1. Las AULAS DIGITALES MÓVILES y el ROL DOCENTE
Maggio, M . (2012). Capítulo 5: Ambientes de alta disposición tecnológica. Aulas Digitales
Moviles. En M. Maggio, Enriquecer la enseñanza. Los ambientes con alta disposición
tecnológica como oportunidad. (págs. 125-126). Buenos Aires: Paidós.
(…) El Aula Digital Móvil opera sobre la idea de que el modelo 1 a 1 se use cuando
realmente es relevante, lo que desde una perspectiva pedagógica quiere decir “cuando
tenga sentido para la enseñanza y el aprendizaje”. El hecho de decir se usa para “esto”
implica que se abren dos “tiempos”didácticos: uno antes y otro después de esa situación
en la que se decide, por razones fundadas, usar el ADM. En el antes hay una preparación
en la que el docente que decide usar el ADM crea la propuesta y define el tipo de trabajo
que se va a hacer. En el después, seguramente, realizará un análisis de lo sucedido, que
podrá dar lugar a una mirada reflexiva sobre la práctica de la enseñanza y a una
profundización del andamiaje conceptual del docente cara a futuras implementaciones.
Pero es imposible dejar de ver que esta reflexión sin duda tendrá una carga evaluativa que
hará que el docente juzgue el valor de la experiencia pensando en la futura decisión de
volver a repetirla o no (…).
(…) Al plasmar la propuesta en un momento en particular con respecto a otras prácticas,
le da al docente, a sus alumnos y a otros actores la posibilidad de pensar “¿qué sucedió en
esta propuesta en particular?” (…) No estamos acostumbrados ni preparados para
observar y analizar la práctica en su transcurrir o inmediatamente después. En este
sentido, un ambiente nuevo, que se crea para el aula en el momento en que el docente
considera que es útil y valioso, decidiendo esto en función de la propuesta educativa, crea
excelentes condiciones para aprender, no solo a llevar adelante la innovación sino
también a estudiarla. Idealmente, le permite al docente entender más profundamente la
riqueza del entorno en relación con su propuesta y decidir seguir usándolo en propuestas
que resulten mejores cada vez para la expresión de las finalidades de la enseñanza.
(…) El modo como interpretemos lo que allí sucede puede configurar una situación de
riesgo donde lo peor es que el docente que apeló a esta experiencia decida no volver a
hacerlo. Si la experiencia no hubiera sido sencilla o su evaluación estuviera lejos de
aquello que se hubiese considerado de valor, allí es donde el “lente” didáctico debe
funcionar para entender qué fue lo que sucedió, para pensar la próxima instancia de otra
manera, haciendo todas las revisiones que sean necesarias y teniendo en cuenta que,
siempre, la propuesta pedagógica requiere ser reconstruida a partir de análisis del
docente.