Proyecto de reforma por los Derechos Políticos y Régimen Electoral
Kilima 89 - Mayo 2011
1. KILIMA 89 Mayo 2011
Queridos amigos:
Hacía ya varios meses que se nos había comunicado la fecha del “relevo” a la
cabeza de la Archidiócesis de Lubumbashi. El que dejaba su puesto estaba un tanto
achacoso con una hernia discal que de vez en cuando le hacía ver el firmamento
estrellado sin tener que moverse del sillón que ocupaba en su despacho. El nuevo, es un
antiguo feligrés de mi parroquia, que ya había ejercido como obispo en varias diócesis y
ahora aterrizaba entre nosotros. Por tanto estaba preparado para administrar la
archidiócesis de Lubumbashi, la sede más importante de Katanga.
La Iglesia está formada por personas, con sus virtudes y defectos, y como en
todas las sociedades también en ella se notan diferentes corrientes de pensamiento
originadas por aquellos que están a favor o en contra de la autoridad del momento. Los
que hasta ahora habían formado parte de la camarilla del dimisionario, albergaban
ciertos temores de que con el nuevo, las cosas podrían ponerse mal para ellos y ser
enviados a los confines de la diócesis, teniendo que utilizar unas carreteras más aptas
para el paso de las cabras, que para circular por ellas, descoyuntándose todo el
esqueleto entre los brincos y saltos que tendrían que soportar en los numerosos y
profundos baches que adornan las pistas forestales que unen los diferentes puestos de
misión.
Así es que se pusieron manos a la obra para que sus planes se hicieran notar y
observara el nuevo arzobispo la importancia que tenía para la diócesis el que les
conservara en sus puestos. Desde mi punto de vista, algunas opciones eran correctas, ya
que había que aprovechar esta circunstancia para hace una reflexión sobre el sentido de
la Iglesia y la importancia de la Jerarquía para guardar la unidad de todos los fieles. Era
una ocasión muy oportuna para considerar el compromiso de todo bautizado con la
Iglesia , en un momento en el que la profusión de sectas de todos los calibres, que se
distinguen entre ellas especialmente por la cantidad de los decibelios de sus altavoces,
nos asentara en la Iglesia que nos había dado la Vida y tratáramos de ser fieles a lo que
leemos en los Evangelios. Todos estos temas fueron predicados en las parroquias y la
gente acudía a los encuentros entusiasmados para prepararse espiritualmente al
acontecimiento que tendría lugar unos días más tarde.
Sin embargo, había otras cosas que me producían dentera solo oírlas y que se
iban repitiendo constantemente, martilleando las conciencias de nuestros pobres fieles
quienes no consiguen comer todos los días. “El obispado está en ruinas, todo el
mobiliario está desvencijado, el nuevo arzobispo no dispone de un salón decente para
recibir a los visitantes, faltan los platos y vasos…” En una palabra, no había nada en el
palacio episcopal y había que proporcionarle todo para que se sintiera querido y
apreciado por sus fieles. Se establecieron unas listas en las que aparecía el nombre de
cada parroquia con lo que tendría que aportar para remozar el palacio episcopal.
Ese mismo día tendría lugar la prestación de obediencia de los sacerdotes al
nuevo arzobispo y por tanto, nos dijeron que teníamos que presentarnos todos los
sacerdotes y el personal que trabaja en la diócesis. Yo no me lo podía creer porque
2. algunas misiones están a más de 300 Km . de la capital, y en este momento en el que ya
han arreciado las lluvias, hay misiones donde es imposible llegar en coche. Cada cual
tendría que buscar un medio para que no le piten offside, ya que comentaban
expresamente que en una diócesis vecina, un cura no asistió a la ceremonia, y el obispo
le consideró como un acto de rebeldía y tuvo que salir de la misma. Como era domingo
y los curas teníamos que estar en la ceremonia, se suprimieron todas las misas ese día.
Tuvieron que asistir a la misa del sábado.
La ceremonia se iba a desarrollar en la plaza de la catedral. La hora prevista era
las 9h00. La catedral se había transformado en una especie de sacristía para poder
albergar a todos los curas que llegábamos. Efectivamente, había dos cuadernos grandes
en los que cada cual tenía que escribir su nombre, la parroquia en la que ejercía e
implantar su firma. Con eso se daba a entender que lo de la presencia obligatoria iba en
serio. Se veía mucha mitra en la concurrencia.
A la hora en punto comenzamos a salir de la catedral. El altar estaba a escasos
diez metros de la puerta principal pero habían abierto un pasillo que rodeaba a los
feligreses allí concentrados para luego llegar hasta el lugar en donde se iba a oficiar la
Eucaristía. Decían que seríamos unos 300 sacerdotes entre el clero secular, los
visitantes, los jesuitas, franciscanos, salesianos… Entre los mitrados estaba el recién
nombrado cardenal de Kinshasa, Mgr. Laurent Monsengwo y 23 obispos venidos de
toda la geografía congoleña.
