DECANATO DE INGENIERÍA
CABUDARE ESTADO LARA
Orígenes de la Refrigeración.
Participante:
T.S.U. Víctor Sánchez
C.I. V-15.262.126
Materia: Refrigeración y Aire Acondicionado
Junio 2015
Un refrigerador es un accesorio que mantiene las bebidas y alimentos a la temperatura deseada.
Vamos a tratar de entender un poco más de la historia de esta herramienta tan esencial para
nuestras vidas.
Jacob Perkins (1766-1849) fue el físico americano cuyos experimentos científicos han demostrado
la compresibilidad del agua. Este descubrimiento es de gran importancia, ya que el enfriamiento
funciona con el principio de la compresibilidad de un líquido. Este consiste en una rápida
evaporación y la consiguiente pérdida de energía que se origina. Es decir, cuando un líquido se
evapora rápidamente, el recipiente que o contiene sufre un inevitable enfriamiento, debido a que el
vapor lleva gran parte de la energía.
A principios del siglo XIX, Oliver Evans elaboró el primer proyecto de una máquina de
refrigeración,
En 1902 Willis Carrier sentó las bases de la maquinaria de refrigeración moderna y al intentar
aplicarla a los espacios habitados, se encontró con el problema del aumento de la humedad relativa
del aire enfriado, y al estudiar cómo evitarlo, desarrolló el concepto de climatización de verano.
Por aquella época un impresor neoyorquino tenía serias dificultades durante el proceso de
impresión, que impedían el comportamiento normal del papel, obteniendo una calidad muy pobre
debido a las variaciones de temperatura, calor y humedad. Carrier se puso a investigar con
tenacidad para resolver el problema: diseñó una máquina específica que controlaba la humedad por
medio de tubos enfriados, dando lugar a la primera unidad de refrigeración de la historia.
Durante aquellos años, el objetivo principal de Carrier era mejorar el desarrollo del proceso
industrial con máquinas que permitieran el control de la temperatura y la humedad. Los primeros
en usar el sistema de aire acondicionado Carrier fueron las industrias textiles del sur de Estados
Unidos.
Un claro ejemplo, fue la fábrica de algodón Chronicle en Belmont. Esta fábrica tenía un gran
problema. Debido a la ausencia de humedad, se creaba un exceso de electricidad estática haciendo
que las fibras de algodón se convirtiesen en pelusa. Gracias a Carrier, el nivel de humedad se
estabilizó y la pelusilla quedó eliminada.
Debido a la calidad de sus productos, un gran número de industrias, tanto nacionales como
internacionales, se decantaron por la marca Carrier. La primera venta que se realizó al extranjero
fue a la industria de la seda de Yokohama en Japón en 1907.
En 1915, empujados por el éxito, Carrier y seis amigos reunieron 32.600 dólares y fundaron “La
Compañía de Ingeniería Carrier”, cuyo gran objetivo era garantizar al cliente el control de la
temperatura y humedad a través de la innovación tecnológica y el servicio al cliente. En 1922
Carrier lleva a cabo uno de los logros de mayor impacto en la historia de la industria: “la
enfriadora centrífuga”. Este nuevo sistema de refrigeración se estrenó en 1924 en los grandes
almacenes Hudson de Detroit, en los cuales se instalaron tres enfriadoras centrífugas para enfriar
el sótano y posteriormente el resto de la tienda. Tal fue el éxito, que inmediatamente se instalaron
este tipo de máquinas en hospitales, oficinas, aeropuertos, fábricas, hoteles y grandes almacenes.
La prueba de fuego llegó en 1925, cuando a la compañía Carrier se le encarga la climatización de
un cine de Nueva York. Se realiza una gran campaña de publicidad que llega rápidamente a los
ciudadanos formándose largas colas en la puerta del cine. La película que se proyectó aquella
noche fue rápidamente olvidada, pero no lo fue la aparición del aire acondicionado.
En 1930, alrededor de 300 cines tenían instalado ya el sistema de aire acondicionado. A finales de
1920 propietarios de pequeñas empresas quisieron competir con las grandes distribuidoras, por lo
que Carrier empezó a desarrollar máquinas pequeñas. En 1928 se fabricó un equipo de
climatización doméstico que enfriaba, calentaba, limpiaba y hacía circular el aire y cuya principal
aplicación era la doméstica, pero la Gran Depresión en los Estados Unidos puso punto final al aire
acondicionado en los hogares. Hasta después de la Segunda Guerra Mundial las ventas de equipos
domésticos no empezaron a tener importancia en empresas y hogares.
El primer sistema de refrigeración artificial, basado en las ideas de Faraday, fue fabricado por
William Cullen en 1748, y mostrado al público en la Universidad de Glasgow. Sin embargo, la
refrigeración fue durante el resto del siglo una curiosidad científica, y no fue hasta casi un siglo
después, hacia 1850, que este sistema empezó a tener un uso práctico.
