Este documento presenta una introducción a un libro sobre la historia y su legitimidad. El autor discute brevemente la importancia de la historia en las tradiciones intelectuales occidentales, influenciadas por el cristianismo y el pensamiento clásico. También reconoce las limitaciones de su trabajo debido a la falta de acceso a bibliotecas durante su escritura. Finalmente, argumenta que aunque la historia puede servir como distracción, su papel principal ha sido actuar como estímulo intelectual para comprender nuestro pasado y presente
2. Itúrc cdi(i,in (n frdn(¿s. t949
l'riñ$¡cdición cn $f¡ñol. tqJ2
Primc.¡ rcimpresi(in. tgt7 A LUCIEN FEBVRE,
S(s!¡th rcimf¡erióñ.
T.((i (im¡.cs¡(in. t96t A MANERA DE DED¡CATORIÁ
(i¡rrtd r(nnfr(sión,
qri¡r reiffpresni¡. 1970
Scxtr.(imf'ftsiiín. 197,'i Si c¡t¿lüro ha lc lablicana ut /ía: i, la ¡it4l¿ aatíloto
V¡t¡n¡ (.nñpr$nin. 1975 at qt¿ pida ho1 a) cicrto ag*ilibrio dcl alrrrt -4n!r¿ lor
(Xixvi r(imr(si(in, t978 peora lolares y l* pca*r a¡i¿lal¿¡ qertotuht g colcc'
Nokn¡ r<¡ln|'rcs¡(i¡,
l)¿rir¡i rcim¡resiór,
t91t)
t98l tie¿r- ti¿rr¿ a rcr urt o¿r¿d¿¿to libro, oJtecüo pata ut
tjnd¿<i¡ni (.inr¡rcrfttn. t9ri2 bído, otro ntrrbr¿ ¿¿Jünto ¿¿l ¿¿ tttt¿¿t lndri¿o clt igo'
t)!o(lédñx rcimprusií'n. l%.i t¿ló ¿rrron¿et i¡t¡orito ¿tt l¿ culi¿rt¿. UJt¿¿ ln J¿ó¿' t¿
lldmo td.(r¡ fuiñ¡rsi¡;ñ, r9t¡7
n¿cer¿tab4 ¿tt aoirblat ¿o csc htgar: tinico rcc*etlo 2er
t¡(im.(ir¡r rci,rprcsi{in.
milido ¿ o¿a t¿rn+ra d¿mai¿lo poJunáa y dcmahlo ¡e
.l9ti8
t¡(nr{¡túinrN .cnnprcsnin. 1990
Decimoscda re¡nprcsión. t99l grada 1'ara ?o¿cr ¿trpr¿r4rla. ¿Y cóito m¿ reigtaría y
i tto i¿rt¿ ¿ *rr¿¿ o2wae¿r tanbiér ¡iao ¿l' azo d¿ al'
gt ral r¿f¿r¿nii¿.J? ianto¡ h¿mo¡ oombaülo hrgtnarta
por una h&toia tnh anplia g tah h*mana. Eob¡¿ h *
f¿¿ ¿art irt, 4hor¿ au¿rr¿o atcrióo, o cidrtert ,ttl¿hat arrt¿'
,tarl¿t, No ?o¡ tu¿¿rtla cuJpa. Soant lot ocncidos ¡rotti-
¡io¡al¿¡ l¿ ,tt initllto d¿¡tino. Ya oefidr'i cl ticmpot
aJto! ¡eguro, ¿n qttt nt ¿tlrd cohóoraión qa¿tó ooto¿t a Jat
o¿t¿d¿¿rurí¿nt¿ píhlica, aamo cn al 2asalo, r, ¿arn4 én ¿l
patalo, liba. Mi¿ntr4r tafiro ¿ontittttátá ?ot mi ?.tr¿ ¿rt
ettat ?ágina lhna¡ d¿ la ?r¿¡enci4 ¿¿ utad. Aqui cott-
seruató el ritma, gue fuc úetnpra cl ruro, ¿a t, ¿du¿t¿o
fandanaatzl, oiatiJkado, en Ia *pcrtioic, ?ot ¿l prwt¿ho'
rc j*go dc ,tu¿rtr4r dt¿cttor4t di¡euian¿¡. Eaff¿ la¡ il¿a¡
qu¿ tr¿ frooflgo totten¿¡, már /¿ *xa m¿ üega, ütt d*da
Tlnrlo original: algott¿,. ¿he¿rtrt¿nte ¿e arr¿¿. R¿r?ecto ¿¿ ,nt¿h¿J otAt
Apologi¿ povr l'Hbtoir. ou Métiat d'hislor¡en
Libnirie Arm¡nd Colin, Plrls
lo ,to ?o¿ríd decidir, en óaataa ootzc.izncü, si ¡oo d¿ x¡-
@ 1949. ted, mías o da atnbo¡. M¿ anorgollecz petrar gtc tuahat
oea¿J nt¿ aprobará ¡¿¡t¿á. En oc4¡ion¿r nt¿ c¡i¡i¿ató. Y
lo¿o allo rorá ¿nEé ,to¡otror t!r, eíttdio ,rr"ót.
D, R. @ 195¿ FoNmDB Cu'-rr¡ Eco{órÁc Foug¿r¿¡ (crcuac)'
D. R, @ 1987, Fo¡moe CErn^ Ecor¡omc+ S. A. m C. V. ¡o d. m¡yo d€ r94r.
Av. ¡te l¡ Universid¡d, 975; 03 100 México, D. F.
rsBN 968-1G0067-3
Inpreso en México
3. .
INTRODUCCIÓN
"Papá, explícame para qué sirve la historia,,, pedia hace
algunos años a su padre, gue era historiador, un muchachi-
to ¡lleg¡do mío, Quisiera poder decir que este libro es mi
¡€spuesta, Po¡que rro ¡lcelzo a imagina¡ ma¡or halago para
un esc¡itor que saber hablar por igual e los doctos y a los
escolares. Pero reconozco que t¡l sencillez rólo es privile-
gio de unor cuantoo elegiáos. Por lo menos con'serv"ré
aquí con mucho gusto, coúo epíg¡afe, est¡ p¡egunt¿ de
un niño cuya sed .de saber acáso no haya logrado apa-
ga¡ de momento. Algunos pensarán, sin duda, que es una
fórmula ingenua; a rní, por el cont¡a¡io, me parece del
todo pertinente.l El problerna que plantea, con la emba-
razooa dese¡rvoltula de eete €dad implacable, es n¿d¿ menos
qoe el de la legitimidad de l¿ histo¡ia.
Y¡ tenemos, pues, al historiador obligado a rendir
cuentas. P€¡o ¡ro s€ ;ventu¡ará a hace¡lo sin senti¡ un ligero
temblor interio¡: ¿qué arteeno, envejecido ea su oficio¡
no 6e ha p¡eguntado alguna vez, con un ligero esüer4eci.
miento, si ha empleado juiciosárnente su vidal Mag el
debate sobrepasa en mucho lo¡ pequeños escrúpulor de una
mo¡al co¡po¡ativa, e inte¡ese a toda nue6t¡¿ civilización oc-
cidental. Porque cont¡a lo que ocu!¡€ con ot¡os tipos de
cultu¡a, he esperado siempre demaeiado de su rlemo¡ia,
Todo lo conducía a ello: la he¡encia c¡i¡tiana como la he-
¡encia clásica, Los griegos y los latinoe prime-
¡o8 -nuestros
mae6t¡o!- errn pueblos historiógrafos. El c¡i¡tianisao
es una religión de histo¡iado¡es. Otros sistemas religiosos
han podido funda¡ sus creencias y sl¡s ¡itoó en una mitolo-
gía más o meno6 exte¡ior al tiempo humano. Po¡ lib¡os
6a8rados, tienen lds c¡istia¡os libros de historia, y sus litur-
gias coÍr¡emoran, con loo episodios de la vid¿ te$est¡e de
un Dios, los f¡stos de l¿ lglesia y de los santo¡. El c¡isti¿-
nismo es ádemás histó¡ico en ot¡o sentido, quizá más pro-
fundo: colosdo e¡t¡e la Caíd¿ y el Juicio Final, el destino
de la huma¡idad tepresente, a sus ojoq una lerga aventu-
ra, de l¿ cu¡l cada destino, cada "peregrinación" indivi-
9
4. IO ¡NTRODUCCIóN INTRODUCCTóN tt
dual, ofrece, a su vez, el reflejo; en la duracirín ¡ por lo Sil embargo, conviene saber qué quiere decir ega pa-
ta¡to, en l¿ historia, eje cent¡al de toda meditación c¡istia- labr¡ "se¡vi¡". Pe¡o antes de examina¡le quiero agregar
ria, se desa¡rolla el gran drama del Pecado ¡ de la Reden- urras p.labres de e¡cu¡a. Las circu¡stenci¡s de mi vida pre-
ción. Nuest¡o arte, nuest¡os monumentos literarios, están sente. la imposibilidad en que me encuentro de us¿¡ una
lle¡os de los ecos del pasado; nuest¡os homb¡es de acció¡i e¡an bibliote'ca, la pérdida áe mis propios libros, me obli-
tienen co¡stalttemente etl los labios sus lecciones, reales o ian a fiarme demasiedo de mis notas y de mis experienciae'
inaginarias, Convendría, sin duda' señalar más de un óon dem"ri¿d¿ frecuencia me están Prohibidas las lectu¡as
6atiz en la psicología de los grupos. Hace mucho tiempo comDlementelia6, las verificaciones a que me obligan las le-
que lo obsenó Coürnoti eteEr¿mente inclinados a ¡econs_ u", '-irn", del oficio del que me ProPongo describi¡ las
t¡ui¡ el mundo sob¡e las líneas de la razón, los franceses irácticas. ¿Podré, algún día, Ilenar estas lagunasl Temo
en conjulto yiven sus recuerdos colectivos con muche De- 'oo. oorr.. iel todo. A este ¡especto, no puedo menot de
¡o¡ inten¡idad que los alemanes, por ejemplo,2 Es tam- áli"it"r indolg.tt"i" del lector y, diría, "dedararme cut-
bién indudable que las civilizaciores pueden caobiar; no pabte", si ello no implicara echar sobre mí más de lo que
se concibe, como hecho en sí, que la nuestla no se aparte ie justo, las f¿lus del destino.
un día de l¡ histo¡ia. Los histo¡iado¡es debe¡án ¡efle-
r.ionar rob¡e ello. Porque es posible que si no nos Ponemos Es ve¡d¿il que, incluso si hubiera que considerar a l¿
en guardia, l¿ ll¡mada histo¡ia oal entendida acabe por his¡o¡ia inc¿paz' de otrot s€rvicios' por lo menoo podría
des¿c¡edit¡¡ a la histo¡i¿ mejor comprendida. Pe¡o si lle- deci¡se en ,o f""ot qo" distrae. O, Para ser má3 exacto
gá¡amo6 a eso elgune vez, sería a costi de ura profunda rup- qüe cada quien busca sus dist¡acciones donde
tuÍa con nuesüa8 má8 con¡tantes t¡adiciones i¡rtelectuale& -puesto oo" así se ló pa¡ece a gren número de personas'
ooi"r"-.
