1. Platón análisis El mito dE la
cavErna
El mito de la caverna es el mito más
famoso de Platón, en el que explica su
teoría de las ideas, su teoría
epistemológica y su teoría
antropológica.
En el relato, nos sitúa en una cueva
donde hay unos prisioneros que
durante toda su vida han sido
obligados a mirar unas sombras
provocadas por un fuego y unos
objetos que se mueven. Con esta
primera metáfora, el autor identifica a
los prisioneros encadenados con el
2. alma humana, que está atada a un
cuerpo terrenal y que pertenece al
mundo de las cosas, y es por
tanto, imperfecto y sensible, cuyos
conocimientos son meras sombras de
la realidad.
En el mito, Platón se pregunta qué
pasaría si uno de los prisioneros se
levantase y fuera capaz de ver el fuego
y los objetos reales, afirmando que
sentiría dolor y se daría cuenta de que
lo que veía antes no eran más que
sombras de la realidad. Y si
ascendiese hacia la superficie, le
ocurriría algo similar. Esta liberación
3. es la que permite al ser humano
liberarse el mundo sensible para así
alcanzar el mundo ideal, que es
perfecto, eterno e inmutable, y al que
sólo se puede acceder mediante el
alma y la razón.
En el aspecto epistemológico, el mito
identifica a la caverna como el mundo
de las cosas. En ella, existen
imitaciones de la superficie (el mundo
de las Ideas), pero son imperfectas y
engañosas: las sombras en la pared
son imitaciones de las sombras de los
objetos de la superficie, el fuego es la
imitación del Sol, etc. Ante este
4. panorama, los prisioneros sólo pueden
conocer lo que ven, es decir, sólo son
capaces de ver sombras en la pared, y
ellos las identifican con la realidad.
Por eso, cuando uno de ellos es
liberado, y es capaz de ver el fuego, y
el resto de elementos de la caverna,
estaría más cerca del conocimiento
verdadero. Sin embargo, éste
conocimiento no sería completo, sino
que sería lo que Platón denomina
Doxa, u opinión.
Si el prisionero es obligado a ascender
a la superficie, allí puede observar y
contemplar el mundo exterior, el
5. mundo de las Ideas, poco a poco iría
viendo los objetos que lo componen:
primero las sombras, más tarde
objetos reflejados en el agua, luego los
objetos mismos, el cielo nocturno, y
por último, el Sol, que se identifica
con la idea suprema del Bien. El
conocimiento aquí adquirido sería
conocimiento verdadero, aquél que
Platón llama Episteme.