2. INTRODUCCIÓN
La formación del pensamiento, que del lenguaje depende,
capacita a las personas para percibir su entorno,
relacionarse con los demás integrantes del grupo, adquirir
saberes tradicionales y producir otros propios, en el
contexto de su horizonte cultural.
En este sentido, podemos entender el lenguaje como una
herramienta, como una bisagra necesaria para
conectarnos con el mundo externo y con nuestro mundo
interior.
4. 1. EL PROCESO DE SIGNIFICACIÓN
La humanidad ha acumulado una cantidad inmensa de
conocimientos que llegan a nosotros no por la
experiencia directa, sino a través del lenguaje. Cuando
aprendemos el nombre de un objeto, empezamos a
apropiarnos de él. Adquirimos la capacidad de hablar
de los objetos sin que estén presentes.
Encontramos así dos universos de discurso: el universo del
discurso indicante (significante) y el universo del discurso
indicado (significado).
5. El significado depende del uso que
hacemos del lenguaje en un
contexto determinado. Tenemos,
entonces, que incorporar en el
estudio del lenguaje la intención del
hablante, y también el efecto que
produce su emisión sobre quien
escucha.
7. 2. LA RELACIÓN ENTRE
PENSAMIENTO Y EL LENGUAJE
El lenguaje se convierte en el signo del pensamiento, el
que “traduce” lo que pensamos.
“El pensamiento necesita del lenguaje porque toda
estructura cognoscitiva es una situación simbólica que
puede ser manifestada por signos” (Peirce).
La palabra es vehículo del concepto y la función de
éste es llevar al sujeto a la conciencia de un cierto
objeto.
9. 3. ¿CÓMO ELABORAMOS
LO QUE PENSAMOS?
Desarrollamos nuestro pensamiento a través de la
narración, los relatos y las descripciones. Cuando
describimos representamos lingüísticamente el
mundo real o imaginado y, de esta manera,
expresamos con palabras la forma de percibir el
mundo a través de los sentidos y a través de nuestra
mente que asocia, recuerda, imagina e interpreta.
10. CONCLUSIÓN
En esta ciudad que es el lenguaje, como afirmaba
Wittgenstein, siempre surgen nuevas urbanizaciones y
calles; también en el acto de pronunciar nuestra
propia palabra innovamos, vamos construyendo
nuevos signos para nuevas realidades o
redescubrimos viejos signos con una mirada distinta.
Por ello, es necesario cultivar esa capacidad de
crear y recrear el lenguaje en el marco de una
actitud reflexiva y abierta.