2. BIOGRAFIA
Nace en Alfaro, (La Rioja, España) el 9 de abril de 1848. En 1865 profesa
en la Orden de los Agustinos Recoletos en Monteagudo, Navarra.
Ordenado sacerdote en 1871 en Manila, Filipinas, trabaja durante 15
años como misionero en ese país.
Prior de Monteagudo en 1885, en 1888 parte para Colombia donde
restaura la Orden de Agustinos Recoletos y reactiva sus antiguas
misiones. Nombrado Vicario Apostólico de Casanare en 1893 y Obispo
de Pasto en 1895, fue modelo de pastores por su fidelidad a la Iglesia y
por su celo apostólico. En 1906 vuelve enfermo a España y muere a
consecuencia de un cáncer el 19 de agosto del mismo año en el
convento de Monteagudo. Se atribuyen a su intercesión innumerables
curaciones, sobre todo de cáncer.
3. • Recientemente se ha celebrado los
100 años de la muerte de san
Ezequiel Moreno Díaz, un «obispo
molesto», como lo ha titulado don
José María Iraburu, un santo
polémico por la claridad y
contundencia de sus pastorales.
A orillas del Ebro, en
Alfaro, pequeña ciudad agrícola de
la Rioja (España), el modesto sastre
Félix Moreno y su mujer, Josefa
Díaz, tuvieron seis hijos, cuatro
mujeres y dos varones. Ezequiel, el
segundo varón y cuarto de los
hermanos, nació el 9 de abril de
1848. Era un niño
inteligente, sumamente
responsable, sereno y constante.
Asistió a la escuela con
regularidad.
4. FORMADOR DE MISIONEROS
• En 1885 es nombrado prior del
noviciado de Monteagudo (Navarra).
Son tres años de profundo influjo
espiritual en los jóvenes. Cuidó mucho
de la vida litúrgica, del rezo coral de las
Horas, de la vida comunitaria aspecto
esencial de la religiosidad agustiniana .
Las epidemias del cólera y de viruelas
extreman su atención y delicadeza con
los enfermos. Predica en los
alrededores, participa en novenas... Su
gran amor a los pobres se califica de
<casi exagerado». Hasta quinientas
raciones logra dar dos veces al día a los
pobres, gracias en buena parte a las
privaciones de sus frailes.
5. EN UN MUNDO NUEVO
• En agosto de 1888 una nueva llamada: se
necesitan voluntarios para Colombia. «Hace
tiempo que me parece que el Señor me
llama para esta misión». Con siete
compañeros, en los primeros días de
1889, llegaba el padre Ezequiel a Bogotá. Le
esperaba una labor ardua. Vive en la capital
de la república cinco años de intensísima
actividad, que brota del manantial fecundo
de su vida espiritual, sin otras miras que los
intereses de Cristo (Fl 2,21).
Predica, confiesa, atiende a enfermos
incansablemente. Austero e
intachable, adquiere fama de predicador
lleno de piedad y de unción.
6. «UNA SOLA ALMA VALE MÁS QUE LA VIDA DE¡
HOMBRE»
• . Elpadre Ezequiel piensa en aquellas
gentes. En cuanto le es posible recorre
las inabarcables planicies acompañado
de tres religiosos. Explora, visita
enfermos, administra
sacramentos, regula matrimonios.
Conservamos ocho cartas como
testimonio de su labor misionera y que
ya entonces conmovieron la conciencia
de Colombia y contagiaron su
preocupación por tantos infieles.
Roma, de acuerdo con el
gobierno, erige el vicariato apostólico y
le nombra su pastor. Es una nueva
etapa en la vida de nuestro santo. Allí
según su propósito permanecería hasta
la muerte.
7. PASTO: UNA DÉCADA DE PLENITUD
• En febrero de 1896 llegó a Casanare
comunicación oficial de que monseñor
Ezequiel Moreno había sido nombrado obispo
de Pasto. De 1896 a 1906, en diez
intensísimos años servirá a sus fieles con
todos los medios a su alcance. El nuevo
obispo vivió, como era su costumbre, en
máxima sencillez. Comida frugal y, en su
alcoba, un jergón de paja. Se preocupa de los
colegios, lucha para que se imparta una
formación católica, alienta la llegada de
misioneros, promueve el culto y las
devociones, fomenta la construcción de
iglesias y santuarios, escribe y propaga cartas
pastorales y desvela los ardides de la
propaganda antirreligiosa. Se convierte en el
abanderado y símbolo de la defensa de los
valores cristianos en Colombia.
8. UNA LUZ EN LO ALTO
Sus cartas pastorales resonaron con fuerza en todo el país. Los
liberales se burlan de su doctrina, la ridiculizan. Todo eso
conmueve el alma ardorosa de¡ padre Ezequiel. Él los
desenmascara. En pago lo convertirán en blanco de diatribas y
persecuciones. «Ahora toda la saña de esos periódicos es
contra mí>>. Me han puesto y me ponen de vuelta y media.
Números enteros no contienen otra cosa que insultos contra mí.
¡Bendito sea Dios!». Pero el obispo no claudicará ante la
difamación o el insulto.
9. ENFERMEDAD Y MUERTE
•
Quien se asome al interior de la vida de San Ezequiel descubrirá de inmediato un
paisaje poblado de esencias humanas y divinas. Su intensa actividad provenía de
manantial fecundo, fluía de una vida de oración continua. Su identificación con
Cristo, su Señor, había llegado a lo más radical, pudiendo exclamar, arrebatado, que
no podía gloriarse sino de la cruz de Cristo. <<Yo quiero sufrir en Tu compañía, con Tu
divina gracia>>. Yo me compadezco de tus agonías, y te las agradezco con toda mi
alma y te amo, Jesús mío, te amo con todo mi corazón... Yo, Amado de mi alma, para
imitarte, abrazo con el más tierno afecto los dolores, las enfermedades, la pobreza y
las humillaciones, y las considero como hermosas partecitas de tu Cruz».
• A mediados de 1905 se siente cansado, con una llaga sangrante en el paladar que no
se cierra, aunque intenta llevar una vida normal de trabajo. En octubre el diagnóstico
es claro: es cáncer y hay que operar. Me he puesto en manos de Dios. Él hará su santa
voluntad. Hay que descansar en lo que Èl quiera hacer. ¡Qué consolador es todo
esto!», exclama. Se le pide venir a España. En Madrid es operado urgentemente. Es
una operación muy dolorosa, que soporta con paz absoluta. De vez en cuando
exclama: <<Bendito sea Dios. Dios mío, dame resignación para sufrir por Ti>>. En la
clínica decían: «Es un santo».
10. • El 29 de marzo, es operado de nuevo. Todo resultó inútil. Ahora su
decisión es clara: <<Me voy a morir a los pies de mi Madre la
Virgen de¡ Camino». En Monteagudo elige una celda austera, con
una pequeña tribuna que le permite ver el sagrario y el camarín de
la Virgen. Los dolores son atroces, pero no se le observa un acto de
impaciencia ni pierde su dulzura habitual. Y a las ocho y media del
19 de agosto, a los 58 años, descansa en el Señor.