Este documento presenta cuatro leyendas urbanas de la ciudad de Ibarra, Ecuador. La primera habla sobre dos jóvenes que ven una procesión fantasmal con un ser demoníaco. La segunda trata sobre un hombre que se pierde en un laberinto formado por las casas de la ciudad. La tercera narra el encuentro de tres amigos borrachos con una mujer llamada la Chuchuda. Y la cuarta menciona a un doctor que desapareció luego de burlarse de unas brujas voladoras.
3. Agradecemos a los estudiantes y a los adultos mayores
quienes nos dedicaron tiempo y brindaron sus conocimientos
para la elaboración del libro digital.
Msc. Ana Mediavilla
Msc. Miguel Bonifaz
Kevin Trujillo
Juan Cevallos
Kevin Trujillo
Juan Cevallos
AGRADECIMIENTOS
Editores/ras:
Ilustradores:
4. Para el entendimiento del lector
Los artes presentes en el libro son una
creación bajo la visión creativa de los
autores, a los cuales se les adapto
características proporcionadas por las
descripciones de los adultos mayores.
Dentro del presente trabajo el lector
podrá apreciar diferentes tipos de
historias urbanas las cuales estarán
descritas y vendrán acompañadas de
diferentes tipos de bocetos y
descripciones de los mismos que
mejoren la interacción con el lector.
LEYENDAS
URBANAS
5. La leyenda de la caja ronca. En
la ciudad de Ibarra vivían dos jó-
venes amigos llamados Carlos
y Manuel, a quienes el padre de
Carlos les encargó la tarea de
acercarse al pozo para sacar agua
y poder regar la huerta de papas
de la familia.
El encargo era urgente ya que la
cosecha estaba a punto de estro-
pearse, por lo que no importó que
fuese casi de noche para enviar a
los muchachos al recado.Ya con
la noche sobre ellos, los jóvenes
se encaminaron a través de oscu-
ras calles en dirección a la huerta,
1
Carlos y
Manuel
Personaje principal 1
Personaje principal 2
Planta de
papa
Cultivos-regadío
6. pero a medida que caminaban es-
cuchaban un creciente e inquie-
tante sonido de tambor, el sonido
que acompaña el paso sincroniza-
do de una procesión.
Asustados por el extraño sonido
Carlos y Manuel decidieron es-
conderse junto a una casa aban-
donada, escuchando como los
pasos se acercaban cada vez más
y ojeando el callejón a la espera
de ver algo.
Caja ronca color - blanco y negro
Panorama general de la casa - procesión
2
7. Para su sorpresa y horror los
jóvenes contemplaron una fantas-
mal procesión de hombres enca-
puchados llevando velas en sus
manos y cuyos pies no tocaban el
suelo, y portando sobre sus hom-
bros una carroza en la que iba
sentado un ser demoníaco, con
largos cuernos, dientes puntiagu-
dos y unos fríos ojos semejantes
a los de las serpientes.
Tras la procesión iba un hombre
sin capucha y con el rostro pálido
como el de los difuntos, tocando
monótonamente el tambor que
los muchachos habían escuchado
al principio.
Boceto
demonio
Delineado- color demonio
Final color demonio
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8. Fue entonces cuando ambos re-
cordaron las historias escuchadas
desde niños, aquel tambor era el
que sus mayores llamaban «La
caja ronca«.
Tal fue la impresión para Carlos
y Manuel, que durante unos mo-
mentos perdieron el conocimien-
to a causa de la impresión, para
despertar y descubrir con horror
que cada uno de ellos sostenía
una vela similar a la que portaban
los procesionarios.
Al contemplar las velas con ma-
yor detenimiento vieron que se
trataba de huesos humanos y a
los pocos instantes todos los ve-
cinos se despertaron oyendo los
gritos de horror de ambos mu-
chachos.
Boceto encapuchado
Boceto delineado
paleta de colores
Boceto capucha
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9. Tras haber sido encontrados en su escondite,
temblando de miedo y murmurando palabras
inentendibles, los vecinos consiguieron cal-
marles y tranquilizarles antes de enviarlos de
vuelta con sus familiares.
