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Elbio Aparisi Nielsen   Los trazos de Montrouge




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Elbio Aparisi Nielsen   Los trazos de Montrouge




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Elbio Aparisi Nielsen         Los trazos de Montrouge




                 Los trazos de
         Montrouge
                        Elbio Aparisi Nielsen




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Elbio Aparisi Nielsen                       Los trazos de Montrouge




  Aparisi Nielsen, Elbio
  Fundido en tres partes.

  Vizcaya, España, 2009.
  203 págs. 21x15cm.

  ISBN 978-987-02-3646-7
  1. Narrativa CDD 863




Hecho el depósito que prevé la ley 11.273
2009 Copyright todos los derechos reservados.
ISBN 978-967-02-3656-7




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                                                A la humanidad...
                        ese mal que duró dos segundos geológicos.




                                                                5
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                        Prólogo



Nada es lo que parece y no es lo más importante, ya
que la ansiedad que genera la esfera interna de William
Faraday nos obliga a continuar. Porque estamos
leyendo sus pensamientos desde en un proceso real de
comprobación entre lo que es y no es, en su realidad
unilateral. Amigos míos no desesperen en los primeros
capítulos ya que todas las acciones son justificadas y
hasta el final del epílogo no comprenderemos cuales
son los reales motivos detonantes, incluso el camino a
seguir queda abierto. Contradiciendo todas las reglas de
publicidad con mi comentario sobre los primeros
capítulos advierto que me ha sorprendido sobremanera
la conclusión de la novela y lo que me dejó de reflexión
a nivel personal, veo la humanidad con otros ojos,
afectado particularmente por su visión repleta de ira y
desenfreno pero también con su pronóstico para el
futuro que es esclarecedor. Realmente es para hacer
volúmenes extendiendo y desarrollando las psiques de
cada uno de los personajes y la situaciones que
hilvanan una trama, que a fin de cuentas es lo que
esperamos de un libro, una película o una melodía.
Todo es un entramado en el arte, en la física cuántica e
incluso en la arquitectura del universo.
Recomiendo esta novela a personas que quieren sentir
asco y aversión por lo que leen, como así un estado de
enamoramiento enfermizo, seguido de una desilusión


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Elbio Aparisi Nielsen                    Los trazos de Montrouge


galopante que perdurará hasta leer el epílogo, supongo,
ya que a mí personalmente me ha develado un poco de
luz ante toda la historia.
No es un libro incómodo por su dinamismo, aunque los
sentimientos se encuentren con la moralidad sugiero
continuar, al final es como un buen vino.

Hoy he querido ser directo, amigable y sin codificaciones
para invitarte a leer mi obra, pero creo arrepentirme de
todo lo que he escrito, ¿sabes lo que te digo?, si quieres
leer una historia de un apasionado con visión global creo
que no vas a perder el tiempo, si lo tuyo es buscar
evasión, mira cinco películas premiadas por algún oso o
concha de mar y come palomitas que es lo que te
perderías leyendo.

Hoy es un día de verano y ha tronado muy fuerte, llueve
y hace frío, las playas están desiertas y yo tengo un
hambre de mil demonios.


                    Un día de junio del 2009, Elbio Aparisi Nielsen




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Solo pido que lleguen los dos hombres con las cintas
rojas, es la señal, me preguntarán si tengo un teléfono,
yo les contestaré que en el servicio. Estoy en medio de
la estación Les Agnettes, suda mi frente mientras oigo
los altavoces nombrar otra salida, el reloj enorme y
blanco se halla arriba mío dando las seis en punto, es la
hora, si no los veo en dos minutos debo desaparecer,
los hombres de azul me encontrarán y será el fin de mi
viaje. Falta solo un minuto y me sudan ahora los pies
también, siento los zapatos mojados, acomodo mi
cabello húmedo en la cara.
Tocan mi hombro izquierdo, me sobresalto, son ellos,
respiro al menos aliviado, ahora comienzan los
verdaderos -bien actuados- nervios.

-¿Tiene un teléfono?_ yo debo señalar mientras digo mi
texto.
-¡En el servicio!_ marchan mientras yo sigo en mi
dirección, viro en la primera cabina de periódicos, vuelvo
hacia el servicio, los veo entrar hace unos instantes,
caminan rectos, parecen gemelos.

Abro la puerta del baño público con toda la naturalidad
que puedo, no miro a los lados, solo abro la puerta y
espero que no me maten rápido o crean eso al ver mi
supuesto rostro inexperto.

-¿Tiene la clave?_los golpearía sin teatro.


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Elbio Aparisi Nielsen                Los trazos de Montrouge


-No, no la tengo, solo me han dado cuatro palabras.
-¿Cuales William?_ me ha llamado por mi nombre, lo
saben todo, aunque no saben nada.
-El trazo de Montrouge._que no sea otra pérdida.
-Tienen el trazo._ le dice al otro, su compañero lo mira
asustado como si hubiese nombrado a un muerto.
-¿Puedo marcharme?_ debo mantener la postura, debo
oler a miedo, no sospechan.
-¡No!, cierra la puerta maldito._ me agarra del cuello con
muchas fuerzas, no puedo respirar, aunque es para
darles una función de sensaciones.
-No he dicho nada, solo soy un pintor más, otro de los
cientos que han muerto, por favor no me hagan daño,
tengo una familia._miento.
-Calla pintor o te mataré de la peor de las maneras,
sufrirás... y no quieres sufrir._ no sabe de lo que habla,
sufrir es mi aire, el dolor me produce placer.
-No, eso no, ¡haré lo que pidan!, pero eso no, solo soy
un pintor más... no me..._ voy muy bien.
-Dirás que no nos has visto, lo sabremos si nos siguen,
si sentimos que están detrás nuestro morirás por la ley
del talión, de lo contrario vivirás para contarlo, al fin y al
cabo solo eres un pintor, quedarán solo unos pocos en
todo París... debes cuidarte._ otra nueva pérdida de
tiempo, son farsantes, malditos drogadictos, no soporto
las ventajas y las mentiras juntas.
-Ellos no los seguirán, lo aseguro._ no hay nada que
aprovechar, no tienen ni la más remota idea de lo que
hacen, no estoy de humor pero les perdonaré la vida,
quizás sean de utilidad.
-Marcha sin mirar hacia atrás o juraremos venganza,
nuestra unión ha destruido a miles de los tuyos en la
historia, hoy vives pintor._cree que es una película de


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


miles de años de mentiras y engaños, está alucinando,
se creen fuertes.

No hago sonidos, no quiero líos, ahora mismo me alejo
recto, pero si me siguen morirán. Estoy agotado, hoy no
tengo una buena noche, llevo mucho tiempo queriendo
dar con esos cabrones, son golpes invisibles, abren
puertas y las cierran, no logro dar con los malditos que
tienen los trazos, comienzo a rellenar mi impaciencia
con odio.

La gente no repara en que los estudio, me dan asco,
absolutamente todos, aunque sea uno de ellos los
aborrezco, malditas termitas comiendo.

Debo tomar un poco de aire.

Sacan fotos con sus cámaras nuevas, quedan pocos en
la cuidad, ya no vienen, es el barrio peligroso de Europa,
la ignorancia colectiva causa efectos insospechados.
Algunos gritos me incomodan, me alejan de mis
pensamientos, las sirenas nuevamente alertando a la ley
del orden que impere con todas sus fuerzas, se
debilidad es evidente, no hay nadie que contemple la ley
como una orden, la oyen desde la indiferencia como un
mal consejo.
Trabajo para todos y no soy nadie en este inmundo
soborno, me piden favores y yo los ejecuto a la
perfección.




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No he mirado atrás, por momentos puedo ser capaz de
reproducir ojos y voces que no existen, la noche altera
mis sentidos, tengo algunos apuntes mentales que debo
guardar. Me llaman, son ellos, nuevamente, los escucho,
mantengo el silencio para develar sus posiciones.

-¿Has hecho lo que acordamos William?
-Se lo han tragado todo, ¿estás detrás de ellos?
-No, los hemos perdido.
-¿Que mierda es esa? ¿cómo que los han perdido?,
inútiles, son piezas reglamentadas, sabía que pasaría
esto, no puedo confiar mas en el equipo, dile al capitán
Ros que se ha acabado, no seguiré exponiendo mi
identidad.
-¡No puedes abandonarnos!, sabes el trato, tu...
-¡Calla idiota!, no lo nombres, si lo haces mueres,
malditos,
-No tienes alternativas, debes aplicar la ley amigo.
-¡Calla uniformado!, no conoces esta ciudad, esta jungla
de acero no te corresponde, las putas que tienes detrás,
¿puedes reconocerlas idiota?, claro que no, toda la
maldita ciudad corea mi nombre y no lo oyes, mi red me
lleva a todos los cabos sueltos, a todas las preguntas.
Como vuelvas a extorsionarme mueres uniformado.

Las luces de los letreros y el hedor me persiguen, llevo
esta vida hace tanto tiempo que no recuerdo mi


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


verdadero nombre, me han nombrado, se han
equivocado, lo sabían todo de mí, aunque sea erróneo
me preocupa, es la primera vez que sucede, pueden
estar a un paso de descubrir quién soy realmente. No
temo, lo tienen imposible, solo mi... no, no hablará
nunca, no es de esos débiles enfermos, no es parte de
esta ciudad, mi ciudad. Tengo de su personalidad mi
maldad impune, su arte de la muerte y la no existencia.
Subo al metro, están preocupados por sus trabajos,
tienen los rostros de animales enjaulados en un Zoo,
puedo verlos girar una y otra vez, aburridos de si
mismos, callados por no ahogarse en su miserias, sus
mentiras. Vienen unos niñatos, gritan, amenazan, otra
noche agitada en mi ciudad, veo que faltan al menos
nueve estaciones, significan dieciocho minutos de pura
satisfacción.

-¿Qué hacen?
-¿Qué quieres viejo?, ¡piérdete!, ¡ven puta!, chúpala
mojita sudada.

No suman doscientos años los nueve juntos, uno por
estación, será divertido, el maldito uniformado,
ignorante.

-¿Me ves viejo? ¿eh?, luzco como un viejo, pero mi
vitalidad se alimenta de niños parecidos a ti, ven.
-¡Viejo de mierda!_ corre hacia mi, pobre niño, que
pronto va a dejar la vida.
-¿Estás seguro niño?, si sigues no podrás follar, nunca.
-¡Vete a la mierda!_ se acerca mientras me levanto, me
agarro a la barra de acero junto a las puertas de salida,
el resto de gente me mira, se olvidan por un momento


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de sus trabajos, de sus miserias, hablarán de las mías.
Golpeo su corazón, suavemente, puedo sentir el
subidón de energía, me hago más joven, llevo unos días
sin matar, es un buen comienzo. Hemos pasado la
primer estación, voy sobre lo previsto. Comienzan a
gritar desesperadas dos ancianas, antes no se han
escandalizado por la pronta violación de la
centroamericana.
-Uno por uno, ¡cuenten!, cuando muerda el próximo
cuenten hacia atrás, serán dos minutos, ni más ni
menos, dos minutos entre la vida y la muerte. ¡Hagan
sus cálculos malditos!

Las ocho muertes serán exactamente como las he
planeado, el segundo deja de respirar con mi zapato en
su cuello y desangrándose, al tercero lo he hecho sufrir
algo más, rompí sus piernas y brazos, lo he dejado ver
la muerte de su amigo mientras el cuarto golpeaba su
rostro contra el cristal de la ventana el tercero moría, al
quinto le he hundido los ojos y roto las costillas
muriendo por dentro, gritando como una puta. El sexto
ha volado contra la pared del túnel, he podido escuchar
sus huesos romper contra las ruedas del metro. Al
séptimo alarmado lo he levantado con una mano del
suelo, mientras me imploraba llorando por su vida,
golpee sus genitales dos veces, mientras vomitaba
golpeé su rostro contra la cabeza de su amigo muerto,
para mí el segundo, para él su amigo de toda la vida.
Con el octavo no tuve creatividad simplemente he
disparado en su pecho unos cuatro impactos lo que ha
hecho encajar los últimos dos minutos más intensos y
diabólicamente placenteros de la noche.
-¡Hijo de puta!, a mi no me vas a hacer nada, si intentas


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acercarte la mato, le corto el...
-¿Y ahora niñato? ¿rápido eh?, pues no seré rápido
contigo.
-¡Déjalo!, ya han muerto casi todos, déjalo vivir, que se
encargue la..._ me dice una pobre vieja insana.
-¡Te callas o mueres!, ¿y ahora quién es el hijo de puta?
Los gritos me excitan, puedo eyacular sobre sus
cuerpos, no me importa hacerlo, son muertos. Al
noveno, simplemente lo he destripado, he abierto todo
su torso, he dejado que sienta su cuerpo deshacerse
mirando a sus amigos.

Sus gritos resuenan hasta el corredor, pronto los voy
dejando, estoy limpio, noto una línea en mi mano
izquierda, chupo, no soy un vampiro, no tengo aspecto
de un vampiro, su sangre simplemente es un trofeo. Al
subir noto el cambio de la temperatura, cierro mi abrigo,
la oscuridad reina, suenan sirenas, creo que las activan
para parecer contrarrestar los actos delictivos, son
indefensos, como niños con pistolas de aguas, no están
hechos para la muerte, yo sí, vivo soñando encontrarme
con la muerte, pero solo son sueños, malditos anhelos
fantásticos.
El portal está lleno de jeringas sucias, chiflo, tiran las
llaves del tercero, puedo cogerlas sin mirar, al mismo
tiempo chequeo la zona, reviso sus rostros, huelo el
ambiente, se respira la misma escoria suelta de
siempre. Abro el portal, huelo un rastro, no puedo
precisar que es, en el ascensor puedo sentirlo mas
cerca, viajo solo, no hay nadie junto a mi, se abren las
puertas metálicas en la séptima planta, mi planta, al
menos desde hace un tiempo prudencial.
Suelto las llaves por el tubo, ella está a todas horas en


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su piso, mirando su televisión gigante comiendo como
una cerda asquerosa y bonita, muy bonita de cara, como
todas las gordas.

-¿Has viajado bien Will?_ su voz...
-¿Cómo has llegado aquí?
-Junto a ti.
-No puede ser, tú no tienes que estar aquí.
-Es tu padre Will.
-¿Que sucede con él?
-Está muriendo William, tienes que ir, te espera, dice
que hay temas pendientes que resolver...
-¿De qué coño hablas?
-Te espera, cuidaré tus espaldas hasta llegar a la
prisión, hay mucha gente que quiere verte muerto
Will, la guerra ha comenzado y no te has enterado.




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Mi París fálica hace sus juegos de luces, los turistas
disfrutan como mogólicos las secuencias lumínicas,
viajo en metro, no dejo de navegar mi ciudad nunca,
siento estar en sus venas, en su organismo vital, aquí
puedo ver sus rostros, su interior, sus miserias. "Rue de
la Santé 42, 75014 14éme Arrondissement", miro el
papel sucio en mis manos, y noto como intentan leer mi
nota, a mi derecha, siempre hay fisgones merodeando.
-¿Has visto el contenido?, ¿has leído?_ estamos
enjaulados como hormigas, somos zánganos, solo
aprieto en su nuca, ha muerto despierto, parece
dormido, no puedo permitir dejar de ser invisible, le he
pagado a la gorda, hemos acordado otro sitio seguro, ni
ella lo sabe, hay tres cadenas de personas, simplemente
me descubren y mueren 27 personas, fantaseo algunas
veces cuando estoy aburrido que entran por la puerta y
tengo la excusa para realizar una verdadera masacre sin
sentido más que el placer por el hecho mismo, pero son
solo fantasías. Los sudores del resto se han hecho uno,
llevamos al menos un cuarto de hora viajando, es
repulsivo. Hoy es un día festivo, miles de personas se
movilizan en el centro, todo explica el vagón repleto de
inútiles engranajes capitalistas. Bajo en Saint-Jacques,
llevo años sin volver a este sitio, unos guardias hablan,
no sé si es sobre mí o sobre ellos, no puedo permitirme
una duda suelta, puede ser un efecto mariposa. Han
muerto sedados por mi guante blanco.

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El edificio sigue igual de viejo y medieval, me recuerda
los antiguos mataderos, es que no es mi edad, mi
tiempo y mi espacio el que me determina, simplemente
pude ver ciertos sucesos indescriptibles, hechos que
consolidaron el capitalismo tal y como lo disfrutamos,
repleto de prisiones, muerte y violaciones, hay días que
fantaseo con mi culpa, en esos días simplemente me
retiro a la contemplación.
En la lista de instrucciones leo sobre las sospechas de
tráfico de estupefacientes, también sobre las horas de
visita, y las monedas que debo ingresar, ni mas ni
menos, solo para invitar refrescos, sonrío mientras el
guardia me cachea.

-¿Trae objetos punzantes?
-No.
-¿Drogas?
-No.
-¿Cuanto dinero tiene en los bolsillos señor?
-Unas monedas, para un solo refresco._ mi guante
blanco me pide que lo use, debo comportarme.
-¿Que relación tiene usted con el recluso?
-Amigo lejano.
-Solo podrá estar una hora, ahora debe entregar su
documentación, orden de visita, y llave de la taquilla. El
resto de llaves, teléfono u objetos debe dejarlos en las
taquillas del centro de visitas.
-Solo llevo unas monedas y un guante blanco._ es un
guante blanco fino, recubre solo cuando es necesario mi
otro guante de cuero marrón, esos siempre van
conmigo, nunca toco mi rostro con mis guantes, los
restos podrían enviarme al hospital, y no hay hospital
que entienda mi cuerpo.


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Un perro se acerca con otro guardia, ya son tres los que
me rodean, estoy realmente incómodo, si mueren es por
su ineptitud no por mis nervios. El maldito perro ladra y
me daña los oídos, son muy sensibles mis oídos, son
musicales. Huelo su miedo, se calla, perro inseguro,
rodeado de guardias reconoce que no debe alertarlos,
no es un perro estúpido, se acerca, me huele el abrigo y
se sienta a mi orden. Los guardias lo golpean, le gritan,
prefiere los azotes de sus amos a mi toque certero.

Leo un letrero mal iluminado, " Si se sospecha que
alguien está traficando con drogas: Se llevará a cabo un
cacheo más profundo. Se le ofrecerá una visita a puerta
cerrada. Se dará por finalizada la visita. Se llamará a la
policía para que lleve a cabo un registro
pormenorizado." Se hará todo lo posible para que la
persona sea acusada de "posesión con intento de
distribuir".

Sus cargos, acusaciones, sus etiquetas legales,
recuerdo cuando esto no existía, la ley del talión, el ojo
por ojo, la venganza, todas esas reacciones tribales y
efectistas eran mejores, mas directas. No había un foco
donde criarlos, ellos morían, la maldad se guardaba en
la muerte, la maldad se esparcía en nombre de Dios, de
una nación religiosa fundamentada por el pensamiento
mágico de la salvación de sí mismos, bestias por
bestias.

En otro letrero: "El delincuente y su visita(s)
normalmente se sientan uno delante del otro en una
mesa en una sala abierta, en la que se encuentran otros


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


delincuentes y sus visitas. El contacto físico entre el
delincuente y su visita solo es permitido brevemente y al
final de la visita. No podrá moverse el delincuente de su
silla." Ahora lo bueno. "Una visita puede ser a puerta
cerrada si existen dudas de que dicha visita suponga un
riego para la seguridad de la prisión, o si existe un
riesgo de que se esté llevando a cabo una actividad
inaceptable o ilegal durante la visita, como por ejemplo
el contrabando de drogas. Durante la visita a puerta
cerrada el delincuente y su visita podrán hablar mientras
permanecen sentados cada uno a un lado de un panel
de cristal. Siempre serán registrados, una y otra vez."

Estoy frente a dicho cristal reforzado, no hay teléfonos,
la habitación está a oscuras, siento detrás al guardia
que he podido ver con su perro, pero siento que hay
muchos más. Pienso que me he metido en mi propia
tumba y he tirado la tierra húmeda sobre las maderas,
hay al menos catorce guardias movilizándose, si se
atreven a tocarme morirán, no lo saben pero morirán,
espero que no sea esta la ocasión, solo quiero dialogar
con mi padre, mi último padre o quién dicen que lo es.

-Has llegado, te han contactado, eres difícil de ubicar
hijo.
-Repite esa palabra y mueres, padre. ¿A que he venido
hoy?, estoy sudando, eso no es bueno, siento al menos
una docena y media de guardias rodeándonos, si es una
trampa morirás tu también, padre.
-Es una simple visita, nadie sabe realmente de mi vida,
soy fuerte, han intentado hacerme hablar.
-Tu rostro me enseña al menos treinta y dos cortes
anteriores... y uno reciente.


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-Es que lo hacen siempre, mi cuerpo está destrozado,
no voy a descubrir mis dolores existenciales, son
minutos valiosos y reconozco que haces un esfuerzo en
estar aquí dentro.
-Sin dudas.
-Estoy enfermo.
-Eso me ha dicho la voz.
-Me quedan solo unos días, ellos no lo saben, sino
harían de mi cuerpo un Jesucristo.
-Qué infame, sus técnicas de mago eran Asiáticas,
pobres incultos, me conformo con su mirada justo antes
de entregarse a su padre, buscó a su alrededor
desesperado y clamando ayuda, me parece gracioso,
patético... creo recordarlo.
-Solo quiero que sepas la verdad, tu sabes muy bien
que eres mortal, tu falta de miedo hace que pierdas el
control, hijo... perdona, no lo repetiré, es que tienes un
conocimiento que no es común, a veces cuando eras
pequeño simplemente llorabas por el castigo que
suponía verte inmortal al hablar, no pude explicarlo y no
lo explico todavía, tu sensatez con dos años, todo ha
marcado mi vida, entiende que los trazos de Montrouge
son más importantes que todos los negocios de París
entera, todos los pintores murieron y mi muerte es
inevitable, debes hablar con el ilustrador, el tiene mucho
de que hablar contigo, la clave está en él ,hijo.
-¡He dicho que no me llames así maldita mierda!, ¡no
eres más que otra marioneta para dispersarme! ¡diles
desde el otro lado que nadie me aleja de los trazos por
nada del mundo!_ lo ha hecho tres veces, si quiere morir
es el momento.
Destruyo el cristal como deshago su rostro en sus picos
imperfectos, hundo su cuello en ellos y con mi mano


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Elbio Aparisi Nielsen            Los trazos de Montrouge


derecha giro su cabeza para que me mire, en su última
aspiración de oxígeno, me recuerda al crucificado, su
misma desesperación, sus ojos pálidos. La docena y
media se abalanza sobre mi espalda, unos caen al tacto
otros me miran con sus armas empuñadas
apuntándome a la cabeza.
-¡No hay nada que hacer!, soy viejo, joven y la muerte
me divierte, ¿quién es el primero uniformados? ¡amo
degollar uniformados!
-¡Un paso más y dispararemos señor!, ¡no se
mueva!_reconoce que es su final.
No tengo mi arma, solo llevo mi guante blanco, y
algunas otras telas adherentes. Lanzo dos hacia sus
rostros, disparan y mueren, son unos segundos. Miro al
que dicen que es mi padre, el último hijo de puta que
quiere quitarme del camino. Si piensan que me
escaparé, se olvidan con quién tratan, quiero irme de
este sitio, huele a miedo, no soporto el miedo ajeno, me
avergüenza, deberían saber que clase de riesgos
asumen al firmar sus contratos miserables... todo por
sus hijos.
Me esperan al menos sesenta uniformados y una sirena,
oigo los gritos de los reclusos. Cojo sus dos armas y
cruzo mis brazos, el corredor se ilumina de fogonazos,
me quedan al menos treinta metros de recorrido, ahora
es cuando debo correr, hay tres puertas que me
impedirán la salida.