De momento en ert¿ cuestión no hemoc pasado todavía É"*ndÁ.'ot", hagt¿ düde pueden llegar mis recuerdos,
de la etapa del examen de concie¡cia. Cada vez que nues- ¡iemo¡e me ha dive¡tido mucho. En ello no c¡eo dife¡en-
tr¿s estrictar sociedádes' que se hallan en perpetua crisis ci¿¡áe de los demás historiado¡es que' 8i no ee por ésta,
de c¡ecimie¡to, se ponen ¡ dud¿¡ de ¡í mismag se lao ve
¿por qué razSn se han dedicado a ú historial
?ara quien
preguntane si han tenido ¡azón al inte¡rog¿¡ a su paudo *" oo tonto ¿le malc¿ mayor' todas las ciencias ¡on
o si lo han inte¡rogado bien. Leed lo que se escribía aotes "i
inte¡es¿ntes. Pe¡o cad¡ s¿bio ólo enco.nt¡a uIra cuyo cul_
de la guerra, lo que todavía puede escribirse ho/: ent¡e les tivo le ¿ivie¡te. Descub¡i¡la Pa¡¿ consagr¿lse a ella es pro-
inquietudes difusas del tieúpo p¡esente oiréis' casi infali- oiemente lo oue !e llama Yocación.
blemente, l¡ voz de este inquietud nezdada con las otr¡s. ' Po, -i-o, por lo demás' este indiscutible at¡¿ctivo
En pleno drama me ha sido dado recoger el eco esPontáÍeo "í
de l¿ histori¡ -"i.i" y" que nos detengamos e reflexiona¡'
-y
de ello. E¡a en junio de r94o' el rnist¡ro dí¡, si mal no Ante todo, g"rm"tt como aguijón, su PaPel ha sido
¡De acuerdo, de l¿ ent¡ade de los alemane¡ en Pa¡ís. E¡ el "o-o
v sisue siendo caDital. Antes que el deseo de conocimien-
jardín nounrndo en que nuest¡o.&tado Mayor, privado io, á ri.pt. gusó; antes que É obra científica plenamente
de fuezas, a¡¡ast¡aba su ocio, remachábaoos ¡ob¡e l¡s cau- dJ sue fines, ef instinto que conduce a ella: la
sas del desast¡e l " ¿Habrá que Pensa¡ que nos ha engañado "onr.i"nt" de nuestro clmPortaEie¡rto intelectual
evolución abunda
la historia? ", murmuró u¡o de nosotros. Así la angustia en filiaciones dc dgta d¿se.- Hasta en tet¡enos como el de
del homb¡e hecho y derecho se ünía' c!¡r su acento ¡nás la física. lo¡ p¡imeros pasos deben mucho a las "colecciones
arna¡go, ¡ la sencille cu¡io¡idad del jovenzuelo. Hay que de curioeidaáes". Hemos visto, induso, figurar a los pe-
responder e ¡¡n¡ r 4 ot¡a. gleñoe goces de las antiguallar c¡ h cun¿ de má¡ de un¿
5. 12 INTRODUCCIóN ¡¡nooucc¡óx tg
.,,i"lxi:fi cribió André Gide- no noe está ya pennitido hoy; ni
riquiera el de la inteligencia, añedía. Esto se esc¡ibía en
i:'f"!.;'¡:'?i':ll?x:T:,?,'iJff
remenre, del Ias l:;:.":3:,.Í: 1938. En tg4z, aí,o en que ¡De ha tocado escribir, ¡el
3:1, sl¡izás, sino ¡¡sroriadores ." Ái"¡i,jr" ó",n1,
.folltore. lectorei de
l: p.""h,-, rñ-"". pro¡,risito adquiere un sentido todavía más grave ! A buen
solo talra la educación necesaria Éegtuo, en un mu¡do que acaba de abordar la química del
ptrro' y, :- mi. juicio, más agudo':Orr, árr.; ;;'O;r"; ;::
el de) -1., '".Ja.r"] átomo, que comienz¿ a sondear apenas el secreto de los
por ot¡e parte, este encanto está eqracios estelarer, etr ruestlo pobre mundo que, justam€trte
,Dr, auy l"i*-d-"
::iolr*,* cuanto da principio l" ;*"rrür"ijí o,irri¿iü
con. eus neces¿¡ias
orgu.lloso de su ciencia, no logra, sin embargo, crearse un
poco de felicidad, las largas minuciar de la e¡udición his-
-austeridadis; si, entonces, po¡ el con-
pueden testimoniar ,"¿", 1", tó¡ica, ha¡to capaces de devo¡a¡ tod¿ una vida, merecerían
::iili,--."'o"gana todavía en
Io¡taclores-, ""riri.iri¡- ser condened¿¡ co¡no un absu¡do der¡oche de energías casi
vivacidad ), pü;"-;;";;;
", c¡iminel si ao condujeran más que a rev$tir con un poco
l:L:: ;li ;:T nf ':*{it*i:T#,',1f; i de ve¡dad uno de ¡uest¡o¡ sentimie¡tos. O será preciso
oaDremente "$i,:; deuconsejar el cultivo de l¿ histo¡ia a todos los espí¡itus
a
sus propios p]aceres estéticos,
de ninguna oua dlsciplina.
q;.-;";';#;; susceptibles de emplear mejor su tiempo en otros te¡le¡os,
Jos,
¡li. .i i"-¡"', ;"::i..::
f:,,¡"t1l. d. las acrividades
pa¡t¡cular, eJtá ñecho,
humanas. que forma su obiero o la histori¿ tendrá que probar su legitimidad como cono-
cimiento.
más que otro cuaiquiera,
ta-rm_aginaqió¡ de los_ hombies. Sob¡e tódo-
ilJii'j; Pero aquí se plantea una nuevi cuestión: iQué es jus-
a su alejemiento en el tiempo ;r;;;, ;;;;. tamente lo que legitima un e¡fue¡zo intelectuall
o en ,
," ."t"uí"" r", ;;;-ú.;'á'##: "j.",:':l1i#.:".fi';i:; Me imaginé que nadie se etrere¡ía hoy a decir, con los
krbn¡z "on.
nos lo h¿ confesado: cuando
pasaba de las abstr¡c-
positivistas de esticta observancia, que el valor de una in-
especulaciones de las matemáticas, vestigación e mide, en todo y por todo, según su aptitud
1as
descrfrar viejas carras o viejas
o ¿. l, ,""j;""",'"
para servir ¿ le acción, La experiencia no ¡os ha enseñado
c¡ónicas de f" Ak;;j;:;:
P€¡¡al, sentíá, como nosot¡ó, esa,.v solamente que es imposible decidir por adelantado si las
á:"
"oo,,ingl,,",;."aüañ. ;:,lllL:'11.""ff*l
de poesía. Cuidémonol
especulaciones apa¡enteme[te más desinteres¿das no se ¡e-
vela¡án un día a¡omb¡osamente útiles a le práctica. Rehu-
:t-"__T
oescuble¡to-
!""" io¡r. .olo'i.
,oao,
en el senrimiento de algunos, ¿;r-r"";"; s¿¡ e l¿ humanidad el de¡echo a investigar, a calmar su sed
po¡ ello. Seríe una fo¡midable intelectual sin preocuparse para nada del bienestar, equival-
tont"rí, p.nrr. qo," J,
tan pode¡oso ar¡artivo sob¡e t" d¡í¿ a mutila¡la en forma extraña. Aunque la histori¿ fuere
*nr;Ulliá"ai-tiü" ]? ti
menos capaz también de satisface¡ etern¿me¡rte i¡dife¡e¡te al homo faber o al hano poü-
a no",t." ;nt.tii"iJ, tiu¡ baaaría para su defensa que se reconociera su necesi-
_.-_
P.:ro.ri esa histo¡ia a Ia que nos
conduce un at¡actiyo dad para el pleno desrrrollo del hoon vpiett. Sin em'
qle srente. todo. el un¡.ve¡so ,ro
trlui.r" _A q* ,J-"ir""_ bargo, aun limit¡da de ese modo, la cuestión diste eucho
nvo, para justificarc; si no fue¡a, de quedar fácilmente ¡e¡uelta.
en suma, más que un
emabte pasaricmpo como el brilg¿ o.la;;
;;;;.ij; Porque la naturaleza d! nuestro entendimiento lo i¡.
jil:::tl: tanti estue¡zos
hiciéramos por escribirlal cline mucho me¡o6 a qüete¡ uber que a que¡e¡ compren-
,9ue
ror esc¡brrla, según lo entiendo y.. dei. De donde remlta que las única¡ ciencias auténticas
.l¡camente, y yendo en la medida
¡.r*á;";;"u;
áe L p*ibh-;;;il ;;_ son, según su voluntad, las que logran establece¡ ¡elaciones
¡orres más ocultos, es deci¡,
difícilmenie. fl j;;;;.;_ erplicativas entre los- fe¡óm€tos. Lo demás no eg segrin
6. t+ ¡r{TRODUCCTóN
expr*ión de tr4alebranche, más guc .,polioatía,,. ¡¡rno¡ucc¡ó¡¡ r5
fa. A-hon ellos, y no de loe meno¡ noto¡ioo. Estas invectiva¡ tiene¡
Dren, I.
,poliDetí¡ .puede muy bicn pasar-por di*r¡cción o peligroso atractivo: justifican por ¡delantado la ignorancia.
ryl ."?¡:.
pe¡ohor menos que en ticmpo dc Maleb¡en- Por fortuna, para lo que sub¡iste aún en no$t¡os d€ curio-
cne pocllia-pase¡ por una de las buenas ol¡a! de la inteli-
gencia. Independientemente inc.lu¡o ¿" sidad espiritual, es¡¡s censulas no cárecen quizár de interés.
,"¿" Pe¡o si el debete debe ¡er conside¡¿do de luevo, es
c¿clon a ta conduct¡, l¿ histo¡i¿ no tendrí, pues, """"j'rJi
el de¡eiho
de ¡eivindica¡ !¡¡ luge¡ entre lo, neces:¡¡io que lo planteemoc con datos más seguros.
-no"i.iJnto, ;;r¡;¡:r;:
alei de estuerzo.,_ sino- en el caso de que, €n vez Porque hay una precaución que los deÍectore¡ co¡¡ien-
l1:il:
oe una srmple enumeración, sin lazos y c¿¡i tee de la higto¡i¿ no han teoido en cuettte, Su palabra no
iin-límites. c¡rece ni de elocuenci¡ ri ¿e ¿t?rir. Pero, por lo geaeral,
una claeificación racional y'una intclig;bitideá
T:-!1".t".t" h¡¡ olvidado info¡ma¡se con exactit¡¡d de lo que hablan.
P¡OSrClrv¡.
Es innegable, sin eobargo, que sieopre noo La imagen que tienen de ¡uest¡os estudios no parece ha-
quc un¿ crcnci¿ tiene algo de incompleto-si
Da¡ece¡á ber surgido ilel talle¡. Huele más a o¡¿to¡i¿ ecadémica
no nos avrd"- que a gabinete de trabajo. Sobre todo, ha prescrito. Dc
¡aJtre o tempr¡üo, a vivir mejor.
aun me6 vi ¿f có,mo no pensai eoto suerte que induso pudiera ocurrir que toda esa palabrería
mente cu¿ndo nos ¡eferimoe a I¿ histo¡ia oue-
segun sc c¡ee, está destined¿ a trabajar se haya gastado en e:ro¡ci?át a un fanta6má. Nuestro esfue¡zo
en proo""ho
r¡omDre,.ya que ttene como tema de estudio
t"í en este dominio debe se¡ ha¡to distinto. T¡atarernos de
al homb¡e v buscar el grado de certidr¡mb¡e de los métodos que usr
sus actocl De, hecho, una ui.j" ,.ná.iJr-
aup-oDctr¿
; ;;;,i
po¡ lo meno, un valor instintivo, nog inciin" ¡ealmente la investigación, hast¡ en el humilde y delicado
ry{i.1 h hiltoria que-.guíe nuestra accirin; po, fo i"rrto," detalle de sus técüices. Nuestros problemas serán lor mis-
contra ellá, como-el soldado uen.ido a qne mos qüe impone cotidianamente el histodado¡ su tDate¡ia.
