SlideShare une entreprise Scribd logo
1  sur  19
Télécharger pour lire hors ligne
FONDO DE CULTURA f,CONÓMICA
          MÉxIco
Itúrc     cdi(i,in (n frdn(¿s.             t949
l'riñ$¡cdición cn $f¡ñol.                  tqJ2
  Primc.¡ rcimpresi(in.                    tgt7                                           A LUCIEN FEBVRE,
 S(s!¡th rcimf¡erióñ.
 T.((i (im¡.cs¡(in.                        t96t                                          A MANERA DE   DED¡CATORIÁ
 (i¡rrtd r(nnfr(sión,
 qri¡r reiffpresni¡.                       1970
 Scxtr.(imf'ftsiiín.                       197,'i                   Si c¡t¿lüro ha lc lablicana ut /ía: i, la ¡it4l¿ aatíloto
 V¡t¡n¡ (.nñpr$nin.                        1975                     at qt¿ pida ho1 a) cicrto ag*ilibrio dcl alrrrt -4n!r¿ lor
 (Xixvi r(imr(si(in,                       t978                     peora lolares y l* pca*r a¡i¿lal¿¡ qertotuht g colcc'
 Nokn¡ r<¡ln|'rcs¡(i¡,
 l)¿rir¡i rcim¡resiór,
                                           t91t)
                                           t98l                     tie¿r- ti¿rr¿ a rcr urt o¿r¿d¿¿to libro, oJtecüo pata ut
  tjnd¿<i¡ni (.inr¡rcrfttn.                t9ri2                    bído, otro ntrrbr¿ ¿¿Jünto ¿¿l ¿¿ tttt¿¿t lndri¿o clt igo'
  t)!o(lédñx rcimprusií'n.                 l%.i                     t¿ló ¿rrron¿et i¡t¡orito ¿tt l¿ culi¿rt¿. UJt¿¿ ln J¿ó¿' t¿
  lldmo td.(r¡ fuiñ¡rsi¡;ñ,                r9t¡7
                                                                    n¿cer¿tab4 ¿tt aoirblat ¿o csc htgar: tinico rcc*etlo 2er
  t¡(im.(ir¡r   rci,rprcsi{in.
                                                                    milido ¿ o¿a t¿rn+ra d¿mai¿lo poJunáa y dcmahlo ¡e
                                           .l9ti8
  t¡(nr{¡túinrN .cnnprcsnin.               1990
 Decimoscda re¡nprcsión.                   t99l                     grada 1'ara ?o¿cr ¿trpr¿r4rla. ¿Y cóito m¿ reigtaría y
                                                                    i tto i¿rt¿ ¿ *rr¿¿ o2wae¿r tanbiér ¡iao ¿l' azo d¿ al'
                                                                    gt ral r¿f¿r¿nii¿.J? ianto¡ h¿mo¡ oombaülo hrgtnarta
                                                                    por una h&toia tnh anplia g tah h*mana. Eob¡¿ h *
                                                                    f¿¿ ¿art irt, 4hor¿ au¿rr¿o atcrióo, o cidrtert ,ttl¿hat arrt¿'
                                                                    ,tarl¿t, No ?o¡ tu¿¿rtla cuJpa. Soant lot ocncidos ¡rotti-
                                                                    ¡io¡al¿¡  l¿ ,tt initllto d¿¡tino. Ya oefidr'i cl ticmpot
                                                                    aJto! ¡eguro, ¿n qttt nt ¿tlrd cohóoraión qa¿tó ooto¿t a Jat
                                                                    o¿t¿d¿¿rurí¿nt¿ píhlica, aamo cn al 2asalo, r, ¿arn4 én ¿l
                                                                    patalo, liba. Mi¿ntr4r tafiro ¿ontittttátá ?ot mi ?.tr¿ ¿rt
                                                                    ettat ?ágina lhna¡ d¿ la ?r¿¡enci4 ¿¿ utad. Aqui cott-
                                                                    seruató el ritma, gue fuc úetnpra cl ruro, ¿a t, ¿du¿t¿o
                                                                    fandanaatzl, oiatiJkado, en Ia *pcrtioic, ?ot ¿l prwt¿ho'
                                                                    rc j*go dc ,tu¿rtr4r dt¿cttor4t di¡euian¿¡. Eaff¿ la¡ il¿a¡
                                                                    qu¿ tr¿ frooflgo totten¿¡, már /¿ *xa m¿ üega, ütt d*da
Tlnrlo original:                                                    algott¿,. ¿he¿rtrt¿nte ¿e arr¿¿. R¿r?ecto ¿¿ ,nt¿h¿J otAt
Apologi¿ povr    l'Hbtoir. ou Métiat d'hislor¡en
           Libnirie Arm¡nd Colin, Plrls
                                                                    lo ,to ?o¿ríd decidir, en óaataa ootzc.izncü, si ¡oo d¿ x¡-
@ 1949.                                                             ted, mías o da atnbo¡. M¿ anorgollecz petrar gtc tuahat
                                                                    oea¿J nt¿ aprobará ¡¿¡t¿á. En oc4¡ion¿r nt¿ c¡i¡i¿ató. Y
                                                                    lo¿o allo rorá ¿nEé ,to¡otror t!r, eíttdio ,rr"ót.

D, R. @ 195¿ FoNmDB           Cu'-rr¡   Eco{órÁc                    Foug¿r¿¡ (crcuac)'
D. R, @ 1987, Fo¡moe          CErn^     Ecor¡omc+ S. A. m C.   V.   ¡o d. m¡yo d€ r94r.
Av. ¡te l¡ Universid¡d, 975; 03 100 México, D. F.

rsBN 968-1G0067-3
Inpreso en México
.
                    INTRODUCCIÓN

"Papá, explícame para qué sirve la historia,,, pedia hace
algunos años a su padre, gue era historiador, un muchachi-
to ¡lleg¡do mío, Quisiera poder decir que este libro es mi
¡€spuesta, Po¡que rro ¡lcelzo a imagina¡ ma¡or halago para
un esc¡itor que saber hablar por igual e los doctos y a los
escolares. Pero reconozco que t¡l sencillez rólo es privile-
gio de unor cuantoo elegiáos. Por lo menos con'serv"ré
aquí con mucho gusto, coúo epíg¡afe, est¡ p¡egunt¿ de
un niño cuya sed .de saber acáso no haya logrado apa-
ga¡ de momento. Algunos pensarán, sin duda, que es una
fórmula ingenua; a rní, por el cont¡a¡io, me parece del
todo pertinente.l El problerna que plantea, con la emba-
razooa dese¡rvoltula de eete €dad implacable, es n¿d¿ menos
qoe el de la legitimidad de l¿ histo¡ia.
      Y¡   tenemos, pues,   al   historiador obligado   a   rendir
cuentas. P€¡o ¡ro s€ ;ventu¡ará a hace¡lo sin senti¡ un ligero
temblor interio¡: ¿qué arteeno, envejecido ea su oficio¡
no 6e ha p¡eguntado alguna vez, con un ligero esüer4eci.
miento, si ha empleado juiciosárnente su vidal Mag el
debate sobrepasa en mucho lo¡ pequeños escrúpulor de una
mo¡al co¡po¡ativa, e inte¡ese a toda nue6t¡¿ civilización oc-
cidental. Porque cont¡a lo que ocu!¡€ con ot¡os tipos de
cultu¡a, he esperado siempre demaeiado de su rlemo¡ia,
Todo lo conducía a ello: la he¡encia c¡i¡tiana como la he-
¡encia clásica, Los griegos      y   los latinoe            prime-
¡o8                                     -nuestros
    mae6t¡o!- errn pueblos historiógrafos. El c¡i¡tianisao
es una religión de histo¡iado¡es. Otros sistemas religiosos
han podido funda¡ sus creencias y sl¡s ¡itoó en una mitolo-
gía más o meno6 exte¡ior al tiempo humano. Po¡ lib¡os
6a8rados, tienen lds c¡istia¡os libros de historia, y sus litur-
gias coÍr¡emoran, con loo episodios de la vid¿ te$est¡e de
un Dios, los f¡stos de l¿ lglesia y de los santo¡. El c¡isti¿-
nismo es ádemás histó¡ico en ot¡o sentido, quizá más pro-
fundo: colosdo e¡t¡e la Caíd¿ y el Juicio Final, el destino
de la huma¡idad tepresente, a sus ojoq una lerga aventu-
ra, de l¿ cu¡l cada destino, cada "peregrinación" indivi-
                                 9
IO                        ¡NTRODUCCIóN                                                  INTRODUCCTóN                       tt
dual, ofrece, a su vez, el reflejo; en la duracirín ¡ por lo         Sil   embargo, conviene saber qué quiere decir ega pa-
ta¡to, en l¿ historia, eje cent¡al de toda meditación c¡istia-    labr¡ "se¡vi¡". Pe¡o antes de examina¡le quiero agregar
ria, se desa¡rolla el gran drama del Pecado ¡ de la Reden-        urras p.labres de e¡cu¡a. Las circu¡stenci¡s de mi vida pre-
ción. Nuest¡o arte, nuest¡os monumentos literarios, están         sente. la imposibilidad en que me encuentro de us¿¡ una
lle¡os de los ecos del pasado; nuest¡os homb¡es de acció¡i        e¡an bibliote'ca, la pérdida áe mis propios libros, me obli-
tienen co¡stalttemente etl los labios sus lecciones, reales o     ian a fiarme demasiedo de mis notas y de mis experienciae'
inaginarias, Convendría, sin duda' señalar más de un              óon dem"ri¿d¿ frecuencia me están Prohibidas las lectu¡as
6atiz en la psicología de los grupos. Hace mucho tiempo           comDlementelia6, las verificaciones a que me obligan las le-
que lo obsenó Coürnoti eteEr¿mente inclinados a ¡econs_           u", '-irn", del oficio del que me ProPongo describi¡ las
t¡ui¡ el mundo sob¡e las líneas de la razón, los franceses        irácticas. ¿Podré, algún día, Ilenar estas lagunasl Temo
en conjulto yiven sus recuerdos colectivos con muche De-          'oo. oorr.. iel todo. A este ¡especto, no puedo menot de
¡o¡ inten¡idad que los alemanes, por ejemplo,2 Es tam-            áli"it"r indolg.tt"i" del lector y, diría, "dedararme cut-
bién indudable que las civilizaciores pueden caobiar; no          pabte", si ello no implicara echar sobre mí más de lo que
se concibe, como hecho en sí, que la nuestla no se aparte         ie justo, las f¿lus del destino.
un día de l¡ histo¡ia. Los histo¡iado¡es debe¡án ¡efle-
r.ionar rob¡e ello. Porque es posible que si no nos Ponemos           Es ve¡d¿il que, incluso si hubiera que considerar a l¿
en guardia, l¿ ll¡mada histo¡ia oal entendida acabe por           his¡o¡ia inc¿paz' de otrot s€rvicios' por lo menoo podría
des¿c¡edit¡¡ a la histo¡i¿ mejor comprendida. Pe¡o si lle-        deci¡se en ,o f""ot qo" distrae. O, Para ser má3 exacto
gá¡amo6 a eso elgune vez, sería a costi de ura profunda rup-                 qüe cada quien busca sus dist¡acciones donde
tuÍa con nuesüa8 má8 con¡tantes t¡adiciones i¡rtelectuale&        -puesto oo" así se ló pa¡ece a gren número de personas'
                                                                  ooi"r"-.
     De momento en ert¿ cuestión no hemoc pasado todavía          É"*ndÁ.'ot", hagt¿ düde pueden llegar mis recuerdos,
de la etapa del examen de concie¡cia. Cada vez que nues-          ¡iemo¡e me ha dive¡tido mucho. En ello no c¡eo dife¡en-
tr¿s estrictar sociedádes' que se hallan en perpetua crisis       ci¿¡áe de los demás historiado¡es que' 8i no ee por     ésta,
de c¡ecimie¡to, se ponen ¡ dud¿¡ de ¡í mismag se lao ve
                                                                   ¿por qué razSn se han dedicado a ú historial
                                                                                                                   ?ara quien
preguntane si han tenido ¡azón al inte¡rog¿¡ a su paudo               *" oo tonto ¿le malc¿ mayor' todas las ciencias ¡on
o si lo han inte¡rogado bien. Leed lo que se escribía aotes       "i
                                                                  inte¡es¿ntes. Pe¡o cad¡ s¿bio ólo enco.nt¡a uIra cuyo cul_
de la guerra, lo que todavía puede escribirse ho/: ent¡e les      tivo le ¿ivie¡te. Descub¡i¡la Pa¡¿ consagr¿lse a ella es pro-
inquietudes difusas del tieúpo p¡esente oiréis' casi infali-      oiemente lo oue !e llama Yocación.
blemente, l¡ voz de este inquietud nezdada con las otr¡s.         ' Po, -i-o, por lo demás' este indiscutible at¡¿ctivo
En pleno drama me ha sido dado recoger el eco esPontáÍeo                   "í
                                                                  de l¿ histori¡ -"i.i" y" que nos detengamos e reflexiona¡'
                                                                                             -y
de ello. E¡a en junio de r94o' el rnist¡ro dí¡, si mal no         Ante todo,         g"rm"tt como aguijón, su PaPel ha sido
¡De acuerdo, de l¿ ent¡ade de los alemane¡ en Pa¡ís.    E¡   el               "o-o
                                                                  v sisue siendo caDital. Antes que el deseo de conocimien-
jardín nounrndo en que nuest¡o.&tado Mayor, privado               io, á ri.pt. gusó; antes que É obra científica plenamente
de fuezas, a¡¡ast¡aba su ocio, remachábaoos ¡ob¡e l¡s cau-                    dJ sue fines, ef instinto que conduce a ella: la
sas del desast¡e l " ¿Habrá que Pensa¡ que nos ha engañado        "onr.i"nt" de nuestro clmPortaEie¡rto intelectual
                                                                  evolución                                            abunda
la historia? ", murmuró u¡o de nosotros. Así la angustia          en filiaciones dc dgta d¿se.- Hasta en tet¡enos como el de
del homb¡e hecho y derecho se ünía' c!¡r su acento ¡nás           la física. lo¡ p¡imeros pasos deben mucho a las "colecciones
arna¡go, ¡ la sencille cu¡io¡idad del jovenzuelo. Hay que         de curioeidaáes". Hemos visto, induso, figurar a los pe-
responder e ¡¡n¡   r   4 ot¡a.                                    gleñoe goces de las antiguallar c¡ h cun¿ de má¡ de un¿
12                        INTRODUCCIóN                                                   ¡¡nooucc¡óx                   tg

                                            .,,i"lxi:fi                  cribió André     Gide- no noe está ya pennitido hoy; ni
                                                                         riquiera el de  la inteligencia, añedía. Esto se esc¡ibía en
   i:'f"!.;'¡:'?i':ll?x:T:,?,'iJff
   remenre, del            Ias                   l:;:.":3:,.Í:           1938. En tg4z, aí,o en que ¡De ha tocado escribir, ¡el
       3:1, sl¡izás, sino ¡¡sroriadores ." Ái"¡i,jr" ó",n1,
                       .folltore.     lectorei de
   l:                                       p.""h,-, rñ-"".              pro¡,risito adquiere un sentido todavía más grave ! A buen
  solo talra la educación necesaria                                      Éegtuo, en un mu¡do que acaba de abordar la química del
  ptrro' y, :- mi. juicio, más agudo':Orr, árr.; ;;'O;r"; ;::
                                        el de) -1., '".Ja.r"]            átomo, que comienz¿ a sondear apenas el secreto de los
           por ot¡e parte, este encanto está                             eqracios estelarer, etr ruestlo pobre mundo que, justam€trte
      ,Dr,                                       auy l"i*-d-"
  ::iolr*,* cuanto da principio l" ;*"rrür"ijí o,irri¿iü
  con. eus neces¿¡ias
                                                                         orgu.lloso de su ciencia, no logra, sin embargo, crearse un
                                                                         poco de felicidad, las largas minuciar de la e¡udición his-
                          -austeridadis; si, entonces, po¡ el con-
                       pueden testimoniar ,"¿", 1",                      tó¡ica, ha¡to capaces de devo¡a¡ tod¿ una vida, merecerían
  ::iili,--."'o"gana todavía en
  Io¡taclores-,                                      ""riri.iri¡-        ser condened¿¡ co¡no un absu¡do der¡oche de energías casi
                                vivacidad ),         pü;"-;;";;;
                                                     ",                  c¡iminel si ao condujeran más que a rev$tir con un poco
  l:L:: ;li            ;:T nf               ':*{it*i:T#,',1f; i          de ve¡dad uno de ¡uest¡o¡ sentimie¡tos. O será preciso
  oaDremente "$i,:;                                                      deuconsejar el cultivo de l¿ histo¡ia a todos los espí¡itus
  a
             sus propios p]aceres estéticos,
             de ninguna oua dlsciplina.
                                             q;.-;";';#;;                susceptibles de emplear mejor su tiempo en otros te¡le¡os,
      Jos,
                                     ¡li. .i i"-¡"', ;"::i..::
 f:,,¡"t1l. d. las acrividades
 pa¡t¡cular, eJtá ñecho,
                                    humanas. que forma su obiero         o la histori¿ tendrá que probar su legitimidad como cono-
                                                                         cimiento.
                              más que otro cuaiquiera,
 ta-rm_aginaqió¡ de los_      hombies. Sob¡e tódo-
                                                   ilJii'j;                   Pero aquí se plantea una nuevi cuestión: iQué es jus-
 a su alejemiento en el tiempo                  ;r;;;, ;;;;.             tamente lo que legitima un e¡fue¡zo intelectuall
                                 o en        ,
 ," ."t"uí""      r", ;;;-ú.;'á'##: "j.",:':l1i#.:".fi';i:;                   Me imaginé que nadie se etrere¡ía hoy a decir, con los
 krbn¡z      "on.
            nos lo h¿ confesado: cuando
                                         pasaba de las abstr¡c-
                                                                         positivistas de esticta observancia, que el valor de una in-
       especulaciones de las matemáticas,                                vestigación e mide, en todo y por todo, según su aptitud
 1as
 descrfrar viejas carras o viejas
                                                 o ¿. l, ,""j;""",'"
                                                                         para servir ¿ le acción, La experiencia no ¡os ha enseñado
                                  c¡ónicas de       f" Ak;;j;:;:
 P€¡¡al, sentíá, como nosot¡ó, esa,.v                                    solamente que es imposible decidir por adelantado si las
 á:"
       "oo,,ingl,,",;."aüañ. ;:,lllL:'11.""ff*l
             de poesía. Cuidémonol
                                                                         especulaciones apa¡enteme[te más desinteres¿das no se ¡e-
                                                                         vela¡án un día a¡omb¡osamente útiles a le práctica. Rehu-
 :t-"__T
 oescuble¡to-
             !"""                                io¡r. .olo'i.
                                                         ,oao,
                    en el senrimiento de algunos, ¿;r-r"";";             s¿¡ e l¿ humanidad el de¡echo a investigar, a calmar su sed
po¡ ello. Seríe una fo¡midable                                           intelectual sin preocuparse para nada del bienestar, equival-
                                 tont"rí, p.nrr. qo,"               J,
tan pode¡oso ar¡artivo sob¡e t"                                          d¡í¿ a mutila¡la en forma extraña. Aunque la histori¿ fuere
                                *nr;Ulliá"ai-tiü"                ]? ti
menos capaz también de satisface¡                                        etern¿me¡rte i¡dife¡e¡te al homo faber o al hano poü-
                                    a no",t."              ;nt.tii"iJ,   tiu¡ baaaría para su defensa que se reconociera su necesi-
_.-_
    P.:ro.ri esa histo¡ia a Ia que nos
                                           conduce un at¡actiyo          dad para el pleno desrrrollo del hoon     vpiett. Sin em'
qle  srente. todo. el un¡.ve¡so ,ro
                                    trlui.r" _A q* ,J-"ir""_             bargo, aun limit¡da de ese modo, la cuestión diste eucho
nvo, para justificarc; si no fue¡a,                                      de quedar fácilmente ¡e¡uelta.
                                        en suma, más que un
emabte pasaricmpo como          el brilg¿   o.la;;
                                               ;;;;.ij;                       Porque la naturaleza d! nuestro entendimiento lo i¡.
jil:::tl:                   tanti estue¡zos
                       hiciéramos                    por escribirlal     cline mucho me¡o6 a qüete¡ uber que a que¡e¡ compren-
            ,9ue
ror esc¡brrla, según lo entiendo y..                                     dei. De donde remlta que las única¡ ciencias auténticas
.l¡camente, y yendo en la medida
                                       ¡.r*á;";;"u;
                                   áe L p*ibh-;;;il ;;_                  son, según su voluntad, las que logran establece¡ ¡elaciones
¡orres más ocultos, es deci¡,
                              difícilmenie. fl j;;;;.;_                  erplicativas entre los- fe¡óm€tos. Lo demás no eg segrin
t+                      ¡r{TRODUCCTóN
      expr*ión de tr4alebranche, más guc .,polioatía,,.                                       ¡¡rno¡ucc¡ó¡¡                           r5
  fa.                                                   A-hon          ellos,   y no de loe meno¡ noto¡ioo. Estas invectiva¡ tiene¡
  Dren, I.
           ,poliDetí¡ .puede muy bicn pasar-por di*r¡cción o           peligroso atractivo: justifican por ¡delantado la ignorancia.
  ryl ."?¡:.
                pe¡ohor menos que en ticmpo        dc Maleb¡en-        Por fortuna, para lo que sub¡iste aún en no$t¡os d€ curio-
  cne pocllia-pase¡ por una      de las buenas ol¡a! de la inteli-
  gencia. Independientemente inc.lu¡o ¿"                               sidad espiritual, es¡¡s censulas no cárecen quizár de interés.
                                         ,"¿"                               Pe¡o si el debete debe ¡er conside¡¿do de luevo, es
  c¿clon a ta conduct¡, l¿ histo¡i¿ no tendrí, pues, """"j'rJi
                                                     el de¡eiho
  de ¡eivindica¡ !¡¡ luge¡ entre lo,                                   neces:¡¡io que lo planteemoc con datos más seguros.
                                     -no"i.iJnto, ;;r¡;¡:r;:
         alei de estuerzo.,_ sino- en el caso de que, €n vez               Porque hay una precaución que los deÍectore¡ co¡¡ien-
  l1:il:
  oe una srmple enumeración, sin lazos y c¿¡i                          tee de la higto¡i¿ no han teoido en cuettte, Su palabra no
                                                       iin-límites.    c¡rece ni de elocuenci¡ ri ¿e ¿t?rir. Pero, por lo geaeral,
                   una claeificación racional y'una intclig;bitideá
  T:-!1".t".t"                                                         h¡¡ olvidado info¡ma¡se con exactit¡¡d de lo que hablan.
  P¡OSrClrv¡.
    Es innegable, sin eobargo, que sieopre noo                         La imagen que tienen de ¡uest¡os estudios no parece ha-
 quc un¿ crcnci¿ tiene algo de incompleto-si
                                                  Da¡ece¡á             ber surgido   ilel talle¡. Huele     más   a o¡¿to¡i¿   ecadémica
                                             no nos avrd"-             que a gabinete de trabajo. Sobre todo, ha prescrito. Dc
 ¡aJtre o tempr¡üo, a vivir mejor.
 aun me6      vi                   ¿f có,mo no pensai eoto             suerte que induso pudiera ocurrir que toda esa palabrería
              mente cu¿ndo nos ¡eferimoe a I¿ histo¡ia oue-
 segun sc c¡ee, está destined¿ a trabajar                              se haya gastado en e:ro¡ci?át a   un fanta6má. Nuestro esfue¡zo
                                          en proo""ho
 r¡omDre,.ya que ttene como tema de estudio
                                                                 t"í   en este dominio debe se¡ ha¡to distinto. T¡atarernos de
                                              al homb¡e v              buscar el grado de certidr¡mb¡e de los métodos que usr
 sus actocl De, hecho, una ui.j" ,.ná.iJr-
 aup-oDctr¿
                                                     ; ;;;,i
            po¡ lo meno, un valor instintivo, nog inciin"              ¡ealmente la investigación, hast¡ en el humilde y delicado

 ry{i.1    h hiltoria que-.guíe nuestra accirin; po, fo i"rrto,"       detalle de sus técüices. Nuestros problemas serán lor mis-
                   contra ellá, como-el soldado uen.ido a qne          mos qüe impone cotidianamente el histodado¡ su tDate¡ia.
1]11C11Ti si por casualidad
me ¡e.¡efendo,                                                         En una palabra, ante todo quisiéramos explicar cómo y ¡ror
                                      perece menifest¡r su i;-
p,lo..t1 fr¡" hace¡lo así. El problema de Ia utilidad                  qué practica su oficio de histo¡iador. Dejarnos que el lector
(tt la irstorie, en rentido estricto,                                  decide a continuación si vale la pena ejercer este oficio,
                                       en et sentido ,,pragmá_
           h palabra útil, no * confunde .o, .i-¿"'* i"e]_                 Pongamos atención, sin embargo. Así limitada y com-
:i:lld:
tr¡lrdad, propieErente intelectual. Es un problema,                    prendida, la tarea puede paor por sencilla úlo en aparien-
                                                    ademTs,
que no puede plantearse sino         *gooio té¡míno. parj              cia, Lo sería, quizás, si estuviéramos l¡ente e una de esas
oDrar razonáble¡Dente,.          "n
                        ¿no es necÉsario ante todo
                                                                       artes aplicadas de las que se ha dicho todo cu¡ndo se han

