El fascismo en venezuela. angel custodio velazques.
Notas para entender las expresiones del fascismo en Venezuela
Por: Ángel Custodio Velásquez | Domingo, 23/06/2013 11:02 AM
“La ignorancia es el más perfecto
caldo de cultivo del fascismo”.
Luis Brito García
No es una ficción ni una paranoia, es una realidad: el fascismo avanza en Venezuela
con algunos remozamientos de sus tesis originales y se expresa cada día en el ejercicio
político de sectores partidistas de la oposición venezolana.
El fascismo nació en Europa consustanciado con el desarrollo del capitalismo
En efecto, el fascismo como fenómeno político apareció en la primera mitad del Siglo
XX, como respuesta de la burguesía internacional a la crisis de sobreproducción,
recesión económica y quiebre de múltiples empresas en el plano internacional;
expresión histórico-concreta de la aplicación desde el siglo XVIII en adelante de las tesis
del liberalismo clásico hegemónico para la época. Esto, aunado a las tensiones políticas
generadas por el desarrollo de los monopolios en países como Inglaterra, Alemania,
Italia y Japón que requerían de nuevos territorios y mercados para seguirse
expandiendo, dio lugar a confrontaciones bélicas que llevaron a una inusitada carrera
armamentística en el mundo. En ese contexto, el desarrollo industrial se explayó y
permitió una fuerte industria militar, propugnada por los EEUU, que se mantuvo a lo
largo del Siglo XX. Como reacción a la crisis y a las expresiones políticas contrarias al
status quo, surgió un tipo de pensamiento que asignándole todas las responsabilidades
al capitalismo liberal, y como respuesta a los avances de la URSS en el mundo, propuso
una nueva forma de ejercer la política sustentada en el terror y el sometimiento por la
fuerza de la disidencia. Así, el fascismo emergía en Europa. Por tanto, el fascismo es un
movimiento político y social de corte totalitario y nacionalista nacido en Italia de la mano
de Benito Mussolini tras la finalización de la Primera Guerra Mundial y tuvo expresiones
similares en la Alemania de Adolfo Hitler y la de Francisco Franco, en España.
Etimológicamente, el término Fascista proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), y éste
a su vez del latín fasces (plural de fascis).
Además, el fascismo fue propuesto como una tercera vía ante las democracias liberales,
como la estadounidense y el socialismo de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS), y debe verse como un momento particular del desarrollo del
capitalismo en Europa y la diversidad de formas políticas que éste ha asumido desde su
nacimiento hasta el presente para superar sus propias limitantes y problemas. El
fascismo es un componente histórico más del capitalismo y una forma de gobierno
específica que las clases dominantes utilizan como salida política, en momentos de
crisis graves, para acabar con la oposición de los trabajadores manuales e intelectuales
y demás sectores explotados de la sociedad. Sebastián Balfour en su libro La dictadura,
los trabajadores y la ciudad refiriéndose a la situación de la clase trabajadora durante el
franquismo, lo grafica con mucha claridad: " (…) el principal objetivo del nuevo orden fue
restaurar plenamente el sistema capitalista en fábricas, minas, oficinas y haciendas y
asegurar que nunca más sería amenazado por un levantamiento social", pese a la
fraseología demagógica del nazismo. El gobierno de Hitler, el de Mussolini y el de
Franco fueron consecuencia de la reacción de sectores decisivos de la clase dominante
y de la máquina estatal para aplastar toda resistencia de los trabajadores, que se
negaban a pagar la crisis que los propios dirigentes habían creado.
Principales características del fascismo en el siglo XX
El fascismo en el siglo XX presentó varias características entre las que destacamos:
Se basa en un Estado todopoderoso que dice encarnar el espíritu del pueblo. La
población no debe buscar nada fuera del Estado que está en manos de un partido único.
El Estado fascista ejerce su autoridad a través de la violencia, la represión y la
propaganda, incluyendo la manipulación del sistema educativo.
Su proyecto político es instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía
dirigista, mientras su base intelectual plantea la sumisión de la razón a la voluntad y la
acción aplicando un nacionalismo consustanciado con componentes victimistas o
revanchistas que conducen a la violencia, ya sea de las masas adoctrinadas o de las
corporaciones de seguridad del régimen, contra los que el Estado define como
enemigos por medio de un eficaz aparato de propaganda; aunado a un componente
social interclasista, y una negación a ubicarse en el espectro político (izquierdas o
derechas), lo que no impide que habitualmente diferentes enfoques ideológicos
proporcionen diferentes visiones del fascismo.
