Flamenco en la Chanca. Anuska Benítez Fernández (revista Foco Sur)
1. adie puede negar que el flamenco for-
ma parte de la idiosincrasia de La
Chanca, un barrio que además de ser
el origen de la ciudad de Almería tam-
bién ostenta el honor de ser la cu-
na de un arte milenario que en la
actualidad sigue más vivo que
nunca, y que ya es patrimonio
de la Humanidad.
El arte flamenco ha ido
transmitiéndose de genera-
ción en generación en La
Chanca. La pasión por el
cante, el toque y el baile ha
pasado de padres a hijos en un
lugar donde las distintas culturas
han sabido aportar sus respectivas visio-
nes a este arte.
De La Chanca han salido artistas emblemáti-
cos como los guitarristas José Fernández To-
matito o Juan José Heredia Niño Josele, pero
también hay nombres de otros artistas recono-
cidos, como las bailaoras María Hernández La
Rabota e Isabel Ramírez; los tocaores y guita-
rristas flamencos José Santiago El Negrillo,
que también era buen bailaor, Moraíto de Al-
mería, Pedro Torres El Funde, Francis Her-
nández El Niño de la Manola, Eduardo Agui-
lera El Socio, David Delgado El Niño de la
Fragua; o cantaores y cantaoras de la talla de
Juan Gómez, Edu García y su tío, Casto Gar-
cía Carrete de Almería, Rocío Segura, que
siendo muy joven recibió la Lámpara Minera
de la Unión, en el Festival del Cante de las Mi-
nas, y su madre, Antonia López, Francisco
Sánchez, más conocido como Paco el Mellizo,
Mari Carmen Segura (mujer de Juan Carmo-
na, de Ketama), Juan Heredia El Pirri, al que
también siguieron su hijo Juan Heredia El
Hércules y su nieto Cristo Heredia (toda una
saga de cantaores), a quien le propuso llevárse-
lo en una de sus giras Paco de Lucía, Francis-
co Cortés Potito de Almería, Antonio García
Bermúdez El Genial, que el año pasado reci-
bió un premio a nivel andaluz y que fue invita-
do a cantar en la Bienal de Flamenco de
Sevilla, Juan García Ruiz El Gallo o
la cantautora Sensi Falán y su
hermana Toñi, entre muchos
otros.
Eventos como la acción tea-
tral de La Traíña y el traba-
jo de su Grupo de Baile, im-
pulsado por Ricardo Sierra y
Mari Carmen Expósito, las
chirigotas carnavaleras, la puesta
en marcha del Festival de Cante de
La Chanca o los famosos Amaneceres en
la Alcazaba son claros ejemplos de la capacidad
artística y creativa de la gente del barrio. Tal
ha sido el alcance de la importancia del fla-
menco en el barrio, que incluso desde el PIan
Especial de Reforma Interior (PERI) de La
Chanca se exigía la futura creación de la Es-
cuela de Flamenco de La Chanca.
En efecto, los aires flamencos han soplado en
La Chanca desde mucho antes de que comen-
zara a funcionar la peña flamenca Los Tem-
pranos, en la calle Arquímedes -por la que pa-
saron grandes figuras como Antonio Mairena,
Camarón o Chano Lobato-, y siguen soplan-
do en el barrio a través de la nueva cantera de
artistas que están empujando muy fuerte para
sacar adelante su trabajo.
ISABELRAMÍREZ,UNAARTISTAINTERNACIONAL
Entre las nuevas promesas flamencas se en-
cuentra la jovencísima bailaora Isabel Ramí-
rez, que con tan sólo 27 años ya puede presu-
mir de haber trabajado en las compañías de
grandes artistas como Joaquín Cortés, María
Pagés o Sara Baras, y también ha pasado por el
Taller del Estudio del Ballet Nacional y por el
Taller de la Compañía Andaluza de Danza.
Su carrera artística no le ha restado tiempo pa-
ra estudiar en la Universidad, donde obtuvo la
titulación de Pedagogía, y donde en estos mo-
mentos compagina los estudios de Grado en
Maestra en Educación Infantil con su trabajo.
Precisamente fue en su primera etapa univer-
sitaria, estudiando Pedagogía, y a raíz de tener
que realizar un proyecto fin de carrera, cuan-
do comenzó a interesarse por la cuestión de
por qué un barrio como La Chanca tenía esa
impronta flamenca, a diferencia de otros pun-
tos de la ciudad. «En mi estudio quería abor-
dar algo cercano, para sacar conclusiones so-
bre un entorno conocido», asegura Ramírez.
