Queridos amigos:
Es muy difícil conocer los pensamientos de quienes nos rodean. A veces, pensamos que han superado las
costumbres de los antepasados, pero el que vengan a la iglesia y hagan bautizar a sus hijos no quiere decir que están
convencidos de la doctrina que les predicamos. Quisieran creer en un Dios que es todo bondad, misericordia y es al
mismo tiempo omnipotente, ¿pero quién les protege de los espíritus, de los males de ojo, de las envidias y de las
acciones de los hechiceros?. Necesitan tocar, palpar, sentir los amuletos que llevan escondidos en su ropaje o que han
colocado en un agujero de la pared de casa para que les proteja a todos. Ellos son como los pararrayos que les
preservan de todo mal, que han sido preparados por el adivino a quien han acudido para pedirle ayuda por alguna
causa que les preocupaba. Y su palabra no se discute, se acata.
Os voy a contar un hecho luctuoso ocurrido en una parroquia vecina, a unos antiguos feligreses de mi parroquia
con quienes tenía mucha relación. El, se había jubilado de la empresa en la que trabajaba y decidieron marcharse un
poco más lejos para comprar un terreno en el que poder cultivar y poco a poco
construir su casa, en la medida en la que las cosechas les permitieran tener
unos ahorros, que los iban a destinar a ese fin.
La mujer tenía un hermano a quien la vida no le sonreía. Llevaba años
buscando trabajo, sin conseguirlo. Se había divorciado varias veces. No tenía
casa propia y tenía que vivir de alquiler. Los hijos no eran ninguna lumbrera
en la escuela y un sinfín más de calamidades que le hicieron pensar que
alguien le estaba obstaculizando y le impedía disfrutar de la vida como los
demás.
Decidió consultar a un adivino para poner remedio a los males que le
aquejaban. ¿Por qué iba a ser la oveja negra de la familia?. Estaba convencido
que alguien le impedía disfrutar de la vida y se estaba haciendo viejo habiendo
fracasado en todos los campos en los que había intentado salir adelante.
El adivino se interesó en conocer las relaciones que existían entre él y los
miembros de la familia y se dio cuenta que no se llevaba bien con su hermana
mayor. El problema estaba resuelto, era ella una hechicera que le impedía todo progreso que le ayudara a salir de su
situación, y seguiría siempre así a no ser que la hiciera desaparecer y de esta forma quedaría el camino libre para
conseguir vivir en paz y hacerse respetar en la vida social.
La respuesta del adivino ahondó aún más el odio que existía en él y quedó convencido de que tendría que matarla
para poder librarse de esta cadena que le sujetaba y le impedía caminar en la vida. Tenía que buscar el momento
adecuado para que no fuera inculpado y cayera en manos de la policía. Los vecinos le habían visto varias veces
rondando la casa de su hermana, pero nadie pensó en lo peor, porque les conocían como miembros de la misma
familia, aunque sus relaciones no fueran de las más cordiales.
Un día, estaba el matrimonio en el campo de maíz contiguo a la casa y ella le dijo a su marido que volvía a casa
un poco más temprano porque tenía que empezar a preparar la comida para cuando él terminara sus labores. Esas
fueron sus últimas palabras. Ya no la volvieron a ver más con vida.
Cuando volvió su marido, la encontró muerta, con el cráneo destrozado con una gran estaca que lo dejaron junto a
la muerta, le habían dado varias cuchilladas en el estómago e incluso le arrancaron los ojos. Algunos vecinos dijeron
que le habían visto a su hermano por los alrededores pero nadie se atrevía a acusar para evitar líos con la justicia. (Esto
que os cuento es la narración de lo que me contaron los vecinos, lo mismo que lo de la visita al adivino).
El marido comenzó a gritar ante el espectáculo que estaba presenciando y acudieron los vecinos, quienes le
intentaron calmarle en un primer momento, pero luego desaparecieron todos porque temían que cuando llegara la
policía iban a ser todos detenidos y encarcelados hasta aclarar lo sucedido, pero tendrían que soltar bastante dinero por
salir de la cárcel aunque todos ellos fueran inocentes. Es la costumbre y como todos conocen lo que sucede en estos
casos, prefirieron escapar para librarse de los castigos que podrían caer sobre ellos injustamente.