El líder fascista es un caudillo que aparece por encima de los hombres comunes. Se
trata de liderazgos mesiánicos y autoritarios, con un poder que se ejerce de manera
unilateral y sin ningún tipo de consulta a las mayorías.
En el aspecto organizativo, el fascismo ha tenido gran aceptación en la llamada clase
media de la sociedad. El historiador Charles Maier señala que hacia 1927, 75% de los
miembros del partido fascista italiano pertenecía a la clase media y media baja; sólo
15% era obrero, y 10% pertenecía a las élites, que sin embargo, por las altas posiciones
que ocupaban en el partido, fijaban sus objetivos y políticas. Algo parecido sucedió con
el nacionalsocialismo alemán.
En Alemania, el fascismo está asociado al nazismo: movimiento que tuvo un fuerte
componente racial, promulgaba la superioridad de la raza árida y buscaba el exterminio
de otras colectividades, como los judíos, gitanos y negros.
El funcionamiento del movimiento fascista se basa en la confrontación directa en las
calles y el control de las mismas: no es casualidad que, tanto el partido nazi catalán
Estat Catalá, como el partido de Le Pen en Francia, de corte nazi, salgan unos el 11 de
septiembre con sus uniformes y su actitud marcial. Los nazis hacen esto para:
aterrorizar con sus marchas militares a la gente que no está de acuerdo con ellos,
presentarse como algo importante y convencer a las clases medias y al lumpen de
unirse a ellos. En palabras del nazi Goebbels: "Quien controla las calles conquista las
masas, y quien conquista las masas controla el Estado."
El fascismo necesita dos factores principales para tomar el poder: el apoyo de un
movimiento reaccionario de masas en la calle y el de la clase dirigente (empresarios,
organismos represores e Iglesia incluidos). Y no se hacen con el poder sobre la base del
argumento sino a través del terror. Su medio principal no es el parlamento, aunque eso
no significa que no lo aprovechen. Su medio es la confrontación de su base contra toda
organización que no acepte sus planes totalitarios.
El fascismo es un matrimonio inseparable entre el gran capital y el Estado; donde los
intereses del gran capital lo equiparan a los de la sociedad y tratan de naturalizarlos.
Además, el Estado funge como brazo armado del capital. Aterroriza y manipula a la
llamada clase media a la que regularmente llama a “recuperar su status”; a los lumpen y
algunos sectores pobres con la crisis económica y las enrola como paramilitares para
reducir por la fuerza bruta a socialistas, sindicalistas, obreros, campesinos y
movimientos sociales. Gobierna para las aristocracias. Sus dirigencias provienen de las
clases altas e instauran sistemas jerárquicos y autoritarios. El fascismo es racista.
Sacrifica a sus fines a los pueblos y culturas que desprecia.
Los fascistas copian consignas y programas revolucionarios. Mussolini se decía
socialista, el nazismo usurpó el nombre de socialismo y se proclamaba partido obrero;
en su programa sostenía que no se debía tolerar otra renta que la del trabajo.
Igualmente, roban los símbolos de movimientos de signo opuesto. Los estandartes rojos
comunistas y la cruz gamada, símbolo solar que en Oriente representa la vida y la
buena fortuna, fueron confiscados por los nazis para su culto de la muerte. Sobre la
usurpación de símbolos y programas por parte del fascismo, el Periodista Freddy
Fernández refiere que en una entrevista un periodista inglés le preguntó a Adolf Hitler
por qué llama socialista a su partido si no lo es; a lo que Hitler respondió: “Porque el
socialismo hay que arrebatárselo a los comunistas". Hitler terminó siendo”un idiota sin
discurso”. Criticaba todo y no proponía nada. Algo parecido hace Radonsky en
Venezuela. Hitler le costó a Europa 50 millones de vida. Radonsky lleva 11 sin ser
presidente. La alta jerarquía eclesiástica ha apoyado al fascismo. Franco y Pinochet
fueron idolatrados por la Iglesia. Promueven la xenofobia y viven en “un estado de
guerra permanente”.
