SlideShare une entreprise Scribd logo
1  sur  7
LEY DEL KARMA Y REENCARNACIÓN
El tema de la reencarnación, aunque hoy parece estar de moda, nació con el hombre. Todas
las culturas lo contemplaron, robusteciéndolo o negándolo. Las religiones, desde luego,
influyeron considerablemente en su interpretación.
En la Grecia antigua, a diferencia de los países orientales, la creencia en la reencarnación
no formaba parte de la religión popular, pero sí se mantuvo dentro del ámbito de las
iniciaciones espirituales esotéricas, y se la reconocía únicamente a través de algunos mitos.
Orfeo, por ejemplo, se ocupó entre otras cosas de hacer comprender a los hombres de su
tiempo y especialmente a toda la fraternidad órfica la relación entre las estaciones, sus
reglas de vida y muerte sobre la tierra, y su similitud con los ciclos de vida y muerte del ser
humano. El hombre vuelve, como la Primavera, y debe dar en cada período de encarnación
un fruto más perfecto, debe adquirir una experiencia unificadora del cuerpo, la mente y el
espíritu.
También en Grecia, siglos más tarde, filósofos notables como Pitágoras, Empédocles,
Sócrates y Platón, entre otros, aceptaron y enseñaron la doctrina de la reencarnación y la
ley del karma.
Reencarnación y Karma en el Hinduismo y el Budismo
Aun cuando la reencarnación ha sido creída y enseñada en casi todas las naciones y entre
todas las razas en los tiempos pasados como en los presentes, se considera a la India como
la madre natural de la doctrina. A través de cuarenta siglos o más, esta raza ha mantenido
firmemente la doctrina original, hasta ahora que Occidente dirige de nuevo o la mirada
hacia la luz en busca de solución a los grandes problemas de la vida humana y de la
existencia, y muchos pensadores consideran que en el estudio y comprensión de los grandes
pensamientos fundamentales de los libros Vedas y los Puranas, encontrará el Occidente el
único antídoto posible para el virus del materialismo que está emponzoñando las venas del
mundo espiritual inteligente.
Es en la India donde encontramos la doctrina de la Reencarnación en toda su floración, no
tan sólo en el pasado, sino asimismo en el presente. Desde los primeros momentos de la
raza en la India, las reencarnación en alguna de sus formas diversas ha sido aceptada, y en
la actualidad sigue siéndolo, por la totalidad del pueblo indio, con sus muchas
subdivisiones y subrazas, si se exceptúan los indios mahometanos. El hinduismo o
brahmanismo, que es el sistema filosófico-religioso más extendido en la India, desarrolló la
creencia en la trasmigración de las almas. El alma sobrevivía a la muerte y se encarnaba en
otro ser, humano o animal. Según hubiera sido la conducta en vida, el alma renacería
encarnada en un ser superior o inferior. Esto es lo que se conoce como “ley del Karma” o
“ley de causa-efecto”. Según esta ley, todo lo que el hombre
hace, piensa o siente, es el producto de una acción pasada y el origen de una acción futura.
Tiene lugar en cada instante de la vida.
El karma está en la base de las teorías de la reencarnación o vidas sucesivas. Sería el
resultado de los actos realizados en existencias anteriores por una especie de entidad
permanente del individuo que, revistiendo diferentes formas, peregrinaría indefinidamente.
El hombre pasa por una serie de vidas en las que el carácter de cada una es resultado de los
buenas y malos actos de la anterior existencia. Según esta teoría, lo que sobrevive no es la
individualidad concreta o específica del alma; no es el registro kármico correspondiente a
una sola o a la última encarnación; lo que pasa a la nueva vida es la carga kármica total, la
suma de todos los actos del hombre, sus méritos, el resultado ético-espiritual de sus vidas
anteriores, su valor total, despojado de su anterior individuación, que se considera como
accidental. En otras palabras, y de acuerdo con los sistemas brahmánicos, no es sólo el acto
realizado por el individuo durante el curso de la vida presente, sino que incluye la suma de
los actos de sus anteriores vidas, especie de predestinación que pesa gravemente sobre su
futuro escatológico.
Todo ser es responsable de sus actos y sufre las consecuencias de los mismos (karma).
Según sea el karma mayor o menor, así la transmigración --denominada también
metempsicosis-- será hacia la promoción o la degradación, y esta última, en ocasiones,
puede ser tan ínfima, que el karma toma cuerpo en una forma inanimada. El sabio obtiene,
en recompensa a sus virtudes, el renacer, según sus méritos, como hombre de condición
superior, o en la clase de los genios del mundo de la luz, o en la de los dioses, y, si alcanza
la perfección, logra convertirse en “bodhisattva” o, fundamentalmente, en buda. El
indiferente y el pecador renacerá en una condición humana inferior, entre los genios de las
tinieblas, los demonios, los animales, o en alguno de los dieciocho infiernos. El infierno,
para este sistema, no es eterno; el rigor y la duración de las penas son proporcionales a las
culpas, y, una vez terminada la expiación, vuelve el ama a ocupar en la escala de los seres
el puesto que le corresponde según los actos meritorios que ha realizado.
La ley del karma enseña, pues, que conforme un hombre obra y se mueve en el camino de
la vida, así se vuelve. El que hace bien se vuelve bueno; el que hace mal se vuele malo. El
que obra con pureza se vuelve puro; el que obra con doblez se vuelve deshonesto. El que
obra con malevolencia se vuelve malvado. Se dice, con verdad, que el hombre está hecho
de deseos; su fe es tal cual es su deseo, y sus obras son tal cual es su fe. El hombre es un
producto de sus obras, según reza este versículo: “El hombre alcanza con su acción a su
posible determinación”. Al llegar al final del viaje comenzado por sus obras en la tierra, el
hombre retorna de aquel mundo a este mundo de la acción humana. Y el ciclo de sucesivos
nacimientos y muerte, que recibe el nombre de samsara, terminará cuando, después de
distintas transmigraciones y se alcance la total purificación, el alma se confunda con la
Divinidad.
En la Biblia, la Ley del Karma aparece expresada en la llamada Regla de Oro, que reza: “Y
lo que queráis que os hagan los hombres, hecédselo vosotros igualmente a ellos” (Lucas 6,
31). Asimismo, se halla clara la idea en las siguientes palabras: “No juzguéis, para que no
seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con
que midáis se os medirá” (Mateo 7, 1-2).
Karma y Reencarnación según la Teosofía
Para los teósofos, la alteza de nuestro último fin, el sinnúmero de obstáculos que tenemos
que vencer para conseguirlo, la casi infinita desigualdad en el progreso intelectual, moral y
espiritual que ofrece el género humano, son sólidos argumentos que prueban la doctrina de
la reencarnación y las existencias sucesivas. Según este sistema, el hombre, al morir,
transita por los planos etéreo, astral y mental inferior, con sus respectivas subdivisiones,
valiéndose de cuerpos apropiados para cada uno de ellos, hasta llegar a una especie de
paraíso temporal, llamado Devachán, que es un equivalente del Cielo de los cristianos,
ubicado en el plano mental superior. En el devachán, donde residirá un tiempo
proporcionado a las buenas obras que realizó en la tierra, goza el hombre del fruto de sus
aspiraciones al bien, se asimila todos los valores reales de sus experiencias pasadas, y,
terminada esta labor de asimilación, agotados los manantiales de su felicidad y vistas sus
deficiencias, se determina espontáneamente a penetrar de nuevo en la corriente de la vida
de las formas.
Salido, pues, el Ego, o Autoconciencia, del Devachán, en el plano mental inferior recobra
las imágenes, residuo experimental de sus anteriores existencias; en el astral se une a un