...




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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


No me pregunto cómo he salido, llevo sangre en mi
abrigo, lo ha teñido de tejidos, ¿el ilustrador?, en algún
momento oí el mismo mote en boca de mi otro supuesto
padre, en alguna mañana de mi niñez, es difuso, hay
mucha información con ruido, debo volver a mi
habitación, la nueva... creen que tengo algún trastorno
paternal, se empeñan en convencerme de su existencia
con copias baratas.

Desnudo, chupo de mi brazo izquierdo, succiono una
gota de mi sangre, pronto hará el efecto, el agua
caliente quema mi espalda, continua siendo de
madrugada, debo encontrar al ilustrador en unas horas,
pero primero necesito ubicar esa mañana de mi niñez.

Han muerto al menos setenta uniformados, mañana
será noticia del periódico marioneta, jugarán a intentar
saber quién ha sido, divulgarán una historia, escribirán
libros, Jack no era mas que simple enfermo, vigilaba sus
pasos, hoy es historia, un clásico... quizás no haya
mañana que inventar.




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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge




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-Tienes una llamada en el teléfono móvil, es
importante._ otra vez su voz en algún punto.
-¿Qué haces aquí? ¿te lo ha dicho la gorda?, mañana
será carne de pájaros._ la ventana está abierta, ha sido
rápido.

El sol abre caminos entre la oscuridad, deberían de
haber miles de bolas incandescentes en el frío y vasto
universo. La suma de todas las posibilidades de Sagan.

Marco el número que dice mi móvil.

-Han hecho una llamada a mi número, quiero saber con
quién hablo, de lo contrario averiguaré quién eres, nadie
debe tener este número._no es un buen momento para
cabrearme.
-Mi nombre es Yves Bourne del laboratorio ZymeQuest,
tenemos los resultados de las muestras de la última
visita, ¿lo recuerda señor? solo dejó este número, no
tenemos historia clínica.
-Es verdad, mi memoria no goza de buena salud, es
cierto, dígame.
-¿Quiere los resultados por teléfono? si no recuerda
puedo recordarle yo, la noche en que extrajimos el tejido
nos dijo la hora exacta, las 9.03 de la mañana de hoy,
cumplimos, ahora debe asegurarnos que estamos a
salvo, que no hará nada en contra de nuestras familias.
-¿Eso dije? ¡que cabrón!, claro, es habitual en mí, no me


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


importa una mierda su familia, ni la del doctor Bernard
Henrissat, lo que hacen en el laboratorio no está bien,
pronto tendrán la justicia detrás, o mis bidones para
incinerarlo todo.
-Los resultados, ¿por teléfono?_ se quiebra su voz.
-Se que algo funciona muy mal, lo sé._no hay dudas,
pero una voz experta no viene nada mal.
-Es que..._ sus silencios son dulce con hambre.
-¿Tiene miedo doctor Yves?_ está muerto de miedo.
-Es que..._su jadeo repentino, le delata una cardiopatía,
su edad y las crisis de ansiedad no le ayudan.
-Si no me dice el resultado deberé viajar hasta allí, no
quiere que suceda eso ¿verdad doctor Yves?
-No, por favor, no, terminamos de recomponer el
laboratorio después de los destrozos que hizo.
-Me divertí, y puedo repetirlo con mi bidón de gasolina.
-No será necesario señor, tiene usted una Fascitis
necronizante... lo he dicho, eso es lo que tiene.
-¿Qué es exactamente doctor Yves?
-Es... el trastorno... más temible y más incontrolable de
este momento... lo lamento._no lamenta nada.
-No temo._su jadeo se mantiene constante.
-Debería, pronto comenzará la fiebre y el sarpullido
nuevamente, está en su fase inicial..._ cree que es una
bendición divina, si muero tan rápido como cree no hay
nada que temer.
-Eso no es nada._mi pasado fue algo.
-Pues se agrava considerablemente, las bacterias lo
comerán por dentro señor, perdone, estoy realmente
muy nervioso, no mido mis palabras.
-Siga o muere._ ahora me estoy encendiendo.
-Según nuestros estudios y previsiones su cuerpo está
afectado completamente, sus intestinos, pulmones,


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


incluso sus piernas están en el proceso, será una
muerte dolorosa señor... sugerimos...
-¿De cuanto tiempo hablamos?_hay milagros que
juraron ver todos los idiotas, lo hicieron mientras esas
madres y niños morían en sus chozas, en nombre de su
Dios, putos ignorantes.
-En un caso especifico pudimos salvar a la persona
extirpando la zona afectada, se llama cirugía extirpatoria
radical, lamentamos que este caso sea mas grave
señor... su cuerpo está...
-¿De cuanto tiempo hablamos?
-En la última fase debe estar en el hospital, sin
asistencia es imposible pervivir, mantenerse de pie, los
dolores son muy agudos.
-¡Por última vez doctor Yves Bourne! su mujer, sus dos
hijas y su suegra morirán esta noche si no me contesta
ahora mismo.
-Nuestros cálculos son de aproximadamente unas
semanas de vida, no podemos precisar el tiempo
exacto, es que nadie puede soportar los dolores sin
medicación, puede ser más tiempo, usted es una
persona excepcionalmente más fuerte, pero sigue
siendo humano señor, tarde o temprano deberá ser
asistido.
-¡Nadie tocará mi cuerpo!, se lo aseguro doctor Bourne,
soportaré, pero antes saldaré todas las           deudas
pendientes._su voz se ahoga, le he perdonado la vida,
tendrá poco tiempo para sanar a sus pacientes o familia,
el tiempo... comienza a preocuparme.

Mi niñez, el ilustrador, los uniformados, los trazos de
Montrouge, debo establecer un orden, quizás sea el
número de prioridad.


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge




Mi niñez: Era una tarde de agosto, era verano, recién
volvía con mi madre de hacer unas compras, no puedo
ver que era realmente, no me interesa, mi padre me
cogió del brazo y me llevó a la habitación, cerró las
cortinas, las puertas, apago las luces, yo sonreía
mientras el hacía ruido a hojas.

-Hijo, debes escucharme con mucha atención, todo lo
que te diré será crucial para tu futuro, debes guardarlo
en tu mente hijo, tienes una inteligencia sobrenatural, no
sé muy bien que hacer contigo, creo que puedo saber
cual es tu futuro. Hoy me han dado este grabado, tienes
que palparlo como te enseñé hace unas semanas, es la
puerta a los trazos de Montrouge hijo, debes memorizar
la secuencia de números. No puedes repetirla, solo
debes palparla, la recordarás al tocarla nuevamente, y
entenderás por qué escapo hijo, todo lo que haré a partir
de ahora no es más que el comienzo de una vieja
venganza hijo, mis actos serán caminos que te abrirán
repuestas en un futuro, recuerda la secuencia, lo que
palpas es un trozo hijo, debes encontrarlos, los números
están frente a ti todo el tiempo._ o son recuerdos, o me
manipularon, estoy enjaulado y envuelto en el odio que
me pide el cuerpo.

Puedo sentir en mis manos quemadas sus números,
maldito hijo de puta me ha jugado con la misma
moneda, escoria humana que te pudras en el infierno de
tus creencias. ¡Quemé mis manos por ella! ¡por todos!
¿Quieres venganza? ¡has muerto padre, te he matado!
sabías que te mataría, maldito embustero lo haría pagar
por todo esto, me has despertado solo ira maldito viejo


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


insano, decrépito ser humano enfermo. Solo quieres tus
trazos, ¡regaré las calles de París en sangre!
¡desgarraré su seguridad burguesa! ¡morirán por dentro!
ensimismados por el dolor de la muerte y el miedo.
¿Quieres los trazos padre? he investigado durante una
década, estoy cerca de llegar a entender su red
invisible, donde los uniformados tienen mapas secretos,
estoy a un paso de derramar sus fortunas al mar, ¿y
traes a mi recuerdo la secuencia numérica que no me
lleva más que a nuevos cerrojos?, maldito enfermo
psicótico, ¿cómo lo haces? ¡te he matado maldito!

Siento calor, fuera la temperatura es agradable, puedo
ver esa gente caminando con sus chaquetas sueltas,
sudo gotas enormes, siento mi espalda llena de agua,
huelo mi orín, me he meado encima, será la ira, puedo
ver mis guantes, nada me detendrá, estoy muy cerca.
Debo buscar al ilustrador, ¿qué es?¿quién es?

-¡El ilustrador te espera en la estación Voltaire a las
13am!, recuerda llevar el guante, quizás tengas
compañía._ su voz se apaga ¿cómo es posible?
-¡Vuelve! ¿ta han enviado ellos?_ me acerco a la
ventana, sigue abierta como antes, se ha escurrido
nuevamente, termino de vestirme, me siento algo
mareado, vomito la cama, la gorda me pedirá más
dinero... los efectos se anticipan, semanas dijo Bourne...
el sol... la alfombra, la mesa, el espejo, esos haces de
luz rebotan y me ciegan, los espasmo son increíbles,
voy a comer algo.




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Elbio Aparisi Nielsen              Los trazos de Montrouge




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Son caretas de fiesta que enseñan sus miserias de día,
duermen despiertos con sus ojos inmóviles, autómatas
presos sistemáticos, si recordaran sus pasados
comprenderían algo más, contemplarían al resto. Viajo
enlatado, asqueado del olor del resto, sudo mucho, creo
que molesta mi sudor, tengo muchas ganas de utilizar el
guante, de dejarlos a todos durmiendo eternamente,
puedo oler futuros miedos, no saben quién puedo ser, el
día nos vuelve seguros, pero sigue asechando la misma
maldad que en la noche, París no tiene descanso, viven
encerrados en sus ideas, pobres ingratos.
Saint-Ambroise resuena en el megáfono con una voz
femenina sensual, me espera el ilustrador, lo
reconoceré, ese hijo de puta, ¿que mente tan enferma
encierra un recuerdo por utilidad?, lo mataría
nuevamente, la escoria debe estar enterrada y sin
honores. Camino por Boulevard Voltaire, todo luce muy
lleno, muy vital, estas calles son centros de sacrificios
modernos, en sótanos donde ahora mismo hay un ser
sufriendo torturas inimaginables para ricos del petróleo.
Debo centrarme, el sudor me hace pensar demasiado,
son las 12.53 am puedo oler presencias, me esperan,
bajo por las escaleras, no soy invisible para ellos, ya han
pasado a mi lado, han informado, desde cientos de
puntos como cámaras humanas, si buscan muerte
impartiré dolor como ofrenda, si es eso, lo tendrán.



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Elbio Aparisi Nielsen            Los trazos de Montrouge


-Tienes tres detrás tuyo, otros nueve a los laterales y
unos veinte entre la gente que viene del último tren,
treinta y dos en total, sin contar los de fuera._ su voz
nuevamente, su protección, no pido su ayuda, busco
entre los andantes.
-Cuando te encuentre te enterarás._ se lo digo bajo,
parece escucharlo todo, por su culpa nuevamente sigo
buscando, siento un picor muy fuerte en la garganta,
quizás comience a tener menos tiempo, debo estar
alerta.

Siento una mirada distinta, se encuentra en un puesto
de periódicos, el vendedor me hace señas, debo ir, no
hay peligro.

-Están por todos lados, coge un periódico, haz que lees
mirando hacia el centro de la estación, podrás oírme
mientras ellos preparan su ataque.
-¿Eres el ilustrador? puedo oler tus intenciones.
-Hay una cadena de errores William, debes comprender
que la muerte de tu padre tiene un significado.
-Lo maté con mis propias...
-Lo sé William, siempre fantaseó con su muerte, sabía
que lo harías tarde o temprano, supongo que has
llegado aquí por sus últimas palabras.
-Habla claro o mueres, estoy a uno centímetros de
degollarte en público._no me mira a los ojos.
-No será necesario, tienes que encontrar al ilustrador,
ellos..._desestima mi presencia con la ignorancia de mis
capacidades, la soberbia puede llevarlo a culminar todo
este orden lúdico.
-Pueden o creer que me matarán, llevan un error
existencial que no los deja ver la realidad.


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Elbio Aparisi Nielsen               Los trazos de Montrouge


-No son ellos quienes vienen William, hay cientos de
grupos organizados para atacar, hay rumores sobre los
trazos, tu padre te ha dejado en su último aliento un
fragmento, tienes que encontrar al verdadero ilustrador,
quizás estar aquí sea perfecto.
-¿De qué coño hablas vendedor de periódicos?_
mantengo el gigante informativo vegetal tapando mi
rostro, miro atrás, no hay nadie, su voz ha desaparecido,
he visto su rostro, he sentido su miedo al hablar, quizás
no sea mas que un enviado de mi padre, ¿el maldito ha
orquestado mi futuro?
Mi cabeza, oh mi cabeza, ¿que es este sonido?, se han
vuelto ingeniosos, ¿cientos de grupos organizados?, ay,
ese maldito sonido, nadie parece oírlo, siento mi sudor
entrar en los genitales, mis manos insensibles sudan
puedo ver gotas caer de los guantes, suelto el periódico,
era verdad, treinta y dos hombres de ojos abiertos y
claros, muy claros.

-¿Creen que pueden conmigo?
-Hemos podido, descanse señor Faraday.

Solo puedo retroceder hacia atrás, destrozo parte de sus
publicaciones manipuladas por los mismos que riegan
de dosis la ciudad, suenan los cristales estallar por el
peso de mi cuerpo caliente, suelto trozos que vuelan a
sus rostros, daño sus ojos.

-No tiene nada que hacer, podremos seguir viendo señor
Faraday, la clave no está en los ojos, pronto lo
comprenderá._ su voz es ensordecedora, el resto de
gente simplemente camina sin importarle nada los
sonidos, quizás solo yo los oiga. Mi cuello, el ardor, hijos


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


de puta, me han envenenado antes, en algún punto de
la escalera, pude sentir una anomalía, ¿cómo lo ha
hecho? ¿cómo me han engañado? esa voz, maldita
embustera, los mataré luego, cuando...

-¡Levántenlo!, deben acomodarlo en la silla de ruedas,
¡no!, inútil, no lo toquen, quita el cuerpo, ¡no deben
tocarlo!, tiene el veneno en todo el cuerpo, con los
guantes, eso es... _ no aguanto esta inconsciencia,
puedo oírlos, puedo...

...

Una música recorre mi cabeza, veo los rostros de esos
niñatos muertos, sus ojos, oh, esos ojos, los he dañado
hace un momento, debo abrir los míos, puedo sentir un
olor extraño.

-¡Me sueltan o mueren!_ no puedo ver donde estoy hay
una absoluta oscuridad, huele a...
-Mueres tú si no callas Faraday, ¿hueles?, es té, ¿sabes
que contesta un maestro cuando llegan implorando
respuestas?_ ¿qué es este lugar?
-Pura mierda, ¿qué hago aquí? ¡me sueltas o mueres!
-Los invita a una taza de té, no hay respuestas, no hay
caminos, no hay universo que nos deba preocupar... no
hay otros.
-No soporto tu olor, ¿me castigas?, nada puede
detenerme, sé quienes y dónde, tengo el mapa en mi
memoria, todos son culpables.
-William, hay problemas que no se resuelven, un
maestro invita una taza de té, pero realmente invita a la
conciencia, tu presencia aquí es para que nos devuelvas


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Elbio Aparisi Nielsen              Los trazos de Montrouge


algo que nos pertenece, algo que tu padre nos robó
hace unas décadas, sabemos que ha muerto, tu firma
está en toda la prisión, Rue de la Santé huele a ti, a tu
estilo o tus guantes.
-¿Crees saber de mí?, no hay nada que pueda hacer
por ustedes, pronto se apagarán los escenarios y el
mapa en mi memoria me enseñará cada minuto del
futuro.
-No hay azar controlado señor Faraday, simplemente
debe ceñirse al presente continuo, el que lo tiene ahora
apresado en un mundo oscuro de meditación. El
maestro al ofrecer una taza de té está realmente
invitando a la consciencia, debe emular mi ejemplo
señor Faraday, de lo contrario podremos hacer daño,
mucho daño, somos expertos.
-¿Cree que temo?, no le temo a nada, París es mía,
quienes la controlan creen mantener un orden, yo soy su
caos, su demonio suelto, nada podrá alejarme de mi
objetivo.
-¿Los trazos señor Faraday? ¿cree que los trazos tienen
vital relevancia en nuestros territorios?, un maestro
invita a cualquiera a meditar, durante horas reposa el té,
no es el mismo efecto.
-¡No hay maestros malditos!, enciende la luz así puedo
verte mierda orgánica.
-Somos ciegos señor Faraday, somos oscuros, podemos
verle sin movernos, entienda que no hay caminos, no
hay superficies, no hay mentes, podría usted reconocer
su ambiente si lo supiera, París... su París no tiene hilos
en sus calles, cuerdas visibles para cualquier individuo,
nosotros podemos oler, oír, y palparlos, no es lo que
usted cree señor Faraday, hay veces que los ojos no
son nuestros mejores mentores, la realidad se confunde


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


ante los ojos. Lo invito a meditar, quizás entienda lo que
digo.

Mi secuencia, la ceguera, mi recuerdo, mi padre, este
maldito, la voz, mi niñez, mi enfermedad, hilos, París,
hilos, trazos, ceguera, puedo sentir como un calor
infernal, Dai9nte, infiernos, trazos, Montrouge, huelo
otros olores, creo que comienza lo peor, algo me
detiene, deseo matarlos, sus golpes quizás revelen algo
más, puedo ver, no hay luz, puedo ver, está en el centro,
dibujando en su posición de meditación, se mueve hacia
adelante y hacia atrás, ¿el ilustrador? veo miles detrás
mío, puedo ver, sigue siendo oscuro.

-¿Real señor Faraday?
-He venido en tu busca.
-No soy quién crees, puedes ver, ¿extraño no?, es la
ceguera, te hace más fuerte ante la realidad, te propone
un visión periférica, no hay limites, no hay marcos.
-¿Qué quieres?
-Has hablado con el ilustrador, quiero saberlo todo.
-Pero, si...
-Te confundes, ya has hablado con el ilustrador, mis
grafos te han confundido, ¿qué te ha dicho?
-Veo que buscas lo mismo que yo, no tengo ninguna
información, no debo estar aquí, si no me sueltas
comenzaré a matarlos uno por uno, y el último serás tú,
lo sabes, soy capaz.
-¡No!, no lo eres maldito infame, solo eres un ser
despreciable, una rata de ciudad que busca
explicaciones con la violencia, no tienes la mínima idea
de lo que significa contener los trazos, no sabes, no
sabrás, tu búsqueda es interna, te lo he dicho, no hay


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Elbio Aparisi Nielsen            Los trazos de Montrouge


caminos, si sigues entrarás en la guerra, y eso es un
campo extremadamente difícil, una sola persona no
puede ser capaz de sortear millones de balas...
déjaselos a ellos, pronto regarán de fuego y muerte todo
lo que hallen a su paso.
-Juego a las estadísticas, la ley de la probabilidad,
siempre hay una mano que pueda atravesar la pared, no
sabes nada de mí, solo sabes anular los pensamientos
para no sentirte el animal que eres._ puedo seguir
viendo todos a la vez por delante y detrás, esos
discípulos, no hay salida. No hay puertas que abrir...
puede ser una falsa visión, no sé que pensar.




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Elbio Aparisi Nielsen           Los trazos de Montrouge




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Huele a perfume de mujer.

-¿Quién eres?_ todo esto de esperar, el cuello, sus
silencios, su perfume camina a mi olfato, me obliga.
-Tu peor pesadilla, o tu mejor sueño, lo que desees._
tiene potencial.
-No confío en las mujeres._ en una que no existe.
-Ni yo._ no es la única.
-Somos dos, si te han enviado estos monjes budistas no
conseguirás nada.
-Ellos me han llamado, saben que sigo tus pasos,
pretenden que te exprima como a un fruto, ellos no son
capaces de aislar el alma y ser violentos.
-Yo no tengo alma, mi cerebro se encarga de hacerme
creer en un alma, un ente incontrolable de energía, no
hay nada mas sin sentido que un alma, suéltame y no te
mataré, tócame y morirás.
-Te han lavado, han quitado todo tu veneno.
-No, creen que lo han hecho, mi sudor nuevamente se
impregna al abrigo este se humedece y ciertos químicos
renuevan la formula, es un truco muy antiguo, deberían
saberlo.
-Te crees tan listo, me hablaron de ti cuando era
pequeña, siempre sentí ser como tú, mírame, debo
aniquilar a mi preferido.
-No lo harás sabes que siempre vuelvo a matar, sin eso
moriría, es mi vitalidad, la muerte.


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


-Una cultura de muerte contiene vengadores.
-La guerra simplemente limpia las calles de los
violentos, un mundo sin guerras es un mundo repleto de
maldad y violencia, la escoria muere en las batallas, los
ideales sobreviven en un castillo, edificio o torre,
siempre, reformando lo futuro, incorrectamente. París
necesita limpiarse nuevamente, está asqueada del robo
y la mafia, reinan los extranjeros por donde mires, ellos
quieren dominar nuestras calles, ellos, los de fuera.
-¿La guerra limpiaría las calles?, eso es una tregua
momentánea, solo es un momento, William pude ver dar
contigo antes pero preferí instruirme, analicé cada acto
tuyo, eres extremadamente complejo, cientos de
inocentes murieron por tu malestar contra el resto.
-Eso es falso, todos los que murieron fueron culpables,
todos los hechos no tienen un juicio popular, ni soy yo el
juez o el héroe de cómic, mueren porque se lo ganaron,
simplemente abro la puerta de sus deseos internos,
puedo leer detrás de cada cerebro el alma aferrada
hasta la médula.
-Eres un libertador, un incomprendido.
-No confío en ti, no sé tu nombre.
-No lo sabrás, al igual que yo.
-Para mí serás Miasma, oleré y te recordaré siempre,
puedes emanar tu aliento y yo reconocería tu nombre
detrás.
-No me molesta, sigues aquí, agotado, oigo como
jadeas.
-Simplemente mi cuerpo está cansado, no olvides nunca
eso. ¿Qué quieres?, el silencio me molesta, deja de
investigarme, no hay nada que puedas ver o sentir, no
irradio nada Miasma.
-Claman por mí, pronto volveré, quizás haya planes.


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


-No me gustan los planes, suelen fallar.

Desaparece en medio de una nebulosa, es oscuridad y
veo sin ver, hoy mueren menos culpables en mi cuidad,
mi tiempo vale, puedo sentir sus voces. No hay héroes,
ni libertadores, no hay justicieros ni vengadores, no hay
muerte ni treguas, no hay nada en mis intenciones, mi
violencia florece en un conjunto, un orden no
sistemático, una ola natural que se encarga de abrir
puertas y dejar otras cerradas, simplemente quitar
miseria humana. Nadie se enorgullece de mi presencia
en la ciudad, todos critican como acciono contra las
mafias, ellos simplemente escriben artículos desde sus
ordenadores y yo cargo con la culpa, nadie apoya mi
orden, gritar que la tierra se muere es mejor que
aniquilar a quienes la destruyen, no lo entiendo, solo doy
vida a mi alma, que es una idea más en mis
pensamientos, el placer no ocupa un lugar, no suelo
hacerlo por sensaciones, no las tengo arraigadas a mi
persona, una de ellas. No llevo vestimentas extrañas,
solo soy yo, y mi capacidad de ocultarme, simplemente,
ellos temen naturalmente, mas de noche que de día. No
hay ni habrá en París un Hombre bueno disfrazado de
payaso, soy un luchador único de causas perdidas, me
fundo en las batallas, estoy muy cerca de una guerra de
guerras y nadie tiene la mínima noción de lo que
significo para ellos.