,Ttt   I"T, eo pena de no rcsponder má" qu. a compren-,
                                                   m.d'i"s
                                                                       enumerado, ün¿ tr¿s ot!¡, Ias manipulaciooes consegrádee.
l¡B-Jugestioned más imperioeas del sentido                             Pe¡o l¿ historie ¡o es lo mismo que la relojería o la-eba-
                                               común, aquel
prootema no puede eludirsc.                                            nistería. E¡ u¡ esfue¡zo par¡ conoce¡ mejo¡; po¡ lo ranto,
                                                                       una co6a ell movimiento. Limit¿¡se ¡ describi¡ una ciercia
                                                                       tal como se hace será ciempre t¡eiciona¡la un poco. Er mu-
¡o,f-ro:I d.,:r:r"oroe estes cuestiones. pe¡o
,^ ¡an ¡esponcltdo aconsejeros, o quienee quisieran            ser-    cho más importante decir cóoo es¡:era lograt hacerse pro-
                        )¡¿                      eólo lo han           gresivamente. Ahora bien, esfuerzo semejanie exige de par-
necno Pa¡¡ amargar nuestras espe¡enzag.
                                         Los más indulqen_             te del ¡nelista forzos¿mente una dosis bastante amplia de
tes han dicho: le historia ca¡ece a. prou."t
                                             o"f
            una seve¡idad_.nada ,.'ig" a. _"di"r
                                                      a"'"ii;,
                                                        i?ü,           selección personal, Eo efecto, tgda ciencia se halla, en cada
P-:.';, :ll
          e_s perniciosa. .,EI producto
nan !¡rcho:                                                            una de sus etapas, atravesada const¿nternerte por tendencias
                                        má¡ pelis¡oso ul,_             divergentes, que no es posible separar sin una especie de an-
oo¡ado por ta química del inteleco,,,
                                        h" dicfiJ ono áu               ticipacir5tr del poryeni!. No !06 p¡opouemos ¡etrocedet
Ió                       ¡NTRoDUccróN                                                I ¡¡¡rroouccró¡                        l?
  ¡quí ante esta necesidad. nn materie i¡telectu¡I,                  te comtian¿ de las cienci¡s del mu¡do físico. Exte¡diendo
                                                    más       que
  en nilgun¿
              _ot¡a, el ho¡lo¡ de la,        r.sponubilídade" 1ro    al conjunto de las adquieiciones del espíritu eate si¡tema
  es{n senrimiento. muy recomendable. Siri .^brrgo,
                                                    t" i;i           prestigloco, conside¡aban que no puede haber conocimien-
  radez nos imponíá adve¡tir ¿l lecto¡.                                   auiéntico que no pueda desemttocar en ce¡tidumbres
                                                                     io
      Asimismo, ias dificultades que s€ preseD¡an                    formuladas bajo el aspecto de leyes imperiosamente uni-
                                                     inevirable_
 l:ij.- segun se h¿ce un estudio de los métodos, va¡íen
 mucno :":ld" el            que haya alcanzado momentáneal
                                                                     verules por medio de democtraciones irrefutable¡' Est¿ er¡
                   -pr¡nto                                           on" opiniótt casi úoínime. Pero, aplicada a los estudios
 menre una_cllscipjin¿ €n la cu¡va, siempre                          históriioo, dio lugar e dos tendencias opuestas' en razín de
                                              un poco ir¡eeu-
 lar, de su desarrollo. Me imaginá
 cu¡ndo.todaví¿ ¡einaba Newón como
                                     o"; ;;.;;":;;;'r"ñ";            los distinto6 temperementos.
                                         maestro- ela mucho              unos creyeron posible, en efecto, institui¡ ün¿ cie¡-
 más,fácil que hoy consrruir .on        ,i;;r;;;;Lr.'ffi1:
 recronrco una erposición de la mecánica. pe¡ó
                                                                     cia de la evolución humana cqnfo¡me con este ide¿l en
                                  "1
                                                    Ja     histiia   cie¡to modo pan-científico, y trabajaron con afán Pü¡
 es todayía u-na fase rnucho más
                                 f¿vo¡able a
                                         1",                         crearla, sin perjuicio, por lo demás, de oPt¿t fi¡alme¡rte
                                             ";rC"d;;;;
  , Porque Ia histo¡ia no es mlamente una cienci¡ en ma¡-            por dejar fuera de los efectos de esle conocimiento de
 cne. ,ls,tamb¡én una ciencia gue se ha)Ja en
                                               la infancia:          los homb¡es muches realidades muy humanas, pero que les
 como toctas    q-ue tienen por objeto
              _las                           el espí¡itu hum¡r,.,-   parecían desesperadamente ¡qbeldes a un sábet ¡acional.
             . egdo      campo del conocimiento racional. O,
 :r^: :.::l decjr, vieja
                     "1.                                             Este ¡esiduo era lo que llam¿ban desdeñosemente el acon-
      meJo.r               bajo la forma emb¡jona¡ia del ¡e,'
P:r
raro, mucho trempo envuelta en ficciones,                            tecimiento; e¡¡ t¿mbié¡ una parte de la vid¿ más íntim¡-
                                            mucho más tiem-          mente individoal. Tal fue, en suma, la poeición de la es-
po ¡odavía unida a los sucesos más ina.¿              -
                                             i"r"_.ni. a"o,r_        cuela socioL6gica fundadr por Du¡kheim. Por lo me¡oe si
Dres, e6 muy
               Joven como empresa razonada de análisisj Se           no se conside¡an l¡s ¡utilez¡s que con la primera rigidez
               penet¡ar en fin por debajo de lo¡ hecl¡os
:-s¡ue¡za f:
la st¡Perhcle; PoJ rechaz¿¡, después de las seducciones   de         de los principios trajeron poco a poco ho¡nb¡e¡ demasiado
oe la teyenda o de la retórica, los venenm,                           inteligentes ¡nra no sufrir, incluso a su pesar, la presión
grosos, de ta ¡urine erudira y del
                                                hoy más oeli-         de las cosas. A este gran esfue¡zo deben ñucho ¡¡ues_
                                     empirismo ¿ifr"z"ai a.           tros estudios. No¡ ha enseñado a ar,aliza¡ con mayor
senrclo común. No ha superedo aún, en algunos probJemas
                                                                      profundidad, e enfocar más de cerca los problemas, a pen-
esenoales de.su método, los primeros tanleos,
                                                Razón por             sar, me ¿trevo a decir, de máner¿ menos b¡¡ata. De ese
le.cual lustel de Coulangcs y, ,nt". qo. éJ,
                                               Bavle no,es_          esfuerzo no hablaremos aquí eino con un ¡esPeto )' ur ag!¿'
taben, sin dude, rotelhente equivocadoo
                                           cu¡ndo'la llama-          decimiento infinitos. Si hoy nos parece superado, ése es el
ben "le más difícil de todas las ciencias,,.
                                                                     precio que paga¡ po¡ su fecundidad' tarde o tedrPnno, to-
                                                                     dos lo¡ movimientoe intelectuales.
     ¿Pe¡o e3 esto una      ilusión? po¡ incie¡ta que siga siendo         Ot¡os investigádo¡es, sin enbargo, adq>taron en ese
           p""J*     nuest¡a !utá, me parece que estemos             rnomento uo¿ actitud muy dife¡er¡te. No logrando insertar
 :.1-,II.I1T
 .ual-mente meJo¡ situados que no"stros                        ac-
 q¡eros p¡re ver
                                              pr.á...sor., inmc_     la histolia en lo! marcoc del legalismo físico, paricular-
                   _con máyor clarr.ded.                             me¡te preocupados, además -----¿ causa de 8u primera edu-
      Las generaclone_s         han precedido inmediatamente a
r            en           -que
                      últimes décadas del sigio xrx y hasta
                                                                     cación-, ¡nr las dificuludes, Ias dudas, el f¡ecuente volve¡
ii" ^l_",Yl:     ]es                                           en    a'empezar de la c¡ítica documental, extrajeron de la ex-
j-os Prlmeros anos del xx, han vivido como alucinadas por            periencia, ante todo, una lección de humilded desengañada.
una rmagen demasiado rígida, una imagen
                                                  ve¡daderamin-      Les pareció que la disciplina a que habían cons¡g¡¡do su
¡8                     ¡NTRoDucctóN                                                     t¡arRoDvcc¡ó¡{                       19
  intcligencia oo ¡rodíe ofrecer, a fin de cuentas, conclusio¡e¡   pondc¡la¡"? No es ése, a buel reguro, el propóoito ilc un
 muy segu¡a9 en el presente, ni muchar perspectiú¿¡ de p¡o-        i¿nfa¡rón. Pero si los fí¡icos no hubie¡an hecho már pro-
 gteso en el f¿tu¡o. Se indina¡on a v.r in ellr, már que'un        fesión de intrepidez, ¡dónde esta¡í¿ a este ¡$Pecto ¡a
 conocioiento verdaderamente científico, una                  d"   trsrce   f
                                                     "rp"ói"
 juego_ estético, o, po¡ lo menos, de ejeriicio higiSuico fa-
                                                                       Ahora bien, nuest¡a atmósfer¡ mental no es ya la misora.
 vo¡¡ble a Ia salud del espíritu. A menudo se les ia llam¡do       I¿ teo¡í¿ cinétic¿ del gas, la mecánica einsteiniana, la teo-
 "historiado¡e¡ historizantes,,, sobrenombre injurioso para        ría de los quanta, han elte¡ado profundamente la idea quc
 nuestra cor¡rcración, pues parece congide¡¿¡ la isencia de la     ayer todavía se fo¡maba c¡d¿ cual de la ciencia, No l¿ han
 historie en la propia negación de sus posibilidades. por mi       rebajado, pero la han suavizaclo. Herr sustituido en ru¡cho¡
 parte, yo les encontra¡í¿ de bue¡a gana una túbrica más ex-       puntos lo cierto por lo infinitamente probable; 1o ligurosa'
 presiva en el momento del pensaniento francés al que per-         ;rente mensu¡abie por la noción de la ete¡n¿ ¡elatividad
 tenecen.                                                          de l¿ medida. Su accióu se he hecho senti¡ induso sob¡e
    El amable y escurridizo Silvest¡e Bonna¡d es un anac¡o_        los innumerablcs espíritus'---'€ntre loe cr¡ales debo conta¡me
nismo, si se atie[e uno a l¿¡ fech¿s en que el libro fija su       yo*- a quienes la; debilid¿des de su inteligencia o dc su
actividad, justañente co¡¡o e!o! santos antisuos Diniádos          educación les prohiben seguir es¡ metarno¡fosis erl otr¡
ingenuamente por lor eocritores de l¡ Edad M-edia,'baio los        forma que no sea de muy lejos y por reflejo. Así, para lo
colore¡ de-¡o propio tiempo. Silvestre Bonnard (por"poco           sucesivo, estaños mucho mejor disPuestos a adrnitir que un
que se atlrbu/a, aunque aea por un instante, a esta Bombra         co¡rocimiento puede pretender el nomb¡e de científico
iaveirtada, una exisrencia humana), el ..verdade¡o"     Silveo-    aunque no se confies€ capaz de realizar demoauaciones eu_
t¡e Donn¡ld, nacido en el Primer'Imperio       generación          clidiinas o de leyes inmutables de repetición. Hoy acep-
                                          -la
de lor gandes histo¡i¡dores románticog le hubieia contado          tamos mucho Eás fácilmente hace¡ de l¿ certidumbre 7
 elrt¡e los su)¡os-, habría compartido con ella ]os entusiasmos    del unive¡salismo una cuestiór de grailos. No se¡timos ye
 emocionados y fecundog la fe un poco cándida en el por-           la obligación de trate¡ de imponer a todos los objetd del
 veni¡ de Ia "filo¡ofía" de la histoiia. Olvidemos ja época        sabe¡ un modelo intelectu¿l uniforme, tomailo de las cien-
 a la,.que rc dice que perteneció ¡ situémosle en l, qu. se        cias de la uaturaleza física, pues sabemos que en las P¡oPiar
esc¡ibió su vida imaginaria: merácerá figurar               p"-    cienci¿¡ físicas ese modelo no se aplica /a coúPleto. Aúrt
                                                   "orno "l
üó¡,_como el santo corporativo de todo un grupo de his-            no sabemos muy bien qué se¡án un dí¡ las ciencias del
toriadores, que fueron más o menos los coirtemporáneos             homb¡e. Sebemos que para set                    siempre, por
intelectu¿les de eu biógrafo: trabajadores profuniamente                                            -obedeciendo
                                                                   supue6to, a las le¡"es fundrmentales de la ¡azón- no ten-
honertos, pero de aliento un poco co¡to y de los que se di-        dü¡ necesidad de ¡enuncie¡ a su originalidad tri de ¡ve¡-
ría a vecer que, como esos niñor cuyos padres se han diverti-      gonzarse de ello.
do mucho, llevaban en los huesoE la fatiga de las grandes or-          Me gusta¡ía que e¡tle los histo¡iado¡e¡ de profesión,
gías históricas del romanticisoo, dispuestos a emp;queñece¡se      los jóvenea sobre todo, se habitu¡ran ¿ ¡eflexiona¡ ¡ob¡c
ante sus colegas del laboratorio, mas deseosos, en sunu, de                                      p€4tett¡os'¡¿¡¡ePentimientostt
                                                                   estas vacilaciones, sob¡e estos
aco_nsejarnos prudencia más  que empuje. ¿Sería dema-              de ¡uest¡o oficio. És¡ será para ellos mismos la oejor rna'
oiado malicioso querer buscar su divi¡¿ in la sorprendente         r¡e¡a de prepa¡a$e, por una elección deliberada, a conduci¡
frase que ae le escapó un dí¡ al hombre de inteligencia            l¿zo¡¡ablemente sus esfuerzos. Sob¡e todo me Surta¡ía ve!'
t1l vivá que fue mi querido maest¡o Charles Seignobos:             los acercarse, cad¡ vez en número mayot, a est¡ histori¡ ¡
'1Es muy útil hacene preguntas, pero muy peligroso res-            la vez ampliada / tr¿t¡da con profundidad, coTo diseño
20                      TNTRODUCC¡ó¡{
  conc€biúog, varioe ---{ada día meooa tu¡os__. Si
                                                    mi lib¡o
  ptede a¡'udarlos tendré la irnpresión de que no h"brá
                                                        ;il;                                       I
  ¡bsolut¡menr€   inútil, Tiene, lo   reconozio, algo de pro.
  g¡ame.
                   escribo únicamente, ni sobre totlo, para el        LA HISTORIA, LOS HOMBRES Y EL TIEMPO
      fu"o -/o 1o
  u¡o inte¡ior del taller, Tampoco ,n. ha p"...ido qoe
                                                            fu"_
 ¡¡ Eenester ocultar a los simples curiosos nada de la's ir¡eso_                I. L¡ r¡-scc¡ó¡     DEL ¡rtsroRrA[roR
 luciones de nuest¡a ciencia. Estas i¡resoluciones son
                                                        ¡uest¡i    La palabra histo¡ia es mu¡ vieja, tan vieja que ¿ vecer h¡
 e:cusa. Mejor aún: a ellas se debe la frescura de nuest¡os        llegado a canur. Cierto que rlrrny rere vez se h¿ lleg¿do a
 e-stu_dios, No sólo tenemos el derecho de reclamar
                                                       a favor     querer eliminarla del vocabula¡io. Incluso los sociólogos
 de le historia Ia indulgencia debida a todos lo. comierrzos,      de la escuela du¡theimiana Ia admiten. Pero sólo para re-
 Lo inacabado,.si liende perpetuamente a supe¡¡rse, tiene          legarla al último rincó¡ de las ciencias del hombre: especie
 pere todo espíritu un poco a¡diente una sedt¡cción ou.            de mazmorras, donde arrojan lqs hechos humanos, conside-
 bien v¡le por Ia del éxito más cabal. Al buen labraáor            lados a la vez los más superficiales / los más foltuitoc, al
       dhho,   más o menos Péguy-        Ie gustan las laborcs y   tiem¡ro que ¡es€rvan a la sociología todo aquello que les
 -ha
 l¿ siembra tanto como Ia recolección.                             perece susceptible de análisis racional.
                                                                       A   esa palabra,   por el contrario, le   conse¡va¡emos ¡os-
     Conviene que estas palabras in¡roductorias termiDen           ot¡46 equí su más amplia cignificación. No nos ved¿ tle en-
                                                         con
 u¡a    contestón personal. Considerada aisladamente,
                                                           cada
                                                                   temeno ningún género de investigación, ya se proyecte de
 crencla.  no repres€nta nunca más que un fragmento del            preferencia hacia el individuo o hacia ia sociidad, hacia
  movüniento unive¡¡al haci¿ el corrocimienro. ya se me he         la descripción de las crisis momentáneas o hacia la búsqueda
  preseneado la ocasión de dar un ejemplo ¿" .lto                  de los elemeritos más durables; no encie¡¡a en sí mis¡ua
  para entende¡ y apreciar bien estos procedimientoe-¡s rrriU":    ningún credo; no mñpromete a otra cosa, según su etimo-
                                                              de
  lnvestrgecton, aunque s€ tr¿re de los más particula¡es           logía original, que a la "investigación". Sin duda desde
                                                              en
 apariencia, oeria indispensable sabcrios unir' con un             que apareci<i hace más de     do milenios, en los labio¡ de los
                                                          trazo
 perlectamente seguro al conjunto de las tendencias que            honbres, ha cambiado mucho de contenido. Ése es el
                                                              se
 mán-ifiestan en el mismo momento cn las demás clases de           destino, en el lenguaje, de todos los té¡minos ve¡dade¡a-
 disciplina, Ahora bien, este estudio a. to"                       mente viyos. Si las ciencias tuvieran que busca¡se un nom-
                                                        .on¡-      b¡e nuevo cada vez que hacen une conquiste, ¡cuántos
 d:::{T                                         ^¿to¿o"
               sí mismor constituye, ¡ su mene¡¿, una espe-
 cialidad, "n
            cuyos técnicos se lleman filósofos. Es éste un tí_     bautismos hab¡ía y cuánta pérdida de tiempo en el ¡eino
 tulo al que ¡De está vedado aspirar. por esta lagune de           de las acadeoias!
mt p¡imera educación el p¡esente ens¡¡yo perderá mucho,                Pero por el hecho de que pe¡Iuanezca apaciblemente
6In dude, en-p¡ecir;ón de lenguaje como en amplitud                fiel a su glorioso lrombre heleno, nuest¡a histo¡i¿ no se¡á
                                                             de    la misma que esclibía Hecat€o de Mile to, coúo !a físic¿
horizonte.
             .No puedo presentarlo 6ino como Io q'ue es: el
,rr¿rnento de un artesano al que siempre le                        de Lo¡d Kelvin o.de Iangevin ¡ro es la de A¡istóteles.
                                                   hi gustado       ¿Qué er entonces la his¿¡ial
r¡ectlt¿r 6obre su tar-ee cotidianei el .,ca¡net', de un ofi_
           n,                                                          No tend¡ía interés alguno que encabezáramos este li-
:l:l ,Sr: maneJado durante muchos áños l¿ toesa y el
ntvei, sln cree¡se po¡ eso matemático.                             bro, centrado en torlo a los problemas r¿d¿¡ de la i¡yes-
                                                                   tigación, exponiendo una larga y rígida definiciór. ¡Qué
22         LA H¡SIORfA, r¡8 IIoMBRAS r EL T¡EMPO                               LA ¡¡¡5TORrA, ¡.OE l¡OMBtaBs   r   E¡¡   TTEMPO   23
  trrbrjador. oerio. se- h¿ detenido nunca eote eemejaates                Sin duda, en los orígenes de la historiografía e*or
  artículoo de fe? Su- cuidadosa precisión no dejal,ola-              cocrúpulos no emba¡azaben a¡renas a loe viejoe analistas,
 mente escapa! lo mejor de todo impulso intelectúal: en-              Contaban confusamente ¿conteci¡trientos ¡olo u¡idos ent¡e
  tiéndare lien, lo que hay en él de iimples veleidades de            sí por la circunstanci¿ ile h¿be¡se producido aproximada-
 impulso hacia un sabe¡ todavía mal detirminado, de po-               mente eÍ el úismo moaeoto: loc ecü¡xer, lar granizadae,
 ten¡ia de ertensirí¡¡. Su peligro más grave consi¡te cn no           la aparición de sorprenileot$ meteo¡os, con lar batallar, loo
 definir tan cuidadosamente sino con c-Í único fin de deli_           tratados, la müe¡te de héroes    y reyes, Pero en esta primera
 mitar mejor: "Lo que sin duda puede ¡educi¡ --dice el                memo¡ia de la hooanidad, confusa como una percepción
 Gu¿¡dián del dios Término- es -."t tema o esta r¡ene¡¿               infantil, un esfuerzo de a¡álisis so¡tenido ha realizado poco a
 de trata¡lo. Pero cuidado, ¡oh efebo!: eso no es historia.,'         poco la clasificación necesaria. Es cie¡to que el leuguaje, po!
  ¡Somos, pues, yeedo¡es de los tiempos antisuos Dar¡ codi-           csencia t¡adicionalista, conserva voluntariamente el ¡omb¡é
 fica¡ las te¡eas permitidas a lar gentei del ofic'io, y,'sin duda,   de histo¡ia a todo estudio de un c¡mbio en la dq¡ación. r.
 una yez ce¡¡ada l¿ list¿, p¡¡a ¡e¿e¡v¡¡ el ejercicio de esas         L¿ costumbre carece de peligro, po¡que no engafia a nadie.
tareas- a nue¡t¡os maestros patentadosl 3 Los físicoe y los           Iln este sentido hay una historia del sistema solar, ye que
químicos son más disc¡etoo: qre yo sepa jamás se lis ha               los astros que lo componen no han sido sieurpre como los
visto qoerellarse ¡ob¡e toc de¡e-chos respectiíos de la física,       vemos. Es¡ histo¡ie incumbe a la astronomía. Ha¡ una
de la                 la quimicafísica, o. ---suponiendo qte          historie de las erupcione volcánicas que seguramelte tiene
       -químicar -de                                                  cl ma¡or interés para la física del globo. Es¿ hi¡to¡ia no
este té¡mino s¡fu¡¡- d¿ la fisicaquimica,
                                                                      pertenece a la histo¡i¿ de lo¡ histo¡iado¡es.
   .No.es -me¡os cierto que frente a la inmensa y confuu                   O, por lo menos, no le pertenece quizás más que en la
realidad, el histo¡iado¡ ¡e ve necesa¡iamente obligado a se-
ñalar el punto pa¡ticula¡ de aplicación de sus útiles; en             medid¿ e¡ que se viera que sus observaciones, por algún
consecuencia, ¿ hacer en ella una elección, elección que, evi-        ecsgo especial, se unen a lar preocopacionee específicas de
dentemente, ¡o será le misoa que, por ejemplo, la del                 nuest¡a histo¡i¿ de histori¿dores. ¿Bntonces, cómo se es-
brólogo: que será propiamente una elección de historiador,            tablece en la p¡áctica la repartición de las tareasl Un ejem.
3¡te es un auténtico problema de ¡ccién. Nos seguirá a lo             plo bastará para que 1o comp¡endaúos, mejor, sir duda,
la¡go de nuest¡o ertudio.                                             que muchos discursos.

