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EL EXAMEN NEUROLOGICO

        Conceptos introductorios

        El examen clínico es el fundamento de las buenas prácticas médicas, y los datos que permite
obtener son el sustrato para el desarrollo de la intuición clínica y la sutileza en el diagnóstico. El
examen del paciente es fundamental y no puede ser soslayado ni reemplazado, aún por los más
modernos y sofisticados métodos complementarios. Es la base de la pirámide sobre la que se
construyen las acciones posteriores para la identificación definitiva del problema y su eventual solución.
        El examen neurológico permite la evaluación de la integridad funcional de los diversos
componentes del Sistema Nervioso (SN). Los objetivos primarios en el manejo de un paciente con
problemas neurológicos son: a) determinar si realmente existen trastornos en la función neurológica; b)
clasificarlos desde el punto de vista clínico y funcional, estableciendo de qué tipo de alteración se trata;
c) determinar su localización dentro del SN.
        La evaluación neurológica consta de una serie de etapas que incluyen:
       Establecer el motivo principal por el que el dueño del animal concurre a la consulta;
       Determinar las características, el curso y la evolución del problema (reseña y anamnesis);
       Realizar el examen neurológico propiamente dicho;
       Determinar la localización del sitio de la lesión (diagnóstico neuroanatómico). Es, sin lugar a
        dudas, el aspecto más importante de la evaluación neurológica;
       Establecer un listado lógico de enfermedades que pueden afectar la región anatómica en
        cuestión (diagnóstico diferencial);
       Elegir los métodos de diagnóstico complementario más sensibles y específicos que permitan
        identificar la etiología y la extensión de la lesión (diagnóstico etiológico);
       Implementar el tratamiento más adecuado de acuerdo a los hallazgos clínicos;
       Proveer al propietario de una perspectiva en cuanto a las posibilidades de recuperación de su
        mascota (pronóstico).


        Habitualmente se describe al examen neurológico como un complicado proceso que parece
estar disociado por completo del examen físico general cuando, en realidad, la mayoría de las pruebas
que se requieren para evaluar la función neurológica deberían ser una parte rutinaria de ese proceso.
La realización de unas pocas maniobras adicionales es suficiente para completar el examen físico
general y obtener información acerca de la funcionalidad del SN. Para ello el clínico necesita estar
informado acerca de lo que está observando, para poder interpretar los hallazgos.
        El examen neurológico puede ser dividido en las siguientes etapas: observación del estado de
la conciencia, de la conducta, de la postura y de los movimientos; palpación de la piel y del aparato
locomotor; evaluación de las reacciones posturales, de los reflejos espinales y de los nervios
craneanos; y evaluación de la sensibilidad. En este capítulo se incluye también la evaluación de la
función urinaria, debido a que las afecciones medulares suelen afectar la micción. Hay ciertos pasos
que no deben obviarse por ningún motivo, porque un hallazgo positivo en cualquiera de esas
maniobras indica la necesidad de profundizar la evaluación neurológica (Tabla 1).


                                     Tabla 1: Etapas del examen neurológico

                  Observación
                       Estado mental y conducta
                       Postura (cabeza, tronco y miembros)
                       Movimientos (marcha; movimientos involuntarios)
                  Palpación (piel, aparato locomotor)
                  Reacciones posturales *
                  Reflejos espinales **
                  Nervios craneanos
                  Sensibilidad

                 * el posicionamiento propioceptivo y la reacción del salto nunca deben dejar de realizarse
                ** el reflejo patelar, el reflejo flexor en ambos miembros y el reflejo perineal
                   no deben dejar de realizarse por ningún motivo




        El orden que se establece para completar la evaluación neurológica difiere de acuerdo a las
preferencias o a la rutina con la que cada médico lleva a cabo el examen físico general; a modo de
ejemplo se presenta una breve descripción de la forma en que debe integrarse el examen neurológico
al examen físico general:
        La observación del estado de conciencia, de la conducta, de la marcha y de la postura del
animal se va haciendo mientras se realiza la anamnesis y el animal camina por el consultorio e
interactúa con el entorno. La palpación es una parte habitual e ineludible del examen físico general. La
evaluación de las maniobras posturales requiere de pruebas especiales; la realización de la reacción
del salto y del posicionamiento propioceptivo son en general suficientes para detectar un problema
neurológico. La propiocepción conciente puede evaluarse durante la palpación de la parte distal de los
miembros, flexionando los dedos y apoyando el dorso de los mismos sobre el piso. La evaluación de
los reflejos espinales también requiere de maniobras especiales, aunque si la marcha y las reacciones
posturales son normales, generalmente los reflejos también lo son. Para una evaluación preliminar es
suficiente realizar el reflejo patelar, el reflejo de flexión en ambos miembros y el reflejo perineal. Los
nervios craneanos deben evaluarse durante el examen físico, cuando se examina la cabeza. Al hacerlo
se verifica la simetría de la cara (VII NC), de las pupilas y de la posición de los ojos (nervios craneanos
III, IV, VI y nervios simpáticos para el ojo). Los nervios craneanos II y VII se evalúan provocando la
respuesta de amenaza para producir el cierre de los párpados, que también puede lograrse tocando el
canto medial y lateral de cada ojo con el dedo o con una pinza (nervios craneanos V y VII). Los nervios
craneanos III, IV, VI y VIII se examinan tomando la cabeza y llevándola hacia ambos lados, mientras se
observan los movimientos conjugados de los ojos. La evaluación de los nervios craneanos II y III se
realiza estimulando la pupila con una linterna y observando la presencia y la simetría de los reflejos
fotomotores. Los nervios craneanos V y VII se evalúan pinchando o pellizcando la nariz y la piel que
cubre mandíbula para observar y valorar las respuestas reflejas, a la vez que se verifica la percepción
conciente del estímulo por parte del animal. El V NC se examina palpando los músculos masticatorios
para verificar su simetría y tono, y abriendo la boca. Con la boca abierta, mientras se examinan las
mucosas y las tonsilas, se observa la simetría de la faringe y la laringe, y se provoca el reflejo de
deglución, tocando la faringe (nervios craneanos IX y X). También se observa la simetría de la lengua
y, con la boca cerrada, se frota la nariz; la mayoría de los animales se lamen, lo que sirve para verificar
los movimientos de la lengua y su simetría (XII NC). Mientras se palpa al animal se valora la estructura
y el tono de los músculos trapecio y braquiocefálico (XI NC). La funcionalidad del I nervio craneano se
evalúa observando la conducta del animal en el consultorio o en la vereda y, eventualmente, por la
respuesta a la estimulación con alguna sustancia apropiada. El examen de los nervios craneanos no
agrega más de 2 minutos a la revisación rutinaria de la cabeza. Con respecto a la evaluación de la
sensibilidad, mediante la palpación se pueden detectar áreas de hiperestesia. La respuesta al dolor se
observa mientras se realiza el reflejo flexor y mientras se evalúan los nervios craneanos. Las regiones
en las que se sospecha que puede haber dolor se dejan para el final del proceso, para no molestar al
animal y facilitar la realización completa del examen físico. El dolor profundo se evalúa solamente si no
hay respuesta a la estimulación nociceptiva superficial.
        La evaluación neurológica completa insume una pequeña cantidad de tiempo adicional al
examen físico general y aporta una serie de datos imprescindibles para establecer la integridad
funcional del SN. El examen neurológico deficiente o insuficiente y sus consecuentes observaciones
inexactas son las causas más comunes de errores en el diagnóstico, más que las falsas conclusiones
realizadas a partir de datos suficientes y correctamente obtenidos.
        En forma independiente de cualquier valoración especial de las funciones del SN, bajo ningún
concepto debe dejar de realizarse un exhaustivo examen clínico general, para evitar pasar por alto
cualquier alteración en otra parte del organismo que pueda tener vinculación con la afección
neurológica que motiva la consulta (por ejemplo, traumatismos, neoplasias, trastornos metabólicos o
endócrinos, infecciones sistémicas, enfermedades cardiorrespiratorias).


        Examen neurológico

        El examen minucioso del paciente es el método que permite determinar la presencia, la
localización y la extensión de las alteraciones neurológicas, e identificarlas desde el punto de vista
anatómico y/o funcional. Los resultados obtenidos a partir de los medios de diagnóstico
complementario sólo pueden ser interpretados en base a su asociación con los signos clínicos
observados.
Existen muchos trastornos neurológicos identificables clínicamente que indican alteraciones de
componentes funcionales específicos dentro del SN. No obstante, esos signos clínicos rara vez son
patognomónicos de enfermedades específicas, y sólo reflejan la localización neuroanatómica y el grado
de compromiso funcional. En algunos pocos casos es posible detectar alteraciones que son
características de ciertas enfermedades las que, junto a los antecedentes proporcionados por la reseña
y la anamnesis, permiten emitir un diagnóstico definitivo, por ejemplo, un moquillo canino o una tetania
puerperal.
        Es aconsejable anotar los resultados obtenidos del examen en una ficha neurológica, de la que
existen varios modelos, algunos simplificados y otros más completos. Todos tienen por finalidad
contribuir a no obviar la realización de ninguna maniobra que pueda ser importante, permitir una
evaluación posterior más detallada del cuadro si es necesario, facilitar los controles evolutivos en un
mismo paciente, y permitir la comparación entre distintos pacientes.


Reseña
        Las características básicas del paciente (especie, raza, edad, sexo) se establecen en forma
previa al examen físico, excepto en situaciones de emergencia. Se deben considerar las grandes
diferencias entre especies para abordar en forma adecuada el diagnóstico diferencial. Además de las
enfermedades especie-específicas (VIF, ViLeF, PIF, panleucopenia, distemper), hay determinadas
patologías que tienen una alta prevalencia en los caninos, pero raramente se observan en los felinos, y
viceversa. La enfermedad del disco intervertebral, por ejemplo, es la causa más común de trastornos
medulares en los perros; sin embargo, en los gatos es muy poco frecuente, y son las enfermedades
infecciosas las principales causas de afección medular en esta especie.
        Existen muchos trastornos que se asocian con mayor frecuencia a una raza o a un grupo de
ellas en particular (por ejemplo, la hidrocefalia en razas miniatura, la espondilomielopatía cervical en el
doberman y el gran danés, la sordera en el dálmata y en el bull terrier), y otras que se han descripto
exclusivamente para una raza determinada (por ejemplo, los calambres del scotty y el síndrome de
hipertonicidad del cavalier king charles spaniel), por lo cual es de gran ayuda en ciertos casos consultar
los listados de alteraciones del SN discriminadas racialmente.
        La edad del animal al comienzo de los signos clínicos es un dato de gran utilidad ya que
muchos trastornos congénitos o hereditarios afectan animales jóvenes (por ejemplo, las enfermedades
de almacenamiento lisosomal) mientras otros, como las neoplasias cerebrales, suelen afectar animales
adultos o gerontes. Existen muchas enfermedades en las que los datos combinados de raza y edad
proporcionan una gran ayuda para la aproximación diagnóstica (por ejemplo, la distrofia neuroaxonal
primaria y la leucoencefalomielopatía en el rottweiler, que se manifiesta clínicamente entre los 18
meses y los 4 años, o la abiotrofia cerebelosa en el bretón, que se presenta en animales adultos de 6 a
10 años). Algunas patologías no solamente afectan una raza determinada y a una edad en particular
sino que además, los signos clínicos se expresan en un solo sexo (distrofia muscular canina del
labrador, que afecta a los machos y se manifiesta entre las 6 y las 9 semanas; distrofia muscular felina
hipertrófica, que afecta a gatos pelicortos domésticos machos y se manifiesta entre los 5 y 6 meses).
        Unas pocas enfermedades tienen mayor incidencia en un sexo que en otro, y están
relacionadas en forma directa al rol reproductivo (por ejemplo, las metástasis en el SN a partir de
tumores mamarios, o la tetania puerperal en las hembras).
        En cuanto a las características fenotípicas del animal, el color del manto o de los ojos puede
estar vinculado a ciertas patologías congénitas como, por ejemplo, la sordera. En este sentido, se ha
asociado una mayor predisposición a la sordera hereditaria en perros con manto predominantemente
blanco, gris azulado o manchado (bull terrier, dogo argentino, gran danés, dálmata), y en gatos con
manto blanco y ojos azules.


Anamnesis
        Un cuidadoso interrogatorio al propietario aporta mucha información acerca de las alteraciones
neurológicas, especialmente en aquellas patologías que se manifiestan con signos paroxísticos. Otras
veces la adquisición de datos requiere el examen completo del paciente.
        En muchos casos es muy sencillo establecer cuál es el motivo de la consulta, y alcanza con
observar al paciente para determinar cuál es el trastorno neurológico presente (por ejemplo, la rotación
cefálica en el síndrome vestibular). Sin embargo, cuando las manifestaciones clínicas son episódicas y
paroxísticas, y no son fácilmente reconocibles por parte del propietario, puede ser muy difícil establecer
cuál es el signo clínico que motivó la consulta neurológica. Las crisis cerebrales parciales simples
pueden ser confundidas con episodios de debilidad neuromuscular o de narcolepsia. La diferenciación
entre una convulsión y un síncope a veces es muy difícil de establecer, y puede requerir un
interrogatorio cuidadoso al dueño, y una interpretación de sus respuestas más cuidadosas aún. La
correcta clasificación del signo neurológico presente es muy importante, porque es una de las claves
para el inicio de un protocolo diagnóstico orientado en forma acertada y, en muchas ocasiones, la única
herramienta en la que podemos confiar es una exhaustiva anamnesis.
        Es de suma importancia determinar si el propietario ha presenciado los signos clínicos de su
animal. Si lo ha hecho, la confiabilidad de su relato va a depender de una serie de factores, como el
conocimiento previo que posea de ciertas anormalidades neurológicas, la familiaridad que tenga con
los hábitos, la conducta y los movimientos de su mascota, y qué tan perspicaz sea para interpretar lo
que ha visto. En muchas ocasiones no hay coincidencia entre lo que observa el clínico en el examen
neurológico y lo que cuenta el propietario. En principio, no hay que tomar en forma absoluta las
afirmaciones de los dueños, porque pueden estar sesgadas por su propia opinión e interpretación del
problema. Siempre se debe preguntar y repreguntar en forma dirigida, evitando que el propietario se
sienta cuestionado y, mucho menos aún, juzgado por sus dichos. Es habitual que los dueños asuman
determinados hechos como verdades absolutas a partir de una interpretación distorsionada de lo que
han visto. Un propietario que encuentra a su perro en plena convulsión luego de rodar por una escalera
puede interpretar y asumir como un hecho que el traumatismo ocasionado por la caída fue la causa de
la convulsión, cuando en realidad la convulsión pudo haber sido el motivo de la caída; esta visión
distorsionada de la causa-efecto nos puede llevar a la conclusión que el trauma fue el origen del
problema, dejando de lado la posibilidad que una patología preexistente, como por ejemplo, una
epilepsia idiopática o sintomática, fuera la causa de la caída. Ejemplos como estos abundan en la
práctica clínica, y pueden ser el motivo de un diagnóstico incorrecto, simplemente por haber
malinterpretado los signos clínicos presentes y/o clasificarlos en forma errónea.
        La determinación del curso temporal del problema es uno de los objetivos de la anamnesis,
porque permite realizar importantes presunciones sobre las posibles etiologías. El dato acerca del inicio
de los trastornos neurológicos puede ser exacto (por ejemplo, un accidente automovilístico o la fecha
de la primera convulsión), o puede llegar a ser muy difícil de determinar, como en el caso de una
enfermedad neoplásica. Normalmente se toma como punto de partida el momento en que el propietario
reconoce el problema. No obstante ello, pueden haber ocurrido episodios previos que pasaron
desapercibidos o fueron desestimados por distintos motivos. Es aquí donde la anamnesis dirigida
adquiere un valor relevante.
        A partir de los datos obtenidos respecto al curso de la enfermedad se puede clasificar el
trastorno presente como agudo o crónico, y progresivo o no progresivo. De este modo, el problema
queda restringido a un grupo limitado de patologías. Si además existen datos acerca de tratamientos
previos podemos acotar más aún ese listado. Por ejemplo, si una patología medular ha demostrado
una buena respuesta al tratamiento con corticoides podemos asumir que es de tipo inflamatoria y no
degenerativa.
        La duración de la patología es un factor significativo en cuanto al pronóstico, debido a que el
tejido nervioso posee una tolerancia limitada a determinadas lesiones que se prolongan en el tiempo.
Las compresiones medulares, por ejemplo, tienen un tiempo y una calidad de recuperación que son
inversamente proporcionales a su duración.
        La anamnesis debe adaptarse a cada situación individual con el fin de clarificar el problema.
Las preguntas específicas se harán de acuerdo al trastorno presente: si el animal estuvo o pudo haber
estado expuesto a sustancias tóxicas; si se ha observado una enfermedad o signos clínicos similares
en animales asociados genéticamente (padres, hermanos, hijos, otras lechigadas); antecedentes de
vacunación o signos de enfermedad sistémica previos al problema neurológico; hábitos alimentarios y
convivencia con animales de la misma o de otra especie; actividad que desarrollaba el animal antes y
después de presentar los signos clínicos. Los datos proporcionados por el propietario son de gran
ayuda en todos los desórdenes paroxísticos, considerando que en la mayoría de los casos el
veterinario no suele ver el signo clínico. En este sentido, la filmación del episodio por parte del dueño
puede llegar a ser un elemento revelador para orientar el diagnóstico diferencial.


Observación
Gran parte de la información acerca de la integridad funcional del SN se obtiene observando la
postura del animal, sus movimientos y su conducta mientras interactúa con el ambiente que lo rodea.
Otras veces es necesario inducirlo a realizar algún movimiento en particular para evidenciar
determinados trastornos neurológicos. En todos los casos se debe permitir al animal moverse lo más
libremente posible en el consultorio o, mejor aún, en un lugar abierto para poder observar su
desenvolvimiento. Una excepción a esta consigna la constituye cualquier situación que implique un
riesgo potencial para las personas o para los otros animales presentes (como puede suceder con
animales excesivamente agresivos), o que requiera la inmovilidad absoluta del paciente como ocurre,
por ejemplo, en el trauma medular agudo. En estos casos es factible, cuando no imperativo, obviar la
ejecución del examen neurológico completo, realizando simplemente una semiología dirigida hacia un
problema determinado, con la precaución de no confiarse demasiado en las presunciones o en lo que
parece obvio para no ignorar ningún trastorno adicional.
       Se debe tener en cuenta que no todos los animales se comportan del mismo modo ante los
diversos estímulos que existen en un consultorio (ruidos, olores, la presencia de otros perros o
individuos de otras especies). Muchas veces las actitudes no son las habituales, y el animal se
presenta más nervioso, inquieto o asustado. Los gatos pueden tratar de esconderse bajo los muebles,
mostrarse agresivos, huir precipitadamente o, por el contrario, mostrar una gran indiferencia y
pasividad. Las preguntas al propietario acerca del temperamento y la personalidad de su animal o de la
conducta que suele exhibir en su casa y cuando acude al veterinario pueden contribuir a clarificar las
presuntas alteraciones de comportamiento.
       Se puede obtener una impresión general acerca del estado de la conciencia y de la
conducta observando las respuestas comportamentales ante los estímulos del ambiente, de otros
animales y de la gente. Las variaciones normales, como la curiosidad natural o la hiperactividad de los
cachorros, la indiferencia de los perros gerontes, o las variadas y particulares actitudes que pueden
mostrar los gatos, no deben considerarse estrictamente como conductas anormales. Los distintos tipos
de agresividad se pueden identificar fácilmente mediante la observación.
       Se han utilizado distintos términos para caracterizar y describir las alteraciones de la conciencia
en los animales, aunque no existe aún un acuerdo consensuado en medicina veterinaria. El término
alerta indica el estado que se considera normal para un individuo en particular; puede presentar
variaciones de acuerdo a la raza, la edad y el temperamento de cada animal. La depresión, el estupor y
el coma son expresiones que indican niveles decrecientes del nivel de conciencia. La depresión se
caracteriza por un estado de inactividad, con escasa disposición a desarrollar la conducta habitual y
tendencia a dormir en exceso, con respuestas pobres o anormales ante los estímulos del ambiente o
de los propietarios. Puede ser causada por afecciones neurológicas, pero también por alteraciones
sistémicas como estados febriles, anemia o trastornos metabólicos. Cuando se asocia con problemas
primariamente cerebrales suele indicar enfermedad cortical difusa. El estupor define el estado en el
que el animal tiende a dormir cuando no se lo molesta, y no reacciona a estímulos tales como el sonido
o el tacto, aunque sí lo hace ante estímulos nociceptivos. Habitualmente está asociado a una
interrupción parcial o total de las conexiones entre la corteza cerebral y el sistema activador reticular
ascendente, o a una función cerebral deteriorada. El coma es el estado en el que el animal no puede
ser despertado ni siquiera mediante estímulos dolorosos, aunque los reflejos simples pueden estar
preservados. Indica una completa desconexión entre la corteza cerebral y el sistema activador reticular
ascendente. El estupor y el coma pueden ser causados por enfermedades cerebrales bilaterales
difusas, por encefalopatías tóxicas o metabólicas, o por lesiones (compresivas o destructivas) de la
parte rostral del tronco encefálico (puente y mesencéfalo). Para caracterizar el estado de coma se
puede utilizar la escala de Glasgow de medicina humana, modificada por Shores para animales
pequeños, en la que se asignan puntos a la actividad motora, a los reflejos fotomotores y
oculocefálicos, y al nivel de conciencia. Cuanto más alto es el puntaje obtenido, mejor es el pronóstico.
Un puntaje de 3 a 8 indica un pronóstico grave; una puntuación de 9 a 14 indica un pronóstico
reservado, mientras que un puntaje de 15 a 18 indica un buen pronóstico. Esta escala aún no ha sido
utilizada en un número suficiente de animales como para determinar su validez pero, en todo caso,
enfatiza la importancia de los parámetros clínicos a evaluar.


