1. Las cuevas de Altamira
La cueva de Altamira es una cavidad natural en la roca en la que se
conserva unos de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la
prehistoria. Está situada en el municipio español de Santillana del mar en
Cantabria, a unos dos kilómetros del centro urbano, en un plano que tomó
el nombre. Las pinturas y grabados de la cueva pertenecen a los periodos
Magdaleniense y Solutrense principalmente, y alguno al Gravetiense, las
evidencias arqueológicas son únicamente solutrenses y magdalenienses, e
incluso con dudas, todos dentro del Paleolítico superior. Su estilo artístico
se enmarca en la denominada “escuela franco-cantábrica”, caracterizada
por el realismo de las figuras representadas. Contiene pinturas, grabados,
pinturas negras, rojas y ocres que representan animales, figuras
antropomorfas, dibujos abstractos y no figurativos. La cueva de Altamira
fue descubierta en 1868 por un cazador llamado Modesto cubillas, quien
encontró la entrada al intentar liberar a su perro, que estaba atrapado
entre las grietas de unas rocas por perseguir a una presa. En aquel
momento, la noticia del descubrimiento de una cueva no tuvo la menor
transcendencia entre el vecindario de la zona, ya que es un terreno
kárstico, caracterizado por poseer ya miles de grutas, por lo que el
descubrimiento de una más no supuso ninguna novedad.