Entre 1850 y 1851, el Dr. John Gorrie fabricó una máquina que era capaz de fabricar hielo (lo
único que hacía falta, por supuesto, era utilizar un refrigerante y un sistema de expansión-
compresión que lo llevase por debajo de cero grados centígrados). En 1857, el australiano James
Harrison fabricó el primer frigorífico industrial, destinado a la industria cárnica y cervecera.
Aunque no es el asunto específico de este artículo, el primer sistema de aire acondicionado (que
utiliza, por supuesto, justo el mismo sistema de refrigeración) fue diseñado en 1902 por Willis
Haviland Carrier – sí, el fundador de la Carrier.
Sin embargo, lo que hoy conocemos como “nevera” (es decir, un electrodoméstico, no una máquina
industrial) aún estaba por llegar. En las casas seguían usándose las neveras primitivas con su
depósito de hielo o nieve. El problema, naturalmente, era el precio: la tecnología existía, pero las
bombas necesarias eran muy caras, y la electricidad no estaba en todas partes. La primera
modernización llegó de forma discreta: en vez de tener que ir hasta las montañas para bajar nieve, la
gente compraba hielo en las fábricas, que utilizaban los sistemas de refrigeración para producirlo a
partir de agua.
La primera empresa en construir una nevera doméstica fue la americana General Electric, aunque
no para sí misma, sino para la American Audiffren Refrigerating Machine Company del francés
Marcel Audiffren, el primero en patentar una nevera diseñada para el hogar. Las neveras Audiffren
eran un
auténtico lujo: la primera comercializada, en 1911, costaba la friolera de mil dólares. ¡Pero mil
dólares de 1911 era el doble de lo que costaba un coche!
Pronto otras empresas (incluyendo la General Electric con sus propios modelos) empezaron a
hacer la competencia a Audiffren, y los precios bajaron: la Kelvinator de 1922 costaba “sólo”
714 dólares. ¡Pero es que un Ford T de 1922 costaba 450 dólares!
Además, estas primitivas neveras eléctricas no eran como las de ahora: la nevera en sí estaba en
la cocina, pero el tamaño de las bombas de compresión era tan grande que no podían instalarse
en el propio aparato. Una serie de tubos iban de la nevera al lugar en el que se encontraba el
sistema de refrigeración en sí (como ocurre con algunos aires acondicionados actuales),
normalmente instalados en el sótano de la casa. Durante esta época empezaron a añadirse
compartimentos congeladores en las neveras (hasta entonces no podían fabricar hielo).
Por cierto, Michael Faraday no fue el único científico famoso que tuvo que ver con el
desarrollo de la nevera. Aunque no se haya reflejado en el posterior desarrollo de este
electrodoméstico, por esta época Albert Einstein y Leo Szilárd trabajaron en el diseño de
versiones que podrían haber sido revolucionarias, como nos cuentan en Tecnología Obsoleta.
Fascinante.
Sin embargo, la primera nevera “para las masas”, y ya con una unidad de refrigeración
integrada en el propio aparato, fue la serie de modelos Monitor de General Electric hacia 1927 :
Como se puede ver, el sistema de refrigeración aún es visible encima de la nevera, pero al
menos no está en otra habitación. Estas neveras (de las que se fabricó más de un millón)
utilizaban dióxido de azufre como refrigerante, algo no muy recomendable, ya que es tóxico.
Por cierto, algo en lo que no hemos mejorado precisamente desde entonces es la calidad de
fabricación: hay bastantes Monitor que siguen funcionando hoy, ochenta años despúes.
Hoy en día no es fácil ver el sistema de refrigeración de nuestras neveras, seguro que estás
familiarizado con la rejilla y el serpentín que hay en la parte de atrás de la nevera: están muy
calientes, puesto que ahí es donde el líquido caliente (ya comprimido) está soltando calor al
exterior. A continuación se expande y evapora, y el tubo está en contacto con la pared interior del
compartimento donde ponemos la comida, enfriándolo. Aún es posible oir la bomba de
compresión (especialmente, si no funciona muy bien), aunque se encuentre en las entrañas del
aparato. Además, algunas neveras no sólo dependen del contacto del circuito de refrigeración con
la pared interior, sino que tienen rejillas dentro de las cuales hay ventiladores que favorecen el
intercambio de calor.
Naturalmente, hoy en día no se emplea dióxido de azufre como refrigerante. Sus sucesores
fueron gases llamados clorofluorocarburos (CFCs) como el triclorofluorometano o el
diclorodifluorometano, comercializados por la empresa Dupont con la marca “Freón”. Estos
refrigerantes eran tan comunes que suelen llamarse freones, cuando en realidad eso es la marca
(algo parecido a lo que pasó con los kleenex o el celo).