1]11C11Ti si por casualidad
me ¡e.¡efendo, En una palabra, ante todo quisiéramos explicar cómo y ¡ror
perece menifest¡r su i;-
p,lo..t1 fr¡" hace¡lo así. El problema de Ia utilidad qué practica su oficio de histo¡iador. Dejarnos que el lector
(tt la irstorie, en rentido estricto, decide a continuación si vale la pena ejercer este oficio,
en et sentido ,,pragmá_
h palabra útil, no * confunde .o, .i-¿"'* i"e]_ Pongamos atención, sin embargo. Así limitada y com-
:i:lld:
tr¡lrdad, propieErente intelectual. Es un problema, prendida, la tarea puede paor por sencilla úlo en aparien-
ademTs,
que no puede plantearse sino *gooio té¡míno. parj cia, Lo sería, quizás, si estuviéramos l¡ente e una de esas
oDrar razonáble¡Dente,. "n
¿no es necÉsario ante todo
artes aplicadas de las que se ha dicho todo cu¡ndo se han
,Ttt I"T, eo pena de no rcsponder má" qu. a compren-,
m.d'i"s
enumerado, ün¿ tr¿s ot!¡, Ias manipulaciooes consegrádee.
l¡B-Jugestioned más imperioeas del sentido Pe¡o l¿ historie ¡o es lo mismo que la relojería o la-eba-
común, aquel
prootema no puede eludirsc. nistería. E¡ u¡ esfue¡zo par¡ conoce¡ mejo¡; po¡ lo ranto,
una co6a ell movimiento. Limit¿¡se ¡ describi¡ una ciercia
tal como se hace será ciempre t¡eiciona¡la un poco. Er mu-
¡o,f-ro:I d.,:r:r"oroe estes cuestiones. pe¡o
,^ ¡an ¡esponcltdo aconsejeros, o quienee quisieran ser- cho más importante decir cóoo es¡:era lograt hacerse pro-
)¡¿ eólo lo han gresivamente. Ahora bien, esfuerzo semejanie exige de par-
necno Pa¡¡ amargar nuestras espe¡enzag.
Los más indulqen_ te del ¡nelista forzos¿mente una dosis bastante amplia de
tes han dicho: le historia ca¡ece a. prou."t
o"f
una seve¡idad_.nada ,.'ig" a. _"di"r
a"'"ii;,
i?ü, selección personal, Eo efecto, tgda ciencia se halla, en cada
P-:.';, :ll
e_s perniciosa. .,EI producto
nan !¡rcho: una de sus etapas, atravesada const¿nternerte por tendencias
má¡ pelis¡oso ul,_ divergentes, que no es posible separar sin una especie de an-
oo¡ado por ta química del inteleco,,,
h" dicfiJ ono áu ticipacir5tr del poryeni!. No !06 p¡opouemos ¡etrocedet
7. Ió ¡NTRoDUccróN I ¡¡¡rroouccró¡ l?
¡quí ante esta necesidad. nn materie i¡telectu¡I, te comtian¿ de las cienci¡s del mu¡do físico. Exte¡diendo
más que
en nilgun¿
_ot¡a, el ho¡lo¡ de la, r.sponubilídade" 1ro al conjunto de las adquieiciones del espíritu eate si¡tema
es{n senrimiento. muy recomendable. Siri .^brrgo,
t" i;i prestigloco, conside¡aban que no puede haber conocimien-
radez nos imponíá adve¡tir ¿l lecto¡. auiéntico que no pueda desemttocar en ce¡tidumbres
io
Asimismo, ias dificultades que s€ preseD¡an formuladas bajo el aspecto de leyes imperiosamente uni-
inevirable_
l:ij.- segun se h¿ce un estudio de los métodos, va¡íen
mucno :":ld" el que haya alcanzado momentáneal
verules por medio de democtraciones irrefutable¡' Est¿ er¡
-pr¡nto on" opiniótt casi úoínime. Pero, aplicada a los estudios
menre una_cllscipjin¿ €n la cu¡va, siempre históriioo, dio lugar e dos tendencias opuestas' en razín de
un poco ir¡eeu-
lar, de su desarrollo. Me imaginá
cu¡ndo.todaví¿ ¡einaba Newón como
o"; ;;.;;":;;;'r"ñ"; los distinto6 temperementos.
maestro- ela mucho unos creyeron posible, en efecto, institui¡ ün¿ cie¡-
más,fácil que hoy consrruir .on ,i;;r;;;;Lr.'ffi1:
recronrco una erposición de la mecánica. pe¡ó
cia de la evolución humana cqnfo¡me con este ide¿l en
"1
Ja histiia cie¡to modo pan-científico, y trabajaron con afán Pü¡
es todayía u-na fase rnucho más
f¿vo¡able a
1", crearla, sin perjuicio, por lo demás, de oPt¿t fi¡alme¡rte
";rC"d;;;;
, Porque Ia histo¡ia no es mlamente una cienci¡ en ma¡- por dejar fuera de los efectos de esle conocimiento de
cne. ,ls,tamb¡én una ciencia gue se ha)Ja en
la infancia: los homb¡es muches realidades muy humanas, pero que les
como toctas q-ue tienen por objeto
_las el espí¡itu hum¡r,.,- parecían desesperadamente ¡qbeldes a un sábet ¡acional.
. egdo campo del conocimiento racional. O,
:r^: :.::l decjr, vieja
"1. Este ¡esiduo era lo que llam¿ban desdeñosemente el acon-
meJo.r bajo la forma emb¡jona¡ia del ¡e,'
P:r
raro, mucho trempo envuelta en ficciones, tecimiento; e¡¡ t¿mbié¡ una parte de la vid¿ más íntim¡-
mucho más tiem- mente individoal. Tal fue, en suma, la poeición de la es-
po ¡odavía unida a los sucesos más ina.¿ -
i"r"_.ni. a"o,r_ cuela socioL6gica fundadr por Du¡kheim. Por lo me¡oe si
Dres, e6 muy
Joven como empresa razonada de análisisj Se no se conside¡an l¡s ¡utilez¡s que con la primera rigidez
penet¡ar en fin por debajo de lo¡ hecl¡os
:-s¡ue¡za f:
la st¡Perhcle; PoJ rechaz¿¡, después de las seducciones de de los principios trajeron poco a poco ho¡nb¡e¡ demasiado
oe la teyenda o de la retórica, los venenm, inteligentes ¡nra no sufrir, incluso a su pesar, la presión
grosos, de ta ¡urine erudira y del
hoy más oeli- de las cosas. A este gran esfue¡zo deben ñucho ¡¡ues_
empirismo ¿ifr"z"ai a. tros estudios. No¡ ha enseñado a ar,aliza¡ con mayor
senrclo común. No ha superedo aún, en algunos probJemas
profundidad, e enfocar más de cerca los problemas, a pen-
esenoales de.su método, los primeros tanleos,
Razón por sar, me ¿trevo a decir, de máner¿ menos b¡¡ata. De ese
le.cual lustel de Coulangcs y, ,nt". qo. éJ,
Bavle no,es_ esfuerzo no hablaremos aquí eino con un ¡esPeto )' ur ag!¿'
taben, sin dude, rotelhente equivocadoo
cu¡ndo'la llama- decimiento infinitos. Si hoy nos parece superado, ése es el
ben "le más difícil de todas las ciencias,,.
precio que paga¡ po¡ su fecundidad' tarde o tedrPnno, to-
dos lo¡ movimientoe intelectuales.
¿Pe¡o e3 esto una ilusión? po¡ incie¡ta que siga siendo Ot¡os investigádo¡es, sin enbargo, adq>taron en ese
p""J* nuest¡a !utá, me parece que estemos rnomento uo¿ actitud muy dife¡er¡te. No logrando insertar
:.1-,II.I1T
.ual-mente meJo¡ situados que no"stros ac-
q¡eros p¡re ver
pr.á...sor., inmc_ la histolia en lo! marcoc del legalismo físico, paricular-
_con máyor clarr.ded. me¡te preocupados, además -----¿ causa de 8u primera edu-
Las generaclone_s han precedido inmediatamente a
r en -que
últimes décadas del sigio xrx y hasta
cación-, ¡nr las dificuludes, Ias dudas, el f¡ecuente volve¡
ii" ^l_",Yl: ]es en a'empezar de la c¡ítica documental, extrajeron de la ex-
j-os Prlmeros anos del xx, han vivido como alucinadas por periencia, ante todo, una lección de humilded desengañada.
una rmagen demasiado rígida, una imagen
ve¡daderamin- Les pareció que la disciplina a que habían cons¡g¡¡do su
8. ¡8 ¡NTRoDucctóN t¡arRoDvcc¡ó¡{ 19
intcligencia oo ¡rodíe ofrecer, a fin de cuentas, conclusio¡e¡ pondc¡la¡"? No es ése, a buel reguro, el propóoito ilc un
muy segu¡a9 en el presente, ni muchar perspectiú¿¡ de p¡o- i¿nfa¡rón. Pero si los fí¡icos no hubie¡an hecho már pro-
gteso en el f¿tu¡o. Se indina¡on a v.r in ellr, már que'un fesión de intrepidez, ¡dónde esta¡í¿ a este ¡$Pecto ¡a
conocioiento verdaderamente científico, una d" trsrce f
"rp"ói"
juego_ estético, o, po¡ lo menos, de ejeriicio higiSuico fa-
Ahora bien, nuest¡a atmósfer¡ mental no es ya la misora.