cuerpo del mismo nombre, proporcionado en perfección a dichas imágenes, y ya en en el
plano físico, primero un cuerpo etéreo y después el cuerpo denso o cuerpo físico visible, no
menos necesariamente proporcionado en perfección al astral y etéreo respectivamente. Y
esta proporción necesaria y fatal entre el valor de las obras y su retribución en las
reencarnaciones, es lo que llaman Karma.
Es, pues, el Karma una ley de justicia retributiva, ciega, inconsciente, inexorable, que
regula toda la actividad devachánica. Según ella, todo hombre, después de su muerte,
recoge lo que sembró en la vida, o sea las consecuencias físicas e inevitables de sus actos,
buenos o malos. Estas consecuencias, que algunos teósofos se imaginan entidades físicas
distintas, y otros como una especie de atmósfera, obran automáticamente e impulsan al Ego
o Autoconciencia a la reencarnación, mejor o peor, según sea el karma anterior; hasta que,
perfeccionada en la nueva o nuevas existencias, pueda reflejar claramente al Logos-
inteligencia. Entonces empieza la segunda fase de la evolución humana, o sea la
manifestación del Logos-amor o felicidad.
La vida cíclica o período de encarnación (samsara) puede compararse muy bien con la vida
humana. Como cada vida de esta última está compuesta de días de actividad, separados por
noches de sueño o inacción, así, en un ciclo de encarnación, cada vida activa es seguida de
un descanso devachánico, y esa sucesión de nacimientos es lo que lleva el nombre de
reencarnación. Sólo por medio de esos nacimientos es como puede lograrse el progreso
perpetuo de los innumerables millones de Egos hacia la perfección, y un descanso final por
tanto tiempo como haya durado el período de actividad.
Lo que regula la duración o las cualidades especiales de esas encarnaciones es Karma, la
ley universal de justicia retributiva, cuyas consecuencias son la equidad, la sabiduría y la
inteligencia absolutas e infalibles. Porque, en sus efectos, Karma es un reparador seguro de
la injusticia humana y de todas las demás faltas de la naturaleza, y corrige los errores con
estricta justicia; es una ley retributiva que recompensa y castiga con igual imparcialidad.
Estrictamente hablando, “no respeta a persona alguna”, y, por otra parte, no se logra aplacar
ni modificar por medio de la oración.
Esta creencia es común a los hindúes y a los budistas, pues ambos creen en Karma, pero los
dogmas cristianos actuales contradicen, por lo general, a ambos, y difícilmente un cristiano
convencional u ortodoxo aceptará tal doctrina. Hace muchos años, Inman explicó el porqué.
Como muy bien dice, “los cristianos admitirán cualquier contrasentido, siempre que lo
declare la Iglesia..., cuestión de fe; mientras que los budistas sostienen que nada que esté en
contradicción con la sana razón puede ser una verdadera doctrina de Buda”. Los budistas
no creen en el perdón de sus pecados, excepto después de un castigo justo y adecuado por
cada mala acción o pensamiento, en una encarnación futura, y una compensación
proporcionada a las partes perjudicadas.
No creen los cristianos lo mismo. Ellos creen en el perdón y en la remisión de todos los
pecados. Les han prometido que con sólo creer en la sangre de Cristo (¡víctima inocente!),
en la sangre que Él ofrendó por la expiación de los pecados de la humanidad entera,
quedarán todos los pecados mortales redimidos. Nosotros, los teósofos, no creemos ni en el
perdón por medio de un vicario, ni en la posibilidad de la remisión del pecado más
insignificante por ningún “Dios”, aunque fuese “personal Absoluto” o “Infinito”, si cosa
semejante pudiese existir. En lo que creemos es en la justicia imparcial y estricta. Nuestra
idea de la Deidad Universal desconocida, representada por Karma, es la de un poder que no
puede errar y que no puede, por tanto, sentir cólera ni compasión, porque es la equidad
absoluta, que deja a cada causa, pequeña o grande, producir sus inevitables efectos.
La sentencia de Jesús: “Con la misma medida con que midiereis seréis medidos vosotros”
(Mateo 7,2) no hace alusión, ni por la expresión de la frase, ni implícitamente, a esperanza
alguna de salvación o perdón por medio de tercero. He aquí por qué, reconociendo nuestra
filosofía la justicia de esa sentencia, nunca podemos recomendar bastante la compasión, la
caridad y el perdón de las ofensas.
“Karma, como ya hemos dicho –escribe H. P. Blavatsky--, lo consideramos como la ley
última del Universo, la fuente y el origen de todas las demás leyes que existen en la
naturaleza. Karma es la ley infalible que ajusta el efecto a la causa, en los planos físico,
mental y espiritual del ser. Como ninguna causa deja de producir su debido efecto, desde la
más grande hasta la más pequeña, desde la perturbación cósmica, hasta el movimiento de
nuestras manos, y, como lo semejante produce lo semejante, Karma es aquella ley invisible
y desconocida que ajusta sabia, inteligente y equitativamente cada efecto a su causa,
haciendo remontar ésta hasta su productor. Aunque incognoscible, su acción es
perceptible”.
Describe, además, la ley del karma como una ley de ajuste, que siempre tiende a restablecer
el equilibrio en el mundo físico y la turbada armonía en el mundo moral. Dice que Karma
no obra siempre en tal o cual sentido particular, sino que siempre lo hace de modo que
restablece la armonía y el equilibrio de la balanza en virtud del cual existe el Universo.
Además, sostiene que todo dolor y todo sufrimiento son resultados de la falta de armonía, y
que la causa terrible y única de la perturbación de aquélla es el egoísmo, en una forma u
otra. Por consiguiente, Karma devuelve a cada hombre las consecuencias precisas de sus
propios actos, sin tener en cuenta para nada su carácter moral; pero, puesto que recibe lo
que le es debido por todo, es evidente que tendrá que expiar todos los sufrimientos que
haya causado, exactamente del mismo modo que recogerá con júbilo los frutos de la
felicidad y armonía que haya contribuido a producir.
La Reencarnación en el Judaísmo y en el Cristianismo
Judaísmo y cristianismo son dos ramas de una misma religión, y por ello resultan
inseparables de su base esotérica, en su tradición hermética. Ambas poseen, como todas las
grandes religiones, un conjunto de textos secretos u ocultos para el pueblo y los no
iniciados, y una doctrina que se transmitía sólo oralmente con la explícita prohibición de
difundirla fuera de las escuelas en que se impartía. En el caso de la reencarnación, tema que
nos ocupa, no es, de todos modos, necesaria una exhaustiva investigación para comprender
que esta filosofía estaba incluida en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, y que de
Moisés a Jesús existe un hilo conductor, unas veces más difuso y otras más perceptible, en
donde se transparenta la doctrina secreta que adquirían los iniciados insertos en las sectas
místicas de ambas ramas de esta religión.
Al salir Moisés de Egipto con las tribus que hasta entonces habían permanecido allí, al
principio en convivencia pacífica y más tarde en esclavitud, en las tierras del imperio,
llevaba consigo todo el bagaje que le había aportado su estancia en los grandes colegios
sacerdotales, en donde se educaba a la nobleza del país; y aún más, lo probable es que él
mismo perteneciese a la casta sacerdotal y, al ver a Egipto diluido en la corrupción bajo el
abuso religioso y político de sus dirigentes, decidiese sacar de allí a aquellas tribus
bárbaras, pero de algún modo vinculadas al monoteísmo, para dar continuidad a la antigua
tradición. A este Moisés de procedencia egipcia, algunos historiadores, e incluso viejas
leyendas judaicas, le atribuyen, además del rango sacerdotal, una brillante actividad militar.
La secta mística que brotó entre los judíos en el siglo anterior al nacimiento de Cristo, y que