                                                                           En e! siglo x de nuest¡a e¡a había un golfo profundo,
              II. L¡   r¡¡sron¡n   y   ¡-os HoMBREs                   cl Zwin, en la costa flamenca. Después se cegó, ¡A qué
                                                                       r¡ma del conocimiento cabe ¡signar el estudio de este fe-
Se ha dicho alguna vez:.,1a Histo¡ia es Ia cie¡cia del ¡a_
                                                                      nómenol Al p¡onto, todos responderán que a la geología.
eado". Me parece una forma impropia de habla¡,                        Mecanismo de los aloviones, función de l¡s co¡¡ie¡tes ma.
    Porque, e-n primer lugar,          ,trurd" la idea de que   eJ    rítimas, cambios tel vez eri el nivel de los océanos. ¡No ha
pasado, consider-ado como tal, "r
                               pueda ser objeto de la'cien_           oido cread¿ y ttaida al mundo la geología pa¡¿ que t¡ate
c¡a. fo¡que ¡cómo puede ser objeto de un conocimiento                 de todo esol Sin duda. No bostante, cuando se exemine
racional, sin una delimitación previa, una serie de fenó_             l¿ cuestión más de cerca, descub¡imo¡ que las cosar no son
menos que no tie¡en otro ca¡ácte¡ común que el no ser                 ¡an se¡cillas,
nue¡t¡or conternpoJáneosl ¡Cabe imaginar en forma se,
                                                                          ¿Se trat¿ ante todo de esc¡utar los orígenes de la
mejante un¿ cienci¡ tot¡l del Universo en su estado actuall           tra¡sfo¡macióni He aquí ya e nuestro geólogo obligado
24,      LA üISTOR¡A, LO8 HOMBRES Y EL TIEMIO
  a plántea¡se cuestiones que no sor¡ esrrickñente de                             LA ¡¡¡STOR¡¡, LO5 I¡OMARET Y EL     T¡EMPO      25
                                                      su irF            mente el homb¡e.4 Mejor           dicho: los hombres. Más que
  cumbencre. porque, ein duda, el colrnataje fue
                                             'digues, cuando            el singular, favo¡able a la abstracción, conviene a una cien-
           javo¡ecido por Ia construcción de          por la
  llengs .
  dewrácrón          .                                                  cia de lo dive¡so el plural, que es €1 modo g¡¿matic¿l de
                de canales, por desecaciones: actos humanás,    na-
  c¡dos dc necesid¿des colectiv¿s y que vllo fo.ron                     la relatividad. Det¡ás de los rasgos sensibles del paivje,
                                                            o*ibi",     de las herramient¿s o de las máquinag detrás de los es-
  me¡cect a una est¡uctu¡¿ social dete¡minada-
                                                                        critoc apa¡entemente más fríos y de las instituciones apa-
  , nn       el ot¡o extlemo de la cadena, nuevo problema: el
                                                                        renteme¡lte más di¡tanciad¿s de los que las heo creado, Ia
  de_ las   consecuencias. A poca distancia del fonio clel solfl
 heb¡a una ciudad: Brujas, que se comunicaba                            historia quiere aprehender a los hombres.5 Quien ¡o lo lo-
                                                   con él"oor           gre no pasará jamás, en el mejor de los casos, de s€¡ ur
 cofto t¡echo dc ¡ío. Po¡ ias aguas dei Zwin ¡ecibía ^ex-
                                                        o               obrero ma¡ual de la erudición. AIIí donde huele la carne
 pedte la
          -malo¡ parte de Ias mercancías que hacían de ella,
 g_uardando todas las proporciones, el Lo'ndres                         lumana, sabe que está su p¡esa.
                                                 o el Nuevj
 York de áquel tiempo, El golfo se fue cegando, cada
                                                          día               Del carácte¡ de la historia, erl cuanto conocimiento
 mis osrensibl€mente. Buen rrabajo tuvo Biujas,'a medida
 que se alejaba Ia superficie inundada, de adeljntá¡ cad¡               de los hombres, depende su posición particular frente al
                                                          vez
 mes sus antepuertos: fueron quedando paralizedos 6Ds                   problema de la expresión. ¿Es la historia una cienciá o
                                                      mue.
 Iles. Sin duda no fue ése Ia única c¿uü de su decadencia,              un  artel llacia r8oo les gustaba ¿ [u€stros t¿ta¡abuelos
                                                                        discernir gravemente sob¡e e6te Pünto. Más tarde, por lor
  ¿Actúa elgu,na yez lo físico sob¡e lo social ,ir, qo. ,o
 sea preparada, ayudada o permitid¿ por ot¡os facto¡es oue """iói       años de r89o, baíados en ü¡ta atmó,sfe¡¡ de positivismo un
 vienen ya del homb¡el pero en            el   mouimien¡o de ias
                                                                        ta[to ¡udiEe¡tarie, se Pudo ve¡ cómo se indignaban los
 oltdaF. ceusalesr           causa   cuelt¡ al m.nos, sin               cspecialistas del método porqr¡e en loo trabajos históricos
                                                            duáa,
                   -.equelle
 eot¡e las más eficaces,                                                cl público daba importancia, según ellos exce6ivar ¡ lo que
     Ahora bien, la obra de una sociedad que modifica según             sc üamaba la "forma", ¡El alte cont¡a la ciencia, la forma
 sus necesid¡des eJ suelo en que vive es, como todos                    contr¡ el fondo! ¡Cuántas querellas que más vale mandar
                                                      peici_
bimos por instinro, un hecho eminen¡emenre ..históiico,'.               ¡l   archivo de la escolástica!
Asimismo, las vicisitudes de u¡ ¡ico foco de inte¡á-                        No hay menos belleza en una exacta ecuación que en
 bios; por un ejernplo harto característico a" f" t p'"gi"fí"           r,n" frase preciu. Pe¡o cada ciencia tiene su propio lenguaje
 del                                                                    cstético. I,os hechos humanoe son esencialmente fenómenos
              he ahí, pueE de un¿ párre, un punto de inter.
      .saber,
 secoon en que la alianza de dos discipiinas se ¡eyela              .
                                                                        rnuy delicados y muchos de ellos esctDan a la medida ¡na-
 indirpensable pala toda tentatiya de exptic"ciOn; a. otra              tcmática, Pa¡a t¡aduci¡los bien y, por 1o tantor Para com-
                                                                        prenderlos bien ( ¿acaso es posible comP¡ende¡ perfectamen-
 parte, un punto de tránsito, en qr¡e una vez que se
dado cuenta de un fenómeno y gue srílo sus efictos, por
                                                             l¡a        i" lo que no se sabe decirl) se necesita gran finura de
to            están en la balanza, es cedido en cierto módo
                                                                        lcnguaji, un colo¡ adecuado en el tooo ve¡bal. Allí
   _demásr
ctettnlttvamente por una disciplina a ot¡e.                             donde es imposiblc calcula¡ se impore suge¡ir. Entre la
                                                 ¿eué ha ocu-           cxpresión de las ¡ealidades del mundo físico y la ex-
         ce-da vez,.que. haya           pedir imperiosamente la
Irrdo,                        -parecido                                 prcsión de las realidades del espíritu humano, el contraste
¡ntervención de.la histo¡iai Es que ha aparecido lo hur¡lano.
                                                                        c!, en suma, el mismo que en$e 1¿ ta¡e¿ del obrero que
 _ -t,n etecto, hace mucho que nueslros grandes antepasa-               tiabaja con une f¡es¿do¡a y la tarea del viole¡o: los doa t¡a-
dos,_un MicheJet y un Fusül d" C."b;g;;;-;;ií;
enseñ¡do e reco¡toc€rlo: el objeto de l, t tórí"
                                                                        bajan al milímetro, pero €l primero usa inst¡umento¡
                                                                        ¡¡ecánicos de precisión y el viole¡o se guía, sobre todo'
                                                     ", "r"i"ilt-
26       LA H¡sToRr4   r¡s   HoMB¡tEs   y   BL TtEMpo                   LA ¡I!8TOR¡A, LOS I{OMBRE6 T EL TIEMPO          27
 por.la sensibilidad del oído y de lo¡ dedoa. No ¡e¡í¡ con-     curva de loe destinos simultáneoc del hombre que fue ru
 veniente qf¡e uno F ot¡o t¡¿ta¡an de imitarse req:ectiva-      héroe y de l¿ civilización que tuvo Por climá.
 medte. ¡Hab¡á quien niegue gue ha¡ un t¿cto de lás                 Ahora bien, este tiempo verdadero eq Por su ProPia
 palabras como hay uu tacto de la mano?
                                                                n¿tu¡alez¿, ull continuo. Es también cambio perpetuo. De
                                                                l¡ ¿ntíte¡is de esto6 dos atributos provienen loe grandes
                                                                problemas de la investigación hittóiica. Éste, ¿ltes que
                 IlI. E¡, r¡sMpo   ¡¡¡sró¡rco                   ótro alguno, pues, pone e¡r tela de juicio hasta l¿ ¡azón ile
                                                                no"rtr* tt"b"jo,.   Consideremos dos períodos succsivot de-
  "Ciencia de los hombres", hemos dicho. L¿ f¡ase es de-        marcados en el suceder ininte¡rumpido de los tiemPoÉ. ¿En
  masiado vaga todaúía, Hay que ag¡ega!: ,'de los homb¡es       qué medida el lazo que establece entre ellos el flujo de
 en el tiempott. El histo¡i¡do¡ piensa no sólo lo ,.hu¡n¿no".   li du¡ación er mayo¡ o ¡nenor que las diferencia¡ n¡cidas
 L¿ atmósfe¡a en que 6u pensamiento respira naturalmente        de la propia duración I ¡Habrá que conside¡at el conoci'
 es la categoría de la du¡ación.                                miento dél período más antiguo como necesá¡io o suPer-
      Es difícil, sin duda, imaginar que una ciencia, sea Ia    fluo para el ionocimiento del más ¡ecientel
 que fuere, pueda hacer abst¡acción del tiempo. Sin em-
 bargo, para muchas ciencias que, por conveniión, dividen                      IV. E¡- íoo¡,o DE tos   oRícENEs
 el tiempo en f¡agmentos ¿¡tificialmente homogéneos, éste
 apenas ¡eplesenta algo rnás que una medida. Po¡ el con-        Nunc¿ es m¿lo comenz¿! con vt mza c*lpa. Neturalmente
 trario el           de la historia, realidad concreta y viva   cara ¿ los hofob¡e¡ que hrcen del pasado el principal tema
           -tiempo
 eb¡ndonada a su impulso irrevertible, es el plasma misrno      de investigación, h lrplicación de lo más próximo por lo
 elt qu9 se bañan los fenómenos y algo así óoo el lugar         más lei¡ná ha dominado a menudo nuestros $tudios hast¿
 de su inteligibi.lidad, El núme¡o de segundoe, de años o de    l¡  hiono¿is. En su forma más ca¡acterística' este ídolo
 siglos que erige url cuerpo radiactivo para converti¡se en     rle la't¡ibu de los historiado¡es tiene un nomb¡e: l¿ ob¡e-
ot¡os cue¡pos, es un dato fundamental de la atomístic¡,         ¡iótr de loe orígener. En el desa¡¡ollo del pensamieato hio-
 Pe¡o que esta o aquella de sus metamorfosis ha¡a ocurrido      tórico esa obsesión h¿ tenido t¡mbién 5u momento de f'vo¡
 hace mil añoq ayer u hoy, o que deba producirse mañana,        Darticulár.
es una co¡side¡ación que intereea sin duda al geólogo,          '    C""o qo. fr¡e Renan quien escribió un día (cito sólo
porque la geología es e su mene¡a una disciplina histórica,
mas deja al fisico perfectamente impávido, Xn cambio, a
                                                                d.   memoriaf lne temo que con inerectitud): "En todas
                                                                las coe¿s humanas los orígenes me¡€cen 6e¡ estudiados antes
ningún historiador le bastará comprobar que César necesltó      oue nada." Y anres que él había dicho Sainte-Beuve: "Es-
ocho años para conquistar la Galia; que Lutero necesi-          iío y noto con curiosid"d lo que comienza." Es un¿ idea
tó quince añoe para que del novicio o¡todoxo de X¡fu¡t          moy'propi^ de su tiempo, tan propia como la palabra orí-
salie¡a el ¡eformador de Wittemberg. Le irte¡es¿ mucho          s"n"r. Á lot Orígcttes dcl Cri¡¡ünümo respondieron poco
rnás señala¡ el lugar exacto qúe ocupa la conquista de la       áás t"rd. los Origzws do h Fl¿ncid Cont¿r?t?orá,1¿¿. sin
Galia en la cronología de las vicisitudes de las sociedades     contar los ePígon@. Pe¡o el término es inquietante, porque
eoropeas; f sin nega¡ en modo alguno 1o que ha¡a podido         es equívoco.
contene! de ete¡no una c¡i¡i¡ del ¿lma como la del he¡m¿no
                                                                     ]Significa simplemente "Jor principiod'? Eso       se¡ía
Martín, no c¡ee¡á habe¡ ¡endido cuenta exacta de ell¿ más       más o menos claro, Habrá, sin embargo, que hace¡ una
que después de fijado con precisión su r¡onento en la           ¡ese¡va: 1¿ noción ¡nisura de este Punto inicial aplicado a
28      !a HrsroRta, LoB ¡roMBREs r EL TrEMpo                             LA II¡STORTA, !06 HOMBRIo Y EL T¡EMPO          29
 la
    .mayotía de las ¡ealid¿des hietóricas sigue siendo sin_           Ahora bien, por un contagio sin duda inevitable, estas
 gule¡mente huidiza. Cuestión de definició¡ sin dud¡. De         freocupaciones, que en ur dete¡minado análisis religioso
 una definición que con demasiada facilidad se olvida por        l)odía[ tene¡ su razón de se¡, se ertendieron a campoe de
 desgracia,                                                      ln investigación en que su legitirnidad e¡a mucho más dis-
      Cuando se habla de los orígenes ;debemos entender,         cutible. Ahí también fue puesta al setvicio de los yalores
 por el conlrario, las causas? En ese caso no habrá más          r¡na histo¡ia centrada en los nacimientos. iQué se pro-
 dificult-ades de las que constanteme[te (y más to<lavía,        ponía Taine ¿l escruta¡ loe orígenes de la F¡ancia de su
 sin duda, en las ciencias del hombre) ,orr, por ,r"turrl.za,    ticmpo, sino denunciar el eüor de una política surgida,
inhe¡entes a las investigaciones causaies.                       ¡cgún pensaba, de una f¿lsa filooofí¿ del hombrel & t¡a-
     Pe¡o con f¡ecuencia se establ€ce ent¡e los dos sentidos     tara de les invasiones germánicas o de la conquista de In-
una contaminación tanto más temible cuanto que, €n gene_         glate¡ra po¡ los normandoe, el pasado no fue empleado tan
ral, no se percibe muy claramenre. En el vocebulariá co-         nctivamerite para explicar el p¡esente más que con el desig-
r¡iente los orígencs son un comienzo que explica. peor           nio de justificarlo mejor o de condena¡lo, De tal mane¡a
a!n: que basta para explicar. Ahí ¡adiia la a-bigii.d"d,         que en muchos casos el demonio de loe orígenes fue quizás
ahí está el peligro.                                             solamente un avata¡ de ese ot¡o enemigo setánico de la
                                                                 vcrdadere historia: la manía de enjuiciar.
  . Se¡ía una inte¡esantísima investigación le qüe t¡ata¡a
  de estudia¡ esra obsesión embriogénica tan noto¡ia en todas         Volvamoe, sin embargo, a los estudios c¡istianoe. Una
 ias preocupaciones de los erégetas. "No comprendo vues_         aosa es, para la conciencia inquieta que se busca a sí rnismá,
 t¡a emoción '---{onfesaba Ba¡¡és a un sacerdoie que había       una ¡egla pare fijar su actitud f¡ente a la religión católica,
 perdido la fe-, ¡Qué tienen que ver con mi sensibilid¡d         trl / como se define cotidianamente en nuestrás igle¡iás, /
 las cltscusiones de un puñado de sabios sob¡e unas oala_        otra es, pa¡a el historiador, explicar, como un hecho de ob-
 bras hebreasl Basra Ia atmósfe¡¡ de las iglesias." y Mau_       ¡crvación, el catolicismo áctual. Aunqüe sea indispensable,
 rras, a su vez:-"¡Qué me importan Jos evángelios de cuatro      po¡ supuesto) para una inteligencia juste de loo fenrírnenos
¡udíos oscurosi', (,.osclros,' quiere decir, mi imagino, ple_    rcligiosos actuales,   el conocimie¡to de sus comienzos,   éste
 bcyos; porque parece difícil no reconocer a Mat.o, Marcos,      no basta a eLplica os. Con objeto de simplificar el proble-
Lucas y Juan cie¡ta noto¡iedad literaria). nstos bromistas       ma, ¡enu[ciemos incluso a pr€guntaroo6 hasta qué punto)
válo quieren presumir, y segu¡amer¡te ní pascal ni Bossuet       bajo un nombre que no ha c¿ñbi¡do, h¡ permanccido la
hubie¡an hablado así. Es indudable que se puede concebir         fc ¡ealmente inmutable en su sust¿ncie. Por intacta que se
una experiencia religiosa que no deba nada a la historia. Al     tuponge a una tradición, habrá siempre que da¡ las ¡¿zo-
deísta puro le basta una iluminación interior para creer         ncs de su ma¡rtenimie[to, Razones humanaq se entiende;
en Dios. No pe¡a c¡eer en el Dios de los c¡istia¡os. po¡-        Ia hipótesis de una acción providencial escaparía a la cien-
que el
        _cristianismo, como he ¡eco¡dado /a, es esencialmente    cie. En un¿ palabra, la cuestión no ee saber si Jesús fue
una religión histó¡ica: e¡tiéndase bien,'una religión cuyos      crucificado ¡ luego resucitó, Lo que ee trata de compren-
dogmas primordiales descansan sob¡e acontecimi;tos. Vol_         dcr es por qué tantos homb¡es c¡een en la Crucifixiól y
ved a lee¡ nlestro Cre¿o: ..Creo en                             cn la Resur¡ección. Ahora bien, le fidelidad a una c¡een-
                                        Jesucristo,. . que fue
c_rucificado bajo Poncio Pilaros. . , y il tercer día iesucitó   cia no es, evidentemente, más que uno de 106 aslrectos de la
de ent¡e los mue¡tos.', Ahí los comienzos de la fe son tam_      vida general del grupo en que ese ca¡áct€r s€ manifiest¡.
bién   sus fundamenros.                                          Sc sitúa como un nudo en el que 6e mezclao una multitud
fffttt,
          30       ¡,lr ¡¡¡EToRIA, LO8 ¡¡OMB¡E8 y EL T¡E!!pO                        LA HTSTOa¡A, LOs ¡¡OMBRBS y 8L atEttpo         3t
          de  rasgos convergentes, !e¿ de estroctuta socirl, rea           dcntes, Aquí ¡ allá había efectivamente cie¡tos ulos
          mentalidad colectiva. En una palabra, ptantea todo                                                                    -¡e-
                                                                           l¡ciones de clientela, compañeriomo gue¡rero, poresióa del
          pioblema de clima hum¡¡o. El ¡oble nace de l¿ bel
                                                                           fcudo como ralario por los ¡e¡vicio¡- que las generaciones
          Pero efo llega e se¡ ¡oble y eigue siendo ¡oble si e¡cue         poote¡iores, contemporáneae,  en Europa, de las llamadas
          condiciones ambientales, la¡ cuales no pe¡tenecen ¿l             épocas feudales, hab¡ían  de co¡tinua¡. No, por Io ilemás
          po de la embriología.                                            ¡in modific¿rl¿s mucho, En uno / ot¡o lado se eopleaban
                                                                           palabras               ( óaret&:iwa) entre loo latinos, "feu-
             Hemos cit¿do la histo¡ia religiosa sólo a me¡e¡a de                    -"beneficio"
                                                                           do" ent¡e los ge¡manos-, que iban a seguir siendo em-
          ejemplo. Pero a todo estudio de la actividad hum¿¡a              pleadas por esas genercioaes dándoles poco a poco, sin
          ¿men¡z¿ el misoo e¡¡o¡: confundi¡ una filiación con una          advertirlo, un contenido casi enteramente nuevo, Porque,
          explicación.                                                     para desesperación dc los histo¡iado¡e¡, los ho¡b¡e¡ no
              Se trata, en suma, de la ilusión de los viejoo etimólogoe,   tienen el hábito de cambia¡ de vocabula¡io cada vez que
          que pensaban haber agotado el tema cuando, f¡ente al sen.        cambian de costumbres. Todas éstas son pruebao üetas de
          tido actual, ponían el sentido máe antiguo conocido: cuando      interés. ¿Cabri pe¡sá! que agotan el probleoa de          las
          habían probado, supongo, qüe la palabra ,,bureau" desig.         causas? El feudalismo eu¡opeo, eri sus instituciones ca¡ac-
          naba primitivamente una tela, o que Ia palabra ,,timbrel'        terísticas, no fue un tejido de supervivenciat a¡caicas. Du-
          desiglaba un tambo¡. Como si el'verdade¡o problema no            rante una fase dete¡minada de nuest¡o paudo nació de
          consistie¡a en sabe¡ cómo y por qué se produjá el desliza-       todo un ambiente ¡ocial.
          miento. Como si, sobre tódo, cuilquier'palabia ro tuyie¡e            Seignobos ha esc¡ito en algur¡ pa¡te: .,Creo que las
          su funcjón fijada, en la lengua, por el estado contempo-                             del siglo xvrrr provienen de las idear
                                                                           ideas ¡evoluciona¡ias
          ¡áneo del vocabul¿¡io: la cual se halla deternin¿d¿ ¿-ru         ingleus del siglo xvrr." ¿Trataba con ello de decir que
          vez por las co¡diciones soci¿le¡ del momento. r.Bureaoxtt,       habiendo leído los esc¡itos ingleses del siglo anterioi o
          en "bure¡ux" de minietedo, quiere decir una bu¡oc¡acie.          que habiendo suf¡ido indi¡ectamente su influencia, loo
          Cuando yo pido 'timbreo" en una oficina de correog el            publicistas franceses   de la época de las luces adoptarot
          empleo que hago del térnino ha erigido, para establecerse,       )os principios políticos  de aquálosl Podrá dá¡sele la re-
          junto con la organización lentamente el¿bo¡ada de un se¡-        zón, suponiendo al menol que ¡tuest¡os filósofos no pusie-
          vicio postal, l¿ tr¿nsfo¡mación técnica decigiv¿ para la apa-    ran ve¡dade¡amente nada suyo original en l¡s fórmula¡ e¡-
          rición de los inte¡cambio¡ del pensamiento humano, que           tranjeras, como sustancia intelectu¿I, o como tonalidad de
          sustitr¡Fó, en una época determinada, Ia impresión de un         sentimiento. Pe¡o incluso ¡educida de ese modo, oo oin
          sello por la aplicación de una viñeta engomada, Ello sólo        cierta arbitrariedad, al hecho de haberlas tomado prestadae,
          ha sido posible porque, especializadas por oficios, las dife-    la histo¡ia de este movimiento de las ideas estará muy le-
          rentes acepciones del antiguo norub¡e se han separado ya de      jos de haber quedado completamente €scle¡ecida. Porque
          tel modo una de otra, que no ha¡ peligro de que se con-          siempre subsistirá el problema de saber por qué ocurrió la
          fund¿ el timb¡e que voF . pegar en ni sobre y, por               t¡ansmisión e¡ la feche indicada, ni más p¡o[to ni Drág
          ejemplo, aquel cuy¿ pureza e¡ sus inst¡umentog me elo-           ta¡de. Todo contagio supone dos cosasl generaciones mi-
          giará el vendedor de música.                                     crobianas, y, en el i¡¡tante en que prende el mal, un
              Se habla de los "orígenes del régimen feudal". ¿Dón-
          de buscarlosl Uno¡ han dicho que "en Roma", otros que               En una palabra, un fenómeno histórico nunca puede
          t'en Ge¡mania". Las ¡azones de estos eepejismos
                                                           son cvi-        ser explicado en su totalidad fuera del estudio de
                                                                                                                         ¡u mo-
32       ¡"a HtgToRra, Lo! ¡¡oMBRES y EI. TTEMPO
                                                                                  LA g¡STORIAT LOt HOMBRES y EL TtEMpO            33
    mento. Esto es cie¡to de todas la, etapas de la evolució¡.
    De la etapa en que vivimos como de iodas las de¡nás. y¡              tl de ello, e¡ est¿ atmósfe¡a mode¡nista, ¿cóIoo no ván á
                                                                         tene¡ los histo¡i¿dores la sensación de que, asimisrno en su
    Io dijo el proverbio árabe antes que nosot¡os:,.Los hom_
    b¡es-se parecen más a su tlempo que a sus padres., El
                                                                         dominio, no se desplaza con movimiento menos cons-
                                                                         tante la fro͡tera que separa lo reciente de lo antiguol El
    e¡tudio del pasado se ha desaárediiado en o'casion"s po,
                                                                         rógimen de la moneda estable y dcl peüón o¡o, que eyet
    h¿be¡ olvid¿do esta muest¡a de la sabidu¡ía o¡i€ntáI.
                                                                         figruaba en todos los manuales de economía polítiia como
                                                                         l¡ no¡ma mism¡ de la actualidad, ¿es para el eco¡omista ac-
         V. los ¡-íu¡r¡s   DE Lo   AcrvaL   y   DE   Lo rNAcrrrAL        tual todeví¡ preset¡te o histo¡ia conside¡ablem€nte enmohe-
                                                                         cidal T¡ai     estos paralogismos es   fácil descubrir, por     1o
  ¿He/ que creer, sin embargo, que por no explicar todo                  t¡nto, un hez de ideas menos inconsiste¡rtés      y   cuya sinr-
  el p¡es€nre, es el pasado totalmente inútil para'explicarlol           plicidad, al meno6 apa¡ente, ha seducido a ciertos espí¡itus.
 Lo cu¡ioso es que hoy pueda plantearse esti cuestió'n.
      En efecto, h¡sta hace muy poco tiempo, esa cuestión                    Créese que es posible poner apa¡te en el largo decurso
 parecía a casi ¡odo el mundo resuelta                                   del tiempo una f¿se de corta extensión. Relativamente
 ttQuien quiera                               ¡mr adelanrado.
                  ¿tenerse al presente, e lo actual, no com_             poco distante de nomt¡os en su punto de partida, esa lase
 prenderá lo aclual',, esc¡¡bía Michelet en el siglo pasado, a           conprende en su última etapa los días erl qr¡e vivimos. E¡
 la cabez¿ de su hc¡moso lihro El puabb, IJno'sin em-                    ella, ni los ca¡acte¡es ¡nás sob¡esalientes del estado social o
 bargo de Jas pasiones del momento, y ya Leibniz incluía                 político, ni el he¡¡á¡nental matelial, ni la tonalidad general
 e¡it¡e.los beneficios que espe¡eba de      h   Áisto¡ie ,,los oríge-.   Je la civilización presentan, al parccer, profundao dife-
 nes de las cosas p¡esentes descubiertos en las cosas pasadis;           rencias con €l nrundo en que tenemos nueslras co6tumi)res.
 porque                 una ¡ealidad no se comprend; nunca
         -agregaba-                                                      Parece estar afectada, en una palabra, en ¡elación con
 mejor que por sus causas".€                                             nol9t.9l p9 un co€ficiente muy fue¡te de..contempora-
     Pe¡o desde la época de Leibniz, desde la época de                   neidad", De ahí el honor, o la ta¡¿, de que esa fai no
 -_.
Michelet, ha ocurrido un hecho ext¡aordina¡io: las revo-                 s.¿ confundida con el paudo. "A partir de r83o
luciones sucesivas de las téc¡icas han aumentado conside-                                                                     /a ro hay
                                                                         historia", nos decía un profesor del liceo que era .muy
rablemente el intervalo psicológico entre las generaciones,              viejo cuando )¡o ere mur¡ joven: ,,hay política". Hoy ya
No sin cierta razón, quizá, el hombre de la"edad de la                   no se diría: "desde r83o" --las T¡es Gloriosas, a su vez,
electricidad o dei avión se siente muy lejos de sue ante-
                                                                         han envejecido-, ni eso "es política". Más bien, coa
paoados, De buena gana e imprudentem€nte concluve ouc
                                                                         un tono ¡espetuoso: t'sociologíatt; o, con rnedos considerá-
ha dejado de estar dete¡minado por ellos. Agrégueí a'lo
                                                                         ción: "periodismo". Muchos, sin embargo, repetirían gus-
ánterio¡ la indicación mode¡nista innate e toda mentalidad
de ingeniero, Pa¡a echa¡ a a¡dai o para reparar una dina-
                                                                         rosos: desde   tgr+ ó tg4o ya to    hay histori¡.     Y ello   sin
                                                                         rntende¡se bien sobre los motiyos de este o€trecisnro.
mo ¿es necesario conoce¡ las ideas del viijo Volta sob¡e
                                                                             Considerando algunos historiadores que los hechos rrás
el galvanismol Por una analogía .ie.trm.nt. falsa. pe¡o
                                                                         cercanos a nosotros son por ello misno ¡ebeldes ¿ todo
que se.impone espontáneañente ¡ más de una inteligácia
gomctide.a Ia máquina, se penurá igualmenta                              estudio sereno, s,ólo desean evita¡ a la cast¿ Clío co¡tactos
                                            go. prrr"ao--                demesiado ardientes. Creo que así pensrba mi viejo maes-
prender los g¡andes proble¡nas humanos de l, iorr' present.
y   tratar de resolvellos, de nada sirve haber analiiado                 tro. Pero eso eguivale a pens¿r que áp€ne! tenemos un
antecedentes, Cogidos ellos también, sin d¿rse cue[ta €x¡c_
                                                                sus      débil dominio sobre nuesrros nervios. Es también olvidar
                                                                         que desde el momento en que entran en juego lae reso-
LA lt¡tTOR¡A,                   t EL   T¡EMPO                       L I STORTA, r¡6 ¡TOMBRE8 Y EL T¡EMPO 35
3+                        LOS ¡¡OMARES
nanciar se¡time¡tales, el límite ent¡e lo ¡ctual y lo i!-           dicional de actuar hubieran podido cscapar a l¡s ¡evolucio-
                                                                    nc¡ del labo¡ato¡io o de la fáb¡ic¿. Eso es olvida¡ l¡ fue¡ze
actual está muy lejos de poder regularse trec*¿¡ia¡Dente
por la medida matemática de un inte¡valo de tiempo.                 dc inercia propia de tantas c¡eaciones smiales.
Estab¿ tan equivocado el valiente di¡ecto¡ del liceo lan-
guedociano que cuando yo hacía mis primeras armas de                    El hombre se pasa la vida coístruyendo mecanismos de
profesor, me adve¡tía con g¡uesa voz de capitán de ense-            lor que se constitu¡e en prisionero Eás o menos volunta¡ioi
ianza: "Aquí el siglo xtx no es mu)¡ ¡religroso. Pero cuando         ¿A qué observador que haya recorrido nuestias tie¡¡as del
toque usted las guerras religiosas, sea muy prudeote'" En           Norte no le, ha sorprendido le extraña configuración de lo¡
verdad, quien, una rez en su mesa de trabajo, no tiene la           clmposl A pesar de las atenuaciones que las vicisitudes de
fue¡za necesa¡i¿ pa¡a sust¡¿er su ce¡eb¡o a los viru¡ del           ln propiedad han aportado, en el t¡anscu¡so del tiempo, al
momento se!á tluy cepaz de dejar que se filt¡en sus toxi_           crqucma primitivo,  el espectácolo de esas sendas desme¡u-
nas hasta eú un comenta¡io de la Iü¿d¿ o del Ramaycaa,              r¡d¡mente est¡echas y alargadas que dividen cl te¡¡eno era_
      Hay, por el contrario' ot¡os sabios que Piensan' con          blc en un núme¡o prodigioso de parcelas, conserv¿ toda-
¡azóri, que el P¡e¡ente humano es Pe¡fectameute SusceP_             vf¡ muchos elementog con que confundir al agrónomo. El
tible de conocimiento científico. Pe¡o ¡eserv¿n su estu-            tlcrroche de esfuerzos que implica semejante disposición,
dio a disciplinas h¿¡to disti¡tas de la que tiene por objeto        l¡¡ molestias que impone a quienes las t¡abajar¡ son inne-
el parado, Analizan, por ejemplo, y pretenden compren-              Snbles. ¡Cómo explicarlo? Algunos publicistas demasiado
der la eco¡omía contempo¡ánea con a¡'uda de obse¡v¿ciones           impacientes han respondido: por el Código Civil y sus
lirnitadas, en el tiempo, a unas cuaütas décadas. En una pa-        Incvitebles consecuencias. Modificad, pues
                                                                                                                     -añadían-,
                                                                    nuestras leyes sob¡e la he¡encia y suprimiréis comPletametr_
labra, consideran la época en que viven como separada de
las que la precedieron por contrastes demasiado vivoe para          tc cl mal. Pe¡o si hubie¡an ubido mejor la historia, si hu-
 no llevar en sí misma su propia explicación. Esa es también        bieran interrogado mejor también a u¡a mentalidad cam-
                                                                    pcsina formada por siglos de empirismo, habría¡ conside¡¿do
l¿ actitud iÍsti[tiva de ouchos simples curiosos. I¿ histo¡ia
                                                                    urcnos fícil el ¡emedio. En realidad, es¿ división de la tie-
 de los períodos un poco lejanos no les seduce más que
como un lujo i¡ofensivo del esPí¡itu. A6í' enco¡tremos
                                                                    r¡¡ tie¡e o¡ígenes t¿n a¡tiSuos que h¿ste ehorá ningún sabio
 po¡ una P¿¡te un puñado de anticua¡ios ocuPAdos Po¡ una            hn podido erplicarla satisf¿ctori¿mente ; y es Porque Pro-
                                                                    b¡blemente los ¡otu¡ado¡es de la época de los dólmenes
 dilección macab¡a en desfajar a los dioses mue¡tos; f Po!
 otra a los sociólogos, a los economistas' a los publicistas: los   licnen más que ver en este asunto que los legisladores del
 únicos exploradores de lo viviente...
                                                                    I'rimer Imperio. Al prolongarse por aquí el e¡¡o¡ lob¡e
                                                                    l0 causa, como ocur¡e c¡si necesariamente, ¡ falta de te¡a-
                                                                    péuticr, la ignorancia del pasado uo se limita a impedir el
     VI. Coupr¡¡¡o¡n        EL pREsENTE poR EL      PAsaDo
                                                                    conocimie¡to del p¡es€nte, sino que comPromete, en el pre-
                                                                    rcnte, la mism¿ acción.
Visto de cerca, el privilegio de autointeligibilidad reco.
              el   presente se ápoya   en una se¡ie de extraño!          Pero hay más. Para que gna sociedad, cualquiera que
nocido así
postulados.                                                         rca, pueda se¡ dete¡minada ente¡emente por el momento
    Supone en primer lugar que las coodiciones humanas              inmedi¡t¿mente ante¡io¡ al que vive, no le bastaría una
han suf¡ido en el inte¡valo de un¿ o dos genereciones u¡r           citructura tán perfectamente adaptable al cambio que en
                                                                    vcrdad ca¡ecería de @ament¿; se¡í¡ necesa¡io que los cam-
c¡mbio no srílo muy rápido, sino también totel, como si
ninguna institución un poco altigua, ninguna ma¡€¡a t!a-            bior entre las genetaciones ocu¡riesen eólo, si se me peuite
36        LA rr¡sToRtA, Lo6 I¡oMBRE! ¡ EL T¡EMrrcl
  hablar así, a mane¡¿ de fila india: los hijoe                                                               y
  tacto con su6 antepasados qoe por mediaciSn (¡e
                                                   sin otro                     LA IIÍSIIR¡A,LOS ltOM3REs     !r, TrEMpo 37
                             .le! yv¡ rucu¡¿r¡ur¡ de sus p:
                                                      6us De
      Pe¡o e6o no ocurre ni siquiela con la¡ comunic.lci           ¡'rucba, por eJ contrario, que en este i¡rmenso conti uo los
  puramente orales. Si volvemos la vist¿                           ¡r.rrrdcs estrenrccinrientos son perfecranlente capaces de p¡o-
                                              ¡ nuest¡as ai
                                                         -oo,      ¡'rg.rr.e desde_las molécul¡s más lejanas a las más próxiiras.
  descubrimos que los niñoe son educados ,oba.
  abuelos, ¡orque las condiciones ¿a
                                                    todo t"ir.      ¡Qnó sc diría de un geofísico que, conrenrjn¡ose con
                                         trr¡rl. frr.l,            rtñ¡lar los ¡niriánlctros, considerara Ia acción de l¡ luna
  padre y ia madre estén alejadoe casi ,J.
 Así,vemo-s_cómo se d, un pa- at¡ás en cada
                                              li j?, á.1 i.        lrhrc nuesrro globo más grende quc la del soll En la du_
                                                 nueva             r.¡rión como en el cielo, la eficacia de una fuerza no se
 mac¡o¡_ del espíritu, y cómo se unen los
                                              ce¡eb¡os             Iri,lc exclusivamenr€ por Ia distancia.
 maleables a loo más c¡istalizados, por encima
                                                de la                   ¡Habr.í que tenei en fin, por inútil el conocimiento,
 ¡acron que aporta Ios cambios. De ahí proviene
                                                  ante             ¡.rlre lrs cos¡s p¡sadas, dc aquellas -----rreencias desapareci_
 no.lo dudemos, el t¡adicio¡alismo inhe¡ente a tantas
 dadcs                                                             ,l,ru   sin dejar el menor ¡astro, lo¡m.rs sociales abortadis, réc_
                        caso es particularmente llarq
       .campesinas.  .El                                           rlici3 muertas- quc han dejado, al pare(er, de domina¡ ej
 :3-
     jti"o..   Como.el
                        .antagonismo   n"to,A J.   úr-g-ü;
 cclect se   ejerce principalmente €nt¡e g¡upos   timitiofi,       l,r(scnteJ Eslo equivaldrír a olvidar quc no hay verdadero
 de una Juventud debe a las lecciones di los anciano"              .onocimicnto si no se tiene una escala de com'pa¡ación. A
 lo meno6 tanto como á las de loe homb¡es maduros,                 ¡'o¡dición,         está, de que se hega una aproximación el_
                                                                                -cla¡o
                                                                   t¡t. realidades ¿ la vez divcrs¡s y, por tánto. cmparentadas.
                                                                   Y n.rdie podría ncgár que es ési" ca.o d. quJ hrbJrmor.
 . Los esc¡itos f¡cilitan con más razón esras rrrn¡
cle pcnsámrento cntre generaciones muy alejadas,                        C¡c¡trmente, hoy no creemos "l   quc, como escribía Ma_
t:n:¡. g!" co¡srituyen -propiamente la continuidai dc              ,¡uirvclo y como pcnsaban Hume o Bonaid, en el tiempo
crvrtlzacrón. Lutero, Calvino, Loyola: hombrcs                     hl.¡,r, "por lo menos, algo inmutable: et homb¡e,,, H!-
                                                    de
tiempo, sin duda, hombres del siglo xvr, a quicnes                 ntos:rprendido quc también el hombre ha cambiado mu_
                                                     el            cho: en su espíritu ¡,, sin duda, hasra en jos más deli-
                   de comprendertos y de }acer que sc
comprenda    Tr",
::.j1o:19".,deberá, ante todq
                               volve r i
                                                                   a,l(lr)s mecantsmos de su cucrpo.
                                                                                                     ¡Cómo hrbía dc ser de
                                             .; .;';d              otr,' modol Su atmrSsfcra mental sc ha r.ansfornrado pro_
b¿n"dos For Ia atm&fera ment¿l de su"i,";;
                                           tiempo, de cera         lundamentc, ¡¡_no menos su higiene, su alimentación. p'ero,
problemas de conciencia que no son
                                       exectamente jos r¡u         ,r pcs.rr de iodo, es meneste¡ que existx en la naturaleza
tros-. ¿5e oserá decir, no obstante, que
                                         para la comprensi         hrrrn.rna y en las sociedades human¡s un londo permanente,
justa del mundo ,.tu.l no i.porir-
Ketorme protestante o la Refo¡ma católica,
                                            il; ;;ü#";             ¡in cl cual, ni au-n las p_alabras ..hombre,' y .,sociedad,, quel
                                           seprradas               rrí.rn deci¡ neda. ¿Crceren¡os, pues, ;omprender i los
           p..,"r   espacio varias   u"*,
:::,j:
p¡encrer                             ".nr.n"rio,'qo.
           muchos otros movimientos de ideas o de
                                                           .orn-   h',rnbres si s(to los estudiamos .n sus ¡eacciones f¡ente a
                                                  Lnsibiji-        I'rs circunstan_cias particulares de un momcntol La experien_
dad gue cierramente ,. trll* *¿. ;;r;ru;;,,l','H':;                ri,r será insuficientc incluso para comprender lo que'son en
r¡empo pero que son más efíme¡osl
    A                                                              rt rroDento. Muchas virtualidades que provisibnalmente
, .A fin dc cn."t," -l -..^- es muy claro y pe¡e
          de cuentas el error ^^ *.--- ,
                con. formularlo, Hay qurencs
                                                                   ¡)n p€o aparentes, pe¡o que e cada instantc p[eden desper_
ll"t-.]?,b":,. ;;];;,l""iui                     se repres          txr muchos moto¡es más o menos inconscie;tes de las ácti-
r"                               iií.i,,''ilfi
    "".'i.;i;_
breves y profundas
                                                                   rL¡Jcc individuales o colectives, permanecerán en Ia
                                                                                                                         sombra.
                   -s""od
                          id", .rd" un^ d" Ir,"'"."Tt;"i,"J
                                                .u;i;r;;';u;;      Urrr experiencia única es siempre impotente para discri_
srno el te¡m¡uo de un¡s cuantas vidas.
                                               La ob..¡v"cijD      Dlrn.rr sus prop¡o( leclorÉs , por Io trnto, pere suministrar
                                                                   ru ProPta tnterPretactón.
38           LA ¡rtsroRra, Los HoMBRE6   r   E!.TrE¡4¡ro                   LA r{tsTO¡¡A, LO3 HOMBRES Y EL       T¡EMPO        39
                                                                   bí¡ yo realmente todo lo que e¡cie¡re esa bella pahbral
          VII. Covp¡.¡¡o¡¡.   EL lasaDo porr EL pR¿sENTE           Iln ver.dad, co¡lscienteoente o nor siempre tomamos de
                                                                   nuestras e*pe¡iencia6 cotidianas, matizadas, donde es pre-
 Asimismo, esta solida¡idad de las edades tiene tel                ciso, colr nüevos ti¡ite6, los elementos que nos sirven pare
 que los lazos de inteligibilidad ent¡e ellas tie¡reo              rcconstrui¡   el pasrdo. ¡Qué eentido tend¡ían.P¡¡a        no6-
 ramente doble sentido, La incomprensión del presente              otro6 lo8 nomb¡es que üsamos Pa¡a ca¡act€¡ize¡ los eotado¡
 fatalmente de la ignorancia del paudo. Pero io es, q,             de alma desaparecidos, las formas eociales dewalecidas, si
 menos vano esforzarse por comprender el pasado si-no              no hubié¡amós vitto antes vivi¡ a lo¡ ho¡nb¡esl E¡ cien
 sabe nada del presente. En oü luga! he'reco¡d¡do e
                                ot¡o        he reco¡d¡do e¡        vcces preferible sustitutir esa impregnación instintiva por
 anécdota: en cierta ocasión ¿compañaba yo en Estomlmo             una observación voluntaria y cont¡oled¡. IJn gran ma-
 Henri Pi¡en¡re. Apenas habíamos llegado cuando me pr              tcmático no s€¡á menos grande, ¿ mi ve¡, Pot habe¡ at¡a-
 guntó: "¿Qué vemos e ver primerol Parece que hay                  vcsado el mündo en que vive con los ojos ce¡¡ados. Pero
 ayurtamiento completamente nuevo. Coa"rr""al po"'                 cl ertrdito que tlo gusta de mir¿r e¡r tomo suyo, ni loe
 Io." Y después añadió, como si quisiera evitar mi ásool
                                    -me
                                                                   homb¡es,   ni las cosas, ni los acor¡tecimientos' merece quizá,
  "Si ¡o fuera un ariticua¡io sólo        gustaría rre¡ las cosi   como decíe Pirenne, el nombre de un anticu¿¡io útil'
 viejas. Pero soy un historiador / po¡ eso amo la vida.            Ob¡ará sabiamente ¡enunci¿¡do al de histo¡iado¡.
 nsta facultad dc captar lo vivo es, en efecto, la cu¡j
 domina¡te del histo¡iado¡. No nos dejemos engañar                     Más aún, la educación de l¿ sensibilidad histó¡ic¿ no
 cie¡ta f¡ialdad de estilo; Ios más grandes- entre noóros          cs'siempre el facto¡ decisivo. Ocurre que en ün¿ línea
 poseído esa cualidad: Fustel o Maidand a su mane¡e,               determinada, el conocimiento del P¡esente es di¡ect¿mente
 e¡a tnás aultera, no ñeno6 que Michelet. Quizá esta f             ¡nás importante todavía para la comprensión del pasado.
 tedsea_en su principio un don de las hadas, que nadie                 Sería un grave error pensar que los historiadores de-
                                                                   ben adoptar en sus investigaciones un o¡den que esté
                                                            ¡
 tendería adquirir si no lo encontró en la cuna. pe¡o
Po¡ eso es menos necesario ejercitarlo y desarrollarlo             modelado por el de los aco¡tecimi€ntos. Aunqüe ac¿bel
tanteme[te. ¿Cómo hacerlo sino del mismo modo de                   restituye[do a la histo¡ia su ve¡dade¡o movimiento' mu-
el propio Pirenne nos daba ejemplo e¡ su contacto p(               chas veces pueden obtene¡    ull gran provecho si comienzan
tuo con l¿ actualidadl                                              a leerla, como decía Maitland, "al ¡evés". Porque el ca-
 . Porque el _temblo¡ de vida humana, que exigirá                   mi¡o ¡atural de toda investigación es el que va de lo
du¡o esfue¡zo de irnaginación para ser restituido a lo"s vie       mejor conocido o de 10 menos mal conocido, a lo más
rextos, es aquí directamente pirceptible a nuestros                oscu¡o. Sin duda alguna, la luz de los documentos no
Yo había leído muchas veces y había contado a mt
Yo habta leicto             vece6                    a             siempre se hace plog¡esivemente ñás viva a medida que
historias de guerra y de batallas. ;Pero conocía ¡ealn             se de¡ciende por el hilo de las edades: Estamoe compara-
en el sentido pleno de Ja palabra conocer, conocía por             blemente mucho peor informados sobre el siglo x de ¡oes-
tro lo que significa para un ejército quedar cercado               tra €¡., po¡ ejemplo, que sobre la época de Césa¡ o
para un pueblo Ia dcrrota, antes de cxpe;imentar yo n              de Augtrsto. En la mayoría de los casos los períodos más
mo esa náusea et¡ozl A¡tes de habir respirado                      próximos coinciden con la¡ zonas de ¡elativa cla¡idad.
                                                            ¡o
alegríade la victoria, du¡ante el verano y el otodo                Agréguese que de proceder mecánic¡mente de at¡ás ade-
          _
I9I8 (F espe¡o henchi¡ de alegría por segunda vez                  lante, se co!¡e siempre el rieego de perder el tiempo bus-
puimones, pero el perfume no será ¡ay! el mismo),                  cando los principios o las causas de fenómenos que la er-
Bloch