-Quieren matarte, les he dicho que tienes una secuencia
numérica._ su olor.
-Escapa conmigo._solo soy complaciente.
-Solo soy un simple observadora de tu obra
maestra._huele muy bien para ser una fisgona.


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


-Esta no es mi obra, hay miles de personas en escena
pidiendo mi cabeza, solo soy un cabrón listo y muy
dañino, el resto es mito, leyenda urbana, cuentos para
asustar a los niños, por cierto hacen muy bien en
asustarlos, vivirán más.
-¿Te crees invencible?, por momentos veo tu trastorno,
tienes mucha suerte de tu lado, de eso no hay dudas,
hay un don que te lleva hacia el tiempo y lugar exactos
para no morir, predestinado, mensajeado, manipulado
quizás... no logro pisar por dónde tus pies han dejado
huella.
-Es un error, predecir es natural en todos nosotros, fue
la voluntad de poder lo que nos hizo evolucionar, eso y
cocinar la comida... no me sigas nunca, los que lo
intentan no pueden reproducirlo.
-Hay momentos que simplemente no entiendo el fin de
tu camino... pero te encargas de desintegrar a esos
maldecidos... la paradoja es verte inmóvil.
-Debo aclarar algunos puntos, si tú me ayudas te
recompensaré, el dinero no es gran problema, suelo
buscarlo de la misma forma con que mato, hay mucho
por allí fuera, ¿quieres una cuenta?... no confío en ti
Miasma, eres una arpía como todas las mujeres, lo que
te conviene genéticamente es tu camino, si quieres
ganar millones simplemente me descuelgas._solo hay
una tijera que nos cortó por iguales en el minuto cero
anterior, pero hicimos lo que hicimos destrozándonos
entre retazos.
-Eso significa que intentarás escapar, no puedo
enfrentarme a toda una horda de luchadores asiáticos._
no sabe muy bien quién soy realmente.
-No lo harás, seguirás haciendo lo que dices que hiciste.
-¿Seguirte?


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


-Detrás mío hay vida, delante muerte, tu eliges,
debemos marchar, hay cientos de hilos que cortar en la
ciudad.

Algo de su personalidad coincide, es su acento o su
persistencia, no confío en ella, sigue siendo una
manipulada, no quiero compañeros, no me gusta la
compañía, podría ser la puerta hacia los gélidos, ellos
dirán algunas frases sueltas que me ayudarán, tengo el
presentimiento de que no hay pistas, solo puertas
móviles.

-¿Tienes los códigos? ¡Eh! ¿los tienes?_ me corta la
piel, sangro.
-¡No hay códigos que tengas que saber!, no hay nada,
solo es un recuerdo, y no lo comprendo ni yo, no te
acerques maldita zorra, aléjate o morirás luego, como el
resto de ignorantes.
-Me estoy cansando de tus tonterías William, quieren
saber que buscas, ¿son los trazos?, tienes que decirnos
una secuencia numérica.
-¿Quieres números? 0032 49 55 3257 7743._ si quiere,
es el momento, están atentos, no pueden comprender
mi secuencia, sé que apuntan, ella lo repite tres veces
por lo bajo, escucho teclas, si hace la trasferencia estoy
libre, el dinero mueve mundos completos, civilizaciones
enteras, no será una excepción.
-¡No es nada!, ¡dime los números o ellos se encargarán
de tirarte en medio del océano!
-No temo al mundo acuático._ corta mi pierna
suavemente, me excita.
-Diles que...
-Calla, simplemente debes callar._ es el Buda


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


nuevamente dibujando sentado en su posición.

Llevo horas colgado, el silencio no existe, oigo aullidos
animales, cristales, gritos que no descifro, mis manos,
¿que pasa con ellas? Hay un sonido constante y muy
agudo, puedo escuchar el eco de algunos pájaros, es
una cueva o templo tan grande que no puedo reconocer
su estructura interior, no tiene columnas, es una
incógnita. No debí confiar en ella, me encargaré de
asesinarla cruelmente, es culpable, luego a ellos, no
planeo, suele fallar... allí fuera me esperan.

Horas, minutos, horas, no hay tiempo.

Puedo olerla silenciosa, sudo mucho más que antes, me
duele el interior de mi envase orgánico, maldito saco de
huesos, recuerdo al doctor Yves Bourne, sus palabras,
algunas muertes, mi padre, el cristal atravesando su
garganta, sus ojos, mi rostro modificarse.




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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge




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Uno tras otro, otro tras otro, está a mis espaldas, puedo
sentir un mar de individuos, cortan mi piel cientos de
veces, algunos caen al tocar lo que no deben, ella está
agarrada a mi cintura, me sigue tal y como dijimos,
todavía me cuesta andar, el dolor de cabeza es
increíble, escucho como aúllan, ¿no se van a callar?,
abro camino hacia la nada, si es que tal período existe.
La expansión de las conquistas está agotada, todo está
loteado y vendido, lo próximo comenzará pero tan lento
como la evolución geológica, luego una simple
intervención inteligente se encargará de hacer de los
organismos humanos capaces de nuevas conquistas...
pero solo durante un instante de intervención.

-¿Hacia dónde Miasma?
-¡No lo sé!, ¿puedes sentir al falso ilustrador?
-A la derecha.
-Hacia allí, debajo de él hay una salida, aguanta William,
te han herido tu sangre me moja.
-¡Cuidado!, tápate las manos.
-Ya lo he hecho, es un líquido espeso.
-Me estoy deshaciendo por dentro.

Abrimos un camino entre seres de naranja, es un
césped humano que me lleva a su líder. Vuelvo a
sentirme algo más vivo, he devastado milagros naturales
por decenas, puedo sentir mi juventud.



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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


Sus filas no tienen armas, son cuerpos apiñados.

-Es un cetro gigante, si nos hundimos en él podremos
evitar que nos maten, allí hay cientos de caminos sin
puertas, es lo único que he visto, me han traído dormida
también.
-¿Caminos sin puertas?, no podemos perder tiempo.
-No hay otra forma, ellos sabes su combinación de
caminos para huir, nosotros no.
-Deberé coger a unos de ellos vivo.

Mueren y oímos sus gritos de guerra, no esperaba tanta
lucha, los creía algo mas serenos, respaldan otro tipo de
crimen lo que los hace igual de peligrosos que los rusos,
los próximos.

-¡Tú vienes con nosotros!_ corto su mano derecha, tiene
que comprender que no hay palabras vacías en mi boca,
prevenir mejor que curar.
-¿Cual de todos estos caminos?_ le grito al maldito
mudo, corto su otra mano.
-No, no.
-¿Cual de todos estos caminos?_ le grito al maldito
parlanchín, corto su oreja, chilla como un cerdo mal
herido, si corto su cabeza caminará como un pollo.
-Debes señalarme el primer camino, te seguirás
desangrando mas tiempo, eso significa una muerte
horrible.

Es una torre de caminos, similar a la torre de Pisa pero a
la inversa, todas la cavidades son caminos, subimos las
escaleras, la marioneta deja su sangre en el camino, mi
cuerpo escupe una pus extraña, la bacteria está


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


destruyendo mi interior, puedo sentir mi muerte lenta y la
de mi parlanchín.

-¿Cual ahora?_ entramos a otro camino entre cientos,
esta torre es mas pequeña, podría pasar un vida entera
en este pozo húmedo. Seguimos al menos tres
combinaciones más, es un gran engranaje, estoy
realmente asombrado, no tengo idea de donde estamos,
mi cuidad no puede albergar todo esto bajo sus tierras,
sus venas afectarían al camino ... Combinamos otras
tres veces más, ya no deja rastros de sangre, con su
último aliento me enseña otro camino, muere.

-¿Qué hacemos?_ los oigo venir rápidamente, por más
caminos, Miasma gruñe, no sé que trama.
-Quedan tres, los tres pueden ser falsos o correctos,
comprobamos uno cada uno, y el que se salva merece
vivir, y si nos equivocamos el tercero nos salvará a los
dos.
-Es lo más lógico que nos queda.

Mi camino durante tres minutos no hace mas que dar
vueltas, me percato del círculo o espiral por el mareo
que llevo, vuelvo.

-¿Has fallado?_ vienen mas rápido que antes, puedo
verlos saltar desde otras alturas.
-El tercero.
-No, el segundo, he vuelto a buscarte, algo en mí me ha
devuelto, me debes una._ nadie hizo por mí un gesto de
valentía tan sincero, sigo sin confiar en ella, solo es mi
camino a los rusos.



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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge




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Nos detiene en medio del griterío una proyección sobre
la pared, todo el gran hall con todas sus cavidades
atestadas en todas las alturas por guerreros o
meditadores naranjas hacen silencio.

-William Faraday, no escapas, te retiras por tus propios
pies, dejaremos que marches...
-Huimos pero yo volveré, esto no puede quedar así, me
han querido utilizar, mi información es desconocida
hasta para mí meditador, dibujante.
-William, debes saber que nuestros intereses son
profundos, te he enseñado algunos puntos que podrá
servirte en un futuro... queremos la paz y no lo entiendes
así, solo ves sangre dónde hay bondad.
-Ya suenas a mi padre... si es que existe esa criatura,
¿por qué quieren crear la mentira mágica?, la naturaleza
es la sofisticación, no hay palabras que logren callar mi
ira y racionalidad, sus espíritus       no son más que
marionetas para los inútiles.
-Ninguna tribu mafiosa tiene los trazos, debes buscar en
tu interior las respuestas, matar deliberadamente te hará
mas fuerte y cobarde a la vez, serás preso de tus
constante infamias, caerás en un hueco que provocará
tu final, nadie quiere perder a William Faraday... pero tú
menos.
-¿Mi interior? ¿qué sabes tú de mi interior?, ¡esta cuidad
respira gracias a mí!, mi muerte lo único que generará


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


es el dominio absoluto de todas estas personas, entre
tribus lucharán en una guerra civil sin precedentes,
destruirán París solo por sus intereses económicos.
-Debes buscar William, sales porque dejamos que
marches, solo pedimos que en un futuro aprecies esta
decisión tan contradictoria a la vista, la bondad es un
don que puede regenerarse incluso desde la semilla del
mal.
-Me han castigado, no voy a olvidarlo, nada se borra de
mi mente, o lo que quiera que sea la conglomeración de
áreas y el entramado eléctrico y químico... me han
castigado por mi condición, me han marcado el cuerpo,
llevo los surcos de sus intentos, seguiré mi búsqueda,
no sé a donde voy realmente, veo sangre, veo a mi
cuidad sangrando en sus arterias, escupiendo sobre sus
calles lo peor que habita en sus propias arcas.

El silencio es ruidoso, ensordecedor, sus nuevos
movimientos generan vibraciones en el aire, siento la
brisa de sus telas, podría cambiar de opinión, no hay
nada allí ni aquí que me pertenezca... no soy nadie, ni
siquiera sé mi verdadero nombre.

Nos dejan salir andando, el portal es enorme, estamos
en una altura considerable, calculo los doscientos o
trescientos metros.

-Esto no es mi estilo, eres de ellos, y sigues siendo de
ellos, el dinero no mueve tus acciones, puedo olerlo, no
crees en lo que yo creo.
-Will, sangras mucho, debes...
-¿Debo?, te callas, maldita puta, ¡no creo en tu bondad!,
aquí apesta a budismo conformista, tu me recuerdas al


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


gígolo que trabajaba para aquella secta de enfermos.
-No sabes que es el Budismo.
-Tú no sabes mentir.
-No he mentido, ¡está bien! te he seguido siempre, me
han propuesto seguirte y darles tu paradero por dinero
también, tienen una red de viviendas de asinamiento, es
terrible lo que hacen, son esclavos.
-¿Crees que me importa?, tus palabras son solo eso, no
intentes persuadirme, no tienes credibilidad.
-No voy a seguirte, no quiero seguirte, esta guerra no es
mía, no hay héroes heridos como pretendes ser,
simplemente me muevo por la moneda de cambio.
-Lo último es cierto, simplemente el vil metal, pero lo de
héroe es insultante, no tengo ni una gota de sus
disfraces, de sus inexistentes vidas, soy una búsqueda
mortal, un orden caótico.
-Tienes serios problemas William, hay una ciudad entera
que quiere hacerte desaparecer... puedes cambiar el
rumbo, escapar y hacer de ti una nueva oportunidad.
-No hay miedo que me paralice.
-Lo sé, no olvides que tu cuerpo está cambiando, no es
el anterior, quizás tu mente esté jugando una mala
pasada, una broma pesada.
-Es insultante nuevamente, tienes tu dinero en la cuenta,
tengo otras si quieres, así terminamos de eliminar la
tensión sexual.
-Eres patético, veré tu muerte en vivo por televisión,
seguirte de cerca no es lo mismo que escucharte de
cerca, pierdes tanto William Faraday.
-¡Vete de aquí puta!, déjame, no hagas que te mate,
puedo hacerlo, el barrio perdió a una docena por
impertinentes.
-Te crees tan listo, ya veremos quién ríe.


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


-Te morirás, espera a verlo, será hermoso, la sorpresa te
invadirá y te preguntarás por mi, en los finales
intentamos cerrar todos nuestros problemas, pero
quedan los resentimientos después de los aplausos.
Quizás no llegues ni a los aplausos... ¡vete de una puta
vez!




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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge




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Se ha marchado, puedo oler como se aleja, tiene su
dinero, si es en lo único que piensa, toda esa historia de
seguirme, de idolatrarme, es imposible seguirme la pista
un día, ha mentido, y yo he mentido, ese dinero no
existe, no hay cuenta, al menos no es mía, le ha robado
a una asociación benéfica, al igual que los empresarios
de Rontenter y Dolantaoine, París y el resto rebosa de
suciedad en sus propias cloacas taponadas.
¿Quién beneficia a quién? Ese dinero al fin es
especulación anterior para desgravar o desfalcar a
hacienda. nuevamente solo.
Estoy en medio de una carretera, E05 dice el letrero,
camino a Briis Sous Forges. Si intento hacer señas para
que paren ninguno contestará, no tengo un aspecto muy
amigable. Hay unos cerdos allí, creo que sé que hacer.
Mato a tres... como gritan los cabrones, parecen putas,
esas del mes pasado y esos malditos Hispánicos... creo
que eran más de una docena liquidadas en la fuente.
Acabo de soltar uno, dos, tres cerdos, ¡bingo!, frenan
como siempre, es inevitable no reaccionar, es instintivo,
natural en ellos, quienes sienten esas emociones tan
primarias.

-¡Cállate!, sigues conmigo a París o mueres en medio de
esta carretera, ¡tú eliges!
-¿Por qué ha matado a esos cerdos?
-¿Me desafías?, es que no entiendo.


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


-¡No es eso!, es que... ¿qué le ha pasado señor?
-¿Qué me ha pasado?, no quieres saber nada, enciende
el maldito motor, y sigue con la música, necesito
descansar.

La radio escupe su música, ha puesto una de los
cincuenta, su voz, una mujer anterior, me ha tentado, no
puedo negarlo la embustera me recordó algo que no
distingo, ahora escapa de la bondades de la
meditación... durará horas.

-¿Se siente bien señor?_ intento pensar.
-No, no lo comprenderías, calla y conduce.
-No le hecho nada, un poco de educación no le vendría
mal señor, tengo un kit en el baúl del coche, debe curar
las heridas, son hemorragias de sangre y pus, luce muy
mal y debería atender todas las señales del cuerpo.
-He dicho que no lo entenderías, el dolor no es en mi la
ausencia de la salud, son ambas, muerto desde dentro,
deberías morir todos los días desde fuera y
paradójicamente muero desde dentro, me han dado
poco tiempo.
-¿Fascitis necronizante?_ no es posible.
-¿Cómo sabes el nombre?_ su piel es tersa, no folla.
-Es un hecho anormal, es rara y a su única, he visto un
documental donde algunos pacientes eran operados y
se quedaban sin rostro, no me explico, eso no es vivir,
pobre gente... me recuerdan a los heridos de metralla
ingleses, esos soldados eran monstruos viandantes, las
reconstrucciones... pobre gente de verdad señor, si no
vio ese documental...
-¡cállate y sigue!, no tienes ni la más remota idea de lo
que es reconstruir un cuerpo humano, hay técnicas que


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desconoces que podría salvarte la vida en un futuro no
tan lejano, ¿monstruos? ¿el espejo que refleja?...
maldito anormal, ¡cállate!

La gente está enferma, mira en la caja brillante todo lo
que cree que debe creer, es humillante, ni siquiera
sospecha que París no colapsa gracias a mis noches de
sangre y escoria muerta. La ignorancia viste de payasos
a los hombres, no creo entender como pueden vivir sin
reconocer que la caducidad es tan inmediata como mis
balas. La noche me saluda, siento olvidar mis golpes y
cortes, por dentro contengo un planeta joven, repleto de
fuego, me arde la sangre, hierve, no describo el
hormigueo constante en todo mi envase interno, el alma
se enciende de furia y no puedo apagarla, el odio me
hace continuar, no sé cómo recomponerme, debo volver
a mi habitación, espero que hayan dejado los abrigos,
nunca me dan por muerto, es que pago mucho y por
adelantado.

-¡Combina con la autopista del este, por Quai de Bercy,
me dejarás en el Boulevard Diberot.
-¿Allí vive?
-No... ¿pero que es esto?
-Bien, lo dejaré junto al Hóspital Saint-Antoine.
-Volveré a recorrer tus venas._ mi cuidad, estoy de
vuelta en casa.
-¿Perdone?_ que poco le queda.
-Nada._ miro a sus ojos y me esquiva, su sensibilidad y
reglas insuficientes le obligan a eludir.

Bajo del coche antiguo y marrón con tapizados crudos,
he dejado mi marca en el asiento de acompañante,


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Elbio Aparisi Nielsen            Los trazos de Montrouge


pensará en mí mañana al lavarlo a mano, con toda
seguridad es mi imaginación. Puedo ver el metro desde
aquí, nuevamente sobre sus rieles, puedo leer sus
rostros pidiendo golpes para despertar. Me miran con
asco, se alejan, cada gota que emerge de mi cuerpo es
por culpa de todos estos sobre informados con
desinformación, ¿debo acribillarlos?, pero masacrarlos
no me dará ninguna respuesta, sus pensamientos no
son mas que un accidente, podría aniquilarlos, si se
juntan a elaborar teorías fundadas en un error. Me odio,
me duele el centro de mi tierra, mi punto de gravedad
cero, ardo por dentro, y no puedo gritar, no puedo
permitírmelo, mi fortaleza radica en otro sitio, otra
fuente. Subo al espacio exterior, allí caminan putas e
inmigrantes en coches carísimos vigilando sus pases
con clientes, no pierden un segundo de vista a sus
putas, las tienen contadas, todas las visitas, acabé con
su negocio pero vuelven a esclavizar turistas... mutan,
se adaptan.

-¿Quieres mi amor?_ no puedo permitir que hagan esto,
las han despojado de sus vidas, las capturan y retienen
en una deuda infinita con la mafia.
-¿Cuanto vales?_ no puede ver mis heridas, igual follan
con lo que sea.
-Todo depende, si tienes dinero nos vamos ahora
mismo, ¿ya la tienes bien dura ,eh?, ven_ detrás, tengo
a sus monigotes, es que tardamos un tiempo que no es
productivo.
-¿Vas ir con la chica o no?_ su acento, es que nos están
mezclando en la misma ciudad, no volverá a ganar
dinero en su corta vida.
-¿Cuanto vales?_ lo miro a su rostro, mi voz me


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


fortalece, se fortalece sola y asusta a la puta.
-Me debes dinero si no follas, francés.
-¿Cuanto vales foráneo?_ cree no temerme, huelo a
orín.
-¡Vete viejo de mierda!, ¿no lo entiendes?_ comete un
error mientras comete otro llevando su mano atrás.
Rompo su nariz sin que vea mi mano hacerlo, sangra
mucho, se arrodilla y sigue brotando su líquido espeso y
oscuro como las sombras que miran escondidas, ya
vienen otros tres de la furgoneta, las putas gritan y me
señalan, hay otros que no había previsto. No habla,
escupe y se desangra, mientras espero se me ocurren
todas las alternativas, deberías escribirlas en un libro.
-¿Puedes ver algo?, haz fuerza, mira bien, ¿ves? no hay
nada después, te desangras, tu cerebro te engaña, he
clavado tus huesos en la mierda de cerebro que tienes,
morirás oliendo a orín, tus amigos irán contigo en unos
minutos, no los extrañes._ apoyo mi mano en su nuca,
lo aplasto contra la acera, no necesito analizar cuantos
son, viene catorce desde tres furgonetas, oigo las
sirenas, debo marcharme, ya tendrán trabajo por esta
noche, eso resta uniformados, son insectos muy
molestos y persistentes.

He vuelto a mi habitación, sangro más que antes, rompo
mis vestiduras dejo fluidos por toda cama, me recuerda
a un cuadro abstracto de algún burgués de Bayonne,
abro el agua caliente, y recuesto mi cuerpo en el agua
muy caliente, veo como se tiñe rápidamente, huelo muy
mal, como el cuerpo de aquella niñera, nunca lo
olvidaré. Veo su rostro incrustado en el cristal de la
prisión, no hay arrepentimiento oportuno, no hay nada
que pueda devolverlo, le preguntaría por qué nos dejó,


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aunque sé muy bien que no haría más que hablar de los
recuerdos, de ver dentro mío. ¿alma?, me arde la
sangre, tengo dormido los dedos de los pies, el agua
dilata mis heridas, estoy en una bañera de agua roja
carmesí con restos en su superficie, resto de mis
propios fluidos, no tiene sales relajantes. ¿Quién
oscurece mis pensamientos?, solo veo mi rostro
desfigurado frente a mi padre, una mujer, puede ser
joven o anciana, parece rezar junto al rostro de mi
padre, con sus ojos abiertos y mirándome fijo,
preguntándome algo que no puedo responder por
inexistente. ¿Recordar?, esa mujer no quiere darme su
rostro, no me quiere hacer parte de su vida, "recuerda
esto hijo", si no hay nada que recordar, la secuencia en
mi manos no estará, estoy nuevamente sumergido en mi
soledad, intentando recomponer sus oraciones, sus
palabras ocultas, el muy hijo de puta me lo hizo muy
bien, ¿alguien puede orquestar un futuro incierto para el
mundo?, nadie absolutamente nadie, ni un padre, no
entiendo por qué busco en mi interior, sus palabras no
fueron verdaderas nunca, ¿por qué lo serían ahora?,
mis dedos se mueven solos, buscan la secuencia de la
que hablaba, no hay nada que hacer, no tiene nada que
decir, mis dedos hacen música con el agua mientras me
cago por el dolor, no siento siquiera cuando lo hago.
Tengo muy poco tiempo, recién comienza la noche, me
río a carcajadas por esos del Este, les estarán
explicando la procedencia de las amiguitas, mientras los
uniformados creen resolver problemas, tengo que
explotar focos en algunos puntos de la ciudad, los
uniformados solo deben escuchar sus reclamos y actuar,
tendré el campo libre de batalla, esta noche será muy
larga.


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Elbio Aparisi Nielsen              Los trazos de Montrouge




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Disuelvo las tres cápsulas en el agua fría y sucia del
grifo más sucio y frío de la habitación. Goteo sudor,
¿para qué secar mi cuerpo destruido?, siento el
escalofrío en toda mi piel, mi cuerpo pretende
recordarme que sigue con fiebre, no me importa, no voy
a desistir, son las diez y veinte minutos... son... caen
algunos... sus brazos abiertos... gritos... las luces se
apagan... ¿quién ha....
... ¿quién eres?... ¡suéltame!... William Faraday ... Joan
Ledoux... ¡Joan Ledoux!... ¿Joan Ledoux?
El reloj marca las diez y veintitrés minutos, puedo sentir
la inmediatez y la inexistencia del tiempo a la vez, siento
haber estado un año fuera de mi cuerpo.