vo¡¡ble a Ia salud del espíritu. A menudo se les ia llam¡do I¿ teo¡í¿ cinétic¿ del gas, la mecánica einsteiniana, la teo-
"historiado¡e¡ historizantes,,, sobrenombre injurioso para ría de los quanta, han elte¡ado profundamente la idea quc
nuestra cor¡rcración, pues parece congide¡¿¡ la isencia de la ayer todavía se fo¡maba c¡d¿ cual de la ciencia, No l¿ han
historie en la propia negación de sus posibilidades. por mi rebajado, pero la han suavizaclo. Herr sustituido en ru¡cho¡
parte, yo les encontra¡í¿ de bue¡a gana una túbrica más ex- puntos lo cierto por lo infinitamente probable; 1o ligurosa'
presiva en el momento del pensaniento francés al que per- ;rente mensu¡abie por la noción de la ete¡n¿ ¡elatividad
tenecen. de l¿ medida. Su accióu se he hecho senti¡ induso sob¡e
El amable y escurridizo Silvest¡e Bonna¡d es un anac¡o_ los innumerablcs espíritus'---'€ntre loe cr¡ales debo conta¡me
nismo, si se atie[e uno a l¿¡ fech¿s en que el libro fija su yo*- a quienes la; debilid¿des de su inteligencia o dc su
actividad, justañente co¡¡o e!o! santos antisuos Diniádos educación les prohiben seguir es¡ metarno¡fosis erl otr¡
ingenuamente por lor eocritores de l¡ Edad M-edia,'baio los forma que no sea de muy lejos y por reflejo. Así, para lo
colore¡ de-¡o propio tiempo. Silvestre Bonnard (por"poco sucesivo, estaños mucho mejor disPuestos a adrnitir que un
que se atlrbu/a, aunque aea por un instante, a esta Bombra co¡rocimiento puede pretender el nomb¡e de científico
iaveirtada, una exisrencia humana), el ..verdade¡o" Silveo- aunque no se confies€ capaz de realizar demoauaciones eu_
t¡e Donn¡ld, nacido en el Primer'Imperio generación clidiinas o de leyes inmutables de repetición. Hoy acep-
-la
de lor gandes histo¡i¡dores románticog le hubieia contado tamos mucho Eás fácilmente hace¡ de l¿ certidumbre 7
elrt¡e los su)¡os-, habría compartido con ella ]os entusiasmos del unive¡salismo una cuestiór de grailos. No se¡timos ye
emocionados y fecundog la fe un poco cándida en el por- la obligación de trate¡ de imponer a todos los objetd del
veni¡ de Ia "filo¡ofía" de la histoiia. Olvidemos ja época sabe¡ un modelo intelectu¿l uniforme, tomailo de las cien-
a la,.que rc dice que perteneció ¡ situémosle en l, qu. se cias de la uaturaleza física, pues sabemos que en las P¡oPiar
esc¡ibió su vida imaginaria: merácerá figurar p"- cienci¿¡ físicas ese modelo no se aplica /a coúPleto. Aúrt
"orno "l
üó¡,_como el santo corporativo de todo un grupo de his- no sabemos muy bien qué se¡án un dí¡ las ciencias del
toriadores, que fueron más o menos los coirtemporáneos homb¡e. Sebemos que para set siempre, por
intelectu¿les de eu biógrafo: trabajadores profuniamente -obedeciendo
supue6to, a las le¡"es fundrmentales de la ¡azón- no ten-
honertos, pero de aliento un poco co¡to y de los que se di- dü¡ necesidad de ¡enuncie¡ a su originalidad tri de ¡ve¡-
ría a vecer que, como esos niñor cuyos padres se han diverti- gonzarse de ello.
do mucho, llevaban en los huesoE la fatiga de las grandes or- Me gusta¡ía que e¡tle los histo¡iado¡e¡ de profesión,
gías históricas del romanticisoo, dispuestos a emp;queñece¡se los jóvenea sobre todo, se habitu¡ran ¿ ¡eflexiona¡ ¡ob¡c
ante sus colegas del laboratorio, mas deseosos, en sunu, de p€4tett¡os'¡¿¡¡ePentimientostt
estas vacilaciones, sob¡e estos
aco_nsejarnos prudencia más que empuje. ¿Sería dema- de ¡uest¡o oficio. És¡ será para ellos mismos la oejor rna'
oiado malicioso querer buscar su divi¡¿ in la sorprendente r¡e¡a de prepa¡a$e, por una elección deliberada, a conduci¡
frase que ae le escapó un dí¡ al hombre de inteligencia l¿zo¡¡ablemente sus esfuerzos. Sob¡e todo me Surta¡ía ve!'
t1l vivá que fue mi querido maest¡o Charles Seignobos: los acercarse, cad¡ vez en número mayot, a est¡ histori¡ ¡
'1Es muy útil hacene preguntas, pero muy peligroso res- la vez ampliada / tr¿t¡da con profundidad, coTo diseño
9. 20 TNTRODUCC¡ó¡{
conc€biúog, varioe ---{ada día meooa tu¡os__. Si
mi lib¡o
ptede a¡'udarlos tendré la irnpresión de que no h"brá
;il; I
¡bsolut¡menr€ inútil, Tiene, lo reconozio, algo de pro.
g¡ame.
escribo únicamente, ni sobre totlo, para el LA HISTORIA, LOS HOMBRES Y EL TIEMPO
fu"o -/o 1o
u¡o inte¡ior del taller, Tampoco ,n. ha p"...ido qoe
fu"_
¡¡ Eenester ocultar a los simples curiosos nada de la's ir¡eso_ I. L¡ r¡-scc¡ó¡ DEL ¡rtsroRrA[roR
luciones de nuest¡a ciencia. Estas i¡resoluciones son
¡uest¡i La palabra histo¡ia es mu¡ vieja, tan vieja que ¿ vecer h¡
e:cusa. Mejor aún: a ellas se debe la frescura de nuest¡os llegado a canur. Cierto que rlrrny rere vez se h¿ lleg¿do a
e-stu_dios, No sólo tenemos el derecho de reclamar
a favor querer eliminarla del vocabula¡io. Incluso los sociólogos
de le historia Ia indulgencia debida a todos lo. comierrzos, de la escuela du¡theimiana Ia admiten. Pero sólo para re-
Lo inacabado,.si liende perpetuamente a supe¡¡rse, tiene legarla al último rincó¡ de las ciencias del hombre: especie
pere todo espíritu un poco a¡diente una sedt¡cción ou. de mazmorras, donde arrojan lqs hechos humanos, conside-
bien v¡le por Ia del éxito más cabal. Al buen labraáor lados a la vez los más superficiales / los más foltuitoc, al
dhho, más o menos Péguy- Ie gustan las laborcs y tiem¡ro que ¡es€rvan a la sociología todo aquello que les
-ha
l¿ siembra tanto como Ia recolección. perece susceptible de análisis racional.
A esa palabra, por el contrario, le conse¡va¡emos ¡os-
Conviene que estas palabras in¡roductorias termiDen ot¡46 equí su más amplia cignificación. No nos ved¿ tle en-
con
u¡a contestón personal. Considerada aisladamente,
cada
temeno ningún género de investigación, ya se proyecte de
crencla. no repres€nta nunca más que un fragmento del preferencia hacia el individuo o hacia ia sociidad, hacia
movüniento unive¡¡al haci¿ el corrocimienro. ya se me he la descripción de las crisis momentáneas o hacia la búsqueda
preseneado la ocasión de dar un ejemplo ¿" .lto de los elemeritos más durables; no encie¡¡a en sí mis¡ua
para entende¡ y apreciar bien estos procedimientoe-¡s rrriU": ningún credo; no mñpromete a otra cosa, según su etimo-
de
lnvestrgecton, aunque s€ tr¿re de los más particula¡es logía original, que a la "investigación". Sin duda desde
en
apariencia, oeria indispensable sabcrios unir' con un que apareci<i hace más de do milenios, en los labio¡ de los
trazo
perlectamente seguro al conjunto de las tendencias que honbres, ha cambiado mucho de contenido. Ése es el
se
mán-ifiestan en el mismo momento cn las demás clases de destino, en el lenguaje, de todos los té¡minos ve¡dade¡a-
disciplina, Ahora bien, este estudio a. to" mente viyos. Si las ciencias tuvieran que busca¡se un nom-
.on¡- b¡e nuevo cada vez que hacen une conquiste, ¡cuántos
d:::{T ^¿to¿o"
sí mismor constituye, ¡ su mene¡¿, una espe-
cialidad, "n
cuyos técnicos se lleman filósofos. Es éste un tí_ bautismos hab¡ía y cuánta pérdida de tiempo en el ¡eino
tulo al que ¡De está vedado aspirar. por esta lagune de de las acadeoias!
mt p¡imera educación el p¡esente ens¡¡yo perderá mucho, Pero por el hecho de que pe¡Iuanezca apaciblemente
6In dude, en-p¡ecir;ón de lenguaje como en amplitud fiel a su glorioso lrombre heleno, nuest¡a histo¡i¿ no se¡á
de la misma que esclibía Hecat€o de Mile to, coúo !a físic¿
horizonte.
.No puedo presentarlo 6ino como Io q'ue es: el
,rr¿rnento de un artesano al que siempre le de Lo¡d Kelvin o.de Iangevin ¡ro es la de A¡istóteles.
hi gustado ¿Qué er entonces la his¿¡ial
r¡ectlt¿r 6obre su tar-ee cotidianei el .,ca¡net', de un ofi_
n, No tend¡ía interés alguno que encabezáramos este li-
:l:l ,Sr: maneJado durante muchos áños l¿ toesa y el
ntvei, sln cree¡se po¡ eso matemático. bro, centrado en torlo a los problemas r¿d¿¡ de la i¡yes-
tigación, exponiendo una larga y rígida definiciór. ¡Qué
10. 22 LA H¡SIORfA, r¡8 IIoMBRAS r EL T¡EMPO LA ¡¡¡5TORrA, ¡.OE l¡OMBtaBs r E¡¡ TTEMPO 23
trrbrjador. oerio. se- h¿ detenido nunca eote eemejaates Sin duda, en los orígenes de la historiografía e*or
artículoo de fe? Su- cuidadosa precisión no dejal,ola- cocrúpulos no emba¡azaben a¡renas a loe viejoe analistas,
mente escapa! lo mejor de todo impulso intelectúal: en- Contaban confusamente ¿conteci¡trientos ¡olo u¡idos ent¡e
tiéndare lien, lo que hay en él de iimples veleidades de sí por la circunstanci¿ ile h¿be¡se producido aproximada-
impulso hacia un sabe¡ todavía mal detirminado, de po- mente eÍ el úismo moaeoto: loc ecü¡xer, lar granizadae,
ten¡ia de ertensirí¡¡. Su peligro más grave consi¡te cn no la aparición de sorprenileot$ meteo¡os, con lar batallar, loo
definir tan cuidadosamente sino con c-Í único fin de deli_ tratados, la müe¡te de héroes y reyes, Pero en esta primera
mitar mejor: "Lo que sin duda puede ¡educi¡ --dice el memo¡ia de la hooanidad, confusa como una percepción
Gu¿¡dián del dios Término- es -."t tema o esta r¡ene¡¿ infantil, un esfuerzo de a¡álisis so¡tenido ha realizado poco a
de trata¡lo. Pero cuidado, ¡oh efebo!: eso no es historia.,' poco la clasificación necesaria. Es cie¡to que el leuguaje, po!
¡Somos, pues, yeedo¡es de los tiempos antisuos Dar¡ codi- csencia t¡adicionalista, conserva voluntariamente el ¡omb¡é
fica¡ las te¡eas permitidas a lar gentei del ofic'io, y,'sin duda, de histo¡ia a todo estudio de un c¡mbio en la dq¡ación. r.
una yez ce¡¡ada l¿ list¿, p¡¡a ¡e¿e¡v¡¡ el ejercicio de esas L¿ costumbre carece de peligro, po¡que no engafia a nadie.
tareas- a nue¡t¡os maestros patentadosl 3 Los físicoe y los Iln este sentido hay una historia del sistema solar, ye que
químicos son más disc¡etoo: qre yo sepa jamás se lis ha los astros que lo componen no han sido sieurpre como los
visto qoerellarse ¡ob¡e toc de¡e-chos respectiíos de la física, vemos. Es¡ histo¡ie incumbe a la astronomía. Ha¡ una
de la la quimicafísica, o. ---suponiendo qte historie de las erupcione volcánicas que seguramelte tiene
-químicar -de cl ma¡or interés para la física del globo. Es¿ hi¡to¡ia no
este té¡mino s¡fu¡¡- d¿ la fisicaquimica,
pertenece a la histo¡i¿ de lo¡ histo¡iado¡es.
.No.es -me¡os cierto que frente a la inmensa y confuu O, por lo menos, no le pertenece quizás más que en la
realidad, el histo¡iado¡ ¡e ve necesa¡iamente obligado a se-
ñalar el punto pa¡ticula¡ de aplicación de sus útiles; en medid¿ e¡ que se viera que sus observaciones, por algún
consecuencia, ¿ hacer en ella una elección, elección que, evi- ecsgo especial, se unen a lar preocopacionee específicas de
dentemente, ¡o será le misoa que, por ejemplo, la del nuest¡a histo¡i¿ de histori¿dores. ¿Bntonces, cómo se es-
brólogo: que será propiamente una elección de historiador, tablece en la p¡áctica la repartición de las tareasl Un ejem.