El fascismo es conservador, niega el arte y la cultura y todo lo que huela a
transformación. El fascismo no inventa, recicla. Piensan que el pasado siempre fue
mejor y se aferran a viejas costumbres y creencias. Rechaza el pensamiento crítico y le
teme a la diferencia cultural, étnica y social.
Capitalismo y neo-fascismo en el siglo XXI
El fascismo (o neo-fascismo) del Siglo XXI se caracteriza por:
La utilización de los medios y de la comunicación política para extender sus
lineamientos y acciones; oculta sus características ideológicas de “derecha”, evitando
declararse abiertamente a favor del capital y asimila las banderas políticas de la
izquierda: derechos sociales, reivindicación de lo popular-colectivo, entre otras cosas.
Organiza acciones violentas en forma sistemática cuando así lo considera, para generar
retrocesos en la acción colectiva emancipadora. Genera “terror” hacia lo popular, como
una amenaza que agrede las formas de vidas y el statu quo de los sectores propietarios
e históricamente dominantes.
Diseña y difunde matrices de información manipulada y repetida hasta la saciedad, que
se convierten en justificación de la acción violenta mimetizándola como acción por la
“libertad y la justicia” y el progreso.
Según la doctrina tercerposicionista, el fascismo no es de izquierda ni de derecha, ni
capitalista ni comunista, ya que sería una idea totalmente original; sin embargo, en la
práctica es una fusión sincrética de varias ideas políticas: proyectos, discursos, etc.
aglutinadas bajo el nacionalismo unitario y autoritario. El neofascismo y el neonazismo
repiten actitudes de los movimientos originarios (violencia, autoritarismo), mientras
niegan o minimizan los crímenes cometidos por esos grupos en el pasado siglo XX.
El Fascismo nutrió el pensamiento capitalista-liberal exacerbando las ideas de Orden,
Progreso, Justicia y el pensamiento único-totalitario y utiliza la propaganda como
instrumento político de control. La “masificación” de los colectivos, bajo las ideas que
concluyeron en el planteamiento de la “universalización cultural” como parte del
gobierno planetario, son una nueva forma de fascismo, muy bien camuflada para que no
se produzcan reacciones colectivas contra ellas. En el fondo, el propósito sigue siendo
el mismo: apropiarse de la plusvalía que producen los trabajadores manuales e
intelectuales como base de la acumulación de la riqueza que amasan los sectores
propietarios.
El fascismo en la Venezuela del siglo XXI
El fascismo que crece en Venezuela, forma parte del pensamiento que avanza y se
hace hegemónico hoy en el mundo. Se trata de la conformación de un gobierno
planetario que utiliza a la ONU como un supra-estado transnacional; y demás
instituciones internacionales como el FMI, la UNESCO, la OTAN, el BID, el BM, la OMC,
entre otros, para desarrollar e imponer sus políticas recolonizadoras fundadas en un
pensamiento único, totalitario; una sola religión, una sola visión del mundo, un solo
patrón de consumo, en fin, ampliar la episteme fundada en la cultura del capital y del
capitalismo, en sus principios y antivalores. Para ello utiliza mensajes que consisten en
“manipular la visión del mundo de los receptores y lograr al final que acepten intelectual
y emocionalmente como "natural" un status quo social, cultural y político en el cual
siempre queda bien definido quienes mandan y quienes obedecen, quienes son los que
tienen "la sartén por el mango" y quienes no la tienen. Los medios de comunicación van
suministrando informaciones manipuladas, creencias, sistemas de valores, esquemas
éticos y estéticos, que modelan nuestra percepción de "como es el mundo", nuestra
cosmovisión. Así es que se establece el mejor sistema de dominio posible: Lograr que
los dominados piensen y vean el mundo con los ojos de los dominadores. En este
proceso, como parte de la Guerra de IV Generación, las redes sociales y las grandes
transnacionales de medios (CNN, DW, RTE, RAI, RTF, etc.,) juegan un principalísimo
papel en su accionar por la conquista de la mente humana.