Un grito muy parecido a nuestro “irrintxi” se usa aquí con mucha frecuencia
para expresar admiración, alegría, o en el recibimiento de una persona importante. Ese
grito de las mujeres nos acompañó a lo largo de todo el recorrido. Los sacerdotes de
Lubumbashi respondían a sus feligresas que les saludaban de esa manera, con unas
sonrisas veladas y un ligero gesto con la mano. La comitiva avanzaba lentamente.
Cualquier tortuga que nos hubiera echado una carrera nos hubiera ganado. Había que
dar tiempo a que la gente disfrutara viendo al cardenal y al coro de obispos que nos eran
desconocidos pero sus capisayos rojos llamaban la atención de todos los que estábamos
allí y era la primera vez que veíamos a tanta Jerarquía junta.
Por fin llegamos al lugar destinado y comenzó la Santa Misa. Vino el momento
en el que el nuevo arzobispo ratificaba su unión con la Iglesia y después pasamos todos
los curas a inclinarnos ante el prelado para que comprobara que estábamos con él,
aunque le criticáramos por “bajines”.
Llegado el momento de las ofrendas pudimos apreciar la generosidad de este
pueblo que no duda incluso en endeudarse cuando se trata de recibir a un huésped de
categoría y responder de forma desinteresada, para que se encuentre cómodo en su casa
aunque ellos tengan que dormir sobre cartones porque no tienen una cama en la que
reposar. Yo estaba admirado y avergonzado. Admirado por su desprendimiento extremo
y avergonzado porque jamás se me hubiera ocurrido insistir en las peticiones hacia la
persona del arzobispo, que vivirá mucho mejor que todos ellos y al mismo tiempo
porque me sentía como mezquino, ya que arropado en mis razonamientos no les llegaba
ni a la suela de sus zapatos en cuanto a su desinterés y pensaba aquello de
“Bienaventurados los pobres…”.
3. El ajuar entero de una casa pasaba ante mis ojos: camas, colchones, armarios,
alfombras… bicicletas, cuatro motos, varias cabras, 6 vacas, 3 congeladores, sacos de
arroz, un coche todo terreno regalado por el Presidente, sin contar con la gente que se le
acercaba para entregarle un sobre cuyo contenido desconocemos. Las motos y las
bicicletas serán destinadas a los catequistas y del resto no tenemos conocimiento de su
destino por el momento.
Siguió la misa con la participación de toda la asamblea. Era emocionante ver el
entusiasmo de la gente para recibir a su Pastor. ¿Sabrá responder a las expectativas de la
gente?. Ya habíamos olvidado que estábamos en la época de lluvias y nos dejábamos
llevar por el ritmo, la música, la danza, pero poco después de la Consagración una nube
juguetona nos dejó caer su carga como para recordarnos que nos estábamos pasando y
era hora de terminar para que los cielos cumplieran con su tarea.
Sin embargo, estábamos tan enfrascados en los diferentes aspectos de la
ceremonia que nadie hizo caso de las gotas que cayeron en aquel momento y siguió la
misa sin que nadie se inmutara. Después de la comunión comenzaron los discursos: el
cardenal, el presidente de la Conferencia episcopal, un sacerdote que vino de su antigua
diócesis, un sacerdote de Lubumbashi en representación de todos los sacerdotes de la
diócesis… y todavía quedaban por pasar seis pretendientes a oradores cuando los
ángeles, nerviosos por tan alargada espera, abrieron las espitas de las nubes y empezó a
caer un aguacero de los buenos, que puso a toda la asamblea en fuga, comenzando por
los obispos que fueron los primeros en arremangarse su capisayos y refugiarse en el
interior de la catedral.
En ese momento, la gente que había permanecido tan fervorosa durante la
ceremonia, también intentó refugiarse en el mismo recinto y empujaban a los de delante
sin tener en cuenta si iban con birrete, ornamentos rojos, báculo, o cualquier otro
distintivo. La cosa era ponerse a salvo de la tormenta que se había desplegado sobre la
ciudad. Yo agradecía a todos los santos por la buena idea que habían tenido de abrir las
compuertas celestiales porque eran ya la dos y media de la tarde y de haber seguido los
discursos todavía nos esperaba al menos otra hora más. Yo no sé ni si hubo bendición
final porque fui de los primeros en ponerme a salvo y no vi cómo terminó la ceremonia.
Supongo que la acogida que le ha tributado la gente le servirá al nuevo arzobispo
para pensar en la generosidad con la que le ha recibido su rebaño y sepa guiarlo con
acierto en esta sociedad corrompida en la que la persona ha dejado de tener valor.
……………………………….