3¡te es un auténtico problema de ¡ccién. Nos seguirá a lo plo bastará para que 1o comp¡endaúos, mejor, sir duda,
la¡go de nuest¡o ertudio. que muchos discursos.
En e! siglo x de nuest¡a e¡a había un golfo profundo,
II. L¡ r¡¡sron¡n y ¡-os HoMBREs cl Zwin, en la costa flamenca. Después se cegó, ¡A qué
r¡ma del conocimiento cabe ¡signar el estudio de este fe-
Se ha dicho alguna vez:.,1a Histo¡ia es Ia cie¡cia del ¡a_
nómenol Al p¡onto, todos responderán que a la geología.
eado". Me parece una forma impropia de habla¡, Mecanismo de los aloviones, función de l¡s co¡¡ie¡tes ma.
Porque, e-n primer lugar, ,trurd" la idea de que eJ rítimas, cambios tel vez eri el nivel de los océanos. ¡No ha
pasado, consider-ado como tal, "r
pueda ser objeto de la'cien_ oido cread¿ y ttaida al mundo la geología pa¡¿ que t¡ate
c¡a. fo¡que ¡cómo puede ser objeto de un conocimiento de todo esol Sin duda. No bostante, cuando se exemine
racional, sin una delimitación previa, una serie de fenó_ l¿ cuestión más de cerca, descub¡imo¡ que las cosar no son
menos que no tie¡en otro ca¡ácte¡ común que el no ser ¡an se¡cillas,
nue¡t¡or conternpoJáneosl ¡Cabe imaginar en forma se,
¿Se trat¿ ante todo de esc¡utar los orígenes de la
mejante un¿ cienci¡ tot¡l del Universo en su estado actuall tra¡sfo¡macióni He aquí ya e nuestro geólogo obligado
11. 24, LA üISTOR¡A, LO8 HOMBRES Y EL TIEMIO
a plántea¡se cuestiones que no sor¡ esrrickñente de LA ¡¡¡STOR¡¡, LO5 I¡OMARET Y EL T¡EMPO 25
su irF mente el homb¡e.4 Mejor dicho: los hombres. Más que
cumbencre. porque, ein duda, el colrnataje fue
'digues, cuando el singular, favo¡able a la abstracción, conviene a una cien-
javo¡ecido por Ia construcción de por la
llengs .
dewrácrón . cia de lo dive¡so el plural, que es €1 modo g¡¿matic¿l de
de canales, por desecaciones: actos humanás, na-
c¡dos dc necesid¿des colectiv¿s y que vllo fo.ron la relatividad. Det¡ás de los rasgos sensibles del paivje,
o*ibi", de las herramient¿s o de las máquinag detrás de los es-
me¡cect a una est¡uctu¡¿ social dete¡minada-
critoc apa¡entemente más fríos y de las instituciones apa-
, nn el ot¡o extlemo de la cadena, nuevo problema: el
renteme¡lte más di¡tanciad¿s de los que las heo creado, Ia
de_ las consecuencias. A poca distancia del fonio clel solfl
heb¡a una ciudad: Brujas, que se comunicaba historia quiere aprehender a los hombres.5 Quien ¡o lo lo-
con él"oor gre no pasará jamás, en el mejor de los casos, de s€¡ ur
cofto t¡echo dc ¡ío. Po¡ ias aguas dei Zwin ¡ecibía ^ex-
o obrero ma¡ual de la erudición. AIIí donde huele la carne
pedte la
-malo¡ parte de Ias mercancías que hacían de ella,
g_uardando todas las proporciones, el Lo'ndres lumana, sabe que está su p¡esa.
o el Nuevj
York de áquel tiempo, El golfo se fue cegando, cada
día Del carácte¡ de la historia, erl cuanto conocimiento
mis osrensibl€mente. Buen rrabajo tuvo Biujas,'a medida
que se alejaba Ia superficie inundada, de adeljntá¡ cad¡ de los hombres, depende su posición particular frente al
vez
mes sus antepuertos: fueron quedando paralizedos 6Ds problema de la expresión. ¿Es la historia una cienciá o
mue.
Iles. Sin duda no fue ése Ia única c¿uü de su decadencia, un artel llacia r8oo les gustaba ¿ [u€stros t¿ta¡abuelos
discernir gravemente sob¡e e6te Pünto. Más tarde, por lor
¿Actúa elgu,na yez lo físico sob¡e lo social ,ir, qo. ,o
sea preparada, ayudada o permitid¿ por ot¡os facto¡es oue """iói años de r89o, baíados en ü¡ta atmó,sfe¡¡ de positivismo un
vienen ya del homb¡el pero en el mouimien¡o de ias
ta[to ¡udiEe¡tarie, se Pudo ve¡ cómo se indignaban los
oltdaF. ceusalesr causa cuelt¡ al m.nos, sin cspecialistas del método porqr¡e en loo trabajos históricos
duáa,
-.equelle
eot¡e las más eficaces, cl público daba importancia, según ellos exce6ivar ¡ lo que
Ahora bien, la obra de una sociedad que modifica según sc üamaba la "forma", ¡El alte cont¡a la ciencia, la forma
sus necesid¡des eJ suelo en que vive es, como todos contr¡ el fondo! ¡Cuántas querellas que más vale mandar
peici_
bimos por instinro, un hecho eminen¡emenre ..históiico,'. ¡l archivo de la escolástica!
Asimismo, las vicisitudes de u¡ ¡ico foco de inte¡á- No hay menos belleza en una exacta ecuación que en
bios; por un ejernplo harto característico a" f" t p'"gi"fí" r,n" frase preciu. Pe¡o cada ciencia tiene su propio lenguaje
del cstético. I,os hechos humanoe son esencialmente fenómenos
he ahí, pueE de un¿ párre, un punto de inter.
.saber,
secoon en que la alianza de dos discipiinas se ¡eyela .
rnuy delicados y muchos de ellos esctDan a la medida ¡na-
indirpensable pala toda tentatiya de exptic"ciOn; a. otra tcmática, Pa¡a t¡aduci¡los bien y, por 1o tantor Para com-
prenderlos bien ( ¿acaso es posible comP¡ende¡ perfectamen-
parte, un punto de tránsito, en qr¡e una vez que se
dado cuenta de un fenómeno y gue srílo sus efictos, por
l¡a i" lo que no se sabe decirl) se necesita gran finura de
to están en la balanza, es cedido en cierto módo
lcnguaji, un colo¡ adecuado en el tooo ve¡bal. Allí
_demásr
ctettnlttvamente por una disciplina a ot¡e. donde es imposiblc calcula¡ se impore suge¡ir. Entre la
¿eué ha ocu- cxpresión de las ¡ealidades del mundo físico y la ex-
ce-da vez,.que. haya pedir imperiosamente la
Irrdo, -parecido prcsión de las realidades del espíritu humano, el contraste
¡ntervención de.la histo¡iai Es que ha aparecido lo hur¡lano.
c!, en suma, el mismo que en$e 1¿ ta¡e¿ del obrero que
_ -t,n etecto, hace mucho que nueslros grandes antepasa- tiabaja con une f¡es¿do¡a y la tarea del viole¡o: los doa t¡a-
dos,_un MicheJet y un Fusül d" C."b;g;;;-;;ií;
enseñ¡do e reco¡toc€rlo: el objeto de l, t tórí"
bajan al milímetro, pero €l primero usa inst¡umento¡
¡¡ecánicos de precisión y el viole¡o se guía, sobre todo'
", "r"i"ilt-
12. 26 LA H¡sToRr4 r¡s HoMB¡tEs y BL TtEMpo LA ¡I!8TOR¡A, LOS I{OMBRE6 T EL TIEMPO 27
por.la sensibilidad del oído y de lo¡ dedoa. No ¡e¡í¡ con- curva de loe destinos simultáneoc del hombre que fue ru
veniente qf¡e uno F ot¡o t¡¿ta¡an de imitarse req:ectiva- héroe y de l¿ civilización que tuvo Por climá.
medte. ¡Hab¡á quien niegue gue ha¡ un t¿cto de lás Ahora bien, este tiempo verdadero eq Por su ProPia
palabras como hay uu tacto de la mano?
n¿tu¡alez¿, ull continuo. Es también cambio perpetuo. De
l¡ ¿ntíte¡is de esto6 dos atributos provienen loe grandes
problemas de la investigación hittóiica. Éste, ¿ltes que
IlI. E¡, r¡sMpo ¡¡¡sró¡rco ótro alguno, pues, pone e¡r tela de juicio hasta l¿ ¡azón ile
no"rtr* tt"b"jo,. Consideremos dos períodos succsivot de-
"Ciencia de los hombres", hemos dicho. L¿ f¡ase es de- marcados en el suceder ininte¡rumpido de los tiemPoÉ. ¿En
masiado vaga todaúía, Hay que ag¡ega!: ,'de los homb¡es qué medida el lazo que establece entre ellos el flujo de
en el tiempott. El histo¡i¡do¡ piensa no sólo lo ,.hu¡n¿no". li du¡ación er mayo¡ o ¡nenor que las diferencia¡ n¡cidas
L¿ atmósfe¡a en que 6u pensamiento respira naturalmente de la propia duración I ¡Habrá que conside¡at el conoci'
es la categoría de la du¡ación. miento dél período más antiguo como necesá¡io o suPer-
Es difícil, sin duda, imaginar que una ciencia, sea Ia fluo para el ionocimiento del más ¡ecientel
que fuere, pueda hacer abst¡acción del tiempo. Sin em-
bargo, para muchas ciencias que, por conveniión, dividen IV. E¡- íoo¡,o DE tos oRícENEs
el tiempo en f¡agmentos ¿¡tificialmente homogéneos, éste
apenas ¡eplesenta algo rnás que una medida. Po¡ el con- Nunc¿ es m¿lo comenz¿! con vt mza c*lpa. Neturalmente
trario el de la historia, realidad concreta y viva cara ¿ los hofob¡e¡ que hrcen del pasado el principal tema
-tiempo
eb¡ndonada a su impulso irrevertible, es el plasma misrno de investigación, h lrplicación de lo más próximo por lo
elt qu9 se bañan los fenómenos y algo así óoo el lugar más lei¡ná ha dominado a menudo nuestros $tudios hast¿
de su inteligibi.lidad, El núme¡o de segundoe, de años o de l¡ hiono¿is. En su forma más ca¡acterística' este ídolo
siglos que erige url cuerpo radiactivo para converti¡se en rle la't¡ibu de los historiado¡es tiene un nomb¡e: l¿ ob¡e-
ot¡os cue¡pos, es un dato fundamental de la atomístic¡, ¡iótr de loe orígener. En el desa¡¡ollo del pensamieato hio-
Pe¡o que esta o aquella de sus metamorfosis ha¡a ocurrido tórico esa obsesión h¿ tenido t¡mbién 5u momento de f'vo¡
hace mil añoq ayer u hoy, o que deba producirse mañana, Darticulár.