En Venezuela, el capitalismo liberal de la segunda mitad del siglo XX, se articuló con la
democracia representativa, rentística- bipartidista; y el modelo parlamentarista de
Olivero Cromwell (1648) y los principios de la Revolución Democrático-burguesa en
Francia (1789), para crear “una ilusión de armonía”. Todo el Estado buscó en su
accionar “desaparecer” el conflicto. Según ellos, en Venezuela fuimos “totalmente
felices”. Con ello, se ha tratado de borrar del imaginario colectivo la violencia sistemática
del Estado liberal-burgués hacia los sectores populares y revolucionarios durante las
décadas de los ’60, ’70 y ’80 del siglo XX. La violencia fue el expediente de los sectores
dominantes y propietarios para mantenerse en el poder. Pero la “ilusión de armonía” se
quebró con dureza con el “venezolanazo” del 27 y 28 de febrero de 1989 y la Rebelión
Militar de 1992. Sin embargo, ya para los años noventa, hubo en Venezuela un
movimiento claramente fascista llamado Tradición, Familia y Propiedad al cual
pertenecieron Henrique Capriles Radonsky y Leopoldo López, dos de los principales
fundadores y líderes del Partido Primero Justicia, miembro de la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD). El fascismo, actuando como movimiento “talla única”, se ha
ajustado a las lógicas de dominación, subordinación, manipulación y control que ha
impulsado el capitalismo en el tiempo, sin perder su carácter de dominación de clase.
La difusión de este pensamiento en el mundo fue facilitada a partir de los años ’80 con
las convergencias tecnológicas de las TIC y la informática que impulsaron la industria
satelital. En Venezuela se exacerbó a partir del triunfo del Presidente Hugo Chávez
Frías y el impulso de la Revolución Bolivariana.
En efecto, Chávez convirtió la política en un frente de liberación. Mandar-obedeciendo
se contrapone a la lógica de mandar-mandando. La primera significa que se ejerce el
poder no para el propio beneficio, sino como una acción colectiva de co-responsabilidad
entre quién otorga el mandato (poder constituyente) y quién recibe ese mandato (poder
constituido). La lógica de mandar-mandando contraviene ese sentido. Mandar-
mandando se traduce en que el poder constituido se impone sobre el poder
constituyente. No hay delegación ni vínculo de construcción colectiva.
Por ello, Chávez fue objeto del odio fascista de la clase media en Venezuela, que
tradicionalmente negó su condición étnica y se dejó “seducir” por la ilusión de armonía.
La clase media, que fue beneficiada por las políticas sociales durante mucho tiempo,
que se le posibilitó su ascenso social a través del uso de la renta petrolera, negaba sus
orígenes humildes y se asumió diferente al resto de los venezolanos. Cuando con
Chávez dejó de ser sujeto esencial de la política del Estado, comenzó a desarrollar un
“odio fascista” hacia el “otro”, al que asumió deshumanizado, iletrado, inculto, casi
salvaje. Las expresiones “hordas” “chavista ordinario”, forman parte de la simbología
lingüística usualmente empleada para expresarse hacia los colectivos que se
movilizaron y generaron una infinidad de triunfos electorales a Chávez: 17 victorias de
18 eventos electorales entre 1998 y 2013.
Para las elites dominantes, dueñas de los medios de comunicación, que bombardean
con representaciones de lo social, lo cultural y lo político a los venezolanos, los cuales
“viven” esclavizados de las Pantallas (Televisor, celular, computadoras), la Revolución
Bolivariana es un “peligro” para su propia existencia. El pensamiento discriminatorio,
fascista, toma cuerpo en primer lugar en la clase media, la cual percibe más de cerca lo
que considera una terrible amenaza. Encantada, mirando hacia la inalcanzable clase
superior, le horroriza el surgimiento de las clases inferiores de las que huye. Es la clase
social y económica que más profundamente cree en la necesidad de las diferencias
sociales. Sin argumentos profundos, la necesaria diferenciación social la apoya en
argumentos racistas y académicos.
Este terror a la igualdad, de la que huye despavorida la llamada clase media, es un
excelente caldo de cultivo para la única clase que tiene razones para temerle: la gran
burguesía o la oligarquía agraria. Todo el poderío propagandista de la “clase superior”
es volcado sobre la vulnerable clase media, explotando las carencias psíquicas de su
inconsciente. El mensaje, repetido insistentemente, está siempre referido a la exaltación
de valores como el éxito por la “competencia”, el “esfuerzo propio” y la “superación
personal”, tan caro a este segmento de población; tanto como a la presentación del
pueblo como “horda despreciable”, culpable de su propia situación, flojo, pedigüeño,
irresponsable, sin méritos para acceder a lo que con tanto esfuerzo y sacrificio
obtuvieron ellos.
