Érase una vez un niño que sólo quería juegos para todos los muñecos y sus amigos también querían muñecos hasta que un día cerraron.
Se puso a llorar y no lo paraba nadie así que su madre no le compró más nada. Cuando ya pasaron los días, le dijo: - Mamá, ¿me puedes comprar un ordenador? La madre se lo dijo al padre y le dijeron que si.