(NOTAS)
-El progreso no es gratis, lo pagamos en enfermedades.
-La epidemia Química
-Los productos de limpieza del hogar pueden provocar enfermedades y empeorar el semen
––
22 diciembre2013
Cada vez más contaminados
Hay una contaminación que nos convierte en un depósito de residuos
Todos nacemos con nuestra carga tóxica a cuestas y con las posibles secuelas
Entre las sustancias que más inquietan están los ‘disruptores endocrinos’
El progreso no es gratis, lo pagamos en enfermedades.(NOTAS)
1. (NOTAS)
-El progreso no es gratis, lo pagamos en enfermedades.
-La epidemia Química
-Los productos de limpieza del hogar pueden provocar enfermedades y
empeorar el semen
––
22 diciembre2013
Cada vez más contaminados
Hay una contaminación que nos convierte en un depósito de residuos
Todos nacemos con nuestra carga tóxica a cuestas y con las posibles secuelas
Entre las sustancias que más inquietan están los ‘disruptores endocrinos’
Coco Dávez
2. MARÍA CORISCO Madrid
Nadie se cuestiona que la boina gris que recubre los cielos de las grandes ciudades sea dañina para la salud, ni
que beber aguas contaminadas con vertidos industriales nos pueda envenenar, ni tampoco que la radiación
mate. Pero hay otro tipo de contaminación, más silente, inadvertida y continua, que provoca que cada
ciudadano del primer mundo se haya convertido, sin ser consciente, en un depósito andante de residuos
tóxicos. “En los países industrializados es habitual que una persona acumule en su cuerpo 40, 70 o incluso más
agentes tóxicos”, explica Miquel Porta, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad
Autónoma de Barcelona.
Este experto dirigió un estudio en Cataluña -extrapolable a la población europea- que reveló que el 100% de los
catalanes tiene al menos tres compuestos tóxicos persistentes en su organismo y que el 72,5% de la población
general catalana acumula 10 o más contaminantes en su cuerpo. “Y eso que solo se analizaron 19 compuestos
químicos. Detectamos el pesticida DDT en el 88% de la población, pese a que han pasado 30 años desde que se
prohibió en España.
Así de persistentes son estas sustancias en nuestras culturas y cuerpos”, subraya. Habla de los compuestos
tóxicos permanentes, (CT’s), unas sustancias que en su día se diseñaron para resistir el paso del tiempo… y que
ahí siguen. Muestra de ello es que, pese a que en 2004 se prohibieron los principales organoclorados -utilizados
durante décadas en la síntesis de plaguicidas-, numerosos estudios como el dirigido por Porta revelan que
continúan presentes en nuestros organismos. Pero no solo tenemos CTP’s, recuerda la doctora Pilar Muñoz
Calero, especialista en Medicina Ambiental, presidenta de la Fundación Alborada y aquejada de Sensibilidad
Química Múltiple: “Si nos hicieran un análisis dirigido a encontrar contaminantes, hallarían en cualquiera de
nosotros restos de pesticidas, derivados del benceno, talatos, metales pesados… Un auténtico vertedero. Un
paciente muy gracioso me decía, cuando le di los resultados de sus análisis: ‘Tengo miedo de que llegue alguien
con un imán y me quede pegado a él’. Y otro me decía que tenía ganas de meterse en el contenedor del punto
limpio…Es tener sentido del humor ante el drama que estamos viviendo”.
Un drama que comienza aun antes de que hayamos nacido: un equipo de la Universidad de California realizó un
estudio buscando contaminantes en mujeres embarazadas; quien busca encuentra, y el estudio reveló que en el
99% de estas mujeres había pesticidas organoclorados, fenoles, hidrocarburos aromáticos policíclicos,
perclorato, bifenilos policlorados… Y la doctora María José López Espinosa, de la Universidad de Granada, tras
estudiar entre 2000 y 2002 la placenta de 308 mujeres, encontró que todas ellas estaban contaminadas con
restos de organoclorados. No olvidemos que, durante la gestación, el feto se alimenta de lo que la madre ha ido
depositando en su tejido adiposo; y eso significa que va a recibir de ella no solo lo bueno, sino también los
contaminantes que haya ido almacenando a lo largo de su vida.
