Pedro y Antonio eran dos jóvenes que querían ser astronautas pero no estudiaban, por lo que sus padres los castigaron. Más adelante mejoraron sus notas y su madre les permitió salir con la condición de que continuaran estudiando y sacaran una carrera universitaria. Pedro y Antonio estudiaron ingeniería aeronáutica y finalmente cumplieron su sueño de viajar a la luna.
1. LOS MAGNIFICOS ASTRONAUTAS
PEDRO Y ANTONIO
E rase una vez un dos jóvenes chicos que querían ser astronautas, sus padres
querían que estudiaran porque si no iban a suspender y pasarían malas
vacaciones.
Ellos pasaban de todo y seguían sin estudiar. Cuando llegaron las vacaciones de
verano a los dos le quedaron dos asignaturas; sus padres le castigaron sin jugar. Eso
supuso tenerlos todo el día pegados a ellos como llaveros, lo cual no hacía demasiada
gracia a sus padres.
Al curso siguiente las notas vinieron mucho mejor, a ninguno le quedo nada en el
primer trimestre. Así que su madre se puso muy contenta y les dijo que los dejaría
jugar y salir con los amigos todos los fines de semana, siempre y cuando terminasen
los deberes bien y las notas de la semana fuesen buenas.
Ellos se pusieron muy contentos y todos los días estudiaban, trabajaban y se
portaban maravillosamente bien en casa.
Las siguientes notas vinieron también muy bien y su madre les quito el castigo,
pero puso tres condiciones: que estudiaran a diario, que terminaran los deberes y
que estudiaran una carrera universitaria.
Pablo, que era el mayor, no puso alguna que otra objeción, pero aceptó. Su
hermano Antonio rápidamente pensó en lo que sería de mayor y en como tenía que
conseguirlo.
A partir de entonces ambos hermanos estudiaban, salían al patio a jugar y nunca
más tuvieron problemas en el colegio, ni en el instituto. Se lo pasaron bien siempre,
pero teniendo en cuenta lo que habían prometido a sus padres.
Cuando se hicieron mayores se sacaron la carrera de ingeniería aeronáutica y
fabricaron cohetes y ambos se embarcaron en una expedición a la luna.
Finalmente se dieron cuenta que cuanta razón tenían sus padres al exigirles que
estudiaran. Hoy no cambiarían por nada todo lo conseguido y son muy felices.