La arquitectura italiana del siglo XV, conocida como Quattrocento, se caracterizó por la búsqueda de espacios racionales y organizados, como plantas basilicales centralizadas y el uso de cúpulas. Los arquitectos reinterpretaron motivos clásicos en la decoración de nuevos diseños de edificios religiosos, civiles, palacios y hospitales, con figuras influyentes como Brunelleschi y Alberti.