Debo hacer unas llamadas.

-¿Quién es Joan Ledoux?, ¿por qué ahora y de
repente?_ estoy agitado, los espasmos de la ansiedad
no me dejan respirar bien.
-William, estamos buscándote por todas partes, se habla
de algo muy gordo, tienes que decírmelo absolutamente
todo, no acepto una negativa, tengo espías en que
vienen detrás de mí. Las autoridades están muy
preocupadas. Me tienes desprovisto y me están
acorralando.
-¡Consígueme pedazo de mierda datos sobre Joan
Ledoux! o hago dos llamadas, y sabes lo que puede salir


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


a la luz del día. Creo que no es mejor opción desechar
todos el tiempo de trabajo y servicio, como también tus
pagas para la jubilación, ¿eh? ¡mueve el culo!
-¿Por qué lo haces William? ¡tiras todos estos años de
investigación para nada!, no todos saben que destrozas
las ciudad entera, lo que preparas solo nos sumirá en un
caos total, el ejercito puede intervenir a partir de
mañana, y con ellos no hay opciones, William creo que
puede      ser   una    tragedia    con    consecuencias
imprevisibles.
-¿Qué he dicho? ¿lo has comprendido?, el que no tiene
alternativa eres tú...
-¡Necesito un cuarto de hora!
-Y no rastrees la llamada, no hará falta, tiene la línea
roja, solo quiero un correo a este teléfono, cuando sepa
algo de Joan Ledoux continuaremos, alguien me debe
algunas explicaciones.

Son las diez y treinta minutos, los segundos se mueven
según su orden, pienso, pienso, pienso, no hay
palabras, no hay imágenes, no contengo dolor, no hay
nada, es como si me hubiesen vaciado el contenido de
mi información, de mi alma, iré al Kaos, allí encontraré a
Gerard, me debe tanto o más que el maldito capitán,
aunque todo es posible, los subordinados subversivos.
Los letreros iluminan parpadeantes e intermitentes la
acera recién mojada de los camiones de limpieza de la
ciudad. Huele a desinfectante barato, continuo
transpirando como antes, todavía puedo sentir el efecto
del coctel de las cápsulas, ¿quién es Joan Ledoux?,
doblo en Rue des Pavillons hacia Rue de la Duée, al
cruzar me gritan desde un motocicleta, no puedo verlos,
los he golpeado, tiembla unos metros zigzagueando y


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recompone su equilibrio, por primera vez no intento
encontrarme con sus rostros llenos de sangre, solo
quiero llegar al Kaos, vuelvo a girar por Pixerécourt
hasta des Rigoles, haciendo esquina con Guignier. Hay
un gigante cruzado de brazos y con un tatuaje en su
frente, miro hacia arriba para dirigirme a él cortésmente.

-¿Gerard?_ pregunto amablemente, hace unas horas lo
derribaría sin diálogo, me aburren, son tan
pronosticables.
-¡Aquí no hay ningún Gerard! ¿por qué y quién
pregunta?_ su voz es mucho más obesa de lo que
esperaba, tiene un acento, no soporto el execrable
acento, prefiero que hable en inglés.
-¡Por favor retírese!_ creo no escucharlo bien.
-¿Perdona?_ ahora sí creo entender lo que ha dicho, me
estoy cabreando, esto no puede terminar muy bien,
pudo equivocarse.
-¡Qué haga el favor de retirarse señor!, no hay nadie con
ese nombre, lo invito a que se retire por favor._ habla
con una dificultad nerviosa, se traba, pero no me teme,
me preocupa que no me tema.
-No haré nada, no sabes de que te salvas, creo ... nada,
cuando Gerard mire por la cámara te preguntará, sabe
que lo que acabas de hacer, esto tiene consecuencias
muy graves, ha sido un error no preguntar gran
hombre._ me voy, no es el momento, no, Gerard seguro
me ha visto, matarán al gorila después, no es el
momento, necesito más de esas cápsulas, las tengo en
el bolsillo interno del abrigo, la luz me hace daño a los
ojos, no me siento muy bien, hace muchos años que
había perdido estas emociones, no reconozco a que se
deben.


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge




-Un agua mineral por favor._ el paquistaní me mira con
asco, ¿en qué nos hemos convertido París?, nos han
invadido por dentro, carcomidos, corroídos por el
oportunismo bacteriano o humano, se repiten las
acciones en la ingeniería de la naturaleza, que maldita
coincidencia. Estoy sentado en el parque, hay ruido
ambiente de coches a lo lejos, hay silencio con hojas y
viento en los oídos, me acompañan hombres buscando
hombres para follar en los arbustos, algún que otro
drogadicto y sus distribuidores sueltos. Ahora trago las
cápsulas sin disolver su contenido, me duele al pasar
por la garganta, sigue haciéndolo hasta el estómago,
tengo adormecido todo a su paso en mi intimidad
biológica, su efecto es instantáneo.

Si duermo no lo sé, se cierran... no veo a nadie,
recuerdo eso de jugar en los recuerdos, veo solo s
tienen a esa mujer sin rostro, mi padre me grita,
¡cállate!, el capitán, la corpulenta de la habitación, los
monjes budistas y sus... ¡cállate enfermo!, un sol
naciente, otro poniente, mi símbolo fálico con sus luces
de colores, que mierda de insectos, me cago en mi puta
madre que no recuerdo ¡los aniquilaría a todos!, ¡ay! no
es posible, ¿y mi cuerpo?... las bacterias, J32, ella, no
sé quién es ella, una piel tersa que no pude ver, perfecta
y aislada en aullidos de dolor, ese rostro en medio de las
llamas... desaparezco solo y apartado en una celda en
medio de unos jardines, espejos partidos, probetas, no
era mi padre ¿Joan Ledoux quién fuiste?... disparos
apagados que caen hacia abajo, nadie dispara hacia un
hueco negro en la tierra... hiervo por dentro, surge una
combustión que no puedo detenerte... tengo el calor de


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Elbio Aparisi Nielsen              Los trazos de Montrouge


mi fiebre, siento escalofríos, no puedo ver la hora, ¿la
hora?... no puedo contar números, lo hacía cuando era
niño, era mi manera de entender que dormía, ¿estoy
despierto?, ¡Joan! ¿me oyes?... hay alguna voz, ¿me
oyes Joan?... si sus... ¡cállate!, maldito hijo de puta, te
he matado, ¿por qué me miras así? ¿esperabas que te
deje vivir? ¡un padre no hace lo que hiciste!, ¿Qué
quieren? demasiados padres para un ser de existencia
demencialmente corta... ahora intentas perturbarme
desde dentro, ¡ya lo hace la naturaleza!, mi muerte es
para el resto, como las suyas para el conjunto, también
para quitarme la piel cansada y vieja, es otro vestido el
que me pondré después, no me reconocerás, no hay
padre que me haga olvidarte, eras y serás un muerto
entre los millones...¿señor se encuentra bien? ...
¿señor?, los trazos ... ¿quién habla?... ¿quién
eres?...¿Joan?... ¡señor!

-¿Se encuentra bien señor?_ me duelen los ojos, no
deberías de ser así, otra puntada más, como puedo
entre el lechoso blanco que me ciega y la fuerza de mis
pupilas intentando cerrarse por efecto reflejo veo su
sombra detrás del farol y el ruido de esos coches a toda
velocidad.
-¿Que sucede?_ me duelen los pies, los escalofríos
nuevamente, huelo a excrementos o junto a ellos.
-¡Señor está usted desnudo!, ¿llamo a una
ambulancia?_algo me dice que intenta... no puede haber
bondad sin consecuencias.
-¿Qué? ¿qué? ¿qué quieres?, nada de eso, ¡vete!,
¡déjame en paz!_ ahora puedo ver las luces del puente
y yo tirado en medio de mis heces o las de otros. -¡Vete
he dicho!_ no sé mueve, definitivamente quiere algo a


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


cambio, sigo desnudo.
-No me habían informado de tu actual estado, eres
patético, estás muriendo William, llevo buscándote
semanas, ¿donde están los trazos?
-¿De qué demonios hablas?, no hay tales trazos.
-Mientes, todos buscan lo mismo._ imposta la voz.
-Sí vas a matarme hazlo ahora, o morirás en unos
segundos... aunque._ comienzo a disgustarme.
-¿Donde están ..._ no me escucha, me arde.
-Seis, ¡te lo he dicho bolsa de huesos!, a quién disparas,
¿a la oscuridad? ¿qué se siente morir en la mierda?
come hijo de puta, come mis restos, son las sorpresas
de la vida que te agracian, ¿ahora quién es patético?_
se desangra y vacía , reviso su saco, enciendo su móvil,
pronto estará aquí.

Lo despojo de su vestuario símbolo social, intento pero
no puedo agacharme, ya me he caído dos veces, sus
botas me aprietan, mis pies hinchados son insoportables
al andar, debo encontrar a Joan... o al menos unas
respuestas, llevaba tiempo sin contener la ansiedad que
me gobierna... espasmos, tos, vómitos... me pego contra
el tronco de un árbol, respiro como me deja esta mierda
de cuerpo.

Gime, zumba y chilla el teléfono como una zorra en el
bosque.




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Elbio Aparisi Nielsen           Los trazos de Montrouge




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Son las once y media, se acerca la medianoche.

-¿Has conseguido lo que te he pedido?_ que Dios o
Dioses le ayude si no tiene algo esperándome.
-¡Te he llamado al cuarto de hora!_no soy paciente.
-No he podido hablar, ¡dime!_ suena angustiado.
-Tienes que ir dónde Isabelle Badinter, ella hablará
contigo Will._ tiene a algún cabrón oportunista
escuchando detrás, puedo oír como respira.-Te esperará
sola y en La Sourdiére junto a la iglesia Saint-Roch.
-Sí tienes alguien apuntándote detrás, al saludarme
hazlo con mi nombre completo, estaré alerta, si es una
emboscada y no me has avisado, date por muerto
pedazo de mierda._ el dueño de esta ropa llevaba la
razón, todo París unido quiere matarme.
-Allí te esperará en una hora, hasta siempre William
Fadaray._ lo matarán de igual manera, tarde o temprano
la manzana cae del árbol y nos golpea la cabeza.

Debo modificarme, renovarme, solo falta un cuarto de
hora para la medianoche, debo cambiarme, estoy algo
mareado para estar así de incómodo, si vuelvo a la
habitación estaré con suerte en menos de veinte
minutos, me da tiempo, quizás sea mi último viaje en
metro, es uno de los placeres que me apena perder en
algún momento, aquí algunos escritores mintieron sobre
sus historias de amor, la maldita época roja del amor,


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


que todo poseía adjetivos de un romance químico y con
una sola explicación posible, pero ahora solo son
cadáveres y prostitutas las que gobiernan la
nocturnidad. El cara de rata psicótico y soberbio si que
logró retratar a la humanidad dos mil años más tarde
aunque la realidad teme que pronto sus falsos
escenarios se vuelvan en un instante en un verdadero
cambio. Creo que ya no hay escritores en esta ciudad, si
hay alguno estará recluido en una oscuridad medieval.
Los pintores sufren un símil algo menos triste ya que
solo enseñan sus retratos de un color en las galerías.
Los museos ya no son los motivos del turismo
internacional, me siento algo culpable. La mancha
unitaria sigue siendo la ciudad capital mas visitada del
mundo, ahora por su libertinaje, ya no hay quién viva en
un sitio repleto de ojos electrónicos controlándolo todo
como sucede en Londres. Mi gran jaula de acero
carece de cámaras, la mafia, sus tentáculos ha
eliminado todas las cámaras, nadie tiene una, la justicia
no acepta como pruebas medios electrónicos, aquí la ley
del más poderoso pesa más que la propia torre de hierro
en desuso, ahora descolorida y con luces rotas que
siguen iluminando el origen sexual que nos caracteriza.
Por un momento pude olvidar el dolor de mis pies,
acabo de sentarme en el vagón, hay un tufo nocturno, lo
odio, vomitaría. ¿Qué tipo de evolución es esta?,
¿resignación?, levantaría el estamento de un soplido
con miles de voluntarios, quemaría toda la ciudad y la
refundaría. Voy a morir esta noche, puedo sentirlo, la
sombra que me domina por la espalda, quizás sea al
salir el sol mañana, dicen que podemos anticiparlo, lo
dicen todos los humanos hablando por el resto, es
probable que sea verdadero el populismo, debe serlo, mi


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


cuerpo está al filo de lo imposible, necesito algo que me
vuelva a fortalecer, al menos por horas. Estoy tan
tranquilo como el día de mi primer víctima, puedo verlo,
era una noche de lluvia, en la rue Rameau, era el
sobrino de un Serbio que traficaba con turistas para
prostituirlas en su país. Sentía nervios o ansiedad por
verlo desangrarse, el día anterior había encontrado el
cuerpo de su hijo descuartizado en el jardín. No lo
olvidaré jamás, suplicaba por su vida, sus gritos hasta
el último segundo, mientras le cortaba lentamente todo
su esculpido y atlético envase.
Acabo de descubrir un helada, son las doce, puedo oír
las campanas, es una costumbre sombría, estoy seguro
que hoy la helada negra sucumbirá en la tierra y hará
mella como es de su costumbre, hay algo que nos une,
el fenómeno y yo, un mal necesario, una helada invisible
y peligrosa que hiela la tierra por dentro y la oxigena
eliminando a los insectos por congelación, es un
fenómeno sin nieve visible, un frío incontrolable que se
dirige a la tierra sin enseñar más que la frigidez como
presencia haciendo el bien a la porosidad de la tierra
pero no a su vegetación. Yo soy esa helada negra y hoy
reaparece para acompañarme, me siento aliviado y
gélido, frígido o glacial.
La habitación está exactamente como antes, han
pasado solo unos minutos, he pensado mas que
semanas enteras, me impresiona la velocidad de los
pensamientos, termino de cubrirme, mi abrigo, mis
guantes, mi pistola, estoy vestido. Mantengo toda la
habitación oscura, los letreros iluminan mejor.

-William, alguien se acerca._ su lexía reaparece.
-¿Quién eres?_ puedo sentir los pasos como latidos


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


apagados.

Son las doce y nueve minutos, me restan veintiún
minutos, el trayecto es algo más largo, debo viajar en
taxi, odio a los infelices que los conducen, algún
voluntario me llevará hasta la Sourdiére.

-Acércate a la ventana William..._ me guía, ha
desaparecido nuevamente, su voz es...

Destruyen las puertas, los disparos me peinan a
milímetros en medio del vuelo y el viento de las cloacas,
el hedor, el aire en mis nariz, el fresco en mi cara, toco
el asfalto, acabo de recomponerme de la caída, un
Honda Accord viejo está aparcado ,no hay opciones, su
conductor, está follando con una de las prostitutas
esclavas.
-¡Suéltala!_ chupa sus pezones compulsivamente, su
posición fetal lo devuelve a su niñez, ella cuenta los
minutos que le quedan, me repugnan.
-¡He pagado por esto cabrón de mierda!_ creo que no
me ha visto, disparo en la frente de la puta que me mira
con la cara invertida desde el asiento de acompañante,
veo su boca abrirse al revés, ha muerto mientras un
hombre casado con hijos le chupaba los pezones.
-¿Qué has hecho?, no..._ los disparos se acercan.
-Ahora tu dinero ya no vale, conduce homínido o
mueres. Me gustaría hacer una película Gore con este
sujeto de gafas y pelada de simio, es que me encantaría
azotarlo, poner una pirámide en su culo hasta perforar
su vejiga. - Gira aquí, sigue por la avenida de L Ópéra,
ahora por Rue des Pyramídes y luego a la derecha por
Rue Saint-Honoré. ¡Rápido bolsa de fluidos!, reza


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Elbio Aparisi Nielsen               Los trazos de Montrouge


porque no toque tu frente, reza por no desear nunca
más a una puta, piensa en tu Dios excremento, ¡reza
hijo de puta o toco tu frente!._ su pene es pequeño, su
estómago tiene el tamaño de un embarazo anticipado,
suda y no deja de rezar en voz alta. -¡Más alto inútil! juro
que si dejas un segundo de rezar te dejo inmóvil aquí
mismo.

Se detiene en la Sourdiére, junto al restaurante hay un
tienda de modas llegando a la esquina, es una calle
extremadamente angosta.

-Ahora seguirás hasta tu casa, dejarás las llaves, te
meterás en la cama junto a tu mujer y la follarás, ¿me
has oído bolsa de mierda?, irás a tu mierda de oficina y
renunciarás, como sepa que no lo has hecho, morirás en
unos días, no sabes quién soy ¿verdad? _ me niega con
su cabeza sudando mucho y sin mirarme, la cobardía es
un elemento de supervivencia que dilata lo inevitable, es
la primera vez que doy otra oportunidad, quizás porque
su daño es reversible... aunque en unos segundos...
cree desvincularse de su error, está vivo.

Los disparos estallan los cristales, puedo abrir la puerta,
al caer veo como muere en una lluvia de acero viajante
el gordo de gafas, no puedo controlar el destino, todo lo
que me cruza muere, soy la helada negra, detrás mío
llegan los grupos que se disputan mi cabeza, debo
hablar con ella, no soporto la ansiedad, sudo más que
antes, más que el gordo pajero de gafas.




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Elbio Aparisi Nielsen            Los trazos de Montrouge




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Entro al restaurante lóbrego, opaco y oscuro pero no
tenebroso, sus mesas vacías están laminadas con
polvo, no hay olor que revele un movimiento anterior,
lleva cerrado al menos unas semanas, es natural, la
violencia produce el efecto cueva, nadie consume de
noche, las calles son corredores de ratas envenenadas
buscando víctimas, como en Edimburgo por estos días.

-¿William?_ su voz tenue, sus vocales dilatadas dictan
mi sentencia, algo me llama a ella pero me hace
desconfiar, llevo al menos una década de tolerancia,
angustia y padecimientos.
-¡No des un paso más o lamentarás haberlo hecho!,
¿Cuántos me rodean? ¿¡Cuántos me rodean intrusa!?_
no puedo oler correctamente, vuela y hace contacto la
sangre del gordo de gafas con mi sentido más activo, se
suman los motores de mis cazadores, su perfume, algo
de que... camina.-¿Qué? ¿quién mierda habla?
-Nadie William soy yo, aquí estás a salvo, sígueme, no
hay nadie, confía, pronto llegarán, no tenemos tiempo,
debes seguirme._ veo su sombra alejarse hasta la
puerta llena de luz al final del comedor, hay una
escalera, puedo ver sus piernas, su falda es larga y de
un color claro, me acerco mientras ella sube, veo su
espalda cubierta, lleva colores claros, hacía tiempo que
no sentía esto, no puedo saber que es lo que se
expresa. es una emoción pero no logro clasificarla, es


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


imposible identificar el cúmulo de expresiones químicas
que me rodean. Detrás despedazan todo el escaparate,
la madera suena apagad, distinto al deshacerse en
miles de partes, es música en movimiento, llegan los
restos a mi espalda al igual que el viento de sus balas,
aspiro, expiro, brioso, afanosamente vivo, transpiro otra
gotas más que antes, estoy íntegramente húmedo,
contradictoriamente me cuesta subir los escalones,
como si las sensaciones fuesen envasadas al vacío,
seguramente la caída de hace unos minutos me ha
dejado secuelas... la frente de la puta con el agujero, el
gordo estalla desde el cerebro, veo un agujero gris,
estoy vacío... camina, se cierran las puertas conforme
subimos, no creo más que en mis pasos.
-No pienso seguir otro centímetro a menos que me
expliques que es todo esto, ¡se han cerrado tres putas
puertas!
-Restan al menos otras nueve, William es importante
que continúes, sigue tu instinto, no hay peligro, no
represento ningún peligro, allí fuera eras carne del león
que te busca hambriento._ su voz me amansa como a
un perro, no me atrevo a cuestionarla, me da paz, una
increíble paz... al menos gano tiempo. Son las doce y
treinta y tres minutos. Se cierran otras seis puertas, el
estruendo hace su eco viajero, delata que son de otro
material, el fragor de la guerra me desestabiliza, soy
menos fuerte.
-No puedo seguir, me has jugado una..._ quisiera
escupir todos los insultos que se me ocurren.
-No William, debes continuar, solo quedan dos..._ cierro
mis ojos, abro mis pensamientos.

... un sonidos que me golpea... soy yo de niño, mi padre,


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Elbio Aparisi Nielsen            Los trazos de Montrouge


no es mi padre, veo su rostro distorsionado, una mujer,
su rostro no concuerda, mis padres, los anteriores... el
sonido de las cadenas de Canterville... cara de rata, un
personaje blanco cae por un barranco negro hacia los
mil metros que lo comen abajo, a un fuego primigenio...
miles de colores... líquidos... la veo, tiene su rostro
tapado por la oscuridad, veo sus piernas... no es un
sueño William, no es ... una habitación... pero,
¿dónde?... pudimos bajar y subir, no sé a que altura
estamos... no huele a nada... un grito ahogado en un
recuerdo irreproducible, el cuarto es blanco inmaculado,
el oxígeno es puro, huelo a ... no huele a nada... huele
a...esta vez la nada huele a nada, la última luz no me
permite más que apreciar un fragmento de su cuerpo,
las piernas limpias... claras y posiblemente viejas.
Camina hacia mí, contengo la respiración y se me calla
el alma o el cerebro no emite sonidos. Quiero verle el
rostro, cada una de las potentes luces fluorescentes
parpadean, sincronizadas se apagan acompañando sus
pasos, la oscuridad reina su medio cuerpo, no puedo
verla... me siento algo menos mareado, pero la
elevación de mi confusión me devuelve al mareo.