Y así fue como entrevistó a decenas de perso-
najes flamencos de La Chanca. «Entre la gen-
te más antigua había pescadores que se iban a
las bodegas a cantar, traían cantes de otros lu-
gares y la gente los aprendía», apunta.
Ramírez recuerda estar jugando en la calle y
escuchar flamenco en las casas, a la gente can-
tando aquellas canciones. Sus abuelos también
escuchaban flamenco en su casa, y así es como
fue introduciéndose en este arte. Además, de
su familia también ha salido otra conocida bai-
laora en Almería, Ana Alonso, que es su prima.
«Ellos también son del barrio, todos hemos
crecido aquí y esto se refleja en nuestra forma
de concebir el flamenco». Una vez culminada
su investigación, Ramírez afirma que «en Al-
mería, creo que de lo que más tradición hay es
de guitarra; de baile hay muy poco; y de cante
también hay gente, pero menos que guitarra,
aunque tenemos muy buenos cantaores».
Para Ramírez, la transmisión oral ha resultado
fundamental para que el flamenco llegue has-
ta nuestros días y a tanta gente «de una forma
FOCO SUR / 26
N
qREPORTAJE
ElflamencoesunadelasprincipalesseñasdeidentidaddelbarrioalmeriensedeLaChanca.Grandesartistas
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ANUSKA BENÍTEZ FERNÁNDEZ
FOTOGRAFÍA: LUIS RODRÍGUEZ
FLAMENCOENLACHANCA
CUNADEUNARTEMILENARIO
Elarteflamencoha
idotransmitiéndosede
generaciónengeneraciónenLa
Chanca.Lapasiónporelcante,el
toqueyelbailehapasadodepadres
ahijosenunlugardondelas
distintasculturashansabido
aportarsusrespectivas
visionesaestearte
2. FOCO SUR / 27
pura y muy verdadera». Según las conclusio-
nes de su estudio, «la creatividad de los veci-
nos del barrio, canalizada esencialmente a tra-
vés de la música que cotidianamente traspasa
los límites de la privacidad de la vivienda para
trasladarse a la calle, ha sido un factor básico
en la cohesión social de La Chanca, que ha de-
rribado fronteras y ha expresado con fuerza la
autenticidad de un barrio por el mundo».
ELFLAMENCOCOMOSEÑADEIDENTIDAD
También hace referencia en sus conclusiones
a las aportaciones que tantas culturas han he-
cho al flamenco en La Chanca: gitanos, mu-
sulmanes, pescadores y
artesanos, judíos, cristia-
nos, que han contribuido
al mestizaje, fusión y ri-
queza de la cultura.
Sin embargo, Ramírez re-
conoce que «hay una espe-
cial relación entre este arte y
la etnia gitana en La Chan-
ca». Actualmente, asegura,
podemos comprobar que los
principales centros y familias
flamencas se encuentran toda-
vía en barrios y ciudades que
sirvieron en otra época de re-
fugio para los gitanos, como
Alcalá de Guadaíra, Utrera, Je-
rez o el barrio de Triana, en Se-
villa. «La presencia del pueblo gitano en La
Chanca es elevada, podemos encontrar fami-
lias gitanas enteras dedicadas profesionalmen-
te o de forma aficionada al flamenco, aunque
no es un arte exclusivo de los gitanos».
Por otra parte, «la influencia familiar y vecinal
también es importante, ya que es un barrio en
el que se vive, no es como en otros lugares,
donde los vecinos van a trabajar y no se rela-
cionan entre ellos, limitándose sólo a saludar-
se», indica, «La Chanca es un lugar cuyo ma-
yor patrimonio es el arte de vivir y sentir el fla-
menco, es nuestra seña de identidad, que se ha
ido delegando con mucha intensidad de pa-
dres a hijos, así es como manifestamos nuestra
gran sensibilidad creativa, la gente canta como
se siente y lo vive muy intensamente».
Ramírez añade que las formas de la venta am-
bulante en en el barrio, como es el mercadillo
de la Plaza Pavía, son muy flamencas. «Esa
forma de pregonar lo que se vende, la forma
de moverse y los aspavientos de los vendedo-
res son también muy flamen-
cos», apunta esta joven baila-
ora.
