1. QUINOLONAS
1. Estructura química y clasificación
Desde la aparición del primer miembro de este grupo en 1962, el ácido nalidíxico, obtenido por síntesis a partir de la
cloroquina, su importancia ha ido aumentando de forma paralela al descubrimiento o síntesis de nuevos compuestos:
ácido oxolínico, ácido piromídico, inoxacino y ácido pipemídico. Todos ellos tienen un espectro dirigido hacia
bacilos gramnegativos y se han utilizado preferentemente como antisépticos urinarios, intestinales y biliares. En 1973
apareció la primera quinolona con un átomo de flúor: la flumequina, pero es en 1978 cuando se inicia la era de las
quinolonas fluoradas con la síntesis del norfloxacino y otros numerosos compuestos.
2. Mecanismo de acción
Esencialmente, este grupo de quimioterápicos producen un efecto bactericida. Penetran en la bacteria a través de las
porinas, no afectándoles la integridad de la pared celular. Una vez dentro de la célula actúan inhibiendo una enzima que
prepara el ADN para la transcripción, la ADN-girasa (por ello se las denomina «inhibidores de la girasa
3. Actividad antibacteriana
Presentan un espectro antibacteriano dirigido principalmente contra las bacterias gramnegativas, pero los nuevos
compuestos 4-quinolónicos actúan también frente a bacterias grampositivas, algunos anaerobios y micobacterias.
Las modernas 4-fluorquinolonas tienen un espectro más amplio: Pseudomonas aeruginosa, Haemophilus influenzae,
Neisseria, varios Staphylococcus (incluyendo cepas productoras de b-lactamasas), Streptococcus, Acinetobacter,
Gardnerella vaginalis, Legionella, Campylobacter jejuni, Listeria monocytogenes, Chlamydia y Mycoplasma,
MICOBACTERIAS
Resistencia bacteriana
En las quinolonas de segunda generación, las resistencias por plásmidos son raras. Las más importantes clínicamente
son de tipo cromosómico, debidas a modificación enzimática de la subunidad A de la girasa o a la impermeabilidad
probablemente originada por modificarse los lipopolisacáridos de la pared celular de la bacteria, con lo que se alterarían
las porinas e impedirían la entrada en la bacteria del quimioterápico. Las resistencias por alteraciones de la
permeabilidad son más frecuentes en el caso de Klebsiella, Enterobacter, Serratia y Pseudomonas.Con la
comercialización y el uso probablemente abusivo de las modernas fluorquinolonas se ha observado un notable
incremento de las resistencias, especialmente en bacilos gramnegativos. Esta situación obliga a considerar de forma
muy rigurosa las indicaciones de estos quimioterápicos.
4. Reacciones adversas e interacciones
La incidencia general de efectos adversos es baja (8-10 %) y en su mayoría de carácter leve. Todas las quinolonas, tanto
las de primera como de segunda generación, pueden originar molestias gastrointestinales: náuseas, vómitos, diarrea,
dispepsia o dolor abdominal. Las alteraciones hematológicas más frecuentes son leucopenia, eosinofilia o
Trombocitopenia. A nivel renal pueden originar aumento de la creatinina sérica. Las fluorquinolonas además pueden
producir cristaluria, sobre todo en orina alcalina. Se han observado algunas alteraciones neurológicas: mareos, cefalea,
alucinaciones, convulsiones, ansiedad, reacciones maníacas o psicóticas, insomnio y parestesias (principalmente, en
enfermos predispuestos
4. Aplicaciones terapéuticas
4.1. Quinolonas de primera generación
Estas quinolonas, dadas sus características farmacológicas, están indicadas únicamente en el tratamiento de las
infecciones no complicadas del tracto urinario producidas por gérmenes sensibles. Los ácidos nalidíxico y pipemídico
pueden utilizarse también para el tratamiento de infecciones intestinales (disentería bacilar, salmonelosis y enterocolitis
por Escherichia coli)
2. CLASIFICACION
f) Otras infecciones: piel y tejidos blandos,
biliares, septicemias, ORL, etc.