                         Tabla 2: Escala de Glasgow modificada para pequeños animales


                                   Nivel de conciencia
                Ocasionales períodos de alerta 6
                Depresión o delirio, responde inapropiadamente a estímulos 5
                Estupor, responde a estímulos visuales 4
                Estupor, responde a estímulos auditivos 3
                Estupor, sólo responde a estímulos nociceptivos 2
                Coma, sin respuesta a estímulos nociceptivos 1


                                    Actividad motora
                Marcha y reflejos espinales normales 6
                Hemiparesia, tetraparesia, rigidez de descerebración 5
                Decúbito, rigidez extensora intermitente 4
                Decúbito, rigidez extensora constante 3
                Idem anterior más opistótonos 2
                Decúbito, hipotonía muscular, hipo/arreflexia espinal 1


                                Reflejos del tronco encefálico
                Reflejos pupilares y oculocefálicos normales 6
                Reflejos pupilares lentos y oculocefálicos normales/deprimidos 5
                Miosis bilateral irresponsiva, reflejos oculocefálicos normales/deprimidos 4
                Miosis bilateral irresponsiva, reflejos oculocefálicos deprimidos/ausentes 3
                Midriasis unilateral irresponsiva, reflejos oculocefálicos deprimidos/ausentes 2
                Midriasis bilateral sin respuesta, reflejos oculocefálicos deprimidos/ausentes 1
No solamente es importante la evaluación del estado de conciencia, sino también la valoración
de las características de la conducta. Los cambios en el comportamiento incluyen los distintos tipos de
agresión, el miedo, la indiferencia al medio y la desorientación. Muchas veces las alteraciones
observadas son trastornos primariamente conductuales, mientras que en otras ocasiones existe un
sustrato orgánico que provoca el problema. Otros signos relacionados con conductas anormales son la
deambulación, la marcha en círculos, la somnolencia permanente, la vocalización, el apetito voraz y el
apoyo de la cabeza contra diversas superficies.
        La postura se evalúa observando al animal en el reposo y mientras se mueve libremente. Se
debe prestar atención a la postura de la cabeza, del tronco y de los miembros. A veces se requieren
observaciones adicionales obligando al paciente a adoptar distintas posiciones para verificar la
capacidad de recuperar la postura normal.
        Una de las alteraciones posturales más comunes está referida a la posición de la cabeza. La
rotación ocurre cuando se produce un giro en relación a su eje longitudinal cráneo-caudal, de tal modo
que la oreja del lado hacia el que se produce la rotación queda hacia abajo; es frecuente observarla en
los casos de trastornos vestibulares. La torsión de la cabeza se diferencia de la rotación porque la nariz
permanece paralela al plano horizontal, pero es dirigida hacia el flanco o hacia la parte caudal del
tronco, en forma continua o intermitente. Generalmente se acompaña de flexión del cuello. También se
denomina adversión o desvío de la cabeza. Esta postura puede ser un componente del síndrome
adversivo, en el que el animal presenta desvío de la cabeza pero con su plano sagital perpendicular al
piso, y marcha en círculos amplios.
        Las anormalidades en la posición del tronco pueden estar asociadas a lesiones congénitas o
adquiridas de las vértebras, o a una alteración del tono muscular causada por afecciones cerebrales o
medulares. Las desviaciones de la columna vertebral se denominan escoliosis (desviación lateral),
lordosis (desviación ventral) y cifosis (desviación dorsal).
        La escoliosis es la desviación anormal hacia lateral de la columna vertebral, y puede originarse
en alteraciones óseas de las vértebras o de las costillas, o de los ligamentos y músculos asociados a
ellas. La denervación unilateral de los músculos episomáticos provoca una postura asimétrica por la
contracción activa de la musculatura del lado sano, con la consiguiente desviación lateral de la columna
vertebral. En los perros, la escoliosis puede ocurrir en forma secundaria a lesiones intramedulares tales
como la hidromielia o la siringomielia. La lordosis es la desviación hacia ventral (hiperflexión) de la
columna vertebral; es infrecuente en los animales y puede reflejar un cuadro de debilidad a nivel de la
musculatura episomática. La cifosis es la flexión anormal hacia dorsal (hiperextensión) de la columna
toracolumbar. Se asocia generalmente a la presencia de dolor, que puede provenir del cuello, del tórax
o del abdomen, o a alteraciones en las vértebras, las costillas, los ligamentos, los músculos
episomáticos o los nervios espinales.
        La ventroflexión cervical es un trastorno postural que se observa con frecuencia en gatos y en
perros inmaduros. Es un signo característico que revela la incapacidad de los músculos cervicales para
extender el cuello y elevar la cabeza. Está asociado a cuadros de debilidad neuromuscular
generalizada, con o sin dolor cervical.
        Las alteraciones en la postura de los miembros incluyen su incorrecto posicionamiento y/o el
aumento o la disminución del tono extensor de sus músculos. El aumento de la base de sustentación
es común en todas las formas de ataxia, aunque también puede observarse en los casos de debilidad
neuromuscular generalizada.
        Las deficiencias propioceptivas indican que el animal ha perdido el sentido de posición de sus
extremidades con respecto al resto del cuerpo. Lo manifiesta clínicamente apoyando la superficie
dorsal de los dedos sobre el piso. Este tipo de alteración es casi patognómica de afección del SN y
cualquier interrupción parcial o total en el trayecto de las vías sensitivas correspondientes (desde el
nervio periférico hasta la corteza somatosensitiva) puede provocar su aparición. Algunas enfermedades
neuromusculares provocan debilidad y/o dolor, que se manifiesta por una desigual distribución del peso
del cuerpo sobre las extremidades; esta situación puede simular una alteración propioceptiva debido al
dolor y/o a la falta de fuerza para recuperar la posición correcta.
        Cuando el dolor se origina en una patología de un nervio espinal o de sus raíces, el animal
retira el apoyo y el miembro afectado se encuentra en semiflexión permanente. Esta postura se
denomina señal de raíz, y puede involucrar a los miembros torácicos o a los pelvianos. Se asocia por lo
general a la disminución del tono y a la atrofia de los músculos involucrados.
        La espasticidad es el incremento en el tono de los músculos de los miembros. El opistótonos es
la postura corporal en la que el cuello se encuentra rígido y extendido, provocando la dorsoflexión de la
cabeza, que se dirige hacia atrás y arriba, en dirección al plano medio. La espasticidad y el opistótonos
se observan en numerosas situaciones, entre ellas la rigidez de descerebración, la rigidez de
descerebelación y el síndrome de Schiff-Sherrington. El pleurotótonos es otra alteración de la postura,
que consiste en la inclinación lateralizada de la cabeza, cuello y tronco, y se asocia a lesiones
unilaterales de la región frontal de la corteza cerebral.
        La rigidez de descerebración se caracteriza por la hiperextensión de las 4 extremidades y del
tronco, debido a un incremento del tono extensor. Los miembros presentan una gran resistencia a la
flexión forzada hasta un punto determinado en el que la oposición a la fuerza cede abruptamente, lo
que se conoce como reflejo de navaja. La rigidez puede ser intermitente (siendo exacerbada por
estímulos externos) o constante, y es causada por lesiones localizadas hacia rostral del mesencéfalo.
Puede estar acompañada de opistótonos si está dañado el lóbulo cerebeloso rostral (paleocerebelo).
Se acompaña siempre de alteraciones profundas del nivel de conciencia. En el hombre también se ha
observado (pero no en los animales) una postura denominada rigidez por decorticación, que consiste
en hipertonía de los músculos flexores de los miembros torácicos y de los extensores de los miembros
pelvianos. Se desconoce la causa de esta particular distribución de la hipertonía.
        La rigidez por descerebelación consiste en una postura similar, pero los miembros pelvianos
suelen estar flexionados sobre el abdomen. Ocurre en enfermedades que afectan al paleocerebelo,
porque esta región normalmente provee impulsos inhibitorios para el tono extensor de los músculos
antigravitatorios. La hipertonía de los músculos hipoaxiales (flexores de la columna vertebral y de la
cadera) provoca la flexión de las articulaciones coxofemorales, lo que determina la posición
característica de los miembros pelvianos flexionados debajo del cuerpo. Si la lesión cerebelosa también
involucra al lóbulo flóculonodular los miembros pelvianos, al igual que los torácicos, pueden presentar
rigidez extensora. La sensibilidad dolorosa generalmente está preservada y el estado de conciencia
permanece inalterado, lo que lo diferencia de la rigidez de descerebración. Los reflejos espinales
suelen estar exagerados.
        Ciertos cuadros de rigidez originados por traumatismos encefálicos son difíciles de clasificar
como de descerebración o de descerebelación. Las variaciones en las posturas y en el nivel de
conciencia sugieren la presencia de lesiones en otros lugares del encéfalo, que también se traducen en
alteraciones posturales pero diferentes a las descriptas más arriba, y que se observan con relativa
frecuencia en la clínica neurológica.
        El síndrome de Schiff-Sherrington es una postura anormal caracterizada por cifosis e
hiperextensión de los miembros torácicos, sumada a la incapacidad de mover normalmente los
miembros pelvianos. Está asociada a lesiones medulares agudas y graves (generalmente traumáticas)
localizadas en la región toracolumbar. La hiperextensión de los músculos del miembro torácico se
produce por la pérdida del efecto inhibitorio sobre su tono extensor que ejercen unas neuronas
denominadas “del borde” o “fronterizas”, ubicadas en el margen de la sustancia gris ventral medular
desde los segmentos T2 a L7 (pero concentradas entre L1 y L4) que, a través de sus proyecciones
hacia craneal incluidas en el haz propioespinal contralateral, modulan a las motoneuronas alfa de la
intumescencia cervicotorácica para los músculos extensores de los miembros torácicos. Si se vence la
extensión por la fuerza se produce la flexión súbita de los miembros torácicos, que pueden permanecer
en esa posición (como si fuera el cierre de una navaja) sin otras alteraciones neurológicas,
conservando normalmente la motricidad voluntaria y la propiocepción conciente, ya que las vías
aferentes y eferentes de los miembros torácicos no están afectadas. La hipertonicidad es aparente
cuando los miembros están en reposo y es ostensible cuando el animal está en decúbito lateral.
        Algunas enfermedades como el tétanos o la intoxicación por estricnina pueden producir
cuadros de rigidez extensora similares a los descriptos anteriormente, por lo que debe realizarse el
diagnóstico diferencial, basado en el contexto de todo el examen neurológico.
        La rigidez extensora episódica de los miembros puede estar también asociada a una cantidad
de anormalidades localizadas en el SN (central o periférico), o en los músculos. La contracción
muscular intermitente toma a veces la apariencia de rigidez y espasticidad, y puede originarse en una
variedad de trastornos tales como la miotonía, la mioclonía refleja, las convulsiones parciales, ciertos
disturbios metabólicos (como hipoglucemia o anormalidades electrolíticas) o algunos síndromes
musculares (como los calambres del scotty).
        La cuidadosa observación de la marcha y de los movimientos puede ser una de las
partes más significativas del examen neurológico. La marcha se define habitualmente como una serie
de movimientos de los miembros que se repiten en forma regular durante el paso, el trote o la carrera.
El SN controla la acción de todos los componentes periféricos del aparato locomotor, y cualquier
alteración en una o varias de estas estructuras puede resultar en un trastorno de la locomoción.
Durante la marcha, el control tónico que ejercen las estructuras superiores del SNC sobre los centros
inferiores es reemplazado por una sucesión rítmica y periódica de movimientos, originados a nivel
medular. La acción locomotora se logra por la activación o inhibición precisa, alternativa y secuencial
de diferentes grupos de motoneuronas que inervan músculos antagonistas flexores y extensores,
mediante los generadores de acción central localizados en la médula espinal. Este grupo de
interneuronas es activado y controlado por los tractos pertenecientes a los sistemas piramidal y
extrapiramidal, en cuyos núcleos de origen se encuentran las denominadas “neuronas de comando”. La
activación de una sola neurona de comando produce un efecto motor único. Las neuronas de comando
relacionadas producen efectos solapados, que juntos dan lugar a toda la gama de un determinado tipo
de movimiento. Las distintas neuronas de comando, por intermedio de los tractos descendentes,
pueden originar distintas categorías de movimientos: posturas, movimientos esporádicos, movimientos
repetitivos o secuencias progresivas de movimientos. Los tractos vestíbuloespinal y retículoespinal, por
ejemplo, actúan como facilitadores del tono de los músculos extensores, y son fundamentales para el
mantenimiento de la postura en estación en contra de la acción de la gravedad, y para iniciar la fase
propulsiva de la marcha. Los tractos corticoespinal y rubroespinal son faciltadores del tono de los
músculos flexores, y son fundamentales para la fase de protracción de los miembros durante el
movimiento, que permite el inicio de la marcha.
           Todas las variedades de actividades motoras son posibles por la activación de la motoneurona
alfa, que constituye de este modo la vía final común de los sistemas motores. Sobre ella convergen
todos los tractos eferentes y también aferencias propio y exteroceptivas. Su descarga es la
manifestación de un complejo proceso de integración de impulsos que provienen de las fibras del
cuerno dorsal de sustancia gris medular, de los distintos tractos descendentes de origen supraespinal,
o de otros circuitos que forman parte del sistema de conexiones intrínsecas de la misma médula
espinal.
           El concepto clínico de motoneurona superior (MNS) involucra a las áreas de proyección con
sus neuronas de comando (corteza motora primaria, núcleos del tronco encefálico) y a las fibras que
conforman los tractos descendentes, que activan o inhiben a las motoneuronas del cuerno ventral de
sustancia gris medular. La MNS ejerce normalmente una inhibición tónica de la actividad motora
intrínseca de cada segmento medular. Cuando se lesiona la MNS se produce la liberación de esa
actividad, desencadenándose un conjunto de signos y síntomas conocido como lesión de MNS
(LMNS), determinado por deficiencias propioceptivas, paresia o parálisis espástica, tono muscular
normal (normotonía) o aumentado (hipertonía), reflejos normales (normorreflexia) o incrementados
(hiperreflexia) y atrofia muscular de lenta progresión, por ausencia de actividad.
           El término motoneurona inferior (MNI) designa a las motoneuronas alfa del cuerno ventral de
sustancia gris medular y a sus axones de proyección hacia los órganos efectores. La MNI provee la
inervación motora a los músculos que se hallan bajo su influencia a través de los nervios periféricos.
Las más trascendentes desde el punto de vista clínico son las neuronas localizadas en los cuernos
ventrales de la sustancia gris de la intumescencia cervicotorácica (en los segmentos medulares C5 a
T2) donde tienen su origen el plexo braquial, que inerva al miembro torácico; y las neuronas que se
encuentran en la intumescencia lumbosacra (en los segmentos medulares L4 a S3), de donde parte la
inervación para el miembro pelviano. Su alteración produce un conjunto de signos y síntomas
particulares, conocido como lesión de MNI (LMNI), caracterizada por anormalidades propioceptivas,
paresia o parálisis fláccida, tono muscular ausente (atonía) o disminuído (hipotonía), reflejos ausentes
(arreflexia) o disminuídos (hiporreflexia) y atrofia muscular de rápida progresión, por falta de inervación.
        Las características de la marcha varían en cada animal dependiendo de su tamaño corporal, de
su fenotipo y de la conformación de sus miembros. El grado de diversidad, aún dentro de una misma
especie, es inmenso. Muchas razas de perros han sido desarrolladas en base a la selección de
distintas características de su marcha. Esta forma de crianza hace posible la introducción inadvertida
de distintos tipos de alteraciones genéticas, que incluyen trastornos neurológicos. Todos estos
elementos deben ser considerados en el momento del examen neurológico.
        Es importante evaluar la marcha sobre superficies que ofrezcan una adecuada tracción, y que
permitan al animal afirmarse en forma correcta. En algunos casos puede ser conveniente hacerlo
caminar en pisos resbaladizos, sobre planos inclinados o hacerlo subir y bajar escaleras para poner en
evidencia ciertas deficiencias, siempre que ello no implique riesgos para el paciente. Los pisos de los
consultorios suelen ser resbaladizos, por lo que es aconsejable llevar al animal a la vereda para
observar su desplazamiento sin distorsionar sus características; por otra parte, el movimiento en los
espacios libres suele ser más representativo de la realidad porque el animal se comporta de modo más
natural. La marcha debe ser observada mientras el paciente se aleja y se acerca, desde ambos
laterales, de atrás y de frente. Cada miembro debe ser evaluado durante la caminata, el trote y la
carrera. En la medida de lo posible, se debe hacer girar al animal hacia ambos lados en círculos
amplios y pequeños, todas las veces que sea necesario.
        Las anormalidades de la marcha incluyen las deficiencias de la propiocepción conciente, la
paresia, la deambulación, la marcha circular, la ataxia y la dismetría.
        La propiocepción conciente, o sentido de posición, es la capacidad para reconocer la posición
de los miembros en relación al resto del cuerpo sin el auxilio de la vista. Cuando este sentido se pierde
por completo, el animal camina apoyando el miembro afectado sobre el dorso de los dedos en forma
permanente; si la deficiencia propioceptiva es parcial el defecto de apoyo es intermitente, y el animal
realiza intentos reiterados de reposicionar su miembro en forma correcta hasta que lo logra. En ambos
casos el rozamiento provoca un ruido característico, además de un desgaste excesivo de las uñas y
erosiones en el dorso de los dedos, por el raspado constante contra el piso. Cualquier lesión parcial o
total del sistema lemniscal a nivel medular, del tronco encefálico o de estructuras supratentoriales
puede comprometer la propiocepción conciente.
        Se define como ataxia a la ausencia o deficiencia de la coordinación de la función muscular,
evidenciada por movimientos tambaleantes e irregulares. En algunas ocasiones se define también como
la incapacidad para marchar sobre una línea recta. La ataxia se asocia al compromiso de diversas
estructuras anatómicas dentro del SN, como el cerebelo, el sistema vestibular o las vías sensitivas de la
médula espinal.
        La paresia es un disturbio de los mecanismos normales que involucran a los movimientos
voluntarios, con mantenimiento de cierto grado de movilidad. Es una palabra derivada del griego que
implica debilidad o relajación, y que se asocia a deficiencias parciales de la función motora. Parálisis o
plejía indica pérdida absoluta de la movilidad voluntaria, debido a anormalidades neurológicas o
musculares. En muchas descripciones, los términos paresia y propiocepción conciente son utilizados
como sinónimos. La paresia puede ser clasificada como ambulatoria, cuando el paciente puede
mantener la estación e incluso caminar; y no ambulatoria, cuando el paciente permanece en decúbito y,
aunque puede realizar ciertos movimientos, es incapaz de caminar. En aquellos animales que están
postrados, para comprobar si existe la capacidad de realizar movimientos voluntarios, es conveniente
llamarlos, hablarles o acariciarles la cabeza y observar si mueven los miembros o la cola. Cuando la
paresia o parálisis afecta solamente a los miembros pelvianos se habla de paraparesia o paraplejía. Si
están afectados los 4 miembros se habla de tetraparesia o tetraplejía. Se dice que hay una hemiparesia
o hemiplejía cuando están comprometidos los 2 miembros de un mismo lado. Las situaciones en las
que está afectado uno solo de los miembros se definen como monoparesia o monoplejía.
        Existen distintos grados de paresia dependiendo de la patología prevalente y la gravedad de la
lesión, por lo que su manifestación clínica puede darse de muy diferentes formas durante la marcha.
Algunos animales mantienen la capacidad ambulatoria, mientras otros no pueden sostener el peso del
cuerpo sobre sus miembros. Muchos animales apoyan el dorso de los dedos contra el piso cuando
caminan. El desgaste desigual de las uñas, especialmente cuando el tercer y cuarto dedos son más
largos que el resto, sugieren la presencia de paresia o deficiencia propioceptiva. Otras veces, en la
fase del movimiento en el que el miembro apoya contra el suelo soportando todo el peso del cuerpo,
los dedos rotan o se tuercen, o la extremidad colapsa debido a una flexión excesiva. También puede
ocurrir que los miembros impacten sobre el piso con uma fuerza exagerada, lo que refleja una
percepción disminuida en lo que respecta al conocimiento de la posición de las extremidades en el
espacio. Los animales paréticos a menudo presentan una marcha caracterizada por una distancia
irregular entre pasos sucesivos. La longitud del paso puede ser normal, o puede estar incrementada o
disminuida. En general, los animales con LMNS tienen la longitud del paso aumentada, mientras que
los que padecen enfermedades ortopédicas o neuromusculares la tienen disminuida. Cuando hay LMNI
el paso es irregular e incoordinado y el animal tiende a balancearse de un lado a otro, e incluso a caer.
        La dismetría es la incapacidad para regular la distancia, la velocidad y la fuerza del movimiento.
Se manifiesta habitualmente como hipermetría, que consiste en una respuesta exacerbada de las
extremidades cuando el movimiento es iniciado (“paso de ganso”) o una iniciación retardada de las
reacciones posturales seguidas de una corrección exagerada. Los movimientos de los miembros a
menudo parecen espásticos, y su finalización es abrupta, lo que obliga al animal a balancearse de un
lado al otro. Es poco habitual la hipometría, que consiste en una marcha caracterizada por pasos muy
cortos. La dismetría generalmente es provocada por lesiones del cerebelo o de las vías cerebelosas, y
suele asociarse con ataxia y tremores de intención.
        La deambulación y la marcha en círculos son expresiones locomotrices de alteraciones
específicas del comportamiento, que se asocian frecuentemente con trastornos supratentoriales. Las
lesiones en la corteza frontal suelen provocar una desinhibición que se traduce clínicamente en una
marcha excesiva y compulsiva, conocida como deambulación. Si la lesión es unilateral o asimétrica, el
animal marchará en círculos. Los movimientos del animal tienden a describir círculos amplios y
habitualmente, aunque no siempre, el giro es en dirección hacia el lado de la lesión. La marcha es
razonablemente normal, aunque los obstáculos pueden no ser percibidos, a veces por pérdida de la
visión y otras por obnubilación de la conciencia. Los animales con lesiones supratentoriales también
tienden a entrecruzar el miembro torácico contralateral en la dirección hacia la que están girando. La
pata muestra una rápida sobreextensión antes de contactar con el piso, como si fuera disparada o
tironeada en dirección craneal. Algunas veces el miembro contralateral se encuentra más extendido,
rígido e, incluso, espástico. La marcha en círculos puede estar asociada también a trastornos
vestibulares, aunque son ligeramente distintas. En las lesiones supratentoriales el giro es en círculos
amplios, que pueden ir achicándose a medida que progresan. Cuando el animal tiende a girar sobre sí
mismo, el miembro pelviano del mismo lado del sentido del giro tiende a quedar fijo sobre el piso.
        Los movimientos involuntarios anormales pueden ocurrir cuando el animal está en
reposo o cuando se está moviendo, y pueden ser continuos o intermitentes. Existe un gran número de
términos para describirlos y que han sido adoptados de la medicina humana, debido a que la mayoría
de las enfermedades neurodegenerativas que producen movimientos anormales han sido reconocidas
y estudiadas en seres humanos. La patofisiología de la mayoría de estas condiciones es motivo de
controversia, pero está relacionada a la pérdida de la retroalimentación inhibitoria, ya sea debido a
daño neuronal o a concentraciones alteradas de neurotransmisores.
        En medicina veterinaria, los movimientos anormales son descriptos usualmente como
contracciones musculares tetánicas, tremores, o mioclonías.
        Las contracciones musculares tetánicas (o simplemente tétanos) son contracciones musculares
tónicas sostenidas, que ocasionan rigidez extensora de los miembros y espasmo de los músculos
faciales y del cuello. El opistótonos puede ser considerado una forma de espasmo tetánico, y puede ser
causado por lesiones traumáticas en el paleocerebelo, en craneal del mesencéfalo o en la médula
espinal toracolumbar, originando posturales anormales características. Un cuadro similar se observa en
la mioclonía familiar refleja del Labrador retriever, que afecta a cachorros de 4-6 semanas de edad. Se
caracteriza por la presencia de espasmos intermitentes de la musculatura axial y apendicular con
episodios ocasionales de opistótonos, "muecas" faciales, y rigidez extensora generalizada. Los signos
empeoran con los estímulos (táctiles, auditivos, movimientos voluntarios) y mejoran durante el reposo.
Las contracciones musculares tetánicas siempre deben ser diferenciadas de la enfermedad causada
por el toxoide tetánico.