Efectivamente, el marido fue a denunciar lo ocurrido y pronto llegó una furgoneta con policías para investigar
los hechos. Trataron de encontrar alguno de los vecinos para que les explicaran cómo había sucedido el asesinato, pero
todas las casas estaban vacías. Se llevaron a la difunta sin poder preguntar a nadie sobre lo sucedido. Le interrogaron
al marido, pero no pudieron sacar nada en limpio y así han transcurrido varios meses desde que tuvo lugar el crimen y
el asunto ha caído en el olvido. Todo el vecindario está seguro que fue su hermano porque no se arreglaban nada bien
y le habían visto rondar la casa el día del crimen, pero piensan que soltaría una buena propina para que no siguieran
las investigaciones y no se habla más del asunto.
Escándalo. En casa tenemos recogidos una docena de
niños de la calle que viven con nosotros, estudian en el Centro
de Minusválidos, y una viuda se ocupa e incluso vive con ellos.
Todas las noches, antes de retirarme a mis habitaciones tengo la
costumbre de pasar a visitarles para hablar un rato o ver la TV
juntos. Un día, cuando estaba viendo la TV, me quedé
sorprendido porque anunciaban que la escuela de Luishia, la más
famosa escuela de la provincia, que está situada a unos 50 Km
de la parroquia, había vendido la mitad de sus propiedades a
una empresa minera china que trabaja en los alrededores. Me
extrañó la noticia, pero no le di mayor importancia porque hay
tantas cosas raras que ocurren, que termino acostumbrándome a
todo. Ayer, el párroco me contó con más detalles lo que había
ocurrido.
Resulta que hace un tiempo la empresa minera, que ya anteriormente había intentado apoderarse de los
terrenos de la escuela de Luishia, porque dicen que está construida sobre un rico yacimiento de cobalto e incluso de
uranio, intentó apropiarse por la fuerza y eso provocó una fuerte reacción que le obligó a parar sus propósitos, pero
pasado un tiempo volvió a la carga. Primero, les ofreció construir un muro alrededor de la escuela para proteger a las
niñas del internado y a las monjas. El obispo accedió. Luego compraron 190 Ha para construir un barrio de casas para
sus obreros y luego esas casas quedarían para la escuela y podrían albergar a los maestros. Ingresaron un millón de
dólares en la cuenta del obispado. También les concedió el Obispo. Pero en la TV se hablaba de unas 1.400 Ha que la
empresa había comprado, sin que el Obispo estuviera al corriente.
Esto ha levantado una polvareda a nivel general, religioso, autoridades administrativas y civiles y la gente de la
calle, y le han pedido explicaciones al Obispo. El se defiende diciendo que no ha firmado ningún documento en ese
sentido y ha arremetido contra al cura encargado de obras sociales de la diócesis, y contra el que lleva el departamento
de patrimonio diocesano (Catastro diocesano) y los ha destituido y puesto a otros en su lugar. Parece ser que también
hay algunas autoridades de Lubumbashi mezclados en este asunto.
Dicen que Bélgica ha dicho que como esa escuela vaya a parar a manos de los chinos, que son los que explotan
las minas de los alrededores, negarán el visado a cualquier cura de la diócesis que intente pasar por Bélgica, porque
allí está enterrado el belga que la construyó, e incluso los EEUU le han llamado la atención al obispo, porque dicen
que debajo de la escuela se encuentra un rico filón de uranio y que
precisamente para esconder con seguridad ese filón habían levantado
allí la escuela. Cosa que yo lo ignoraba hasta ahora.
Ya veis que desgraciadamente, el dinero sigue mandando y ante
él somos presas fáciles y más si se trata de dólares y en grandes
cantidades. La escuela es diocesana, luego es el obispo quien tiene la
última palabra, pero parece que se ha visto engañado por sus
colaboradores más cercanos, quienes al olor de la tentadora oferta se
han dejado embaucar sin pensar en las consecuencias que eso podría
acarrear.
Lo malo es que el asunto no ha sido zanjado definitivamente y
los chinos, que trabajan en otra mina en aquellos parajes, no han
quitado el ojo a la escuela y en cuanto haya cambio de gobernador o de
ministro de Industria, ofrecerán una seria propina a quien les haya
sustituido y volverán a la carga.