Por eso las máximas expresiones del odio fascista del Siglo XXI se dieron en las
cercanías de sectores de la clase media, que ven como un peligro la existencia
“diferente” del otro, el cual recibe atención, educación, salud, que se convierte en sujeto
de pleno derecho y que es un ciudadano en potencia. El Fascismo del Siglo XXI debe
tomar la calle violentamente para evitar esa “ciudadanización” de la política. Debe
retrotraer la política a la vieja violencia inmovilizante de otrora y que la participación sólo
se restrinja a un momento electoral.
Un sujeto protagónico, capaz de definir su propio rumbo a través de la herramienta del
poder popular es una amenaza para el statu quo del pensamiento capitalista, pues es
cada día más consciente de la explotación a la cual es sometido constantemente y ante
la cual, el Estado a través de la democracia participativa y protagónica, le ha dado más
instrumentos y herramientas para la lucha en términos de clase.
Así, la llamada clase media vive entre dos angustias: la de saber que le es muy difícil
elevarse hasta la élite y lo fácil que es empobrecerse. En los Estados Unidos y Europa,
hoy en día con altas tasas de desempleo, desalojadas de sus viviendas y sin futuro. Lo
único que les resta a esos sectores sociales es la defensa de su identidad, el sentir que
por mucho que se empobrezcan son distintas de la clase obrera o de los simples
pobres, a los que odian. Entre los más racistas de Estados Unidos se encuentran
algunos blancos pobres, obsesionados por el temor de descender a un nivel inferior: al
de los hispanos o los negros. Las élites los convencen de que la violencia fascista es el
único medio de evitar el desclasamiento. Las bases sociales del fascismo siempre
fueron las pequeñas burguesías a quienes se aterrorizó con la amenaza de que
acabarían siendo proletarias.
Ante eso, el Fascismo en Venezuela propende a tomar la calle, a ejercer la violencia en
toda su expresión y se enmarca en una estrategia de ocultamiento de su propia
violencia. Ella no existe, es solo la concreción de un “deseo de libertad”, de una
expresión de “justicia”, es la concreción de “mi derecho político”, ante un Gobierno
“Tiránico”: el “¡régimen!”. Es decir, los elementos negativos que experimenta la clase
media, se los endilga a un “otro” externo a ella, penalizando y transformando a la víctima
en culpable. Es eso lo que sucedió con los 11 venezolanos asesinados el pasado 14-A.
“Son víctimas de la propia violencia de la Revolución Bolivariana”. No son víctimas del
Fascismo de Capriles y sus estrategias comunicacionales de terror que incitan al odio y
la violencia.
En resumidas cuentas, el fascismo en Venezuela se expresa, entre otras cosas, en:
Retomar las viejas ideas de orden, progreso y justicia: “hay un camino hacia el
progreso” con las que se impuso el capitalismo en Europa y asumido por Capriles en
Venezuela, en las dos últimas campañas electorales.
Utiliza como base social a la llamada clase media esquizofrénica: aspiran vivir como
ricos y se aterran ser pobres, ser igualados a los que ellos consideran inferiores, viven
endeudados para mantener la apariencia de ricos, fetichizan las tarjetas de crédito y la
moda “para estar al día”; por lo general, son de bajo coeficiente intelectual, de
pensamiento lógico-formal y de su “desgracia” es culpable un “otro” no ellos. Son
altamente consumistas y utilitaristas. Toda la culpa de todo se la endilgan al gobierno y
la cúspide de sus sueños es vivir en Miami u otra parte de los Estados Unidos. A esta
base social también se suman sectores lumpen, un sifrinismo popular (pobreza
subjetiva) y desclasados sociales.
