... a la vuelta de la estación, nos vinimos paseando por la orilla
del Sena, que maravilloso es todo esto,... la Iglesia de Notre
Dame, toda iluminada, reflejada en el río, parecía la piedra
hecha encaje, contrastando con el encaje de las ramitas de los
arboles en primer término, que inclinan su silueta para mirarse
en el Sena,... y aquí y allá, las parejitas desafiando el fresquillo
que corría,...

La verdad sea dicha, aunque con tristeza, mis compañeros de viaje
me defraudaron bastante, yo pensaba que tras la exposición en la


Embajada, podríamos realizar otra, con la mediación de Sabartés,
en la Galería de Louise Leiris, que nos recomendara Picasso, pero
con la marcha anticipada de Alfonso, Alberca y Virgilio, que no me
esperaba, estos planes quedaban arruinados. No comprendí nunca
sus objetivos y sus prisas por volver a Málaga, y no aprovechar al
máximo la estancia en París. Posiblemente Picasso albergaba
grandes esperanzas en nosotros, sus paisanos, con los que se
identificaba y a los que deseaba ayudar y guiar en nuestros primeros
pasos en París, como lo demostró por su interés, en las continuas
llamadas a Sabartés preguntandole por nosotros.

París 19 de diciembre:

“ ....Ayer cobré mi primer sueldo en París, me pagaron 10.000
francos por mis primeros seis días de trabajo, y hay días que en
una hora, mas o menos lo dejo listo, hice balance y un estudio
sobre la marcha del negocio, le saqué coeficientes comparativos
de beneficios en las distintas secciones, etc... y mi Jefe quedó
contentísimo, me regaló 1.000 francos mas, pues eran 9.000, ...
en cambio ahí tienes a Virgilio, que se “rajó”... sin dinero,
amargado, ha tenido que vender el librito de Picasso en 20.000
francos, para poder sacar el billete,... ya andará cerca de la
frontera, veremos a ver que irá contando luego, pues por lo visto
cada uno lleva un cuento,...yo del viaje a Roma, de que me
hablas, ni idea...
Yo no peleé con nadie, esas son cosas de Alfonso, lo que ocurre
es que en varias ocasiones les afeé su falta de administración,
pues debían quedarse el mayor tiempo posible a fin de estudiar, y
ellos como son unos críos, salían por “los cerros de Ubeda”,
como es lógico, yo ni maldito caso...y de la Exposición de
Picasso, no sé a que grupo se la va a hacer, pues nada mas
quedo yo, mañana veré a Sabartés, su secretario y le diré lo que
ocurre. “

París 25 de diciembre:

“ La exposición organizada en la Embajada, ya clausurada,
apenas si ha tenido publicidad, y hay cientos de salas muy


importantesen París, que se llevan la atención de los
“marchands”,... en parte me alegro, pues aunque en conjunto no
estaba mal, en relación a lo que se ve, creo que por mi parte
podría hacer algo mucho mejor con lo que llevo aprendido hasta
ahora.

No sé si se habrá publicado alguna crítica , mañana que pienso
ir a la Embajada me enteraré, y te la enviaré si acaso hay algo, ...
Ahora expondré algunos cuadros en la galería de Vidal, un
catalán que tiene fábrica de marcos y Sala de exposición, y con
el que he hecho bastante amistad,... Para Enero pienso enviar
algo al Salón de la Joven Pintura.

El Sr. Sabartés está muy contento conmigo, y así se lo comunica
a Picasso, que por lo menos uno es digno de su apoyo,... Por
ahora las cosas no pueden ir mejor: Amistad de Picasso, ídem en
la Embajada, familia de Palacios, de Mr. Hegó, del Sr. Madrazo,
Sr. Vidal, ...etc., relaciones todas ellas interesantes, trabajo de
contabilidad, muy bien retribuido y poco tiempo, ( según Mr.
Hegó que habló con mi jefe Mr. Louis, se encuentra muy contento
conmigo y con mi trabajo y piensa aumentarme el sueldo a
15.000 fr. semanales, )...eso se llama nacer de pié, “Vini, vidi,
vinci “.

Voy a empezar un retrato a Madlle. Hegó.

La vida es aquí deliciosa entre personas tan educadas, aunque
vaya el Metro repleto, el hombre se porta caballerosamente con
la chica que vaya apretada contra él, ...en Málaga podría ser,...
luego resulta el idioma tan dulce, es musical... a mí me da la
sensación que siempre viví aquí, ya me aclimaté, el francés lo leo
de corrido, voy al cine y me entero de todo, charlo por los codos
de cualquier cosa, voy adquiriendo buen acento,...