Carga tóxica
“En los países industrializados es habitual que una persona acumule en su cuerpo 40, 70 o incluso más agentes
tóxicos”
Miquel Porta, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Entre las sustancias que más inquietan a los científicos se encuentran una serie de tóxicos, denominados
‘disruptores endocrinos’, que son capaces de alterar nuestro sistema hormonal. “Están por todas partes.
Tenemos, por ejemplo, los retardantes de llama, que se aplican a plásticos para retrasar que ardan, que han
llegado a detectarse en los osos del Ártico o en los halcones peregrinos, así que imagínate en nosotros… Y
3. tenemos las dioxinas, los furanos, las hormonas sintéticas empleadas para el engorde del ganado, los fenoles…”,
denuncia Carlos de Prada, autor del libro Hogar sin tóxicos (Ediciones I). Los efectos de los disruptores
endocrinos preocupan especialmente, como decíamos, durante la gestación y la lactancia: “Un adulto se puede
exponer a un nivel alto de Bisfenol A, por ejemplo, y no sufrir aparentemente consecuencias; pero esa cantidad
le puede crear problemas a un feto o a un lactante. El niño se está gestando en el útero mediante una
interacción química hormonal muy compleja entre él y su madre. Si en ese momento tan delicado interfieres…,
puede haber consecuencias”, señala de Prada.
Así pues, como si de un moderno pecado original se tratase, todos nacemos con nuestra carga tóxica a cuestas.
Y con las posibles secuelas, pues, como señala la doctora Marieta Fernández- Cabrera, investigadora de la
Universidad de Granada, “hoy sabemos que la exposición a contaminantes químicos medioambientales puede
afectar al desarrollo fetal”. Esta doctora es una de las coordinadoras del Proyecto Infancia y Medio Ambiente,
mediante el que se pretende “estudiar el papel de los contaminantes más importantes que existen en el aire,
agua y dieta durante el embarazo e inicio de la vida y sus efectos en el desarrollo y crecimiento infantil”. Porque,
como nos explica, “los niños están en proceso de crecimiento, y su sistema inmunológico y de desintoxicación
no están completamente desarrollados. Por eso son más vulnerables a exposiciones ambientales que los
adultos”.
Infertilidad
En este sentido, la comunidad científica alerta de que los tóxicos ambientales transmitidos de madre a hijo en
estas primerísimas etapas puedan ser una de las causas de los cada vez más frecuentes problemas de
infertilidad masculina: al parecer, actúan como falsos estrógenos, y de este modo propician niveles demasiado
elevados de hormona femenina al feto varón. La doctora Marisa López- Teijón, jefa de Reproducción Asistida del
Instituto Marqués y una de las investigadoras más activas en este terreno, señala que diversos estudios prueban
que “la exposición a estos tóxicos puede afectar el sistema reproductivo del feto y provocar el síndrome de
disgenesia gonadal: mala calidad seminal, malformaciones genitales al nacer y cáncer de testículo”.
El panorama no parece muy alentador, pues, aunque los científicos están cada vez más sensibilizados, el
mensaje llega con dificultad a la población. Porque, como decíamos, es una contaminación silente, inadvertida y
continua: “Los ciudadanos creen que si un producto se ha aprobado, será porque cumple con las normas de
seguridad. Y posiblemente sea cierto que cada fabricante ajuste en sus productos las dosis mínimas de tóxicos
que están permitidas, pero ¿qué ocurre si comenzamos a sumar la exposición a esos niveles mínimos en 200
sustancias a la vez? ¿Si resulta que desde nuestro gel de baño hasta las latas de conserva o el detergente y el
quitagrasas tienen esos niveles mínimos? Por no hablar de las interacciones entre todas esas sustancias…”,
explica Carlos de Prada. Como resume Muñoz Calero: “Nos hemos convertido en pequeños laboratorios”. Un
ejemplo esclarecedor lo tenemos en el humilde polvo doméstico. “Se han hecho estudios de su composición y
se ha visto que no tiene nada que ver con el que respiraban nuestros bisabuelos, ya que contiene centenares de
tóxicos. Una persona respira de 15 a 20.000 litros de aire al día, y nuestro organismo actúa como un filtro,
acumulando en su interior estas sustancias”, argumenta De Prada. Se dice que es el peaje de la industrialización.