es una co¡side¡ación que intereea sin duda al geólogo, ' C""o qo. fr¡e Renan quien escribió un día (cito sólo
porque la geología es e su mene¡a una disciplina histórica,
mas deja al fisico perfectamente impávido, Xn cambio, a
d. memoriaf lne temo que con inerectitud): "En todas
las coe¿s humanas los orígenes me¡€cen 6e¡ estudiados antes
ningún historiador le bastará comprobar que César necesltó oue nada." Y anres que él había dicho Sainte-Beuve: "Es-
ocho años para conquistar la Galia; que Lutero necesi- iío y noto con curiosid"d lo que comienza." Es un¿ idea
tó quince añoe para que del novicio o¡todoxo de X¡fu¡t moy'propi^ de su tiempo, tan propia como la palabra orí-
salie¡a el ¡eformador de Wittemberg. Le irte¡es¿ mucho s"n"r. Á lot Orígcttes dcl Cri¡¡ünümo respondieron poco
rnás señala¡ el lugar exacto qúe ocupa la conquista de la áás t"rd. los Origzws do h Fl¿ncid Cont¿r?t?orá,1¿¿. sin
Galia en la cronología de las vicisitudes de las sociedades contar los ePígon@. Pe¡o el término es inquietante, porque
eoropeas; f sin nega¡ en modo alguno 1o que ha¡a podido es equívoco.
contene! de ete¡no una c¡i¡i¡ del ¿lma como la del he¡m¿no
]Significa simplemente "Jor principiod'? Eso se¡ía
Martín, no c¡ee¡á habe¡ ¡endido cuenta exacta de ell¿ más más o menos claro, Habrá, sin embargo, que hace¡ una
que después de fijado con precisión su r¡onento en la ¡ese¡va: 1¿ noción ¡nisura de este Punto inicial aplicado a
13. 28 !a HrsroRta, LoB ¡roMBREs r EL TrEMpo LA II¡STORTA, !06 HOMBRIo Y EL T¡EMPO 29
la
.mayotía de las ¡ealid¿des hietóricas sigue siendo sin_ Ahora bien, por un contagio sin duda inevitable, estas
gule¡mente huidiza. Cuestión de definició¡ sin dud¡. De freocupaciones, que en ur dete¡minado análisis religioso
una definición que con demasiada facilidad se olvida por l)odía[ tene¡ su razón de se¡, se ertendieron a campoe de
desgracia, ln investigación en que su legitirnidad e¡a mucho más dis-
Cuando se habla de los orígenes ;debemos entender, cutible. Ahí también fue puesta al setvicio de los yalores
por el conlrario, las causas? En ese caso no habrá más r¡na histo¡ia centrada en los nacimientos. iQué se pro-
dificult-ades de las que constanteme[te (y más to<lavía, ponía Taine ¿l escruta¡ loe orígenes de la F¡ancia de su
sin duda, en las ciencias del hombre) ,orr, por ,r"turrl.za, ticmpo, sino denunciar el eüor de una política surgida,
inhe¡entes a las investigaciones causaies. ¡cgún pensaba, de una f¿lsa filooofí¿ del hombrel & t¡a-
Pe¡o con f¡ecuencia se establ€ce ent¡e los dos sentidos tara de les invasiones germánicas o de la conquista de In-
una contaminación tanto más temible cuanto que, €n gene_ glate¡ra po¡ los normandoe, el pasado no fue empleado tan
ral, no se percibe muy claramenre. En el vocebulariá co- nctivamerite para explicar el p¡esente más que con el desig-
r¡iente los orígencs son un comienzo que explica. peor nio de justificarlo mejor o de condena¡lo, De tal mane¡a
a!n: que basta para explicar. Ahí ¡adiia la a-bigii.d"d, que en muchos casos el demonio de loe orígenes fue quizás
ahí está el peligro. solamente un avata¡ de ese ot¡o enemigo setánico de la
vcrdadere historia: la manía de enjuiciar.
. Se¡ía una inte¡esantísima investigación le qüe t¡ata¡a
de estudia¡ esra obsesión embriogénica tan noto¡ia en todas Volvamoe, sin embargo, a los estudios c¡istianoe. Una
ias preocupaciones de los erégetas. "No comprendo vues_ aosa es, para la conciencia inquieta que se busca a sí rnismá,
t¡a emoción '---{onfesaba Ba¡¡és a un sacerdoie que había una ¡egla pare fijar su actitud f¡ente a la religión católica,
perdido la fe-, ¡Qué tienen que ver con mi sensibilid¡d trl / como se define cotidianamente en nuestrás igle¡iás, /
las cltscusiones de un puñado de sabios sob¡e unas oala_ otra es, pa¡a el historiador, explicar, como un hecho de ob-
bras hebreasl Basra Ia atmósfe¡¡ de las iglesias." y Mau_ ¡crvación, el catolicismo áctual. Aunqüe sea indispensable,
rras, a su vez:-"¡Qué me importan Jos evángelios de cuatro po¡ supuesto) para una inteligencia juste de loo fenrírnenos
¡udíos oscurosi', (,.osclros,' quiere decir, mi imagino, ple_ rcligiosos actuales, el conocimie¡to de sus comienzos, éste
bcyos; porque parece difícil no reconocer a Mat.o, Marcos, no basta a eLplica os. Con objeto de simplificar el proble-
Lucas y Juan cie¡ta noto¡iedad literaria). nstos bromistas ma, ¡enu[ciemos incluso a pr€guntaroo6 hasta qué punto)
válo quieren presumir, y segu¡amer¡te ní pascal ni Bossuet bajo un nombre que no ha c¿ñbi¡do, h¡ permanccido la
hubie¡an hablado así. Es indudable que se puede concebir fc ¡ealmente inmutable en su sust¿ncie. Por intacta que se
una experiencia religiosa que no deba nada a la historia. Al tuponge a una tradición, habrá siempre que da¡ las ¡¿zo-
deísta puro le basta una iluminación interior para creer ncs de su ma¡rtenimie[to, Razones humanaq se entiende;
en Dios. No pe¡a c¡eer en el Dios de los c¡istia¡os. po¡- Ia hipótesis de una acción providencial escaparía a la cien-
que el
_cristianismo, como he ¡eco¡dado /a, es esencialmente cie. En un¿ palabra, la cuestión no ee saber si Jesús fue
una religión histó¡ica: e¡tiéndase bien,'una religión cuyos crucificado ¡ luego resucitó, Lo que ee trata de compren-
dogmas primordiales descansan sob¡e acontecimi;tos. Vol_ dcr es por qué tantos homb¡es c¡een en la Crucifixiól y
ved a lee¡ nlestro Cre¿o: ..Creo en cn la Resur¡ección. Ahora bien, le fidelidad a una c¡een-
Jesucristo,. . que fue
c_rucificado bajo Poncio Pilaros. . , y il tercer día iesucitó cia no es, evidentemente, más que uno de 106 aslrectos de la
de ent¡e los mue¡tos.', Ahí los comienzos de la fe son tam_ vida general del grupo en que ese ca¡áct€r s€ manifiest¡.
bién sus fundamenros. Sc sitúa como un nudo en el que 6e mezclao una multitud
14. fffttt,
30 ¡,lr ¡¡¡EToRIA, LO8 ¡¡OMB¡E8 y EL T¡E!!pO LA HTSTOa¡A, LOs ¡¡OMBRBS y 8L atEttpo 3t
de rasgos convergentes, !e¿ de estroctuta socirl, rea dcntes, Aquí ¡ allá había efectivamente cie¡tos ulos
mentalidad colectiva. En una palabra, ptantea todo -¡e-
l¡ciones de clientela, compañeriomo gue¡rero, poresióa del
pioblema de clima hum¡¡o. El ¡oble nace de l¿ bel
fcudo como ralario por los ¡e¡vicio¡- que las generaciones
Pero efo llega e se¡ ¡oble y eigue siendo ¡oble si e¡cue poote¡iores, contemporáneae, en Europa, de las llamadas
condiciones ambientales, la¡ cuales no pe¡tenecen ¿l épocas feudales, hab¡ían de co¡tinua¡. No, por Io ilemás
po de la embriología. ¡in modific¿rl¿s mucho, En uno / ot¡o lado se eopleaban
palabras ( óaret&:iwa) entre loo latinos, "feu-
Hemos cit¿do la histo¡ia religiosa sólo a me¡e¡a de -"beneficio"
do" ent¡e los ge¡manos-, que iban a seguir siendo em-
ejemplo. Pero a todo estudio de la actividad hum¿¡a pleadas por esas genercioaes dándoles poco a poco, sin
¿men¡z¿ el misoo e¡¡o¡: confundi¡ una filiación con una advertirlo, un contenido casi enteramente nuevo, Porque,
explicación. para desesperación dc los histo¡iado¡e¡, los ho¡b¡e¡ no
Se trata, en suma, de la ilusión de los viejoo etimólogoe, tienen el hábito de cambia¡ de vocabula¡io cada vez que
que pensaban haber agotado el tema cuando, f¡ente al sen. cambian de costumbres. Todas éstas son pruebao üetas de
tido actual, ponían el sentido máe antiguo conocido: cuando interés. ¿Cabri pe¡sá! que agotan el probleoa de las
habían probado, supongo, qüe la palabra ,,bureau" desig. causas? El feudalismo eu¡opeo, eri sus instituciones ca¡ac-
naba primitivamente una tela, o que Ia palabra ,,timbrel' terísticas, no fue un tejido de supervivenciat a¡caicas. Du-
desiglaba un tambo¡. Como si el'verdade¡o problema no rante una fase dete¡minada de nuest¡o paudo nació de
consistie¡a en sabe¡ cómo y por qué se produjá el desliza- todo un ambiente ¡ocial.
miento. Como si, sobre tódo, cuilquier'palabia ro tuyie¡e Seignobos ha esc¡ito en algur¡ pa¡te: .,Creo que las
su funcjón fijada, en la lengua, por el estado contempo- del siglo xvrrr provienen de las idear
ideas ¡evoluciona¡ias
¡áneo del vocabul¿¡io: la cual se halla deternin¿d¿ ¿-ru ingleus del siglo xvrr." ¿Trataba con ello de decir que
vez por las co¡diciones soci¿le¡ del momento. r.Bureaoxtt, habiendo leído los esc¡itos ingleses del siglo anterioi o
en "bure¡ux" de minietedo, quiere decir una bu¡oc¡acie. que habiendo suf¡ido indi¡ectamente su influencia, loo
Cuando yo pido 'timbreo" en una oficina de correog el publicistas franceses de la época de las luces adoptarot
empleo que hago del térnino ha erigido, para establecerse, )os principios políticos de aquálosl Podrá dá¡sele la re-
junto con la organización lentamente el¿bo¡ada de un se¡- zón, suponiendo al menol que ¡tuest¡os filósofos no pusie-
vicio postal, l¿ tr¿nsfo¡mación técnica decigiv¿ para la apa- ran ve¡dade¡amente nada suyo original en l¡s fórmula¡ e¡-
rición de los inte¡cambio¡ del pensamiento humano, que tranjeras, como sustancia intelectu¿I, o como tonalidad de
sustitr¡Fó, en una época determinada, Ia impresión de un sentimiento. Pe¡o incluso ¡educida de ese modo, oo oin
sello por la aplicación de una viñeta engomada, Ello sólo cierta arbitrariedad, al hecho de haberlas tomado prestadae,
ha sido posible porque, especializadas por oficios, las dife- la histo¡ia de este movimiento de las ideas estará muy le-
rentes acepciones del antiguo norub¡e se han separado ya de jos de haber quedado completamente €scle¡ecida. Porque
tel modo una de otra, que no ha¡ peligro de que se con- siempre subsistirá el problema de saber por qué ocurrió la
fund¿ el timb¡e que voF . pegar en ni sobre y, por t¡ansmisión e¡ la feche indicada, ni más p¡o[to ni Drág
ejemplo, aquel cuy¿ pureza e¡ sus inst¡umentog me elo- ta¡de. Todo contagio supone dos cosasl generaciones mi-
giará el vendedor de música. crobianas, y, en el i¡¡tante en que prende el mal, un
Se habla de los "orígenes del régimen feudal". ¿Dón-
de buscarlosl Uno¡ han dicho que "en Roma", otros que En una palabra, un fenómeno histórico nunca puede
t'en Ge¡mania". Las ¡azones de estos eepejismos
son cvi- ser explicado en su totalidad fuera del estudio de
¡u mo-
15. 32 ¡"a HtgToRra, Lo! ¡¡oMBRES y EI. TTEMPO
LA g¡STORIAT LOt HOMBRES y EL TtEMpO 33
mento. Esto es cie¡to de todas la, etapas de la evolució¡.