llegó a su mayor altura precisamente en los tiempos del nacimiento del Redentor; esa secta,
culto u origen de los esenios, tuvo suma importancia en la dirección y propagación de las
verdades de la reencarnación entre el pueblo judío. Combinaba esta secta los antiguos
Misterios Egipcios con la doctrina mística de Pitágoras y la filosofía de Platón. Estaba
íntimamente ligada con la terapéutica judaica de Egipto, y era la orden mística que servía
de guía en su tiempo. Josefo, el eminente historiador judío, al hablar de los esenios, dijo:
“La opinión corriente entre ellos es que los cuerpos son corruptibles y la materia de que
están formados no es permanente, pero que las almas permanecen exentas de la muerte
eternamente; y que, emanadas del éter más sutil, están encerradas en los cuerpos como en
una prisión a la que son llevadas por algún hechizo natural. Mas, cuando salen de los
límites de la carne, como si se libraran de un largo cautiverio, se regocijan y renacen en otra
parte”.
Resulta interesante comprobar lo mucho que el cristianismo le debe al esenismo. Parece ser
que existió un punto de contacto definitivo entre Juan el Bautista y esta hermandad. Su
tiempo de preparación fue el que pasó en el desierto próximo al Mar Muerto; sus
predicaciones de rectitud respecto a Dios y de justicia para con los hombres estaban de
acuerdo con el esenismo, así como también su insistencia sobre el bautismo puede
relacionarse con las lustraciones esénicas.
Se echan de ver ya aquí las conexiones entre los esenios y los primitivos cristianos, a través
de Juan el Bautista. Alguien también ha dicho que Jesucristo había sostenido estrechas
relaciones con los esenios, durante el lapso de su vida comprendido entre los doce y treinta
años de edad, y que fue, además, un aliado de las órdenes místicas. Sea esto verdad o no, lo
cierto es que indudablemente los esenios han influido de una manera vigorosa en la
primitiva Iglesia cristiana, y estuvieron estrechamente aliados a otras organizaciones
místicas con las cuales se hallaban de acuerdo en las doctrinas fundamentales,
especialmente en la de la reencarnación. En las Sagradas Escrituras, encontramos, por
ejemplo, numerosos textos tratando sobre la identidad de Juan y Elías, alrededor de seis o
siete, entre los cuatro Evangelios. Parece, sin duda, que estaba en el ánimo de los judíos
esta creencia, y así encontramos en Mateo, capítulo 14, versículo 1, a Herodes, preocupado
por la vuelta del Bautista, a quien confunde con Jesús: “En aquel tiempo oyó el tetrarca
Herodes la fama de Jesús, y dijo a sus cortesanos: Ése es Juan el Bautista; él ha resucitado
de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas”.
La idea general de la reencarnación flota también sobre otros fragmentos, si no
explícitamente, sí en forma de aceptación. Advertimos que cada vez que alguien le
pregunta a Jesús si es Elías, él simplemente lo niega, ni comenta ni condena el
reencarnacionismo; nada dice sobre ello en teoría, no se extiende sobre el tema, como si
diera por hecho que no es discutible. Tal parece que esta creencia era tan común, que se ha
dado por aceptada. Por ejemplo, cuando Jesús pregunta a sus discípulos (Mateo 16):
“¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”, y su contestación fue: “Unos
dicen que Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, Jeremías, o alguno de los profetas”, parece
indicar que la idea de la reencarnación prevalecía entre la gente.
Pero hay otro caso en que Cristo expone claramente esta doctrina. Oigamos sus palabras,
cuando algunos discípulos vinieron de parte de Juan el Bautista, quien se hallaba en la
cárcel, y le preguntaron si era el Cristo. Después de dar a los mensajeros la respuesta para
su maestro, habló Jesús del carácter del gran predicador, y dijo: “Y si le queréis recibir, él
es aquel Elías que había de venir” (Mateo 11, 14), declaración muy clara de que el profeta
judío había reencarnado en Juan el Bautista. También, cuando sus discípulos le preguntaron
por qué se decía que Elías vendría antes que el Mesías, su contestación fue: “Elías, en
verdad, ha de venir y reestablecerá todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le
conocieron. Entonces comprendieron los discípulos que les había hablado de Juan el
Bautista” (Mateo 17, 11-13).
Tal vez la alusión más clara se encuentre en el capítulo 9 de Juan, en el caso del hombre
ciego de nacimiento. Los discípulos se encuentran perplejos acerca de la razón por la cual
el hombre tuvo que nacer ciego. Ellos preguntaron: “Rabí, quién pecó, éste o sus padres?”
¿Cómo pudo él haber causado su propia ceguera por el pecado, si nació ciego? Es obvio
que la pregunta refleja una clara alusión a una vida anterior. Esto indica que la creencia ya
prevalecía. Y la contestación de Jesús indica que ambas teorías eran razonables, porque Él
ni las rechazó ni las ridiculizó. Sencillamente declaró que ellas no aplicaban en este caso:
“No es que pecó éste ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”.
En otras palabras, la aflicción era tan sólo un medio para hacer que algo en el individuo
trabajara de acuerdo con su estado de conciencia, que de otra manera no hubiese podido
trabajar.
También hay una alusión en las palabras: “A quien venciere le haré columna en el templo
de mi Dios, y no saldrá jamás de allí” (Apocalipsis 3, 12). La “salida” a que aquí se hace
referencia no es otra que la reencarnación, el destierro de los celestes lugares.
Durante varios siglos, la primitiva Iglesia tuvo en su seno muchos diligentes partidarios de
la reencarnación. Orígenes de Alejandría sostenía que las almas, al caer de un estado
elevado, trabajaban para recuperar ese estado y la gloria, reencarnándose repetidas veces.
Esta enseñanza fue reconocida como vital aun por aquellos que la combatían. San Agustín,
en sus “Confesiones”, emplea estas palabras notables: “¿No he vivido en otro cuerpo antes
de entrar en el útero de mi madre?”
Los diversos concilios de la Iglesia, sin embargo, vieron con disgusto este crecimiento de la
doctrina de la reencarnación, y la influencia de aquéllos, cada día mayor en a Iglesia, fue
dirigida contra la “herejía”. En 538, Justiniano promulgó una ley en la que se declaraba:
“Todo aquel que sostenga la mística idea de la preexistencia del alma y la maravillosa
opinión consiguiente de su regreso, será anatematizado”. En varios concilios eclesiásticos
hubo pronunciamientos condenatorios de esas enseñanzas, pero hemos de precisar que,
finalmente, el rechazo oficial de la creencia reencarnacionista por parte de la Iglesia
católica no se promulga hasta el año 553, en el II Concilio de Constantinopla. Como
anécdota, diremos que, además de la ilegitimación de esta vieja tradición religiosa, el
Espíritu Santo tuvo a bien sugerirles a los conciliares, según ellos, que añadieran, de paso,
que la mujer, al igual que el varón, poseía un alma.
Pero la doctrina de la reencarnación entre los pueblos cristianos no murió, a pesar de las
órdenes y anatemas de los Concilios de la Iglesia Cristiana. Perseguida y condenada,
permaneció oculta, hasta que de nuevo pudo elevar su llama hacia los cielos. Y aun durante
el período de persecución, el que se dedique a estudiar con cuidado el asunto observará
algunos chispazos y nubecillas de humo que se escapan acá y acullá. Velada con frases
místicas, encubierta con imágenes poéticas, se descubrirán muchas alusiones en los escritos
de los siglos. Y durante los pasados doscientos años la reviviscencia del asunto ha sido
constante, hasta finalizar el siglo XIX, que es cuando encontramos nuevamente la doctrina
abiertamente predicada y enseñada a millares de oyentes y hasta defendida secretamente
por muchos cristianos ortodoxos.