Nadie creyó su historia e incluso el padre de
Carlos les acusó de mentirosos y de no haber
cumplido su tarea, siendo castigados por ello.
Es obvio que ninguno de ambos volvió a salir
jamás de noche.
Color detallado -
personajes principales
Boceto padre enojado
Tipos de velas 6
12. Era una noche de lluvia. La luz de
las deslumbrantes farolas golpea-
ba el pórtico del antiguo colegio
San Alfonso. Las paredes blan-
quísimas parecían agrandarse en
la lejanía. Todas las casas se mul-
tiplicaban incesantes. Como si la
ciudad cambiara de coordenadas
en cada esquina.
Eso sintió Martín Hinojosa mien-
tras trataba de volver a su casa,
cerca al río Tahuando, desde la
cantina Santafé, en el barrio de La
Merced. En su memoria se agol-
pó un consejo: los que andan por
las noches por ciertos lugares de
Ibarra se emparedan. 5
¿Qué es eso?, había preguntado incrédulo.
Simplemente que se quedaban entre pare-
des. Pero ahora, en la soledad de la calle, era
demasiado tarde para seguir la advertencia.
Plano general ciudad
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13. Rápidamente corrió hasta el
sector de La Esquina del Coco
y cuando se dirigía por la calle
Oviedo, hacia su casa, se encon-
tró con una pared blanca. Rehízo
sus pasos, mientras detrás de las
ventanas cerradas parecían que
miles de ojos lo observaban.
Aunque la perversa lluvia seguía
cayendo, a Martín le parecía que
todo era un espantoso silencio.
Ni siquiera los perros aullaban a
la luna, sólo un mareo provocado
por las casas que parecían mo-
verse y burlarse de este hombre
que corría desesperado por una
ciudad que se había transformado
en un laberinto.
Ahora, las casas se mostraban
injustamente iguales. No había
salida.
Bocetos esquina del coco Personaje principal -
monocromático - color
Ciudad laberinto
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14. Ni un diminuto espacio por donde escabullirse
ante las altas paredes de un inmenso
rompecabezas que, acaso, se estrecharía
hasta el absurdo.
Mientras avanzaba, las edificaciones parecían
estar conjuradas para confundirlo, a juzgar
por el imperceptible movimiento de juntar-
se hasta el espasmo. Porque literalmente no
existían calles, sino únicamente casas
arrejuntadas que, al aproximarse, impedían
el paso aunque Martín tenía la certeza de que
por esa ruta se encontraba su morada.
Huida ciudad-laberinto
Personaje principal desorientado - delineado - sombra
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15. Después de mucho perderse, llegó hasta las
cercanías del convento de las Madres
Carmelitas, para desde allí tratar de avanzar ha-
cia más allá de San Francisco. Sin previo aviso
la lluvia cesó. El corazón de Martín parecía un
inmenso tambor. Allí estaba: un ave imponente,
de plumaje de fulgor azul intenso matizado con
verde esmeralda, emitía un graznido aterrador.
Sus ojos parecían tener lumbre y mecía su
plumaje iracundo impidiendo el paso del
aturdido mozuelo. Era un pavo real imponente
que, al punto, inició un ataque certero.
Palpitación
corazón
Tipos de plumas Pavo real
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16. Martín, casi por instinto, aventó su
sombrero contra la cabeza de este
animal que parecía tener el pico de las
aves de rapiña.
El aleteo fue intenso. La defensa es-
taba a punto de caer ante la arremeti-
da del pájaro monstruoso. De pronto,
como si estuvieran más cerca de lo
esperado, se escucharon las campa-
nas del claustro, que anunciaban el
rezo. El pavo terrible se esfumó en el
aire. Martín Hinojosa se restregó los
ojos y las escasas copas que había in-
jerido se habían transformado en un
aliento de vida. Regresó a mirar. La
luz del alba era premonitoria. A lo le-
jos, un gallo cantaba a destiempo…
Delineado - gran
campana
Delineado - monocromático - gran campana
Gallo color - detalle final
Propuestas
sombrero
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18. LA MAJESTUASA
ave no irradiaba
belleza mas solo.....