-Descubre tu rostro ¿Quién eres Isabelle?_ hablo y me
descubro distinto,posiblemente menos dañado, pero aún
siendo un incomprendido ser sin memoria. Mis instintos
se anulan, aquí no hay tiempo.
-No puedo William Faraday, de verdad lo siento, llevo
esperando décadas este momento.
-¿Décadas?_ no es posible, creo que exagera.
-No puedes ver su rostro, no hay espejo que refleje tu
rostro, no lo reconoces, es ajeno a ti el tiempo._ se
dirige a mi con una seguridad protectora que jamás


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Elbio Aparisi Nielsen               Los trazos de Montrouge


había permitido, roza la impertinencia, pero se lo
permito, quiero saber que es lo que conserva.
-¿Qué crees saber de mí?, estoy descompuesto por
dentro, pero mi juicio sigue intacto, ¿quién crees que
eres?, enciende todas las luces, ¡descubre tu rostro!
quiero verte, así solo representas la oscuridad de la que
careces.
-Toda la materia se descubre con la luz, que son parte
de sus juegos privados, no todo se halla en el terreno de
lo inteligible, la oscuridad detrás de lo iluminado nos
hace binarios, tu no eres binario William, tu eres un ser
elevadamente complejo, no lo sabes, no reconoces tus
actos, te undes en las cloacas de tus propias miserias y
culpas al resto desprovisto para aliviar la culpas de tus
futuros actos. Creí que nunca llegaría este momento,
llevo una vida de lágrimas, ¡logra realizar la turbulencia
de todas las combinaciones!, has llegado aquí por el
uso fortuito de las intenciones básicas, del instinto carnal
o el lamento de una bestia libre que no sabe como vivir.
-¿De qué hablas Isabelle?, ¡vamos! dime tu nombre...
descubre tus nombres._ mi ansiedad no me deja hablar
claro, necesito espacios de tiempo entre mis palabras.
-Yo soy tantos nombres tienes, William Faraday... no
sabes cual de todos ellos eres, no comprendes por qué
has llegado aquí, los nombres..._ caen gotas y abro la
boca para recuperar aire puro.
-Debo volver a la ciudad, me espera una larga noche,
todos claman por mi cabeza, quieren exhibirla
victoriosos, voy a destruir a todos los focos, voy a
apagar las luces lineales de esta maldita ciudad
infectada y estropeada.
-No comprendes William, Joan ..._ahora devela lo que
tenía entre manos, allí fuera rugen los hierros de las


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Elbio Aparisi Nielsen             Los trazos de Montrouge


estructuras, destrozan todo y yo aquí... debes oír.
-¿Quién mierda es Joan?, ¿qué sabes tú?_ quiero
moverme, no me permite la camilla blanca, estoy
suspendido amarrado entero... se mueve, las luces se
encienden y apagan mientras ella lo hace, me infunde
respeto, por momentos su...debes oír.
-Joan Ledoux... William esto es muy difícil para mí,
debes comprender que ... no puedo excusarme, hoy es
el momento, antes no habría sido posible, quiero que
comprendas esto, antes eras un arma disparando con
infinitas descargas de furia, la ciudad ha conocido la
tránsito a la supresión y éxodo contigo William, es cierto
que hay un orden que impera entre nosotros, pero
desconocemos la fuente o la médula. Joan era un
químico del instituto Suizo, había descubierto ciertos
patrones en uno de sus cócteles que...
-Yo he matado a ese infame, fue mi tercer víctima lo
recuerdo muy bien.
-No, no es ..._ su voz se entrecorta y mantiene sus
palabras con la misma energía.
-¡Fue!, lo he matado con mis propias manos, cuando
eran sanas, sus malditos químicos me deshicieron la
sensibilidad, la rata experimentaba con humanos, no
podía dejar que eso llegue a la civilización. No
comprenderías exactamente... sus intenciones, no era
justo, había tanto por hacer... pero sus planes se
orientaron en un camino similar al mío, la diferencia es
que yo no era un enfermo mental_ la busco entre las
sombras es imposible, aunque lo intente no puedo ver
sus ojos, solo con ver un trozo reconocería el resto,
sabe con quién habla, de solo ver un trazo de sus
retinas sería una pieza de mi vasta colección.
-Joan hacia lo correcto, trabajaba en una cura, la