                      Tabla 3: términos que describen los distintos tipos de movimientos anormales


                  Akinesia         Deterioro del inicio de movimientos musculares voluntarios
                  Bradikinesia     Enlentecimiento de los movimientos, frecuentemente asociado con
                                   rigidez muscular
                  Diskinesias o    Movimientos anormales; tremor, corea, balismo, distonía, atetosis son
                  miokimias        ejemplos de disquinesia
                     Tremor        Movimiento rítmico caracterizado por oscilaciones mecánicas de algún
                                   segmento corporal
                      Balismo      Movimientos de sacudidas continuas de grandes grupos musculares
                                   (por ejemplo, miembros); si está confinado a un lado del cuerpo, el
                                   movimiento se denomina hemibalismo
                      Corea        Similar al balismo en cuanto a que los movimientos son continuos y
                                   aparentemente al azar, pero se encuentran restringidos a la
                                   musculatura distal
                      Distonía     Contracciones prolongadas de la musculatura axial y/o de las
                                   extremidades que resultan en distorsiones de la postura
                      Atetosis     Movimientos distónicos de la musculatura distal que producen
                                   movimiento lentos, de torsión de los dedos
                  Mioclonías       Espasmos musculares rápidos, irregulares o rítmicos que afectan
                                   grandes o pequeños grupos musculares




        El tremor es una oscilación involuntaria, rítmica, oscilante y de alta frecuencia de un segmento
corporal, que resulta de la contracción alternada o sincrónica de músculos agonistas-antagonistas. Es
el desorden del movimiento más común, tanto en pacientes humanos como veterinarios. Se presenta
cuando existen patologías neurológicas, o bien en forma fisiológica como respuesta al frío, al miedo o a
la fatiga. En medicina humana, los tremores se clasifican en base a la localización, la asociación con el
reposo o la contracción muscular voluntaria, y la frecuencia y amplitud de los movimientos oscilatorios.
En medicina veterinaria se dividen en tremores de intención y tremores cinéticos (de acción). Los
tremores de intención se concentran usualmente alrededor de la cabeza y de la región del cuello y
están asociados a comportamientos dirigidos a un objetivo, como comer o beber. Tales movimientos
anormales se asocian típicamente con lesiones cerebelosas, y se consideran como otra forma de
manifestación de la dismetría. Los tremores cinéticos consisten en oscilaciones de uno ó más grupos
musculares, siguiendo al inicio de actividad voluntaria. Se empeoran con niveles incrementados de
actividad, y se atenúan o desaparecen durante el reposo. Su presencia requiere un diagnóstico
diferencial extenso, ya que puede estar provocado por trastornos de tipo degenerativo (enfermedades
de los nervios periféricos, enfermedades de almacenamiento lisosomal), anomalías del desarrollo
(dismielinogénesis/hipomielogénesis de la sustancia blanca de la médula espinal), alteraciones
metabólicas (hipocalcemia, hipertiroidismo, hipoadrenocorticismo, encefalopatía hepática), trastornos
inflamatorios (encefalitis no supurativa), desórdenes idiopáticos (cerebelitis idiopática o enfermedad del
temblador blanco) o ciertas intoxicaciones, especialmente micóticas.
        Las mioclonías consisten en series de espasmos musculares rápidos (aunque de menor
frecuencia que los tremores), rítmicos o irregulares. Pueden ser focales, generalizados o multifocales
en cuanto a la localización, y pueden ocurrir espontáneamente, o bien acentuarse durante el
movimiento voluntario o los movimientos reflejos. En medicina veterinaria, las mioclonías son más
frecuentemente medulares en cuanto a su origen, y se caracterizan por descargas persistentes
repetitivas, que no se afectan durante el sueño. Esta última característica es la más utilizada para
distinguir las mioclonías de los tremores. La causa más común es la encefalomielitis por moquillo en los
perros, y la encefalomielitis no supurativa en los gatos, aunque se ha reportado también en un caso de
intoxicación por plomo.
        Muchas condiciones que se observan con relativa frecuencia en la clínica neurológica no
encajan realmente en ninguna de estas categorías, y son referidas como síndromes espásticos, o
espasmos musculares. En esta categoría se incluyen el síndrome del doberman danzante, los
calambres del scotty, la hipertonicidad en el cavalier king charles spaniel, la miotonía congénita, la
seudomiotonía inducida por corticosteroides y la rabdomiolisis por esfuerzo.


Palpación
        Una vez que se ha evaluado el estado de conciencia, la postura y la marcha comienza el
examen físico del paciente. Se debe palpar cuidadosamente el sistema tegumentario y el sistema
musculoesquelético, comparando ambos lados del cuerpo para verificar la simetría que normalmente
debe existir.
        Aunque la piel no está involucrada habitualmente en enfermedades neurológicas, su evaluación
puede aportar datos útiles. Las escoriaciones o las raspaduras pueden revelar un trauma previo. El
desgaste anormal de las uñas o las úlceras en el dorso de los dedos se asocia a paresia o deficiencia
propioceptiva. El mielomeningocele puede ser palpado como una deformación en más, sujeta a la piel
de la región lumbosacra. La temperatura de los miembros puede estar notoriamente disminuida en
trastornos circulatorios de diversos orígenes. En el caso de paraparesias y paraplejías siempre se debe
evaluar el pulso femoral (especialmente en los gatos) para verificar la calidad de la irrigación
sanguínea, que puede estar alterada por tromboembolismo ilíaco. La presencia de lesiones cutáneas
pustulosas (por infección bacteriana secundaria) se asocia a ciertas enfermedades inflamatorias de la
piel y de los músculos (por ejemplo, la dermatomiositis del collie y de pastor de Shetland), o a
enfermedades infecciosas, como el moquillo canino.
        La palpación del cráneo, la columna vertebral y los miembros puede revelar la presencia de
fontanelas abiertas (asociadas habitualmente a hidrocefalia), luxaciones o fracturas, tumores,
asimetrías, desviaciones del eje medio, crepitación, desplazamientos óseos y dolor. Cuando se
observan alteraciones en la marcha es necesario palpar y movilizar los huesos de los miembros y las
articulaciones con el fin de descartar patologías a ese nivel. Las lesiones de nervios periféricos suelen
estar asociadas a fracturas o luxaciones de huesos largos.
        Todos los grupos musculares deben ser palpados cuidadosamente para evaluar el tamaño, el
tono y la fuerza de la contracción muscular. Habitualmente se comienza en la cabeza, se continúa por
el cuello y el tronco, finalizando en cada miembro desde proximal hacia distal. Siempre es útil medir
con una cinta los contornos de las distintas regiones, ya sea para comprobar y valorar las asimetrías en
el tamaño de las masas musculares o para seguir en forma objetiva la evolución de distintas
enfermedades que provocan atrofia muscular. Mediante la palpación se evalúan las características
musculares, verificando la existencia de atrofias, inflamación, dolor, alteraciones del tono y la fuerza de
la contracción. El tono muscular se examina mediante la palpación y la facilidad con la que se realiza la
manipulación pasiva de los miembros. Un incremento en la tonicidad de los músculos extensores (un
hallazgo común en LMNS) se manifiesta por la resistencia a la flexión pasiva. La fuerza de contracción
para los músculos extensores se evalúa durante las reacciones posturales, en las que el animal debe
soportar el peso del cuerpo sobre uno de sus miembros. En los músculos flexores se evalúa por la
fuerza relativa de empuje durante la realización del reflejo flexor.


Realización y evaluación de las maniobras posturales
        Los mecanismos que permiten la creación y el mantenimiento del tono muscular y de la postura
consisten en un conjunto de reflejos que mantienen el cuerpo en una posición adecuada, pese a las
cambiantes fuerzas externas. Este programa de mantenimiento de la postura está sujeto a mayores y
más sofisticadas influencias que los reflejos simples, y por lo tanto, se sitúa en un nivel jerárquico
superior dentro del SNC. Cada especie animal es capaz de mantener una orientación normal en el
espacio, denominada postura, que se logra gracias a la actividad permanente de un conjunto de
reflejos posturales interrelacionados. Proporcionan ajustes automáticos, inmediatos y estereotipados, al
igual que los reflejos medulares, pero difieren de ellos en que sus respuestas son apropiadas al
objetivo fijado. Por lo tanto, el sistema en conjunto es capaz de realizar modificaciones en forma
continua para optimizar la acción motora final. Además, sus acciones se producen sobre numerosos
grupos musculares. Los reflejos posturales son un conjunto de reflejos antigravitatorios, imprescindibles
para que se pueda realizar cualquier tipo de movimiento. El tono muscular antigravitatorio se desarrolla
en los músculos extensores, cuya contracción se opone al empuje de la gravedad hacia la tierra. Las
respuestas posturales están modificadas por la experiencia, de modo que cada animal posee una
conducta postural fijada a priori, fruto de sus vivencias anteriores.
        Los reflejos posturales pueden dividirse en dos tipos generales: las respuestas de soporte y las
respuestas de actitud. Las respuestas de soporte están determinadas por aquellos reflejos coordinados
cuyo objetivo es convertir a los miembros en columnas rígidas que soporten al cuerpo contra la acción
de la gravedad. Sobre la base de la complejidad de la actividad muscular que interviene se clasifican
en locales o segmentarios. Los reflejos de soporte locales consisten en reflejos miotáticos modificados
por la actividad aferente de receptores cutáneos. Limitan su actividad al segmento medular
correspondiente al ingreso del estimulo. Los reflejos de soporte segmentarios influyen en la actividad
muscular de todos los miembros, como respuesta a la actividad refleja miotática iniciada por el
estiramiento de los músculos de un solo miembro. Las vías usadas son dobles: una polisináptica, de
conducción lenta, que asciende por el sistema propioespinal. La otra es más rápida, con conexiones en
la formación reticular del tronco encefálico (vías espino-reticular y retículoespinal).
        Las respuestas de actitud están determinadas por una serie de reflejos que mantienen el
cuerpo en una situación acorde a la posición de la cabeza, con el objetivo de mantenerla vertical con
respecto a la fuerza de gravedad. Los reflejos tónico cervicales están mediados por receptores de
distensión de los músculos cervicales, e inician influencias sobre el tono extensor de los miembros,
incrementándolo en los torácicos y disminuyéndolo en los pelvianos, o viceversa. Los reflejos tónico
laberínticos se inician por las alteraciones de la posición de la cabeza con respecto al cuerpo, y están
mediados por el laberinto membranoso. En el cuello, los reflejos cervicales y laberínticos son sinérgicos
y producen contracción de los mismos grupos musculares. En los miembros son antagónicos,
ejerciendo efectos opuestos que tienden a cancelarse.
        Las maniobras posturales permiten explorar la función de los receptores de tacto, presión y
estiramiento de los miembros y del cuello, de los receptores del sistema vestibular, la capacidad de
conducción por parte de los nervios y las vías aferentes, la integración de la información a nivel del
sistema nervioso central, la conducción de la respuesta motora originada por parte de las vías
eferentes y los nervios, y la acción muscular correspondiente. Las anormalidades que puedan
detectarse no proporcionan una localización precisa de la lesión, debido a la gran cantidad de
estructuras del SN que participan en esta función. Sin embargo, la realización de las maniobras
posturales es una parte fundamental del examen neurológico. Deficiencias mínimas en las funciones de
un componente funcional fundamental como la corteza sensitivo-motora pueden ocasionar alteraciones
significativas en las reacciones posturales que, sin embargo, no se detectan durante la observación de
la marcha, debido a que los animales no dependen tanto de la corteza cerebral para la realización de
los movimientos voluntarios.
        Las maniobras posturales son las que se utilizan habitualmente para la diferenciación entre las
causas neurológicas o no neurológicas de las alteraciones en los miembros.
        Hay 2 grandes categorías de maniobras posturales. Una de ellas la integran la reacción del
salto, la reacción de la carretilla, la reacción de hemiestación y hemilocomoción, y el reflejo extensor
postural de empuje. Requieren del movimiento de uno o dos miembros para corregir el desplazamiento
del cuerpo, y difieren entre ellas solamente en lo que respecta a cuál de los miembros se evalúa. Como
en toda ellas se recarga el peso del cuerpo sobre el/los miembros evaluados, los cuadros que
ocasionan debilidad neuromuscular las afectan notoriamente. La segunda categoría incluye el
posicionamiento propioceptivo y la reacción de acomodación (visual y táctil). Habitualmente se realizan
con el animal parado, o ayudándolo a soportar el peso de su cuerpo y, por lo tanto, no se ven tan
influenciadas por los cuadros de debilidad neuromuscular. Ambas categorías utilizan las mismas vías
neurológicas para su correcto funcionamiento, y la interpretación es básicamente la misma para todas
ellas.
         Otras maniobras posturales adicionales como la reacción de acomodación en el espacio (una
variante del reflejo extensor de empuje), la corrección desde el decúbito, y las reacciones tónicas del
cuello y de los ojos colaboran en la evaluación del correcto funcionamiento del sistema vestibular.
         A continuación se enumeran las reacciones posturales en una secuencia adecuada para
realizar una correcta evaluación. Inicialmente se debe realizar el posicionamiento propioceptivo, la
reacción del salto y, eventualmente, la reacción de la carretilla. Si estas maniobras resultan normales,
es muy raro que puedan hallarse alteraciones en el resto.
Reacción del posicionamiento propioceptivo
         La técnica de evaluación consiste en flexionar los dedos, de modo que su superficie dorsal
quede apoyada sobre el piso. El animal debe corregir esta postura, recuperando la posición normal
inmediatamente, en menos de 1 segundo (normalmente esta acomodación requiere milisegundos). La
propioceptividad conciente se considera deficiente si el tiempo de acomodación es mayor, y negativa si
no hay respuesta. También se puede examinar colocando un cartón debajo de la extremidad a evaluar
y desplazándolo hacia lateral; cuando el miembro es llevado hacia una posición anormal el animal debe
reposicionarlo para poder soportar el peso del cuerpo. La primera de las maniobras es más sensible
para evaluar la propiocepción conciente en la porción distal de los miembros, mientras que la segunda
es más sensible para detectar alteraciones en la porción proximal. Cada uno de los miembros debe
evaluarse en forma separada.
         Las alteraciones en el posicionamiento propioceptivo son casi patognomónicas de enfermedad
neurológica. Como se ha mencionado, no poseen un gran valor desde el punto de vista de la
localización neuroanatómica precisa de la lesión, debido a la extensión de las vías involucradas. Sin
embargo, proveen información fundamental en lo que respecta a la evaluación de la integridad
funcional del SN. Debido al gran diámetro de las fibras que conducen esta modalidad sensitiva, poseen
una gran susceptibilidad al daño por compresión. Por este motivo, la deficiencia de la propiocepción
conciente es uno de los signos más precoces de compromiso neurológico en lesiones de tipo
compresivas, aún antes que la disfunción pueda ocasionar trastornos notorios en la marcha.
         Aunque la maniobra para evaluar el posicionamiento propioceptivo es relativamente sencilla de
realizar, su interpretación puede ser fácilmente malinterpretada. Por ejemplo, si un animal sobrecarga
el peso de su cuerpo sobre el miembro que no se está examinando, en el momento en que se lo evalúe
puede fracasar en reposicionarlo normalmente. Esto es particularmente cierto en presencia de
enfermedades que cursen con dolor. En estos casos es útil, mientras se flexiona el dorso de los dedos
sobre el piso, traccionar el miembro ligeramente hacia caudal; de este modo se activan receptores
propioceptivos de otras regiones más proximales y se provee al animal de estímulos adicionales para el
correcto reposicionamiento del miembro.
         La evaluación de la propiocepción conciente en pacientes con sospecha de LMNI debe hacerse
con el animal en estación, de modo tal que el miembro soporte todo el peso del cuerpo, y volver a
realizarla sosteniendo al animal, debido a que algunas enfermedades afectan solamente las funciones
motoras de los nervios. Los individuos con trastornos miopáticos o de la unión neuromuscular pueden
presentar aparentes deficiencias propioceptivas durante la estación, que desaparecen cuando el peso
del cuerpo es soportado por quien lo examina. Cuando está comprometido el nervio periférico en su
totalidad, la deficiencia/ausencia propioceptiva estará presente en forma independiente de la forma en
que el animal sostenga su propio peso.
        Debido a que las deficiencias propioceptivas de los miembros pueden provenir tanto de una
LMNS como de una LMNI, pueden ser observadas en el lado ipsilateral de la lesión, o en el lado
contralateral, dependiendo del sitio donde se localice el problema. Existe una región de
entrecruzamiento de las vías propioceptivas, situada entre la parte caudal del mesencéfalo y la parte
rostral del puente. No se trata de una estructura anatómica en particular, sino más bien de un concepto
funcional. Este sitio coincide con el que se utiliza para separar al SNC en regiones supratentorial e
infratentorial. Las lesiones unilaterales que se sitúan hacia rostral del entrecruzamiento funcional (por
ejemplo, en la corteza sensitivo-motora) resultarán en deficiencias propioceptivas en el lado
contralateral del sitio lesional, mientras que las alteraciones unilaterales localizadas hacia caudal de
esta región (en caudal del puente, en la médula oblonga o en la médula espinal) provocarán
deficiencias propioceptivas en el lado ispilateral.
        Algunos animales normales pueden no reposicionar el miembro ante la realización de esta
maniobra o ante su repetición. Esto es relativamente habitual en los gatos. En estos casos es
imperativo continuar con la reacción del salto, que nos ayudará a determinar si la deficiencia
propioceptiva es genuina o es aparente.
Reacción del salto
        La reacción del salto es la maniobra postural que más información brinda, porque evalúa la
totalidad de las estructuras anatómicas involucradas en los movimientos voluntarios. Para realizarla se
recarga el peso del animal sobre el miembro a examinar sosteniendo los otros levantados, y se lo
desplaza en todas las direcciones, haciéndolo dar pequeños saltos. Para la evaluación de los
miembros torácicos se sostiene al animal de la pelvis; para evaluar los miembros torácicos se lo
sostiene del tórax. La extremidad examinada se va extendiendo a medida que se recarga el peso del
cuerpo sobre ella; una vez lograda la extensión completa, el cuerpo del paciente se desplaza hacia
lateral, medial, caudal y craneal y se evalúan las características del salto. Cuando el centro de
gravedad del animal es desplazado, por ejemplo, hacia lateral, la extremidad distal del miembro se
flexiona para volver a extenderse rápidamente y apoyar contra el piso un poco más lateralmente, con el
fin de acomodar el peso corporal en la nueva posición. Lo mismo sucede en cada una de las
direcciones hacia las que se desplaza el animal. El salto hacia lateral es la maniobra más fácil de
realizar, y en la que el animal se siente más cómodo. El desplazamiento hacia medial ofrece más
dificultades para el paciente y genera movimientos más torpes, lo que a veces interfiere con una
interpretación adecuada; no obstante ello, permite evidenciar con mayor claridad la presencia de
alteraciones sutiles.
         La maniobra de levantar 3 de los miembros de un animal es relativamente sencilla en perros
de tamaño pequeño o mediano, y en gatos. En perros de razas grandes o gigantes se levanta uno de
los miembros y se recarga el peso del cuerpo sobre la extremidad contralateral, provocando su
desplazamiento. Una variante de esta técnica consiste en empujar hacia uno y otro lado al animal,
recargando más el peso sobre la extremidad que se quiere evaluar (reacción de balanceo).
        La reacción del salto es más sensible que las otras maniobras posturales para la detección de
anormalidades leves. Una iniciación lenta de la respuesta sugiere una deficiencia en la propiocepción
conciente, mientras que un incorrecto desarrollo del movimiento puede indicar una disfunción motora.
Los animales que padecen de enfermedades neuromusculares, especialmente cuando hay dolor, no
son capaces de saltar normalmente con el miembro sobre el que se recarga el peso corporal. Sin
embargo, logran realizar la maniobra correctamente cuando el examinador soporta la mayor parte de la
carga. Cualquier condición patológica que limite la movilidad de los miembros incrementa la dificultad
para interpretar esta prueba.
Reacción de la carretilla
        Esta maniobra suele realizarse en aquellos casos en los que la prueba de posicionamiento
propioceptivo y la reacción del salto arrojan resultados confusos, o en animales de gran tamaño,
difíciles de manipular. Se sostiene al paciente sujetándolo del abdomen y recargando todo el peso de
su cuerpo sobre los miembros torácicos. El animal sin alteraciones puede caminar hacia delante, hacia
los lados y hacia atrás mediante movimientos coordinados de ambos miembros. Si la prueba resulta
normal se repite la maniobra elevando la cabeza dorsalmente y extendiendo el cuello. Esta posición
evita la compensación visual y hace al animal más dependiente de la información propioceptiva, lo que
la hace particularmente útil para evidenciar lesiones compresivas leves en la región cervical caudal,
que de otro modo pasarían inadvertidas.
        La interpretación de los resultados es similar a la de la reacción del salto. Un retraso en el inicio
de los movimientos puede deberse a una deficiencia propioceptiva o a una paresia, causadas por una
lesión a nivel de la médula espinal cervical, el tronco encefálico o la corteza cerebral. Los movimientos
exagerados pueden indicar una anormalidad en la médula espinal cervical, la porción caudal del tronco
encefálico o en el cerebelo.
Hemiestación y hemilocomoción
        Para realizar esta maniobra se levantan simultáneamente los miembros torácico y pelviano de
un mismo lado, de modo que el peso del cuerpo recaiga sobre los miembros contralaterales. Se evalúa
la forma en que el animal se sostiene cuando está quieto, y las características del salto cuando se lo
desplaza hacia delante o lateralmente. Esta maniobra es de utilidad parar la localización de lesiones
unilaterales del telencéfalo. Estos pacientes muestran una marcha relativamente normal, pero
presentan deficiencias posturales en los miembros del lado opuesto a la alteración.
        Si el animal ha manifestado deficiencias propioceptivas en la reacción del salto, no es
necesario realizar estas maniobras, debido a que no aportarán información adicional a la obtenida
previamente.
Reflejo extensor postural de empuje
        Este reflejo se realiza sosteniendo al animal alzado por las axilas y haciéndolo descender, con
el examinador situado detrás de él. A medida que se va acercando al piso, el paciente extiende sus
extremidades y, cuando se produce el contacto con el suelo, los miembros pelvianos se mueven
mediante pequeños saltos o pasos hacia atrás en un desplazamiento simétrico (reflejo extensor
postural de empuje para los miembros pelvianos). Es una maniobra que evalúa la propiocepción
conciente y el sistema vestibular. Se puede verificar su ausencia o deficiencia en forma bilateral o
unilateral, y se interpreta de la misma forma que las reacciones de carretilla o salto. Es muy difícil de
ejecutar en animales de gran tamaño, y no suele ofrecer información adicional a la obtenida
previamente. Se puede evaluar también, como veremos más adelante, con el animal en decúbito
lateral, mientras se examinan los reflejos espinales.
        Una variante de esta maniobra, que algunos autores denominan reacción de acomodación en
el espacio, se realiza sosteniendo al animal de la pelvis y suspendiéndolo en el aire. De esta forma se
eliminan los estímulos provenientes de los receptores táctiles, de presión y de estiramiento de los
miembros torácicos, y se evalúan el sistema vestibular y el sistema visual. Sólo se puede hacer en
pacientes pequeños y dóciles. La respuesta normal es que, al descender y ver la proximidad del suelo,
el animal extienda el cuello y los miembros torácicos, y al tomar contacto con el piso, camine hacia
delante dando pasos cortos (reflejo extensor postural de empuje para los miembros torácicos).
        En el caso de lesiones vestibulares unilaterales se observará torsión del raquis y de la cabeza
hacia el lado afectado, una respuesta similar a la que se produce en algunas afecciones telencefálicas
unilaterales. Cuando existe una lesión vestibular bilateral no se produce la extensión normal ni la
torsión de la cabeza, el cuello y los miembros; en cambio, cuando el animal se acerca al piso queda
apoyado sobre el hocico, y si se continúa descendiendo, sobre el dorso de la nariz y la cabeza.
        Esta maniobra se puede realizar con los ojos cubiertos para acentuar las alteraciones
vestibulares que pudieran estar compensadas por el sentido de la vista. En estos casos, se pondrán en
evidencia o se harán más manifiestas la torsión de la cabeza y del raquis.
Reacción de acomodación
        Esta prueba se puede hacer en animales livianos, ya que hay que sostener al paciente y
acercarlo hacia el borde de la camilla hasta que la superficie dorsal del carpo contacte con ella. Se
realiza inicialmente con los ojos cubiertos (reacción de acomodación táctil). La respuesta normal es
el inmediato posicionamiento de los miembros sobre la mesa en una postura que permita soportar el
peso corporal. Hay que tener cuidado de no restringir involuntariamente ningún tipo de movimiento
mientras se sostiene al animal. Se debe evaluar cada miembro por separado. Esta maniobra permite
obtener información acerca del estado funcional de los receptores táctiles, las vías aferentes, la
integración a nivel encefálico, las vías eferentes y los efectores, al igual que la reacción del salto y del
posicionamiento propioceptivo.
         A continuación se repite la maniobra con los ojos descubiertos (reacción de acomodación
visual). Los animales normales anticipan el contacto con la camilla, posicionando los miembros antes
de contactar con ella. Esta maniobra permite evaluar la visión, además de la propiocepción conciente.
Se pueden examinar los campos visuales periféricos haciendo una aproximación lateral del paciente a
la camilla. Una variante de esta maniobra en los animales de razas grandes o gigantes consiste en
llevarlos hacia una superficie sobreelevada o hacia un escalón.
         Una reacción de acomodación táctil normal con una acomodación visual deficiente indica una
lesión en la vía visual. Una reacción de acomodación visual normal con una acomodación táctil
deficiente indica una alteración en las vías propioceptivas. Cuando existen lesiones unilaterales, las
deficiencias en esta maniobra se observan del lado ispilateral cuando el daño se ubica hacia caudal del
sitio de entrecruzamiento funcional, y del lado contralateral cuando la lesión se ubica hacia craneal del
mismo.
         Algunos animales normales no realizan la prueba o bien, luego de repetirla algunas veces,
dejan de responder. Esto es particularmente frecuente en los gatos y en ciertos perros acostumbrados
a estar alzados.
Reacciones tónicas del cuello y de los ojos
         La maniobra se realiza con el animal en estación, provocando la elevación de la cabeza y la
extensión del cuello. La respuesta normal consiste en la extensión de los miembros torácicos y la
flexión de los pelvianos. El descenso de la cabeza y la flexión del cuello provocan la flexión de los
miembros torácicos y la extensión de los pelvianos. Si se rota la cabeza, la respuesta normal será la
extensión de los miembros torácicos ipsilaterales y la flexión de los del lado contrario a la rotación.
Estas reacciones dependen de la integración de los receptores de estiramiento de los músculos y de
las articulaciones del área cervical craneal con el sistema vestibular (reflejos vestíbuloespinales).
         Cuando se produce la manipulación de la cabeza y del cuello provocando su extensión, flexión
o rotación, los ojos deben permanecer estables en la órbita a pesar del movimiento, manteniendo la
imagen visual estable en la retina. De esta forma, al elevar la cabeza, los ojos mantienen su posición
con la apariencia de que miraran hacia abajo. En esta reacción intervienen receptores de estiramiento
de las articulaciones y los músculos del cuello, que poseen conexiones con el sistema vestibular y con
los núcleos de los nervios craneanos III (motor ocular común), IV (troclear), y VI (abducens), que
inervan los músculos extrínsecos del ojo, para la realización de los movimientos oculares conjugados
con la postura (reflejos vestíbulooculares).
Corrección desde el decúbito
         Se realiza colocando al animal en decúbito lateral, y estimulándolo para que recupere la
estación. Se evalúan ambos lados del cuerpo. La respuesta normal consiste en la flexión de los
miembros que están abajo y la extensión de los de arriba para lograr la estación, o para ubicarse en
decúbito esternal.
En los casos de lesión vestibular unilateral es muy dificultosa la adopción del decúbito sobre el
lado contralateral a la lesión vestibular, mientras que al colocarlo sobre el lado afectado el animal no
puede incorporarse.