TERROR
TERROR
TERROR
TERROR
19. En las calles viejas de San
Antonio de Ibarra, se cuenta que
don Antonio Montesdeoca y sus
amigos Ramiro y Miguel Ángel
grandes libadores de los años 50,
vivían en el barrio de Tanguarín y
tenían que pasar la quebrada para
llegar a su barrio, como ya era
costumbre salían siempre a sus
andanzas de juventud a conquis-
tar a las hermosas sanantonenses
y se quedaban en la gran chupa.
Cierto día sábado después de sus
noches de bohemia regresaban
los afamados amigos abrazados
cantando y conversando de sus
conquistas realizadas en el pueblo,
estos entre sus locuras de borrachos habían
perdido el respeto hasta de los muertos.Estos
pasaban frecuentemente por la calle del ce-
menterio rumbo a su amado Tanguarín, 17
Cara detalle personaje principal
Cara personaje principal blanco y negro
Busto blanco y negro Ramiro
Busto blanco y negro Miguel Ángel
don Antonio Montesdeoca personaje
detallado color
20. los facinerosos eran conocidos, se burlaban
de los muertos hacían apuestas mostrando su
gran valentía, se podía ver que entre estos se-
cuaces había una amistad enorme y sin lugar
a dudas tenían grandes agallas como para li-
bar en la puerta grande del cementerio.
En una de esas conocidas borracheras mien-
tras regresaban a su Tanguarín, muy borracho
dice Antonio Montesdeoca ya estoy cansado
de caminar tomemos aquí en la puerta del ce-
menterio, aquí nos cuidan estas calaveras y
no molesta ningún carnudo. Así lo hicieron,
pero entre conversa y conversa Antonio dice
de tanta vaina que hemos realizado frente a
los huesudos, un día de estos don satán nos
va a castigar…. Ja ja ja se rieron Miguel Ángel
y Ramiro va a creer dijo este último tu satán
está en la casa durmiendo, así que tranquilo.
Huesudos Tumbas cementerio
18
Puertas cementerio
21. Cierto día Ramiro uno de los más aferrados al
trago salió solo a chupar a San Antonio al regreso
todo ebrio pasó por el cementerio y sintió un frío
que surcó su espalda, aligeró el paso por el
miedo que sintiese en aquel lugar; la quebrada
estaba cerca, unos pasos más allá. De pronto
abajo de la quebrada en un lugar extremadamente
obscuro, escuchó un susurro de mujer entre los
chilcos, se asustó y rápidamente salió en dirección
a su casa. Al día siguiente después de la misa, se
junto a sus amigos a conversar sus anécdotas, en
eso Ramiro cuenta lo vivido esa noche, sus
secuaces sin pena alguna se burlaron del pobre
Ramiro y afirmaron, ya vamos a ver qué sucede
cuando estemos todos. 19
Silueta Ramiro
Iglesia de San Antonio
Cara chuchuda con velo y sin velo
22. Así pasó el tiempo a la semana
siguiente en sus acostumbradas
borracheras salieron rumbo a la
casa después de haber casi se-
cado la cantina; al cruzar nueva-
mente el cementerio, escucharon
una voz de mujer lúgubremente
desde la parte central del cemen-
terio, estos muy asustados se mi-
raron todos atónitos y sin decir
ni media palabra salieron a paso
ligero. ¡Que susto! afirmaron
Miguel Ángel y Ramiro. Antonio
sin saber lo que decía sostuvo a
las mujeres yo les quiero, no
demoró cuando al pasar por la
quebrada miran una mujer desnu-
da con unos pechos enormes que
se los ponían en los hombros,
Personaje principal
sorprendido
detallado- color
Personaje principal
sorprendido
blanco y negro
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Chuchuda normal y
transformándose en en
diablo
Siluetas de los amigos caminando afuera del cementerio
23. estos estupefactos de lo que
veían sus ojos sonrieron y se dije-
ron para sus adentros ¡que suerte
que tenemos!, pero conforme se
acercaba dicha mujer con unos
“chuchos” enormes, esta se
deformaba y se convertía en el
diablo. Ante tal susto corrieron
cual caballos desbocados hasta
llegar a sus casas, llegaron estos
con espuma en la boca semi
inconscientes y pálidos del miedo.