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  • 4. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge Aparisi Nielsen, Elbio Fundido en tres partes. Vizcaya, España, 2009. 203 págs. 21x15cm. ISBN 978-987-02-3646-7 1. Narrativa CDD 863 Hecho el depósito que prevé la ley 11.273 2009 Copyright todos los derechos reservados. ISBN 978-967-02-3656-7 4
  • 5. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge A la humanidad... ese mal que duró dos segundos geológicos. 5
  • 6. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 6
  • 7. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge Prólogo Nada es lo que parece y no es lo más importante, ya que la ansiedad que genera la esfera interna de William Faraday nos obliga a continuar. Porque estamos leyendo sus pensamientos desde en un proceso real de comprobación entre lo que es y no es, en su realidad unilateral. Amigos míos no desesperen en los primeros capítulos ya que todas las acciones son justificadas y hasta el final del epílogo no comprenderemos cuales son los reales motivos detonantes, incluso el camino a seguir queda abierto. Contradiciendo todas las reglas de publicidad con mi comentario sobre los primeros capítulos advierto que me ha sorprendido sobremanera la conclusión de la novela y lo que me dejó de reflexión a nivel personal, veo la humanidad con otros ojos, afectado particularmente por su visión repleta de ira y desenfreno pero también con su pronóstico para el futuro que es esclarecedor. Realmente es para hacer volúmenes extendiendo y desarrollando las psiques de cada uno de los personajes y la situaciones que hilvanan una trama, que a fin de cuentas es lo que esperamos de un libro, una película o una melodía. Todo es un entramado en el arte, en la física cuántica e incluso en la arquitectura del universo. Recomiendo esta novela a personas que quieren sentir asco y aversión por lo que leen, como así un estado de enamoramiento enfermizo, seguido de una desilusión 7
  • 8. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge galopante que perdurará hasta leer el epílogo, supongo, ya que a mí personalmente me ha develado un poco de luz ante toda la historia. No es un libro incómodo por su dinamismo, aunque los sentimientos se encuentren con la moralidad sugiero continuar, al final es como un buen vino. Hoy he querido ser directo, amigable y sin codificaciones para invitarte a leer mi obra, pero creo arrepentirme de todo lo que he escrito, ¿sabes lo que te digo?, si quieres leer una historia de un apasionado con visión global creo que no vas a perder el tiempo, si lo tuyo es buscar evasión, mira cinco películas premiadas por algún oso o concha de mar y come palomitas que es lo que te perderías leyendo. Hoy es un día de verano y ha tronado muy fuerte, llueve y hace frío, las playas están desiertas y yo tengo un hambre de mil demonios. Un día de junio del 2009, Elbio Aparisi Nielsen 8
  • 9. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 9
  • 10. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 10
  • 11. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 1 Solo pido que lleguen los dos hombres con las cintas rojas, es la señal, me preguntarán si tengo un teléfono, yo les contestaré que en el servicio. Estoy en medio de la estación Les Agnettes, suda mi frente mientras oigo los altavoces nombrar otra salida, el reloj enorme y blanco se halla arriba mío dando las seis en punto, es la hora, si no los veo en dos minutos debo desaparecer, los hombres de azul me encontrarán y será el fin de mi viaje. Falta solo un minuto y me sudan ahora los pies también, siento los zapatos mojados, acomodo mi cabello húmedo en la cara. Tocan mi hombro izquierdo, me sobresalto, son ellos, respiro al menos aliviado, ahora comienzan los verdaderos -bien actuados- nervios. -¿Tiene un teléfono?_ yo debo señalar mientras digo mi texto. -¡En el servicio!_ marchan mientras yo sigo en mi dirección, viro en la primera cabina de periódicos, vuelvo hacia el servicio, los veo entrar hace unos instantes, caminan rectos, parecen gemelos. Abro la puerta del baño público con toda la naturalidad que puedo, no miro a los lados, solo abro la puerta y espero que no me maten rápido o crean eso al ver mi supuesto rostro inexperto. -¿Tiene la clave?_los golpearía sin teatro. 11
  • 12. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -No, no la tengo, solo me han dado cuatro palabras. -¿Cuales William?_ me ha llamado por mi nombre, lo saben todo, aunque no saben nada. -El trazo de Montrouge._que no sea otra pérdida. -Tienen el trazo._ le dice al otro, su compañero lo mira asustado como si hubiese nombrado a un muerto. -¿Puedo marcharme?_ debo mantener la postura, debo oler a miedo, no sospechan. -¡No!, cierra la puerta maldito._ me agarra del cuello con muchas fuerzas, no puedo respirar, aunque es para darles una función de sensaciones. -No he dicho nada, solo soy un pintor más, otro de los cientos que han muerto, por favor no me hagan daño, tengo una familia._miento. -Calla pintor o te mataré de la peor de las maneras, sufrirás... y no quieres sufrir._ no sabe de lo que habla, sufrir es mi aire, el dolor me produce placer. -No, eso no, ¡haré lo que pidan!, pero eso no, solo soy un pintor más... no me..._ voy muy bien. -Dirás que no nos has visto, lo sabremos si nos siguen, si sentimos que están detrás nuestro morirás por la ley del talión, de lo contrario vivirás para contarlo, al fin y al cabo solo eres un pintor, quedarán solo unos pocos en todo París... debes cuidarte._ otra nueva pérdida de tiempo, son farsantes, malditos drogadictos, no soporto las ventajas y las mentiras juntas. -Ellos no los seguirán, lo aseguro._ no hay nada que aprovechar, no tienen ni la más remota idea de lo que hacen, no estoy de humor pero les perdonaré la vida, quizás sean de utilidad. -Marcha sin mirar hacia atrás o juraremos venganza, nuestra unión ha destruido a miles de los tuyos en la historia, hoy vives pintor._cree que es una película de 12
  • 13. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge miles de años de mentiras y engaños, está alucinando, se creen fuertes. No hago sonidos, no quiero líos, ahora mismo me alejo recto, pero si me siguen morirán. Estoy agotado, hoy no tengo una buena noche, llevo mucho tiempo queriendo dar con esos cabrones, son golpes invisibles, abren puertas y las cierran, no logro dar con los malditos que tienen los trazos, comienzo a rellenar mi impaciencia con odio. La gente no repara en que los estudio, me dan asco, absolutamente todos, aunque sea uno de ellos los aborrezco, malditas termitas comiendo. Debo tomar un poco de aire. Sacan fotos con sus cámaras nuevas, quedan pocos en la cuidad, ya no vienen, es el barrio peligroso de Europa, la ignorancia colectiva causa efectos insospechados. Algunos gritos me incomodan, me alejan de mis pensamientos, las sirenas nuevamente alertando a la ley del orden que impere con todas sus fuerzas, se debilidad es evidente, no hay nadie que contemple la ley como una orden, la oyen desde la indiferencia como un mal consejo. Trabajo para todos y no soy nadie en este inmundo soborno, me piden favores y yo los ejecuto a la perfección. 13
  • 14. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 2 No he mirado atrás, por momentos puedo ser capaz de reproducir ojos y voces que no existen, la noche altera mis sentidos, tengo algunos apuntes mentales que debo guardar. Me llaman, son ellos, nuevamente, los escucho, mantengo el silencio para develar sus posiciones. -¿Has hecho lo que acordamos William? -Se lo han tragado todo, ¿estás detrás de ellos? -No, los hemos perdido. -¿Que mierda es esa? ¿cómo que los han perdido?, inútiles, son piezas reglamentadas, sabía que pasaría esto, no puedo confiar mas en el equipo, dile al capitán Ros que se ha acabado, no seguiré exponiendo mi identidad. -¡No puedes abandonarnos!, sabes el trato, tu... -¡Calla idiota!, no lo nombres, si lo haces mueres, malditos, -No tienes alternativas, debes aplicar la ley amigo. -¡Calla uniformado!, no conoces esta ciudad, esta jungla de acero no te corresponde, las putas que tienes detrás, ¿puedes reconocerlas idiota?, claro que no, toda la maldita ciudad corea mi nombre y no lo oyes, mi red me lleva a todos los cabos sueltos, a todas las preguntas. Como vuelvas a extorsionarme mueres uniformado. Las luces de los letreros y el hedor me persiguen, llevo esta vida hace tanto tiempo que no recuerdo mi 14
  • 15. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge verdadero nombre, me han nombrado, se han equivocado, lo sabían todo de mí, aunque sea erróneo me preocupa, es la primera vez que sucede, pueden estar a un paso de descubrir quién soy realmente. No temo, lo tienen imposible, solo mi... no, no hablará nunca, no es de esos débiles enfermos, no es parte de esta ciudad, mi ciudad. Tengo de su personalidad mi maldad impune, su arte de la muerte y la no existencia. Subo al metro, están preocupados por sus trabajos, tienen los rostros de animales enjaulados en un Zoo, puedo verlos girar una y otra vez, aburridos de si mismos, callados por no ahogarse en su miserias, sus mentiras. Vienen unos niñatos, gritan, amenazan, otra noche agitada en mi ciudad, veo que faltan al menos nueve estaciones, significan dieciocho minutos de pura satisfacción. -¿Qué hacen? -¿Qué quieres viejo?, ¡piérdete!, ¡ven puta!, chúpala mojita sudada. No suman doscientos años los nueve juntos, uno por estación, será divertido, el maldito uniformado, ignorante. -¿Me ves viejo? ¿eh?, luzco como un viejo, pero mi vitalidad se alimenta de niños parecidos a ti, ven. -¡Viejo de mierda!_ corre hacia mi, pobre niño, que pronto va a dejar la vida. -¿Estás seguro niño?, si sigues no podrás follar, nunca. -¡Vete a la mierda!_ se acerca mientras me levanto, me agarro a la barra de acero junto a las puertas de salida, el resto de gente me mira, se olvidan por un momento 15
  • 16. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge de sus trabajos, de sus miserias, hablarán de las mías. Golpeo su corazón, suavemente, puedo sentir el subidón de energía, me hago más joven, llevo unos días sin matar, es un buen comienzo. Hemos pasado la primer estación, voy sobre lo previsto. Comienzan a gritar desesperadas dos ancianas, antes no se han escandalizado por la pronta violación de la centroamericana. -Uno por uno, ¡cuenten!, cuando muerda el próximo cuenten hacia atrás, serán dos minutos, ni más ni menos, dos minutos entre la vida y la muerte. ¡Hagan sus cálculos malditos! Las ocho muertes serán exactamente como las he planeado, el segundo deja de respirar con mi zapato en su cuello y desangrándose, al tercero lo he hecho sufrir algo más, rompí sus piernas y brazos, lo he dejado ver la muerte de su amigo mientras el cuarto golpeaba su rostro contra el cristal de la ventana el tercero moría, al quinto le he hundido los ojos y roto las costillas muriendo por dentro, gritando como una puta. El sexto ha volado contra la pared del túnel, he podido escuchar sus huesos romper contra las ruedas del metro. Al séptimo alarmado lo he levantado con una mano del suelo, mientras me imploraba llorando por su vida, golpee sus genitales dos veces, mientras vomitaba golpeé su rostro contra la cabeza de su amigo muerto, para mí el segundo, para él su amigo de toda la vida. Con el octavo no tuve creatividad simplemente he disparado en su pecho unos cuatro impactos lo que ha hecho encajar los últimos dos minutos más intensos y diabólicamente placenteros de la noche. -¡Hijo de puta!, a mi no me vas a hacer nada, si intentas 16
  • 17. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge acercarte la mato, le corto el... -¿Y ahora niñato? ¿rápido eh?, pues no seré rápido contigo. -¡Déjalo!, ya han muerto casi todos, déjalo vivir, que se encargue la..._ me dice una pobre vieja insana. -¡Te callas o mueres!, ¿y ahora quién es el hijo de puta? Los gritos me excitan, puedo eyacular sobre sus cuerpos, no me importa hacerlo, son muertos. Al noveno, simplemente lo he destripado, he abierto todo su torso, he dejado que sienta su cuerpo deshacerse mirando a sus amigos. Sus gritos resuenan hasta el corredor, pronto los voy dejando, estoy limpio, noto una línea en mi mano izquierda, chupo, no soy un vampiro, no tengo aspecto de un vampiro, su sangre simplemente es un trofeo. Al subir noto el cambio de la temperatura, cierro mi abrigo, la oscuridad reina, suenan sirenas, creo que las activan para parecer contrarrestar los actos delictivos, son indefensos, como niños con pistolas de aguas, no están hechos para la muerte, yo sí, vivo soñando encontrarme con la muerte, pero solo son sueños, malditos anhelos fantásticos. El portal está lleno de jeringas sucias, chiflo, tiran las llaves del tercero, puedo cogerlas sin mirar, al mismo tiempo chequeo la zona, reviso sus rostros, huelo el ambiente, se respira la misma escoria suelta de siempre. Abro el portal, huelo un rastro, no puedo precisar que es, en el ascensor puedo sentirlo mas cerca, viajo solo, no hay nadie junto a mi, se abren las puertas metálicas en la séptima planta, mi planta, al menos desde hace un tiempo prudencial. Suelto las llaves por el tubo, ella está a todas horas en 17
  • 18. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge su piso, mirando su televisión gigante comiendo como una cerda asquerosa y bonita, muy bonita de cara, como todas las gordas. -¿Has viajado bien Will?_ su voz... -¿Cómo has llegado aquí? -Junto a ti. -No puede ser, tú no tienes que estar aquí. -Es tu padre Will. -¿Que sucede con él? -Está muriendo William, tienes que ir, te espera, dice que hay temas pendientes que resolver... -¿De qué coño hablas? -Te espera, cuidaré tus espaldas hasta llegar a la prisión, hay mucha gente que quiere verte muerto Will, la guerra ha comenzado y no te has enterado. 18
  • 19. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 3 Mi París fálica hace sus juegos de luces, los turistas disfrutan como mogólicos las secuencias lumínicas, viajo en metro, no dejo de navegar mi ciudad nunca, siento estar en sus venas, en su organismo vital, aquí puedo ver sus rostros, su interior, sus miserias. "Rue de la Santé 42, 75014 14éme Arrondissement", miro el papel sucio en mis manos, y noto como intentan leer mi nota, a mi derecha, siempre hay fisgones merodeando. -¿Has visto el contenido?, ¿has leído?_ estamos enjaulados como hormigas, somos zánganos, solo aprieto en su nuca, ha muerto despierto, parece dormido, no puedo permitir dejar de ser invisible, le he pagado a la gorda, hemos acordado otro sitio seguro, ni ella lo sabe, hay tres cadenas de personas, simplemente me descubren y mueren 27 personas, fantaseo algunas veces cuando estoy aburrido que entran por la puerta y tengo la excusa para realizar una verdadera masacre sin sentido más que el placer por el hecho mismo, pero son solo fantasías. Los sudores del resto se han hecho uno, llevamos al menos un cuarto de hora viajando, es repulsivo. Hoy es un día festivo, miles de personas se movilizan en el centro, todo explica el vagón repleto de inútiles engranajes capitalistas. Bajo en Saint-Jacques, llevo años sin volver a este sitio, unos guardias hablan, no sé si es sobre mí o sobre ellos, no puedo permitirme una duda suelta, puede ser un efecto mariposa. Han muerto sedados por mi guante blanco. 19
  • 20. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge El edificio sigue igual de viejo y medieval, me recuerda los antiguos mataderos, es que no es mi edad, mi tiempo y mi espacio el que me determina, simplemente pude ver ciertos sucesos indescriptibles, hechos que consolidaron el capitalismo tal y como lo disfrutamos, repleto de prisiones, muerte y violaciones, hay días que fantaseo con mi culpa, en esos días simplemente me retiro a la contemplación. En la lista de instrucciones leo sobre las sospechas de tráfico de estupefacientes, también sobre las horas de visita, y las monedas que debo ingresar, ni mas ni menos, solo para invitar refrescos, sonrío mientras el guardia me cachea. -¿Trae objetos punzantes? -No. -¿Drogas? -No. -¿Cuanto dinero tiene en los bolsillos señor? -Unas monedas, para un solo refresco._ mi guante blanco me pide que lo use, debo comportarme. -¿Que relación tiene usted con el recluso? -Amigo lejano. -Solo podrá estar una hora, ahora debe entregar su documentación, orden de visita, y llave de la taquilla. El resto de llaves, teléfono u objetos debe dejarlos en las taquillas del centro de visitas. -Solo llevo unas monedas y un guante blanco._ es un guante blanco fino, recubre solo cuando es necesario mi otro guante de cuero marrón, esos siempre van conmigo, nunca toco mi rostro con mis guantes, los restos podrían enviarme al hospital, y no hay hospital que entienda mi cuerpo. 20
  • 21. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge Un perro se acerca con otro guardia, ya son tres los que me rodean, estoy realmente incómodo, si mueren es por su ineptitud no por mis nervios. El maldito perro ladra y me daña los oídos, son muy sensibles mis oídos, son musicales. Huelo su miedo, se calla, perro inseguro, rodeado de guardias reconoce que no debe alertarlos, no es un perro estúpido, se acerca, me huele el abrigo y se sienta a mi orden. Los guardias lo golpean, le gritan, prefiere los azotes de sus amos a mi toque certero. Leo un letrero mal iluminado, " Si se sospecha que alguien está traficando con drogas: Se llevará a cabo un cacheo más profundo. Se le ofrecerá una visita a puerta cerrada. Se dará por finalizada la visita. Se llamará a la policía para que lleve a cabo un registro pormenorizado." Se hará todo lo posible para que la persona sea acusada de "posesión con intento de distribuir". Sus cargos, acusaciones, sus etiquetas legales, recuerdo cuando esto no existía, la ley del talión, el ojo por ojo, la venganza, todas esas reacciones tribales y efectistas eran mejores, mas directas. No había un foco donde criarlos, ellos morían, la maldad se guardaba en la muerte, la maldad se esparcía en nombre de Dios, de una nación religiosa fundamentada por el pensamiento mágico de la salvación de sí mismos, bestias por bestias. En otro letrero: "El delincuente y su visita(s) normalmente se sientan uno delante del otro en una mesa en una sala abierta, en la que se encuentran otros 21
  • 22. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge delincuentes y sus visitas. El contacto físico entre el delincuente y su visita solo es permitido brevemente y al final de la visita. No podrá moverse el delincuente de su silla." Ahora lo bueno. "Una visita puede ser a puerta cerrada si existen dudas de que dicha visita suponga un riego para la seguridad de la prisión, o si existe un riesgo de que se esté llevando a cabo una actividad inaceptable o ilegal durante la visita, como por ejemplo el contrabando de drogas. Durante la visita a puerta cerrada el delincuente y su visita podrán hablar mientras permanecen sentados cada uno a un lado de un panel de cristal. Siempre serán registrados, una y otra vez." Estoy frente a dicho cristal reforzado, no hay teléfonos, la habitación está a oscuras, siento detrás al guardia que he podido ver con su perro, pero siento que hay muchos más. Pienso que me he metido en mi propia tumba y he tirado la tierra húmeda sobre las maderas, hay al menos catorce guardias movilizándose, si se atreven a tocarme morirán, no lo saben pero morirán, espero que no sea esta la ocasión, solo quiero dialogar con mi padre, mi último padre o quién dicen que lo es. -Has llegado, te han contactado, eres difícil de ubicar hijo. -Repite esa palabra y mueres, padre. ¿A que he venido hoy?, estoy sudando, eso no es bueno, siento al menos una docena y media de guardias rodeándonos, si es una trampa morirás tu también, padre. -Es una simple visita, nadie sabe realmente de mi vida, soy fuerte, han intentado hacerme hablar. -Tu rostro me enseña al menos treinta y dos cortes anteriores... y uno reciente. 22
  • 23. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -Es que lo hacen siempre, mi cuerpo está destrozado, no voy a descubrir mis dolores existenciales, son minutos valiosos y reconozco que haces un esfuerzo en estar aquí dentro. -Sin dudas. -Estoy enfermo. -Eso me ha dicho la voz. -Me quedan solo unos días, ellos no lo saben, sino harían de mi cuerpo un Jesucristo. -Qué infame, sus técnicas de mago eran Asiáticas, pobres incultos, me conformo con su mirada justo antes de entregarse a su padre, buscó a su alrededor desesperado y clamando ayuda, me parece gracioso, patético... creo recordarlo. -Solo quiero que sepas la verdad, tu sabes muy bien que eres mortal, tu falta de miedo hace que pierdas el control, hijo... perdona, no lo repetiré, es que tienes un conocimiento que no es común, a veces cuando eras pequeño simplemente llorabas por el castigo que suponía verte inmortal al hablar, no pude explicarlo y no lo explico todavía, tu sensatez con dos años, todo ha marcado mi vida, entiende que los trazos de Montrouge son más importantes que todos los negocios de París entera, todos los pintores murieron y mi muerte es inevitable, debes hablar con el ilustrador, el tiene mucho de que hablar contigo, la clave está en él ,hijo. -¡He dicho que no me llames así maldita mierda!, ¡no eres más que otra marioneta para dispersarme! ¡diles desde el otro lado que nadie me aleja de los trazos por nada del mundo!_ lo ha hecho tres veces, si quiere morir es el momento. Destruyo el cristal como deshago su rostro en sus picos imperfectos, hundo su cuello en ellos y con mi mano 23
  • 24. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge derecha giro su cabeza para que me mire, en su última aspiración de oxígeno, me recuerda al crucificado, su misma desesperación, sus ojos pálidos. La docena y media se abalanza sobre mi espalda, unos caen al tacto otros me miran con sus armas empuñadas apuntándome a la cabeza. -¡No hay nada que hacer!, soy viejo, joven y la muerte me divierte, ¿quién es el primero uniformados? ¡amo degollar uniformados! -¡Un paso más y dispararemos señor!, ¡no se mueva!_reconoce que es su final. No tengo mi arma, solo llevo mi guante blanco, y algunas otras telas adherentes. Lanzo dos hacia sus rostros, disparan y mueren, son unos segundos. Miro al que dicen que es mi padre, el último hijo de puta que quiere quitarme del camino. Si piensan que me escaparé, se olvidan con quién tratan, quiero irme de este sitio, huele a miedo, no soporto el miedo ajeno, me avergüenza, deberían saber que clase de riesgos asumen al firmar sus contratos miserables... todo por sus hijos. Me esperan al menos sesenta uniformados y una sirena, oigo los gritos de los reclusos. Cojo sus dos armas y cruzo mis brazos, el corredor se ilumina de fogonazos, me quedan al menos treinta metros de recorrido, ahora es cuando debo correr, hay tres puertas que me impedirán la salida. ... 24
  • 25. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge No me pregunto cómo he salido, llevo sangre en mi abrigo, lo ha teñido de tejidos, ¿el ilustrador?, en algún momento oí el mismo mote en boca de mi otro supuesto padre, en alguna mañana de mi niñez, es difuso, hay mucha información con ruido, debo volver a mi habitación, la nueva... creen que tengo algún trastorno paternal, se empeñan en convencerme de su existencia con copias baratas. Desnudo, chupo de mi brazo izquierdo, succiono una gota de mi sangre, pronto hará el efecto, el agua caliente quema mi espalda, continua siendo de madrugada, debo encontrar al ilustrador en unas horas, pero primero necesito ubicar esa mañana de mi niñez. Han muerto al menos setenta uniformados, mañana será noticia del periódico marioneta, jugarán a intentar saber quién ha sido, divulgarán una historia, escribirán libros, Jack no era mas que simple enfermo, vigilaba sus pasos, hoy es historia, un clásico... quizás no haya mañana que inventar. 25
  • 26. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 4 -Tienes una llamada en el teléfono móvil, es importante._ otra vez su voz en algún punto. -¿Qué haces aquí? ¿te lo ha dicho la gorda?, mañana será carne de pájaros._ la ventana está abierta, ha sido rápido. El sol abre caminos entre la oscuridad, deberían de haber miles de bolas incandescentes en el frío y vasto universo. La suma de todas las posibilidades de Sagan. Marco el número que dice mi móvil. -Han hecho una llamada a mi número, quiero saber con quién hablo, de lo contrario averiguaré quién eres, nadie debe tener este número._no es un buen momento para cabrearme. -Mi nombre es Yves Bourne del laboratorio ZymeQuest, tenemos los resultados de las muestras de la última visita, ¿lo recuerda señor? solo dejó este número, no tenemos historia clínica. -Es verdad, mi memoria no goza de buena salud, es cierto, dígame. -¿Quiere los resultados por teléfono? si no recuerda puedo recordarle yo, la noche en que extrajimos el tejido nos dijo la hora exacta, las 9.03 de la mañana de hoy, cumplimos, ahora debe asegurarnos que estamos a salvo, que no hará nada en contra de nuestras familias. -¿Eso dije? ¡que cabrón!, claro, es habitual en mí, no me 26
  • 27. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge importa una mierda su familia, ni la del doctor Bernard Henrissat, lo que hacen en el laboratorio no está bien, pronto tendrán la justicia detrás, o mis bidones para incinerarlo todo. -Los resultados, ¿por teléfono?_ se quiebra su voz. -Se que algo funciona muy mal, lo sé._no hay dudas, pero una voz experta no viene nada mal. -Es que..._ sus silencios son dulce con hambre. -¿Tiene miedo doctor Yves?_ está muerto de miedo. -Es que..._su jadeo repentino, le delata una cardiopatía, su edad y las crisis de ansiedad no le ayudan. -Si no me dice el resultado deberé viajar hasta allí, no quiere que suceda eso ¿verdad doctor Yves? -No, por favor, no, terminamos de recomponer el laboratorio después de los destrozos que hizo. -Me divertí, y puedo repetirlo con mi bidón de gasolina. -No será necesario señor, tiene usted una Fascitis necronizante... lo he dicho, eso es lo que tiene. -¿Qué es exactamente doctor Yves? -Es... el trastorno... más temible y más incontrolable de este momento... lo lamento._no lamenta nada. -No temo._su jadeo se mantiene constante. -Debería, pronto comenzará la fiebre y el sarpullido nuevamente, está en su fase inicial..._ cree que es una bendición divina, si muero tan rápido como cree no hay nada que temer. -Eso no es nada._mi pasado fue algo. -Pues se agrava considerablemente, las bacterias lo comerán por dentro señor, perdone, estoy realmente muy nervioso, no mido mis palabras. -Siga o muere._ ahora me estoy encendiendo. -Según nuestros estudios y previsiones su cuerpo está afectado completamente, sus intestinos, pulmones, 27
  • 28. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge incluso sus piernas están en el proceso, será una muerte dolorosa señor... sugerimos... -¿De cuanto tiempo hablamos?_hay milagros que juraron ver todos los idiotas, lo hicieron mientras esas madres y niños morían en sus chozas, en nombre de su Dios, putos ignorantes. -En un caso especifico pudimos salvar a la persona extirpando la zona afectada, se llama cirugía extirpatoria radical, lamentamos que este caso sea mas grave señor... su cuerpo está... -¿De cuanto tiempo hablamos? -En la última fase debe estar en el hospital, sin asistencia es imposible pervivir, mantenerse de pie, los dolores son muy agudos. -¡Por última vez doctor Yves Bourne! su mujer, sus dos hijas y su suegra morirán esta noche si no me contesta ahora mismo. -Nuestros cálculos son de aproximadamente unas semanas de vida, no podemos precisar el tiempo exacto, es que nadie puede soportar los dolores sin medicación, puede ser más tiempo, usted es una persona excepcionalmente más fuerte, pero sigue siendo humano señor, tarde o temprano deberá ser asistido. -¡Nadie tocará mi cuerpo!, se lo aseguro doctor Bourne, soportaré, pero antes saldaré todas las deudas pendientes._su voz se ahoga, le he perdonado la vida, tendrá poco tiempo para sanar a sus pacientes o familia, el tiempo... comienza a preocuparme. Mi niñez, el ilustrador, los uniformados, los trazos de Montrouge, debo establecer un orden, quizás sea el número de prioridad. 28
  • 29. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge Mi niñez: Era una tarde de agosto, era verano, recién volvía con mi madre de hacer unas compras, no puedo ver que era realmente, no me interesa, mi padre me cogió del brazo y me llevó a la habitación, cerró las cortinas, las puertas, apago las luces, yo sonreía mientras el hacía ruido a hojas. -Hijo, debes escucharme con mucha atención, todo lo que te diré será crucial para tu futuro, debes guardarlo en tu mente hijo, tienes una inteligencia sobrenatural, no sé muy bien que hacer contigo, creo que puedo saber cual es tu futuro. Hoy me han dado este grabado, tienes que palparlo como te enseñé hace unas semanas, es la puerta a los trazos de Montrouge hijo, debes memorizar la secuencia de números. No puedes repetirla, solo debes palparla, la recordarás al tocarla nuevamente, y entenderás por qué escapo hijo, todo lo que haré a partir de ahora no es más que el comienzo de una vieja venganza hijo, mis actos serán caminos que te abrirán repuestas en un futuro, recuerda la secuencia, lo que palpas es un trozo hijo, debes encontrarlos, los números están frente a ti todo el tiempo._ o son recuerdos, o me manipularon, estoy enjaulado y envuelto en el odio que me pide el cuerpo. Puedo sentir en mis manos quemadas sus números, maldito hijo de puta me ha jugado con la misma moneda, escoria humana que te pudras en el infierno de tus creencias. ¡Quemé mis manos por ella! ¡por todos! ¿Quieres venganza? ¡has muerto padre, te he matado! sabías que te mataría, maldito embustero lo haría pagar por todo esto, me has despertado solo ira maldito viejo 29
  • 30. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge insano, decrépito ser humano enfermo. Solo quieres tus trazos, ¡regaré las calles de París en sangre! ¡desgarraré su seguridad burguesa! ¡morirán por dentro! ensimismados por el dolor de la muerte y el miedo. ¿Quieres los trazos padre? he investigado durante una década, estoy cerca de llegar a entender su red invisible, donde los uniformados tienen mapas secretos, estoy a un paso de derramar sus fortunas al mar, ¿y traes a mi recuerdo la secuencia numérica que no me lleva más que a nuevos cerrojos?, maldito enfermo psicótico, ¿cómo lo haces? ¡te he matado maldito! Siento calor, fuera la temperatura es agradable, puedo ver esa gente caminando con sus chaquetas sueltas, sudo gotas enormes, siento mi espalda llena de agua, huelo mi orín, me he meado encima, será la ira, puedo ver mis guantes, nada me detendrá, estoy muy cerca. Debo buscar al ilustrador, ¿qué es?¿quién es? -¡El ilustrador te espera en la estación Voltaire a las 13am!, recuerda llevar el guante, quizás tengas compañía._ su voz se apaga ¿cómo es posible? -¡Vuelve! ¿ta han enviado ellos?_ me acerco a la ventana, sigue abierta como antes, se ha escurrido nuevamente, termino de vestirme, me siento algo mareado, vomito la cama, la gorda me pedirá más dinero... los efectos se anticipan, semanas dijo Bourne... el sol... la alfombra, la mesa, el espejo, esos haces de luz rebotan y me ciegan, los espasmo son increíbles, voy a comer algo. 30