Contenu connexe

Similaire à Ley del karma y reencarnación

Filosofía oriental
Filosofía orientalFilosofía oriental
Filosofía orientalrafael felix
 
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...GNOSIS MONTZURI
 
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...GNOSIS MONTZURI
 
Angeles en la vida social 2p
Angeles en la vida social 2pAngeles en la vida social 2p
Angeles en la vida social 2pfomtv
 
Vicente Beltran Anglada - La Creacion de las Razas.doc
Vicente Beltran Anglada - La Creacion de las Razas.docVicente Beltran Anglada - La Creacion de las Razas.doc
Vicente Beltran Anglada - La Creacion de las Razas.docTony233367
 
La ascensión
La ascensiónLa ascensión
La ascensiónchcrai
 
Los tres tipos de muerte y el ajustador-2. --
Los tres tipos de muerte y el ajustador-2. --Los tres tipos de muerte y el ajustador-2. --
Los tres tipos de muerte y el ajustador-2. --Estudiantes Urantia
 
Los tres tipos de muerte y el ajustador 2
Los tres tipos de muerte y el ajustador 2Los tres tipos de muerte y el ajustador 2
Los tres tipos de muerte y el ajustador 2Estudiantes Urantia
 
Los tres tipos de muerte y el Ajustador 2.
Los tres tipos de muerte y el Ajustador 2.Los tres tipos de muerte y el Ajustador 2.
Los tres tipos de muerte y el Ajustador 2.Estudiantes Urantia
 
Bailey, alice alice a bailey
Bailey, alice   alice a baileyBailey, alice   alice a bailey
Bailey, alice alice a baileyghufri
 
07 la obra del cristo en palabras augustas. ley de jerarquia
07 la obra del cristo en palabras augustas. ley de jerarquia07 la obra del cristo en palabras augustas. ley de jerarquia
07 la obra del cristo en palabras augustas. ley de jerarquiaMaría Elena Sarmiento
 
Breve reseña sobre los exús y su fundamento para aprendis.
Breve reseña sobre los exús y su fundamento para aprendis.Breve reseña sobre los exús y su fundamento para aprendis.
Breve reseña sobre los exús y su fundamento para aprendis.Fani Andrea Palczykowski
 
05 la obra del cristo en palabras augustas. causa y efecto i
05 la obra del cristo en palabras augustas. causa y efecto i05 la obra del cristo en palabras augustas. causa y efecto i
05 la obra del cristo en palabras augustas. causa y efecto iMaría Elena Sarmiento
 

Similaire à Ley del karma y reencarnación (20)

Filosofía oriental
Filosofía orientalFilosofía oriental
Filosofía oriental
 
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
 
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
15 reencarnacion, retorno y recurrencia...
 
Angeles en la vida social 2p
Angeles en la vida social 2pAngeles en la vida social 2p
Angeles en la vida social 2p
 
Vicente Beltran Anglada - La Creacion de las Razas.doc
Vicente Beltran Anglada - La Creacion de las Razas.docVicente Beltran Anglada - La Creacion de las Razas.doc
Vicente Beltran Anglada - La Creacion de las Razas.doc
 
La reencarnacion
La reencarnacionLa reencarnacion
La reencarnacion
 
Lareencarnacion
LareencarnacionLareencarnacion
Lareencarnacion
 
La ascensión
La ascensiónLa ascensión
La ascensión
 
Introduction to messiah
Introduction to messiahIntroduction to messiah
Introduction to messiah
 
Tutorial 2
Tutorial 2Tutorial 2
Tutorial 2
 
diccionario-rosacruz
diccionario-rosacruzdiccionario-rosacruz
diccionario-rosacruz
 
Los tres tipos de muerte y el ajustador-2. --
Los tres tipos de muerte y el ajustador-2. --Los tres tipos de muerte y el ajustador-2. --
Los tres tipos de muerte y el ajustador-2. --
 
Los tres tipos de muerte y el ajustador 2
Los tres tipos de muerte y el ajustador 2Los tres tipos de muerte y el ajustador 2
Los tres tipos de muerte y el ajustador 2
 
Los tres tipos de muerte y el Ajustador 2.
Los tres tipos de muerte y el Ajustador 2.Los tres tipos de muerte y el Ajustador 2.
Los tres tipos de muerte y el Ajustador 2.
 
Bailey, alice alice a bailey
Bailey, alice   alice a baileyBailey, alice   alice a bailey
Bailey, alice alice a bailey
 
07 la obra del cristo en palabras augustas. ley de jerarquia
07 la obra del cristo en palabras augustas. ley de jerarquia07 la obra del cristo en palabras augustas. ley de jerarquia
07 la obra del cristo en palabras augustas. ley de jerarquia
 
2 cabala
2 cabala2 cabala
2 cabala
 
Breve reseña sobre los exús y su fundamento para aprendis.
Breve reseña sobre los exús y su fundamento para aprendis.Breve reseña sobre los exús y su fundamento para aprendis.
Breve reseña sobre los exús y su fundamento para aprendis.
 
Palingenesis
PalingenesisPalingenesis
Palingenesis
 
05 la obra del cristo en palabras augustas. causa y efecto i
05 la obra del cristo en palabras augustas. causa y efecto i05 la obra del cristo en palabras augustas. causa y efecto i
05 la obra del cristo en palabras augustas. causa y efecto i
 

Plus de Lácides Manuel Martínez Ávila

Plus de Lácides Manuel Martínez Ávila (20)

Catálogo filosófico
Catálogo filosóficoCatálogo filosófico
Catálogo filosófico
 
Figuras retóricas y poéticas (recopilación)
Figuras retóricas y poéticas (recopilación)Figuras retóricas y poéticas (recopilación)
Figuras retóricas y poéticas (recopilación)
 
La cervecita
La cervecitaLa cervecita
La cervecita
 
¡Levántate y anda!
¡Levántate y anda!¡Levántate y anda!
¡Levántate y anda!
 
¡Levántate y anda!
¡Levántate y anda!¡Levántate y anda!
¡Levántate y anda!
 