Contenu connexe

Similaire à Bloch

Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a XIX) Góngora
Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a XIX) Góngora Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a XIX) Góngora
Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a XIX) Góngora Camilo González Martignoni
 
Introducción al Buceo - Ernesto F Tornquist (1962)
Introducción al Buceo - Ernesto F Tornquist (1962)Introducción al Buceo - Ernesto F Tornquist (1962)
Introducción al Buceo - Ernesto F Tornquist (1962)Eric Tornquist
 
Descartes y hume en Fatone
Descartes y hume en FatoneDescartes y hume en Fatone
Descartes y hume en FatoneGiovanna Silvera
 
Travera trabajo paractico de historia del arte
Travera  trabajo paractico de historia del arteTravera  trabajo paractico de historia del arte
Travera trabajo paractico de historia del arteHAV
 
DE UNA A OTRA VENEZUELA
DE UNA A OTRA VENEZUELADE UNA A OTRA VENEZUELA
DE UNA A OTRA VENEZUELAdireclaret
 
LA ANTOLOGIA DEL VERDADERO CUENTO CHILENO DE MIGUEL SERRANO
LA ANTOLOGIA DEL VERDADERO CUENTO CHILENO DE MIGUEL SERRANOLA ANTOLOGIA DEL VERDADERO CUENTO CHILENO DE MIGUEL SERRANO
LA ANTOLOGIA DEL VERDADERO CUENTO CHILENO DE MIGUEL SERRANOAlicia Ramirez
 
Informe medico forense_jose_maria_bakovic
Informe medico forense_jose_maria_bakovicInforme medico forense_jose_maria_bakovic
Informe medico forense_jose_maria_bakovicErbol Digital
 
Jornada segunda
Jornada segundaJornada segunda
Jornada segundakkish3
 
ANÁLISI.S SOBRE LA VARIABILIDAD DE LA LONGITUD, FINURA Y RESISTENCIA DE LOS A...
ANÁLISI.S SOBRE LA VARIABILIDAD DE LA LONGITUD, FINURA Y RESISTENCIA DE LOS A...ANÁLISI.S SOBRE LA VARIABILIDAD DE LA LONGITUD, FINURA Y RESISTENCIA DE LOS A...
ANÁLISI.S SOBRE LA VARIABILIDAD DE LA LONGITUD, FINURA Y RESISTENCIA DE LOS A...Academia de Ingeniería de México
 

Similaire à Bloch (20)

Hoja parroquial del 19 al 25 de septiembre de 2011
Hoja parroquial del 19 al 25 de septiembre de 2011Hoja parroquial del 19 al 25 de septiembre de 2011
Hoja parroquial del 19 al 25 de septiembre de 2011
 
Hoja parroquial del 14 al 20 de noviembre de 2011
Hoja parroquial del 14 al 20 de noviembre de 2011Hoja parroquial del 14 al 20 de noviembre de 2011
Hoja parroquial del 14 al 20 de noviembre de 2011
 
Iglesia
IglesiaIglesia
Iglesia
 
Hoja parroquial del 5 al 11 de septiembre de 2011
Hoja parroquial del 5 al 11 de septiembre de 2011Hoja parroquial del 5 al 11 de septiembre de 2011
Hoja parroquial del 5 al 11 de septiembre de 2011
 
Hoja parroquial del 20 al 26 de junio de 2011
Hoja parroquial del 20 al 26 de junio de 2011Hoja parroquial del 20 al 26 de junio de 2011
Hoja parroquial del 20 al 26 de junio de 2011
 
Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a XIX) Góngora
Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a XIX) Góngora Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a XIX) Góngora
Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a XIX) Góngora
 
Introducción al Buceo - Ernesto F Tornquist (1962)
Introducción al Buceo - Ernesto F Tornquist (1962)Introducción al Buceo - Ernesto F Tornquist (1962)
Introducción al Buceo - Ernesto F Tornquist (1962)
 
Dia 2
Dia 2Dia 2
Dia 2
 
Descartes y hume en Fatone
Descartes y hume en FatoneDescartes y hume en Fatone
Descartes y hume en Fatone
 
Travera trabajo paractico de historia del arte
Travera  trabajo paractico de historia del arteTravera  trabajo paractico de historia del arte
Travera trabajo paractico de historia del arte
 
Hoja parroquial del 12 al 18 de diciembre de 2011
Hoja parroquial del 12 al 18 de diciembre de 2011Hoja parroquial del 12 al 18 de diciembre de 2011
Hoja parroquial del 12 al 18 de diciembre de 2011
 
De una a otra venezuela
De una a otra venezuelaDe una a otra venezuela
De una a otra venezuela
 
DE UNA A OTRA VENEZUELA
DE UNA A OTRA VENEZUELADE UNA A OTRA VENEZUELA
DE UNA A OTRA VENEZUELA
 
LA ANTOLOGIA DEL VERDADERO CUENTO CHILENO DE MIGUEL SERRANO
LA ANTOLOGIA DEL VERDADERO CUENTO CHILENO DE MIGUEL SERRANOLA ANTOLOGIA DEL VERDADERO CUENTO CHILENO DE MIGUEL SERRANO
LA ANTOLOGIA DEL VERDADERO CUENTO CHILENO DE MIGUEL SERRANO
 
Hoja parroquial del 14 al 20 de mayo de 2012
Hoja parroquial del 14 al 20 de mayo de 2012Hoja parroquial del 14 al 20 de mayo de 2012
Hoja parroquial del 14 al 20 de mayo de 2012
 
Hoja parroquial del 11 al 17 de julio de 2011
Hoja parroquial del 11 al 17 de julio de 2011Hoja parroquial del 11 al 17 de julio de 2011
Hoja parroquial del 11 al 17 de julio de 2011
 
Hoja parroquial del 23 al 29 de enero de 2012
Hoja parroquial del 23 al 29 de enero de 2012Hoja parroquial del 23 al 29 de enero de 2012
Hoja parroquial del 23 al 29 de enero de 2012
 
Informe medico forense_jose_maria_bakovic
Informe medico forense_jose_maria_bakovicInforme medico forense_jose_maria_bakovic
Informe medico forense_jose_maria_bakovic
 
Jornada segunda
Jornada segundaJornada segunda
Jornada segunda
 
ANÁLISI.S SOBRE LA VARIABILIDAD DE LA LONGITUD, FINURA Y RESISTENCIA DE LOS A...
ANÁLISI.S SOBRE LA VARIABILIDAD DE LA LONGITUD, FINURA Y RESISTENCIA DE LOS A...ANÁLISI.S SOBRE LA VARIABILIDAD DE LA LONGITUD, FINURA Y RESISTENCIA DE LOS A...
ANÁLISI.S SOBRE LA VARIABILIDAD DE LA LONGITUD, FINURA Y RESISTENCIA DE LOS A...
 