  • 31. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 5 Son caretas de fiesta que enseñan sus miserias de día, duermen despiertos con sus ojos inmóviles, autómatas presos sistemáticos, si recordaran sus pasados comprenderían algo más, contemplarían al resto. Viajo enlatado, asqueado del olor del resto, sudo mucho, creo que molesta mi sudor, tengo muchas ganas de utilizar el guante, de dejarlos a todos durmiendo eternamente, puedo oler futuros miedos, no saben quién puedo ser, el día nos vuelve seguros, pero sigue asechando la misma maldad que en la noche, París no tiene descanso, viven encerrados en sus ideas, pobres ingratos. Saint-Ambroise resuena en el megáfono con una voz femenina sensual, me espera el ilustrador, lo reconoceré, ese hijo de puta, ¿que mente tan enferma encierra un recuerdo por utilidad?, lo mataría nuevamente, la escoria debe estar enterrada y sin honores. Camino por Boulevard Voltaire, todo luce muy lleno, muy vital, estas calles son centros de sacrificios modernos, en sótanos donde ahora mismo hay un ser sufriendo torturas inimaginables para ricos del petróleo. Debo centrarme, el sudor me hace pensar demasiado, son las 12.53 am puedo oler presencias, me esperan, bajo por las escaleras, no soy invisible para ellos, ya han pasado a mi lado, han informado, desde cientos de puntos como cámaras humanas, si buscan muerte impartiré dolor como ofrenda, si es eso, lo tendrán. 31
  • 32. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -Tienes tres detrás tuyo, otros nueve a los laterales y unos veinte entre la gente que viene del último tren, treinta y dos en total, sin contar los de fuera._ su voz nuevamente, su protección, no pido su ayuda, busco entre los andantes. -Cuando te encuentre te enterarás._ se lo digo bajo, parece escucharlo todo, por su culpa nuevamente sigo buscando, siento un picor muy fuerte en la garganta, quizás comience a tener menos tiempo, debo estar alerta. Siento una mirada distinta, se encuentra en un puesto de periódicos, el vendedor me hace señas, debo ir, no hay peligro. -Están por todos lados, coge un periódico, haz que lees mirando hacia el centro de la estación, podrás oírme mientras ellos preparan su ataque. -¿Eres el ilustrador? puedo oler tus intenciones. -Hay una cadena de errores William, debes comprender que la muerte de tu padre tiene un significado. -Lo maté con mis propias... -Lo sé William, siempre fantaseó con su muerte, sabía que lo harías tarde o temprano, supongo que has llegado aquí por sus últimas palabras. -Habla claro o mueres, estoy a uno centímetros de degollarte en público._no me mira a los ojos. -No será necesario, tienes que encontrar al ilustrador, ellos..._desestima mi presencia con la ignorancia de mis capacidades, la soberbia puede llevarlo a culminar todo este orden lúdico. -Pueden o creer que me matarán, llevan un error existencial que no los deja ver la realidad. 32
  • 33. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -No son ellos quienes vienen William, hay cientos de grupos organizados para atacar, hay rumores sobre los trazos, tu padre te ha dejado en su último aliento un fragmento, tienes que encontrar al verdadero ilustrador, quizás estar aquí sea perfecto. -¿De qué coño hablas vendedor de periódicos?_ mantengo el gigante informativo vegetal tapando mi rostro, miro atrás, no hay nadie, su voz ha desaparecido, he visto su rostro, he sentido su miedo al hablar, quizás no sea mas que un enviado de mi padre, ¿el maldito ha orquestado mi futuro? Mi cabeza, oh mi cabeza, ¿que es este sonido?, se han vuelto ingeniosos, ¿cientos de grupos organizados?, ay, ese maldito sonido, nadie parece oírlo, siento mi sudor entrar en los genitales, mis manos insensibles sudan puedo ver gotas caer de los guantes, suelto el periódico, era verdad, treinta y dos hombres de ojos abiertos y claros, muy claros. -¿Creen que pueden conmigo? -Hemos podido, descanse señor Faraday. Solo puedo retroceder hacia atrás, destrozo parte de sus publicaciones manipuladas por los mismos que riegan de dosis la ciudad, suenan los cristales estallar por el peso de mi cuerpo caliente, suelto trozos que vuelan a sus rostros, daño sus ojos. -No tiene nada que hacer, podremos seguir viendo señor Faraday, la clave no está en los ojos, pronto lo comprenderá._ su voz es ensordecedora, el resto de gente simplemente camina sin importarle nada los sonidos, quizás solo yo los oiga. Mi cuello, el ardor, hijos 33
  • 34. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge de puta, me han envenenado antes, en algún punto de la escalera, pude sentir una anomalía, ¿cómo lo ha hecho? ¿cómo me han engañado? esa voz, maldita embustera, los mataré luego, cuando... -¡Levántenlo!, deben acomodarlo en la silla de ruedas, ¡no!, inútil, no lo toquen, quita el cuerpo, ¡no deben tocarlo!, tiene el veneno en todo el cuerpo, con los guantes, eso es... _ no aguanto esta inconsciencia, puedo oírlos, puedo... ... Una música recorre mi cabeza, veo los rostros de esos niñatos muertos, sus ojos, oh, esos ojos, los he dañado hace un momento, debo abrir los míos, puedo sentir un olor extraño. -¡Me sueltan o mueren!_ no puedo ver donde estoy hay una absoluta oscuridad, huele a... -Mueres tú si no callas Faraday, ¿hueles?, es té, ¿sabes que contesta un maestro cuando llegan implorando respuestas?_ ¿qué es este lugar? -Pura mierda, ¿qué hago aquí? ¡me sueltas o mueres! -Los invita a una taza de té, no hay respuestas, no hay caminos, no hay universo que nos deba preocupar... no hay otros. -No soporto tu olor, ¿me castigas?, nada puede detenerme, sé quienes y dónde, tengo el mapa en mi memoria, todos son culpables. -William, hay problemas que no se resuelven, un maestro invita una taza de té, pero realmente invita a la conciencia, tu presencia aquí es para que nos devuelvas 34
  • 35. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge algo que nos pertenece, algo que tu padre nos robó hace unas décadas, sabemos que ha muerto, tu firma está en toda la prisión, Rue de la Santé huele a ti, a tu estilo o tus guantes. -¿Crees saber de mí?, no hay nada que pueda hacer por ustedes, pronto se apagarán los escenarios y el mapa en mi memoria me enseñará cada minuto del futuro. -No hay azar controlado señor Faraday, simplemente debe ceñirse al presente continuo, el que lo tiene ahora apresado en un mundo oscuro de meditación. El maestro al ofrecer una taza de té está realmente invitando a la consciencia, debe emular mi ejemplo señor Faraday, de lo contrario podremos hacer daño, mucho daño, somos expertos. -¿Cree que temo?, no le temo a nada, París es mía, quienes la controlan creen mantener un orden, yo soy su caos, su demonio suelto, nada podrá alejarme de mi objetivo. -¿Los trazos señor Faraday? ¿cree que los trazos tienen vital relevancia en nuestros territorios?, un maestro invita a cualquiera a meditar, durante horas reposa el té, no es el mismo efecto. -¡No hay maestros malditos!, enciende la luz así puedo verte mierda orgánica. -Somos ciegos señor Faraday, somos oscuros, podemos verle sin movernos, entienda que no hay caminos, no hay superficies, no hay mentes, podría usted reconocer su ambiente si lo supiera, París... su París no tiene hilos en sus calles, cuerdas visibles para cualquier individuo, nosotros podemos oler, oír, y palparlos, no es lo que usted cree señor Faraday, hay veces que los ojos no son nuestros mejores mentores, la realidad se confunde 35
  • 36. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge ante los ojos. Lo invito a meditar, quizás entienda lo que digo. Mi secuencia, la ceguera, mi recuerdo, mi padre, este maldito, la voz, mi niñez, mi enfermedad, hilos, París, hilos, trazos, ceguera, puedo sentir como un calor infernal, Dai9nte, infiernos, trazos, Montrouge, huelo otros olores, creo que comienza lo peor, algo me detiene, deseo matarlos, sus golpes quizás revelen algo más, puedo ver, no hay luz, puedo ver, está en el centro, dibujando en su posición de meditación, se mueve hacia adelante y hacia atrás, ¿el ilustrador? veo miles detrás mío, puedo ver, sigue siendo oscuro. -¿Real señor Faraday? -He venido en tu busca. -No soy quién crees, puedes ver, ¿extraño no?, es la ceguera, te hace más fuerte ante la realidad, te propone un visión periférica, no hay limites, no hay marcos. -¿Qué quieres? -Has hablado con el ilustrador, quiero saberlo todo. -Pero, si... -Te confundes, ya has hablado con el ilustrador, mis grafos te han confundido, ¿qué te ha dicho? -Veo que buscas lo mismo que yo, no tengo ninguna información, no debo estar aquí, si no me sueltas comenzaré a matarlos uno por uno, y el último serás tú, lo sabes, soy capaz. -¡No!, no lo eres maldito infame, solo eres un ser despreciable, una rata de ciudad que busca explicaciones con la violencia, no tienes la mínima idea de lo que significa contener los trazos, no sabes, no sabrás, tu búsqueda es interna, te lo he dicho, no hay 36
  • 37. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge caminos, si sigues entrarás en la guerra, y eso es un campo extremadamente difícil, una sola persona no puede ser capaz de sortear millones de balas... déjaselos a ellos, pronto regarán de fuego y muerte todo lo que hallen a su paso. -Juego a las estadísticas, la ley de la probabilidad, siempre hay una mano que pueda atravesar la pared, no sabes nada de mí, solo sabes anular los pensamientos para no sentirte el animal que eres._ puedo seguir viendo todos a la vez por delante y detrás, esos discípulos, no hay salida. No hay puertas que abrir... puede ser una falsa visión, no sé que pensar. 37
  • 38. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 6 Huele a perfume de mujer. -¿Quién eres?_ todo esto de esperar, el cuello, sus silencios, su perfume camina a mi olfato, me obliga. -Tu peor pesadilla, o tu mejor sueño, lo que desees._ tiene potencial. -No confío en las mujeres._ en una que no existe. -Ni yo._ no es la única. -Somos dos, si te han enviado estos monjes budistas no conseguirás nada. -Ellos me han llamado, saben que sigo tus pasos, pretenden que te exprima como a un fruto, ellos no son capaces de aislar el alma y ser violentos. -Yo no tengo alma, mi cerebro se encarga de hacerme creer en un alma, un ente incontrolable de energía, no hay nada mas sin sentido que un alma, suéltame y no te mataré, tócame y morirás. -Te han lavado, han quitado todo tu veneno. -No, creen que lo han hecho, mi sudor nuevamente se impregna al abrigo este se humedece y ciertos químicos renuevan la formula, es un truco muy antiguo, deberían saberlo. -Te crees tan listo, me hablaron de ti cuando era pequeña, siempre sentí ser como tú, mírame, debo aniquilar a mi preferido. -No lo harás sabes que siempre vuelvo a matar, sin eso moriría, es mi vitalidad, la muerte. 38
  • 39. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -Una cultura de muerte contiene vengadores. -La guerra simplemente limpia las calles de los violentos, un mundo sin guerras es un mundo repleto de maldad y violencia, la escoria muere en las batallas, los ideales sobreviven en un castillo, edificio o torre, siempre, reformando lo futuro, incorrectamente. París necesita limpiarse nuevamente, está asqueada del robo y la mafia, reinan los extranjeros por donde mires, ellos quieren dominar nuestras calles, ellos, los de fuera. -¿La guerra limpiaría las calles?, eso es una tregua momentánea, solo es un momento, William pude ver dar contigo antes pero preferí instruirme, analicé cada acto tuyo, eres extremadamente complejo, cientos de inocentes murieron por tu malestar contra el resto. -Eso es falso, todos los que murieron fueron culpables, todos los hechos no tienen un juicio popular, ni soy yo el juez o el héroe de cómic, mueren porque se lo ganaron, simplemente abro la puerta de sus deseos internos, puedo leer detrás de cada cerebro el alma aferrada hasta la médula. -Eres un libertador, un incomprendido. -No confío en ti, no sé tu nombre. -No lo sabrás, al igual que yo. -Para mí serás Miasma, oleré y te recordaré siempre, puedes emanar tu aliento y yo reconocería tu nombre detrás. -No me molesta, sigues aquí, agotado, oigo como jadeas. -Simplemente mi cuerpo está cansado, no olvides nunca eso. ¿Qué quieres?, el silencio me molesta, deja de investigarme, no hay nada que puedas ver o sentir, no irradio nada Miasma. -Claman por mí, pronto volveré, quizás haya planes. 39
  • 40. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -No me gustan los planes, suelen fallar. Desaparece en medio de una nebulosa, es oscuridad y veo sin ver, hoy mueren menos culpables en mi cuidad, mi tiempo vale, puedo sentir sus voces. No hay héroes, ni libertadores, no hay justicieros ni vengadores, no hay muerte ni treguas, no hay nada en mis intenciones, mi violencia florece en un conjunto, un orden no sistemático, una ola natural que se encarga de abrir puertas y dejar otras cerradas, simplemente quitar miseria humana. Nadie se enorgullece de mi presencia en la ciudad, todos critican como acciono contra las mafias, ellos simplemente escriben artículos desde sus ordenadores y yo cargo con la culpa, nadie apoya mi orden, gritar que la tierra se muere es mejor que aniquilar a quienes la destruyen, no lo entiendo, solo doy vida a mi alma, que es una idea más en mis pensamientos, el placer no ocupa un lugar, no suelo hacerlo por sensaciones, no las tengo arraigadas a mi persona, una de ellas. No llevo vestimentas extrañas, solo soy yo, y mi capacidad de ocultarme, simplemente, ellos temen naturalmente, mas de noche que de día. No hay ni habrá en París un Hombre bueno disfrazado de payaso, soy un luchador único de causas perdidas, me fundo en las batallas, estoy muy cerca de una guerra de guerras y nadie tiene la mínima noción de lo que significo para ellos. -Quieren matarte, les he dicho que tienes una secuencia numérica._ su olor. -Escapa conmigo._solo soy complaciente. -Solo soy un simple observadora de tu obra maestra._huele muy bien para ser una fisgona. 40
  • 41. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -Esta no es mi obra, hay miles de personas en escena pidiendo mi cabeza, solo soy un cabrón listo y muy dañino, el resto es mito, leyenda urbana, cuentos para asustar a los niños, por cierto hacen muy bien en asustarlos, vivirán más. -¿Te crees invencible?, por momentos veo tu trastorno, tienes mucha suerte de tu lado, de eso no hay dudas, hay un don que te lleva hacia el tiempo y lugar exactos para no morir, predestinado, mensajeado, manipulado quizás... no logro pisar por dónde tus pies han dejado huella. -Es un error, predecir es natural en todos nosotros, fue la voluntad de poder lo que nos hizo evolucionar, eso y cocinar la comida... no me sigas nunca, los que lo intentan no pueden reproducirlo. -Hay momentos que simplemente no entiendo el fin de tu camino... pero te encargas de desintegrar a esos maldecidos... la paradoja es verte inmóvil. -Debo aclarar algunos puntos, si tú me ayudas te recompensaré, el dinero no es gran problema, suelo buscarlo de la misma forma con que mato, hay mucho por allí fuera, ¿quieres una cuenta?... no confío en ti Miasma, eres una arpía como todas las mujeres, lo que te conviene genéticamente es tu camino, si quieres ganar millones simplemente me descuelgas._solo hay una tijera que nos cortó por iguales en el minuto cero anterior, pero hicimos lo que hicimos destrozándonos entre retazos. -Eso significa que intentarás escapar, no puedo enfrentarme a toda una horda de luchadores asiáticos._ no sabe muy bien quién soy realmente. -No lo harás, seguirás haciendo lo que dices que hiciste. -¿Seguirte? 41
  • 42. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -Detrás mío hay vida, delante muerte, tu eliges, debemos marchar, hay cientos de hilos que cortar en la ciudad. Algo de su personalidad coincide, es su acento o su persistencia, no confío en ella, sigue siendo una manipulada, no quiero compañeros, no me gusta la compañía, podría ser la puerta hacia los gélidos, ellos dirán algunas frases sueltas que me ayudarán, tengo el presentimiento de que no hay pistas, solo puertas móviles. -¿Tienes los códigos? ¡Eh! ¿los tienes?_ me corta la piel, sangro. -¡No hay códigos que tengas que saber!, no hay nada, solo es un recuerdo, y no lo comprendo ni yo, no te acerques maldita zorra, aléjate o morirás luego, como el resto de ignorantes. -Me estoy cansando de tus tonterías William, quieren saber que buscas, ¿son los trazos?, tienes que decirnos una secuencia numérica. -¿Quieres números? 0032 49 55 3257 7743._ si quiere, es el momento, están atentos, no pueden comprender mi secuencia, sé que apuntan, ella lo repite tres veces por lo bajo, escucho teclas, si hace la trasferencia estoy libre, el dinero mueve mundos completos, civilizaciones enteras, no será una excepción. -¡No es nada!, ¡dime los números o ellos se encargarán de tirarte en medio del océano! -No temo al mundo acuático._ corta mi pierna suavemente, me excita. -Diles que... -Calla, simplemente debes callar._ es el Buda 42
  • 43. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge nuevamente dibujando sentado en su posición. Llevo horas colgado, el silencio no existe, oigo aullidos animales, cristales, gritos que no descifro, mis manos, ¿que pasa con ellas? Hay un sonido constante y muy agudo, puedo escuchar el eco de algunos pájaros, es una cueva o templo tan grande que no puedo reconocer su estructura interior, no tiene columnas, es una incógnita. No debí confiar en ella, me encargaré de asesinarla cruelmente, es culpable, luego a ellos, no planeo, suele fallar... allí fuera me esperan. Horas, minutos, horas, no hay tiempo. Puedo olerla silenciosa, sudo mucho más que antes, me duele el interior de mi envase orgánico, maldito saco de huesos, recuerdo al doctor Yves Bourne, sus palabras, algunas muertes, mi padre, el cristal atravesando su garganta, sus ojos, mi rostro modificarse. 43
  • 44. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 7 Uno tras otro, otro tras otro, está a mis espaldas, puedo sentir un mar de individuos, cortan mi piel cientos de veces, algunos caen al tocar lo que no deben, ella está agarrada a mi cintura, me sigue tal y como dijimos, todavía me cuesta andar, el dolor de cabeza es increíble, escucho como aúllan, ¿no se van a callar?, abro camino hacia la nada, si es que tal período existe. La expansión de las conquistas está agotada, todo está loteado y vendido, lo próximo comenzará pero tan lento como la evolución geológica, luego una simple intervención inteligente se encargará de hacer de los organismos humanos capaces de nuevas conquistas... pero solo durante un instante de intervención. -¿Hacia dónde Miasma? -¡No lo sé!, ¿puedes sentir al falso ilustrador? -A la derecha. -Hacia allí, debajo de él hay una salida, aguanta William, te han herido tu sangre me moja. -¡Cuidado!, tápate las manos. -Ya lo he hecho, es un líquido espeso. -Me estoy deshaciendo por dentro. Abrimos un camino entre seres de naranja, es un césped humano que me lleva a su líder. Vuelvo a sentirme algo más vivo, he devastado milagros naturales por decenas, puedo sentir mi juventud. 44
  • 45. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge Sus filas no tienen armas, son cuerpos apiñados. -Es un cetro gigante, si nos hundimos en él podremos evitar que nos maten, allí hay cientos de caminos sin puertas, es lo único que he visto, me han traído dormida también. -¿Caminos sin puertas?, no podemos perder tiempo. -No hay otra forma, ellos sabes su combinación de caminos para huir, nosotros no. -Deberé coger a unos de ellos vivo. Mueren y oímos sus gritos de guerra, no esperaba tanta lucha, los creía algo mas serenos, respaldan otro tipo de crimen lo que los hace igual de peligrosos que los rusos, los próximos. -¡Tú vienes con nosotros!_ corto su mano derecha, tiene que comprender que no hay palabras vacías en mi boca, prevenir mejor que curar. -¿Cual de todos estos caminos?_ le grito al maldito mudo, corto su otra mano. -No, no. -¿Cual de todos estos caminos?_ le grito al maldito parlanchín, corto su oreja, chilla como un cerdo mal herido, si corto su cabeza caminará como un pollo. -Debes señalarme el primer camino, te seguirás desangrando mas tiempo, eso significa una muerte horrible. Es una torre de caminos, similar a la torre de Pisa pero a la inversa, todas la cavidades son caminos, subimos las escaleras, la marioneta deja su sangre en el camino, mi cuerpo escupe una pus extraña, la bacteria está 45
  • 46. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge destruyendo mi interior, puedo sentir mi muerte lenta y la de mi parlanchín. -¿Cual ahora?_ entramos a otro camino entre cientos, esta torre es mas pequeña, podría pasar un vida entera en este pozo húmedo. Seguimos al menos tres combinaciones más, es un gran engranaje, estoy realmente asombrado, no tengo idea de donde estamos, mi cuidad no puede albergar todo esto bajo sus tierras, sus venas afectarían al camino ... Combinamos otras tres veces más, ya no deja rastros de sangre, con su último aliento me enseña otro camino, muere. -¿Qué hacemos?_ los oigo venir rápidamente, por más caminos, Miasma gruñe, no sé que trama. -Quedan tres, los tres pueden ser falsos o correctos, comprobamos uno cada uno, y el que se salva merece vivir, y si nos equivocamos el tercero nos salvará a los dos. -Es lo más lógico que nos queda. Mi camino durante tres minutos no hace mas que dar vueltas, me percato del círculo o espiral por el mareo que llevo, vuelvo. -¿Has fallado?_ vienen mas rápido que antes, puedo verlos saltar desde otras alturas. -El tercero. -No, el segundo, he vuelto a buscarte, algo en mí me ha devuelto, me debes una._ nadie hizo por mí un gesto de valentía tan sincero, sigo sin confiar en ella, solo es mi camino a los rusos. 46
  • 47. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 8 Nos detiene en medio del griterío una proyección sobre la pared, todo el gran hall con todas sus cavidades atestadas en todas las alturas por guerreros o meditadores naranjas hacen silencio. -William Faraday, no escapas, te retiras por tus propios pies, dejaremos que marches... -Huimos pero yo volveré, esto no puede quedar así, me han querido utilizar, mi información es desconocida hasta para mí meditador, dibujante. -William, debes saber que nuestros intereses son profundos, te he enseñado algunos puntos que podrá servirte en un futuro... queremos la paz y no lo entiendes así, solo ves sangre dónde hay bondad. -Ya suenas a mi padre... si es que existe esa criatura, ¿por qué quieren crear la mentira mágica?, la naturaleza es la sofisticación, no hay palabras que logren callar mi ira y racionalidad, sus espíritus no son más que marionetas para los inútiles. -Ninguna tribu mafiosa tiene los trazos, debes buscar en tu interior las respuestas, matar deliberadamente te hará mas fuerte y cobarde a la vez, serás preso de tus constante infamias, caerás en un hueco que provocará tu final, nadie quiere perder a William Faraday... pero tú menos. -¿Mi interior? ¿qué sabes tú de mi interior?, ¡esta cuidad respira gracias a mí!, mi muerte lo único que generará 47
  • 48. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge es el dominio absoluto de todas estas personas, entre tribus lucharán en una guerra civil sin precedentes, destruirán París solo por sus intereses económicos. -Debes buscar William, sales porque dejamos que marches, solo pedimos que en un futuro aprecies esta decisión tan contradictoria a la vista, la bondad es un don que puede regenerarse incluso desde la semilla del mal. -Me han castigado, no voy a olvidarlo, nada se borra de mi mente, o lo que quiera que sea la conglomeración de áreas y el entramado eléctrico y químico... me han castigado por mi condición, me han marcado el cuerpo, llevo los surcos de sus intentos, seguiré mi búsqueda, no sé a donde voy realmente, veo sangre, veo a mi cuidad sangrando en sus arterias, escupiendo sobre sus calles lo peor que habita en sus propias arcas. El silencio es ruidoso, ensordecedor, sus nuevos movimientos generan vibraciones en el aire, siento la brisa de sus telas, podría cambiar de opinión, no hay nada allí ni aquí que me pertenezca... no soy nadie, ni siquiera sé mi verdadero nombre. Nos dejan salir andando, el portal es enorme, estamos en una altura considerable, calculo los doscientos o trescientos metros. -Esto no es mi estilo, eres de ellos, y sigues siendo de ellos, el dinero no mueve tus acciones, puedo olerlo, no crees en lo que yo creo. -Will, sangras mucho, debes... -¿Debo?, te callas, maldita puta, ¡no creo en tu bondad!, aquí apesta a budismo conformista, tu me recuerdas al 48
  • 49. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge gígolo que trabajaba para aquella secta de enfermos. -No sabes que es el Budismo. -Tú no sabes mentir. -No he mentido, ¡está bien! te he seguido siempre, me han propuesto seguirte y darles tu paradero por dinero también, tienen una red de viviendas de asinamiento, es terrible lo que hacen, son esclavos. -¿Crees que me importa?, tus palabras son solo eso, no intentes persuadirme, no tienes credibilidad. -No voy a seguirte, no quiero seguirte, esta guerra no es mía, no hay héroes heridos como pretendes ser, simplemente me muevo por la moneda de cambio. -Lo último es cierto, simplemente el vil metal, pero lo de héroe es insultante, no tengo ni una gota de sus disfraces, de sus inexistentes vidas, soy una búsqueda mortal, un orden caótico. -Tienes serios problemas William, hay una ciudad entera que quiere hacerte desaparecer... puedes cambiar el rumbo, escapar y hacer de ti una nueva oportunidad. -No hay miedo que me paralice. -Lo sé, no olvides que tu cuerpo está cambiando, no es el anterior, quizás tu mente esté jugando una mala pasada, una broma pesada. -Es insultante nuevamente, tienes tu dinero en la cuenta, tengo otras si quieres, así terminamos de eliminar la tensión sexual. -Eres patético, veré tu muerte en vivo por televisión, seguirte de cerca no es lo mismo que escucharte de cerca, pierdes tanto William Faraday. -¡Vete de aquí puta!, déjame, no hagas que te mate, puedo hacerlo, el barrio perdió a una docena por impertinentes. -Te crees tan listo, ya veremos quién ríe. 49
  • 50. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -Te morirás, espera a verlo, será hermoso, la sorpresa te invadirá y te preguntarás por mi, en los finales intentamos cerrar todos nuestros problemas, pero quedan los resentimientos después de los aplausos. Quizás no llegues ni a los aplausos... ¡vete de una puta vez! 50
  • 51. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 9 Se ha marchado, puedo oler como se aleja, tiene su dinero, si es en lo único que piensa, toda esa historia de seguirme, de idolatrarme, es imposible seguirme la pista un día, ha mentido, y yo he mentido, ese dinero no existe, no hay cuenta, al menos no es mía, le ha robado a una asociación benéfica, al igual que los empresarios de Rontenter y Dolantaoine, París y el resto rebosa de suciedad en sus propias cloacas taponadas. ¿Quién beneficia a quién? Ese dinero al fin es especulación anterior para desgravar o desfalcar a hacienda. nuevamente solo. Estoy en medio de una carretera, E05 dice el letrero, camino a Briis Sous Forges. Si intento hacer señas para que paren ninguno contestará, no tengo un aspecto muy amigable. Hay unos cerdos allí, creo que sé que hacer. Mato a tres... como gritan los cabrones, parecen putas, esas del mes pasado y esos malditos Hispánicos... creo que eran más de una docena liquidadas en la fuente. Acabo de soltar uno, dos, tres cerdos, ¡bingo!, frenan como siempre, es inevitable no reaccionar, es instintivo, natural en ellos, quienes sienten esas emociones tan primarias. -¡Cállate!, sigues conmigo a París o mueres en medio de esta carretera, ¡tú eliges! -¿Por qué ha matado a esos cerdos? -¿Me desafías?, es que no entiendo. 51
  • 52. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -¡No es eso!, es que... ¿qué le ha pasado señor? -¿Qué me ha pasado?, no quieres saber nada, enciende el maldito motor, y sigue con la música, necesito descansar. La radio escupe su música, ha puesto una de los cincuenta, su voz, una mujer anterior, me ha tentado, no puedo negarlo la embustera me recordó algo que no distingo, ahora escapa de la bondades de la meditación... durará horas. -¿Se siente bien señor?_ intento pensar. -No, no lo comprenderías, calla y conduce. -No le hecho nada, un poco de educación no le vendría mal señor, tengo un kit en el baúl del coche, debe curar las heridas, son hemorragias de sangre y pus, luce muy mal y debería atender todas las señales del cuerpo. -He dicho que no lo entenderías, el dolor no es en mi la ausencia de la salud, son ambas, muerto desde dentro, deberías morir todos los días desde fuera y paradójicamente muero desde dentro, me han dado poco tiempo. -¿Fascitis necronizante?_ no es posible. -¿Cómo sabes el nombre?_ su piel es tersa, no folla. -Es un hecho anormal, es rara y a su única, he visto un documental donde algunos pacientes eran operados y se quedaban sin rostro, no me explico, eso no es vivir, pobre gente... me recuerdan a los heridos de metralla ingleses, esos soldados eran monstruos viandantes, las reconstrucciones... pobre gente de verdad señor, si no vio ese documental... -¡cállate y sigue!, no tienes ni la más remota idea de lo que es reconstruir un cuerpo humano, hay técnicas que 52
  • 53. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge desconoces que podría salvarte la vida en un futuro no tan lejano, ¿monstruos? ¿el espejo que refleja?... maldito anormal, ¡cállate! La gente está enferma, mira en la caja brillante todo lo que cree que debe creer, es humillante, ni siquiera sospecha que París no colapsa gracias a mis noches de sangre y escoria muerta. La ignorancia viste de payasos a los hombres, no creo entender como pueden vivir sin reconocer que la caducidad es tan inmediata como mis balas. La noche me saluda, siento olvidar mis golpes y cortes, por dentro contengo un planeta joven, repleto de fuego, me arde la sangre, hierve, no describo el hormigueo constante en todo mi envase interno, el alma se enciende de furia y no puedo apagarla, el odio me hace continuar, no sé cómo recomponerme, debo volver a mi habitación, espero que hayan dejado los abrigos, nunca me dan por muerto, es que pago mucho y por adelantado. -¡Combina con la autopista del este, por Quai de Bercy, me dejarás en el Boulevard Diberot. -¿Allí vive? -No... ¿pero que es esto? -Bien, lo dejaré junto al Hóspital Saint-Antoine. -Volveré a recorrer tus venas._ mi cuidad, estoy de vuelta en casa. -¿Perdone?_ que poco le queda. -Nada._ miro a sus ojos y me esquiva, su sensibilidad y reglas insuficientes le obligan a eludir. Bajo del coche antiguo y marrón con tapizados crudos, he dejado mi marca en el asiento de acompañante, 53
