1. EL ESTADO EN AFRICA
Economía y política
Desde un punto de vista económico, puede decirse que África es un continente
aislado del resto del mundo. Aunque existen excepciones notables, como la
República Sudafricana, o la mayor parte de los países del Magreb, prácticamente
toda África se encuentra sumida en una grave situación de atraso y subdesarrollo..
Es algo conocido por todos que África es el sub-continente más pobre de la tierra
con una población mayoritariamente sumergida en una pobreza absoluta. Con
unos 216 millones de pobres, se calcula que en el año 2011 tendrá unos 304
millones de pobres. No se trata de cualquier pobreza, sino de seres humanos
cuyos ingresos no les permiten pagar una dieta mínimamente adecuada ni
tampoco la satisfacción de necesidades distintas de las alimentarias.
Se ha relacionado generalmente la pobreza de África con su explosión
demográfica. Por ejemplo, el Informe anual 1994, del Banco Mundial explica el car
cter desalentador del crecimiento económico de África por su elevada tasa de
crecimiento de la población.
Sin embargo, la realidad nos muestra que no hay una relación directa entre
densidad de la población y nivel de vida. Así, por ejemplo, Alemania y Burundi son
dos países que pertenecen a los países de alta densidad (200 o más habitantes
por km2), pero mientras Alemania es uno de los países más ricos del mundo, con
un PIB per cápita de $23.650, Burundi sigue formando parte de los países más
pobres del mundo con un PIB per cápita de $210.
Por lo tanto, parece obvio que el desarrollo no va principalmente unido a una
disminución de la población sino a una apropiación y desigual de los recursos
disponibles.
Los datos del comercio internacional nos pueden también ayudar a entender la
durísima realidad por la cual está pasando el sub-continente negro-africano.
Según dichos datos, es más la cantidad de productos que se importan, que
aquella que se exporta. Esto se debe básicamente a la muy baja proporción que
representan las manufacturas negro-africanas en la exportación. Hasta hoy, el
continente negro sigue teniendo fundamentalmente una economía agraria, sin
ninguna industria. La capacidad de exportación que se limita fundamentalmente a
las materias primas constituidas por los productos agrícolas, los metales, los
minerales, y el petróleo, tampoco le resulta positiva. La mala retribución de dichos
productos está dejando a África al borde de la asfixia.
2. Como breve recordatorio, podemos decir que nos encontramos todavía con un
sistema totalitario, un monopartidismo disimulado, un sistema policíaco que
engendra miedo imponiendo el silencio de los cementerios. Nos encontramos por
lo tanto con una explosión incontrolada del poder político que niega los derechos
civiles e individuales. En ese sentido, lo normal en África Negra es combatir, por
ejemplo, la libertad de expresión, la libertad de movimiento, la libertad de
asociación.
Este monopolio del poder político tiene en su base un sustrato cultural tradicional
sacralizado de la autoridad. La autoridad aparece como algo sagrado. El detentor
del político explota dicho trasfondo cultural haciéndose pasar por un dios en su
reino.
En la lucha por el poder o por la permanencia en el poder, todo parece ser válido:
golpes de estado, falsedad de las elecciones, encarcelamiento e incluso muerte a
los oponentes políticos.
En todo este mundo, el gran ausente es la Ley. El ciudadano no está protegido
por la ley sino por las relaciones personales. Con bastante frecuencia, el autor de
un delito no es castigado, por los apoyos de los que disfruta. La violación de los
derechos de los pobres y de los débiles entregados a las actuaciones sin
escrúpulos de los funcionarios, de las fuerzas del orden, de los políticos e incluso
de la misma judicatura está a la orden del día. La realidad llega a su crueldad más
extrema cuando nos encontramos con ciudadanos asesinados ante el silencio
impotente o más bien cómplice de aquellos a quienes el pueblo confió la
protección y la defensa de su destino, bienes y vida. Nos encontramos así con una
impunidad que provoca escándalo y desconfianza en la legalidad establecida.
Un continente subdesarrollado
Los países africanos, especialmente en la región subsahariana, carecen de
infraestructuras de transportes, de medios técnicos de producción, de industria y
de sistemas financieros. Todo ello, unido a la conflictividad derivada de la pobreza
y de los enfrentamientos interétnicos, que a menudo degeneran en guerras, da
lugar a una situación perenne de miseria que afecta a una buena parte de la
población del continente.
Por sectores, el primario es el dominante, pero la producción se centra en los
cultivos de subsistencia y en los grandes monocultivos tropicales, principalmente
cacao y café, explotados con sistemas anticuados y de bajo rendimiento.
3. El secundario casi no existe, y el terciario comienza a desarrollar, en algunos
Estados, una incipiente infraestructura turística.
Conflictos interétnicos en África
Las guerras civiles en África son comentario habitual en todos los medios de
información. El origen de estos enfrentamientos radica, en buena parte, en la
división fronteriza del territorio africano, heredada del reparto colonial del
continente en el siglo XIX.
Las potencias europeas, al dividirse las zonas de influencia, no tuvieron en cuenta
criterios humanos o raciales: se limitaron a asegurarse la mayor y mejor cantidad
posible de tierras y recursos. El resultado de todo ello ha sido la creación de
estados artificiales en los que conviven etnias tradicionalmente enfrentadas, o en
los que una determinada tribu queda dividida entre dos o más países y lucha por
reunificar sus territorios ancestrales.
Dependencia de las antiguas metrópolis
A mediados del siglo XIX las potencias europeas (principalmente Francia y el
Reino Unido), se repartieron el territorio africano. Un siglo más tarde, toda África
reclamó y obtuvo paulatinamente su independencia.
Sin embargo, la emancipación ha sido, en muchos casos, puramente nominal.
Varios países europeos mantienen una nueva forma de control económico en sus
antiguos dominios, y en algunos casos incluso intervienen militarmente en
situaciones de grave conflictividad interna.
La pobreza y la falta de estabilidad hacen que los gobernantes de numerosos
Estados africanos busquen apoyo exterior para sus políticas a cambio de
importantes concesiones agrícolas, pesqueras o mineras a empresas procedentes
de Europa y Estados Unidos. Estas potencias, a su vez, favorecen el
establecimiento de Gobiernos-títere que beneficien a sus intereses.
El resultado es una creciente dependencia exterior, a menudo agravada por la
deuda, y un estancamiento económico que tiende a hacer perennes los conflictos
y la pobreza.
Legado del colonialismo europeo
La ocupación europea es, en gran medida, responsable de los problemas actuales
de África. La actuación de los países europeos en África puede calificarse de
auténtica rapiña, y no dejó tras de sí ningún tipo de infraestructura, bien de equipo
4. o conocimiento que hubiera podido servir para un eventual desarrollo después de
la descolonización.
De hecho, muchos países africanos sufren todavía las consecuencias
devastadoras de las guerras de independencia, ya que algunos países, como
Portugal o Francia, no aceptaron de buen grado la pérdida de sus antiguos
imperios.
El legado de Europa en África no puede ser más negativo:
Aculturamiento:
Analfabetismo.
Conflictividad social.
Problemas raciales.
Saqueo de los recursos naturales.
Economía que dificulta el desarrollo.