1. PRAGMÁTICA DEL LENGUAJE RELIGIOS
De acuerdo con Wittgenstein, “nuestro hablar sólo adquiere sentido a partir del
resto de nuestra conducta”. Este entrelazamiento de las actividades lingüísticas y
o lingüísticas es lo que él llama “juego de lenguaje”. Los juegos de lenguaje
suponen una situación total de habla, Wittgenstein denomina “forma de vida”. En
el lenguaje religioso hay multitud de juegos, que es preciso entender en referencia
a las diversas formas de vida religiosa. Entre las formas de religiosas están: creer,
esperar y amar.
“El lenguaje religiosos es el lenguaje ordinario utilizado de cierto modo en función
de formas de vida específicas. El factor que unifica los diversos juegos religiosos
es que constituyen modos de reconocer nuestra ordenación o religación con Dios.
Existe una gran variedad y diversidad de juegos de lenguaje religiosos. Algunos
autores han intentado establecer una clasificación de ellos. La posición más
extendida es la que entiende que existen tres usos o funciones principales del
lenguaje creyente. La primera es una función emotiva, es decir, es capaz de
originar sentimientos y actitudes, se usa el lenguaje por ello, para conferir
seguridad a las personas “el señor es mi pastor” etc. El segundo uso fundamental
es el que tiene como objeto el invitar a la elección; es la función conativa. El
lenguaje cristiano tiene una función ética. Por último, el lenguaje religioso tiene
una función cognoscitiva. El lenguaje de la fe realiza una interpretación de la
realidad y no se limita a ser expresión de unos sentimientos.
LA FUERZA REALIZATIVA DE LAS EXPRESIONES RELIGIOSAS
Todo el lenguaje con el que hablamos de Dios depende, implícita o explícitamente,
de la formula “Yo creo”. En castellano se usa a veces el verbo “creer” en un
sentido dubitativo, el cual resulta impropio puesto que en estos casos puede ser
sustituido por otras expresiones, ejemplo, creo que juan vendrás, pero, puedo
estar equivocado. En el uso propio del verbo, “creer” indica certeza y seguridad y
excluye la posibilidad de equivocarse. Cuando digo: “creo que Dios es fiel” estoy
excluyendo la duda. Quien usa el lenguaje religioso (en primera persona del
singular del presente de indicativo) se compromete a creer en Dios.
Al decir, “prometo devolverte el libro mañana” me comprometo a hacerlo, al decir
“creo en Dios” o “Jesucristo es el señor”, me comprometo a llevar una vida acorde
con lo que digo. El lenguaje religioso lleva consigo la verificación del
comportamiento del sujeto, que se compromete con ese lenguaje. Hay una
autoimplicación que hace del hablar y del obrar una unidad indisoluble. Es posible
que el creyente abuse del lenguaje, es decir, que diga algo y no lo crea de verdad,
que no se comprometa con la verdad de lo que afirma o que no actúe en
2. concordancia con lo que cree. El carácter realizativo del lenguaje religioso se
hace patente de un modo especial en el lenguaje litúrgico.
J. Ladriere subraya, el lenguaje litúrgico, provoca una inducción existencial, es
decir, una disposición para abrir la propia existencia a un nuevo campo de la
realidad. Suscita también la intuición, sobre todo por el uso del “nosotros”
característico de este lenguaje. Finalmente presencializa, es decir, hace presente
el misterio del fin de que resulte operante para la comunidad que constituye la
liturgia.
COMUNIDAD RELIGIOSA Y LENGUAJE
Wittgenstein señala que un elemento importante en una religión es aprender a
usar un lenguaje; ser creyente requiere ser educado acerca del modo de usar la
apropiada descripción. El lenguaje religioso se aprende usándolo
adecuadamente en el contexto que le corresponde. Al aprender el lenguaje de
la fe nos insertamos en una tradición lingüística, la de quienes sostienen nuestras
mismas creencias. El fin de este aprendizaje es introducirnos en la inteligencia y
vida de la fe. Dios se ha revelado en Cristo mediante un lenguaje. Gran parte del
lenguaje es narrativo, dado el carácter histórico de la revelación cristiana. Resulta
también importante la comunicación simbólica, su función puede tener un valor
explosivo y premonitor de ciertas dimensiones de la verdad que no se reducen a
la verdad objetivable.
La comunidad creyente de hacer un esfuerzo especial para hacer asequible el
lenguaje de la fe a la cultura contemporánea. El lenguaje religioso, debe
conectarcon las formas del hombre actual con el fin de que sea para el
significativo. Contribuirá mucho a legitimar el lenguaje religioso el lenguaje de
una praxis coherente. Lo que decimos resulta coherente por lo que hacemos.