Realización y evaluación de los reflejos espinales
         Los reflejos medulares son respuestas motoras automáticas e involuntarias provocadas por la
estimulación de un órgano receptor. Existen cinco componentes en la mayoría de los reflejos: un
órgano receptor, la neurona aferente, una neurona internuncial o de asociación, la neurona eferente y
el órgano efector. El recorrido de estas estructuras forma un arco, denominado arco reflejo, que
constituye la unidad funcional del SN y describe la manera en la que un estímulo que llega al SNC es
"reflejado" hacia el exterior bajo la forma de una acción motora.
         Los reflejos miotáticos (o de estiramiento) tienen básicamente la misma estructura que el resto
de los reflejos, pero poseen ciertas características diferenciales. El receptor, denominado huso
neuromuscular, es una terminación nerviosa periférica de estructura histológica compleja que responde
al estiramiento del músculo. El impulso originado es conducido por la neurona aferente, que contacta
directamente con la neurona eferente, en forma monosináptica. El reflejo miotático es la base del tono
muscular y está regulado por todas las influencias que pueden ejercerse sobre la excitabilidad de las
motoneuronas alfa y gamma provenientes de diversos niveles. Es evaluado permanentemente en la
práctica clínica para determinar los niveles de integridad motora del SN, y para poner en evidencia la
liberación de los controles superiores. Puede verse modificado por la actividad aferente combinada de
los husos neuromusculares y de receptores cutáneos, como sucede cuando se aplica presión a la
superficie plantar o palmar del dedo de un animal. La respuesta es la extensión de todo el miembro
para constituir una columna rígida. Es de gran importancia para el mantenimiento de la postura.
         Los reflejos son los actos conductuales motores más simples. Permiten la corrección rápida y
automática de la actividad de las motoneuronas (reflejo miotático o de estiramiento, reflejo tendinoso),
lo cual es un requisito imprescindible para que los centros más jerárquicos elaboren conductas motoras
más complejas. Constituyen la base para la creación y el mantenimiento del tono muscular y la postura
y, además, son fundamentales en la elaboración de respuestas que se traducen en acciones
defensivas ante estímulos nociceptivos (reflejo flexor o de retirada). Los reflejos que se evalúan en el
examen neurológico incluyen los miotáticos o de estiramiento, que se producen al percutir un músculo,
un tendón de inserción o un ligamento (por ejemplo, el reflejo patelar); y los reflejos nociceptivos, que
se desencadenan al estimular la piel u otras estructuras al comprimirlas o pincharlas (por, ejemplo el
reflejo flexor o el reflejo perineal).
         El examen de los reflejos medulares permite evaluar la integridad de los componentes
funcionales del arco reflejo y la influencia que ejercen las vías motoras descendentes sobre este
complejo. Una respuesta normal indica la integridad de los componentes del arco reflejo. La
disminución o la ausencia de un reflejo espinal indican la pérdida parcial o completa de uno o de todos
sus componentes (LMNI). Una respuesta exagerada indica un trastorno en las vías eferentes (LMNS),
que normalmente ejercen una influencia inhibitoria sobre la actividad refleja, o una deficiencia en los
músculos antagonistas a los que se están estimulando.
        La valoración de un reflejo resulta útil desde el punto de vista clínico cuando ese reflejo es
fácilmente repetible en cualquier animal. Muchos reflejos, cuya técnica se describe habitualmente en
los textos de clínica neurológica, son inconstantes o muy difíciles de obtener, motivo por el cual
algunos individuos los presentan mientras que en otros están ausentes. Esta situación genera
dificultades al momento de definir si ciertos reflejos son normales o no en un determinado paciente. Por
este motivo, es preferible evaluar únicamente aquellas funciones reflejas que son consistentes entre
individuos, e ignorar aquellas que no lo son. El examen y la valoración de un grupo acotado de reflejos
repetibles ahorran tiempo y aporta datos más provechosos durante el examen neurológico.
        El examen de los reflejos debe realizarse con el animal en decúbito lateral y lo más relajado
posible, para evitar influencias corticales sobre la actividad refleja. Si un individuo está excesivamente
nervioso o intentando levantarse a cada momento, los reflejos pueden estar falsamente exagerados
debido al grado de reacción muscular e, incluso, pueden parecer ausentes por la intensa contracción
muscular voluntaria. Esto es muy común en animales jóvenes, miedosos o nerviosos. Las maniobras
deben repetirse las veces que sean necesarias hasta determinar que el reflejo se ha realizado en forma
correcta.
        El plexímetro es el instrumento recomendado para la realización de los reflejos miotáticos, pero
en realidad puede utilizarse cualquier otro tipo de instrumental, como la empuñadora de una tijera o de
una hemostática. Lo importante es utilizar siempre el mismo elemento para realizar la percusión,
porque permite ejercer siempre la misma fuerza y obtener resultados consistentes y repetibles.
        En algunos casos, la respuesta a la percusión local puede simular una aparente reacción refleja
que en realidad es una reacción netamente mecánica, producida por el movimiento espontáneo de una
cantidad de músculos distintos al que se estimuló. Esto puede suceder en perros muy pequeños o en
los gatos, en los que la fuerza relativa de la maniobra de percusión puede desencadenar movimientos
musculares no deseados. También puede suceder que, en vez de percutir el tendón de un músculo se
percuta un nervio, obteniendo una respuesta absolutamente diferente a la que se buscaba. Esto
sucede a veces al realizar el reflejo tricipital; si en vez de percutir el tendón del tríceps se percute el
nervio ulnar, se producirá la flexión del codo en vez de su extensión. En este sentido, es muy
importante el preciso conocimiento del movimiento que se debe provocar a partir de la realización del
reflejo, para no interpretar erróneamente la respuesta obtenida.
        La respuesta refleja debe evaluarse valorando su presencia o su ausencia, la fuerza con la que
se produce el movimiento esperado, y la magnitud de su extensión. Esta valoración requiere una
interpretación subjetiva, y es directamente dependiente de la experiencia y del conocimiento de quien
realiza el examen. En base a la respuesta observada, a cada reflejo se le asigna un puntaje, del 0 al 4,
de la siguiente forma: arreflexia (0), hiporreflexia (1), normorreflexia (2), hiperreflexia (3), clonus (4). El
clonus es una respuesta exagerada y repetitiva a un solo estímulo.
Generalmente se evalúan en primer lugar los reflejos de los miembros pelvianos. La
manipulación pasiva permite comprobar el tono muscular. El reflejo extensor de empuje se realiza
ejerciendo una ligera presión sobre las almohadillas plantares, lo que provoca la extensión de los
dedos. A continuación se examinan los reflejos miotáticos. Habitualmente se evalúa solamente el
reflejo patelar, ya que los otros (tibial craneal, gastrocnemio) son más difíciles de obtener y de
cuantificar. Luego se examina el reflejo flexor pellizcando suavemente los dedos o los espacios
interdigitales, a la vez que se evalúa la respuesta conciente del animal. Sólo se continúa con esta
maniobra, pinzando los dedos con una hemostática, si se sospecha la ausencia de la integración
cortical de la respuesta obtenida, o si no hay actividad refleja. Seguidamente se examina el reflejo
perineal tocando, pellizcando o pinchando el área perineal y observando la contracción del esfínter
anal. En los miembros torácicos, el más confiable de los reflejos miotáticos es el del extensor
carporradial. Los reflejos bicipital y tricipital son difíciles de obtener y de evaluar en la mayoría de los
animales normales. Todos los reflejos se examinan de ambos lados del cuerpo. En forma simultánea a
la realización de todas estas maniobras se observa la presencia o la ausencia de reflejos anormales.
        La evaluación de los reflejos es de importancia crucial en la localización de las lesiones
neurológicas de la médula espinal y de los nervios periféricos. Los resultados deben interpretarse de
acuerdo al conocimiento de la anatomía de los reflejos espinales, y a los conceptos básicos de LNMS y
LNMI. En presencia de una alteración neurológica, si un animal tiene deficiencias propioceptivas en un
miembro, la evaluación de los reflejos espinales contribuye a determinar la integridad del sistema de
motoneuronas. Si los reflejos están normales o exagerados, la lesión en el SN se localizará en la MNS.
Si la lesión involucra a la MNI la función refleja estará necesariamente afectada, y los reflejos espinales
se encontrarán ausentes o disminuidos.