Utilización de los medios de comunicación, nacional e internacional, como instrumentos
de control y manipulación de la conciencia de su base social localizada en los sectores
medios de la población y algunos sectores pobres, con mensajes diseñados para
generar psico-terror en estos sectores, dirigida al cerebro reptil de ellos para motivar
actitudes irracionales que se expresen en odio y violencia hacia el otro pero la ocultan
endilgándola al chavismo. Igualmente, usan los medios para mentir, producir medias
verdades y sobre todo, desconocer los logros del gobierno. Cuando están ante
situaciones evidentes, señalan que “es un montaje” o “una manipulación del gobierno”.
Con ello han enfermado psíquicamente a buena parte de su base social y las ha
disociado; pero también ha generado dudas en el resto de la población, incluso, en
algunos sectores del chavismo en torno a la viabilidad del Proyecto Político que se
adelanta a través del Presidente Nicolás Maduro.
Politizan la delincuencia organizando bandas delincuenciales en barrios y
urbanizaciones, uso de los PRANES en las cárceles para generar situaciones de
violencia; organizan el sicariato para exterminar líderes sindicales, campesinos y, en
general, líderes sociales (más de 220 asesinatos) que demanden reivindicaciones ante
el capital y la propiedad privada. De igual forma, asesinan a personalidades del o
cercanas al gobierno nacional.
Hacer aparecer a los revolucionarios como sectores ignorantes, incapaces para dirigir el
Estado y el gobierno, ciudadanos de segunda y torpes en sus actuaciones políticas. En
ese orden, tratan de descalificar al Presidente diciéndole autobusero, “bruto”,
“ignorante”, entre otros epítetos.
Uso de los símbolos de los revolucionarios: colores, la bandera nacional, la música y a
cantores revolucionarios como Alí Primera; utilización de propuestas, discursos y
consignas de la Revolución Bolivariana. Y usan el parlamento para torpedear la
aprobación de leyes que beneficien al pueblo.
Como es notable, las expresiones del fascismo en Venezuela en el siglo XXI
encarnadas, sobre todo, en el partido Primero Justicia, son muy similares a las del
fascismo europeo del siglo XX. Si estas son las tesis políticas que predominan en la
MUD por las imposiciones de la ultraderecha de los Estados Unidos a esta
organización, a través de Capriles Radonsky y sus operadores políticos, es imposible
que esa organización pueda proponer un proyecto Político Democrático a los
venezolanos. Esto explica que Primero Justicia, apoyado en la MUD, desarrolle y busca
imponer definitivamente un proyecto fascista; lo que sería fatal para el pueblo de
Venezuela acostumbrado a vivir en paz y libertad, sin violencia y con niveles
significativos de bienestar social. El fascismo acabó con el Estado de Bienestar en
Europa. La MUD acabaría con el Estado Social de Derecho y de Justicia en Venezuela.
Ya esto lo empezamos a vivir con las políticas de acaparamiento de la comida,
especulación de precios, psico-terror de algunos medios de comunicación manipulando
el cerebro reptil de los venezolanos, guarimbas, movilizaciones de calles, entre otras
cosas, que vienen haciendo los grupos económicos que siempre se han creído dueños
del país.
Finalmente, el Fascismo del Siglo XXI tiene la meta, en lo nacional, de penetrar y
desmontar toda la estructura de apoyo social y popular que ha levantado hasta ahora la
Revolución Bolivariana y, con ello, detener el avance de ésta en el continente y el
mundo, como referencia y esperanza de los pueblos para alcanzar una sociedad al
servicio de las mayorías. Para ello el impacto de la violencia y la contundencia de la
misma, a través de una acción sistemática es clave para generar una inhibición del
movimiento popular, que se debe someter ante el “miedo” y con ello pasar de la acción a
la inacción, que sólo permitirá que la acción colectiva del fascismo se imponga. Esta
estrategia es adelantada con apoyo de los medios de comunicación privados
nacionales e internacionales. En lo internacional, se trata de acabar con esta nueva
experiencia de construcción del socialismo, imponer el régimen del capital, apropiarse
del petróleo, las reservas de agua y la biodiversidad existente en el planeta y para ello
han puesto en práctica el Plan del Club Bilderberg (los dueños del planeta) para el
mundo en los próximos 150 años, conocido coyunturalmente, como el Plan Kerry
impulsado por los imperialismos para apropiarse de la mente humana y materializar el
proyecto de recolonización del mundo. Es a este monstruo que enfrentamos.