Desde allí estos amigos insepara-
bles dejaron el trago y se
dedicaron a sus familias, porque
se habían salvado del mismo
satanás en forma de una mujer
chuchuda.Cuenta la leyenda que
todo aquel que pasa chumado por
esta quebrada ve a la chuchuda.
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Boceto cara Chuchuda
transformándose
Arte final detallado
cara Chuchuda
tranformándose
Silueta chuchuda
transformada en el diablo
Arte Chuchuda
transformada en el diablo
26. Dicen los pobladores que hace
años existían unos seres volado-
res, con forma de mujeres, pero
con trajes muy largos y espesos,
solían gritar, reír, sollozar en las
madrugadas asustando a la gen-
te. Algunos incrédulos se burla-
ban de estas brujas y terminaban
convertidos en mulas o gallos.
Y eso, al parecer, le sucedió a Ra-
fael Miranda, un conocido galeno
de Ibarra, de inicios de siglo XX.
Cuenta la gente que el doctor
Miranda desapareció un día sin
dejar rastro. Sus amigos lo bus-
caron por todos lados, su familia
estaba desesperada. 24
Vestimentas largas y
oscuras de las brujas
Cara bruja joven detallada
Cara bruja vieja detallada
27. El tiempo pasó y una tarde, un
conocido del doctor Miranda re-
corría unas huertas por Mira y
observó a un hombre desalineado
con un azadón (herramienta para
cavar parecida a la pala).
Al acercarse comprobó con que
era el doctor Miranda. Lo sacó del
lugar y tras curaciones prodigio-
sas él volvió a su estado normal
pues sólo pasaba cacareando y
moviendo la cabeza como un ga-
llo.
Otra historia, en cambio, sirvió
para que Juan José Mejía, un po-
pular odontólogo de Carchi e Im-
babura, justificara una parranda
de tres días. Cuando le pregunta-
ron porque no había llegado a la
casa contestó sin ninguna duda:
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Azadon color
detallado
Cara de Picardia Juan José
Mejía blanco y negro
Cara doctor Miranda
Doctor Miranda desalineado arte final Dentista Juan José Mejía arte final
28. “Estuve en Mira amarrado a la pata de una cama,
no recuerdo qué más sucedió, pero cuando
recuperé la conciencia vi muchas brujas que se
secreteaban en la otra habitación y escapé”.
Las brujas le daban TARDÓN a la gente, es una
bebida que basta un solo trago para que la perso-
na termine inconsciente o hablando tonterías
(delirando).
Hubo políticos y autoridades, víctimas de las bru-
jas quienes se daban cuenta muy tarde de lo que
habían bebido, ellos quedaban arrumados en las
sillas de madera, con un olor a aguardiente (uno
de los ingredientes del tardón -elaborado de papa
y de compuestos secretos) -Cuando alguno de
ellos recuperaba la conciencia y trataba de le-
vantarse se percataba que no sólo estaba sucio y
apestoso sino también perdido en el bosque o a
veces se encontraba comiendo cosas
inexplicables.
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Sujeto perdido en el bosque
Botellas de TARDÓN
29. Algunos con dicha, pero con cierto grado de locu-
ra podían regresar a casa, otros aún siguen desa-
parecidos.
“De villa en villa y de viga en viga, sin Dios ni San-
ta María” Esto escuchaban algunos habitantes jus-
to antes de observar a estas dichosas brujas em-
prender el vuelo. Eran sus palabras mágicas para
llegar al firmamento.
Su único delito, podría decirse, es volar para co-
nocer tierras lejanas o para visitar a algún amante
venturoso que abre su puerta antes que la bruja
tope el suelo. Hay quienes dicen haberlas visto re-
unidas practicando iniciaciones antiquísimas, en
medio de un prado. Con suerte, si levantamos la
mirada al cielo en una noche de luna es posible
que localicemos a una bruja que regresa del sur
y pasa por encima del pequeño Ceibo, del parque
Pedro Moncayo. Hay otros que aseguran que sue-
len escucharse gritos, risas y llantos en las ma-
drugadas del lugar... todo esto proveniente de las
brujas. 27
Bosque de noche siluetas
30. EN LAS MADRUGADAS
se suelen escuchar gritos,
risas y llantos de las.....
BRUJAS
BRUJAS