Reflejos para evaluar las NMI de la intumescencia lumbosacra (L4-S3)
        En la intumescencia lumbosacra las raíces pasan a integrar los nervios del plexo lumbosacro,
de tal forma que, a partir de un segmento medular se origina fundamentalmente un solo nervio, sin
proporcionar prácticamente fibras a otros. Esta característica permite, al evaluar los reflejos, determinar
con bastante exactitud los segmentos o raíces afectados, especialmente en lo que respecta a los
nervios femoral e isquiático, ya que el pudendo comparte algunas fibras de los segmentos S1, y
eventualmente S2, con el isquiático. Los reflejos más consistentes para la evaluación de la
intumescencia lumbosacra son el reflejo patelar, el reflejo flexor y el reflejo perineal. El mal llamado
reflejo isquiático, que se obtiene por percusión directa del nervio, es de utilidad para diagnosticar
patologías radiculares y diferenciarlas de lesiones más distales. Los reflejos tibial craneal y
gastrocnemio se pueden utilizar también para la evaluación del nervio isquiático, aunque son más
difíciles de obtener.
        El reflejo patelar (rotuliano o del cuádriceps) es el reflejo más consistente, fácil de producir y
de interpretación más confiable. Sus vías aferente y eferente corresponden al nervio femoral, que se
origina en los segmentos medulares L4-L5, contenidos en las vértebras L3 y L4. Sus raíces discurren
sobre los discos intervertebrales L3-L4 y L4-L5 emergiendo por los forámenes correspondientes.
       La maniobra se realiza con el animal en decúbito lateral. El miembro pelviano es sostenido
debajo del fémur con una mano, con la articulación de la patela semiflexionada, mientras se percute el
ligamento rotuliano con un plexímetro. El miembro debe estar suspendido libremente para evitar
cualquier obstáculo mecánico a la acción refleja. La respuesta esperada consiste en una única
contracción del músculo cuádriceps femoral, con la consecuente extensión de la articulación.
       El reflejo patelar tiene un gran valor localizador desde el punto de vista del diagnóstico
neuroanatómico. Una ausencia o disminución de este reflejo indica una LMNI localizada en el nervio
femoral, en sus raíces o en los segmentos medulares desde L4 a craneal de L6. También puede estar
alterado por causas no neurológicas que involucren al músculo cuádriceps femoral y al tendón
rotuliano. El reflejo patelar estará preservado o exaltado en lesiones localizadas hacia craneal de L4
(LMNS). En lesiones más caudales que involucren el origen o las raíces del nervio isquiático, el reflejo
patelar puede a veces parecer exaltado (en realidad “seudoexagerado”), debido a que los músculos
antagonistas del cuádriceps femoral pierden su inervación (en forma parcial o total) y, en consecuencia,
muestran una notoria atrofia de tipo neurogénica con la consiguiente pérdida de fuerza. Esta situación
se denomina seudohiperreflexia.
       El reflejo isquiático se provoca percutiendo el nervio homónimo entre el trocánter mayor del
fémur y la tuberosidad isquiática, ya sea directamente o bien sobre los dedos mayor o índice del
examinador, colocados sobre el punto mencionado. La respuesta normal es una sacudida muscular
que produce una ligera abducción de la cadera y la flexión de la articulación de la patela. El nervio
isquiático se origina en los segmentos medulares desde L6 a S1, contenidos en las vértebras L4-L5;
sus raíces transitan sobre los discos intervertebrales L5-L6, L6-L7 y L7-S1 para emerger por los
forámenes correspondientes. Aunque no es un reflejo miotático ni nociceptivo, ha demostrado ser muy
útil para diagnosticar patologías radiculares del nervio isquiático y diferenciarlas de lesiones más
distales. La ausencia o disminución de este reflejo indica necesariamente una lesión del nervio
isquiático o de los segmentos medulares localizados entre L6 y craneal de S1. Su exacerbación indica
una lesión craneal al segmento medular L6.
        El reflejo tibial craneal se utiliza también para evaluar al nervio isquiático mediante el examen
de una de sus ramas terminales, el nervio peroneo. La maniobra se realiza percutiendo el vientre del
músculo tibial craneal ligeramente en distal de la epífisis proximal de la tibia, obteniéndose como
respuesta la flexión de la articulación del tarso. Es un reflejo difícil de obtener en los animales
normales, por lo que su ausencia debe ser interpretada con precaución. Se evalúa principalmente
cuando se sospecha una lesión del nervio isquiático. En los perros de pequeño tamaño y en los gatos,
el movimiento resultante de la percusión muscular, de origen completamente mecánico, puede simular
una aparente actividad refleja que ocasiona una malinterpretación de la respuesta obtenida.
       El reflejo gastrocnemio se utiliza también para evaluar el nervio isquiático por intermedio del
examen de otra de sus ramas terminales, el nervio tibial. La maniobra se realiza manteniendo el tarso
moderadamente flexionado para producir tensión en el tendón de inserción de los músculos
gastrocnemios, que se percute en un sitio proximal al hueso tarso tibial. La respuesta obtenida es la
extensión de la articulación del tarso. Es un reflejo poco consistente en animales normales y, por lo
tanto, de escasa utilidad clínica.
        El reflejo flexor (podal, o de retirada) se realiza con el animal en decúbito lateral, con el
miembro pelviano ligeramente extendido. La maniobra consiste en la aplicación de un estímulo
nociceptivo, ejerciendo una ligera compresión de los dedos, las almohadillas plantares o la membrana
interdigital. La respuesta obtenida es la flexión de todo el miembro, incluyendo la cadera, la patela y el
tarso. Debe aplicarse el menor estímulo posible para que el reflejo tenga lugar. De no obtener
respuesta se deben comprimir los dedos con una hemostática, con la precaución de no lastimar la piel.
Algunos perros son excesivamente susceptibles a la estimulación de sus patas y sus dedos, y pueden
presentar una reacción voluntaria exagerada. Estas variaciones deben tenerse en cuenta al momento
de valorar la respuesta refleja.
        La vía aferente de este reflejo está integrada por las ramas terminales del nervio isquiático (los
nervios peroneo y tibial), que se origina en los segmentos medulares L6-S1, y por el nervio safeno, que
se origina en los segmentos medulares L4-L6. El nervio peroneo tiene a su cargo la inervación
sensitiva a la superficie dorsal de los dedos; el nervio tibial inerva la superficie plantar de los dedos, y el
nervio safeno, rama del nervio femoral, inerva la cara medial medial del primer dedo. La vía eferente se
origina en los segmentos medulares L6-S1, de donde nacen las raíces del nervio isquiático.
        El reflejo flexor es mucho más complejo que los reflejos miotáticos, e involucra la activación de
todos los músculos flexores del miembro y la inhibición de las motoneuronas que inervan a los
músculos extensores.
        Es muy importante tener en cuenta que la presencia del reflejo flexor requiere la integridad de
los segmentos medulares involucrados (L4 a S1), pero no necesita la activación del cerebro. Una
sección transversal de la médula espinal en craneal del segmento L6 no anula el reflejo, aunque
imposibilita la percepción dolorosa del estímulo que le dio origen. Para comprobar la integración del
reflejo a nivel cortical debe verificarse, además de la reacción refleja, una respuesta actitudinal del
paciente que indique la percepción del estímulo doloroso (por ejemplo mirar hacia el sitio estimulado,
llorar, morder o intentar escaparse).
        En el caso de lesiones medulares localizadas en craneal del segmento medular L6 se observa
hiperreflexia. En algunos casos, cuando hay lesiones en craneal del segmento L4, se observan
movimientos bruscos y reiterados de flexión y extensión, como si el animal pateara hacia atrás,
ocasionados por la alteración de los mecanismos inhibitorios medulares. La ausencia o disminución de
este reflejo implica generalmente una LNMI. Una afección en los segmentos medulares
correspondientes al origen del nervio femoral, o una lesión en el nervio safeno podrían provocar una
disminución o ausencia del reflejo flexor cuando se estimula la cara medial del primer dedo, por lesión
de una parte de la vía aferente.
        El reflejo perineal (bulbocavernoso o anal) se realiza tocando, pinzando o pinchando la zona
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  • 1. EL EXAMEN NEUROLOGICO Conceptos introductorios El examen clínico es el fundamento de las buenas prácticas médicas, y los datos que permite obtener son el sustrato para el desarrollo de la intuición clínica y la sutileza en el diagnóstico. El examen del paciente es fundamental y no puede ser soslayado ni reemplazado, aún por los más modernos y sofisticados métodos complementarios. Es la base de la pirámide sobre la que se construyen las acciones posteriores para la identificación definitiva del problema y su eventual solución. El examen neurológico permite la evaluación de la integridad funcional de los diversos componentes del Sistema Nervioso (SN). Los objetivos primarios en el manejo de un paciente con problemas neurológicos son: a) determinar si realmente existen trastornos en la función neurológica; b) clasificarlos desde el punto de vista clínico y funcional, estableciendo de qué tipo de alteración se trata; c) determinar su localización dentro del SN. La evaluación neurológica consta de una serie de etapas que incluyen:  Establecer el motivo principal por el que el dueño del animal concurre a la consulta;  Determinar las características, el curso y la evolución del problema (reseña y anamnesis);  Realizar el examen neurológico propiamente dicho;  Determinar la localización del sitio de la lesión (diagnóstico neuroanatómico). Es, sin lugar a dudas, el aspecto más importante de la evaluación neurológica;  Establecer un listado lógico de enfermedades que pueden afectar la región anatómica en cuestión (diagnóstico diferencial);  Elegir los métodos de diagnóstico complementario más sensibles y específicos que permitan identificar la etiología y la extensión de la lesión (diagnóstico etiológico);  Implementar el tratamiento más adecuado de acuerdo a los hallazgos clínicos;  Proveer al propietario de una perspectiva en cuanto a las posibilidades de recuperación de su mascota (pronóstico). Habitualmente se describe al examen neurológico como un complicado proceso que parece estar disociado por completo del examen físico general cuando, en realidad, la mayoría de las pruebas que se requieren para evaluar la función neurológica deberían ser una parte rutinaria de ese proceso. La realización de unas pocas maniobras adicionales es suficiente para completar el examen físico general y obtener información acerca de la funcionalidad del SN. Para ello el clínico necesita estar informado acerca de lo que está observando, para poder interpretar los hallazgos. El examen neurológico puede ser dividido en las siguientes etapas: observación del estado de la conciencia, de la conducta, de la postura y de los movimientos; palpación de la piel y del aparato locomotor; evaluación de las reacciones posturales, de los reflejos espinales y de los nervios
  • 2. craneanos; y evaluación de la sensibilidad. En este capítulo se incluye también la evaluación de la función urinaria, debido a que las afecciones medulares suelen afectar la micción. Hay ciertos pasos que no deben obviarse por ningún motivo, porque un hallazgo positivo en cualquiera de esas maniobras indica la necesidad de profundizar la evaluación neurológica (Tabla 1). Tabla 1: Etapas del examen neurológico  Observación Estado mental y conducta Postura (cabeza, tronco y miembros) Movimientos (marcha; movimientos involuntarios)  Palpación (piel, aparato locomotor)  Reacciones posturales *  Reflejos espinales **  Nervios craneanos  Sensibilidad * el posicionamiento propioceptivo y la reacción del salto nunca deben dejar de realizarse ** el reflejo patelar, el reflejo flexor en ambos miembros y el reflejo perineal no deben dejar de realizarse por ningún motivo El orden que se establece para completar la evaluación neurológica difiere de acuerdo a las preferencias o a la rutina con la que cada médico lleva a cabo el examen físico general; a modo de ejemplo se presenta una breve descripción de la forma en que debe integrarse el examen neurológico al examen físico general: La observación del estado de conciencia, de la conducta, de la marcha y de la postura del animal se va haciendo mientras se realiza la anamnesis y el animal camina por el consultorio e interactúa con el entorno. La palpación es una parte habitual e ineludible del examen físico general. La evaluación de las maniobras posturales requiere de pruebas especiales; la realización de la reacción del salto y del posicionamiento propioceptivo son en general suficientes para detectar un problema neurológico. La propiocepción conciente puede evaluarse durante la palpación de la parte distal de los miembros, flexionando los dedos y apoyando el dorso de los mismos sobre el piso. La evaluación de los reflejos espinales también requiere de maniobras especiales, aunque si la marcha y las reacciones posturales son normales, generalmente los reflejos también lo son. Para una evaluación preliminar es suficiente realizar el reflejo patelar, el reflejo de flexión en ambos miembros y el reflejo perineal. Los nervios craneanos deben evaluarse durante el examen físico, cuando se examina la cabeza. Al hacerlo se verifica la simetría de la cara (VII NC), de las pupilas y de la posición de los ojos (nervios craneanos III, IV, VI y nervios simpáticos para el ojo). Los nervios craneanos II y VII se evalúan provocando la respuesta de amenaza para producir el cierre de los párpados, que también puede lograrse tocando el canto medial y lateral de cada ojo con el dedo o con una pinza (nervios craneanos V y VII). Los nervios craneanos III, IV, VI y VIII se examinan tomando la cabeza y llevándola hacia ambos lados, mientras se
  • 3. observan los movimientos conjugados de los ojos. La evaluación de los nervios craneanos II y III se realiza estimulando la pupila con una linterna y observando la presencia y la simetría de los reflejos fotomotores. Los nervios craneanos V y VII se evalúan pinchando o pellizcando la nariz y la piel que cubre mandíbula para observar y valorar las respuestas reflejas, a la vez que se verifica la percepción conciente del estímulo por parte del animal. El V NC se examina palpando los músculos masticatorios para verificar su simetría y tono, y abriendo la boca. Con la boca abierta, mientras se examinan las mucosas y las tonsilas, se observa la simetría de la faringe y la laringe, y se provoca el reflejo de deglución, tocando la faringe (nervios craneanos IX y X). También se observa la simetría de la lengua y, con la boca cerrada, se frota la nariz; la mayoría de los animales se lamen, lo que sirve para verificar los movimientos de la lengua y su simetría (XII NC). Mientras se palpa al animal se valora la estructura y el tono de los músculos trapecio y braquiocefálico (XI NC). La funcionalidad del I nervio craneano se evalúa observando la conducta del animal en el consultorio o en la vereda y, eventualmente, por la respuesta a la estimulación con alguna sustancia apropiada. El examen de los nervios craneanos no agrega más de 2 minutos a la revisación rutinaria de la cabeza. Con respecto a la evaluación de la sensibilidad, mediante la palpación se pueden detectar áreas de hiperestesia. La respuesta al dolor se observa mientras se realiza el reflejo flexor y mientras se evalúan los nervios craneanos. Las regiones en las que se sospecha que puede haber dolor se dejan para el final del proceso, para no molestar al animal y facilitar la realización completa del examen físico. El dolor profundo se evalúa solamente si no hay respuesta a la estimulación nociceptiva superficial. La evaluación neurológica completa insume una pequeña cantidad de tiempo adicional al examen físico general y aporta una serie de datos imprescindibles para establecer la integridad funcional del SN. El examen neurológico deficiente o insuficiente y sus consecuentes observaciones inexactas son las causas más comunes de errores en el diagnóstico, más que las falsas conclusiones realizadas a partir de datos suficientes y correctamente obtenidos. En forma independiente de cualquier valoración especial de las funciones del SN, bajo ningún concepto debe dejar de realizarse un exhaustivo examen clínico general, para evitar pasar por alto cualquier alteración en otra parte del organismo que pueda tener vinculación con la afección neurológica que motiva la consulta (por ejemplo, traumatismos, neoplasias, trastornos metabólicos o endócrinos, infecciones sistémicas, enfermedades cardiorrespiratorias). Examen neurológico El examen minucioso del paciente es el método que permite determinar la presencia, la localización y la extensión de las alteraciones neurológicas, e identificarlas desde el punto de vista anatómico y/o funcional. Los resultados obtenidos a partir de los medios de diagnóstico complementario sólo pueden ser interpretados en base a su asociación con los signos clínicos observados.
  • 4. Existen muchos trastornos neurológicos identificables clínicamente que indican alteraciones de componentes funcionales específicos dentro del SN. No obstante, esos signos clínicos rara vez son patognomónicos de enfermedades específicas, y sólo reflejan la localización neuroanatómica y el grado de compromiso funcional. En algunos pocos casos es posible detectar alteraciones que son características de ciertas enfermedades las que, junto a los antecedentes proporcionados por la reseña y la anamnesis, permiten emitir un diagnóstico definitivo, por ejemplo, un moquillo canino o una tetania puerperal. Es aconsejable anotar los resultados obtenidos del examen en una ficha neurológica, de la que existen varios modelos, algunos simplificados y otros más completos. Todos tienen por finalidad contribuir a no obviar la realización de ninguna maniobra que pueda ser importante, permitir una evaluación posterior más detallada del cuadro si es necesario, facilitar los controles evolutivos en un mismo paciente, y permitir la comparación entre distintos pacientes. Reseña Las características básicas del paciente (especie, raza, edad, sexo) se establecen en forma previa al examen físico, excepto en situaciones de emergencia. Se deben considerar las grandes diferencias entre especies para abordar en forma adecuada el diagnóstico diferencial. Además de las enfermedades especie-específicas (VIF, ViLeF, PIF, panleucopenia, distemper), hay determinadas patologías que tienen una alta prevalencia en los caninos, pero raramente se observan en los felinos, y viceversa. La enfermedad del disco intervertebral, por ejemplo, es la causa más común de trastornos medulares en los perros; sin embargo, en los gatos es muy poco frecuente, y son las enfermedades infecciosas las principales causas de afección medular en esta especie. Existen muchos trastornos que se asocian con mayor frecuencia a una raza o a un grupo de ellas en particular (por ejemplo, la hidrocefalia en razas miniatura, la espondilomielopatía cervical en el doberman y el gran danés, la sordera en el dálmata y en el bull terrier), y otras que se han descripto exclusivamente para una raza determinada (por ejemplo, los calambres del scotty y el síndrome de hipertonicidad del cavalier king charles spaniel), por lo cual es de gran ayuda en ciertos casos consultar los listados de alteraciones del SN discriminadas racialmente. La edad del animal al comienzo de los signos clínicos es un dato de gran utilidad ya que muchos trastornos congénitos o hereditarios afectan animales jóvenes (por ejemplo, las enfermedades de almacenamiento lisosomal) mientras otros, como las neoplasias cerebrales, suelen afectar animales adultos o gerontes. Existen muchas enfermedades en las que los datos combinados de raza y edad proporcionan una gran ayuda para la aproximación diagnóstica (por ejemplo, la distrofia neuroaxonal primaria y la leucoencefalomielopatía en el rottweiler, que se manifiesta clínicamente entre los 18 meses y los 4 años, o la abiotrofia cerebelosa en el bretón, que se presenta en animales adultos de 6 a 10 años). Algunas patologías no solamente afectan una raza determinada y a una edad en particular sino que además, los signos clínicos se expresan en un solo sexo (distrofia muscular canina del
  • 5. labrador, que afecta a los machos y se manifiesta entre las 6 y las 9 semanas; distrofia muscular felina hipertrófica, que afecta a gatos pelicortos domésticos machos y se manifiesta entre los 5 y 6 meses). Unas pocas enfermedades tienen mayor incidencia en un sexo que en otro, y están relacionadas en forma directa al rol reproductivo (por ejemplo, las metástasis en el SN a partir de tumores mamarios, o la tetania puerperal en las hembras). En cuanto a las características fenotípicas del animal, el color del manto o de los ojos puede estar vinculado a ciertas patologías congénitas como, por ejemplo, la sordera. En este sentido, se ha asociado una mayor predisposición a la sordera hereditaria en perros con manto predominantemente blanco, gris azulado o manchado (bull terrier, dogo argentino, gran danés, dálmata), y en gatos con manto blanco y ojos azules. Anamnesis Un cuidadoso interrogatorio al propietario aporta mucha información acerca de las alteraciones neurológicas, especialmente en aquellas patologías que se manifiestan con signos paroxísticos. Otras veces la adquisición de datos requiere el examen completo del paciente. En muchos casos es muy sencillo establecer cuál es el motivo de la consulta, y alcanza con observar al paciente para determinar cuál es el trastorno neurológico presente (por ejemplo, la rotación cefálica en el síndrome vestibular). Sin embargo, cuando las manifestaciones clínicas son episódicas y paroxísticas, y no son fácilmente reconocibles por parte del propietario, puede ser muy difícil establecer cuál es el signo clínico que motivó la consulta neurológica. Las crisis cerebrales parciales simples pueden ser confundidas con episodios de debilidad neuromuscular o de narcolepsia. La diferenciación entre una convulsión y un síncope a veces es muy difícil de establecer, y puede requerir un interrogatorio cuidadoso al dueño, y una interpretación de sus respuestas más cuidadosas aún. La correcta clasificación del signo neurológico presente es muy importante, porque es una de las claves para el inicio de un protocolo diagnóstico orientado en forma acertada y, en muchas ocasiones, la única herramienta en la que podemos confiar es una exhaustiva anamnesis. Es de suma importancia determinar si el propietario ha presenciado los signos clínicos de su animal. Si lo ha hecho, la confiabilidad de su relato va a depender de una serie de factores, como el conocimiento previo que posea de ciertas anormalidades neurológicas, la familiaridad que tenga con los hábitos, la conducta y los movimientos de su mascota, y qué tan perspicaz sea para interpretar lo que ha visto. En muchas ocasiones no hay coincidencia entre lo que observa el clínico en el examen neurológico y lo que cuenta el propietario. En principio, no hay que tomar en forma absoluta las afirmaciones de los dueños, porque pueden estar sesgadas por su propia opinión e interpretación del problema. Siempre se debe preguntar y repreguntar en forma dirigida, evitando que el propietario se sienta cuestionado y, mucho menos aún, juzgado por sus dichos. Es habitual que los dueños asuman determinados hechos como verdades absolutas a partir de una interpretación distorsionada de lo que han visto. Un propietario que encuentra a su perro en plena convulsión luego de rodar por una escalera
  • 6. puede interpretar y asumir como un hecho que el traumatismo ocasionado por la caída fue la causa de la convulsión, cuando en realidad la convulsión pudo haber sido el motivo de la caída; esta visión distorsionada de la causa-efecto nos puede llevar a la conclusión que el trauma fue el origen del problema, dejando de lado la posibilidad que una patología preexistente, como por ejemplo, una epilepsia idiopática o sintomática, fuera la causa de la caída. Ejemplos como estos abundan en la práctica clínica, y pueden ser el motivo de un diagnóstico incorrecto, simplemente por haber malinterpretado los signos clínicos presentes y/o clasificarlos en forma errónea. La determinación del curso temporal del problema es uno de los objetivos de la anamnesis, porque permite realizar importantes presunciones sobre las posibles etiologías. El dato acerca del inicio de los trastornos neurológicos puede ser exacto (por ejemplo, un accidente automovilístico o la fecha de la primera convulsión), o puede llegar a ser muy difícil de determinar, como en el caso de una enfermedad neoplásica. Normalmente se toma como punto de partida el momento en que el propietario reconoce el problema. No obstante ello, pueden haber ocurrido episodios previos que pasaron desapercibidos o fueron desestimados por distintos motivos. Es aquí donde la anamnesis dirigida adquiere un valor relevante. A partir de los datos obtenidos respecto al curso de la enfermedad se puede clasificar el trastorno presente como agudo o crónico, y progresivo o no progresivo. De este modo, el problema queda restringido a un grupo limitado de patologías. Si además existen datos acerca de tratamientos previos podemos acotar más aún ese listado. Por ejemplo, si una patología medular ha demostrado una buena respuesta al tratamiento con corticoides podemos asumir que es de tipo inflamatoria y no degenerativa. La duración de la patología es un factor significativo en cuanto al pronóstico, debido a que el tejido nervioso posee una tolerancia limitada a determinadas lesiones que se prolongan en el tiempo. Las compresiones medulares, por ejemplo, tienen un tiempo y una calidad de recuperación que son inversamente proporcionales a su duración. La anamnesis debe adaptarse a cada situación individual con el fin de clarificar el problema. Las preguntas específicas se harán de acuerdo al trastorno presente: si el animal estuvo o pudo haber estado expuesto a sustancias tóxicas; si se ha observado una enfermedad o signos clínicos similares en animales asociados genéticamente (padres, hermanos, hijos, otras lechigadas); antecedentes de vacunación o signos de enfermedad sistémica previos al problema neurológico; hábitos alimentarios y convivencia con animales de la misma o de otra especie; actividad que desarrollaba el animal antes y después de presentar los signos clínicos. Los datos proporcionados por el propietario son de gran ayuda en todos los desórdenes paroxísticos, considerando que en la mayoría de los casos el veterinario no suele ver el signo clínico. En este sentido, la filmación del episodio por parte del dueño puede llegar a ser un elemento revelador para orientar el diagnóstico diferencial. Observación