El 14 de Mayo de este año cumplo 45 años de servicio, permanencia, trabajo o
lo que sea en este rincón de la geografía congoleña. No sé por qué razones pero desde
hace mucho tiempo me vi atrapado por la problemática de los minusválidos físicos. Tal
vez al verlos tan desamparados y tan sin esperanza de una vida digna, porque estaban
totalmente abandonados a su suerte. Sin saber hasta donde me iba a arrastrar el empeño,
intenté hacer lo que podía, para que el que se arrastraba a gatas pudiera al menos
4. desplazarse con la ayuda de unas muletas y el que jamás sabía qué era una escuela, que
era el caso de casi todos, tuviera la suerte de frecuentarla y de ser tan capaz como
cualquiera de sus hermanos a la hora de abrirse un camino en la vida y participar
también con sus economías a la marcha del conjunto de la familia.
Muchos de los veteranos viven ahora por su cuenta y con la máquina de coser
que les regaló el Centro cuando terminaron su formación, han conseguido colocarse en
una esquina del mercado público, en la acera de alguna calle a la puerta de alguna tienda
de ropa, en su misma casa, y atienden los pedidos que les envía la gente y que les
permite vivir modestamente. Otros se han colocado como profesores de costura porque
salen en posesión de un título que les permite impartir la enseñanza. Algunos de ellos se
han convertido en el verdadero sostén de la familia. Ellos, que en un principio eran un
peso muerto de quien no se podía esperar nada y por eso sus padres no estaban
dispuestos a gastarse ni un real en su formación, hoy son sin embargo, el apoyo más
firma con el que cuentan.
También es cierto que no todos han salido brillantes trabajadores, porque entre
ellos hay también quienes vendieron la máquina para hacer frente a necesidades más
urgentes o no pudieron arreglarla cuando cayó averiada y se ha roñado abandonada en
algún rincón de la casa.
Hoy no podemos regalar una máquina a cada alumno que termina su ciclo de
formación, como lo hacíamos anteriormente, porque la situación económica ha
empeorado mucho y el Centro no dispone de unos 200 € para la compra de cada
máquina, ya que el taller de costura, que anteriormente producía unos beneficios y nos
ayudaban a hacer frente a los gastos, hoy, a duras penas consigue pagar a los profesores
del taller.
Pero no sólo desde el aspecto de su reeducación e integración en la sociedad,
sino que contamos con la colaboración de un grupo belga que se llaman, “Médicos sin
vacaciones”, que vienen una o dos veces al año para operar los casos más agudos, y
aunque en un principio se trataba de malformaciones congénitas o deformaciones
motivadas por la poliomielitis, ahora se presentan también adultos que han sufrido
accidentes de circulación o laborales y sus cuerpos han quedado deformados o
doloridos porque el cirujano que les atendió no estaba muy preparado para esa labor.
Cuando yo comencé este trabajo hace unos 35 años, no pensaba que íbamos a
llegar tan lejos, pero entre vuestro apoyo, las bendiciones que nos caen de lo Alto, el
trabajo de las monjas congoleñas que están al frente de todo esto y la lata que doy a
unos y otros, hemos conseguido que el Centro de Minusválidos “Kilima cha Kitumaini”
( La Colina de la Esperanza ) sea el más importante de todo el Congo. Es más, nos
acaba de llegar una ONG belga que quiere construir en el espacio que nos queda libre,
una clínica oftalmológica porque disponemos de la infraestructura necesaria para ello,
especialmente la sala de operaciones, el laboratorio clínico y camas de hospitalización.
Hemos dado nuestro acuerdo y esperamos su decisión final.
La mayor parte de nuestros niños minusválidos vienen de familias que igual
tienen muy buena voluntad, pero gozan de escasos recursos económicos y sobre unos 70
que tenemos actualmente en el internado, no serán más de la mitad quienes paguen los
150 $ que se les pide como gastos generales: comida, escuela, atención sanitaria, etc.
5. Desde el principio de esta obra, mi preocupación era cómo conseguir unos
medios que me permitieran seguir manteniendo el Centro después de mi marcha,
cuando no hubiera ningún europeo o blanco que secundara la obra. Había que conseguir
unos recursos que garantizaran su continuidad y con este fin he ido ahorrando,
ahorrando,…………. y hoy es el día que he podido abrir una Fundación que se llama:
FUNDACION CANONICA AUTONOMA GOICOURIA
BBK 2095 0055 60 9110580380
LA CAIXA 2100 1755 25 0200296192
BANCO POPULAR 0075 0005 6907 0140 8974
Quien desee ofrecer un dinero a Misiones Diocesanas para que a través de ellos
se pueda socorrer a las personas más necesitadas de otros países, siempre lo podrá hacer
como hasta ahora. Pero quien quiera darle otro destino más concreto a su dinero,
conociendo la finalidad de esta obra, con el fin de que esa labor social siga impartiendo
esperanza a tanta gente que sigue siendo ignorada por los responsables del país, de
ahora en adelante puede depositar su dinero en la Fundación , que goza además de la
exención, para poder desgravar cuando se presenten las cuentas en Hacienda.
No es sólo a los minusválidos a quienes se les quiere ayudar, también a muchos
escolares que frecuentan nuestras aulas y se ven obligados a abandonar sus estudios por
falta de medios para satisfacer las exigencias de los maestros, pero de estos hablaremos
en el próximo número.
Un abrazo.
Xabier