En Francia todo está cerca, Italia, Suiza, Inglaterra, Alemania,
Suecia, ... y los viajes resultan muy baratos.

Desde que vio el retrato de Mº José, Geni deseaba que le pintase


uno. Ella tenía unas primas en París, que estudiaban en La Sorbone.
Tanto en el Colegio de España, como en el de Méjico, tal cosa
resultaba algo complicada, así que me propuso lo realizáramos en
el apartamento de sus primas. Cada mañana, después de desayunar
juntos, nos íbamos al apartamento de las London donde teníamos
nuestras sesiones de pintura. Le encantaba posar para mí, así que
me sirvió de modelo para otros cuadros y dibujos. Me estimulaba
mucho para que simplificase mi estilo, que buscase nuevas
formas,... y también que le gustaría que marchásemos hacia la
Costa Azul a ver a Picasso.

XI - Año Nuevo en París

París 2 de Enero 1958:

Hoy recibí carta de Alberca, se lamenta haber encontrado
Málaga mas pequeña e insignificante y me anima a que me
mantenga aquí mientras pueda.

En realidad es lo que dicen todos, el que se marcha de París,...
vuelve mas tarde o mas temprano, ...es un género de vida tan
independiente, con tantas facetas, de un nivel cultural tan
elevado, que da gusto entablar conversación sobre cualquier
tema, anoche mismo, al ir a la Conserjería del Colegio para
apuntar la hora a que me levanto “lié la hebra” con el
compañero que hacía de Conserje de guardia, y aunque quería
subir para escribirte, - eran las once y media- estuvimos
hablando hasta las cuatro, y así una y otra noche con
cualquiera, de cualquier nacionalidad y sobre los temas mas
diversos.

Esta mañana he dejado casi listo el retrato de Mª José Hegó ,
pues aunque lo pude haber terminado el día anterior, he querido
estudiarlo aún mas. La cabeza me gusta mucho, es una de las
mejores que he pintado. Esta tarde, después de la Contabilidad,
he hecho en la Academia mas de veinte dibujos. Luego he salido


y en un Café de Montparnasse, he hecho cuatro o cinco retratos,
mientras tomaba café y me leían las rayas de la mano. ... Artistas,
bohemios existencialistas, intelectuales,... que reuniones mas
simpáticas,... en este mismo Café encontré las otras noches a la
Tuna de Granada, y me fui con ellos cantando por los Cafés y
haciendo dibujos.

Mañana iré a la Alianza Francesa a empezar un curso de
francés, pues aunque lo practico y aprovecho los viajes del Metro
para ir estudiando en el diccionario nuevas palabras, siempre
allí corrigen mejor la fonética y se avanza mas,... por otro lado si
nos viniésemos aquí, me gustaría empezar Ciencias Económicas
y Sociales en la Sorbona y habría de estudiar en textos franceses.

... tienes que comprender que a mí también me resultará muy
duro apartarme del arte y de la vida intelectual, encerrandome
ahí en Málaga, donde toda la pintura es igual, donde la gente
sólo se ocupa del fútbol o de rellenar quinielas, pasear por calle
de Larios, o criticar al prójimo, por regla general, con muy
pocas excepciones. Estoy seguro que chocaré con el ambiente de
la oficina, no ya por la rutina, sino por pasarme seis horas
seguidas teniendo que aguantar ese ambiente mezquino de
pequeñas cosas desagradables que siempre suceden, y que ahora
habré de notar mas, ... y todo ¿a cambio de qué, en el mejor de
les casos? ... Disfrutar de un buen piso, de la tarde libre para
pintar o estudiar, y lo mas importante de tu compañía,... que
amargaremos, con un sueldo insuficiente, con la carga de mi
familia, con las molestias de la poca educación de la gente, que
desde ahí no se nota mucho, ... pero desde aquí, sí, por
comparación con la cortesía, hipócrita o no, con que todo el
mundo te trata y observa en la calle.