Ramírez opina que no se
puede definir al barrio de La
Chanca como «marginal»,
aunque cuente con proble-
mas estructurales como la
alta tasa de desempleo, el
absentismo escolar o la
drogadicción, «pero goza
de otras muchas virtudes
que lo hacen un barrio
emblemático almeriense
y mediterráneo, con gru-
pos concienciados que
tratan de mejorar esa si-
tuación». A sus vecinos
los une la humildad, y de ellos sur-
ge «una fuente incesante de nuevos y prome-
tedores talentos», toda una generación fla-
menca «con denominación de origen, capaces
de modernizar la hondura de un linaje».
Por último, Ramírez se lamenta de que en
Granada se exploten y valoren las cuevas del
Albaicín como atractivo turístico, con sus ta-
blaos flamencos, y «aquí las tenemos abando-
nadas, con la belleza que tienen». Según esta
joven artista, «habría que preguntarse por qué
los poetas y artistas que vienen a Almería no se
dejan caer por Oliveros, y se fijan más en La
Chanca. Goytisolo, Valente, Pérez Siquier,
son sólo algunos de los creadores que han ve-
nido aquí. Algo de muy auténtico tiene que les
llama la atención».
LACANASTERA,UNLUGARPARAVIVIRELFLAMENCO
La Chanca nunca ha dejado de realizar un es-
fuerzo por exhibir su arte flamenco. La re-
ciente apertura en el barrio de la asociación
cultural La Canastera, o la creación de la Peña
Flamenca de La Chanca, presidida por Casi-
miro Pérez, son prueba de ello. Además, en las
proximidades del barrio también hay otros es-
pacios, como La Guajira, frente a la Alcazaba,
o la Tetería Almedina, donde los flamencos
chanqueños también muestran su arte.
La Canastera es el proyecto personal de la cé-
lebre bailaora almeriense María Hernández
Tamayo, más conocida como María La Rabo-
ta, y de su marido, Liviu Mitrache. Además de
difundir el flamenco a través de su arte y de sus
enseñanzas en la Escuela de Baile que ostenta
en La Chanca, María La Rabota y Liviu no
han querido perder la oportunidad de demos-
trar que Pescadería es, «por excelencia, el ba-
rrio más flamenco de toda Almería».
María La Rabota, nacida en la calle Anzuelo,
es una paya criada entre gitanos que lleva su-
bida encima de los tablaos desde los 14 años
hasta ahora y a la que le gusta definirse como
una bailaora autodidacta racial. «El arte lo lle-
vo desde que nací», dice orgullosa, «donde vi-
vía había casas de planta baja, todo el mundo
cantaba y bailaba, siempre con las puertas
abiertas, con la guitarra en mano y muchas
palmas». Así fue como empezó a bailar. El fla-
menco interesa, y mucho. «Yo tengo a mucha
gente del barrio y de fuera que quiere apren-
w
A la izquierda, panorámica de La Chanca. Arriba, la célebre bailaora almeriense María Hernández La Rabota
junto a su marido, Liviu Mitrache, han puesto en marcha la asociación cultural La Canastera, único lugar junto
a La Guajira donde se programa flamenco en el barrio. Al lado, su hija María del Mar Hernández, que ha
optado por el cante y ya cuenta con su propio grupo musical, Las Canasteras, y el cantaor Serafín Torres El
Barquero. A la derecha, el cantaor Francisco Sánchez Mateo, más conocido como Paco El Mellizo, en la calle
Encuentro. Abajo, la bailaora almeriense Isabel Ramírez, reconocida fuera de nuestras fronteras, en pose de
baile frente a la antigua casa de sus abuelos en La Chanca, donde bebió el arte flamenco desde bien pequeña.
3. der flamenco en mi escuela», asegura, «incluso tengo como alumnos a
profesores que vienen de Murcia y otras provincias, incluso de Francia,
cuando tienen vacaciones, y que tienen sus propias escuelas, para que les
monte coreografías que con las que poder trabajar durante todo el cur-
so». Ahora tiene una nueva inquietud, y es ofrecer apoyo a la gente jo-
ven que está empezando en el mundo del flamenco, o en cualquier otro
ámbito artístico. «Todo el que viene aquí tiene una oportunidad, tiene
las puertas abiertas para enseñar su arte y forjarse poco a poco, hasta que
puedan salirle contratos», remarca la bailaora.