  • 7. Gran parte de la información acerca de la integridad funcional del SN se obtiene observando la postura del animal, sus movimientos y su conducta mientras interactúa con el ambiente que lo rodea. Otras veces es necesario inducirlo a realizar algún movimiento en particular para evidenciar determinados trastornos neurológicos. En todos los casos se debe permitir al animal moverse lo más libremente posible en el consultorio o, mejor aún, en un lugar abierto para poder observar su desenvolvimiento. Una excepción a esta consigna la constituye cualquier situación que implique un riesgo potencial para las personas o para los otros animales presentes (como puede suceder con animales excesivamente agresivos), o que requiera la inmovilidad absoluta del paciente como ocurre, por ejemplo, en el trauma medular agudo. En estos casos es factible, cuando no imperativo, obviar la ejecución del examen neurológico completo, realizando simplemente una semiología dirigida hacia un problema determinado, con la precaución de no confiarse demasiado en las presunciones o en lo que parece obvio para no ignorar ningún trastorno adicional. Se debe tener en cuenta que no todos los animales se comportan del mismo modo ante los diversos estímulos que existen en un consultorio (ruidos, olores, la presencia de otros perros o individuos de otras especies). Muchas veces las actitudes no son las habituales, y el animal se presenta más nervioso, inquieto o asustado. Los gatos pueden tratar de esconderse bajo los muebles, mostrarse agresivos, huir precipitadamente o, por el contrario, mostrar una gran indiferencia y pasividad. Las preguntas al propietario acerca del temperamento y la personalidad de su animal o de la conducta que suele exhibir en su casa y cuando acude al veterinario pueden contribuir a clarificar las presuntas alteraciones de comportamiento. Se puede obtener una impresión general acerca del estado de la conciencia y de la conducta observando las respuestas comportamentales ante los estímulos del ambiente, de otros animales y de la gente. Las variaciones normales, como la curiosidad natural o la hiperactividad de los cachorros, la indiferencia de los perros gerontes, o las variadas y particulares actitudes que pueden mostrar los gatos, no deben considerarse estrictamente como conductas anormales. Los distintos tipos de agresividad se pueden identificar fácilmente mediante la observación. Se han utilizado distintos términos para caracterizar y describir las alteraciones de la conciencia en los animales, aunque no existe aún un acuerdo consensuado en medicina veterinaria. El término alerta indica el estado que se considera normal para un individuo en particular; puede presentar variaciones de acuerdo a la raza, la edad y el temperamento de cada animal. La depresión, el estupor y el coma son expresiones que indican niveles decrecientes del nivel de conciencia. La depresión se caracteriza por un estado de inactividad, con escasa disposición a desarrollar la conducta habitual y tendencia a dormir en exceso, con respuestas pobres o anormales ante los estímulos del ambiente o de los propietarios. Puede ser causada por afecciones neurológicas, pero también por alteraciones sistémicas como estados febriles, anemia o trastornos metabólicos. Cuando se asocia con problemas primariamente cerebrales suele indicar enfermedad cortical difusa. El estupor define el estado en el que el animal tiende a dormir cuando no se lo molesta, y no reacciona a estímulos tales como el sonido
  • 8. o el tacto, aunque sí lo hace ante estímulos nociceptivos. Habitualmente está asociado a una interrupción parcial o total de las conexiones entre la corteza cerebral y el sistema activador reticular ascendente, o a una función cerebral deteriorada. El coma es el estado en el que el animal no puede ser despertado ni siquiera mediante estímulos dolorosos, aunque los reflejos simples pueden estar preservados. Indica una completa desconexión entre la corteza cerebral y el sistema activador reticular ascendente. El estupor y el coma pueden ser causados por enfermedades cerebrales bilaterales difusas, por encefalopatías tóxicas o metabólicas, o por lesiones (compresivas o destructivas) de la parte rostral del tronco encefálico (puente y mesencéfalo). Para caracterizar el estado de coma se puede utilizar la escala de Glasgow de medicina humana, modificada por Shores para animales pequeños, en la que se asignan puntos a la actividad motora, a los reflejos fotomotores y oculocefálicos, y al nivel de conciencia. Cuanto más alto es el puntaje obtenido, mejor es el pronóstico. Un puntaje de 3 a 8 indica un pronóstico grave; una puntuación de 9 a 14 indica un pronóstico reservado, mientras que un puntaje de 15 a 18 indica un buen pronóstico. Esta escala aún no ha sido utilizada en un número suficiente de animales como para determinar su validez pero, en todo caso, enfatiza la importancia de los parámetros clínicos a evaluar. Tabla 2: Escala de Glasgow modificada para pequeños animales Nivel de conciencia Ocasionales períodos de alerta 6 Depresión o delirio, responde inapropiadamente a estímulos 5 Estupor, responde a estímulos visuales 4 Estupor, responde a estímulos auditivos 3 Estupor, sólo responde a estímulos nociceptivos 2 Coma, sin respuesta a estímulos nociceptivos 1 Actividad motora Marcha y reflejos espinales normales 6 Hemiparesia, tetraparesia, rigidez de descerebración 5 Decúbito, rigidez extensora intermitente 4 Decúbito, rigidez extensora constante 3 Idem anterior más opistótonos 2 Decúbito, hipotonía muscular, hipo/arreflexia espinal 1 Reflejos del tronco encefálico Reflejos pupilares y oculocefálicos normales 6 Reflejos pupilares lentos y oculocefálicos normales/deprimidos 5 Miosis bilateral irresponsiva, reflejos oculocefálicos normales/deprimidos 4 Miosis bilateral irresponsiva, reflejos oculocefálicos deprimidos/ausentes 3 Midriasis unilateral irresponsiva, reflejos oculocefálicos deprimidos/ausentes 2 Midriasis bilateral sin respuesta, reflejos oculocefálicos deprimidos/ausentes 1
  • 9. No solamente es importante la evaluación del estado de conciencia, sino también la valoración de las características de la conducta. Los cambios en el comportamiento incluyen los distintos tipos de agresión, el miedo, la indiferencia al medio y la desorientación. Muchas veces las alteraciones observadas son trastornos primariamente conductuales, mientras que en otras ocasiones existe un sustrato orgánico que provoca el problema. Otros signos relacionados con conductas anormales son la deambulación, la marcha en círculos, la somnolencia permanente, la vocalización, el apetito voraz y el apoyo de la cabeza contra diversas superficies. La postura se evalúa observando al animal en el reposo y mientras se mueve libremente. Se debe prestar atención a la postura de la cabeza, del tronco y de los miembros. A veces se requieren observaciones adicionales obligando al paciente a adoptar distintas posiciones para verificar la capacidad de recuperar la postura normal. Una de las alteraciones posturales más comunes está referida a la posición de la cabeza. La rotación ocurre cuando se produce un giro en relación a su eje longitudinal cráneo-caudal, de tal modo que la oreja del lado hacia el que se produce la rotación queda hacia abajo; es frecuente observarla en los casos de trastornos vestibulares. La torsión de la cabeza se diferencia de la rotación porque la nariz permanece paralela al plano horizontal, pero es dirigida hacia el flanco o hacia la parte caudal del tronco, en forma continua o intermitente. Generalmente se acompaña de flexión del cuello. También se denomina adversión o desvío de la cabeza. Esta postura puede ser un componente del síndrome adversivo, en el que el animal presenta desvío de la cabeza pero con su plano sagital perpendicular al piso, y marcha en círculos amplios. Las anormalidades en la posición del tronco pueden estar asociadas a lesiones congénitas o adquiridas de las vértebras, o a una alteración del tono muscular causada por afecciones cerebrales o medulares. Las desviaciones de la columna vertebral se denominan escoliosis (desviación lateral), lordosis (desviación ventral) y cifosis (desviación dorsal). La escoliosis es la desviación anormal hacia lateral de la columna vertebral, y puede originarse en alteraciones óseas de las vértebras o de las costillas, o de los ligamentos y músculos asociados a ellas. La denervación unilateral de los músculos episomáticos provoca una postura asimétrica por la contracción activa de la musculatura del lado sano, con la consiguiente desviación lateral de la columna vertebral. En los perros, la escoliosis puede ocurrir en forma secundaria a lesiones intramedulares tales como la hidromielia o la siringomielia. La lordosis es la desviación hacia ventral (hiperflexión) de la columna vertebral; es infrecuente en los animales y puede reflejar un cuadro de debilidad a nivel de la musculatura episomática. La cifosis es la flexión anormal hacia dorsal (hiperextensión) de la columna toracolumbar. Se asocia generalmente a la presencia de dolor, que puede provenir del cuello, del tórax o del abdomen, o a alteraciones en las vértebras, las costillas, los ligamentos, los músculos episomáticos o los nervios espinales. La ventroflexión cervical es un trastorno postural que se observa con frecuencia en gatos y en perros inmaduros. Es un signo característico que revela la incapacidad de los músculos cervicales para
  • 10. extender el cuello y elevar la cabeza. Está asociado a cuadros de debilidad neuromuscular generalizada, con o sin dolor cervical. Las alteraciones en la postura de los miembros incluyen su incorrecto posicionamiento y/o el aumento o la disminución del tono extensor de sus músculos. El aumento de la base de sustentación es común en todas las formas de ataxia, aunque también puede observarse en los casos de debilidad neuromuscular generalizada. Las deficiencias propioceptivas indican que el animal ha perdido el sentido de posición de sus extremidades con respecto al resto del cuerpo. Lo manifiesta clínicamente apoyando la superficie dorsal de los dedos sobre el piso. Este tipo de alteración es casi patognómica de afección del SN y cualquier interrupción parcial o total en el trayecto de las vías sensitivas correspondientes (desde el nervio periférico hasta la corteza somatosensitiva) puede provocar su aparición. Algunas enfermedades neuromusculares provocan debilidad y/o dolor, que se manifiesta por una desigual distribución del peso del cuerpo sobre las extremidades; esta situación puede simular una alteración propioceptiva debido al dolor y/o a la falta de fuerza para recuperar la posición correcta. Cuando el dolor se origina en una patología de un nervio espinal o de sus raíces, el animal retira el apoyo y el miembro afectado se encuentra en semiflexión permanente. Esta postura se denomina señal de raíz, y puede involucrar a los miembros torácicos o a los pelvianos. Se asocia por lo general a la disminución del tono y a la atrofia de los músculos involucrados. La espasticidad es el incremento en el tono de los músculos de los miembros. El opistótonos es la postura corporal en la que el cuello se encuentra rígido y extendido, provocando la dorsoflexión de la cabeza, que se dirige hacia atrás y arriba, en dirección al plano medio. La espasticidad y el opistótonos se observan en numerosas situaciones, entre ellas la rigidez de descerebración, la rigidez de descerebelación y el síndrome de Schiff-Sherrington. El pleurotótonos es otra alteración de la postura, que consiste en la inclinación lateralizada de la cabeza, cuello y tronco, y se asocia a lesiones unilaterales de la región frontal de la corteza cerebral. La rigidez de descerebración se caracteriza por la hiperextensión de las 4 extremidades y del tronco, debido a un incremento del tono extensor. Los miembros presentan una gran resistencia a la flexión forzada hasta un punto determinado en el que la oposición a la fuerza cede abruptamente, lo que se conoce como reflejo de navaja. La rigidez puede ser intermitente (siendo exacerbada por estímulos externos) o constante, y es causada por lesiones localizadas hacia rostral del mesencéfalo. Puede estar acompañada de opistótonos si está dañado el lóbulo cerebeloso rostral (paleocerebelo). Se acompaña siempre de alteraciones profundas del nivel de conciencia. En el hombre también se ha observado (pero no en los animales) una postura denominada rigidez por decorticación, que consiste en hipertonía de los músculos flexores de los miembros torácicos y de los extensores de los miembros pelvianos. Se desconoce la causa de esta particular distribución de la hipertonía. La rigidez por descerebelación consiste en una postura similar, pero los miembros pelvianos suelen estar flexionados sobre el abdomen. Ocurre en enfermedades que afectan al paleocerebelo, porque esta región normalmente provee impulsos inhibitorios para el tono extensor de los músculos
  • 11. antigravitatorios. La hipertonía de los músculos hipoaxiales (flexores de la columna vertebral y de la cadera) provoca la flexión de las articulaciones coxofemorales, lo que determina la posición característica de los miembros pelvianos flexionados debajo del cuerpo. Si la lesión cerebelosa también involucra al lóbulo flóculonodular los miembros pelvianos, al igual que los torácicos, pueden presentar rigidez extensora. La sensibilidad dolorosa generalmente está preservada y el estado de conciencia permanece inalterado, lo que lo diferencia de la rigidez de descerebración. Los reflejos espinales suelen estar exagerados. Ciertos cuadros de rigidez originados por traumatismos encefálicos son difíciles de clasificar como de descerebración o de descerebelación. Las variaciones en las posturas y en el nivel de conciencia sugieren la presencia de lesiones en otros lugares del encéfalo, que también se traducen en alteraciones posturales pero diferentes a las descriptas más arriba, y que se observan con relativa frecuencia en la clínica neurológica. El síndrome de Schiff-Sherrington es una postura anormal caracterizada por cifosis e hiperextensión de los miembros torácicos, sumada a la incapacidad de mover normalmente los miembros pelvianos. Está asociada a lesiones medulares agudas y graves (generalmente traumáticas) localizadas en la región toracolumbar. La hiperextensión de los músculos del miembro torácico se produce por la pérdida del efecto inhibitorio sobre su tono extensor que ejercen unas neuronas denominadas “del borde” o “fronterizas”, ubicadas en el margen de la sustancia gris ventral medular desde los segmentos T2 a L7 (pero concentradas entre L1 y L4) que, a través de sus proyecciones hacia craneal incluidas en el haz propioespinal contralateral, modulan a las motoneuronas alfa de la intumescencia cervicotorácica para los músculos extensores de los miembros torácicos. Si se vence la extensión por la fuerza se produce la flexión súbita de los miembros torácicos, que pueden permanecer en esa posición (como si fuera el cierre de una navaja) sin otras alteraciones neurológicas, conservando normalmente la motricidad voluntaria y la propiocepción conciente, ya que las vías aferentes y eferentes de los miembros torácicos no están afectadas. La hipertonicidad es aparente cuando los miembros están en reposo y es ostensible cuando el animal está en decúbito lateral. Algunas enfermedades como el tétanos o la intoxicación por estricnina pueden producir cuadros de rigidez extensora similares a los descriptos anteriormente, por lo que debe realizarse el diagnóstico diferencial, basado en el contexto de todo el examen neurológico. La rigidez extensora episódica de los miembros puede estar también asociada a una cantidad de anormalidades localizadas en el SN (central o periférico), o en los músculos. La contracción muscular intermitente toma a veces la apariencia de rigidez y espasticidad, y puede originarse en una variedad de trastornos tales como la miotonía, la mioclonía refleja, las convulsiones parciales, ciertos disturbios metabólicos (como hipoglucemia o anormalidades electrolíticas) o algunos síndromes musculares (como los calambres del scotty). La cuidadosa observación de la marcha y de los movimientos puede ser una de las partes más significativas del examen neurológico. La marcha se define habitualmente como una serie
  • 12. de movimientos de los miembros que se repiten en forma regular durante el paso, el trote o la carrera. El SN controla la acción de todos los componentes periféricos del aparato locomotor, y cualquier alteración en una o varias de estas estructuras puede resultar en un trastorno de la locomoción. Durante la marcha, el control tónico que ejercen las estructuras superiores del SNC sobre los centros inferiores es reemplazado por una sucesión rítmica y periódica de movimientos, originados a nivel medular. La acción locomotora se logra por la activación o inhibición precisa, alternativa y secuencial de diferentes grupos de motoneuronas que inervan músculos antagonistas flexores y extensores, mediante los generadores de acción central localizados en la médula espinal. Este grupo de interneuronas es activado y controlado por los tractos pertenecientes a los sistemas piramidal y extrapiramidal, en cuyos núcleos de origen se encuentran las denominadas “neuronas de comando”. La activación de una sola neurona de comando produce un efecto motor único. Las neuronas de comando relacionadas producen efectos solapados, que juntos dan lugar a toda la gama de un determinado tipo de movimiento. Las distintas neuronas de comando, por intermedio de los tractos descendentes, pueden originar distintas categorías de movimientos: posturas, movimientos esporádicos, movimientos repetitivos o secuencias progresivas de movimientos. Los tractos vestíbuloespinal y retículoespinal, por ejemplo, actúan como facilitadores del tono de los músculos extensores, y son fundamentales para el mantenimiento de la postura en estación en contra de la acción de la gravedad, y para iniciar la fase propulsiva de la marcha. Los tractos corticoespinal y rubroespinal son faciltadores del tono de los músculos flexores, y son fundamentales para la fase de protracción de los miembros durante el movimiento, que permite el inicio de la marcha. Todas las variedades de actividades motoras son posibles por la activación de la motoneurona alfa, que constituye de este modo la vía final común de los sistemas motores. Sobre ella convergen todos los tractos eferentes y también aferencias propio y exteroceptivas. Su descarga es la manifestación de un complejo proceso de integración de impulsos que provienen de las fibras del cuerno dorsal de sustancia gris medular, de los distintos tractos descendentes de origen supraespinal, o de otros circuitos que forman parte del sistema de conexiones intrínsecas de la misma médula espinal. El concepto clínico de motoneurona superior (MNS) involucra a las áreas de proyección con sus neuronas de comando (corteza motora primaria, núcleos del tronco encefálico) y a las fibras que conforman los tractos descendentes, que activan o inhiben a las motoneuronas del cuerno ventral de sustancia gris medular. La MNS ejerce normalmente una inhibición tónica de la actividad motora intrínseca de cada segmento medular. Cuando se lesiona la MNS se produce la liberación de esa actividad, desencadenándose un conjunto de signos y síntomas conocido como lesión de MNS (LMNS), determinado por deficiencias propioceptivas, paresia o parálisis espástica, tono muscular normal (normotonía) o aumentado (hipertonía), reflejos normales (normorreflexia) o incrementados (hiperreflexia) y atrofia muscular de lenta progresión, por ausencia de actividad. El término motoneurona inferior (MNI) designa a las motoneuronas alfa del cuerno ventral de sustancia gris medular y a sus axones de proyección hacia los órganos efectores. La MNI provee la
  • 13. inervación motora a los músculos que se hallan bajo su influencia a través de los nervios periféricos. Las más trascendentes desde el punto de vista clínico son las neuronas localizadas en los cuernos ventrales de la sustancia gris de la intumescencia cervicotorácica (en los segmentos medulares C5 a T2) donde tienen su origen el plexo braquial, que inerva al miembro torácico; y las neuronas que se encuentran en la intumescencia lumbosacra (en los segmentos medulares L4 a S3), de donde parte la inervación para el miembro pelviano. Su alteración produce un conjunto de signos y síntomas particulares, conocido como lesión de MNI (LMNI), caracterizada por anormalidades propioceptivas, paresia o parálisis fláccida, tono muscular ausente (atonía) o disminuído (hipotonía), reflejos ausentes (arreflexia) o disminuídos (hiporreflexia) y atrofia muscular de rápida progresión, por falta de inervación. Las características de la marcha varían en cada animal dependiendo de su tamaño corporal, de su fenotipo y de la conformación de sus miembros. El grado de diversidad, aún dentro de una misma especie, es inmenso. Muchas razas de perros han sido desarrolladas en base a la selección de distintas características de su marcha. Esta forma de crianza hace posible la introducción inadvertida de distintos tipos de alteraciones genéticas, que incluyen trastornos neurológicos. Todos estos elementos deben ser considerados en el momento del examen neurológico. Es importante evaluar la marcha sobre superficies que ofrezcan una adecuada tracción, y que permitan al animal afirmarse en forma correcta. En algunos casos puede ser conveniente hacerlo caminar en pisos resbaladizos, sobre planos inclinados o hacerlo subir y bajar escaleras para poner en evidencia ciertas deficiencias, siempre que ello no implique riesgos para el paciente. Los pisos de los consultorios suelen ser resbaladizos, por lo que es aconsejable llevar al animal a la vereda para observar su desplazamiento sin distorsionar sus características; por otra parte, el movimiento en los espacios libres suele ser más representativo de la realidad porque el animal se comporta de modo más natural. La marcha debe ser observada mientras el paciente se aleja y se acerca, desde ambos laterales, de atrás y de frente. Cada miembro debe ser evaluado durante la caminata, el trote y la carrera. En la medida de lo posible, se debe hacer girar al animal hacia ambos lados en círculos amplios y pequeños, todas las veces que sea necesario. Las anormalidades de la marcha incluyen las deficiencias de la propiocepción conciente, la paresia, la deambulación, la marcha circular, la ataxia y la dismetría. La propiocepción conciente, o sentido de posición, es la capacidad para reconocer la posición de los miembros en relación al resto del cuerpo sin el auxilio de la vista. Cuando este sentido se pierde por completo, el animal camina apoyando el miembro afectado sobre el dorso de los dedos en forma permanente; si la deficiencia propioceptiva es parcial el defecto de apoyo es intermitente, y el animal realiza intentos reiterados de reposicionar su miembro en forma correcta hasta que lo logra. En ambos casos el rozamiento provoca un ruido característico, además de un desgaste excesivo de las uñas y erosiones en el dorso de los dedos, por el raspado constante contra el piso. Cualquier lesión parcial o total del sistema lemniscal a nivel medular, del tronco encefálico o de estructuras supratentoriales puede comprometer la propiocepción conciente. Se define como ataxia a la ausencia o deficiencia de la coordinación de la función muscular,