Saloa, cuna del paseo vallenato
Saloa, cuna del paseo vallenatoSaloa, cuna del paseo vallenato
Saloa, cuna del paseo vallenato
 
Encuentros gramaticales de pedro p
Encuentros gramaticales de pedro pEncuentros gramaticales de pedro p
Encuentros gramaticales de pedro p
 
Mis aforismos
Mis aforismosMis aforismos
Mis aforismos
 
Décimas del poeta saloero
Décimas del poeta saloeroDécimas del poeta saloero
Décimas del poeta saloero
 
Vargas vila; su valor literario y filosófico
Vargas vila; su valor literario y filosóficoVargas vila; su valor literario y filosófico
Vargas vila; su valor literario y filosófico
 
Sonetos y otras rimas de arte mayor
Sonetos y otras rimas de arte mayorSonetos y otras rimas de arte mayor
Sonetos y otras rimas de arte mayor
 
Décimas comunes y corrientes
Décimas comunes y corrientesDécimas comunes y corrientes
Décimas comunes y corrientes
 
Laurina palma o la gran miseria humana
Laurina palma o la gran miseria humanaLaurina palma o la gran miseria humana
Laurina palma o la gran miseria humana
 
Numas armando gil, la sola golondrina que sí hace verano
Numas armando gil, la sola golondrina que sí hace veranoNumas armando gil, la sola golondrina que sí hace verano
Numas armando gil, la sola golondrina que sí hace verano
 
El modelo pedagógico ideal
El modelo pedagógico idealEl modelo pedagógico ideal
El modelo pedagógico ideal
 
Elegía a alfonso lópez pumarejo
Elegía a alfonso lópez pumarejoElegía a alfonso lópez pumarejo
Elegía a alfonso lópez pumarejo
 
Sonetos de miguel rasch isla
Sonetos de miguel rasch islaSonetos de miguel rasch isla
Sonetos de miguel rasch isla
 
La radio en el cesar
La radio en el cesarLa radio en el cesar
La radio en el cesar
 
La tolerancia, compromiso de todos
La tolerancia, compromiso de todosLa tolerancia, compromiso de todos
La tolerancia, compromiso de todos
 
La europeización de maturana
La europeización de maturanaLa europeización de maturana
La europeización de maturana
 

Dernier

PPT_Formación integral y educación CRESE (1).pdf
PPT_Formación integral y educación CRESE (1).pdfPPT_Formación integral y educación CRESE (1).pdf
PPT_Formación integral y educación CRESE (1).pdfEDILIAGAMBOA
 
DETALLES EN EL DISEÑO DE INTERIOR
DETALLES EN EL DISEÑO DE INTERIORDETALLES EN EL DISEÑO DE INTERIOR
DETALLES EN EL DISEÑO DE INTERIORGonella
 
periodico mural y sus partes y caracteristicas
periodico mural y sus partes y caracteristicasperiodico mural y sus partes y caracteristicas
periodico mural y sus partes y caracteristicas123yudy
 
libro para colorear de Peppa pig, ideal para educación inicial
libro para colorear de Peppa pig, ideal para educación iniciallibro para colorear de Peppa pig, ideal para educación inicial
libro para colorear de Peppa pig, ideal para educación inicialLorenaSanchez350426
 
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundialDía de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundialpatriciaines1993
 
Los Nueve Principios del Desempeño de la Sostenibilidad
Los Nueve Principios del Desempeño de la SostenibilidadLos Nueve Principios del Desempeño de la Sostenibilidad
Los Nueve Principios del Desempeño de la SostenibilidadJonathanCovena1
 
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDUFICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDUgustavorojas179704
 
Técnicas de grabado y estampación : procesos y materiales
Técnicas de grabado y estampación : procesos y materialesTécnicas de grabado y estampación : procesos y materiales
Técnicas de grabado y estampación : procesos y materialesRaquel Martín Contreras
 
Uses of simple past and time expressions
Uses of simple past and time expressionsUses of simple past and time expressions
Uses of simple past and time expressionsConsueloSantana3
 
Instrucciones para la aplicacion de la PAA-2024b - (Mayo 2024)
Instrucciones para la aplicacion de la PAA-2024b - (Mayo 2024)Instrucciones para la aplicacion de la PAA-2024b - (Mayo 2024)
Instrucciones para la aplicacion de la PAA-2024b - (Mayo 2024)veganet
 
Manejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsa
Manejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsaManejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsa
Manejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsaLuis Minaya
 
c3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptx
c3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptxc3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptx
c3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptxMartín Ramírez
 
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptxc3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptxMartín Ramírez
 
PINTURA ITALIANA DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI).ppt
PINTURA ITALIANA DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI).pptPINTURA ITALIANA DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI).ppt
PINTURA ITALIANA DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI).pptAlberto Rubio
 
Fundamentos y Principios de Psicopedagogía..pdf
Fundamentos y Principios de Psicopedagogía..pdfFundamentos y Principios de Psicopedagogía..pdf
Fundamentos y Principios de Psicopedagogía..pdfsamyarrocha1
 
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdfTarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdfManuel Molina
 

Dernier (20)

PPT_Formación integral y educación CRESE (1).pdf
PPT_Formación integral y educación CRESE (1).pdfPPT_Formación integral y educación CRESE (1).pdf
PPT_Formación integral y educación CRESE (1).pdf
 
DETALLES EN EL DISEÑO DE INTERIOR
DETALLES EN EL DISEÑO DE INTERIORDETALLES EN EL DISEÑO DE INTERIOR
DETALLES EN EL DISEÑO DE INTERIOR
 
periodico mural y sus partes y caracteristicas
periodico mural y sus partes y caracteristicasperiodico mural y sus partes y caracteristicas
periodico mural y sus partes y caracteristicas
 
libro para colorear de Peppa pig, ideal para educación inicial
libro para colorear de Peppa pig, ideal para educación iniciallibro para colorear de Peppa pig, ideal para educación inicial
libro para colorear de Peppa pig, ideal para educación inicial
 
Earth Day Everyday 2024 54th anniversary
Earth Day Everyday 2024 54th anniversaryEarth Day Everyday 2024 54th anniversary
Earth Day Everyday 2024 54th anniversary
 
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundialDía de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
 
La luz brilla en la oscuridad. Necesitamos luz
La luz brilla en la oscuridad. Necesitamos luzLa luz brilla en la oscuridad. Necesitamos luz
La luz brilla en la oscuridad. Necesitamos luz
 
Los Nueve Principios del Desempeño de la Sostenibilidad
Los Nueve Principios del Desempeño de la SostenibilidadLos Nueve Principios del Desempeño de la Sostenibilidad
Los Nueve Principios del Desempeño de la Sostenibilidad
 
VISITA À PROTEÇÃO CIVIL _
VISITA À PROTEÇÃO CIVIL                  _VISITA À PROTEÇÃO CIVIL                  _
VISITA À PROTEÇÃO CIVIL _
 
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDUFICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDU
 
Técnicas de grabado y estampación : procesos y materiales
Técnicas de grabado y estampación : procesos y materialesTécnicas de grabado y estampación : procesos y materiales
Técnicas de grabado y estampación : procesos y materiales
 
Uses of simple past and time expressions
Uses of simple past and time expressionsUses of simple past and time expressions
Uses of simple past and time expressions
 
Instrucciones para la aplicacion de la PAA-2024b - (Mayo 2024)
Instrucciones para la aplicacion de la PAA-2024b - (Mayo 2024)Instrucciones para la aplicacion de la PAA-2024b - (Mayo 2024)
Instrucciones para la aplicacion de la PAA-2024b - (Mayo 2024)
 
Manejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsa
Manejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsaManejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsa
Manejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsa
 
PPTX: La luz brilla en la oscuridad.pptx
PPTX: La luz brilla en la oscuridad.pptxPPTX: La luz brilla en la oscuridad.pptx
PPTX: La luz brilla en la oscuridad.pptx
 
c3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptx
c3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptxc3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptx
c3.hu3.p1.p2.El ser humano y el sentido de su existencia.pptx
 
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptxc3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
 
PINTURA ITALIANA DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI).ppt
PINTURA ITALIANA DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI).pptPINTURA ITALIANA DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI).ppt
PINTURA ITALIANA DEL CINQUECENTO (SIGLO XVI).ppt
 
Fundamentos y Principios de Psicopedagogía..pdf
Fundamentos y Principios de Psicopedagogía..pdfFundamentos y Principios de Psicopedagogía..pdf
Fundamentos y Principios de Psicopedagogía..pdf
 