De la etapa en que vivimos como de iodas las de¡nás. y¡ tl de ello, e¡ est¿ atmósfe¡a mode¡nista, ¿cóIoo no ván á
tene¡ los histo¡i¿dores la sensación de que, asimisrno en su
Io dijo el proverbio árabe antes que nosot¡os:,.Los hom_
b¡es-se parecen más a su tlempo que a sus padres., El
dominio, no se desplaza con movimiento menos cons-
tante la fro͡tera que separa lo reciente de lo antiguol El
e¡tudio del pasado se ha desaárediiado en o'casion"s po,
rógimen de la moneda estable y dcl peüón o¡o, que eyet
h¿be¡ olvid¿do esta muest¡a de la sabidu¡ía o¡i€ntáI.
figruaba en todos los manuales de economía polítiia como
l¡ no¡ma mism¡ de la actualidad, ¿es para el eco¡omista ac-
V. los ¡-íu¡r¡s DE Lo AcrvaL y DE Lo rNAcrrrAL tual todeví¡ preset¡te o histo¡ia conside¡ablem€nte enmohe-
cidal T¡ai estos paralogismos es fácil descubrir, por 1o
¿He/ que creer, sin embargo, que por no explicar todo t¡nto, un hez de ideas menos inconsiste¡rtés y cuya sinr-
el p¡es€nre, es el pasado totalmente inútil para'explicarlol plicidad, al meno6 apa¡ente, ha seducido a ciertos espí¡itus.
Lo cu¡ioso es que hoy pueda plantearse esti cuestió'n.
En efecto, h¡sta hace muy poco tiempo, esa cuestión Créese que es posible poner apa¡te en el largo decurso
parecía a casi ¡odo el mundo resuelta del tiempo una f¿se de corta extensión. Relativamente
ttQuien quiera ¡mr adelanrado.
¿tenerse al presente, e lo actual, no com_ poco distante de nomt¡os en su punto de partida, esa lase
prenderá lo aclual',, esc¡¡bía Michelet en el siglo pasado, a conprende en su última etapa los días erl qr¡e vivimos. E¡
la cabez¿ de su hc¡moso lihro El puabb, IJno'sin em- ella, ni los ca¡acte¡es ¡nás sob¡esalientes del estado social o
bargo de Jas pasiones del momento, y ya Leibniz incluía político, ni el he¡¡á¡nental matelial, ni la tonalidad general
e¡it¡e.los beneficios que espe¡eba de h Áisto¡ie ,,los oríge-. Je la civilización presentan, al parccer, profundao dife-
nes de las cosas p¡esentes descubiertos en las cosas pasadis; rencias con €l nrundo en que tenemos nueslras co6tumi)res.
porque una ¡ealidad no se comprend; nunca
-agregaba- Parece estar afectada, en una palabra, en ¡elación con
mejor que por sus causas".€ nol9t.9l p9 un co€ficiente muy fue¡te de..contempora-
Pe¡o desde la época de Leibniz, desde la época de neidad", De ahí el honor, o la ta¡¿, de que esa fai no
-_.
Michelet, ha ocurrido un hecho ext¡aordina¡io: las revo- s.¿ confundida con el paudo. "A partir de r83o
luciones sucesivas de las téc¡icas han aumentado conside- /a ro hay
historia", nos decía un profesor del liceo que era .muy
rablemente el intervalo psicológico entre las generaciones, viejo cuando )¡o ere mur¡ joven: ,,hay política". Hoy ya
No sin cierta razón, quizá, el hombre de la"edad de la no se diría: "desde r83o" --las T¡es Gloriosas, a su vez,
electricidad o dei avión se siente muy lejos de sue ante-
han envejecido-, ni eso "es política". Más bien, coa
paoados, De buena gana e imprudentem€nte concluve ouc
un tono ¡espetuoso: t'sociologíatt; o, con rnedos considerá-
ha dejado de estar dete¡minado por ellos. Agrégueí a'lo
ción: "periodismo". Muchos, sin embargo, repetirían gus-
ánterio¡ la indicación mode¡nista innate e toda mentalidad
de ingeniero, Pa¡a echa¡ a a¡dai o para reparar una dina-
rosos: desde tgr+ ó tg4o ya to hay histori¡. Y ello sin
rntende¡se bien sobre los motiyos de este o€trecisnro.
mo ¿es necesario conoce¡ las ideas del viijo Volta sob¡e
Considerando algunos historiadores que los hechos rrás
el galvanismol Por una analogía .ie.trm.nt. falsa. pe¡o
cercanos a nosotros son por ello misno ¡ebeldes ¿ todo
que se.impone espontáneañente ¡ más de una inteligácia
gomctide.a Ia máquina, se penurá igualmenta estudio sereno, s,ólo desean evita¡ a la cast¿ Clío co¡tactos
go. prrr"ao-- demesiado ardientes. Creo que así pensrba mi viejo maes-
prender los g¡andes proble¡nas humanos de l, iorr' present.
y tratar de resolvellos, de nada sirve haber analiiado tro. Pero eso eguivale a pens¿r que áp€ne! tenemos un
antecedentes, Cogidos ellos también, sin d¿rse cue[ta €x¡c_
sus débil dominio sobre nuesrros nervios. Es también olvidar
que desde el momento en que entran en juego lae reso-
16. LA lt¡tTOR¡A, t EL T¡EMPO L I STORTA, r¡6 ¡TOMBRE8 Y EL T¡EMPO 35
3+ LOS ¡¡OMARES
nanciar se¡time¡tales, el límite ent¡e lo ¡ctual y lo i!- dicional de actuar hubieran podido cscapar a l¡s ¡evolucio-
nc¡ del labo¡ato¡io o de la fáb¡ic¿. Eso es olvida¡ l¡ fue¡ze
actual está muy lejos de poder regularse trec*¿¡ia¡Dente
por la medida matemática de un inte¡valo de tiempo. dc inercia propia de tantas c¡eaciones smiales.
Estab¿ tan equivocado el valiente di¡ecto¡ del liceo lan-
guedociano que cuando yo hacía mis primeras armas de El hombre se pasa la vida coístruyendo mecanismos de
profesor, me adve¡tía con g¡uesa voz de capitán de ense- lor que se constitu¡e en prisionero Eás o menos volunta¡ioi
ianza: "Aquí el siglo xtx no es mu)¡ ¡religroso. Pero cuando ¿A qué observador que haya recorrido nuestias tie¡¡as del
toque usted las guerras religiosas, sea muy prudeote'" En Norte no le, ha sorprendido le extraña configuración de lo¡
verdad, quien, una rez en su mesa de trabajo, no tiene la clmposl A pesar de las atenuaciones que las vicisitudes de
fue¡za necesa¡i¿ pa¡a sust¡¿er su ce¡eb¡o a los viru¡ del ln propiedad han aportado, en el t¡anscu¡so del tiempo, al
momento se!á tluy cepaz de dejar que se filt¡en sus toxi_ crqucma primitivo, el espectácolo de esas sendas desme¡u-
nas hasta eú un comenta¡io de la Iü¿d¿ o del Ramaycaa, r¡d¡mente est¡echas y alargadas que dividen cl te¡¡eno era_
Hay, por el contrario' ot¡os sabios que Piensan' con blc en un núme¡o prodigioso de parcelas, conserv¿ toda-
¡azóri, que el P¡e¡ente humano es Pe¡fectameute SusceP_ vf¡ muchos elementog con que confundir al agrónomo. El
tible de conocimiento científico. Pe¡o ¡eserv¿n su estu- tlcrroche de esfuerzos que implica semejante disposición,
dio a disciplinas h¿¡to disti¡tas de la que tiene por objeto l¡¡ molestias que impone a quienes las t¡abajar¡ son inne-
el parado, Analizan, por ejemplo, y pretenden compren- Snbles. ¡Cómo explicarlo? Algunos publicistas demasiado
der la eco¡omía contempo¡ánea con a¡'uda de obse¡v¿ciones impacientes han respondido: por el Código Civil y sus
lirnitadas, en el tiempo, a unas cuaütas décadas. En una pa- Incvitebles consecuencias. Modificad, pues
-añadían-,
nuestras leyes sob¡e la he¡encia y suprimiréis comPletametr_
labra, consideran la época en que viven como separada de
las que la precedieron por contrastes demasiado vivoe para tc cl mal. Pe¡o si hubie¡an ubido mejor la historia, si hu-
no llevar en sí misma su propia explicación. Esa es también bieran interrogado mejor también a u¡a mentalidad cam-
pcsina formada por siglos de empirismo, habría¡ conside¡¿do
l¿ actitud iÍsti[tiva de ouchos simples curiosos. I¿ histo¡ia
urcnos fícil el ¡emedio. En realidad, es¿ división de la tie-
de los períodos un poco lejanos no les seduce más que
como un lujo i¡ofensivo del esPí¡itu. A6í' enco¡tremos
r¡¡ tie¡e o¡ígenes t¿n a¡tiSuos que h¿ste ehorá ningún sabio
po¡ una P¿¡te un puñado de anticua¡ios ocuPAdos Po¡ una hn podido erplicarla satisf¿ctori¿mente ; y es Porque Pro-
b¡blemente los ¡otu¡ado¡es de la época de los dólmenes
dilección macab¡a en desfajar a los dioses mue¡tos; f Po!
otra a los sociólogos, a los economistas' a los publicistas: los licnen más que ver en este asunto que los legisladores del
únicos exploradores de lo viviente...
I'rimer Imperio. Al prolongarse por aquí el e¡¡o¡ lob¡e
l0 causa, como ocur¡e c¡si necesariamente, ¡ falta de te¡a-
péuticr, la ignorancia del pasado uo se limita a impedir el
VI. Coupr¡¡¡o¡n EL pREsENTE poR EL PAsaDo
conocimie¡to del p¡es€nte, sino que comPromete, en el pre-
rcnte, la mism¿ acción.