Precisamente, una de las nuevas figuras es su hija, María del Mar Her-
nández, que ha preferido dedicarse al cante, a pesar de que también le
gusta bailar, y que ya cuenta con su propio grupo de flamenco fusión,
Las Canasteras. «Debutamos hace poco», dice con mucha ilusión, «ya
tenemos grabadas dos maquetas muy bonitas, y poco a poco seguiremos
haciendo nuevas canciones y ganando público».
SERAFÍNELBARQUEROYPACOELMELLIZO,DOSCANTAORESJONDOS
En La Chanca conviven en estos momentos dos generaciones flamen-
cas. Además de la nueva cantera de artistas, por el barrio se dejan ver los
veteranos flamencos, tanto profesionales como aficionados, algunos de
los cuales siguen todavía en activo.
Serafín Torres El Barquero lleva cantando toda su vida. Empezó traba-
jando ‘para atrás’ y ha terminado cantando también ‘para alante’. «To-
da la gente de La Chanca ha vivido el flamenco sin intereses, y aquí aca-
ban de cuajarse los artistas», dice emocionado, «hay una nueva ola de
guitarristas y cantaores que son para quitarse el sombrero».
Torres celebra que se abran espacios «donde poder expresar nuestro ar-
te, para que se nos vea de otra forma, mejorando la imagen del barrio,
ya que a veces se nos mira con malos ojos y con prejuicios».
Este cantaor afirma que «el que quiera escuchar flamenco ortodoxo, que
se venga a Pescadería, para que se le meta bien en el sentido y en el al-
ma». Aquí reside, según él, el verdadero duende y la auténtica esencia
del flamenco en Almería. «No es un flamenco comercial, sino lo que sa-
le de la asadura, porque en flamenco, o cantas con las entrañas, o eres de
pacotilla», apunta con firmeza, «si no pones el alma no sirve, porque el
flamenco es sufrimiento y es historia, pero esta historia tiene que llegar
a la gente con el aire de verdad, no fingido».
Francisco Sánchez Mateo, más conocido como Paco El Mellizo, es otra
de las grandes figuras del flamenco en Almería y en La Chanca. A sus 67
años, ya se ha retirado de los tablaos, aunque cuenta con una brillante
trayectoria como cantaor flamenco puro. «Empecé a cantar con 18 años,
después de haber vivido el flamenco muy a fondo y después de haber es-
cuchado a todos los grandes en la peña de Los Tempranos», recuerda
con emoción, «de La Chanca me gustaba mucho José Gómez El Gor-
do, que cantaba purista totalmente».
Pronto se aficionó al flamenco por su cuenta propia, y llegó a dedicarse
durante unos años profesionalmente a este arte, actuando en las peñas
de toda Almería, Madrid, Barcelona y toda Andalucía con cantaores de
la talla de Antonio Mairena, Camarón, Chano el Lobato o José Mercé,
entre otros. También ha grabado colaboraciones en al-
gunos discos, como una Historia del Flamenco pu-
blicada por Ediciones Tartessos.
«En aquellos tiempos era poco dinero lo que
ganaba, pero solamente con cantar como yo
quería era suficiente para mí», reconoce
Sánchez, que ahora se reserva sólo para
reuniones privadas.
Los cantaores aficionados, como Miguel
Martínez Muñoz, de 45 años, también
abundan en el barrio. «Llevamos el flamenco
en la sangre y nos sale del alma», remarca,
aunque se arranquen solamente trabajan-
do, en fiestas y con los amigos. s
w
FLAMENCOENLACHANCA,CUNADEUNARTEMILENARIO
En este lugar escalonado, que sube la vertiginosa pendiente de la piedra -en
descubrimientos de alturas que dominan el mar-, en esta llenura de belleza, puso la
vida su mano apretada de agonías en la garganta. De la vida a la muerte son muchos
dramas los que se suceden, acrecentados por el desprecio de los gobernantes, que
hacen más pobres a quienes ya lo son. El Cante es aquí respiración, para no ahogarse,
forma del grito ennoblecido. Y su riqueza. Un bosque transparente, con la naturaleza
de los sentimientos, cubre todo este espacio de ramajes altos. Es acaso también un
bosque sumergido bajo el mar. Y así, de lo hondo a lo alto, se suceden los días, como
si el pecho reventara, para curarse de tanto sufrimiento y defender la libertad de la
alegría.
El flamenco es su forma de amor y rebeldía, siempre de lucha y de combate. De rabia
dicha con su miel y su herida. La poesía natural que es alimento para todos. Su manera
de hablar y desangrarse. Cuanto le es propio al alma golpeada.