Plus de Rodrigo Diaz

Thompson, La formación de la clase obrera, pp. xiii-xviii y 197-222
Thompson, La formación de la clase obrera, pp.  xiii-xviii y 197-222 Thompson, La formación de la clase obrera, pp.  xiii-xviii y 197-222
Thompson, La formación de la clase obrera, pp. xiii-xviii y 197-222 Rodrigo Diaz
 
Le Goff, Mercaderes y banqueros, pp. 60-95.
Le Goff, Mercaderes y banqueros, pp. 60-95.Le Goff, Mercaderes y banqueros, pp. 60-95.
Le Goff, Mercaderes y banqueros, pp. 60-95.Rodrigo Diaz
 
Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388.
Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388. Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388.
Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388. Rodrigo Diaz
 
Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI, pp. 295.313
Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI, pp. 295.313Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI, pp. 295.313
Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI, pp. 295.313Rodrigo Diaz
 
M. Bloch, La sociedad feudal, pp. 81-108
M. Bloch, La sociedad feudal, pp. 81-108M. Bloch, La sociedad feudal, pp. 81-108
M. Bloch, La sociedad feudal, pp. 81-108Rodrigo Diaz
 
Huizinga, El otoño en la Edad Media, pp. 9-45
Huizinga, El otoño en la Edad Media, pp. 9-45 Huizinga, El otoño en la Edad Media, pp. 9-45
Huizinga, El otoño en la Edad Media, pp. 9-45 Rodrigo Diaz
 
Croce, Benedetto. Teoría e historia de la historiografía, 11-40.
Croce, Benedetto. Teoría e historia de la historiografía, 11-40.Croce, Benedetto. Teoría e historia de la historiografía, 11-40.
Croce, Benedetto. Teoría e historia de la historiografía, 11-40.Rodrigo Diaz
 
Gaskell, "Historia de las imágenes", pp. 209-239
Gaskell, "Historia de las imágenes", pp. 209-239Gaskell, "Historia de las imágenes", pp. 209-239
Gaskell, "Historia de las imágenes", pp. 209-239Rodrigo Diaz
 
Scott, "Historia de las mujeres", pp. 59-88
Scott, "Historia de las mujeres", pp. 59-88Scott, "Historia de las mujeres", pp. 59-88
Scott, "Historia de las mujeres", pp. 59-88Rodrigo Diaz
 
Levi, "Sobre Microhistoria", pp. 119-143
Levi, "Sobre Microhistoria", pp. 119-143Levi, "Sobre Microhistoria", pp. 119-143
Levi, "Sobre Microhistoria", pp. 119-143Rodrigo Diaz
 
Burke, "Obertura...", pp. 11-37
Burke, "Obertura...", pp. 11-37Burke, "Obertura...", pp. 11-37
Burke, "Obertura...", pp. 11-37Rodrigo Diaz
 
Iggers, "La ciencia histórica marxista..." pp. 129-158.
Iggers, "La ciencia histórica marxista..." pp. 129-158.Iggers, "La ciencia histórica marxista..." pp. 129-158.
Iggers, "La ciencia histórica marxista..." pp. 129-158.Rodrigo Diaz
 
Iggers, "Francia: La escuela de los Annales", pp. 87-107
Iggers, "Francia: La escuela de los Annales", pp. 87-107Iggers, "Francia: La escuela de los Annales", pp. 87-107
Iggers, "Francia: La escuela de los Annales", pp. 87-107Rodrigo Diaz
 
Matute, El historicismo en México, pp. 15-42
Matute, El historicismo en México, pp. 15-42Matute, El historicismo en México, pp. 15-42
Matute, El historicismo en México, pp. 15-42Rodrigo Diaz
 
Iggers, Georg, "El historicismo clásico ...", pp. 49-83
Iggers, Georg, "El historicismo clásico ...", pp. 49-83Iggers, Georg, "El historicismo clásico ...", pp. 49-83
Iggers, Georg, "El historicismo clásico ...", pp. 49-83Rodrigo Diaz
 
Del 18 brumario a waterloo
Del 18 brumario a waterlooDel 18 brumario a waterloo
Del 18 brumario a waterlooRodrigo Diaz
 

Plus de Rodrigo Diaz (20)

Thompson, La formación de la clase obrera, pp. xiii-xviii y 197-222
Thompson, La formación de la clase obrera, pp.  xiii-xviii y 197-222 Thompson, La formación de la clase obrera, pp.  xiii-xviii y 197-222
Thompson, La formación de la clase obrera, pp. xiii-xviii y 197-222
 
Le Goff, Mercaderes y banqueros, pp. 60-95.
Le Goff, Mercaderes y banqueros, pp. 60-95.Le Goff, Mercaderes y banqueros, pp. 60-95.
Le Goff, Mercaderes y banqueros, pp. 60-95.
 
Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388.
Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388. Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388.
Braudel, El mediterráneo..., pp. 79-91 y 375-388.
 
Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI, pp. 295.313
Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI, pp. 295.313Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI, pp. 295.313
Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI, pp. 295.313
 
M. Bloch, La sociedad feudal, pp. 81-108
M. Bloch, La sociedad feudal, pp. 81-108M. Bloch, La sociedad feudal, pp. 81-108
M. Bloch, La sociedad feudal, pp. 81-108
 
Huizinga, El otoño en la Edad Media, pp. 9-45
Huizinga, El otoño en la Edad Media, pp. 9-45 Huizinga, El otoño en la Edad Media, pp. 9-45
Huizinga, El otoño en la Edad Media, pp. 9-45
 
Croce, Benedetto. Teoría e historia de la historiografía, 11-40.
Croce, Benedetto. Teoría e historia de la historiografía, 11-40.Croce, Benedetto. Teoría e historia de la historiografía, 11-40.
Croce, Benedetto. Teoría e historia de la historiografía, 11-40.
 
Gaskell, "Historia de las imágenes", pp. 209-239
Gaskell, "Historia de las imágenes", pp. 209-239Gaskell, "Historia de las imágenes", pp. 209-239
Gaskell, "Historia de las imágenes", pp. 209-239
 
Scott, "Historia de las mujeres", pp. 59-88
Scott, "Historia de las mujeres", pp. 59-88Scott, "Historia de las mujeres", pp. 59-88
Scott, "Historia de las mujeres", pp. 59-88
 
Levi, "Sobre Microhistoria", pp. 119-143
Levi, "Sobre Microhistoria", pp. 119-143Levi, "Sobre Microhistoria", pp. 119-143
Levi, "Sobre Microhistoria", pp. 119-143
 
Burke, "Obertura...", pp. 11-37
Burke, "Obertura...", pp. 11-37Burke, "Obertura...", pp. 11-37
Burke, "Obertura...", pp. 11-37
 
Iggers, "La ciencia histórica marxista..." pp. 129-158.
Iggers, "La ciencia histórica marxista..." pp. 129-158.Iggers, "La ciencia histórica marxista..." pp. 129-158.
Iggers, "La ciencia histórica marxista..." pp. 129-158.
 
Iggers, "Francia: La escuela de los Annales", pp. 87-107
Iggers, "Francia: La escuela de los Annales", pp. 87-107Iggers, "Francia: La escuela de los Annales", pp. 87-107
Iggers, "Francia: La escuela de los Annales", pp. 87-107
 
Matute, El historicismo en México, pp. 15-42
Matute, El historicismo en México, pp. 15-42Matute, El historicismo en México, pp. 15-42
Matute, El historicismo en México, pp. 15-42
 
Iggers, Georg, "El historicismo clásico ...", pp. 49-83
Iggers, Georg, "El historicismo clásico ...", pp. 49-83Iggers, Georg, "El historicismo clásico ...", pp. 49-83
Iggers, Georg, "El historicismo clásico ...", pp. 49-83
 
G. Lefebvre
G. LefebvreG. Lefebvre
G. Lefebvre
 
Droysen
DroysenDroysen
Droysen
 
Hegel
HegelHegel
Hegel
 
A.Thierry
A.ThierryA.Thierry
A.Thierry
 
Del 18 brumario a waterloo
Del 18 brumario a waterlooDel 18 brumario a waterloo
Del 18 brumario a waterloo
 