3.2. Fluorquinolonas
El norfloxacino se utiliza principalmente en el tratamiento de
infecciones urinarias, pero sus aplicaciones se amplían a
infecciones intestinales (disentería bacilar y salmonelosis),
infecciones biliares, profilaxis de la diarrea de los viajeros y
descontaminación intestinal en inmunodeprimidos.
a) Infecciones urinarias. Constituyen una de las principales
indicaciones de este grupo de antibióticos, pero es necesario
considerar diferentes tipos de enfermedades:
* Cistitis aguda no complicada. El uso de fluorquinolonas debe
evitarse, por existir otras alternativas válidas, para evitar el
desarrollo de resistencias.
* Pielonefritis aguda no complicada. Aunque también en este caso
existen otras alternativas terapéuticas que pueden ser válidas
(muchos b-lactámicos, excepcionalmente aminoglucósidos), las
fluorquinolonas pueden ser utilizadas, sobre todo si el paciente
tolera la vía oral y no existe ninguna contraindicación
* Infecciones urinarias complicadas. Constituyen una indicación
para la administración de fluorquinolonas siempre que el
microorganismo responsable sea sensible o se produzca una
buena evolución clínica después de iniciado el tratamiento; en este
caso puede ser necesario recurrir a asociaciones de antibióticos.
* Uretritis. A pesar de la creciente disminución en la sensibilidad
del gonococo a las fluorquinolonas, la uretritis gonocócica suele
evolucionar favorablemente tras una dosis única de cualquiera de
los derivados (ofloxacino, p. ej., que presenta además una
actividad similar a doxiciclina sobre clamidias).
* Prostatitis. La dificultad para alcanzar concentraciones
adecuadas de antibiótico en próstata y la mayor facilidad con que
las fluorquinolonas difunden, obligan a considerar este grupo de
antibióticos en el tratamiento de la prostatitis.
b) Infecciones respiratorias (H. influenzae, Streptococcus
pneumoniae, Moraxella catarrhalis, P. aeruginosa), sobre todo las
producidas por bacilos gramnegativos o por microorganismos
multirresistentes. Son especialmente útiles para el tratamiento de
pacientes con fibrosis quística e infecciones recurrentes en los que
los principales responsables sean bacilos gramnegativos.
c) Infecciones gastrointestinales, incluyendo las causadas por
Salmonella, Shigella, E. coli y Campylobacter.
d) Infecciones osteoarticulares: gracias a su excelente penetración
en el hueso se han utilizado con éxito en el tratamiento de
osteomielitis crónica producidas principalmente por bacterias
gramnegativas.
e) Infecciones ginecológicas (anexitis, endometritis y salpingitis);
en estos casos deben asociarse a metronidazol dada su poca
actividad frente a anaerobios, sobre todo Bacteroides fragilis.
f) Otras infecciones: piel y tejidos blandos, biliares, septicemias,
ORL, etc.
3. MACROLIDOS
1. Origen y estructura química
Bajo esta denominación se agrupa una serie de antibióticos que se caracterizan por la existencia de un anillolactónico
macrocíclico al que se unen diversos desoxiazúcares.
CLASIFICACION
2. Mecanismo de acción y resistencia bacteriana
Los macrólidos inhiben la síntesis de proteínas de las bacterias por unirse el sitio P en la subunidad 50 S del
ribosomabacteriano. Actualmente se acepta que los macrólidos del grupo de la eritromicina bloquean el proceso de
traslocación del peptidil-ARNt en el ribosoma, mientras que los del grupo de la espiramicina inhiben la formación del
enlace peptídico previo al proceso de traslocación.