  • 54. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge pensará en mí mañana al lavarlo a mano, con toda seguridad es mi imaginación. Puedo ver el metro desde aquí, nuevamente sobre sus rieles, puedo leer sus rostros pidiendo golpes para despertar. Me miran con asco, se alejan, cada gota que emerge de mi cuerpo es por culpa de todos estos sobre informados con desinformación, ¿debo acribillarlos?, pero masacrarlos no me dará ninguna respuesta, sus pensamientos no son mas que un accidente, podría aniquilarlos, si se juntan a elaborar teorías fundadas en un error. Me odio, me duele el centro de mi tierra, mi punto de gravedad cero, ardo por dentro, y no puedo gritar, no puedo permitírmelo, mi fortaleza radica en otro sitio, otra fuente. Subo al espacio exterior, allí caminan putas e inmigrantes en coches carísimos vigilando sus pases con clientes, no pierden un segundo de vista a sus putas, las tienen contadas, todas las visitas, acabé con su negocio pero vuelven a esclavizar turistas... mutan, se adaptan. -¿Quieres mi amor?_ no puedo permitir que hagan esto, las han despojado de sus vidas, las capturan y retienen en una deuda infinita con la mafia. -¿Cuanto vales?_ no puede ver mis heridas, igual follan con lo que sea. -Todo depende, si tienes dinero nos vamos ahora mismo, ¿ya la tienes bien dura ,eh?, ven_ detrás, tengo a sus monigotes, es que tardamos un tiempo que no es productivo. -¿Vas ir con la chica o no?_ su acento, es que nos están mezclando en la misma ciudad, no volverá a ganar dinero en su corta vida. -¿Cuanto vales?_ lo miro a su rostro, mi voz me 54
  • 55. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge fortalece, se fortalece sola y asusta a la puta. -Me debes dinero si no follas, francés. -¿Cuanto vales foráneo?_ cree no temerme, huelo a orín. -¡Vete viejo de mierda!, ¿no lo entiendes?_ comete un error mientras comete otro llevando su mano atrás. Rompo su nariz sin que vea mi mano hacerlo, sangra mucho, se arrodilla y sigue brotando su líquido espeso y oscuro como las sombras que miran escondidas, ya vienen otros tres de la furgoneta, las putas gritan y me señalan, hay otros que no había previsto. No habla, escupe y se desangra, mientras espero se me ocurren todas las alternativas, deberías escribirlas en un libro. -¿Puedes ver algo?, haz fuerza, mira bien, ¿ves? no hay nada después, te desangras, tu cerebro te engaña, he clavado tus huesos en la mierda de cerebro que tienes, morirás oliendo a orín, tus amigos irán contigo en unos minutos, no los extrañes._ apoyo mi mano en su nuca, lo aplasto contra la acera, no necesito analizar cuantos son, viene catorce desde tres furgonetas, oigo las sirenas, debo marcharme, ya tendrán trabajo por esta noche, eso resta uniformados, son insectos muy molestos y persistentes. He vuelto a mi habitación, sangro más que antes, rompo mis vestiduras dejo fluidos por toda cama, me recuerda a un cuadro abstracto de algún burgués de Bayonne, abro el agua caliente, y recuesto mi cuerpo en el agua muy caliente, veo como se tiñe rápidamente, huelo muy mal, como el cuerpo de aquella niñera, nunca lo olvidaré. Veo su rostro incrustado en el cristal de la prisión, no hay arrepentimiento oportuno, no hay nada que pueda devolverlo, le preguntaría por qué nos dejó, 55
  • 56. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge aunque sé muy bien que no haría más que hablar de los recuerdos, de ver dentro mío. ¿alma?, me arde la sangre, tengo dormido los dedos de los pies, el agua dilata mis heridas, estoy en una bañera de agua roja carmesí con restos en su superficie, resto de mis propios fluidos, no tiene sales relajantes. ¿Quién oscurece mis pensamientos?, solo veo mi rostro desfigurado frente a mi padre, una mujer, puede ser joven o anciana, parece rezar junto al rostro de mi padre, con sus ojos abiertos y mirándome fijo, preguntándome algo que no puedo responder por inexistente. ¿Recordar?, esa mujer no quiere darme su rostro, no me quiere hacer parte de su vida, "recuerda esto hijo", si no hay nada que recordar, la secuencia en mi manos no estará, estoy nuevamente sumergido en mi soledad, intentando recomponer sus oraciones, sus palabras ocultas, el muy hijo de puta me lo hizo muy bien, ¿alguien puede orquestar un futuro incierto para el mundo?, nadie absolutamente nadie, ni un padre, no entiendo por qué busco en mi interior, sus palabras no fueron verdaderas nunca, ¿por qué lo serían ahora?, mis dedos se mueven solos, buscan la secuencia de la que hablaba, no hay nada que hacer, no tiene nada que decir, mis dedos hacen música con el agua mientras me cago por el dolor, no siento siquiera cuando lo hago. Tengo muy poco tiempo, recién comienza la noche, me río a carcajadas por esos del Este, les estarán explicando la procedencia de las amiguitas, mientras los uniformados creen resolver problemas, tengo que explotar focos en algunos puntos de la ciudad, los uniformados solo deben escuchar sus reclamos y actuar, tendré el campo libre de batalla, esta noche será muy larga. 56
  • 57. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 10 Disuelvo las tres cápsulas en el agua fría y sucia del grifo más sucio y frío de la habitación. Goteo sudor, ¿para qué secar mi cuerpo destruido?, siento el escalofrío en toda mi piel, mi cuerpo pretende recordarme que sigue con fiebre, no me importa, no voy a desistir, son las diez y veinte minutos... son... caen algunos... sus brazos abiertos... gritos... las luces se apagan... ¿quién ha.... ... ¿quién eres?... ¡suéltame!... William Faraday ... Joan Ledoux... ¡Joan Ledoux!... ¿Joan Ledoux? El reloj marca las diez y veintitrés minutos, puedo sentir la inmediatez y la inexistencia del tiempo a la vez, siento haber estado un año fuera de mi cuerpo. Debo hacer unas llamadas. -¿Quién es Joan Ledoux?, ¿por qué ahora y de repente?_ estoy agitado, los espasmos de la ansiedad no me dejan respirar bien. -William, estamos buscándote por todas partes, se habla de algo muy gordo, tienes que decírmelo absolutamente todo, no acepto una negativa, tengo espías en que vienen detrás de mí. Las autoridades están muy preocupadas. Me tienes desprovisto y me están acorralando. -¡Consígueme pedazo de mierda datos sobre Joan Ledoux! o hago dos llamadas, y sabes lo que puede salir 57
  • 58. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge a la luz del día. Creo que no es mejor opción desechar todos el tiempo de trabajo y servicio, como también tus pagas para la jubilación, ¿eh? ¡mueve el culo! -¿Por qué lo haces William? ¡tiras todos estos años de investigación para nada!, no todos saben que destrozas las ciudad entera, lo que preparas solo nos sumirá en un caos total, el ejercito puede intervenir a partir de mañana, y con ellos no hay opciones, William creo que puede ser una tragedia con consecuencias imprevisibles. -¿Qué he dicho? ¿lo has comprendido?, el que no tiene alternativa eres tú... -¡Necesito un cuarto de hora! -Y no rastrees la llamada, no hará falta, tiene la línea roja, solo quiero un correo a este teléfono, cuando sepa algo de Joan Ledoux continuaremos, alguien me debe algunas explicaciones. Son las diez y treinta minutos, los segundos se mueven según su orden, pienso, pienso, pienso, no hay palabras, no hay imágenes, no contengo dolor, no hay nada, es como si me hubiesen vaciado el contenido de mi información, de mi alma, iré al Kaos, allí encontraré a Gerard, me debe tanto o más que el maldito capitán, aunque todo es posible, los subordinados subversivos. Los letreros iluminan parpadeantes e intermitentes la acera recién mojada de los camiones de limpieza de la ciudad. Huele a desinfectante barato, continuo transpirando como antes, todavía puedo sentir el efecto del coctel de las cápsulas, ¿quién es Joan Ledoux?, doblo en Rue des Pavillons hacia Rue de la Duée, al cruzar me gritan desde un motocicleta, no puedo verlos, los he golpeado, tiembla unos metros zigzagueando y 58
  • 59. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge recompone su equilibrio, por primera vez no intento encontrarme con sus rostros llenos de sangre, solo quiero llegar al Kaos, vuelvo a girar por Pixerécourt hasta des Rigoles, haciendo esquina con Guignier. Hay un gigante cruzado de brazos y con un tatuaje en su frente, miro hacia arriba para dirigirme a él cortésmente. -¿Gerard?_ pregunto amablemente, hace unas horas lo derribaría sin diálogo, me aburren, son tan pronosticables. -¡Aquí no hay ningún Gerard! ¿por qué y quién pregunta?_ su voz es mucho más obesa de lo que esperaba, tiene un acento, no soporto el execrable acento, prefiero que hable en inglés. -¡Por favor retírese!_ creo no escucharlo bien. -¿Perdona?_ ahora sí creo entender lo que ha dicho, me estoy cabreando, esto no puede terminar muy bien, pudo equivocarse. -¡Qué haga el favor de retirarse señor!, no hay nadie con ese nombre, lo invito a que se retire por favor._ habla con una dificultad nerviosa, se traba, pero no me teme, me preocupa que no me tema. -No haré nada, no sabes de que te salvas, creo ... nada, cuando Gerard mire por la cámara te preguntará, sabe que lo que acabas de hacer, esto tiene consecuencias muy graves, ha sido un error no preguntar gran hombre._ me voy, no es el momento, no, Gerard seguro me ha visto, matarán al gorila después, no es el momento, necesito más de esas cápsulas, las tengo en el bolsillo interno del abrigo, la luz me hace daño a los ojos, no me siento muy bien, hace muchos años que había perdido estas emociones, no reconozco a que se deben. 59
  • 60. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge -Un agua mineral por favor._ el paquistaní me mira con asco, ¿en qué nos hemos convertido París?, nos han invadido por dentro, carcomidos, corroídos por el oportunismo bacteriano o humano, se repiten las acciones en la ingeniería de la naturaleza, que maldita coincidencia. Estoy sentado en el parque, hay ruido ambiente de coches a lo lejos, hay silencio con hojas y viento en los oídos, me acompañan hombres buscando hombres para follar en los arbustos, algún que otro drogadicto y sus distribuidores sueltos. Ahora trago las cápsulas sin disolver su contenido, me duele al pasar por la garganta, sigue haciéndolo hasta el estómago, tengo adormecido todo a su paso en mi intimidad biológica, su efecto es instantáneo. Si duermo no lo sé, se cierran... no veo a nadie, recuerdo eso de jugar en los recuerdos, veo solo s tienen a esa mujer sin rostro, mi padre me grita, ¡cállate!, el capitán, la corpulenta de la habitación, los monjes budistas y sus... ¡cállate enfermo!, un sol naciente, otro poniente, mi símbolo fálico con sus luces de colores, que mierda de insectos, me cago en mi puta madre que no recuerdo ¡los aniquilaría a todos!, ¡ay! no es posible, ¿y mi cuerpo?... las bacterias, J32, ella, no sé quién es ella, una piel tersa que no pude ver, perfecta y aislada en aullidos de dolor, ese rostro en medio de las llamas... desaparezco solo y apartado en una celda en medio de unos jardines, espejos partidos, probetas, no era mi padre ¿Joan Ledoux quién fuiste?... disparos apagados que caen hacia abajo, nadie dispara hacia un hueco negro en la tierra... hiervo por dentro, surge una combustión que no puedo detenerte... tengo el calor de 60
  • 61. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge mi fiebre, siento escalofríos, no puedo ver la hora, ¿la hora?... no puedo contar números, lo hacía cuando era niño, era mi manera de entender que dormía, ¿estoy despierto?, ¡Joan! ¿me oyes?... hay alguna voz, ¿me oyes Joan?... si sus... ¡cállate!, maldito hijo de puta, te he matado, ¿por qué me miras así? ¿esperabas que te deje vivir? ¡un padre no hace lo que hiciste!, ¿Qué quieren? demasiados padres para un ser de existencia demencialmente corta... ahora intentas perturbarme desde dentro, ¡ya lo hace la naturaleza!, mi muerte es para el resto, como las suyas para el conjunto, también para quitarme la piel cansada y vieja, es otro vestido el que me pondré después, no me reconocerás, no hay padre que me haga olvidarte, eras y serás un muerto entre los millones...¿señor se encuentra bien? ... ¿señor?, los trazos ... ¿quién habla?... ¿quién eres?...¿Joan?... ¡señor! -¿Se encuentra bien señor?_ me duelen los ojos, no deberías de ser así, otra puntada más, como puedo entre el lechoso blanco que me ciega y la fuerza de mis pupilas intentando cerrarse por efecto reflejo veo su sombra detrás del farol y el ruido de esos coches a toda velocidad. -¿Que sucede?_ me duelen los pies, los escalofríos nuevamente, huelo a excrementos o junto a ellos. -¡Señor está usted desnudo!, ¿llamo a una ambulancia?_algo me dice que intenta... no puede haber bondad sin consecuencias. -¿Qué? ¿qué? ¿qué quieres?, nada de eso, ¡vete!, ¡déjame en paz!_ ahora puedo ver las luces del puente y yo tirado en medio de mis heces o las de otros. -¡Vete he dicho!_ no sé mueve, definitivamente quiere algo a 61
  • 62. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge cambio, sigo desnudo. -No me habían informado de tu actual estado, eres patético, estás muriendo William, llevo buscándote semanas, ¿donde están los trazos? -¿De qué demonios hablas?, no hay tales trazos. -Mientes, todos buscan lo mismo._ imposta la voz. -Sí vas a matarme hazlo ahora, o morirás en unos segundos... aunque._ comienzo a disgustarme. -¿Donde están ..._ no me escucha, me arde. -Seis, ¡te lo he dicho bolsa de huesos!, a quién disparas, ¿a la oscuridad? ¿qué se siente morir en la mierda? come hijo de puta, come mis restos, son las sorpresas de la vida que te agracian, ¿ahora quién es patético?_ se desangra y vacía , reviso su saco, enciendo su móvil, pronto estará aquí. Lo despojo de su vestuario símbolo social, intento pero no puedo agacharme, ya me he caído dos veces, sus botas me aprietan, mis pies hinchados son insoportables al andar, debo encontrar a Joan... o al menos unas respuestas, llevaba tiempo sin contener la ansiedad que me gobierna... espasmos, tos, vómitos... me pego contra el tronco de un árbol, respiro como me deja esta mierda de cuerpo. Gime, zumba y chilla el teléfono como una zorra en el bosque. 62
  • 63. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 11 Son las once y media, se acerca la medianoche. -¿Has conseguido lo que te he pedido?_ que Dios o Dioses le ayude si no tiene algo esperándome. -¡Te he llamado al cuarto de hora!_no soy paciente. -No he podido hablar, ¡dime!_ suena angustiado. -Tienes que ir dónde Isabelle Badinter, ella hablará contigo Will._ tiene a algún cabrón oportunista escuchando detrás, puedo oír como respira.-Te esperará sola y en La Sourdiére junto a la iglesia Saint-Roch. -Sí tienes alguien apuntándote detrás, al saludarme hazlo con mi nombre completo, estaré alerta, si es una emboscada y no me has avisado, date por muerto pedazo de mierda._ el dueño de esta ropa llevaba la razón, todo París unido quiere matarme. -Allí te esperará en una hora, hasta siempre William Fadaray._ lo matarán de igual manera, tarde o temprano la manzana cae del árbol y nos golpea la cabeza. Debo modificarme, renovarme, solo falta un cuarto de hora para la medianoche, debo cambiarme, estoy algo mareado para estar así de incómodo, si vuelvo a la habitación estaré con suerte en menos de veinte minutos, me da tiempo, quizás sea mi último viaje en metro, es uno de los placeres que me apena perder en algún momento, aquí algunos escritores mintieron sobre sus historias de amor, la maldita época roja del amor, 63
  • 64. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge que todo poseía adjetivos de un romance químico y con una sola explicación posible, pero ahora solo son cadáveres y prostitutas las que gobiernan la nocturnidad. El cara de rata psicótico y soberbio si que logró retratar a la humanidad dos mil años más tarde aunque la realidad teme que pronto sus falsos escenarios se vuelvan en un instante en un verdadero cambio. Creo que ya no hay escritores en esta ciudad, si hay alguno estará recluido en una oscuridad medieval. Los pintores sufren un símil algo menos triste ya que solo enseñan sus retratos de un color en las galerías. Los museos ya no son los motivos del turismo internacional, me siento algo culpable. La mancha unitaria sigue siendo la ciudad capital mas visitada del mundo, ahora por su libertinaje, ya no hay quién viva en un sitio repleto de ojos electrónicos controlándolo todo como sucede en Londres. Mi gran jaula de acero carece de cámaras, la mafia, sus tentáculos ha eliminado todas las cámaras, nadie tiene una, la justicia no acepta como pruebas medios electrónicos, aquí la ley del más poderoso pesa más que la propia torre de hierro en desuso, ahora descolorida y con luces rotas que siguen iluminando el origen sexual que nos caracteriza. Por un momento pude olvidar el dolor de mis pies, acabo de sentarme en el vagón, hay un tufo nocturno, lo odio, vomitaría. ¿Qué tipo de evolución es esta?, ¿resignación?, levantaría el estamento de un soplido con miles de voluntarios, quemaría toda la ciudad y la refundaría. Voy a morir esta noche, puedo sentirlo, la sombra que me domina por la espalda, quizás sea al salir el sol mañana, dicen que podemos anticiparlo, lo dicen todos los humanos hablando por el resto, es probable que sea verdadero el populismo, debe serlo, mi 64
  • 65. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge cuerpo está al filo de lo imposible, necesito algo que me vuelva a fortalecer, al menos por horas. Estoy tan tranquilo como el día de mi primer víctima, puedo verlo, era una noche de lluvia, en la rue Rameau, era el sobrino de un Serbio que traficaba con turistas para prostituirlas en su país. Sentía nervios o ansiedad por verlo desangrarse, el día anterior había encontrado el cuerpo de su hijo descuartizado en el jardín. No lo olvidaré jamás, suplicaba por su vida, sus gritos hasta el último segundo, mientras le cortaba lentamente todo su esculpido y atlético envase. Acabo de descubrir un helada, son las doce, puedo oír las campanas, es una costumbre sombría, estoy seguro que hoy la helada negra sucumbirá en la tierra y hará mella como es de su costumbre, hay algo que nos une, el fenómeno y yo, un mal necesario, una helada invisible y peligrosa que hiela la tierra por dentro y la oxigena eliminando a los insectos por congelación, es un fenómeno sin nieve visible, un frío incontrolable que se dirige a la tierra sin enseñar más que la frigidez como presencia haciendo el bien a la porosidad de la tierra pero no a su vegetación. Yo soy esa helada negra y hoy reaparece para acompañarme, me siento aliviado y gélido, frígido o glacial. La habitación está exactamente como antes, han pasado solo unos minutos, he pensado mas que semanas enteras, me impresiona la velocidad de los pensamientos, termino de cubrirme, mi abrigo, mis guantes, mi pistola, estoy vestido. Mantengo toda la habitación oscura, los letreros iluminan mejor. -William, alguien se acerca._ su lexía reaparece. -¿Quién eres?_ puedo sentir los pasos como latidos 65
  • 66. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge apagados. Son las doce y nueve minutos, me restan veintiún minutos, el trayecto es algo más largo, debo viajar en taxi, odio a los infelices que los conducen, algún voluntario me llevará hasta la Sourdiére. -Acércate a la ventana William..._ me guía, ha desaparecido nuevamente, su voz es... Destruyen las puertas, los disparos me peinan a milímetros en medio del vuelo y el viento de las cloacas, el hedor, el aire en mis nariz, el fresco en mi cara, toco el asfalto, acabo de recomponerme de la caída, un Honda Accord viejo está aparcado ,no hay opciones, su conductor, está follando con una de las prostitutas esclavas. -¡Suéltala!_ chupa sus pezones compulsivamente, su posición fetal lo devuelve a su niñez, ella cuenta los minutos que le quedan, me repugnan. -¡He pagado por esto cabrón de mierda!_ creo que no me ha visto, disparo en la frente de la puta que me mira con la cara invertida desde el asiento de acompañante, veo su boca abrirse al revés, ha muerto mientras un hombre casado con hijos le chupaba los pezones. -¿Qué has hecho?, no..._ los disparos se acercan. -Ahora tu dinero ya no vale, conduce homínido o mueres. Me gustaría hacer una película Gore con este sujeto de gafas y pelada de simio, es que me encantaría azotarlo, poner una pirámide en su culo hasta perforar su vejiga. - Gira aquí, sigue por la avenida de L Ópéra, ahora por Rue des Pyramídes y luego a la derecha por Rue Saint-Honoré. ¡Rápido bolsa de fluidos!, reza 66
  • 67. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge porque no toque tu frente, reza por no desear nunca más a una puta, piensa en tu Dios excremento, ¡reza hijo de puta o toco tu frente!._ su pene es pequeño, su estómago tiene el tamaño de un embarazo anticipado, suda y no deja de rezar en voz alta. -¡Más alto inútil! juro que si dejas un segundo de rezar te dejo inmóvil aquí mismo. Se detiene en la Sourdiére, junto al restaurante hay un tienda de modas llegando a la esquina, es una calle extremadamente angosta. -Ahora seguirás hasta tu casa, dejarás las llaves, te meterás en la cama junto a tu mujer y la follarás, ¿me has oído bolsa de mierda?, irás a tu mierda de oficina y renunciarás, como sepa que no lo has hecho, morirás en unos días, no sabes quién soy ¿verdad? _ me niega con su cabeza sudando mucho y sin mirarme, la cobardía es un elemento de supervivencia que dilata lo inevitable, es la primera vez que doy otra oportunidad, quizás porque su daño es reversible... aunque en unos segundos... cree desvincularse de su error, está vivo. Los disparos estallan los cristales, puedo abrir la puerta, al caer veo como muere en una lluvia de acero viajante el gordo de gafas, no puedo controlar el destino, todo lo que me cruza muere, soy la helada negra, detrás mío llegan los grupos que se disputan mi cabeza, debo hablar con ella, no soporto la ansiedad, sudo más que antes, más que el gordo pajero de gafas. 67
  • 68. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge 12 Entro al restaurante lóbrego, opaco y oscuro pero no tenebroso, sus mesas vacías están laminadas con polvo, no hay olor que revele un movimiento anterior, lleva cerrado al menos unas semanas, es natural, la violencia produce el efecto cueva, nadie consume de noche, las calles son corredores de ratas envenenadas buscando víctimas, como en Edimburgo por estos días. -¿William?_ su voz tenue, sus vocales dilatadas dictan mi sentencia, algo me llama a ella pero me hace desconfiar, llevo al menos una década de tolerancia, angustia y padecimientos. -¡No des un paso más o lamentarás haberlo hecho!, ¿Cuántos me rodean? ¿¡Cuántos me rodean intrusa!?_ no puedo oler correctamente, vuela y hace contacto la sangre del gordo de gafas con mi sentido más activo, se suman los motores de mis cazadores, su perfume, algo de que... camina.-¿Qué? ¿quién mierda habla? -Nadie William soy yo, aquí estás a salvo, sígueme, no hay nadie, confía, pronto llegarán, no tenemos tiempo, debes seguirme._ veo su sombra alejarse hasta la puerta llena de luz al final del comedor, hay una escalera, puedo ver sus piernas, su falda es larga y de un color claro, me acerco mientras ella sube, veo su espalda cubierta, lleva colores claros, hacía tiempo que no sentía esto, no puedo saber que es lo que se expresa. es una emoción pero no logro clasificarla, es 68
  • 69. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge imposible identificar el cúmulo de expresiones químicas que me rodean. Detrás despedazan todo el escaparate, la madera suena apagad, distinto al deshacerse en miles de partes, es música en movimiento, llegan los restos a mi espalda al igual que el viento de sus balas, aspiro, expiro, brioso, afanosamente vivo, transpiro otra gotas más que antes, estoy íntegramente húmedo, contradictoriamente me cuesta subir los escalones, como si las sensaciones fuesen envasadas al vacío, seguramente la caída de hace unos minutos me ha dejado secuelas... la frente de la puta con el agujero, el gordo estalla desde el cerebro, veo un agujero gris, estoy vacío... camina, se cierran las puertas conforme subimos, no creo más que en mis pasos. -No pienso seguir otro centímetro a menos que me expliques que es todo esto, ¡se han cerrado tres putas puertas! -Restan al menos otras nueve, William es importante que continúes, sigue tu instinto, no hay peligro, no represento ningún peligro, allí fuera eras carne del león que te busca hambriento._ su voz me amansa como a un perro, no me atrevo a cuestionarla, me da paz, una increíble paz... al menos gano tiempo. Son las doce y treinta y tres minutos. Se cierran otras seis puertas, el estruendo hace su eco viajero, delata que son de otro material, el fragor de la guerra me desestabiliza, soy menos fuerte. -No puedo seguir, me has jugado una..._ quisiera escupir todos los insultos que se me ocurren. -No William, debes continuar, solo quedan dos..._ cierro mis ojos, abro mis pensamientos. ... un sonidos que me golpea... soy yo de niño, mi padre, 69
  • 70. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge no es mi padre, veo su rostro distorsionado, una mujer, su rostro no concuerda, mis padres, los anteriores... el sonido de las cadenas de Canterville... cara de rata, un personaje blanco cae por un barranco negro hacia los mil metros que lo comen abajo, a un fuego primigenio... miles de colores... líquidos... la veo, tiene su rostro tapado por la oscuridad, veo sus piernas... no es un sueño William, no es ... una habitación... pero, ¿dónde?... pudimos bajar y subir, no sé a que altura estamos... no huele a nada... un grito ahogado en un recuerdo irreproducible, el cuarto es blanco inmaculado, el oxígeno es puro, huelo a ... no huele a nada... huele a...esta vez la nada huele a nada, la última luz no me permite más que apreciar un fragmento de su cuerpo, las piernas limpias... claras y posiblemente viejas. Camina hacia mí, contengo la respiración y se me calla el alma o el cerebro no emite sonidos. Quiero verle el rostro, cada una de las potentes luces fluorescentes parpadean, sincronizadas se apagan acompañando sus pasos, la oscuridad reina su medio cuerpo, no puedo verla... me siento algo menos mareado, pero la elevación de mi confusión me devuelve al mareo. -Descubre tu rostro ¿Quién eres Isabelle?_ hablo y me descubro distinto,posiblemente menos dañado, pero aún siendo un incomprendido ser sin memoria. Mis instintos se anulan, aquí no hay tiempo. -No puedo William Faraday, de verdad lo siento, llevo esperando décadas este momento. -¿Décadas?_ no es posible, creo que exagera. -No puedes ver su rostro, no hay espejo que refleje tu rostro, no lo reconoces, es ajeno a ti el tiempo._ se dirige a mi con una seguridad protectora que jamás 70
  • 71. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge había permitido, roza la impertinencia, pero se lo permito, quiero saber que es lo que conserva. -¿Qué crees saber de mí?, estoy descompuesto por dentro, pero mi juicio sigue intacto, ¿quién crees que eres?, enciende todas las luces, ¡descubre tu rostro! quiero verte, así solo representas la oscuridad de la que careces. -Toda la materia se descubre con la luz, que son parte de sus juegos privados, no todo se halla en el terreno de lo inteligible, la oscuridad detrás de lo iluminado nos hace binarios, tu no eres binario William, tu eres un ser elevadamente complejo, no lo sabes, no reconoces tus actos, te undes en las cloacas de tus propias miserias y culpas al resto desprovisto para aliviar la culpas de tus futuros actos. Creí que nunca llegaría este momento, llevo una vida de lágrimas, ¡logra realizar la turbulencia de todas las combinaciones!, has llegado aquí por el uso fortuito de las intenciones básicas, del instinto carnal o el lamento de una bestia libre que no sabe como vivir. -¿De qué hablas Isabelle?, ¡vamos! dime tu nombre... descubre tus nombres._ mi ansiedad no me deja hablar claro, necesito espacios de tiempo entre mis palabras. -Yo soy tantos nombres tienes, William Faraday... no sabes cual de todos ellos eres, no comprendes por qué has llegado aquí, los nombres..._ caen gotas y abro la boca para recuperar aire puro. -Debo volver a la ciudad, me espera una larga noche, todos claman por mi cabeza, quieren exhibirla victoriosos, voy a destruir a todos los focos, voy a apagar las luces lineales de esta maldita ciudad infectada y estropeada. -No comprendes William, Joan ..._ahora devela lo que tenía entre manos, allí fuera rugen los hierros de las 71
  • 72. Elbio Aparisi Nielsen Los trazos de Montrouge estructuras, destrozan todo y yo aquí... debes oír. -¿Quién mierda es Joan?, ¿qué sabes tú?_ quiero moverme, no me permite la camilla blanca, estoy suspendido amarrado entero... se mueve, las luces se encienden y apagan mientras ella lo hace, me infunde respeto, por momentos su...debes oír. -Joan Ledoux... William esto es muy difícil para mí, debes comprender que ... no puedo excusarme, hoy es el momento, antes no habría sido posible, quiero que comprendas esto, antes eras un arma disparando con infinitas descargas de furia, la ciudad ha conocido la tránsito a la supresión y éxodo contigo William, es cierto que hay un orden que impera entre nosotros, pero desconocemos la fuente o la médula. Joan era un químico del instituto Suizo, había descubierto ciertos patrones en uno de sus cócteles que... -Yo he matado a ese infame, fue mi tercer víctima lo recuerdo muy bien. -No, no es ..._ su voz se entrecorta y mantiene sus palabras con la misma energía. -¡Fue!, lo he matado con mis propias manos, cuando eran sanas, sus malditos químicos me deshicieron la sensibilidad, la rata experimentaba con humanos, no podía dejar que eso llegue a la civilización. No comprenderías exactamente... sus intenciones, no era justo, había tanto por hacer... pero sus planes se orientaron en un camino similar al mío, la diferencia es que yo no era un enfermo mental_ la busco entre las sombras es imposible, aunque lo intente no puedo ver sus ojos, solo con ver un trozo reconocería el resto, sabe con quién habla, de solo ver un trazo de sus retinas sería una pieza de mi vasta colección. -Joan hacia lo correcto, trabajaba en una cura, la 72