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdfTarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
Tarea 5_ Foro _Selección de herramientas digitales_Manuel.pdf
 

Ley del karma y reencarnación

  • 1. LEY DEL KARMA Y REENCARNACIÓN El tema de la reencarnación, aunque hoy parece estar de moda, nació con el hombre. Todas las culturas lo contemplaron, robusteciéndolo o negándolo. Las religiones, desde luego, influyeron considerablemente en su interpretación. En la Grecia antigua, a diferencia de los países orientales, la creencia en la reencarnación no formaba parte de la religión popular, pero sí se mantuvo dentro del ámbito de las iniciaciones espirituales esotéricas, y se la reconocía únicamente a través de algunos mitos. Orfeo, por ejemplo, se ocupó entre otras cosas de hacer comprender a los hombres de su tiempo y especialmente a toda la fraternidad órfica la relación entre las estaciones, sus reglas de vida y muerte sobre la tierra, y su similitud con los ciclos de vida y muerte del ser humano. El hombre vuelve, como la Primavera, y debe dar en cada período de encarnación un fruto más perfecto, debe adquirir una experiencia unificadora del cuerpo, la mente y el espíritu. También en Grecia, siglos más tarde, filósofos notables como Pitágoras, Empédocles, Sócrates y Platón, entre otros, aceptaron y enseñaron la doctrina de la reencarnación y la ley del karma. Reencarnación y Karma en el Hinduismo y el Budismo Aun cuando la reencarnación ha sido creída y enseñada en casi todas las naciones y entre todas las razas en los tiempos pasados como en los presentes, se considera a la India como la madre natural de la doctrina. A través de cuarenta siglos o más, esta raza ha mantenido firmemente la doctrina original, hasta ahora que Occidente dirige de nuevo o la mirada hacia la luz en busca de solución a los grandes problemas de la vida humana y de la existencia, y muchos pensadores consideran que en el estudio y comprensión de los grandes pensamientos fundamentales de los libros Vedas y los Puranas, encontrará el Occidente el único antídoto posible para el virus del materialismo que está emponzoñando las venas del mundo espiritual inteligente. Es en la India donde encontramos la doctrina de la Reencarnación en toda su floración, no tan sólo en el pasado, sino asimismo en el presente. Desde los primeros momentos de la raza en la India, las reencarnación en alguna de sus formas diversas ha sido aceptada, y en la actualidad sigue siéndolo, por la totalidad del pueblo indio, con sus muchas subdivisiones y subrazas, si se exceptúan los indios mahometanos. El hinduismo o brahmanismo, que es el sistema filosófico-religioso más extendido en la India, desarrolló la creencia en la trasmigración de las almas. El alma sobrevivía a la muerte y se encarnaba en otro ser, humano o animal. Según hubiera sido la conducta en vida, el alma renacería encarnada en un ser superior o inferior. Esto es lo que se conoce como “ley del Karma” o “ley de causa-efecto”. Según esta ley, todo lo que el hombre
  • 2. hace, piensa o siente, es el producto de una acción pasada y el origen de una acción futura. Tiene lugar en cada instante de la vida. El karma está en la base de las teorías de la reencarnación o vidas sucesivas. Sería el resultado de los actos realizados en existencias anteriores por una especie de entidad permanente del individuo que, revistiendo diferentes formas, peregrinaría indefinidamente. El hombre pasa por una serie de vidas en las que el carácter de cada una es resultado de los buenas y malos actos de la anterior existencia. Según esta teoría, lo que sobrevive no es la individualidad concreta o específica del alma; no es el registro kármico correspondiente a una sola o a la última encarnación; lo que pasa a la nueva vida es la carga kármica total, la suma de todos los actos del hombre, sus méritos, el resultado ético-espiritual de sus vidas anteriores, su valor total, despojado de su anterior individuación, que se considera como accidental. En otras palabras, y de acuerdo con los sistemas brahmánicos, no es sólo el acto realizado por el individuo durante el curso de la vida presente, sino que incluye la suma de los actos de sus anteriores vidas, especie de predestinación que pesa gravemente sobre su futuro escatológico. Todo ser es responsable de sus actos y sufre las consecuencias de los mismos (karma). Según sea el karma mayor o menor, así la transmigración --denominada también metempsicosis-- será hacia la promoción o la degradación, y esta última, en ocasiones, puede ser tan ínfima, que el karma toma cuerpo en una forma inanimada. El sabio obtiene, en recompensa a sus virtudes, el renacer, según sus méritos, como hombre de condición superior, o en la clase de los genios del mundo de la luz, o en la de los dioses, y, si alcanza la perfección, logra convertirse en “bodhisattva” o, fundamentalmente, en buda. El indiferente y el pecador renacerá en una condición humana inferior, entre los genios de las tinieblas, los demonios, los animales, o en alguno de los dieciocho infiernos. El infierno, para este sistema, no es eterno; el rigor y la duración de las penas son proporcionales a las culpas, y, una vez terminada la expiación, vuelve el ama a ocupar en la escala de los seres el puesto que le corresponde según los actos meritorios que ha realizado. La ley del karma enseña, pues, que conforme un hombre obra y se mueve en el camino de la vida, así se vuelve. El que hace bien se vuelve bueno; el que hace mal se vuele malo. El que obra con pureza se vuelve puro; el que obra con doblez se vuelve deshonesto. El que obra con malevolencia se vuelve malvado. Se dice, con verdad, que el hombre está hecho de deseos; su fe es tal cual es su deseo, y sus obras son tal cual es su fe. El hombre es un producto de sus obras, según reza este versículo: “El hombre alcanza con su acción a su posible determinación”. Al llegar al final del viaje comenzado por sus obras en la tierra, el hombre retorna de aquel mundo a este mundo de la acción humana. Y el ciclo de sucesivos nacimientos y muerte, que recibe el nombre de samsara, terminará cuando, después de distintas transmigraciones y se alcance la total purificación, el alma se confunda con la Divinidad. En la Biblia, la Ley del Karma aparece expresada en la llamada Regla de Oro, que reza: “Y lo que queráis que os hagan los hombres, hecédselo vosotros igualmente a ellos” (Lucas 6, 31). Asimismo, se halla clara la idea en las siguientes palabras: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá” (Mateo 7, 1-2).
  • 3. Karma y Reencarnación según la Teosofía Para los teósofos, la alteza de nuestro último fin, el sinnúmero de obstáculos que tenemos que vencer para conseguirlo, la casi infinita desigualdad en el progreso intelectual, moral y espiritual que ofrece el género humano, son sólidos argumentos que prueban la doctrina de la reencarnación y las existencias sucesivas. Según este sistema, el hombre, al morir, transita por los planos etéreo, astral y mental inferior, con sus respectivas subdivisiones, valiéndose de cuerpos apropiados para cada uno de ellos, hasta llegar a una especie de paraíso temporal, llamado Devachán, que es un equivalente del Cielo de los cristianos, ubicado en el plano mental superior. En el devachán, donde residirá un tiempo proporcionado a las buenas obras que realizó en la tierra, goza el hombre del fruto de sus aspiraciones al bien, se asimila todos los valores reales de sus experiencias pasadas, y, terminada esta labor de asimilación, agotados los manantiales de su felicidad y vistas sus deficiencias, se determina espontáneamente a penetrar de nuevo en la corriente de la vida de las formas. Salido, pues, el Ego, o Autoconciencia, del Devachán, en el plano mental inferior recobra las