Bloch

  • 1. FONDO DE CULTURA f,CONÓMICA MÉxIco
  • 2. Itúrc cdi(i,in (n frdn(¿s. t949 l'riñ$¡cdición cn $f¡ñol. tqJ2 Primc.¡ rcimpresi(in. tgt7 A LUCIEN FEBVRE, S(s!¡th rcimf¡erióñ. T.((i (im¡.cs¡(in. t96t A MANERA DE DED¡CATORIÁ (i¡rrtd r(nnfr(sión, qri¡r reiffpresni¡. 1970 Scxtr.(imf'ftsiiín. 197,'i Si c¡t¿lüro ha lc lablicana ut /ía: i, la ¡it4l¿ aatíloto V¡t¡n¡ (.nñpr$nin. 1975 at qt¿ pida ho1 a) cicrto ag*ilibrio dcl alrrrt -4n!r¿ lor (Xixvi r(imr(si(in, t978 peora lolares y l* pca*r a¡i¿lal¿¡ qertotuht g colcc' Nokn¡ r<¡ln|'rcs¡(i¡, l)¿rir¡i rcim¡resiór, t91t) t98l tie¿r- ti¿rr¿ a rcr urt o¿r¿d¿¿to libro, oJtecüo pata ut tjnd¿<i¡ni (.inr¡rcrfttn. t9ri2 bído, otro ntrrbr¿ ¿¿Jünto ¿¿l ¿¿ tttt¿¿t lndri¿o clt igo' t)!o(lédñx rcimprusií'n. l%.i t¿ló ¿rrron¿et i¡t¡orito ¿tt l¿ culi¿rt¿. UJt¿¿ ln J¿ó¿' t¿ lldmo td.(r¡ fuiñ¡rsi¡;ñ, r9t¡7 n¿cer¿tab4 ¿tt aoirblat ¿o csc htgar: tinico rcc*etlo 2er t¡(im.(ir¡r rci,rprcsi{in. milido ¿ o¿a t¿rn+ra d¿mai¿lo poJunáa y dcmahlo ¡e .l9ti8 t¡(nr{¡túinrN .cnnprcsnin. 1990 Decimoscda re¡nprcsión. t99l grada 1'ara ?o¿cr ¿trpr¿r4rla. ¿Y cóito m¿ reigtaría y i tto i¿rt¿ ¿ *rr¿¿ o2wae¿r tanbiér ¡iao ¿l' azo d¿ al' gt ral r¿f¿r¿nii¿.J? ianto¡ h¿mo¡ oombaülo hrgtnarta por una h&toia tnh anplia g tah h*mana. Eob¡¿ h * f¿¿ ¿art irt, 4hor¿ au¿rr¿o atcrióo, o cidrtert ,ttl¿hat arrt¿' ,tarl¿t, No ?o¡ tu¿¿rtla cuJpa. Soant lot ocncidos ¡rotti- ¡io¡al¿¡ l¿ ,tt initllto d¿¡tino. Ya oefidr'i cl ticmpot aJto! ¡eguro, ¿n qttt nt ¿tlrd cohóoraión qa¿tó ooto¿t a Jat o¿t¿d¿¿rurí¿nt¿ píhlica, aamo cn al 2asalo, r, ¿arn4 én ¿l patalo, liba. Mi¿ntr4r tafiro ¿ontittttátá ?ot mi ?.tr¿ ¿rt ettat ?ágina lhna¡ d¿ la ?r¿¡enci4 ¿¿ utad. Aqui cott- seruató el ritma, gue fuc úetnpra cl ruro, ¿a t, ¿du¿t¿o fandanaatzl, oiatiJkado, en Ia *pcrtioic, ?ot ¿l prwt¿ho' rc j*go dc ,tu¿rtr4r dt¿cttor4t di¡euian¿¡. Eaff¿ la¡ il¿a¡ qu¿ tr¿ frooflgo totten¿¡, már /¿ *xa m¿ üega, ütt d*da Tlnrlo original: algott¿,. ¿he¿rtrt¿nte ¿e arr¿¿. R¿r?ecto ¿¿ ,nt¿h¿J otAt Apologi¿ povr l'Hbtoir. ou Métiat d'hislor¡en Libnirie Arm¡nd Colin, Plrls lo ,to ?o¿ríd decidir, en óaataa ootzc.izncü, si ¡oo d¿ x¡- @ 1949. ted, mías o da atnbo¡. M¿ anorgollecz petrar gtc tuahat oea¿J nt¿ aprobará ¡¿¡t¿á. En oc4¡ion¿r nt¿ c¡i¡i¿ató. Y lo¿o allo rorá ¿nEé ,to¡otror t!r, eíttdio ,rr"ót. D, R. @ 195¿ FoNmDB Cu'-rr¡ Eco{órÁc Foug¿r¿¡ (crcuac)' D. R, @ 1987, Fo¡moe CErn^ Ecor¡omc+ S. A. m C. V. ¡o d. m¡yo d€ r94r. Av. ¡te l¡ Universid¡d, 975; 03 100 México, D. F. rsBN 968-1G0067-3 Inpreso en México
  • 3. . INTRODUCCIÓN "Papá, explícame para qué sirve la historia,,, pedia hace algunos años a su padre, gue era historiador, un muchachi- to ¡lleg¡do mío, Quisiera poder decir que este libro es mi ¡€spuesta, Po¡que rro ¡lcelzo a imagina¡ ma¡or halago para un esc¡itor que saber hablar por igual e los doctos y a los escolares. Pero reconozco que t¡l sencillez rólo es privile- gio de unor cuantoo elegiáos. Por lo menos con'serv"ré aquí con mucho gusto, coúo epíg¡afe, est¡ p¡egunt¿ de un niño cuya sed .de saber acáso no haya logrado apa- ga¡ de momento. Algunos pensarán, sin duda, que es una fórmula ingenua; a rní, por el cont¡a¡io, me parece del todo pertinente.l El problerna que plantea, con la emba- razooa dese¡rvoltula de eete €dad implacable, es n¿d¿ menos qoe el de la legitimidad de l¿ histo¡ia. Y¡ tenemos, pues, al historiador obligado a rendir cuentas. P€¡o ¡ro s€ ;ventu¡ará a hace¡lo sin senti¡ un ligero temblor interio¡: ¿qué arteeno, envejecido ea su oficio¡ no 6e ha p¡eguntado alguna vez, con un ligero esüer4eci. miento, si ha empleado juiciosárnente su vidal Mag el debate sobrepasa en mucho lo¡ pequeños escrúpulor de una mo¡al co¡po¡ativa, e inte¡ese a toda nue6t¡¿ civilización oc- cidental. Porque cont¡a lo que ocu!¡€ con ot¡os tipos de cultu¡a, he esperado siempre demaeiado de su rlemo¡ia, Todo lo conducía a ello: la he¡encia c¡i¡tiana como la he- ¡encia clásica, Los griegos y los latinoe prime- ¡o8 -nuestros mae6t¡o!- errn pueblos historiógrafos. El c¡i¡tianisao es una religión de histo¡iado¡es. Otros sistemas religiosos han podido funda¡ sus creencias y sl¡s ¡itoó en una mitolo- gía más o meno6 exte¡ior al tiempo humano. Po¡ lib¡os 6a8rados, tienen lds c¡istia¡os libros de historia, y sus litur- gias coÍr¡emoran, con loo episodios de la vid¿ te$est¡e de un Dios, los f¡stos de l¿ lglesia y de los santo¡. El c¡isti¿- nismo es ádemás histó¡ico en ot¡o sentido, quizá más pro- fundo: colosdo e¡t¡e la Caíd¿ y el Juicio Final, el destino de la huma¡idad tepresente, a sus ojoq una lerga aventu- ra, de l¿ cu¡l cada destino, cada "peregrinación" indivi- 9
  • 4. IO ¡NTRODUCCIóN INTRODUCCTóN tt dual, ofrece, a su vez, el reflejo; en la duracirín ¡ por lo Sil embargo, conviene saber qué quiere decir ega pa- ta¡to, en l¿ historia, eje cent¡al de toda meditación c¡istia- labr¡ "se¡vi¡". Pe¡o antes de examina¡le quiero agregar ria, se desa¡rolla el gran drama del Pecado ¡ de la Reden- urras p.labres de e¡cu¡a. Las circu¡stenci¡s de mi vida pre- ción. Nuest¡o arte, nuest¡os monumentos literarios, están sente. la imposibilidad en que me encuentro de us¿¡ una lle¡os de los ecos del pasado; nuest¡os homb¡es de acció¡i e¡an bibliote'ca, la pérdida áe mis propios libros, me obli- tienen co¡stalttemente etl los labios sus lecciones, reales o ian a fiarme demasiedo de mis notas y de mis experienciae' inaginarias, Convendría, sin duda' señalar más de un óon dem"ri¿d¿ frecuencia me están Prohibidas las lectu¡as 6atiz en la psicología de los grupos. Hace mucho tiempo comDlementelia6, las verificaciones a que me obligan las le- que lo obsenó Coürnoti eteEr¿mente inclinados a ¡econs_ u", '-irn", del oficio del que me ProPongo describi¡ las t¡ui¡ el mundo sob¡e las líneas de la razón, los franceses irácticas. ¿Podré, algún día, Ilenar estas lagunasl Temo en conjulto yiven sus recuerdos colectivos con muche De- 'oo. oorr.. iel todo. A este ¡especto, no puedo menot de ¡o¡ inten¡idad que los alemanes, por ejemplo,2 Es tam- áli"it"r indolg.tt"i" del lector y, diría, "dedararme cut- bién indudable que las civilizaciores pueden caobiar; no pabte", si ello no implicara echar sobre mí más de lo que se concibe, como hecho en sí, que la nuestla no se aparte ie justo, las f¿lus del destino. un día de l¡ histo¡ia. Los histo¡iado¡es debe¡án ¡efle- r.ionar rob¡e ello. Porque es posible que si no nos Ponemos Es ve¡d¿il que, incluso si hubiera que considerar a l¿ en guardia, l¿ ll¡mada histo¡ia oal entendida acabe por his¡o¡ia inc¿paz' de otrot s€rvicios' por lo menoo podría des¿c¡edit¡¡ a la histo¡i¿ mejor comprendida. Pe¡o si lle- deci¡se en ,o f""ot qo" distrae. O, Para ser má3 exacto gá¡amo6 a eso elgune vez, sería a costi de ura profunda rup- qüe cada quien busca sus dist¡acciones donde tuÍa con nuesüa8 má8 con¡tantes t¡adiciones i¡rtelectuale& -puesto oo" así se ló pa¡ece a gren número de personas' ooi"r"-. De momento en ert¿ cuestión no hemoc pasado todavía É"*ndÁ.'ot", hagt¿ düde pueden llegar mis recuerdos, de la etapa del examen de concie¡cia. Cada vez que nues- ¡iemo¡e me ha dive¡tido mucho. En ello no c¡eo dife¡en- tr¿s estrictar sociedádes' que se hallan en perpetua crisis ci¿¡áe de los demás historiado¡es que' 8i no ee por ésta, de c¡ecimie¡to, se ponen ¡ dud¿¡ de ¡í mismag se lao ve ¿por qué razSn se han dedicado a ú historial ?ara quien preguntane si han tenido ¡azón al inte¡rog¿¡ a su paudo *" oo tonto ¿le malc¿ mayor' todas las ciencias ¡on o si lo han inte¡rogado bien. Leed lo que se escribía aotes "i inte¡es¿ntes. Pe¡o cad¡ s¿bio ólo enco.nt¡a uIra cuyo cul_ de la guerra, lo que todavía puede escribirse ho/: ent¡e les tivo le ¿ivie¡te. Descub¡i¡la Pa¡¿ consagr¿lse a ella es pro- inquietudes difusas del tieúpo p¡esente oiréis' casi infali- oiemente lo oue !e llama Yocación. blemente, l¡ voz de este inquietud nezdada con las otr¡s. ' Po, -i-o, por lo demás' este indiscutible at¡¿ctivo En pleno drama me ha sido dado recoger el eco esPontáÍeo "í de l¿ histori¡ -"i.i" y" que nos detengamos e reflexiona¡' -y de ello. E¡a en junio de r94o' el rnist¡ro dí¡, si mal no Ante todo, g"rm"tt como aguijón, su PaPel ha sido ¡De acuerdo, de l¿ ent¡ade de los alemane¡ en Pa¡ís. E¡ el "o-o v sisue siendo caDital. Antes que el deseo de conocimien- jardín nounrndo en que nuest¡o.&tado Mayor, privado io, á ri.pt. gusó; antes que É obra científica plenamente de fuezas, a¡¡ast¡aba su ocio, remachábaoos ¡ob¡e l¡s cau- dJ sue fines, ef instinto que conduce a ella: la sas del desast¡e l " ¿Habrá que Pensa¡ que nos ha engañado "onr.i"nt" de nuestro clmPortaEie¡rto intelectual evolución abunda la historia? ", murmuró u¡o de nosotros. Así la angustia en filiaciones dc dgta d¿se.- Hasta en tet¡enos como el de del homb¡e hecho y derecho se ünía' c!¡r su acento ¡nás la física. lo¡ p¡imeros pasos deben mucho a las "colecciones arna¡go, ¡ la sencille cu¡io¡idad del jovenzuelo. Hay que de curioeidaáes". Hemos visto, induso, figurar a los pe- responder e ¡¡n¡ r 4 ot¡a. gleñoe goces de las antiguallar c¡ h cun¿ de má¡ de un¿
  • 5. 12 INTRODUCCIóN ¡¡nooucc¡óx tg .,,i"lxi:fi cribió André Gide- no noe está ya pennitido hoy; ni riquiera el de la inteligencia, añedía. Esto se esc¡ibía en i:'f"!.;'¡:'?i':ll?x:T:,?,'iJff remenre, del Ias l:;:.":3:,.Í: 1938. En tg4z, aí,o en que ¡De ha tocado escribir, ¡el 3:1, sl¡izás, sino ¡¡sroriadores ." Ái"¡i,jr" ó",n1, .folltore. lectorei de l: p.""h,-, rñ-"". pro¡,risito adquiere un sentido todavía más grave ! A buen solo talra la educación necesaria Éegtuo, en un mu¡do que acaba de abordar la química del ptrro' y, :- mi. juicio, más agudo':Orr, árr.; ;;'O;r"; ;:: el de) -1., '".Ja.r"] átomo, que comienz¿ a sondear apenas el secreto de los por ot¡e parte, este encanto está eqracios estelarer, etr ruestlo pobre mundo que, justam€trte ,Dr, auy l"i*-d-" ::iolr*,* cuanto da principio l" ;*"rrür"ijí o,irri¿iü con. eus neces¿¡ias orgu.lloso de su ciencia, no logra, sin embargo, crearse un poco de felicidad, las largas minuciar de la e¡udición his- -austeridadis; si, entonces, po¡ el con- pueden testimoniar ,"¿", 1", tó¡ica, ha¡to capaces de devo¡a¡ tod¿ una vida, merecerían ::iili,--."'o"gana todavía en Io¡taclores-, ""riri.iri¡- ser condened¿¡ co¡no un absu¡do der¡oche de energías casi vivacidad ), pü;"-;;";;; ", c¡iminel si ao condujeran más que a rev$tir con un poco l:L:: ;li ;:T nf ':*{it*i:T#,',1f; i de ve¡dad uno de ¡uest¡o¡ sentimie¡tos. O será preciso oaDremente "$i,:; deuconsejar el cultivo de l¿ histo¡ia a todos los espí¡itus a sus propios p]aceres estéticos, de ninguna oua dlsciplina. q;.-;";';#;; susceptibles de emplear mejor su tiempo en otros te¡le¡os, Jos, ¡li. .i i"-¡"', ;"::i..:: f:,,¡"t1l. d. las acrividades pa¡t¡cular, eJtá ñecho, humanas. que forma su obiero o la histori¿ tendrá que probar su legitimidad como cono- cimiento. más que otro cuaiquiera, ta-rm_aginaqió¡ de los_ hombies. Sob¡e tódo- ilJii'j; Pero aquí se plantea una nuevi cuestión: iQué es jus- a su alejemiento en el tiempo ;r;;;, ;;;;. tamente lo que legitima un e¡fue¡zo intelectuall o en , ," ."t"uí"" r", ;;;-ú.;'á'##: "j.",:':l1i#.:".fi';i:; Me imaginé que nadie se etrere¡ía hoy a decir, con los krbn¡z "on. nos lo h¿ confesado: cuando pasaba de las abstr¡c- positivistas de esticta observancia, que el valor de una in- especulaciones de las matemáticas, vestigación e mide, en todo y por todo, según su aptitud 1as descrfrar viejas carras o viejas o ¿. l, ,""j;""",'" para servir ¿ le acción, La experiencia no ¡os ha enseñado c¡ónicas de f" Ak;;j;:;: P€¡¡al, sentíá, como nosot¡ó, esa,.v solamente que es imposible decidir por adelantado si las á:" "oo,,ingl,,",;."aüañ. ;:,lllL:'11.""ff*l de poesía. Cuidémonol especulaciones apa¡enteme[te más desinteres¿das no se ¡e- vela¡án un día a¡omb¡osamente útiles a le práctica. Rehu- :t-"__T oescuble¡to- !""" io¡r. .olo'i. ,oao, en el senrimiento de algunos, ¿;r-r"";"; s¿¡ e l¿ humanidad el de¡echo a investigar, a calmar su sed po¡ ello. Seríe una fo¡midable intelectual sin preocuparse para nada del bienestar, equival- tont"rí, p.nrr. qo," J, tan pode¡oso ar¡artivo sob¡e t" d¡í¿ a mutila¡la en forma extraña. Aunque la histori¿ fuere *nr;Ulliá"ai-tiü" ]? ti menos capaz también de satisface¡ etern¿me¡rte i¡dife¡e¡te al homo faber o al hano poü- a no",t." ;nt.tii"iJ, tiu¡ baaaría para su defensa que se reconociera su necesi- _.-_ P.:ro.ri esa histo¡ia a Ia que nos conduce un at¡actiyo dad para el pleno desrrrollo del hoon vpiett. Sin em' qle srente. todo. el un¡.ve¡so ,ro trlui.r" _A q* ,J-"ir""_ bargo, aun limit¡da de ese modo, la cuestión diste eucho nvo, para justificarc; si no fue¡a, de quedar fácilmente ¡e¡uelta. en suma, más que un emabte pasaricmpo como el brilg¿ o.la;; ;;;;.ij; Porque la naturaleza d! nuestro entendimiento lo i¡. jil:::tl: tanti estue¡zos hiciéramos por escribirlal cline mucho me¡o6 a qüete¡ uber que a que¡e¡ compren- ,9ue ror esc¡brrla, según lo entiendo y.. dei. De donde remlta que las única¡ ciencias auténticas .l¡camente, y yendo en la medida ¡.r*á;";;"u; áe L p*ibh-;;;il ;;_ son, según su voluntad, las que logran establece¡ ¡elaciones ¡orres más ocultos, es deci¡, difícilmenie. fl j;;;;.;_ erplicativas entre los- fe¡óm€tos. Lo demás no eg segrin
  • 6. t+ ¡r{TRODUCCTóN expr*ión de tr4alebranche, más guc .,polioatía,,. ¡¡rno¡ucc¡ó¡¡ r5 fa. A-hon ellos, y no de loe meno¡ noto¡ioo. Estas invectiva¡ tiene¡ Dren, I. ,poliDetí¡ .puede muy bicn pasar-por di*r¡cción o peligroso atractivo: justifican por ¡delantado la ignorancia. ryl ."?¡:. pe¡ohor menos que en ticmpo dc Maleb¡en- Por fortuna, para lo que sub¡iste aún en no$t¡os d€ curio- cne pocllia-pase¡ por una de las buenas ol¡a! de la inteli- gencia. Independientemente inc.lu¡o ¿" sidad espiritual, es¡¡s censulas no cárecen quizár de interés. ,"¿" Pe¡o si el debete debe ¡er conside¡¿do de luevo, es c¿clon a ta conduct¡, l¿ histo¡i¿ no tendrí, pues, """"j'rJi el de¡eiho de ¡eivindica¡ !¡¡ luge¡ entre lo, neces:¡¡io que lo planteemoc con datos más seguros. -no"i.iJnto, ;;r¡;¡:r;: alei de estuerzo.,_ sino- en el caso de que, €n vez Porque hay una precaución que los deÍectore¡ co¡¡ien- l1:il: oe una srmple enumeración, sin lazos y c¿¡i tee de la higto¡i¿ no han teoido en cuettte, Su palabra no iin-límites. c¡rece ni de elocuenci¡ ri ¿e ¿t?rir. Pero, por lo geaeral, una claeificación racional y'una intclig;bitideá T:-!1".t".t" h¡¡ olvidado info¡ma¡se con exactit¡¡d de lo que hablan. P¡OSrClrv¡. Es innegable, sin eobargo, que sieopre noo La imagen que tienen de ¡uest¡os estudios no parece ha- quc un¿ crcnci¿ tiene algo de incompleto-si Da¡ece¡á ber surgido ilel talle¡. Huele más a o¡¿to¡i¿ ecadémica no nos avrd"- que a gabinete de trabajo. Sobre todo, ha prescrito. Dc ¡aJtre o tempr¡üo, a vivir mejor. aun me6 vi ¿f có,mo no pensai eoto suerte que induso pudiera ocurrir que toda esa palabrería mente cu¿ndo nos ¡eferimoe a I¿ histo¡ia oue- segun sc c¡ee, está destined¿ a trabajar se haya gastado en e:ro¡ci?át a un fanta6má. Nuestro esfue¡zo en proo""ho r¡omDre,.ya que ttene como tema de estudio t"í en este dominio debe se¡ ha¡to distinto. T¡atarernos de al homb¡e v buscar el grado de certidr¡mb¡e de los métodos que usr sus actocl De, hecho, una ui.j" ,.ná.iJr- aup-oDctr¿ ; ;;;,i po¡ lo meno, un valor instintivo, nog inciin" ¡ealmente la investigación, hast¡ en el humilde y delicado ry{i.1 h hiltoria que-.guíe nuestra accirin; po, fo i"rrto," detalle de sus técüices. Nuestros problemas serán lor mis- contra ellá, como-el soldado uen.ido a qne mos qüe impone cotidianamente el histodado¡ su tDate¡ia. 1]11C11Ti si por casualidad me ¡e.¡efendo, En una palabra, ante todo quisiéramos explicar cómo y ¡ror perece menifest¡r su i;- p,lo..t1 fr¡" hace¡lo así. El problema de Ia utilidad qué practica su oficio de histo¡iador. Dejarnos que el lector (tt la irstorie, en rentido estricto, decide a continuación si vale la pena ejercer este oficio, en et sentido ,,pragmá_ h palabra útil, no * confunde .o, .i-¿"'* i"e]_ Pongamos atención, sin embargo. Así limitada y com- :i:lld: tr¡lrdad, propieErente intelectual. Es un problema, prendida, la tarea puede paor por sencilla úlo en aparien- ademTs, que no puede plantearse sino *gooio té¡míno. parj cia, Lo sería, quizás, si estuviéramos l¡ente e una de esas oDrar razonáble¡Dente,. "n ¿no es necÉsario ante todo artes aplicadas de las que se ha dicho todo cu¡ndo se han ,Ttt I"T, eo pena de no rcsponder má" qu. a compren-, m.d'i"s enumerado, ün¿ tr¿s ot!¡, Ias manipulaciooes consegrádee. l¡B-Jugestioned más imperioeas del sentido Pe¡o l¿ historie ¡o es lo mismo que la relojería o la-eba- común, aquel prootema no puede eludirsc. nistería. E¡ u¡ esfue¡zo par¡ conoce¡ mejo¡; po¡ lo ranto, una co6a ell movimiento. Limit¿¡se ¡ describi¡ una ciercia tal como se hace será ciempre t¡eiciona¡la un poco. Er mu- ¡o,f-ro:I d.,:r:r"oroe estes cuestiones. pe¡o ,^ ¡an ¡esponcltdo aconsejeros, o quienee quisieran ser- cho más importante decir cóoo es¡:era lograt hacerse pro- )¡¿ eólo lo han gresivamente. Ahora bien, esfuerzo semejanie exige de par- necno Pa¡¡ amargar nuestras espe¡enzag. Los más indulqen_ te del ¡nelista forzos¿mente una dosis bastante amplia de tes han dicho: le historia ca¡ece a. prou."t o"f una seve¡idad_.nada ,.'ig" a. _"di"r a"'"ii;, i?ü, selección personal, Eo efecto, tgda ciencia se halla, en cada P-:.';, :ll e_s perniciosa. .,EI producto nan !¡rcho: una de sus etapas, atravesada const¿nternerte por tendencias má¡ pelis¡oso ul,_ divergentes, que no es posible separar sin una especie de an- oo¡ado por ta química del inteleco,,, h" dicfiJ ono áu ticipacir5tr del poryeni!. No !06 p¡opouemos ¡etrocedet
  • 7. ¡NTRoDUccróN I ¡¡¡rroouccró¡ l? ¡quí ante esta necesidad. nn materie i¡telectu¡I, te comtian¿ de las cienci¡s del mu¡do físico. Exte¡diendo más que en nilgun¿ _ot¡a, el ho¡lo¡ de la, r.sponubilídade" 1ro al conjunto de las adquieiciones del espíritu eate si¡tema es{n senrimiento. muy recomendable. Siri .^brrgo, t" i;i prestigloco, conside¡aban que no puede haber conocimien- radez nos imponíá adve¡tir ¿l lecto¡. auiéntico que no pueda desemttocar en ce¡tidumbres io Asimismo, ias dificultades que s€ preseD¡an formuladas bajo el aspecto de leyes imperiosamente uni- inevirable_ l:ij.- segun se h¿ce un estudio de los métodos, va¡íen mucno :":ld" el que haya alcanzado momentáneal verules por medio de democtraciones irrefutable¡' Est¿ er¡ -pr¡nto on" opiniótt casi úoínime. Pero, aplicada a los estudios menre una_cllscipjin¿ €n la cu¡va, siempre históriioo, dio lugar e dos tendencias opuestas' en razín de un poco ir¡eeu- lar, de su desarrollo. Me imaginá cu¡ndo.todaví¿ ¡einaba Newón como o"; ;;.;;":;;;'r"ñ"; los distinto6 temperementos. maestro- ela mucho unos creyeron posible, en efecto, institui¡ ün¿ cie¡- más,fácil que hoy consrruir .on ,i;;r;;;;Lr.'ffi1: recronrco una erposición de la mecánica. pe¡ó cia de la evolución humana cqnfo¡me con este ide¿l en "1 Ja histiia cie¡to modo pan-científico, y trabajaron con afán Pü¡ es todayía u-na fase rnucho más f¿vo¡able a 1", crearla, sin perjuicio, por lo demás, de oPt¿t fi¡alme¡rte ";rC"d;;;; , Porque Ia histo¡ia no es mlamente una cienci¡ en ma¡- por dejar fuera de los efectos de esle conocimiento de cne. ,ls,tamb¡én una ciencia gue se ha)Ja en la infancia: los homb¡es muches realidades muy humanas, pero que les como toctas q-ue tienen por objeto _las el espí¡itu hum¡r,.,- parecían desesperadamente ¡qbeldes a un sábet ¡acional. . egdo campo del conocimiento racional. O, :r^: :.::l decjr, vieja "1. Este ¡esiduo era lo que llam¿ban desdeñosemente el acon- meJo.r bajo la forma emb¡jona¡ia del ¡e,' P:r raro, mucho trempo envuelta en ficciones, tecimiento; e¡¡ t¿mbié¡ una parte de la vid¿ más íntim¡- mucho más tiem- mente individoal. Tal fue, en suma, la poeición de la es- po ¡odavía unida a los sucesos más ina.¿ - i"r"_.ni. a"o,r_ cuela socioL6gica fundadr por Du¡kheim. Por lo me¡oe si Dres, e6 muy Joven como empresa razonada de análisisj Se no se conside¡an l¡s ¡utilez¡s que con la primera rigidez penet¡ar en fin por debajo de lo¡ hecl¡os :-s¡ue¡za f: la st¡Perhcle; PoJ rechaz¿¡, después de las seducciones de de los principios trajeron poco a poco ho¡nb¡e¡ demasiado oe la teyenda o de la retórica, los venenm, inteligentes ¡nra no sufrir, incluso a su pesar, la presión grosos, de ta ¡urine erudira y del hoy más oeli- de las cosas. A este gran esfue¡zo deben ñucho ¡¡ues_ empirismo ¿ifr"z"ai a. tros estudios. No¡ ha enseñado a ar,aliza¡ con mayor senrclo común. No ha superedo aún, en algunos probJemas profundidad, e enfocar más de cerca los problemas, a pen- esenoales de.su método, los primeros tanleos, Razón por sar, me ¿trevo a decir, de máner¿ menos b¡¡ata. De ese le.cual lustel de Coulangcs y, ,nt". qo. éJ, Bavle no,es_ esfuerzo no hablaremos aquí eino con un ¡esPeto )' ur ag!¿' taben, sin dude, rotelhente equivocadoo cu¡ndo'la llama- decimiento infinitos. Si hoy nos parece superado, ése es el ben "le más difícil de todas las ciencias,,. precio que paga¡ po¡ su fecundidad' tarde o tedrPnno, to- dos lo¡ movimientoe intelectuales. ¿Pe¡o e3 esto una ilusión? po¡ incie¡ta que siga siendo Ot¡os investigádo¡es, sin enbargo, adq>taron en ese p""J* nuest¡a !utá, me parece que estemos rnomento uo¿ actitud muy dife¡er¡te. No logrando insertar :.1-,II.I1T .ual-mente meJo¡ situados que no"stros ac- q¡eros p¡re ver pr.á...sor., inmc_ la histolia en lo! marcoc del legalismo físico, paricular- _con máyor clarr.ded. me¡te preocupados, además -----¿ causa de 8u primera edu- Las generaclone_s han precedido inmediatamente a r en -que últimes décadas del sigio xrx y hasta cación-, ¡nr las dificuludes, Ias dudas, el f¡ecuente volve¡ ii" ^l_",Yl: ]es en a'empezar de la c¡ítica documental, extrajeron de la ex- j-os Prlmeros anos del xx, han vivido como alucinadas por periencia, ante todo, una lección de humilded desengañada. una rmagen demasiado rígida, una imagen ve¡daderamin- Les pareció que la disciplina a que habían cons¡g¡¡do su