Sin embargo, los CFCs, aunque no eran tóxicos, resultaron ser muy peligrosos en otro sentido: al
liberarlos a la atmósfera tomaban parte en una serie de procesos que hacían disminuir el espesor
de la capa de ozono, de modo que con el tiempo éstos también fueron sustituidos por muchos
otros (hoy en día se emplean muchísimos diferentes), no tan nocivos para el medio ambiente.
También existen otros sistemas de refrigeración que no emplean la compresión, como los de
Efecto Peltier.
Efecto Peltier.
Se tiene un conductor por el que circula una corriente eléctrica: los electrones se están
moviendo. Suponiendo una analogía de una canica, ahora el conductor no es un cuenco: es una
especie de surco en el suelo, por el que se mueven los electrones. Que los electrones se muevan
por él no quiere decir
que sean libres: no pueden salir del conductor salvo que alguien les dé energía (los “saque del
surco” de un empujón).
Ahora no tengo un solo conductor sino dos conductores diferentes, el conductor “verde” y el
conductor “rojo”. Y supón que ambos conductores no “amarran” los electrones igual de
intensamente: el conductor verde es un cuenco (o un surco, cuando los electrones se mueven)
muy profundo, es decir, los electrones en el conductor verde tienen muy poca energía. Pero el
conductor rojo es menos avaro con sus electrones, es un “cuenco poco profundo”, y los electrones
que circulan por él tienen más energía – haría falta poco trabajo para arrancarlos de él.
Si conectamos estos dos conductores (uno cuyos electrones tienen muy poca energía, y otro cuyos
electrones tienen más energía) uno a continuación del otro, y a una pila, de modo que por ellos
circule la corriente eléctrica (como se muestra en la figura), ocurre algo en apariencia
extrañísimo:
Un electrón que circula por el conductor verde tiene muy poca energía, y llega un momento en el
que tiene que pasar al conductor rojo. Es como si una canica fuera por un surco muy profundo y
se encontrase con una “cuesta arriba” que lo conecta con un surco menos profundo. Lo que sucede
entonces es lo mismo que sucedería con la canica: según ésta sube la cuesta, gana energía
potencial pero pierde energía cinética, es decir, cuando llega arriba se mueve más despacio de lo
que hacía abajo.
Al electrón le sucede exactamente lo mismo: cuando pasa del conductor verde (donde su energía
potencial eléctrica es muy pequeña) al conductor rojo (donde tiene más energía potencial
eléctrica) se mueve más despacio. Pero, puesto que la temperatura es una medida de la energía
cinética media de las partículas que componen un material (y los electrones son unas de esas
partículas), como consecuencia lógica e inevitable la temperatura de la zona de transición de un
conductor a otro desciende. ¡Se enfría! Esto fue observado por primera vez por el francés Jean
Peltier en 1834, y por eso lleva su nombre.
TECNICAS DE CONSERVACION DE LOS ALIMENTOS EN LA ANTIGÜEDAD
¿Cómo se empiezan a conservar los alimentos?
La primera técnica desarrollada por el hombre primitivo fue probablemente la desecación y la
deshidratación.
Otro gran descubrimiento fue el de los efectos del calor (cocidos, asados). El calor deshidrata,
pero tiene además otros efectos, tanto por el humo como por las transformaciones que induce
en los alimentos.
La conservación por frío también data de la prehistoria y se ha ido progresando hasta
conseguir la congelación gracias a las cámaras de refrigeración.
Salar, era la técnica más utilizada por los antiguos, puesto que la sal era un producto a su
alcance y muy rentable en lo referente a la conservación. Para poder consumir los alimentos
conservados en sal era necesario desalarlos con leche y agua. Se utiliza con las carnes y
pescados, principalmente.
Ahumar, poner un alimento en contacto con humo. Se empleaba para carnes y pescados.
Secado al aire, es decir, deshidratar el producto tras eliminar el agua que contiene. Se
empleaba para las frutas, principalmente.
Hoy en día, la conservación de alimentos abarca una serie de acciones que se adoptan para
evitar el deterioro de su calidad y garantizar su estabilidad durante el período que dura su
vida, desde la producción hasta el momento de su consumo.
Los tipos de métodos, que desde tiempos lejanos se vienen aplicando para una buena
conservación del alimento se asientan en distintos tipos de bases:
A) Física: constituyen los métodos de refrigeración, ultracongelación, pasteurización,
esterilización, enlatado, desecación, deshidratación, liofilización, concentración, irradiación,
presurización y otros, todavía no denominados
B) Química: consisten en la utilización de agentes conservadores que reduzcan la
disponibilidad del agua, o de otros, que impidan el crecimiento de microorganismos.
C) Recientemente se asiste al desarrollo de métodos mixtos, físicos y químicos, aprovechando
las mejores características de unos y de otros, junto al de las últimas técnicas industriales.