Estoy seguro que te asombrará que todo el mundo sea tan
espléndido y desprendido, pero es una cosa muy lógica, que unos
ayuden a los otros. Nunca si vas a cruzar la calle, aunque no te
corresponda, un coche se precipitará encima , todo lo contrario,
parará y te invitará a pasar con una sonrisa cortés. Se siente la
felicidad de ser bueno y honrado y ver que los que te rodean


también lo son. en Nochevieja dos muchachos pararon a dos
chicas que iban en dirección contraria, ellas rechazaron
cortésmente que las acompañasen, se besaron y se dijeron Adiós.

La vida en París me estaba resultando grata y acogedora. Hasta
ahora, menos los planes con mi grupo, todo estaba resultando a
pedir de boca. Tenía buenos amigos. Disponía de un buen
alojamiento. Un buen trabajo que me ocupaba poco tiempo.
Estudiaba y pintaba. Mi concepto del arte evolucionaba y a la hora
de volver a Málaga, habrían desfilado ante mí miles de obras de
arte, de Museos y exposiciones, desde el Antiguo Egipto, Grecia,
los clásicos, románticos, impresionistas, fauvistas, ... hasta la
abstracción, que no acertaba a explicarme ni a comprender.

Recuerdo las discusiones en los estudios del Colegio de España,
con mis compañeros pintores sobre la abstracción. Ni Roldán, ni
Albalat, ni Cumella, con sus argumentos lograban convencerme.
Tal vez, porque no respondían a mis preguntas o porque yo no
lograba entender sus respuestas.

París 4 de enero 1958:

“Esta mañana estuve en el estudio de Picasso, él sigue en
Cannes, a saludar al Sr. Sabartés, su apoderado en París,
charlamos un rato y luego nos marchamos a comer juntos, él me
invitó, llevaba yo el último bloc, no me dura mas que tres días, y
estuvo viendo todos los dibujos, me interesa que vea que trabajo
y progreso. Ya le había enseñado un centenar la semana
anterior, pues él me pidió que le llevase lo que hacía,...
seguramente para decirselo a Picasso,... del restaurante nos
fuimos a su casa , y me enseño mas cuadros de Picasso y
charlamos de muchas cosas durante un par de horas mas,... me
aconsejó que de vez en cuando escribiera al maestro y que le
enviara algún que otro dibujo para que pudiera estudiar mi
evolución, ya que está muy contento de que yo no le haya
defraudado, ... ese es uno de los motivos por los que me gustaría
permanecer aquí, ...y si fuera posible, este verano me iría a
Cannes a hacerle una visita, y de camino quedarme algún tiempo


con él para estudiar a su lado,... sé que es una cosa difícil, pero
pudiera ser que lo consiguiera,... todo es proponerselo, ...y ya
sabes como soy...

París te gustará, para mí tiene el atractivo del Arte y la Cultura,
aparte de la Libertad y la Educación, eso hace que a los
inconvenientes que pudiera encontrarle no le dé importancia,...
París forma a los individuos, en mí noto se está operando una
transformación, aquí me he dado cuenta que es el Arte,... es la
expresión del ser de cada uno, debo olvidar por demasiado fácil,
lo aprendido, he de captar el espíritu de las cosas, mas o menos
reflejado en su aspecto externo, ...así pinto ahora y así también
me aconsejó Sabartés. Me dedicó un libro, escrito por él, sobre
Picasso, y un catálogo ilustrado de la exposición de Barcelona, (
que vi en Noviembre en la Sala Gaspar), también me enseñó las
fotografías que nos hizo Jacqueline cuando visitamos a Picasso.
Como sólo tenía una de cada, no se las pedí,...

Un buen día, estando con Sabartés, siempre con su gorra de paño
sobre la cabeza, en Grandes Augustins, hablando de muchas cosas,
de pronto me preguntó:

- ¿ Cómo va el romance con la mejicana?

Quede sorprendido, sin saber que contestar, ... ¿ Cómo sabía
Sabartés mi relación con Geni, si yo no le había comentado nada al
respecto?...

Salí como pude del atolladero, sin aparentar sorpresa, pero la
pregunta siguió sonando en mi mente. Cambié de conversación y
abordamos otros temas, hasta que nos marchamos a tomar algo
caliente, porque en el estudio estaba haciendo frío.
En una ocasión le pregunté a Geni, si conocía a Jaime Sabartés, el
secretario de Picasso, se limitó a sonreír misteriosamente, y no me
dio una respuesta que me resultara satisfactoria.

Cuando disponía de tiempo, volvía a visitar los Museos, los que
mas me impactaron, tal vez por la proximidad a mi pintura de

Malaga Picasso

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