Porque el progreso, nos recuerda Porta, no es gratis: “Lo pagamos en enfermedades.
Los niveles que acumulamos en nuestro organismo son a menudo insostenibles para las personas; muchas,
simplemente, no lo aguantan… y entonces contraen un cáncer o desarrollan una enfermedad
neurodegenerativa, o son infértiles, o no desarrollan la inteligencia que podrían alcanzar de estar menos
contaminados”. Muñoz Calero, por su parte, lo explica así: “Imaginemos que los sistemas de desintoxicación de
nuestras células fueran peajes de autopista; si uno de los operarios del peaje se ha dormido, o se encuentra mal,
4. o ha cerrado, se acumulan los coches y se produce un atasco. Eso pasa en nuestro organismo: los contaminantes
van pasando por peajes que están dañados por los propios tóxicos y se va acumulando la carga nociva, hasta el
punto de que, aun ante dosis pequeñas, podemos tener reacciones muy adversas”.
“Es la epidemia química”, define de Prada, quien aporta unas cifras para que seamos conscientes de las
dimensiones del problema: en 1930 había un millón de toneladas de sustancias químicas sintéticas; en 2000 ya
eran 400 millones, y se estima que en la actualidad hayan superado los 700 millones. “Y hay 143.000 sustancias
sintéticas diferentes, de las que tan solo se han evaluado los riesgos sanitarios de un 1%. Y, la mayoría de las
veces, solo se ha estudiado un tipo de efecto, como en adultos, a corto plazo, en un trastorno específico…, y no
su efecto global”. Aun así, hay margen para la esperanza. Por lo pronto, desde junio de 2011 se prohibieron en
la Unión Europea los biberones que contuvieran bisfenol A. Es una primera medida, pero aún insuficiente, de ahí
que desde la Fundación VivoSano se esté impulsando una campaña encaminada a erradicar el bisfenol A de
todos aquellos materiales que estén en contacto con alimentos, medida que ya ha sido adoptada por algunos
países europeos como Francia. Entretanto, De Prada subraya que “hay muchísimas cosas que podemos hacer en
nuestro entorno para paliar esta contaminación invisible. Desde racionalizar el uso de productos de limpieza
hasta emplear alternativas ecológicas. Y seguir paso a paso: se legisló sobre el amianto y sobre el plomo… y el
mundo no se hundió. Ni se hundirá porque, entre todos, consigamos un ambiente libre de tóxicos”.
“SE HAN HECHO ESTUDIOS DE SU COMPOSICIÓN Y SE HA VISTO QUE NO TIENE NADA QUE VER CON EL QUE
RESPIRABAN NUESTROS BISABUELOS”
Carlos de Prada, autor del libro Hogar sin tóxicos
MERCURIO Y PECES
Una medida tan sencilla como evitar que mujeres embarazadas y niños menores de dos años consuman
pescados grandes -atún, tintorera, pez espada…- podría evitar problemas de desarrollo cognitivo en los bebés.
Una investigación realizada por la doctora Marieta Fernández Cabrera concluyó, tras medir los niveles de
mercurio en sangre, pelo, placenta y orina, que “son más elevados de lo que deberían. No escandalosamente
altos, pero sí lo suficiente como para que puedan ocasionar un desarrollo mental y motor más lento, o menores
puntuaciones en test de CI”. Eso no significa que no se pueda comer pescado; basta con que se elijan durante la
gestación y en la primera infancia peces de pequeño tamaño.
Artículo original en El Mundo “Cada vez más contaminados”
Artículos relacionados:
“Manipulación hormonal y cerebral I”
“Manipulación hormonal y cerebral II”
“Manipulación hormonal y cerebral III”
http://mundodespierta.com/2013/12/22/el-progreso-no-es-gratis-lo-pagamos-en-enfermedades-la-epidemiaquimica/
-Los productos de limpieza del hogar pueden provocar enfermedades y
empeorar el semen
5. EUROPA PRESS@ABC_ES / MADRID
Día 17/10/2013 - TEMAS RELACIONADOS
Algunos son tóxicos y una sobreexposición hace aumentar el riesgo de padecer alergias, determinados tipo de
cáncer, o problemas reproductivos
Productos de limpieza o de aseo, conservantes alimentario, pinturas o materiales sintéticos son algunos los
productos que pueden desprender sustancias químicas y que, según muestra un estudio de la Agencia de
Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, en sus siglas en inglés),pueden hacer que el aire que se respira en
una casa contenga hasta 10 veces más sustancias contaminantes que el de la calle.