  • 14. evidenciada por movimientos tambaleantes e irregulares. En algunas ocasiones se define también como la incapacidad para marchar sobre una línea recta. La ataxia se asocia al compromiso de diversas estructuras anatómicas dentro del SN, como el cerebelo, el sistema vestibular o las vías sensitivas de la médula espinal. La paresia es un disturbio de los mecanismos normales que involucran a los movimientos voluntarios, con mantenimiento de cierto grado de movilidad. Es una palabra derivada del griego que implica debilidad o relajación, y que se asocia a deficiencias parciales de la función motora. Parálisis o plejía indica pérdida absoluta de la movilidad voluntaria, debido a anormalidades neurológicas o musculares. En muchas descripciones, los términos paresia y propiocepción conciente son utilizados como sinónimos. La paresia puede ser clasificada como ambulatoria, cuando el paciente puede mantener la estación e incluso caminar; y no ambulatoria, cuando el paciente permanece en decúbito y, aunque puede realizar ciertos movimientos, es incapaz de caminar. En aquellos animales que están postrados, para comprobar si existe la capacidad de realizar movimientos voluntarios, es conveniente llamarlos, hablarles o acariciarles la cabeza y observar si mueven los miembros o la cola. Cuando la paresia o parálisis afecta solamente a los miembros pelvianos se habla de paraparesia o paraplejía. Si están afectados los 4 miembros se habla de tetraparesia o tetraplejía. Se dice que hay una hemiparesia o hemiplejía cuando están comprometidos los 2 miembros de un mismo lado. Las situaciones en las que está afectado uno solo de los miembros se definen como monoparesia o monoplejía. Existen distintos grados de paresia dependiendo de la patología prevalente y la gravedad de la lesión, por lo que su manifestación clínica puede darse de muy diferentes formas durante la marcha. Algunos animales mantienen la capacidad ambulatoria, mientras otros no pueden sostener el peso del cuerpo sobre sus miembros. Muchos animales apoyan el dorso de los dedos contra el piso cuando caminan. El desgaste desigual de las uñas, especialmente cuando el tercer y cuarto dedos son más largos que el resto, sugieren la presencia de paresia o deficiencia propioceptiva. Otras veces, en la fase del movimiento en el que el miembro apoya contra el suelo soportando todo el peso del cuerpo, los dedos rotan o se tuercen, o la extremidad colapsa debido a una flexión excesiva. También puede ocurrir que los miembros impacten sobre el piso con uma fuerza exagerada, lo que refleja una percepción disminuida en lo que respecta al conocimiento de la posición de las extremidades en el espacio. Los animales paréticos a menudo presentan una marcha caracterizada por una distancia irregular entre pasos sucesivos. La longitud del paso puede ser normal, o puede estar incrementada o disminuida. En general, los animales con LMNS tienen la longitud del paso aumentada, mientras que los que padecen enfermedades ortopédicas o neuromusculares la tienen disminuida. Cuando hay LMNI el paso es irregular e incoordinado y el animal tiende a balancearse de un lado a otro, e incluso a caer. La dismetría es la incapacidad para regular la distancia, la velocidad y la fuerza del movimiento. Se manifiesta habitualmente como hipermetría, que consiste en una respuesta exacerbada de las extremidades cuando el movimiento es iniciado (“paso de ganso”) o una iniciación retardada de las reacciones posturales seguidas de una corrección exagerada. Los movimientos de los miembros a menudo parecen espásticos, y su finalización es abrupta, lo que obliga al animal a balancearse de un
  • 15. lado al otro. Es poco habitual la hipometría, que consiste en una marcha caracterizada por pasos muy cortos. La dismetría generalmente es provocada por lesiones del cerebelo o de las vías cerebelosas, y suele asociarse con ataxia y tremores de intención. La deambulación y la marcha en círculos son expresiones locomotrices de alteraciones específicas del comportamiento, que se asocian frecuentemente con trastornos supratentoriales. Las lesiones en la corteza frontal suelen provocar una desinhibición que se traduce clínicamente en una marcha excesiva y compulsiva, conocida como deambulación. Si la lesión es unilateral o asimétrica, el animal marchará en círculos. Los movimientos del animal tienden a describir círculos amplios y habitualmente, aunque no siempre, el giro es en dirección hacia el lado de la lesión. La marcha es razonablemente normal, aunque los obstáculos pueden no ser percibidos, a veces por pérdida de la visión y otras por obnubilación de la conciencia. Los animales con lesiones supratentoriales también tienden a entrecruzar el miembro torácico contralateral en la dirección hacia la que están girando. La pata muestra una rápida sobreextensión antes de contactar con el piso, como si fuera disparada o tironeada en dirección craneal. Algunas veces el miembro contralateral se encuentra más extendido, rígido e, incluso, espástico. La marcha en círculos puede estar asociada también a trastornos vestibulares, aunque son ligeramente distintas. En las lesiones supratentoriales el giro es en círculos amplios, que pueden ir achicándose a medida que progresan. Cuando el animal tiende a girar sobre sí mismo, el miembro pelviano del mismo lado del sentido del giro tiende a quedar fijo sobre el piso. Los movimientos involuntarios anormales pueden ocurrir cuando el animal está en reposo o cuando se está moviendo, y pueden ser continuos o intermitentes. Existe un gran número de términos para describirlos y que han sido adoptados de la medicina humana, debido a que la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas que producen movimientos anormales han sido reconocidas y estudiadas en seres humanos. La patofisiología de la mayoría de estas condiciones es motivo de controversia, pero está relacionada a la pérdida de la retroalimentación inhibitoria, ya sea debido a daño neuronal o a concentraciones alteradas de neurotransmisores. En medicina veterinaria, los movimientos anormales son descriptos usualmente como contracciones musculares tetánicas, tremores, o mioclonías. Las contracciones musculares tetánicas (o simplemente tétanos) son contracciones musculares tónicas sostenidas, que ocasionan rigidez extensora de los miembros y espasmo de los músculos faciales y del cuello. El opistótonos puede ser considerado una forma de espasmo tetánico, y puede ser causado por lesiones traumáticas en el paleocerebelo, en craneal del mesencéfalo o en la médula espinal toracolumbar, originando posturales anormales características. Un cuadro similar se observa en la mioclonía familiar refleja del Labrador retriever, que afecta a cachorros de 4-6 semanas de edad. Se caracteriza por la presencia de espasmos intermitentes de la musculatura axial y apendicular con episodios ocasionales de opistótonos, "muecas" faciales, y rigidez extensora generalizada. Los signos empeoran con los estímulos (táctiles, auditivos, movimientos voluntarios) y mejoran durante el reposo. Las contracciones musculares tetánicas siempre deben ser diferenciadas de la enfermedad causada
  • 16. por el toxoide tetánico. Tabla 3: términos que describen los distintos tipos de movimientos anormales Akinesia Deterioro del inicio de movimientos musculares voluntarios Bradikinesia Enlentecimiento de los movimientos, frecuentemente asociado con rigidez muscular Diskinesias o Movimientos anormales; tremor, corea, balismo, distonía, atetosis son miokimias ejemplos de disquinesia Tremor Movimiento rítmico caracterizado por oscilaciones mecánicas de algún segmento corporal Balismo Movimientos de sacudidas continuas de grandes grupos musculares (por ejemplo, miembros); si está confinado a un lado del cuerpo, el movimiento se denomina hemibalismo Corea Similar al balismo en cuanto a que los movimientos son continuos y aparentemente al azar, pero se encuentran restringidos a la musculatura distal Distonía Contracciones prolongadas de la musculatura axial y/o de las extremidades que resultan en distorsiones de la postura Atetosis Movimientos distónicos de la musculatura distal que producen movimiento lentos, de torsión de los dedos Mioclonías Espasmos musculares rápidos, irregulares o rítmicos que afectan grandes o pequeños grupos musculares El tremor es una oscilación involuntaria, rítmica, oscilante y de alta frecuencia de un segmento corporal, que resulta de la contracción alternada o sincrónica de músculos agonistas-antagonistas. Es el desorden del movimiento más común, tanto en pacientes humanos como veterinarios. Se presenta cuando existen patologías neurológicas, o bien en forma fisiológica como respuesta al frío, al miedo o a la fatiga. En medicina humana, los tremores se clasifican en base a la localización, la asociación con el reposo o la contracción muscular voluntaria, y la frecuencia y amplitud de los movimientos oscilatorios. En medicina veterinaria se dividen en tremores de intención y tremores cinéticos (de acción). Los tremores de intención se concentran usualmente alrededor de la cabeza y de la región del cuello y están asociados a comportamientos dirigidos a un objetivo, como comer o beber. Tales movimientos anormales se asocian típicamente con lesiones cerebelosas, y se consideran como otra forma de manifestación de la dismetría. Los tremores cinéticos consisten en oscilaciones de uno ó más grupos musculares, siguiendo al inicio de actividad voluntaria. Se empeoran con niveles incrementados de actividad, y se atenúan o desaparecen durante el reposo. Su presencia requiere un diagnóstico diferencial extenso, ya que puede estar provocado por trastornos de tipo degenerativo (enfermedades de los nervios periféricos, enfermedades de almacenamiento lisosomal), anomalías del desarrollo (dismielinogénesis/hipomielogénesis de la sustancia blanca de la médula espinal), alteraciones metabólicas (hipocalcemia, hipertiroidismo, hipoadrenocorticismo, encefalopatía hepática), trastornos inflamatorios (encefalitis no supurativa), desórdenes idiopáticos (cerebelitis idiopática o enfermedad del
  • 17. temblador blanco) o ciertas intoxicaciones, especialmente micóticas. Las mioclonías consisten en series de espasmos musculares rápidos (aunque de menor frecuencia que los tremores), rítmicos o irregulares. Pueden ser focales, generalizados o multifocales en cuanto a la localización, y pueden ocurrir espontáneamente, o bien acentuarse durante el movimiento voluntario o los movimientos reflejos. En medicina veterinaria, las mioclonías son más frecuentemente medulares en cuanto a su origen, y se caracterizan por descargas persistentes repetitivas, que no se afectan durante el sueño. Esta última característica es la más utilizada para distinguir las mioclonías de los tremores. La causa más común es la encefalomielitis por moquillo en los perros, y la encefalomielitis no supurativa en los gatos, aunque se ha reportado también en un caso de intoxicación por plomo. Muchas condiciones que se observan con relativa frecuencia en la clínica neurológica no encajan realmente en ninguna de estas categorías, y son referidas como síndromes espásticos, o espasmos musculares. En esta categoría se incluyen el síndrome del doberman danzante, los calambres del scotty, la hipertonicidad en el cavalier king charles spaniel, la miotonía congénita, la seudomiotonía inducida por corticosteroides y la rabdomiolisis por esfuerzo. Palpación Una vez que se ha evaluado el estado de conciencia, la postura y la marcha comienza el examen físico del paciente. Se debe palpar cuidadosamente el sistema tegumentario y el sistema musculoesquelético, comparando ambos lados del cuerpo para verificar la simetría que normalmente debe existir. Aunque la piel no está involucrada habitualmente en enfermedades neurológicas, su evaluación puede aportar datos útiles. Las escoriaciones o las raspaduras pueden revelar un trauma previo. El desgaste anormal de las uñas o las úlceras en el dorso de los dedos se asocia a paresia o deficiencia propioceptiva. El mielomeningocele puede ser palpado como una deformación en más, sujeta a la piel de la región lumbosacra. La temperatura de los miembros puede estar notoriamente disminuida en trastornos circulatorios de diversos orígenes. En el caso de paraparesias y paraplejías siempre se debe evaluar el pulso femoral (especialmente en los gatos) para verificar la calidad de la irrigación sanguínea, que puede estar alterada por tromboembolismo ilíaco. La presencia de lesiones cutáneas pustulosas (por infección bacteriana secundaria) se asocia a ciertas enfermedades inflamatorias de la piel y de los músculos (por ejemplo, la dermatomiositis del collie y de pastor de Shetland), o a enfermedades infecciosas, como el moquillo canino. La palpación del cráneo, la columna vertebral y los miembros puede revelar la presencia de fontanelas abiertas (asociadas habitualmente a hidrocefalia), luxaciones o fracturas, tumores, asimetrías, desviaciones del eje medio, crepitación, desplazamientos óseos y dolor. Cuando se observan alteraciones en la marcha es necesario palpar y movilizar los huesos de los miembros y las articulaciones con el fin de descartar patologías a ese nivel. Las lesiones de nervios periféricos suelen
  • 18. estar asociadas a fracturas o luxaciones de huesos largos. Todos los grupos musculares deben ser palpados cuidadosamente para evaluar el tamaño, el tono y la fuerza de la contracción muscular. Habitualmente se comienza en la cabeza, se continúa por el cuello y el tronco, finalizando en cada miembro desde proximal hacia distal. Siempre es útil medir con una cinta los contornos de las distintas regiones, ya sea para comprobar y valorar las asimetrías en el tamaño de las masas musculares o para seguir en forma objetiva la evolución de distintas enfermedades que provocan atrofia muscular. Mediante la palpación se evalúan las características musculares, verificando la existencia de atrofias, inflamación, dolor, alteraciones del tono y la fuerza de la contracción. El tono muscular se examina mediante la palpación y la facilidad con la que se realiza la manipulación pasiva de los miembros. Un incremento en la tonicidad de los músculos extensores (un hallazgo común en LMNS) se manifiesta por la resistencia a la flexión pasiva. La fuerza de contracción para los músculos extensores se evalúa durante las reacciones posturales, en las que el animal debe soportar el peso del cuerpo sobre uno de sus miembros. En los músculos flexores se evalúa por la fuerza relativa de empuje durante la realización del reflejo flexor. Realización y evaluación de las maniobras posturales Los mecanismos que permiten la creación y el mantenimiento del tono muscular y de la postura consisten en un conjunto de reflejos que mantienen el cuerpo en una posición adecuada, pese a las cambiantes fuerzas externas. Este programa de mantenimiento de la postura está sujeto a mayores y más sofisticadas influencias que los reflejos simples, y por lo tanto, se sitúa en un nivel jerárquico superior dentro del SNC. Cada especie animal es capaz de mantener una orientación normal en el espacio, denominada postura, que se logra gracias a la actividad permanente de un conjunto de reflejos posturales interrelacionados. Proporcionan ajustes automáticos, inmediatos y estereotipados, al igual que los reflejos medulares, pero difieren de ellos en que sus respuestas son apropiadas al objetivo fijado. Por lo tanto, el sistema en conjunto es capaz de realizar modificaciones en forma continua para optimizar la acción motora final. Además, sus acciones se producen sobre numerosos grupos musculares. Los reflejos posturales son un conjunto de reflejos antigravitatorios, imprescindibles para que se pueda realizar cualquier tipo de movimiento. El tono muscular antigravitatorio se desarrolla en los músculos extensores, cuya contracción se opone al empuje de la gravedad hacia la tierra. Las respuestas posturales están modificadas por la experiencia, de modo que cada animal posee una conducta postural fijada a priori, fruto de sus vivencias anteriores. Los reflejos posturales pueden dividirse en dos tipos generales: las respuestas de soporte y las respuestas de actitud. Las respuestas de soporte están determinadas por aquellos reflejos coordinados cuyo objetivo es convertir a los miembros en columnas rígidas que soporten al cuerpo contra la acción de la gravedad. Sobre la base de la complejidad de la actividad muscular que interviene se clasifican en locales o segmentarios. Los reflejos de soporte locales consisten en reflejos miotáticos modificados por la actividad aferente de receptores cutáneos. Limitan su actividad al segmento medular
  • 19. correspondiente al ingreso del estimulo. Los reflejos de soporte segmentarios influyen en la actividad muscular de todos los miembros, como respuesta a la actividad refleja miotática iniciada por el estiramiento de los músculos de un solo miembro. Las vías usadas son dobles: una polisináptica, de conducción lenta, que asciende por el sistema propioespinal. La otra es más rápida, con conexiones en la formación reticular del tronco encefálico (vías espino-reticular y retículoespinal). Las respuestas de actitud están determinadas por una serie de reflejos que mantienen el cuerpo en una situación acorde a la posición de la cabeza, con el objetivo de mantenerla vertical con respecto a la fuerza de gravedad. Los reflejos tónico cervicales están mediados por receptores de distensión de los músculos cervicales, e inician influencias sobre el tono extensor de los miembros, incrementándolo en los torácicos y disminuyéndolo en los pelvianos, o viceversa. Los reflejos tónico laberínticos se inician por las alteraciones de la posición de la cabeza con respecto al cuerpo, y están mediados por el laberinto membranoso. En el cuello, los reflejos cervicales y laberínticos son sinérgicos y producen contracción de los mismos grupos musculares. En los miembros son antagónicos, ejerciendo efectos opuestos que tienden a cancelarse. Las maniobras posturales permiten explorar la función de los receptores de tacto, presión y estiramiento de los miembros y del cuello, de los receptores del sistema vestibular, la capacidad de conducción por parte de los nervios y las vías aferentes, la integración de la información a nivel del sistema nervioso central, la conducción de la respuesta motora originada por parte de las vías eferentes y los nervios, y la acción muscular correspondiente. Las anormalidades que puedan detectarse no proporcionan una localización precisa de la lesión, debido a la gran cantidad de estructuras del SN que participan en esta función. Sin embargo, la realización de las maniobras posturales es una parte fundamental del examen neurológico. Deficiencias mínimas en las funciones de un componente funcional fundamental como la corteza sensitivo-motora pueden ocasionar alteraciones significativas en las reacciones posturales que, sin embargo, no se detectan durante la observación de la marcha, debido a que los animales no dependen tanto de la corteza cerebral para la realización de los movimientos voluntarios. Las maniobras posturales son las que se utilizan habitualmente para la diferenciación entre las causas neurológicas o no neurológicas de las alteraciones en los miembros. Hay 2 grandes categorías de maniobras posturales. Una de ellas la integran la reacción del salto, la reacción de la carretilla, la reacción de hemiestación y hemilocomoción, y el reflejo extensor postural de empuje. Requieren del movimiento de uno o dos miembros para corregir el desplazamiento del cuerpo, y difieren entre ellas solamente en lo que respecta a cuál de los miembros se evalúa. Como en toda ellas se recarga el peso del cuerpo sobre el/los miembros evaluados, los cuadros que ocasionan debilidad neuromuscular las afectan notoriamente. La segunda categoría incluye el posicionamiento propioceptivo y la reacción de acomodación (visual y táctil). Habitualmente se realizan con el animal parado, o ayudándolo a soportar el peso de su cuerpo y, por lo tanto, no se ven tan influenciadas por los cuadros de debilidad neuromuscular. Ambas categorías utilizan las mismas vías neurológicas para su correcto funcionamiento, y la interpretación es básicamente la misma para todas
  • 20. ellas. Otras maniobras posturales adicionales como la reacción de acomodación en el espacio (una variante del reflejo extensor de empuje), la corrección desde el decúbito, y las reacciones tónicas del cuello y de los ojos colaboran en la evaluación del correcto funcionamiento del sistema vestibular. A continuación se enumeran las reacciones posturales en una secuencia adecuada para realizar una correcta evaluación. Inicialmente se debe realizar el posicionamiento propioceptivo, la reacción del salto y, eventualmente, la reacción de la carretilla. Si estas maniobras resultan normales, es muy raro que puedan hallarse alteraciones en el resto. Reacción del posicionamiento propioceptivo La técnica de evaluación consiste en flexionar los dedos, de modo que su superficie dorsal quede apoyada sobre el piso. El animal debe corregir esta postura, recuperando la posición normal inmediatamente, en menos de 1 segundo (normalmente esta acomodación requiere milisegundos). La propioceptividad conciente se considera deficiente si el tiempo de acomodación es mayor, y negativa si no hay respuesta. También se puede examinar colocando un cartón debajo de la extremidad a evaluar y desplazándolo hacia lateral; cuando el miembro es llevado hacia una posición anormal el animal debe reposicionarlo para poder soportar el peso del cuerpo. La primera de las maniobras es más sensible para evaluar la propiocepción conciente en la porción distal de los miembros, mientras que la segunda es más sensible para detectar alteraciones en la porción proximal. Cada uno de los miembros debe evaluarse en forma separada. Las alteraciones en el posicionamiento propioceptivo son casi patognomónicas de enfermedad neurológica. Como se ha mencionado, no poseen un gran valor desde el punto de vista de la localización neuroanatómica precisa de la lesión, debido a la extensión de las vías involucradas. Sin embargo, proveen información fundamental en lo que respecta a la evaluación de la integridad funcional del SN. Debido al gran diámetro de las fibras que conducen esta modalidad sensitiva, poseen una gran susceptibilidad al daño por compresión. Por este motivo, la deficiencia de la propiocepción conciente es uno de los signos más precoces de compromiso neurológico en lesiones de tipo compresivas, aún antes que la disfunción pueda ocasionar trastornos notorios en la marcha. Aunque la maniobra para evaluar el posicionamiento propioceptivo es relativamente sencilla de realizar, su interpretación puede ser fácilmente malinterpretada. Por ejemplo, si un animal sobrecarga el peso de su cuerpo sobre el miembro que no se está examinando, en el momento en que se lo evalúe puede fracasar en reposicionarlo normalmente. Esto es particularmente cierto en presencia de enfermedades que cursen con dolor. En estos casos es útil, mientras se flexiona el dorso de los dedos sobre el piso, traccionar el miembro ligeramente hacia caudal; de este modo se activan receptores propioceptivos de otras regiones más proximales y se provee al animal de estímulos adicionales para el correcto reposicionamiento del miembro. La evaluación de la propiocepción conciente en pacientes con sospecha de LMNI debe hacerse con el animal en estación, de modo tal que el miembro soporte todo el peso del cuerpo, y volver a
  • 21. realizarla sosteniendo al animal, debido a que algunas enfermedades afectan solamente las funciones motoras de los nervios. Los individuos con trastornos miopáticos o de la unión neuromuscular pueden presentar aparentes deficiencias propioceptivas durante la estación, que desaparecen cuando el peso del cuerpo es soportado por quien lo examina. Cuando está comprometido el nervio periférico en su totalidad, la deficiencia/ausencia propioceptiva estará presente en forma independiente de la forma en que el animal sostenga su propio peso. Debido a que las deficiencias propioceptivas de los miembros pueden provenir tanto de una LMNS como de una LMNI, pueden ser observadas en el lado ipsilateral de la lesión, o en el lado contralateral, dependiendo del sitio donde se localice el problema. Existe una región de entrecruzamiento de las vías propioceptivas, situada entre la parte caudal del mesencéfalo y la parte rostral del puente. No se trata de una estructura anatómica en particular, sino más bien de un concepto funcional. Este sitio coincide con el que se utiliza para separar al SNC en regiones supratentorial e infratentorial. Las lesiones unilaterales que se sitúan hacia rostral del entrecruzamiento funcional (por ejemplo, en la corteza sensitivo-motora) resultarán en deficiencias propioceptivas en el lado contralateral del sitio lesional, mientras que las alteraciones unilaterales localizadas hacia caudal de esta región (en caudal del puente, en la médula oblonga o en la médula espinal) provocarán deficiencias propioceptivas en el lado ispilateral. Algunos animales normales pueden no reposicionar el miembro ante la realización de esta maniobra o ante su repetición. Esto es relativamente habitual en los gatos. En estos casos es imperativo continuar con la reacción del salto, que nos ayudará a determinar si la deficiencia propioceptiva es genuina o es aparente. Reacción del salto La reacción del salto es la maniobra postural que más información brinda, porque evalúa la totalidad de las estructuras anatómicas involucradas en los movimientos voluntarios. Para realizarla se recarga el peso del animal sobre el miembro a examinar sosteniendo los otros levantados, y se lo desplaza en todas las direcciones, haciéndolo dar pequeños saltos. Para la evaluación de los miembros torácicos se sostiene al animal de la pelvis; para evaluar los miembros torácicos se lo sostiene del tórax. La extremidad examinada se va extendiendo a medida que se recarga el peso del cuerpo sobre ella; una vez lograda la extensión completa, el cuerpo del paciente se desplaza hacia lateral, medial, caudal y craneal y se evalúan las características del salto. Cuando el centro de gravedad del animal es desplazado, por ejemplo, hacia lateral, la extremidad distal del miembro se flexiona para volver a extenderse rápidamente y apoyar contra el piso un poco más lateralmente, con el fin de acomodar el peso corporal en la nueva posición. Lo mismo sucede en cada una de las direcciones hacia las que se desplaza el animal. El salto hacia lateral es la maniobra más fácil de realizar, y en la que el animal se siente más cómodo. El desplazamiento hacia medial ofrece más dificultades para el paciente y genera movimientos más torpes, lo que a veces interfiere con una interpretación adecuada; no obstante ello, permite evidenciar con mayor claridad la presencia de
