El documento discute la vivencia de las mujeres de sentirse "atrapadas" en relaciones de violencia. Explica que el cuerpo de la mujer es usado como medio de dominio sobre su consciencia y voluntad, convirtiéndose en un objeto de propiedad del agresor. La repetición de eventos violentos lleva al automatismo y pérdida de control, aislando aún más a la víctima. También presenta el Síndrome de Estocolmo donde la víctima pasa a depender psicológicamente de su agresor.