Para informar a la población de todos estos elementos invisibles que tanto perjudican y ofrecer alternativas, la
Fundación Vivo Sano ha presentado este lunes el libro 'Hogar sin tóxicos', de Carlos de Prada.
«Hay que apelar al uso de la facultad racional", teniendo en cuenta que una sobreexposición a determinados
productos de una manera reiterada puede tener efectos negativos sobre la salud, sobre todo en la de niños y
embarazadas. Así, este experto destaca el asma, las alergias, un aumento en el riesgo de determinados tipo de
cáncer, así como problemas reproductivos, sobre todo afectando a la calidad del semen.
Según este investigador «no somos muchas veces conscientes de la complejidad de la química que puede haber
en un hogar y que puede pasar a nuestros cuerpos por diferentes vías». Según explica a Europa Press, el
objetivo es "reducir la carga tóxica del hogar", por ello apuesta por el "termino medio", es decir hay que conocer
cómo afectan las sustancia que llegan a la respiración pero "sin caer en la hipocondría". Lamentablemente,
advierte, "la mayoría usa la técnica de la avestruz", es decir que "muchos prefieren no saberlo y no hacer nada".
"Es mejor saberlo y, con la cabeza fría, actuar conociendo que hay una serie de opciones que se pueden hacer
para reducir la presencia de contaminantes en el hogar", añade, al tiempo que explica que existen muchas
alternativas "muy simples" a la hora de recudir la exposición diaria a productos químicos. En el mismo sentido,
6. el director de la Fundación Vivo Sano, Alfredo Suárez, apela a la propia responsabilidad para tomar conciencia
de esta realidad aunque "esta situación pueda abrumarnos y nos parezca imposible de abordar".
"No hay que caer en la falsa creencia de que lo que está en el mercado sólo por el hecho de ser legal, es seguro,
puesto que la mayoría de las veces las sustancias químicas se han medido en solitario (no en combinación con
otras) y evaluando solo su peligrosidad en adultos", explica.
Qué hacer y cómo afecta
Los hogares tienen varios focos de toxicidad por la presencia de materiales y productos sintéticos, que
desprenden tóxicos químicos. Estos productos suelen ser aquellos que confieren al producto la propiedad
conservación, olor, moldeabilidad, textura, mayor resistencia al fuego, propiedades antimanchas o hidrófugas,
etc, estas sustancias suelen ser ftalatos, bisfenol A, retardantes de llama, compuestos perfluorados, etc. Por
ejemplo, no se repara en que el PVC puede desprender ftalatos que son nocivos para la reproducción (que a
veces integran un 30 por ciento de su peso) o que una madera conglomerada puede hacerlo con formaldehido,
un gas que puede ser irritante e incluso favorecer el cáncer; estudios recientes muestran una gran carga de
tóxicos en el polvo doméstico; existen residuos de pesticidas que pueden encontrarse en la alimentación, etc.
De hecho, explica de Prada, "todas las sustancias tóxicas que hay en la casa va al polvo doméstico que a través
de la respiración entra en el cuerpo, y se ha visto que los que se detecta en la casa luego se detecta también en
el organismo", y, de nuevo, "cuando respiramos y llega a nuestro interior, sufre otra serie de transformaciones y
puede convertirse en otra sustancia diferente". Sencillas medidas en casa pueden reducir considerablemente la
cantidad de productos dañinos con los que estamos a diario en contacto, además "muchas veces son
alternativas que no son más caras que las convencionales, incluso con algunas ahorras". Así, apuesta lo primero
por reducir el número de productos de limpieza y recordar que "la casa no es un quirófano", por tanto no es
necesario usar estos productos todos los días; no usar ambientadores sintéticos; reducir el uso de productos de
limpieza en spray y apostar por los ecológicos; ventilar a diario el hogar; no abusar del PVC en las casas; o utilizar
pinturas ecológicas y optar por muebles de materiales naturales.
FUENTE: http://www.abc.es/sociedad/20131016/abci-productos-limpieza-hogar-pueden-201310152017.html
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