  • 8. ¡8 ¡NTRoDucctóN t¡arRoDvcc¡ó¡{ 19 intcligencia oo ¡rodíe ofrecer, a fin de cuentas, conclusio¡e¡ pondc¡la¡"? No es ése, a buel reguro, el propóoito ilc un muy segu¡a9 en el presente, ni muchar perspectiú¿¡ de p¡o- i¿nfa¡rón. Pero si los fí¡icos no hubie¡an hecho már pro- gteso en el f¿tu¡o. Se indina¡on a v.r in ellr, már que'un fesión de intrepidez, ¡dónde esta¡í¿ a este ¡$Pecto ¡a conocioiento verdaderamente científico, una d" trsrce f "rp"ói" juego_ estético, o, po¡ lo menos, de ejeriicio higiSuico fa- Ahora bien, nuest¡a atmósfer¡ mental no es ya la misora. vo¡¡ble a Ia salud del espíritu. A menudo se les ia llam¡do I¿ teo¡í¿ cinétic¿ del gas, la mecánica einsteiniana, la teo- "historiado¡e¡ historizantes,,, sobrenombre injurioso para ría de los quanta, han elte¡ado profundamente la idea quc nuestra cor¡rcración, pues parece congide¡¿¡ la isencia de la ayer todavía se fo¡maba c¡d¿ cual de la ciencia, No l¿ han historie en la propia negación de sus posibilidades. por mi rebajado, pero la han suavizaclo. Herr sustituido en ru¡cho¡ parte, yo les encontra¡í¿ de bue¡a gana una túbrica más ex- puntos lo cierto por lo infinitamente probable; 1o ligurosa' presiva en el momento del pensaniento francés al que per- ;rente mensu¡abie por la noción de la ete¡n¿ ¡elatividad tenecen. de l¿ medida. Su accióu se he hecho senti¡ induso sob¡e El amable y escurridizo Silvest¡e Bonna¡d es un anac¡o_ los innumerablcs espíritus'---'€ntre loe cr¡ales debo conta¡me nismo, si se atie[e uno a l¿¡ fech¿s en que el libro fija su yo*- a quienes la; debilid¿des de su inteligencia o dc su actividad, justañente co¡¡o e!o! santos antisuos Diniádos educación les prohiben seguir es¡ metarno¡fosis erl otr¡ ingenuamente por lor eocritores de l¡ Edad M-edia,'baio los forma que no sea de muy lejos y por reflejo. Así, para lo colore¡ de-¡o propio tiempo. Silvestre Bonnard (por"poco sucesivo, estaños mucho mejor disPuestos a adrnitir que un que se atlrbu/a, aunque aea por un instante, a esta Bombra co¡rocimiento puede pretender el nomb¡e de científico iaveirtada, una exisrencia humana), el ..verdade¡o" Silveo- aunque no se confies€ capaz de realizar demoauaciones eu_ t¡e Donn¡ld, nacido en el Primer'Imperio generación clidiinas o de leyes inmutables de repetición. Hoy acep- -la de lor gandes histo¡i¡dores románticog le hubieia contado tamos mucho Eás fácilmente hace¡ de l¿ certidumbre 7 elrt¡e los su)¡os-, habría compartido con ella ]os entusiasmos del unive¡salismo una cuestiór de grailos. No se¡timos ye emocionados y fecundog la fe un poco cándida en el por- la obligación de trate¡ de imponer a todos los objetd del veni¡ de Ia "filo¡ofía" de la histoiia. Olvidemos ja época sabe¡ un modelo intelectu¿l uniforme, tomailo de las cien- a la,.que rc dice que perteneció ¡ situémosle en l, qu. se cias de la uaturaleza física, pues sabemos que en las P¡oPiar esc¡ibió su vida imaginaria: merácerá figurar p"- cienci¿¡ físicas ese modelo no se aplica /a coúPleto. Aúrt "orno "l üó¡,_como el santo corporativo de todo un grupo de his- no sabemos muy bien qué se¡án un dí¡ las ciencias del toriadores, que fueron más o menos los coirtemporáneos homb¡e. Sebemos que para set siempre, por intelectu¿les de eu biógrafo: trabajadores profuniamente -obedeciendo supue6to, a las le¡"es fundrmentales de la ¡azón- no ten- honertos, pero de aliento un poco co¡to y de los que se di- dü¡ necesidad de ¡enuncie¡ a su originalidad tri de ¡ve¡- ría a vecer que, como esos niñor cuyos padres se han diverti- gonzarse de ello. do mucho, llevaban en los huesoE la fatiga de las grandes or- Me gusta¡ía que e¡tle los histo¡iado¡e¡ de profesión, gías históricas del romanticisoo, dispuestos a emp;queñece¡se los jóvenea sobre todo, se habitu¡ran ¿ ¡eflexiona¡ ¡ob¡c ante sus colegas del laboratorio, mas deseosos, en sunu, de p€4tett¡os'¡¿¡¡ePentimientostt estas vacilaciones, sob¡e estos aco_nsejarnos prudencia más que empuje. ¿Sería dema- de ¡uest¡o oficio. És¡ será para ellos mismos la oejor rna' oiado malicioso querer buscar su divi¡¿ in la sorprendente r¡e¡a de prepa¡a$e, por una elección deliberada, a conduci¡ frase que ae le escapó un dí¡ al hombre de inteligencia l¿zo¡¡ablemente sus esfuerzos. Sob¡e todo me Surta¡ía ve!' t1l vivá que fue mi querido maest¡o Charles Seignobos: los acercarse, cad¡ vez en número mayot, a est¡ histori¡ ¡ '1Es muy útil hacene preguntas, pero muy peligroso res- la vez ampliada / tr¿t¡da con profundidad, coTo diseño
  • 9. 20 TNTRODUCC¡ó¡{ conc€biúog, varioe ---{ada día meooa tu¡os__. Si mi lib¡o ptede a¡'udarlos tendré la irnpresión de que no h"brá ;il; I ¡bsolut¡menr€ inútil, Tiene, lo reconozio, algo de pro. g¡ame. escribo únicamente, ni sobre totlo, para el LA HISTORIA, LOS HOMBRES Y EL TIEMPO fu"o -/o 1o u¡o inte¡ior del taller, Tampoco ,n. ha p"...ido qoe fu"_ ¡¡ Eenester ocultar a los simples curiosos nada de la's ir¡eso_ I. L¡ r¡-scc¡ó¡ DEL ¡rtsroRrA[roR luciones de nuest¡a ciencia. Estas i¡resoluciones son ¡uest¡i La palabra histo¡ia es mu¡ vieja, tan vieja que ¿ vecer h¡ e:cusa. Mejor aún: a ellas se debe la frescura de nuest¡os llegado a canur. Cierto que rlrrny rere vez se h¿ lleg¿do a e-stu_dios, No sólo tenemos el derecho de reclamar a favor querer eliminarla del vocabula¡io. Incluso los sociólogos de le historia Ia indulgencia debida a todos lo. comierrzos, de la escuela du¡theimiana Ia admiten. Pero sólo para re- Lo inacabado,.si liende perpetuamente a supe¡¡rse, tiene legarla al último rincó¡ de las ciencias del hombre: especie pere todo espíritu un poco a¡diente una sedt¡cción ou. de mazmorras, donde arrojan lqs hechos humanos, conside- bien v¡le por Ia del éxito más cabal. Al buen labraáor lados a la vez los más superficiales / los más foltuitoc, al dhho, más o menos Péguy- Ie gustan las laborcs y tiem¡ro que ¡es€rvan a la sociología todo aquello que les -ha l¿ siembra tanto como Ia recolección. perece susceptible de análisis racional. A esa palabra, por el contrario, le conse¡va¡emos ¡os- Conviene que estas palabras in¡roductorias termiDen ot¡46 equí su más amplia cignificación. No nos ved¿ tle en- con u¡a contestón personal. Considerada aisladamente, cada temeno ningún género de investigación, ya se proyecte de crencla. no repres€nta nunca más que un fragmento del preferencia hacia el individuo o hacia ia sociidad, hacia movüniento unive¡¡al haci¿ el corrocimienro. ya se me he la descripción de las crisis momentáneas o hacia la búsqueda preseneado la ocasión de dar un ejemplo ¿" .lto de los elemeritos más durables; no encie¡¡a en sí mis¡ua para entende¡ y apreciar bien estos procedimientoe-¡s rrriU": ningún credo; no mñpromete a otra cosa, según su etimo- de lnvestrgecton, aunque s€ tr¿re de los más particula¡es logía original, que a la "investigación". Sin duda desde en apariencia, oeria indispensable sabcrios unir' con un que apareci<i hace más de do milenios, en los labio¡ de los trazo perlectamente seguro al conjunto de las tendencias que honbres, ha cambiado mucho de contenido. Ése es el se mán-ifiestan en el mismo momento cn las demás clases de destino, en el lenguaje, de todos los té¡minos ve¡dade¡a- disciplina, Ahora bien, este estudio a. to" mente viyos. Si las ciencias tuvieran que busca¡se un nom- .on¡- b¡e nuevo cada vez que hacen une conquiste, ¡cuántos d:::{T ^¿to¿o" sí mismor constituye, ¡ su mene¡¿, una espe- cialidad, "n cuyos técnicos se lleman filósofos. Es éste un tí_ bautismos hab¡ía y cuánta pérdida de tiempo en el ¡eino tulo al que ¡De está vedado aspirar. por esta lagune de de las acadeoias! mt p¡imera educación el p¡esente ens¡¡yo perderá mucho, Pero por el hecho de que pe¡Iuanezca apaciblemente 6In dude, en-p¡ecir;ón de lenguaje como en amplitud fiel a su glorioso lrombre heleno, nuest¡a histo¡i¿ no se¡á de la misma que esclibía Hecat€o de Mile to, coúo !a físic¿ horizonte. .No puedo presentarlo 6ino como Io q'ue es: el ,rr¿rnento de un artesano al que siempre le de Lo¡d Kelvin o.de Iangevin ¡ro es la de A¡istóteles. hi gustado ¿Qué er entonces la his¿¡ial r¡ectlt¿r 6obre su tar-ee cotidianei el .,ca¡net', de un ofi_ n, No tend¡ía interés alguno que encabezáramos este li- :l:l ,Sr: maneJado durante muchos áños l¿ toesa y el ntvei, sln cree¡se po¡ eso matemático. bro, centrado en torlo a los problemas r¿d¿¡ de la i¡yes- tigación, exponiendo una larga y rígida definiciór. ¡Qué
  • 10. 22 LA H¡SIORfA, r¡8 IIoMBRAS r EL T¡EMPO LA ¡¡¡5TORrA, ¡.OE l¡OMBtaBs r E¡¡ TTEMPO 23 trrbrjador. oerio. se- h¿ detenido nunca eote eemejaates Sin duda, en los orígenes de la historiografía e*or artículoo de fe? Su- cuidadosa precisión no dejal,ola- cocrúpulos no emba¡azaben a¡renas a loe viejoe analistas, mente escapa! lo mejor de todo impulso intelectúal: en- Contaban confusamente ¿conteci¡trientos ¡olo u¡idos ent¡e tiéndare lien, lo que hay en él de iimples veleidades de sí por la circunstanci¿ ile h¿be¡se producido aproximada- impulso hacia un sabe¡ todavía mal detirminado, de po- mente eÍ el úismo moaeoto: loc ecü¡xer, lar granizadae, ten¡ia de ertensirí¡¡. Su peligro más grave consi¡te cn no la aparición de sorprenileot$ meteo¡os, con lar batallar, loo definir tan cuidadosamente sino con c-Í único fin de deli_ tratados, la müe¡te de héroes y reyes, Pero en esta primera mitar mejor: "Lo que sin duda puede ¡educi¡ --dice el memo¡ia de la hooanidad, confusa como una percepción Gu¿¡dián del dios Término- es -."t tema o esta r¡ene¡¿ infantil, un esfuerzo de a¡álisis so¡tenido ha realizado poco a de trata¡lo. Pero cuidado, ¡oh efebo!: eso no es historia.,' poco la clasificación necesaria. Es cie¡to que el leuguaje, po! ¡Somos, pues, yeedo¡es de los tiempos antisuos Dar¡ codi- csencia t¡adicionalista, conserva voluntariamente el ¡omb¡é fica¡ las te¡eas permitidas a lar gentei del ofic'io, y,'sin duda, de histo¡ia a todo estudio de un c¡mbio en la dq¡ación. r. una yez ce¡¡ada l¿ list¿, p¡¡a ¡e¿e¡v¡¡ el ejercicio de esas L¿ costumbre carece de peligro, po¡que no engafia a nadie. tareas- a nue¡t¡os maestros patentadosl 3 Los físicoe y los Iln este sentido hay una historia del sistema solar, ye que químicos son más disc¡etoo: qre yo sepa jamás se lis ha los astros que lo componen no han sido sieurpre como los visto qoerellarse ¡ob¡e toc de¡e-chos respectiíos de la física, vemos. Es¡ histo¡ie incumbe a la astronomía. Ha¡ una de la la quimicafísica, o. ---suponiendo qte historie de las erupcione volcánicas que seguramelte tiene -químicar -de cl ma¡or interés para la física del globo. Es¿ hi¡to¡ia no este té¡mino s¡fu¡¡- d¿ la fisicaquimica, pertenece a la histo¡i¿ de lo¡ histo¡iado¡es. .No.es -me¡os cierto que frente a la inmensa y confuu O, por lo menos, no le pertenece quizás más que en la realidad, el histo¡iado¡ ¡e ve necesa¡iamente obligado a se- ñalar el punto pa¡ticula¡ de aplicación de sus útiles; en medid¿ e¡ que se viera que sus observaciones, por algún consecuencia, ¿ hacer en ella una elección, elección que, evi- ecsgo especial, se unen a lar preocopacionee específicas de dentemente, ¡o será le misoa que, por ejemplo, la del nuest¡a histo¡i¿ de histori¿dores. ¿Bntonces, cómo se es- brólogo: que será propiamente una elección de historiador, tablece en la p¡áctica la repartición de las tareasl Un ejem. 3¡te es un auténtico problema de ¡ccién. Nos seguirá a lo plo bastará para que 1o comp¡endaúos, mejor, sir duda, la¡go de nuest¡o ertudio. que muchos discursos. En e! siglo x de nuest¡a e¡a había un golfo profundo, II. L¡ r¡¡sron¡n y ¡-os HoMBREs cl Zwin, en la costa flamenca. Después se cegó, ¡A qué r¡ma del conocimiento cabe ¡signar el estudio de este fe- Se ha dicho alguna vez:.,1a Histo¡ia es Ia cie¡cia del ¡a_ nómenol Al p¡onto, todos responderán que a la geología. eado". Me parece una forma impropia de habla¡, Mecanismo de los aloviones, función de l¡s co¡¡ie¡tes ma. Porque, e-n primer lugar, ,trurd" la idea de que eJ rítimas, cambios tel vez eri el nivel de los océanos. ¡No ha pasado, consider-ado como tal, "r pueda ser objeto de la'cien_ oido cread¿ y ttaida al mundo la geología pa¡¿ que t¡ate c¡a. fo¡que ¡cómo puede ser objeto de un conocimiento de todo esol Sin duda. No bostante, cuando se exemine racional, sin una delimitación previa, una serie de fenó_ l¿ cuestión más de cerca, descub¡imo¡ que las cosar no son menos que no tie¡en otro ca¡ácte¡ común que el no ser ¡an se¡cillas, nue¡t¡or conternpoJáneosl ¡Cabe imaginar en forma se, ¿Se trat¿ ante todo de esc¡utar los orígenes de la mejante un¿ cienci¡ tot¡l del Universo en su estado actuall tra¡sfo¡macióni He aquí ya e nuestro geólogo obligado
  • 11. 24, LA üISTOR¡A, LO8 HOMBRES Y EL TIEMIO a plántea¡se cuestiones que no sor¡ esrrickñente de LA ¡¡¡STOR¡¡, LO5 I¡OMARET Y EL T¡EMPO 25 su irF mente el homb¡e.4 Mejor dicho: los hombres. Más que cumbencre. porque, ein duda, el colrnataje fue 'digues, cuando el singular, favo¡able a la abstracción, conviene a una cien- javo¡ecido por Ia construcción de por la llengs . dewrácrón . cia de lo dive¡so el plural, que es €1 modo g¡¿matic¿l de de canales, por desecaciones: actos humanás, na- c¡dos dc necesid¿des colectiv¿s y que vllo fo.ron la relatividad. Det¡ás de los rasgos sensibles del paivje, o*ibi", de las herramient¿s o de las máquinag detrás de los es- me¡cect a una est¡uctu¡¿ social dete¡minada- critoc apa¡entemente más fríos y de las instituciones apa- , nn el ot¡o extlemo de la cadena, nuevo problema: el renteme¡lte más di¡tanciad¿s de los que las heo creado, Ia de_ las consecuencias. A poca distancia del fonio clel solfl heb¡a una ciudad: Brujas, que se comunicaba historia quiere aprehender a los hombres.5 Quien ¡o lo lo- con él"oor gre no pasará jamás, en el mejor de los casos, de s€¡ ur cofto t¡echo dc ¡ío. Po¡ ias aguas dei Zwin ¡ecibía ^ex- o obrero ma¡ual de la erudición. AIIí donde huele la carne pedte la -malo¡ parte de Ias mercancías que hacían de ella, g_uardando todas las proporciones, el Lo'ndres lumana, sabe que está su p¡esa. o el Nuevj York de áquel tiempo, El golfo se fue cegando, cada día Del carácte¡ de la historia, erl cuanto conocimiento mis osrensibl€mente. Buen rrabajo tuvo Biujas,'a medida que se alejaba Ia superficie inundada, de adeljntá¡ cad¡ de los hombres, depende su posición particular frente al vez mes sus antepuertos: fueron quedando paralizedos 6Ds problema de la expresión. ¿Es la historia una cienciá o mue. Iles. Sin duda no fue ése Ia única c¿uü de su decadencia, un artel llacia r8oo les gustaba ¿ [u€stros t¿ta¡abuelos discernir gravemente sob¡e e6te Pünto. Más tarde, por lor ¿Actúa elgu,na yez lo físico sob¡e lo social ,ir, qo. ,o sea preparada, ayudada o permitid¿ por ot¡os facto¡es oue """iói años de r89o, baíados en ü¡ta atmó,sfe¡¡ de positivismo un vienen ya del homb¡el pero en el mouimien¡o de ias ta[to ¡udiEe¡tarie, se Pudo ve¡ cómo se indignaban los oltdaF. ceusalesr causa cuelt¡ al m.nos, sin cspecialistas del método porqr¡e en loo trabajos históricos duáa, -.equelle eot¡e las más eficaces, cl público daba importancia, según ellos exce6ivar ¡ lo que Ahora bien, la obra de una sociedad que modifica según sc üamaba la "forma", ¡El alte cont¡a la ciencia, la forma sus necesid¡des eJ suelo en que vive es, como todos contr¡ el fondo! ¡Cuántas querellas que más vale mandar peici_ bimos por instinro, un hecho eminen¡emenre ..históiico,'. ¡l archivo de la escolástica! Asimismo, las vicisitudes de u¡ ¡ico foco de inte¡á- No hay menos belleza en una exacta ecuación que en bios; por un ejernplo harto característico a" f" t p'"gi"fí" r,n" frase preciu. Pe¡o cada ciencia tiene su propio lenguaje del cstético. I,os hechos humanoe son esencialmente fenómenos he ahí, pueE de un¿ párre, un punto de inter. .saber, secoon en que la alianza de dos discipiinas se ¡eyela . rnuy delicados y muchos de ellos esctDan a la medida ¡na- indirpensable pala toda tentatiya de exptic"ciOn; a. otra tcmática, Pa¡a t¡aduci¡los bien y, por 1o tantor Para com- prenderlos bien ( ¿acaso es posible comP¡ende¡ perfectamen- parte, un punto de tránsito, en qr¡e una vez que se dado cuenta de un fenómeno y gue srílo sus efictos, por l¡a i" lo que no se sabe decirl) se necesita gran finura de to están en la balanza, es cedido en cierto módo lcnguaji, un colo¡ adecuado en el tooo ve¡bal. Allí _demásr ctettnlttvamente por una disciplina a ot¡e. donde es imposiblc calcula¡ se impore suge¡ir. Entre la ¿eué ha ocu- cxpresión de las ¡ealidades del mundo físico y la ex- ce-da vez,.que. haya pedir imperiosamente la Irrdo, -parecido prcsión de las realidades del espíritu humano, el contraste ¡ntervención de.la histo¡iai Es que ha aparecido lo hur¡lano. c!, en suma, el mismo que en$e 1¿ ta¡e¿ del obrero que _ -t,n etecto, hace mucho que nueslros grandes antepasa- tiabaja con une f¡es¿do¡a y la tarea del viole¡o: los doa t¡a- dos,_un MicheJet y un Fusül d" C."b;g;;;-;;ií; enseñ¡do e reco¡toc€rlo: el objeto de l, t tórí" bajan al milímetro, pero €l primero usa inst¡umento¡ ¡¡ecánicos de precisión y el viole¡o se guía, sobre todo' ", "r"i"ilt-
  • 12. 26 LA H¡sToRr4 r¡s HoMB¡tEs y BL TtEMpo LA ¡I!8TOR¡A, LOS I{OMBRE6 T EL TIEMPO 27 por.la sensibilidad del oído y de lo¡ dedoa. No ¡e¡í¡ con- curva de loe destinos simultáneoc del hombre que fue ru veniente qf¡e uno F ot¡o t¡¿ta¡an de imitarse req:ectiva- héroe y de l¿ civilización que tuvo Por climá. medte. ¡Hab¡á quien niegue gue ha¡ un t¿cto de lás Ahora bien, este tiempo verdadero eq Por su ProPia palabras como hay uu tacto de la mano? n¿tu¡alez¿, ull continuo. Es también cambio perpetuo. De l¡ ¿ntíte¡is de esto6 dos atributos provienen loe grandes problemas de la investigación hittóiica. Éste, ¿ltes que IlI. E¡, r¡sMpo ¡¡¡sró¡rco ótro alguno, pues, pone e¡r tela de juicio hasta l¿ ¡azón ile no"rtr* tt"b"jo,. Consideremos dos períodos succsivot de- "Ciencia de los hombres", hemos dicho. L¿ f¡ase es de- marcados en el suceder ininte¡rumpido de los tiemPoÉ. ¿En masiado vaga todaúía, Hay que ag¡ega!: ,'de los homb¡es qué medida el lazo que establece entre ellos el flujo de en el tiempott. El histo¡i¡do¡ piensa no sólo lo ,.hu¡n¿no". li du¡ación er mayo¡ o ¡nenor que las diferencia¡ n¡cidas L¿ atmósfe¡a en que 6u pensamiento respira naturalmente de la propia duración I ¡Habrá que conside¡at el conoci' es la categoría de la du¡ación. miento dél período más antiguo como necesá¡io o suPer- Es difícil, sin duda, imaginar que una ciencia, sea Ia fluo para el ionocimiento del más ¡ecientel que fuere, pueda hacer abst¡acción del tiempo. Sin em- bargo, para muchas ciencias que, por conveniión, dividen IV. E¡- íoo¡,o DE tos oRícENEs el tiempo en f¡agmentos ¿¡tificialmente homogéneos, éste apenas ¡eplesenta algo rnás que una medida. Po¡ el con- Nunc¿ es m¿lo comenz¿! con vt mza c*lpa. Neturalmente trario el de la historia, realidad concreta y viva cara ¿ los hofob¡e¡ que hrcen del pasado el principal tema -tiempo eb¡ndonada a su impulso irrevertible, es el plasma misrno de investigación, h lrplicación de lo más próximo por lo elt qu9 se bañan los fenómenos y algo así óoo el lugar más lei¡ná ha dominado a menudo nuestros $tudios hast¿ de su inteligibi.lidad, El núme¡o de segundoe, de años o de l¡ hiono¿is. En su forma más ca¡acterística' este ídolo siglos que erige url cuerpo radiactivo para converti¡se en rle la't¡ibu de los historiado¡es tiene un nomb¡e: l¿ ob¡e- ot¡os cue¡pos, es un dato fundamental de la atomístic¡, ¡iótr de loe orígener. En el desa¡¡ollo del pensamieato hio- Pe¡o que esta o aquella de sus metamorfosis ha¡a ocurrido tórico esa obsesión h¿ tenido t¡mbién 5u momento de f'vo¡ hace mil añoq ayer u hoy, o que deba producirse mañana, Darticulár. es una co¡side¡ación que intereea sin duda al geólogo, ' C""o qo. fr¡e Renan quien escribió un día (cito sólo porque la geología es e su mene¡a una disciplina histórica, mas deja al fisico perfectamente impávido, Xn cambio, a d. memoriaf lne temo que con inerectitud): "En todas las coe¿s humanas los orígenes me¡€cen 6e¡ estudiados antes ningún historiador le bastará comprobar que César necesltó oue nada." Y anres que él había dicho Sainte-Beuve: "Es- ocho años para conquistar la Galia; que Lutero necesi- iío y noto con curiosid"d lo que comienza." Es un¿ idea tó quince añoe para que del novicio o¡todoxo de X¡fu¡t moy'propi^ de su tiempo, tan propia como la palabra orí- salie¡a el ¡eformador de Wittemberg. Le irte¡es¿ mucho s"n"r. Á lot Orígcttes dcl Cri¡¡ünümo respondieron poco rnás señala¡ el lugar exacto qúe ocupa la conquista de la áás t"rd. los Origzws do h Fl¿ncid Cont¿r?t?orá,1¿¿. sin Galia en la cronología de las vicisitudes de las sociedades contar los ePígon@. Pe¡o el término es inquietante, porque eoropeas; f sin nega¡ en modo alguno 1o que ha¡a podido es equívoco. contene! de ete¡no una c¡i¡i¡ del ¿lma como la del he¡m¿no ]Significa simplemente "Jor principiod'? Eso se¡ía Martín, no c¡ee¡á habe¡ ¡endido cuenta exacta de ell¿ más más o menos claro, Habrá, sin embargo, que hace¡ una que después de fijado con precisión su r¡onento en la ¡ese¡va: 1¿ noción ¡nisura de este Punto inicial aplicado a
  • 13. 28 !a HrsroRta, LoB ¡roMBREs r EL TrEMpo LA II¡STORTA, !06 HOMBRIo Y EL T¡EMPO 29 la .mayotía de las ¡ealid¿des hietóricas sigue siendo sin_ Ahora bien, por un contagio sin duda inevitable, estas gule¡mente huidiza. Cuestión de definició¡ sin dud¡. De freocupaciones, que en ur dete¡minado análisis religioso una definición que con demasiada facilidad se olvida por l)odía[ tene¡ su razón de se¡, se ertendieron a campoe de desgracia, ln investigación en que su legitirnidad e¡a mucho más dis- Cuando se habla de los orígenes ;debemos entender, cutible. Ahí también fue puesta al setvicio de los yalores por el conlrario, las causas? En ese caso no habrá más r¡na histo¡ia centrada en los nacimientos. iQué se pro- dificult-ades de las que constanteme[te (y más to<lavía, ponía Taine ¿l escruta¡ loe orígenes de la F¡ancia de su sin duda, en las ciencias del hombre) ,orr, por ,r"turrl.za, ticmpo, sino denunciar el eüor de una política surgida, inhe¡entes a las investigaciones causaies. ¡cgún pensaba, de una f¿lsa filooofí¿ del hombrel & t¡a- Pe¡o con f¡ecuencia se establ€ce ent¡e los dos sentidos tara de les invasiones germánicas o de la conquista de In- una contaminación tanto más temible cuanto que, €n gene_ glate¡ra po¡ los normandoe, el pasado no fue empleado tan ral, no se percibe muy claramenre. En el vocebulariá co- nctivamerite para explicar el p¡esente más que con el desig- r¡iente los orígencs son un comienzo que explica. peor nio de justificarlo mejor o de condena¡lo, De tal mane¡a a!n: que basta para explicar. Ahí ¡adiia la a-bigii.d"d, que en muchos casos el demonio de loe orígenes fue quizás ahí está el peligro. solamente un avata¡ de ese ot¡o enemigo setánico de la vcrdadere historia: la manía de enjuiciar. . Se¡ía una inte¡esantísima investigación le qüe t¡ata¡a de estudia¡ esra obsesión embriogénica tan noto¡ia en todas Volvamoe, sin embargo, a los estudios c¡istianoe. Una ias preocupaciones de los erégetas. "No comprendo vues_ aosa es, para la conciencia inquieta que se busca a sí rnismá, t¡a emoción '---{onfesaba Ba¡¡és a un sacerdoie que había una ¡egla pare fijar su actitud f¡ente a la religión católica, perdido la fe-, ¡Qué tienen que ver con mi sensibilid¡d trl / como se define cotidianamente en nuestrás igle¡iás, / las cltscusiones de un puñado de sabios sob¡e unas oala_ otra es, pa¡a el historiador, explicar, como un hecho de ob- bras hebreasl Basra Ia atmósfe¡¡ de las iglesias." y Mau_ ¡crvación, el catolicismo áctual. Aunqüe sea indispensable, rras, a su vez:-"¡Qué me importan Jos evángelios de cuatro po¡ supuesto) para una inteligencia juste de loo fenrírnenos ¡udíos oscurosi', (,.osclros,' quiere decir, mi imagino, ple_ rcligiosos actuales, el conocimie¡to de sus comienzos, éste bcyos; porque parece difícil no reconocer a Mat.o, Marcos, no basta a eLplica os. Con objeto de simplificar el proble- Lucas y Juan cie¡ta noto¡iedad literaria). nstos bromistas ma, ¡enu[ciemos incluso a pr€guntaroo6 hasta qué punto) válo quieren presumir, y segu¡amer¡te ní pascal ni Bossuet bajo un nombre que no ha c¿ñbi¡do, h¡ permanccido la hubie¡an hablado así. Es indudable que se puede concebir fc ¡ealmente inmutable en su sust¿ncie. Por intacta que se una experiencia religiosa que no deba nada a la historia. Al tuponge a una tradición, habrá siempre que da¡ las ¡¿zo- deísta puro le basta una iluminación interior para creer ncs de su ma¡rtenimie[to, Razones humanaq se entiende; en Dios. No pe¡a c¡eer en el Dios de los c¡istia¡os. po¡- Ia hipótesis de una acción providencial escaparía a la cien- que el _cristianismo, como he ¡eco¡dado /a, es esencialmente cie. En un¿ palabra, la cuestión no ee saber si Jesús fue una religión histó¡ica: e¡tiéndase bien,'una religión cuyos crucificado ¡ luego resucitó, Lo que ee trata de compren- dogmas primordiales descansan sob¡e acontecimi;tos. Vol_ dcr es por qué tantos homb¡es c¡een en la Crucifixiól y ved a lee¡ nlestro Cre¿o: ..Creo en cn la Resur¡ección. Ahora bien, le fidelidad a una c¡een- Jesucristo,. . que fue c_rucificado bajo Poncio Pilaros. . , y il tercer día iesucitó cia no es, evidentemente, más que uno de 106 aslrectos de la de ent¡e los mue¡tos.', Ahí los comienzos de la fe son tam_ vida general del grupo en que ese ca¡áct€r s€ manifiest¡. bién sus fundamenros. Sc sitúa como un nudo en el que 6e mezclao una multitud