En los escenarios se privilegia el flamenco de las grandes individualidades. Sin embargo,
aquí, en el lugar del Cante es, sobre todo, coral, de familias y grandes parentelas
hermanadas en los sones, los ritmos, la gracia en la irrupción del baile; un pueblo
unido en la hoguera de su expresión, que responde a coro a la voz sagrada y sola del
chamán. Es en ese entrelazamiento de venas -de tanta hermosura e intensidad tribal-
donde he sentido el ir y venir de sus almas quemantes por dentro de la mía. Estoy
convencido que es, en ese círculo de la lumbre -mantenida y avivada por siglos- de
donde surge el genio inexplicable del Cante, de la Danza, o la voz de la Guitarra
hablando por todos. Transformados en carne y en espíritu de una humanidad
creadora.
Este Arte, forma de hablar y de decir desde lo más profundo, llega antes que la palabra
a algunos pequeños. Hemos visto, por el barrio de pescadores, en El Patio de la
María, mover las manos (en brazos de su madre, a una niña de meses) con una gracia
y una armonía bellísimas, respondiendo a los cantes.
Como forma propia de expresión, el flamenco está en las calles, en las terrazas y
miradores de La Chanca. Es esta la escuela vital que propicia el aprendizaje y el
crecimiento. Sospecho que todos en el grupo son maestros y todos son discípulos. Que
en esa rueda colectiva de hermandad todo es emanación para el decir más hondo y el
embrujamiento pasmoso de los ritmos. Para un cultivo tan estimulante, el respeto y el
entusiasmo del círculo -en unidad con los artistas en sazón- suponen el riego y el calor
más eficaz para un crecimiento pujante. Y la imantación que ejercen, sobre los
iniciados, los flamencos del barrio con idas y venidas triunfales por el mundo. Y
aquellos (que no puden nombrarse sin estremecimiento) que fueron poseedores del
duende -como El Negrillo-, quienes, a pesar de su ausencia, siguen mandando el
ascua de lo auténtico y la piedra oscura de lo secreto a una portentosa juventud de
cantaores, guitarristas o bailaoras.
Nadie que no lo haya vivido podrá imaginar hasta dónde llega la fuerza de la
chiquillería cantaora en la Escuela y su luminosa -y definitiva- forma de contagio. Toda
la lozanía de los nuevos cantaores chanqueños ha surgido de ahí. Podemos dibujar la
trayectoria de Cristo Heredia, Edu García y de su hermano Antonio El Genial. O
contar el anhelante aprendizaje en la guitarra de Francis Hernández, cuando era aún
El Niño de la Manola. Es un material candente y magmático lo que llevan los críos al
Colegio. Si en La Chanca existiera, como está proyectado en su Plan Integral, la
Escuela de Flamenco, veríamos despertar la expresión única e irrepetible y la fuerza
de un deslumbramiento en su cráter abierto. Recuerdo el cataclismo que produjo
Coraíma, la niña cantaora de la saga flamenca del Potito, en el Colegio Público de La
Chanca. Revolucionó a todo el alumnado. Convirtió cada uno de los recreos en un
insólito ensayo teatral, que dirigía; en un espectáculo concebido por ella, donde todos
participaban de un ceremonial festivo que tenía como base los cantes y los sones
gitanos. ¿Imaginan ese flamenco coral, conmovedor, de cientos de criaturas en la paz
de la música profunda?
El Cante ha crecido vigoroso e imparable en el milenario lugar de Al-Hawd. Hemos
tenido el privilegio de verlo eclosionar a lo largo de más de treinta años; de recibir el
júbilo de su grandeza y de sus éxitos; y de vivir desde adentro la intensidad de sus
emociones y el arder de su hermosura arrasadora. Sería interminable dar cada uno de
sus nombres de oro. Para dejar constancia de su historia -desde un respeto muy
profundo y sin exclusiones-, Isabel Ramírez Carrillo, «Isiya», chanqueña y bailaora
en el Ballet de Sara Baras, ha recogido el sustrato, el germen, el espíritu y el nombre de
tantas maestras y maestros del Flamenco en La Chanca, algunos recuperados del olvido
para siempre. Contar la historia y la sustancia que la nutre, para asombro de todos.
LaChancaenlalumbredelcante
JUANJOSÉCEBAPLEGUEZUELOS
Poeta
FOCO SUR / 28
MIGUEL
MARTÍNEZ:
«Llevamoselflamenco
enlasangreynos
saledelalma»