Parece que vivimos en un país en el que si no hay follón no
podemos conciliar el sueño. Aparentemente todo está en calma, pero
oyes los comentarios de unos y otros y te das cuenta que la gente no está
tranquila y que puede haber follón en cualquier momento. Ahora
empiezan a aparecer movimientos que buscan la independencia de
Katanga. Habían anunciado para el 30 de Junio, día de la Independencia
del país, una marcha en Lubumbashi para pedir la Independencia de
Katanga. Incluso ya han formado un partido político cuya finalidad es
alcanzar ese objetivo. Esa marcha no tuvo lugar, pero hubo
enfrentamientos con los militares que se saldó con varios muertos.
Generalmente actúan cuando no son anunciados. Un grupo de
unos 60 o más jóvenes, cubiertas sus frentes con unas banderolas rojas,
despeinados, con los ojos enrojecidos por el alcohol, entraron en Lubumbashi enarbolando la bandera de Katanga,
gritando una especie de eslóganes o cantos patrióticos, asustando a los pocos peatones que pudieron encontrar en su
marcha, porque los que habían oído sus gritos y cantos ya habían corrido despavoridos a refugiarse en alguna casa,
pensando que sus vidas corrían peligro, porque los que venían podrían atacarles o el ejército podría interponerse en
cualquier momento y habría un enfrentamiento entre ellos.
Por lo general no tienen armamento, tan solo un par de fusiles para
todos, varios van armados de machetes y la mayor parte de ellos
aferrándose a sus estacas, con las que hacen pamema como de conquistar la
ciudad.
Si le cogen a alguno que no ha podido esconderse a tiempo o creía
que esa movida no le afectaba para nada, le dan una soberana paliza o igual
le matan, para hacerse temer de la gente. Los comercios bajan sus persianas
y todo el mundo se pregunta cómo han podido entrar en la ciudad sin
encontrar ninguna resistencia por parte del ejército.
Por fin, aparecen los militares con todas sus armas y cargadas con
balas reales y no con pelotas de goma, quienes han recibido la orden de
matar y lo hacen a conciencia. Sueltan la primera ráfaga y caen unos
cuantos de los rebeldes, heridos o muertos. Los demás huyen despavoridos, buscando un refugio donde sea y así
terminan sus ganas de conquista para proclamar una Katanga independiente. Como no visten uniformes, se camuflan
fácilmente entre los ciudadanos y desaparecen sin que se les pueda atrapar. Vuelven a su madriguera y esperan otra
ocasión para volver a atacar la ciudad. Esto ocurre cada seis o siete meses. La muerte de sus compañeros no les impide
el que vuelvan de nuevo poniendo en peligro sus vidas. Lo malo es que quienes les embaucan y les arman son algunas
autoridades que no están de acuerdo con la política del Presidente y altos mandos del ejército que juegan a dos caras,
pretendiendo que los de su tribu sean los que dirijan el país.
En el poblado al que voy a celebrar la misa todos los domingos que puedo, que está a unos 6 Km de casa, se
enfrentaron sus habitantes entre ellos. Son gente que no se mueve ni empujados por una pala mecánica, aunque para
algunas cosas son muy atrevidos y valientes. Ocurrió que murió el Jefe de la tribu y tenían que elegir a su sucesor.
Había dos candidatos y los de este pueblo no estaban conformes con uno de ellos al que le propinaron una soberana
paliza un día en el que se presentó a pronunciar un mitin proponiendo su candidatura para que le votaran, y como
consecuencia estuvo ingresado en el hospital durante diez
días, pero para colmo de males fue él quien finalmente salió
elegido. Afortunadamente para él, vive en otro pueblo.
El nuevo Jefe tuvo que nombrar su “gobierno” y había
nombrado como Primer Ministro, también llamado “el jefe de
las tierras”, a una persona no querida en este pueblo. Al que
se le denomina como el “jefe de las tierras” tiene como
misión otorgar los terrenos necesarios a los que se quieren
instalarse en el pueblo o proporcionar las tierras de cultivo a
quien las solicite. Al mismo tiempo es el encargado de
recoger las ofrendas que los agricultores tienen que ofrecer
anualmente al Jefe en agradecimiento por permitirles cultivar
en ellas, con lo cual parte de las ofrendas se queda en la casa
del jefe de las tierras, como “olvidadas” pero que se reparten
entre los miembros de su familia.
Había dos familias que aspiraban el mismo puesto, una, la partidaria del Jefe y la otra, los de la oposición, Los
de este pueblo que os hablo, que pretendía que este puesto no recayera en algún miembro de su familia y se
enfrentaron en una fuerte discusión que parecía provocar la división del pueblo.