imágenes, residuo experimental de sus anteriores existencias; en el astral se une a un cuerpo del mismo nombre, proporcionado en perfección a dichas imágenes, y ya en en el plano físico, primero un cuerpo etéreo y después el cuerpo denso o cuerpo físico visible, no menos necesariamente proporcionado en perfección al astral y etéreo respectivamente. Y esta proporción necesaria y fatal entre el valor de las obras y su retribución en las reencarnaciones, es lo que llaman Karma. Es, pues, el Karma una ley de justicia retributiva, ciega, inconsciente, inexorable, que regula toda la actividad devachánica. Según ella, todo hombre, después de su muerte, recoge lo que sembró en la vida, o sea las consecuencias físicas e inevitables de sus actos, buenos o malos. Estas consecuencias, que algunos teósofos se imaginan entidades físicas distintas, y otros como una especie de atmósfera, obran automáticamente e impulsan al Ego o Autoconciencia a la reencarnación, mejor o peor, según sea el karma anterior; hasta que, perfeccionada en la nueva o nuevas existencias, pueda reflejar claramente al Logos- inteligencia. Entonces empieza la segunda fase de la evolución humana, o sea la manifestación del Logos-amor o felicidad. La vida cíclica o período de encarnación (samsara) puede compararse muy bien con la vida humana. Como cada vida de esta última está compuesta de días de actividad, separados por noches de sueño o inacción, así, en un ciclo de encarnación, cada vida activa es seguida de un descanso devachánico, y esa sucesión de nacimientos es lo que lleva el nombre de reencarnación. Sólo por medio de esos nacimientos es como puede lograrse el progreso perpetuo de los innumerables millones de Egos hacia la perfección, y un descanso final por tanto tiempo como haya durado el período de actividad.
  • 4. Lo que regula la duración o las cualidades especiales de esas encarnaciones es Karma, la ley universal de justicia retributiva, cuyas consecuencias son la equidad, la sabiduría y la inteligencia absolutas e infalibles. Porque, en sus efectos, Karma es un reparador seguro de la injusticia humana y de todas las demás faltas de la naturaleza, y corrige los errores con estricta justicia; es una ley retributiva que recompensa y castiga con igual imparcialidad. Estrictamente hablando, “no respeta a persona alguna”, y, por otra parte, no se logra aplacar ni modificar por medio de la oración. Esta creencia es común a los hindúes y a los budistas, pues ambos creen en Karma, pero los dogmas cristianos actuales contradicen, por lo general, a ambos, y difícilmente un cristiano convencional u ortodoxo aceptará tal doctrina. Hace muchos años, Inman explicó el porqué. Como muy bien dice, “los cristianos admitirán cualquier contrasentido, siempre que lo declare la Iglesia..., cuestión de fe; mientras que los budistas sostienen que nada que esté en contradicción con la sana razón puede ser una verdadera doctrina de Buda”. Los budistas no creen en el perdón de sus pecados, excepto después de un castigo justo y adecuado por cada mala acción o pensamiento, en una encarnación futura, y una compensación proporcionada a las partes perjudicadas. No creen los cristianos lo mismo. Ellos creen en el perdón y en la remisión de todos los pecados. Les han prometido que con sólo creer en la sangre de Cristo (¡víctima inocente!), en la sangre que Él ofrendó por la expiación de los pecados de la humanidad entera, quedarán todos los pecados mortales redimidos. Nosotros, los teósofos, no creemos ni en el perdón por medio de un vicario, ni en la posibilidad de la remisión del pecado más insignificante por ningún “Dios”, aunque fuese “personal Absoluto” o “Infinito”, si cosa semejante pudiese existir. En lo que creemos es en la justicia imparcial y estricta. Nuestra idea de la Deidad Universal desconocida, representada por Karma, es la de un poder que no puede errar y que no puede, por tanto, sentir cólera ni compasión, porque es la equidad absoluta, que deja a cada causa, pequeña o grande, producir sus inevitables efectos. La sentencia de Jesús: “Con la misma medida con que midiereis seréis medidos vosotros” (Mateo 7,2) no hace alusión, ni por la expresión de la frase, ni implícitamente, a esperanza alguna de salvación o perdón por medio de tercero. He aquí por qué, reconociendo nuestra filosofía la justicia de esa sentencia, nunca podemos recomendar bastante la compasión, la caridad y el perdón de las ofensas. “Karma, como ya hemos dicho –escribe H. P. Blavatsky--, lo consideramos como la ley última del Universo, la fuente y el origen de todas las demás leyes que existen en la naturaleza. Karma es la ley infalible que ajusta el efecto a la causa, en los planos físico, mental y espiritual del ser. Como ninguna causa deja de producir su debido efecto, desde la más grande hasta la más pequeña, desde la perturbación cósmica, hasta el movimiento de nuestras manos, y, como lo semejante produce lo semejante, Karma es aquella ley invisible y desconocida que ajusta sabia, inteligente y equitativamente cada efecto a su causa, haciendo remontar ésta hasta su productor. Aunque incognoscible, su acción es perceptible”. Describe, además, la ley del karma como una ley de ajuste, que siempre tiende a restablecer el equilibrio en el mundo físico y la turbada armonía en el mundo moral. Dice que Karma
  • 5. no obra siempre en tal o cual sentido particular, sino que siempre lo hace de modo que restablece la armonía y el equilibrio de la balanza en virtud del cual existe el Universo. Además, sostiene que todo dolor y todo sufrimiento son resultados de la falta de armonía, y que la causa terrible y única de la perturbación de aquélla es el egoísmo, en una forma u otra. Por consiguiente, Karma devuelve a cada hombre las consecuencias precisas de sus propios actos, sin tener en cuenta para nada su carácter moral; pero, puesto que recibe lo que le es debido por todo, es evidente que tendrá que expiar todos los sufrimientos que haya causado, exactamente del mismo modo que recogerá con júbilo los frutos de la felicidad y armonía que haya contribuido a producir. La Reencarnación en el Judaísmo y en el Cristianismo Judaísmo y cristianismo son dos ramas de una misma religión, y por ello resultan inseparables de su base esotérica, en su tradición hermética. Ambas poseen, como todas las grandes religiones, un conjunto de textos secretos u ocultos para el pueblo y los no iniciados, y una doctrina que se transmitía sólo oralmente con la explícita prohibición de difundirla fuera de las escuelas en que se impartía. En el caso de la reencarnación, tema que nos ocupa, no es, de todos modos, necesaria una exhaustiva investigación para comprender que esta filosofía estaba incluida en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, y que de Moisés a Jesús existe un hilo conductor, unas veces más difuso y otras más perceptible, en donde se transparenta la doctrina secreta que adquirían los iniciados insertos en las sectas místicas de ambas ramas de esta religión. Al salir Moisés de Egipto con las tribus que hasta entonces habían permanecido allí, al principio en convivencia pacífica y más tarde en esclavitud, en las tierras del imperio, llevaba consigo todo el bagaje que le había aportado su estancia en los grandes colegios sacerdotales, en donde se educaba a la nobleza del país; y aún más, lo probable es que él mismo perteneciese a la casta sacerdotal y, al ver a Egipto diluido en la corrupción bajo el abuso religioso y político de sus dirigentes, decidiese sacar de allí a aquellas tribus bárbaras, pero de algún modo vinculadas al monoteísmo, para dar continuidad a la antigua tradición. A este Moisés de procedencia egipcia, algunos historiadores, e incluso viejas leyendas judaicas, le atribuyen, además del rango sacerdotal, una brillante actividad militar. La secta mística que brotó entre los judíos en el siglo anterior al nacimiento de Cristo, y que llegó a su mayor altura precisamente en los tiempos del nacimiento del Redentor; esa secta, culto u origen de los esenios, tuvo suma importancia en la dirección y propagación de las verdades de la reencarnación entre el pueblo judío. Combinaba esta secta los antiguos Misterios Egipcios con la doctrina mística de Pitágoras y la filosofía de Platón. Estaba íntimamente ligada con la terapéutica judaica de Egipto, y era la orden mística que servía de guía en su tiempo. Josefo, el eminente historiador judío, al hablar de los esenios, dijo: “La opinión corriente entre ellos es que los cuerpos son corruptibles y la materia de que están formados no es permanente, pero que las almas permanecen exentas de la muerte eternamente; y que, emanadas del éter más sutil, están encerradas en los cuerpos como en una prisión a la que son llevadas por algún hechizo natural. Mas, cuando salen de los