Visto de cerca, el privilegio de autointeligibilidad reco.
el presente se ápoya en una se¡ie de extraño! Pero hay más. Para que gna sociedad, cualquiera que
nocido así
postulados. rca, pueda se¡ dete¡minada ente¡emente por el momento
Supone en primer lugar que las coodiciones humanas inmedi¡t¿mente ante¡io¡ al que vive, no le bastaría una
han suf¡ido en el inte¡valo de un¿ o dos genereciones u¡r citructura tán perfectamente adaptable al cambio que en
vcrdad ca¡ecería de @ament¿; se¡í¡ necesa¡io que los cam-
c¡mbio no srílo muy rápido, sino también totel, como si
ninguna institución un poco altigua, ninguna ma¡€¡a t!a- bior entre las genetaciones ocu¡riesen eólo, si se me peuite
17. 36 LA rr¡sToRtA, Lo6 I¡oMBRE! ¡ EL T¡EMrrcl
hablar así, a mane¡¿ de fila india: los hijoe y
tacto con su6 antepasados qoe por mediaciSn (¡e
sin otro LA IIÍSIIR¡A,LOS ltOM3REs !r, TrEMpo 37
.le! yv¡ rucu¡¿r¡ur¡ de sus p:
6us De
Pe¡o e6o no ocurre ni siquiela con la¡ comunic.lci ¡'rucba, por eJ contrario, que en este i¡rmenso conti uo los
puramente orales. Si volvemos la vist¿ ¡r.rrrdcs estrenrccinrientos son perfecranlente capaces de p¡o-
¡ nuest¡as ai
-oo, ¡'rg.rr.e desde_las molécul¡s más lejanas a las más próxiiras.
descubrimos que los niñoe son educados ,oba.
abuelos, ¡orque las condiciones ¿a
todo t"ir. ¡Qnó sc diría de un geofísico que, conrenrjn¡ose con
trr¡rl. frr.l, rtñ¡lar los ¡niriánlctros, considerara Ia acción de l¡ luna
padre y ia madre estén alejadoe casi ,J.
Así,vemo-s_cómo se d, un pa- at¡ás en cada
li j?, á.1 i. lrhrc nuesrro globo más grende quc la del soll En la du_
nueva r.¡rión como en el cielo, la eficacia de una fuerza no se
mac¡o¡_ del espíritu, y cómo se unen los
ce¡eb¡os Iri,lc exclusivamenr€ por Ia distancia.
maleables a loo más c¡istalizados, por encima
de la ¡Habr.í que tenei en fin, por inútil el conocimiento,
¡acron que aporta Ios cambios. De ahí proviene
ante ¡.rlre lrs cos¡s p¡sadas, dc aquellas -----rreencias desapareci_
no.lo dudemos, el t¡adicio¡alismo inhe¡ente a tantas
dadcs ,l,ru sin dejar el menor ¡astro, lo¡m.rs sociales abortadis, réc_
caso es particularmente llarq
.campesinas. .El rlici3 muertas- quc han dejado, al pare(er, de domina¡ ej
:3-
jti"o.. Como.el
.antagonismo n"to,A J. úr-g-ü;
cclect se ejerce principalmente €nt¡e g¡upos timitiofi, l,r(scnteJ Eslo equivaldrír a olvidar quc no hay verdadero
de una Juventud debe a las lecciones di los anciano" .onocimicnto si no se tiene una escala de com'pa¡ación. A
lo meno6 tanto como á las de loe homb¡es maduros, ¡'o¡dición, está, de que se hega una aproximación el_
-cla¡o
t¡t. realidades ¿ la vez divcrs¡s y, por tánto. cmparentadas.
Y n.rdie podría ncgár que es ési" ca.o d. quJ hrbJrmor.
. Los esc¡itos f¡cilitan con más razón esras rrrn¡
cle pcnsámrento cntre generaciones muy alejadas, C¡c¡trmente, hoy no creemos "l quc, como escribía Ma_
t:n:¡. g!" co¡srituyen -propiamente la continuidai dc ,¡uirvclo y como pcnsaban Hume o Bonaid, en el tiempo
crvrtlzacrón. Lutero, Calvino, Loyola: hombrcs hl.¡,r, "por lo menos, algo inmutable: et homb¡e,,, H!-
de
tiempo, sin duda, hombres del siglo xvr, a quicnes ntos:rprendido quc también el hombre ha cambiado mu_
el cho: en su espíritu ¡,, sin duda, hasra en jos más deli-
de comprendertos y de }acer que sc
comprenda Tr",
::.j1o:19".,deberá, ante todq
volve r i
a,l(lr)s mecantsmos de su cucrpo.
¡Cómo hrbía dc ser de
.; .;';d otr,' modol Su atmrSsfcra mental sc ha r.ansfornrado pro_
b¿n"dos For Ia atm&fera ment¿l de su"i,";;
tiempo, de cera lundamentc, ¡¡_no menos su higiene, su alimentación. p'ero,
problemas de conciencia que no son
exectamente jos r¡u ,r pcs.rr de iodo, es meneste¡ que existx en la naturaleza
tros-. ¿5e oserá decir, no obstante, que
para la comprensi hrrrn.rna y en las sociedades human¡s un londo permanente,
justa del mundo ,.tu.l no i.porir-
Ketorme protestante o la Refo¡ma católica,
il; ;;ü#"; ¡in cl cual, ni au-n las p_alabras ..hombre,' y .,sociedad,, quel
seprradas rrí.rn deci¡ neda. ¿Crceren¡os, pues, ;omprender i los
p..,"r espacio varias u"*,
:::,j:
p¡encrer ".nr.n"rio,'qo.
muchos otros movimientos de ideas o de
.orn- h',rnbres si s(to los estudiamos .n sus ¡eacciones f¡ente a
Lnsibiji- I'rs circunstan_cias particulares de un momcntol La experien_
dad gue cierramente ,. trll* *¿. ;;r;ru;;,,l','H':; ri,r será insuficientc incluso para comprender lo que'son en
r¡empo pero que son más efíme¡osl
A rt rroDento. Muchas virtualidades que provisibnalmente
, .A fin dc cn."t," -l -..^- es muy claro y pe¡e
de cuentas el error ^^ *.--- ,
con. formularlo, Hay qurencs
¡)n p€o aparentes, pe¡o que e cada instantc p[eden desper_
ll"t-.]?,b":,. ;;];;,l""iui se repres txr muchos moto¡es más o menos inconscie;tes de las ácti-
r" iií.i,,''ilfi
"".'i.;i;_
breves y profundas
rL¡Jcc individuales o colectives, permanecerán en Ia
sombra.
-s""od
id", .rd" un^ d" Ir,"'"."Tt;"i,"J
.u;i;r;;';u;; Urrr experiencia única es siempre impotente para discri_
srno el te¡m¡uo de un¡s cuantas vidas.
La ob..¡v"cijD Dlrn.rr sus prop¡o( leclorÉs , por Io trnto, pere suministrar
ru ProPta tnterPretactón.
18. 38 LA ¡rtsroRra, Los HoMBRE6 r E!.TrE¡4¡ro LA r{tsTO¡¡A, LO3 HOMBRES Y EL T¡EMPO 39
bí¡ yo realmente todo lo que e¡cie¡re esa bella pahbral
VII. Covp¡.¡¡o¡¡. EL lasaDo porr EL pR¿sENTE Iln ver.dad, co¡lscienteoente o nor siempre tomamos de
nuestras e*pe¡iencia6 cotidianas, matizadas, donde es pre-
Asimismo, esta solida¡idad de las edades tiene tel ciso, colr nüevos ti¡ite6, los elementos que nos sirven pare
que los lazos de inteligibilidad ent¡e ellas tie¡reo rcconstrui¡ el pasrdo. ¡Qué eentido tend¡ían.P¡¡a no6-
ramente doble sentido, La incomprensión del presente otro6 lo8 nomb¡es que üsamos Pa¡a ca¡act€¡ize¡ los eotado¡
fatalmente de la ignorancia del paudo. Pero io es, q, de alma desaparecidos, las formas eociales dewalecidas, si
menos vano esforzarse por comprender el pasado si-no no hubié¡amós vitto antes vivi¡ a lo¡ ho¡nb¡esl E¡ cien
sabe nada del presente. En oü luga! he'reco¡d¡do e
ot¡o he reco¡d¡do e¡ vcces preferible sustitutir esa impregnación instintiva por
anécdota: en cierta ocasión ¿compañaba yo en Estomlmo una observación voluntaria y cont¡oled¡. IJn gran ma-
Henri Pi¡en¡re. Apenas habíamos llegado cuando me pr tcmático no s€¡á menos grande, ¿ mi ve¡, Pot habe¡ at¡a-
guntó: "¿Qué vemos e ver primerol Parece que hay vcsado el mündo en que vive con los ojos ce¡¡ados. Pero
ayurtamiento completamente nuevo. Coa"rr""al po"' cl ertrdito que tlo gusta de mir¿r e¡r tomo suyo, ni loe
Io." Y después añadió, como si quisiera evitar mi ásool
-me
homb¡es, ni las cosas, ni los acor¡tecimientos' merece quizá,
"Si ¡o fuera un ariticua¡io sólo gustaría rre¡ las cosi como decíe Pirenne, el nombre de un anticu¿¡io útil'
viejas. Pero soy un historiador / po¡ eso amo la vida. Ob¡ará sabiamente ¡enunci¿¡do al de histo¡iado¡.
nsta facultad dc captar lo vivo es, en efecto, la cu¡j
domina¡te del histo¡iado¡. No nos dejemos engañar Más aún, la educación de l¿ sensibilidad histó¡ic¿ no
cie¡ta f¡ialdad de estilo; Ios más grandes- entre noóros cs'siempre el facto¡ decisivo. Ocurre que en ün¿ línea
poseído esa cualidad: Fustel o Maidand a su mane¡e, determinada, el conocimiento del P¡esente es di¡ect¿mente
e¡a tnás aultera, no ñeno6 que Michelet. Quizá esta f ¡nás importante todavía para la comprensión del pasado.
tedsea_en su principio un don de las hadas, que nadie Sería un grave error pensar que los historiadores de-
ben adoptar en sus investigaciones un o¡den que esté
¡
tendería adquirir si no lo encontró en la cuna. pe¡o
Po¡ eso es menos necesario ejercitarlo y desarrollarlo modelado por el de los aco¡tecimi€ntos. Aunqüe ac¿bel
tanteme[te. ¿Cómo hacerlo sino del mismo modo de restituye[do a la histo¡ia su ve¡dade¡o movimiento' mu-
el propio Pirenne nos daba ejemplo e¡ su contacto p( chas veces pueden obtene¡ ull gran provecho si comienzan
tuo con l¿ actualidadl a leerla, como decía Maitland, "al ¡evés". Porque el ca-
. Porque el _temblo¡ de vida humana, que exigirá mi¡o ¡atural de toda investigación es el que va de lo
du¡o esfue¡zo de irnaginación para ser restituido a lo"s vie mejor conocido o de 10 menos mal conocido, a lo más
rextos, es aquí directamente pirceptible a nuestros oscu¡o. Sin duda alguna, la luz de los documentos no
Yo había leído muchas veces y había contado a mt
Yo habta leicto vece6 a siempre se hace plog¡esivemente ñás viva a medida que
historias de guerra y de batallas. ;Pero conocía ¡ealn se de¡ciende por el hilo de las edades: Estamoe compara-
en el sentido pleno de Ja palabra conocer, conocía por blemente mucho peor informados sobre el siglo x de ¡oes-
tro lo que significa para un ejército quedar cercado tra €¡., po¡ ejemplo, que sobre la época de Césa¡ o
para un pueblo Ia dcrrota, antes de cxpe;imentar yo n de Augtrsto. En la mayoría de los casos los períodos más
mo esa náusea et¡ozl A¡tes de habir respirado próximos coinciden con la¡ zonas de ¡elativa cla¡idad.
¡o
alegríade la victoria, du¡ante el verano y el otodo Agréguese que de proceder mecánic¡mente de at¡ás ade-
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I9I8 (F espe¡o henchi¡ de alegría por segunda vez lante, se co!¡e siempre el rieego de perder el tiempo bus-
puimones, pero el perfume no será ¡ay! el mismo), cando los principios o las causas de fenómenos que la er-