  • 22. alteraciones sutiles. La maniobra de levantar 3 de los miembros de un animal es relativamente sencilla en perros de tamaño pequeño o mediano, y en gatos. En perros de razas grandes o gigantes se levanta uno de los miembros y se recarga el peso del cuerpo sobre la extremidad contralateral, provocando su desplazamiento. Una variante de esta técnica consiste en empujar hacia uno y otro lado al animal, recargando más el peso sobre la extremidad que se quiere evaluar (reacción de balanceo). La reacción del salto es más sensible que las otras maniobras posturales para la detección de anormalidades leves. Una iniciación lenta de la respuesta sugiere una deficiencia en la propiocepción conciente, mientras que un incorrecto desarrollo del movimiento puede indicar una disfunción motora. Los animales que padecen de enfermedades neuromusculares, especialmente cuando hay dolor, no son capaces de saltar normalmente con el miembro sobre el que se recarga el peso corporal. Sin embargo, logran realizar la maniobra correctamente cuando el examinador soporta la mayor parte de la carga. Cualquier condición patológica que limite la movilidad de los miembros incrementa la dificultad para interpretar esta prueba. Reacción de la carretilla Esta maniobra suele realizarse en aquellos casos en los que la prueba de posicionamiento propioceptivo y la reacción del salto arrojan resultados confusos, o en animales de gran tamaño, difíciles de manipular. Se sostiene al paciente sujetándolo del abdomen y recargando todo el peso de su cuerpo sobre los miembros torácicos. El animal sin alteraciones puede caminar hacia delante, hacia los lados y hacia atrás mediante movimientos coordinados de ambos miembros. Si la prueba resulta normal se repite la maniobra elevando la cabeza dorsalmente y extendiendo el cuello. Esta posición evita la compensación visual y hace al animal más dependiente de la información propioceptiva, lo que la hace particularmente útil para evidenciar lesiones compresivas leves en la región cervical caudal, que de otro modo pasarían inadvertidas. La interpretación de los resultados es similar a la de la reacción del salto. Un retraso en el inicio de los movimientos puede deberse a una deficiencia propioceptiva o a una paresia, causadas por una lesión a nivel de la médula espinal cervical, el tronco encefálico o la corteza cerebral. Los movimientos exagerados pueden indicar una anormalidad en la médula espinal cervical, la porción caudal del tronco encefálico o en el cerebelo. Hemiestación y hemilocomoción Para realizar esta maniobra se levantan simultáneamente los miembros torácico y pelviano de un mismo lado, de modo que el peso del cuerpo recaiga sobre los miembros contralaterales. Se evalúa la forma en que el animal se sostiene cuando está quieto, y las características del salto cuando se lo desplaza hacia delante o lateralmente. Esta maniobra es de utilidad parar la localización de lesiones unilaterales del telencéfalo. Estos pacientes muestran una marcha relativamente normal, pero presentan deficiencias posturales en los miembros del lado opuesto a la alteración. Si el animal ha manifestado deficiencias propioceptivas en la reacción del salto, no es
  • 23. necesario realizar estas maniobras, debido a que no aportarán información adicional a la obtenida previamente. Reflejo extensor postural de empuje Este reflejo se realiza sosteniendo al animal alzado por las axilas y haciéndolo descender, con el examinador situado detrás de él. A medida que se va acercando al piso, el paciente extiende sus extremidades y, cuando se produce el contacto con el suelo, los miembros pelvianos se mueven mediante pequeños saltos o pasos hacia atrás en un desplazamiento simétrico (reflejo extensor postural de empuje para los miembros pelvianos). Es una maniobra que evalúa la propiocepción conciente y el sistema vestibular. Se puede verificar su ausencia o deficiencia en forma bilateral o unilateral, y se interpreta de la misma forma que las reacciones de carretilla o salto. Es muy difícil de ejecutar en animales de gran tamaño, y no suele ofrecer información adicional a la obtenida previamente. Se puede evaluar también, como veremos más adelante, con el animal en decúbito lateral, mientras se examinan los reflejos espinales. Una variante de esta maniobra, que algunos autores denominan reacción de acomodación en el espacio, se realiza sosteniendo al animal de la pelvis y suspendiéndolo en el aire. De esta forma se eliminan los estímulos provenientes de los receptores táctiles, de presión y de estiramiento de los miembros torácicos, y se evalúan el sistema vestibular y el sistema visual. Sólo se puede hacer en pacientes pequeños y dóciles. La respuesta normal es que, al descender y ver la proximidad del suelo, el animal extienda el cuello y los miembros torácicos, y al tomar contacto con el piso, camine hacia delante dando pasos cortos (reflejo extensor postural de empuje para los miembros torácicos). En el caso de lesiones vestibulares unilaterales se observará torsión del raquis y de la cabeza hacia el lado afectado, una respuesta similar a la que se produce en algunas afecciones telencefálicas unilaterales. Cuando existe una lesión vestibular bilateral no se produce la extensión normal ni la torsión de la cabeza, el cuello y los miembros; en cambio, cuando el animal se acerca al piso queda apoyado sobre el hocico, y si se continúa descendiendo, sobre el dorso de la nariz y la cabeza. Esta maniobra se puede realizar con los ojos cubiertos para acentuar las alteraciones vestibulares que pudieran estar compensadas por el sentido de la vista. En estos casos, se pondrán en evidencia o se harán más manifiestas la torsión de la cabeza y del raquis. Reacción de acomodación Esta prueba se puede hacer en animales livianos, ya que hay que sostener al paciente y acercarlo hacia el borde de la camilla hasta que la superficie dorsal del carpo contacte con ella. Se realiza inicialmente con los ojos cubiertos (reacción de acomodación táctil). La respuesta normal es el inmediato posicionamiento de los miembros sobre la mesa en una postura que permita soportar el peso corporal. Hay que tener cuidado de no restringir involuntariamente ningún tipo de movimiento mientras se sostiene al animal. Se debe evaluar cada miembro por separado. Esta maniobra permite obtener información acerca del estado funcional de los receptores táctiles, las vías aferentes, la integración a nivel encefálico, las vías eferentes y los efectores, al igual que la reacción del salto y del
  • 24. posicionamiento propioceptivo. A continuación se repite la maniobra con los ojos descubiertos (reacción de acomodación visual). Los animales normales anticipan el contacto con la camilla, posicionando los miembros antes de contactar con ella. Esta maniobra permite evaluar la visión, además de la propiocepción conciente. Se pueden examinar los campos visuales periféricos haciendo una aproximación lateral del paciente a la camilla. Una variante de esta maniobra en los animales de razas grandes o gigantes consiste en llevarlos hacia una superficie sobreelevada o hacia un escalón. Una reacción de acomodación táctil normal con una acomodación visual deficiente indica una lesión en la vía visual. Una reacción de acomodación visual normal con una acomodación táctil deficiente indica una alteración en las vías propioceptivas. Cuando existen lesiones unilaterales, las deficiencias en esta maniobra se observan del lado ispilateral cuando el daño se ubica hacia caudal del sitio de entrecruzamiento funcional, y del lado contralateral cuando la lesión se ubica hacia craneal del mismo. Algunos animales normales no realizan la prueba o bien, luego de repetirla algunas veces, dejan de responder. Esto es particularmente frecuente en los gatos y en ciertos perros acostumbrados a estar alzados. Reacciones tónicas del cuello y de los ojos La maniobra se realiza con el animal en estación, provocando la elevación de la cabeza y la extensión del cuello. La respuesta normal consiste en la extensión de los miembros torácicos y la flexión de los pelvianos. El descenso de la cabeza y la flexión del cuello provocan la flexión de los miembros torácicos y la extensión de los pelvianos. Si se rota la cabeza, la respuesta normal será la extensión de los miembros torácicos ipsilaterales y la flexión de los del lado contrario a la rotación. Estas reacciones dependen de la integración de los receptores de estiramiento de los músculos y de las articulaciones del área cervical craneal con el sistema vestibular (reflejos vestíbuloespinales). Cuando se produce la manipulación de la cabeza y del cuello provocando su extensión, flexión o rotación, los ojos deben permanecer estables en la órbita a pesar del movimiento, manteniendo la imagen visual estable en la retina. De esta forma, al elevar la cabeza, los ojos mantienen su posición con la apariencia de que miraran hacia abajo. En esta reacción intervienen receptores de estiramiento de las articulaciones y los músculos del cuello, que poseen conexiones con el sistema vestibular y con los núcleos de los nervios craneanos III (motor ocular común), IV (troclear), y VI (abducens), que inervan los músculos extrínsecos del ojo, para la realización de los movimientos oculares conjugados con la postura (reflejos vestíbulooculares). Corrección desde el decúbito Se realiza colocando al animal en decúbito lateral, y estimulándolo para que recupere la estación. Se evalúan ambos lados del cuerpo. La respuesta normal consiste en la flexión de los miembros que están abajo y la extensión de los de arriba para lograr la estación, o para ubicarse en decúbito esternal.
  • 25. En los casos de lesión vestibular unilateral es muy dificultosa la adopción del decúbito sobre el lado contralateral a la lesión vestibular, mientras que al colocarlo sobre el lado afectado el animal no puede incorporarse. Realización y evaluación de los reflejos espinales Los reflejos medulares son respuestas motoras automáticas e involuntarias provocadas por la estimulación de un órgano receptor. Existen cinco componentes en la mayoría de los reflejos: un órgano receptor, la neurona aferente, una neurona internuncial o de asociación, la neurona eferente y el órgano efector. El recorrido de estas estructuras forma un arco, denominado arco reflejo, que constituye la unidad funcional del SN y describe la manera en la que un estímulo que llega al SNC es "reflejado" hacia el exterior bajo la forma de una acción motora. Los reflejos miotáticos (o de estiramiento) tienen básicamente la misma estructura que el resto de los reflejos, pero poseen ciertas características diferenciales. El receptor, denominado huso neuromuscular, es una terminación nerviosa periférica de estructura histológica compleja que responde al estiramiento del músculo. El impulso originado es conducido por la neurona aferente, que contacta directamente con la neurona eferente, en forma monosináptica. El reflejo miotático es la base del tono muscular y está regulado por todas las influencias que pueden ejercerse sobre la excitabilidad de las motoneuronas alfa y gamma provenientes de diversos niveles. Es evaluado permanentemente en la práctica clínica para determinar los niveles de integridad motora del SN, y para poner en evidencia la liberación de los controles superiores. Puede verse modificado por la actividad aferente combinada de los husos neuromusculares y de receptores cutáneos, como sucede cuando se aplica presión a la superficie plantar o palmar del dedo de un animal. La respuesta es la extensión de todo el miembro para constituir una columna rígida. Es de gran importancia para el mantenimiento de la postura. Los reflejos son los actos conductuales motores más simples. Permiten la corrección rápida y automática de la actividad de las motoneuronas (reflejo miotático o de estiramiento, reflejo tendinoso), lo cual es un requisito imprescindible para que los centros más jerárquicos elaboren conductas motoras más complejas. Constituyen la base para la creación y el mantenimiento del tono muscular y la postura y, además, son fundamentales en la elaboración de respuestas que se traducen en acciones defensivas ante estímulos nociceptivos (reflejo flexor o de retirada). Los reflejos que se evalúan en el examen neurológico incluyen los miotáticos o de estiramiento, que se producen al percutir un músculo, un tendón de inserción o un ligamento (por ejemplo, el reflejo patelar); y los reflejos nociceptivos, que se desencadenan al estimular la piel u otras estructuras al comprimirlas o pincharlas (por, ejemplo el reflejo flexor o el reflejo perineal). El examen de los reflejos medulares permite evaluar la integridad de los componentes funcionales del arco reflejo y la influencia que ejercen las vías motoras descendentes sobre este complejo. Una respuesta normal indica la integridad de los componentes del arco reflejo. La disminución o la ausencia de un reflejo espinal indican la pérdida parcial o completa de uno o de todos
  • 26. sus componentes (LMNI). Una respuesta exagerada indica un trastorno en las vías eferentes (LMNS), que normalmente ejercen una influencia inhibitoria sobre la actividad refleja, o una deficiencia en los músculos antagonistas a los que se están estimulando. La valoración de un reflejo resulta útil desde el punto de vista clínico cuando ese reflejo es fácilmente repetible en cualquier animal. Muchos reflejos, cuya técnica se describe habitualmente en los textos de clínica neurológica, son inconstantes o muy difíciles de obtener, motivo por el cual algunos individuos los presentan mientras que en otros están ausentes. Esta situación genera dificultades al momento de definir si ciertos reflejos son normales o no en un determinado paciente. Por este motivo, es preferible evaluar únicamente aquellas funciones reflejas que son consistentes entre individuos, e ignorar aquellas que no lo son. El examen y la valoración de un grupo acotado de reflejos repetibles ahorran tiempo y aporta datos más provechosos durante el examen neurológico. El examen de los reflejos debe realizarse con el animal en decúbito lateral y lo más relajado posible, para evitar influencias corticales sobre la actividad refleja. Si un individuo está excesivamente nervioso o intentando levantarse a cada momento, los reflejos pueden estar falsamente exagerados debido al grado de reacción muscular e, incluso, pueden parecer ausentes por la intensa contracción muscular voluntaria. Esto es muy común en animales jóvenes, miedosos o nerviosos. Las maniobras deben repetirse las veces que sean necesarias hasta determinar que el reflejo se ha realizado en forma correcta. El plexímetro es el instrumento recomendado para la realización de los reflejos miotáticos, pero en realidad puede utilizarse cualquier otro tipo de instrumental, como la empuñadora de una tijera o de una hemostática. Lo importante es utilizar siempre el mismo elemento para realizar la percusión, porque permite ejercer siempre la misma fuerza y obtener resultados consistentes y repetibles. En algunos casos, la respuesta a la percusión local puede simular una aparente reacción refleja que en realidad es una reacción netamente mecánica, producida por el movimiento espontáneo de una cantidad de músculos distintos al que se estimuló. Esto puede suceder en perros muy pequeños o en los gatos, en los que la fuerza relativa de la maniobra de percusión puede desencadenar movimientos musculares no deseados. También puede suceder que, en vez de percutir el tendón de un músculo se percuta un nervio, obteniendo una respuesta absolutamente diferente a la que se buscaba. Esto sucede a veces al realizar el reflejo tricipital; si en vez de percutir el tendón del tríceps se percute el nervio ulnar, se producirá la flexión del codo en vez de su extensión. En este sentido, es muy importante el preciso conocimiento del movimiento que se debe provocar a partir de la realización del reflejo, para no interpretar erróneamente la respuesta obtenida. La respuesta refleja debe evaluarse valorando su presencia o su ausencia, la fuerza con la que se produce el movimiento esperado, y la magnitud de su extensión. Esta valoración requiere una interpretación subjetiva, y es directamente dependiente de la experiencia y del conocimiento de quien realiza el examen. En base a la respuesta observada, a cada reflejo se le asigna un puntaje, del 0 al 4, de la siguiente forma: arreflexia (0), hiporreflexia (1), normorreflexia (2), hiperreflexia (3), clonus (4). El clonus es una respuesta exagerada y repetitiva a un solo estímulo.
  • 27. Generalmente se evalúan en primer lugar los reflejos de los miembros pelvianos. La manipulación pasiva permite comprobar el tono muscular. El reflejo extensor de empuje se realiza ejerciendo una ligera presión sobre las almohadillas plantares, lo que provoca la extensión de los dedos. A continuación se examinan los reflejos miotáticos. Habitualmente se evalúa solamente el reflejo patelar, ya que los otros (tibial craneal, gastrocnemio) son más difíciles de obtener y de cuantificar. Luego se examina el reflejo flexor pellizcando suavemente los dedos o los espacios interdigitales, a la vez que se evalúa la respuesta conciente del animal. Sólo se continúa con esta maniobra, pinzando los dedos con una hemostática, si se sospecha la ausencia de la integración cortical de la respuesta obtenida, o si no hay actividad refleja. Seguidamente se examina el reflejo perineal tocando, pellizcando o pinchando el área perineal y observando la contracción del esfínter anal. En los miembros torácicos, el más confiable de los reflejos miotáticos es el del extensor carporradial. Los reflejos bicipital y tricipital son difíciles de obtener y de evaluar en la mayoría de los animales normales. Todos los reflejos se examinan de ambos lados del cuerpo. En forma simultánea a la realización de todas estas maniobras se observa la presencia o la ausencia de reflejos anormales. La evaluación de los reflejos es de importancia crucial en la localización de las lesiones neurológicas de la médula espinal y de los nervios periféricos. Los resultados deben interpretarse de acuerdo al conocimiento de la anatomía de los reflejos espinales, y a los conceptos básicos de LNMS y LNMI. En presencia de una alteración neurológica, si un animal tiene deficiencias propioceptivas en un miembro, la evaluación de los reflejos espinales contribuye a determinar la integridad del sistema de motoneuronas. Si los reflejos están normales o exagerados, la lesión en el SN se localizará en la MNS. Si la lesión involucra a la MNI la función refleja estará necesariamente afectada, y los reflejos espinales se encontrarán ausentes o disminuidos. Reflejos para evaluar las NMI de la intumescencia lumbosacra (L4-S3) En la intumescencia lumbosacra las raíces pasan a integrar los nervios del plexo lumbosacro, de tal forma que, a partir de un segmento medular se origina fundamentalmente un solo nervio, sin proporcionar prácticamente fibras a otros. Esta característica permite, al evaluar los reflejos, determinar con bastante exactitud los segmentos o raíces afectados, especialmente en lo que respecta a los nervios femoral e isquiático, ya que el pudendo comparte algunas fibras de los segmentos S1, y eventualmente S2, con el isquiático. Los reflejos más consistentes para la evaluación de la intumescencia lumbosacra son el reflejo patelar, el reflejo flexor y el reflejo perineal. El mal llamado reflejo isquiático, que se obtiene por percusión directa del nervio, es de utilidad para diagnosticar patologías radiculares y diferenciarlas de lesiones más distales. Los reflejos tibial craneal y gastrocnemio se pueden utilizar también para la evaluación del nervio isquiático, aunque son más difíciles de obtener. El reflejo patelar (rotuliano o del cuádriceps) es el reflejo más consistente, fácil de producir y de interpretación más confiable. Sus vías aferente y eferente corresponden al nervio femoral, que se
  • 28. origina en los segmentos medulares L4-L5, contenidos en las vértebras L3 y L4. Sus raíces discurren sobre los discos intervertebrales L3-L4 y L4-L5 emergiendo por los forámenes correspondientes. La maniobra se realiza con el animal en decúbito lateral. El miembro pelviano es sostenido debajo del fémur con una mano, con la articulación de la patela semiflexionada, mientras se percute el ligamento rotuliano con un plexímetro. El miembro debe estar suspendido libremente para evitar cualquier obstáculo mecánico a la acción refleja. La respuesta esperada consiste en una única contracción del músculo cuádriceps femoral, con la consecuente extensión de la articulación. El reflejo patelar tiene un gran valor localizador desde el punto de vista del diagnóstico neuroanatómico. Una ausencia o disminución de este reflejo indica una LMNI localizada en el nervio femoral, en sus raíces o en los segmentos medulares desde L4 a craneal de L6. También puede estar alterado por causas no neurológicas que involucren al músculo cuádriceps femoral y al tendón rotuliano. El reflejo patelar estará preservado o exaltado en lesiones localizadas hacia craneal de L4 (LMNS). En lesiones más caudales que involucren el origen o las raíces del nervio isquiático, el reflejo patelar puede a veces parecer exaltado (en realidad “seudoexagerado”), debido a que los músculos antagonistas del cuádriceps femoral pierden su inervación (en forma parcial o total) y, en consecuencia, muestran una notoria atrofia de tipo neurogénica con la consiguiente pérdida de fuerza. Esta situación se denomina seudohiperreflexia. El reflejo isquiático se provoca percutiendo el nervio homónimo entre el trocánter mayor del fémur y la tuberosidad isquiática, ya sea directamente o bien sobre los dedos mayor o índice del examinador, colocados sobre el punto mencionado. La respuesta normal es una sacudida muscular que produce una ligera abducción de la cadera y la flexión de la articulación de la patela. El nervio isquiático se origina en los segmentos medulares desde L6 a S1, contenidos en las vértebras L4-L5; sus raíces transitan sobre los discos intervertebrales L5-L6, L6-L7 y L7-S1 para emerger por los forámenes correspondientes. Aunque no es un reflejo miotático ni nociceptivo, ha demostrado ser muy útil para diagnosticar patologías radiculares del nervio isquiático y diferenciarlas de lesiones más distales. La ausencia o disminución de este reflejo indica necesariamente una lesión del nervio isquiático o de los segmentos medulares localizados entre L6 y craneal de S1. Su exacerbación indica una lesión craneal al segmento medular L6. El reflejo tibial craneal se utiliza también para evaluar al nervio isquiático mediante el examen de una de sus ramas terminales, el nervio peroneo. La maniobra se realiza percutiendo el vientre del músculo tibial craneal ligeramente en distal de la epífisis proximal de la tibia, obteniéndose como respuesta la flexión de la articulación del tarso. Es un reflejo difícil de obtener en los animales normales, por lo que su ausencia debe ser interpretada con precaución. Se evalúa principalmente cuando se sospecha una lesión del nervio isquiático. En los perros de pequeño tamaño y en los gatos, el movimiento resultante de la percusión muscular, de origen completamente mecánico, puede simular una aparente actividad refleja que ocasiona una malinterpretación de la respuesta obtenida. El reflejo gastrocnemio se utiliza también para evaluar el nervio isquiático por intermedio del examen de otra de sus ramas terminales, el nervio tibial. La maniobra se realiza manteniendo el tarso
  • 29. moderadamente flexionado para producir tensión en el tendón de inserción de los músculos gastrocnemios, que se percute en un sitio proximal al hueso tarso tibial. La respuesta obtenida es la extensión de la articulación del tarso. Es un reflejo poco consistente en animales normales y, por lo tanto, de escasa utilidad clínica. El reflejo flexor (podal, o de retirada) se realiza con el animal en decúbito lateral, con el miembro pelviano ligeramente extendido. La maniobra consiste en la aplicación de un estímulo nociceptivo, ejerciendo una ligera compresión de los dedos, las almohadillas plantares o la membrana interdigital. La respuesta obtenida es la flexión de todo el miembro, incluyendo la cadera, la patela y el tarso. Debe aplicarse el menor estímulo posible para que el reflejo tenga lugar. De no obtener respuesta se deben comprimir los dedos con una hemostática, con la precaución de no lastimar la piel. Algunos perros son excesivamente susceptibles a la estimulación de sus patas y sus dedos, y pueden presentar una reacción voluntaria exagerada. Estas variaciones deben tenerse en cuenta al momento de valorar la respuesta refleja. La vía aferente de este reflejo está integrada por las ramas terminales del nervio isquiático (los nervios peroneo y tibial), que se origina en los segmentos medulares L6-S1, y por el nervio safeno, que se origina en los segmentos medulares L4-L6. El nervio peroneo tiene a su cargo la inervación sensitiva a la superficie dorsal de los dedos; el nervio tibial inerva la superficie plantar de los dedos, y el nervio safeno, rama del nervio femoral, inerva la cara medial medial del primer dedo. La vía eferente se origina en los segmentos medulares L6-S1, de donde nacen las raíces del nervio isquiático. El reflejo flexor es mucho más complejo que los reflejos miotáticos, e involucra la activación de todos los músculos flexores del miembro y la inhibición de las motoneuronas que inervan a los músculos extensores. Es muy importante tener en cuenta que la presencia del reflejo flexor requiere la integridad de los segmentos medulares involucrados (L4 a S1), pero no necesita la activación del cerebro. Una sección transversal de la médula espinal en craneal del segmento L6 no anula el reflejo, aunque imposibilita la percepción dolorosa del estímulo que le dio origen. Para comprobar la integración del reflejo a nivel cortical debe verificarse, además de la reacción refleja, una respuesta actitudinal del paciente que indique la percepción del estímulo doloroso (por ejemplo mirar hacia el sitio estimulado, llorar, morder o intentar escaparse). En el caso de lesiones medulares localizadas en craneal del segmento medular L6 se observa hiperreflexia. En algunos casos, cuando hay lesiones en craneal del segmento L4, se observan movimientos bruscos y reiterados de flexión y extensión, como si el animal pateara hacia atrás, ocasionados por la alteración de los mecanismos inhibitorios medulares. La ausencia o disminución de este reflejo implica generalmente una LNMI. Una afección en los segmentos medulares correspondientes al origen del nervio femoral, o una lesión en el nervio safeno podrían provocar una disminución o ausencia del reflejo flexor cuando se estimula la cara medial del primer dedo, por lesión de una parte de la vía aferente. El reflejo perineal (bulbocavernoso o anal) se realiza tocando, pinzando o pinchando la zona