Un militar, que no sé si no estaba borracho, cosa que es bastante habitual en ellos y no conocía bien lo que
estaba ocurriendo y por temor a que la discusión diera origen a un serio enfrentamiento, quiso hacer las paces entre
los que estaban enfrentados y viendo que la discusión tomaba un cariz alarmante y temiendo también por su vida,
disparó el arma y mató a uno de los pretendientes, hiriendo a otros más. En mala hora, los del poblado no se cruzaron
de brazos. Un miembro de la familia perjudicada, fue a casa, agarró el machete, se acercó del grupo y de un
machetazo en la cabeza, lo dejó seco, además cogió el arma y se escaparon todos ante el temor de que llegaran
refuerzos y fueran apresados por los militares.
Efectivamente, al poco tiempo apareció un camión de
militares y a los pocos que no huyeron les golpearon
salvajemente y como no quedaban hombres entre los pocos
que se habían atrevido a permanecer en sus casas, detuvieron
a sus mujeres, las robaron cuanto tenían de valor, se
apoderaron de sus cabras y gallinas, y por la noche fueron
visitando las chozas, exigiendo cantidades de dinero para
evitar ser golpeados de nuevo, y aquí… no ha pasado nada.
Los militares estaban decididos a recuperar el arma y
utilizaban todos los medios para conseguir algún indicio que
les indicara dónde encontrarla. Las autoridades miran hacia
otro lado y nadie quiere líos, pero todos los provocan. Yo fui el domingo para celebrar la misa. No sabía lo que había
ocurrido la víspera. Me extrañó, porque vi a muchos militares en el pueblo. Algunos me intentaron parar con malos
modales pero no les hice caso y seguí mi camino hasta la capilla.
Los partidarios del nuevo Jefe se aprovecharon de esta circunstancia para vengarse de sus contrarios, vaciaron
sus casas, las quemaron, robaron todo lo que les interesaba e incluso fueron a buscarles con los militares a los campos
que cultivaban, que están alejados del pueblo. Allí detuvieron a los oponentes, les arrearon una buena paliza y les
llevaron detenidos, acusados todos ellos de ser los promotores de los disturbios. Una de las víctimas era nuestro
catequista.
Estuvo encerrado 10 días, en una habitación que sólo tenía un ventanuco por el que entraba un poco de luz, sin
WC, compartiendo la estancia con otros detenidos, alimentado por lo que le llevaban sus familiares, porque el Estado
no alimenta a los presos, y al final le dijeron que él no tenía ninguna culpa, que le habían encerrado sin motivo, que
podría salir de la cárcel pero que tendría que pagar algo por las molestias que había ocasionado por su encierro. Su
mujer vino a pedirme que le ayudara y yo creyendo que no sería una cantidad grande, le ayudé con 50 $ pero cuando
unos días más tarde vino el catequista a saludarme, me dijo que había tenido que pagar 1.200 $, sin que le dieran
ningún recibo y al preguntare cómo había conseguido reunir esa cantidad, me dijo que toda la familia: hermanos,
primos, tíos, abuelos, sobrinos, todos se habían puesto en movimiento para conseguir la suma que le proporcionaría la
libertad. Todavía no ha vuelto al pueblo porque no sabe cómo podría ser recibido y está alojado en casa de un pariente
en la ciudad.
Por mucho que intento mostrarles que esos enfrentamientos no conducen a nada y que no hacen sino aumentar
el odio y los deseos de venganza, y con ello, la pobreza y la miseria, no me hacen caso y nuestra escasa comunidad
cristiana se ha visto reducida a mínimos. Teóricamente la misa debería comenzar a las 9h30 y no comenzamos antes
de las 10h30 esperando a que haya un suficiente quórum con los que celebrar. De momento, me respetan. No se meten
conmigo y hablo con todos ellos, aunque algunos me revuelven las tripas y tengo que hacer un esfuerzo por
mantenerme en calma porque sé que son los que se están aprovechando del momento, atemorizando a los “contrarios”
y robándoles sus escasos ahorros, proporcionándoles unas soberanas palizas, apoderándose de sus escasos bienes y
acusándonos a todos nosotros de ser los instigadores de los enfrentamientos.
ZORIONAK - FELICES NAVIDADES
Un abrazo.
Xabier