  • 6. límites de la carne, como si se libraran de un largo cautiverio, se regocijan y renacen en otra parte”. Resulta interesante comprobar lo mucho que el cristianismo le debe al esenismo. Parece ser que existió un punto de contacto definitivo entre Juan el Bautista y esta hermandad. Su tiempo de preparación fue el que pasó en el desierto próximo al Mar Muerto; sus predicaciones de rectitud respecto a Dios y de justicia para con los hombres estaban de acuerdo con el esenismo, así como también su insistencia sobre el bautismo puede relacionarse con las lustraciones esénicas. Se echan de ver ya aquí las conexiones entre los esenios y los primitivos cristianos, a través de Juan el Bautista. Alguien también ha dicho que Jesucristo había sostenido estrechas relaciones con los esenios, durante el lapso de su vida comprendido entre los doce y treinta años de edad, y que fue, además, un aliado de las órdenes místicas. Sea esto verdad o no, lo cierto es que indudablemente los esenios han influido de una manera vigorosa en la primitiva Iglesia cristiana, y estuvieron estrechamente aliados a otras organizaciones místicas con las cuales se hallaban de acuerdo en las doctrinas fundamentales, especialmente en la de la reencarnación. En las Sagradas Escrituras, encontramos, por ejemplo, numerosos textos tratando sobre la identidad de Juan y Elías, alrededor de seis o siete, entre los cuatro Evangelios. Parece, sin duda, que estaba en el ánimo de los judíos esta creencia, y así encontramos en Mateo, capítulo 14, versículo 1, a Herodes, preocupado por la vuelta del Bautista, a quien confunde con Jesús: “En aquel tiempo oyó el tetrarca Herodes la fama de Jesús, y dijo a sus cortesanos: Ése es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas”. La idea general de la reencarnación flota también sobre otros fragmentos, si no explícitamente, sí en forma de aceptación. Advertimos que cada vez que alguien le pregunta a Jesús si es Elías, él simplemente lo niega, ni comenta ni condena el reencarnacionismo; nada dice sobre ello en teoría, no se extiende sobre el tema, como si diera por hecho que no es discutible. Tal parece que esta creencia era tan común, que se ha dado por aceptada. Por ejemplo, cuando Jesús pregunta a sus discípulos (Mateo 16): “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”, y su contestación fue: “Unos dicen que Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, Jeremías, o alguno de los profetas”, parece indicar que la idea de la reencarnación prevalecía entre la gente. Pero hay otro caso en que Cristo expone claramente esta doctrina. Oigamos sus palabras, cuando algunos discípulos vinieron de parte de Juan el Bautista, quien se hallaba en la cárcel, y le preguntaron si era el Cristo. Después de dar a los mensajeros la respuesta para su maestro, habló Jesús del carácter del gran predicador, y dijo: “Y si le queréis recibir, él es aquel Elías que había de venir” (Mateo 11, 14), declaración muy clara de que el profeta judío había reencarnado en Juan el Bautista. También, cuando sus discípulos le preguntaron por qué se decía que Elías vendría antes que el Mesías, su contestación fue: “Elías, en verdad, ha de venir y reestablecerá todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron. Entonces comprendieron los discípulos que les había hablado de Juan el Bautista” (Mateo 17, 11-13).
  • 7. Tal vez la alusión más clara se encuentre en el capítulo 9 de Juan, en el caso del hombre ciego de nacimiento. Los discípulos se encuentran perplejos acerca de la razón por la cual el hombre tuvo que nacer ciego. Ellos preguntaron: “Rabí, quién pecó, éste o sus padres?” ¿Cómo pudo él haber causado su propia ceguera por el pecado, si nació ciego? Es obvio que la pregunta refleja una clara alusión a una vida anterior. Esto indica que la creencia ya prevalecía. Y la contestación de Jesús indica que ambas teorías eran razonables, porque Él ni las rechazó ni las ridiculizó. Sencillamente declaró que ellas no aplicaban en este caso: “No es que pecó éste ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”. En otras palabras, la aflicción era tan sólo un medio para hacer que algo en el individuo trabajara de acuerdo con su estado de conciencia, que de otra manera no hubiese podido trabajar. También hay una alusión en las palabras: “A quien venciere le haré columna en el templo de mi Dios, y no saldrá jamás de allí” (Apocalipsis 3, 12). La “salida” a que aquí se hace referencia no es otra que la reencarnación, el destierro de los celestes lugares. Durante varios siglos, la primitiva Iglesia tuvo en su seno muchos diligentes partidarios de la reencarnación. Orígenes de Alejandría sostenía que las almas, al caer de un estado elevado, trabajaban para recuperar ese estado y la gloria, reencarnándose repetidas veces. Esta enseñanza fue reconocida como vital aun por aquellos que la combatían. San Agustín, en sus “Confesiones”, emplea estas palabras notables: “¿No he vivido en otro cuerpo antes de entrar en el útero de mi madre?” Los diversos concilios de la Iglesia, sin embargo, vieron con disgusto este crecimiento de la doctrina de la reencarnación, y la influencia de aquéllos, cada día mayor en a Iglesia, fue dirigida contra la “herejía”. En 538, Justiniano promulgó una ley en la que se declaraba: “Todo aquel que sostenga la mística idea de la preexistencia del alma y la maravillosa opinión consiguiente de su regreso, será anatematizado”. En varios concilios eclesiásticos hubo pronunciamientos condenatorios de esas enseñanzas, pero hemos de precisar que, finalmente, el rechazo oficial de la creencia reencarnacionista por parte de la Iglesia católica no se promulga hasta el año 553, en el II Concilio de Constantinopla. Como anécdota, diremos que, además de la ilegitimación de esta vieja tradición religiosa, el Espíritu Santo tuvo a bien sugerirles a los conciliares, según ellos, que añadieran, de paso, que la mujer, al igual que el varón, poseía un alma. Pero la doctrina de la reencarnación entre los pueblos cristianos no murió, a pesar de las órdenes y anatemas de los Concilios de la Iglesia Cristiana. Perseguida y condenada, permaneció oculta, hasta que de nuevo pudo elevar su llama hacia los cielos. Y aun durante el período de persecución, el que se dedique a estudiar con cuidado el asunto observará algunos chispazos y nubecillas de humo que se escapan acá y acullá. Velada con frases místicas, encubierta con imágenes poéticas, se descubrirán muchas alusiones en los escritos de los siglos. Y durante los pasados doscientos años la reviviscencia del asunto ha sido constante, hasta finalizar el siglo XIX, que es cuando encontramos nuevamente la doctrina abiertamente predicada y enseñada a millares de oyentes y hasta defendida secretamente por muchos cristianos ortodoxos.