  • 14. fffttt, 30 ¡,lr ¡¡¡EToRIA, LO8 ¡¡OMB¡E8 y EL T¡E!!pO LA HTSTOa¡A, LOs ¡¡OMBRBS y 8L atEttpo 3t de rasgos convergentes, !e¿ de estroctuta socirl, rea dcntes, Aquí ¡ allá había efectivamente cie¡tos ulos mentalidad colectiva. En una palabra, ptantea todo -¡e- l¡ciones de clientela, compañeriomo gue¡rero, poresióa del pioblema de clima hum¡¡o. El ¡oble nace de l¿ bel fcudo como ralario por los ¡e¡vicio¡- que las generaciones Pero efo llega e se¡ ¡oble y eigue siendo ¡oble si e¡cue poote¡iores, contemporáneae, en Europa, de las llamadas condiciones ambientales, la¡ cuales no pe¡tenecen ¿l épocas feudales, hab¡ían de co¡tinua¡. No, por Io ilemás po de la embriología. ¡in modific¿rl¿s mucho, En uno / ot¡o lado se eopleaban palabras ( óaret&:iwa) entre loo latinos, "feu- Hemos cit¿do la histo¡ia religiosa sólo a me¡e¡a de -"beneficio" do" ent¡e los ge¡manos-, que iban a seguir siendo em- ejemplo. Pero a todo estudio de la actividad hum¿¡a pleadas por esas genercioaes dándoles poco a poco, sin ¿men¡z¿ el misoo e¡¡o¡: confundi¡ una filiación con una advertirlo, un contenido casi enteramente nuevo, Porque, explicación. para desesperación dc los histo¡iado¡e¡, los ho¡b¡e¡ no Se trata, en suma, de la ilusión de los viejoo etimólogoe, tienen el hábito de cambia¡ de vocabula¡io cada vez que que pensaban haber agotado el tema cuando, f¡ente al sen. cambian de costumbres. Todas éstas son pruebao üetas de tido actual, ponían el sentido máe antiguo conocido: cuando interés. ¿Cabri pe¡sá! que agotan el probleoa de las habían probado, supongo, qüe la palabra ,,bureau" desig. causas? El feudalismo eu¡opeo, eri sus instituciones ca¡ac- naba primitivamente una tela, o que Ia palabra ,,timbrel' terísticas, no fue un tejido de supervivenciat a¡caicas. Du- desiglaba un tambo¡. Como si el'verdade¡o problema no rante una fase dete¡minada de nuest¡o paudo nació de consistie¡a en sabe¡ cómo y por qué se produjá el desliza- todo un ambiente ¡ocial. miento. Como si, sobre tódo, cuilquier'palabia ro tuyie¡e Seignobos ha esc¡ito en algur¡ pa¡te: .,Creo que las su funcjón fijada, en la lengua, por el estado contempo- del siglo xvrrr provienen de las idear ideas ¡evoluciona¡ias ¡áneo del vocabul¿¡io: la cual se halla deternin¿d¿ ¿-ru ingleus del siglo xvrr." ¿Trataba con ello de decir que vez por las co¡diciones soci¿le¡ del momento. r.Bureaoxtt, habiendo leído los esc¡itos ingleses del siglo anterioi o en "bure¡ux" de minietedo, quiere decir una bu¡oc¡acie. que habiendo suf¡ido indi¡ectamente su influencia, loo Cuando yo pido 'timbreo" en una oficina de correog el publicistas franceses de la época de las luces adoptarot empleo que hago del térnino ha erigido, para establecerse, )os principios políticos de aquálosl Podrá dá¡sele la re- junto con la organización lentamente el¿bo¡ada de un se¡- zón, suponiendo al menol que ¡tuest¡os filósofos no pusie- vicio postal, l¿ tr¿nsfo¡mación técnica decigiv¿ para la apa- ran ve¡dade¡amente nada suyo original en l¡s fórmula¡ e¡- rición de los inte¡cambio¡ del pensamiento humano, que tranjeras, como sustancia intelectu¿I, o como tonalidad de sustitr¡Fó, en una época determinada, Ia impresión de un sentimiento. Pe¡o incluso ¡educida de ese modo, oo oin sello por la aplicación de una viñeta engomada, Ello sólo cierta arbitrariedad, al hecho de haberlas tomado prestadae, ha sido posible porque, especializadas por oficios, las dife- la histo¡ia de este movimiento de las ideas estará muy le- rentes acepciones del antiguo norub¡e se han separado ya de jos de haber quedado completamente €scle¡ecida. Porque tel modo una de otra, que no ha¡ peligro de que se con- siempre subsistirá el problema de saber por qué ocurrió la fund¿ el timb¡e que voF . pegar en ni sobre y, por t¡ansmisión e¡ la feche indicada, ni más p¡o[to ni Drág ejemplo, aquel cuy¿ pureza e¡ sus inst¡umentog me elo- ta¡de. Todo contagio supone dos cosasl generaciones mi- giará el vendedor de música. crobianas, y, en el i¡¡tante en que prende el mal, un Se habla de los "orígenes del régimen feudal". ¿Dón- de buscarlosl Uno¡ han dicho que "en Roma", otros que En una palabra, un fenómeno histórico nunca puede t'en Ge¡mania". Las ¡azones de estos eepejismos son cvi- ser explicado en su totalidad fuera del estudio de ¡u mo-
  • 15. 32 ¡"a HtgToRra, Lo! ¡¡oMBRES y EI. TTEMPO LA g¡STORIAT LOt HOMBRES y EL TtEMpO 33 mento. Esto es cie¡to de todas la, etapas de la evolució¡. De la etapa en que vivimos como de iodas las de¡nás. y¡ tl de ello, e¡ est¿ atmósfe¡a mode¡nista, ¿cóIoo no ván á tene¡ los histo¡i¿dores la sensación de que, asimisrno en su Io dijo el proverbio árabe antes que nosot¡os:,.Los hom_ b¡es-se parecen más a su tlempo que a sus padres., El dominio, no se desplaza con movimiento menos cons- tante la froÍ¡tera que separa lo reciente de lo antiguol El e¡tudio del pasado se ha desaárediiado en o'casion"s po, rógimen de la moneda estable y dcl peüón o¡o, que eyet h¿be¡ olvid¿do esta muest¡a de la sabidu¡ía o¡i€ntáI. figruaba en todos los manuales de economía polítiia como l¡ no¡ma mism¡ de la actualidad, ¿es para el eco¡omista ac- V. los ¡-íu¡r¡s DE Lo AcrvaL y DE Lo rNAcrrrAL tual todeví¡ preset¡te o histo¡ia conside¡ablem€nte enmohe- cidal T¡ai estos paralogismos es fácil descubrir, por 1o ¿He/ que creer, sin embargo, que por no explicar todo t¡nto, un hez de ideas menos inconsiste¡rtés y cuya sinr- el p¡es€nre, es el pasado totalmente inútil para'explicarlol plicidad, al meno6 apa¡ente, ha seducido a ciertos espí¡itus. Lo cu¡ioso es que hoy pueda plantearse esti cuestió'n. En efecto, h¡sta hace muy poco tiempo, esa cuestión Créese que es posible poner apa¡te en el largo decurso parecía a casi ¡odo el mundo resuelta del tiempo una f¿se de corta extensión. Relativamente ttQuien quiera ¡mr adelanrado. ¿tenerse al presente, e lo actual, no com_ poco distante de nomt¡os en su punto de partida, esa lase prenderá lo aclual',, esc¡¡bía Michelet en el siglo pasado, a conprende en su última etapa los días erl qr¡e vivimos. E¡ la cabez¿ de su hc¡moso lihro El puabb, IJno'sin em- ella, ni los ca¡acte¡es ¡nás sob¡esalientes del estado social o bargo de Jas pasiones del momento, y ya Leibniz incluía político, ni el he¡¡á¡nental matelial, ni la tonalidad general e¡it¡e.los beneficios que espe¡eba de h Áisto¡ie ,,los oríge-. Je la civilización presentan, al parccer, profundao dife- nes de las cosas p¡esentes descubiertos en las cosas pasadis; rencias con €l nrundo en que tenemos nueslras co6tumi)res. porque una ¡ealidad no se comprend; nunca -agregaba- Parece estar afectada, en una palabra, en ¡elación con mejor que por sus causas".€ nol9t.9l p9 un co€ficiente muy fue¡te de..contempora- Pe¡o desde la época de Leibniz, desde la época de neidad", De ahí el honor, o la ta¡¿, de que esa fai no -_. Michelet, ha ocurrido un hecho ext¡aordina¡io: las revo- s.¿ confundida con el paudo. "A partir de r83o luciones sucesivas de las téc¡icas han aumentado conside- /a ro hay historia", nos decía un profesor del liceo que era .muy rablemente el intervalo psicológico entre las generaciones, viejo cuando )¡o ere mur¡ joven: ,,hay política". Hoy ya No sin cierta razón, quizá, el hombre de la"edad de la no se diría: "desde r83o" --las T¡es Gloriosas, a su vez, electricidad o dei avión se siente muy lejos de sue ante- han envejecido-, ni eso "es política". Más bien, coa paoados, De buena gana e imprudentem€nte concluve ouc un tono ¡espetuoso: t'sociologíatt; o, con rnedos considerá- ha dejado de estar dete¡minado por ellos. Agrégueí a'lo ción: "periodismo". Muchos, sin embargo, repetirían gus- ánterio¡ la indicación mode¡nista innate e toda mentalidad de ingeniero, Pa¡a echa¡ a a¡dai o para reparar una dina- rosos: desde tgr+ ó tg4o ya to hay histori¡. Y ello sin rntende¡se bien sobre los motiyos de este o€trecisnro. mo ¿es necesario conoce¡ las ideas del viijo Volta sob¡e Considerando algunos historiadores que los hechos rrás el galvanismol Por una analogía .ie.trm.nt. falsa. pe¡o cercanos a nosotros son por ello misno ¡ebeldes ¿ todo que se.impone espontáneañente ¡ más de una inteligácia gomctide.a Ia máquina, se penurá igualmenta estudio sereno, s,ólo desean evita¡ a la cast¿ Clío co¡tactos go. prrr"ao-- demesiado ardientes. Creo que así pensrba mi viejo maes- prender los g¡andes proble¡nas humanos de l, iorr' present. y tratar de resolvellos, de nada sirve haber analiiado tro. Pero eso eguivale a pens¿r que áp€ne! tenemos un antecedentes, Cogidos ellos también, sin d¿rse cue[ta €x¡c_ sus débil dominio sobre nuesrros nervios. Es también olvidar que desde el momento en que entran en juego lae reso-
  • 16. LA lt¡tTOR¡A, t EL T¡EMPO L I STORTA, r¡6 ¡TOMBRE8 Y EL T¡EMPO 35 3+ LOS ¡¡OMARES nanciar se¡time¡tales, el límite ent¡e lo ¡ctual y lo i!- dicional de actuar hubieran podido cscapar a l¡s ¡evolucio- nc¡ del labo¡ato¡io o de la fáb¡ic¿. Eso es olvida¡ l¡ fue¡ze actual está muy lejos de poder regularse trec*¿¡ia¡Dente por la medida matemática de un inte¡valo de tiempo. dc inercia propia de tantas c¡eaciones smiales. Estab¿ tan equivocado el valiente di¡ecto¡ del liceo lan- guedociano que cuando yo hacía mis primeras armas de El hombre se pasa la vida coístruyendo mecanismos de profesor, me adve¡tía con g¡uesa voz de capitán de ense- lor que se constitu¡e en prisionero Eás o menos volunta¡ioi ianza: "Aquí el siglo xtx no es mu)¡ ¡religroso. Pero cuando ¿A qué observador que haya recorrido nuestias tie¡¡as del toque usted las guerras religiosas, sea muy prudeote'" En Norte no le, ha sorprendido le extraña configuración de lo¡ verdad, quien, una rez en su mesa de trabajo, no tiene la clmposl A pesar de las atenuaciones que las vicisitudes de fue¡za necesa¡i¿ pa¡a sust¡¿er su ce¡eb¡o a los viru¡ del ln propiedad han aportado, en el t¡anscu¡so del tiempo, al momento se!á tluy cepaz de dejar que se filt¡en sus toxi_ crqucma primitivo, el espectácolo de esas sendas desme¡u- nas hasta eú un comenta¡io de la Iü¿d¿ o del Ramaycaa, r¡d¡mente est¡echas y alargadas que dividen cl te¡¡eno era_ Hay, por el contrario' ot¡os sabios que Piensan' con blc en un núme¡o prodigioso de parcelas, conserv¿ toda- ¡azóri, que el P¡e¡ente humano es Pe¡fectameute SusceP_ vf¡ muchos elementog con que confundir al agrónomo. El tible de conocimiento científico. Pe¡o ¡eserv¿n su estu- tlcrroche de esfuerzos que implica semejante disposición, dio a disciplinas h¿¡to disti¡tas de la que tiene por objeto l¡¡ molestias que impone a quienes las t¡abajar¡ son inne- el parado, Analizan, por ejemplo, y pretenden compren- Snbles. ¡Cómo explicarlo? Algunos publicistas demasiado der la eco¡omía contempo¡ánea con a¡'uda de obse¡v¿ciones impacientes han respondido: por el Código Civil y sus lirnitadas, en el tiempo, a unas cuaütas décadas. En una pa- Incvitebles consecuencias. Modificad, pues -añadían-, nuestras leyes sob¡e la he¡encia y suprimiréis comPletametr_ labra, consideran la época en que viven como separada de las que la precedieron por contrastes demasiado vivoe para tc cl mal. Pe¡o si hubie¡an ubido mejor la historia, si hu- no llevar en sí misma su propia explicación. Esa es también bieran interrogado mejor también a u¡a mentalidad cam- pcsina formada por siglos de empirismo, habría¡ conside¡¿do l¿ actitud iÍsti[tiva de ouchos simples curiosos. I¿ histo¡ia urcnos fícil el ¡emedio. En realidad, es¿ división de la tie- de los períodos un poco lejanos no les seduce más que como un lujo i¡ofensivo del esPí¡itu. A6í' enco¡tremos r¡¡ tie¡e o¡ígenes t¿n a¡tiSuos que h¿ste ehorá ningún sabio po¡ una P¿¡te un puñado de anticua¡ios ocuPAdos Po¡ una hn podido erplicarla satisf¿ctori¿mente ; y es Porque Pro- b¡blemente los ¡otu¡ado¡es de la época de los dólmenes dilección macab¡a en desfajar a los dioses mue¡tos; f Po! otra a los sociólogos, a los economistas' a los publicistas: los licnen más que ver en este asunto que los legisladores del únicos exploradores de lo viviente... I'rimer Imperio. Al prolongarse por aquí el e¡¡o¡ lob¡e l0 causa, como ocur¡e c¡si necesariamente, ¡ falta de te¡a- péuticr, la ignorancia del pasado uo se limita a impedir el VI. Coupr¡¡¡o¡n EL pREsENTE poR EL PAsaDo conocimie¡to del p¡es€nte, sino que comPromete, en el pre- rcnte, la mism¿ acción. Visto de cerca, el privilegio de autointeligibilidad reco. el presente se ápoya en una se¡ie de extraño! Pero hay más. Para que gna sociedad, cualquiera que nocido así postulados. rca, pueda se¡ dete¡minada ente¡emente por el momento Supone en primer lugar que las coodiciones humanas inmedi¡t¿mente ante¡io¡ al que vive, no le bastaría una han suf¡ido en el inte¡valo de un¿ o dos genereciones u¡r citructura tán perfectamente adaptable al cambio que en vcrdad ca¡ecería de @ament¿; se¡í¡ necesa¡io que los cam- c¡mbio no srílo muy rápido, sino también totel, como si ninguna institución un poco altigua, ninguna ma¡€¡a t!a- bior entre las genetaciones ocu¡riesen eólo, si se me peuite
  • 17. 36 LA rr¡sToRtA, Lo6 I¡oMBRE! ¡ EL T¡EMrrcl hablar así, a mane¡¿ de fila india: los hijoe y tacto con su6 antepasados qoe por mediaciSn (¡e sin otro LA IIÍSIIR¡A,LOS ltOM3REs !r, TrEMpo 37 .le! yv¡ rucu¡¿r¡ur¡ de sus p: 6us De Pe¡o e6o no ocurre ni siquiela con la¡ comunic.lci ¡'rucba, por eJ contrario, que en este i¡rmenso conti uo los puramente orales. Si volvemos la vist¿ ¡r.rrrdcs estrenrccinrientos son perfecranlente capaces de p¡o- ¡ nuest¡as ai -oo, ¡'rg.rr.e desde_las molécul¡s más lejanas a las más próxiiras. descubrimos que los niñoe son educados ,oba. abuelos, ¡orque las condiciones ¿a todo t"ir. ¡Qnó sc diría de un geofísico que, conrenrjn¡ose con trr¡rl. frr.l, rtñ¡lar los ¡niriánlctros, considerara Ia acción de l¡ luna padre y ia madre estén alejadoe casi ,J. Así,vemo-s_cómo se d, un pa- at¡ás en cada li j?, á.1 i. lrhrc nuesrro globo más grende quc la del soll En la du_ nueva r.¡rión como en el cielo, la eficacia de una fuerza no se mac¡o¡_ del espíritu, y cómo se unen los ce¡eb¡os Iri,lc exclusivamenr€ por Ia distancia. maleables a loo más c¡istalizados, por encima de la ¡Habr.í que tenei en fin, por inútil el conocimiento, ¡acron que aporta Ios cambios. De ahí proviene ante ¡.rlre lrs cos¡s p¡sadas, dc aquellas -----rreencias desapareci_ no.lo dudemos, el t¡adicio¡alismo inhe¡ente a tantas dadcs ,l,ru sin dejar el menor ¡astro, lo¡m.rs sociales abortadis, réc_ caso es particularmente llarq .campesinas. .El rlici3 muertas- quc han dejado, al pare(er, de domina¡ ej :3- jti"o.. Como.el .antagonismo n"to,A J. úr-g-ü; cclect se ejerce principalmente €nt¡e g¡upos timitiofi, l,r(scnteJ Eslo equivaldrír a olvidar quc no hay verdadero de una Juventud debe a las lecciones di los anciano" .onocimicnto si no se tiene una escala de com'pa¡ación. A lo meno6 tanto como á las de loe homb¡es maduros, ¡'o¡dición, está, de que se hega una aproximación el_ -cla¡o t¡t. realidades ¿ la vez divcrs¡s y, por tánto. cmparentadas. Y n.rdie podría ncgár que es ési" ca.o d. quJ hrbJrmor. . Los esc¡itos f¡cilitan con más razón esras rrrn¡ cle pcnsámrento cntre generaciones muy alejadas, C¡c¡trmente, hoy no creemos "l quc, como escribía Ma_ t:n:¡. g!" co¡srituyen -propiamente la continuidai dc ,¡uirvclo y como pcnsaban Hume o Bonaid, en el tiempo crvrtlzacrón. Lutero, Calvino, Loyola: hombrcs hl.¡,r, "por lo menos, algo inmutable: et homb¡e,,, H!- de tiempo, sin duda, hombres del siglo xvr, a quicnes ntos:rprendido quc también el hombre ha cambiado mu_ el cho: en su espíritu ¡,, sin duda, hasra en jos más deli- de comprendertos y de }acer que sc comprenda Tr", ::.j1o:19".,deberá, ante todq volve r i a,l(lr)s mecantsmos de su cucrpo. ¡Cómo hrbía dc ser de .; .;';d otr,' modol Su atmrSsfcra mental sc ha r.ansfornrado pro_ b¿n"dos For Ia atm&fera ment¿l de su"i,";; tiempo, de cera lundamentc, ¡¡_no menos su higiene, su alimentación. p'ero, problemas de conciencia que no son exectamente jos r¡u ,r pcs.rr de iodo, es meneste¡ que existx en la naturaleza tros-. ¿5e oserá decir, no obstante, que para la comprensi hrrrn.rna y en las sociedades human¡s un londo permanente, justa del mundo ,.tu.l no i.porir- Ketorme protestante o la Refo¡ma católica, il; ;;ü#"; ¡in cl cual, ni au-n las p_alabras ..hombre,' y .,sociedad,, quel seprradas rrí.rn deci¡ neda. ¿Crceren¡os, pues, ;omprender i los p..,"r espacio varias u"*, :::,j: p¡encrer ".nr.n"rio,'qo. muchos otros movimientos de ideas o de .orn- h',rnbres si s(to los estudiamos .n sus ¡eacciones f¡ente a Lnsibiji- I'rs circunstan_cias particulares de un momcntol La experien_ dad gue cierramente ,. trll* *¿. ;;r;ru;;,,l','H':; ri,r será insuficientc incluso para comprender lo que'son en r¡empo pero que son más efíme¡osl A rt rroDento. Muchas virtualidades que provisibnalmente , .A fin dc cn."t," -l -..^- es muy claro y pe¡e de cuentas el error ^^ *.--- , con. formularlo, Hay qurencs ¡)n p€o aparentes, pe¡o que e cada instantc p[eden desper_ ll"t-.]?,b":,. ;;];;,l""iui se repres txr muchos moto¡es más o menos inconscie;tes de las ácti- r" iií.i,,''ilfi "".'i.;i;_ breves y profundas rL¡Jcc individuales o colectives, permanecerán en Ia sombra. -s""od id", .rd" un^ d" Ir,"'"."Tt;"i,"J .u;i;r;;';u;; Urrr experiencia única es siempre impotente para discri_ srno el te¡m¡uo de un¡s cuantas vidas. La ob..¡v"cijD Dlrn.rr sus prop¡o( leclorÉs , por Io trnto, pere suministrar ru ProPta tnterPretactón.
  • 18. 38 LA ¡rtsroRra, Los HoMBRE6 r E!.TrE¡4¡ro LA r{tsTO¡¡A, LO3 HOMBRES Y EL T¡EMPO 39 bí¡ yo realmente todo lo que e¡cie¡re esa bella pahbral VII. Covp¡.¡¡o¡¡. EL lasaDo porr EL pR¿sENTE Iln ver.dad, co¡lscienteoente o nor siempre tomamos de nuestras e*pe¡iencia6 cotidianas, matizadas, donde es pre- Asimismo, esta solida¡idad de las edades tiene tel ciso, colr nüevos ti¡ite6, los elementos que nos sirven pare que los lazos de inteligibilidad ent¡e ellas tie¡reo rcconstrui¡ el pasrdo. ¡Qué eentido tend¡ían.P¡¡a no6- ramente doble sentido, La incomprensión del presente otro6 lo8 nomb¡es que üsamos Pa¡a ca¡act€¡ize¡ los eotado¡ fatalmente de la ignorancia del paudo. Pero io es, q, de alma desaparecidos, las formas eociales dewalecidas, si menos vano esforzarse por comprender el pasado si-no no hubié¡amós vitto antes vivi¡ a lo¡ ho¡nb¡esl E¡ cien sabe nada del presente. En oü luga! he'reco¡d¡do e ot¡o he reco¡d¡do e¡ vcces preferible sustitutir esa impregnación instintiva por anécdota: en cierta ocasión ¿compañaba yo en Estomlmo una observación voluntaria y cont¡oled¡. IJn gran ma- Henri Pi¡en¡re. Apenas habíamos llegado cuando me pr tcmático no s€¡á menos grande, ¿ mi ve¡, Pot habe¡ at¡a- guntó: "¿Qué vemos e ver primerol Parece que hay vcsado el mündo en que vive con los ojos ce¡¡ados. Pero ayurtamiento completamente nuevo. Coa"rr""al po"' cl ertrdito que tlo gusta de mir¿r e¡r tomo suyo, ni loe Io." Y después añadió, como si quisiera evitar mi ásool -me homb¡es, ni las cosas, ni los acor¡tecimientos' merece quizá, "Si ¡o fuera un ariticua¡io sólo gustaría rre¡ las cosi como decíe Pirenne, el nombre de un anticu¿¡io útil' viejas. Pero soy un historiador / po¡ eso amo la vida. Ob¡ará sabiamente ¡enunci¿¡do al de histo¡iado¡. nsta facultad dc captar lo vivo es, en efecto, la cu¡j domina¡te del histo¡iado¡. No nos dejemos engañar Más aún, la educación de l¿ sensibilidad histó¡ic¿ no cie¡ta f¡ialdad de estilo; Ios más grandes- entre noóros cs'siempre el facto¡ decisivo. Ocurre que en ün¿ línea poseído esa cualidad: Fustel o Maidand a su mane¡e, determinada, el conocimiento del P¡esente es di¡ect¿mente e¡a tnás aultera, no ñeno6 que Michelet. Quizá esta f ¡nás importante todavía para la comprensión del pasado. tedsea_en su principio un don de las hadas, que nadie Sería un grave error pensar que los historiadores de- ben adoptar en sus investigaciones un o¡den que esté ¡ tendería adquirir si no lo encontró en la cuna. pe¡o Po¡ eso es menos necesario ejercitarlo y desarrollarlo modelado por el de los aco¡tecimi€ntos. Aunqüe ac¿bel tanteme[te. ¿Cómo hacerlo sino del mismo modo de restituye[do a la histo¡ia su ve¡dade¡o movimiento' mu- el propio Pirenne nos daba ejemplo e¡ su contacto p( chas veces pueden obtene¡ ull gran provecho si comienzan tuo con l¿ actualidadl a leerla, como decía Maitland, "al ¡evés". Porque el ca- . Porque el _temblo¡ de vida humana, que exigirá mi¡o ¡atural de toda investigación es el que va de lo du¡o esfue¡zo de irnaginación para ser restituido a lo"s vie mejor conocido o de 10 menos mal conocido, a lo más rextos, es aquí directamente pirceptible a nuestros oscu¡o. Sin duda alguna, la luz de los documentos no Yo había leído muchas veces y había contado a mt Yo habta leicto vece6 a siempre se hace plog¡esivemente ñás viva a medida que historias de guerra y de batallas. ;Pero conocía ¡ealn se de¡ciende por el hilo de las edades: Estamoe compara- en el sentido pleno de Ja palabra conocer, conocía por blemente mucho peor informados sobre el siglo x de ¡oes- tro lo que significa para un ejército quedar cercado tra €¡., po¡ ejemplo, que sobre la época de Césa¡ o para un pueblo Ia dcrrota, antes de cxpe;imentar yo n de Augtrsto. En la mayoría de los casos los períodos más mo esa náusea et¡ozl A¡tes de habir respirado próximos coinciden con la¡ zonas de ¡elativa cla¡idad. ¡o alegríade la victoria, du¡ante el verano y el otodo Agréguese que de proceder mecánic¡mente de at¡ás ade- _ I9I8 (F espe¡o henchi¡ de alegría por segunda vez lante, se co!¡e siempre el rieego de perder el tiempo bus- puimones, pero el perfume no será ¡ay! el mismo), cando los principios o las causas de fenómenos que la er-