Priscila y Aquila eran un matrimonio judío que vivía en Roma pero tuvo que huir a Grecia debido a que el emperador Claudio expulsó a los judíos de la ciudad. En Grecia se establecieron en Corinto donde conocieron a San Pablo, con quien compartieron su fe cristiana y le ayudaron en la predicación del evangelio. Más tarde acompañaron a Pablo a Éfeso, donde continuaron apoyando su labor misionera y convirtieron a Apolo en un predicador del cristianismo.