El efecto de los macrólidos puede ser bacteriostático o bactericida, dependiendo de la especie bacteriana sobre la que
actúen, del tamaño del inóculo, de la fase de crecimiento en que se encuentren las bacterias y de la concentración que
alcance el antibiótico en el lugar dela infección. Hay que tener en cuenta que los macrólidos se caracterizan por requerir
2-4 veces la concentración mínima inhibitoria (CMI) para conseguir la concentración mínima bactericida (CMB) y que esta
concentración debe mantenerse durante el tiempo suficiente, puesto que el efecto bactericida es tiempo-dependiente.
La aparición de resistencias puede deberse a diferentes mecanismos:
a) Muchas bacterias gramnegativas (enterobacterias) son intrínsecamente resistentes a la eritromicina debido a la
dificultad de este antibiótico, una base débil, para atravesar la membrana externa de la pared bacteriana.
b) Mutación cromosómica que provoca alteraciones en el sitio de fijación de la subunidad 50 S, por lo que disminuye la
afinidad a la eritromicina y, con frecuencia, a otros macrólidos y lincosaminas
4. c) Alteraciones en el ARN ribosómico de la subunidad 50 S, mediadas por la transferencia de plásmidos que contienen el
gen de una ARN-metilasa capaz de metilar la adenina. Esta modificación reduce también la fijación del antibiótico a la
subunidad ribosómica.
3. Actividad antibacteriana
Los macrólidos poseen en general una potente actividad antibacteriana sobre la mayor parte de cocos grampositivos,
muchas bacterias anaerobias, fundamentalmente las que constituyen la flora de la boca, y algunos bacilos grampositivos.
Los bacilos gramnegativos, como se señaló en el apartado anterior, son intrínsecamente resistentes a los macrólidos.
La gran sensibilidad de los estreptococos (Streptococcus pneumoniae, S. pyogenes y S. agalactiae) a este grupo de
antibióticos justifica su utilización como fármacos de primera elección en infecciones por estas bacterias en pacientes
alérgicos a la penicilina.
Son también sensibles a este grupo de antibióticos Bordetella pertussis, Corynebacterium diphtheriae, Neisseria
gonorrhoeae, Ureaplasma urealyticum y Treponema pallidum.Espiramicina, claritromicina y azitromicina poseenuna
actividad superior a los restantes macrólidos sobre Toxoplasma gondii.
Reacciones adversas e interacciones
Este grupo de antibióticos se caracteriza por su escasa toxicidad, siendo uno de los más seguros de los que se utilizan
en terapéutica.
Tras la administración de eritromicina puede aparecer dolor abdominal, a veces muy intenso, en ocasiones acompañado
de náuseas, vómitos y/o diarrea. Estas alteraciones pueden producirse tanto tras la administración oral como parenteral y
parece que se deben a un efecto estimulante del fármaco sobre la motilidad gastrointestinal.
La administración de eritromicina en dosis altas (4 g/día), tanto por vía oral como por vía parenteral, puede producir
sordera, que a veces va precedida de vértigo o acufenos. El efecto se caracteriza por su rápida instauración y su
desaparición igualmente rápida al suspender la administración del fármaco; es más frecuente en ancianos
6. Aplicaciones terapéuticas
Los macrólidos se caracterizan por ser antibióticos de primera elección en un escaso número de infecciones, siendo sin
embargo numerosas sus indicaciones como alternativa a las penicilinas, especialmente en pacientes alérgicos a ellas.
Son de primera elección en: neumonía por Legionella pneumophila y Mycoplasma pneumoniae, tos ferina, difteria y
gastroenteritis por Campylobacter jejuni. Se utilizan como alternativa a las tetraciclinas en las infecciones por Chlamydia
La eritromicina base, asociada a neomicina, administradas por vía oral, se utiliza como profilaxis en cirugía colorrectal, en
la que disminuye de forma significativa el número de complicaciones sépticas. También son eficaces los macrólidos en el
tratamiento de infecciones por Moraxella catarrhalis, Eikenella corrodens y Listeria monocytogenes.
a) la eritromicina es la más eficaz, como alternativa a la penicilina en pacientes alérgicos a ésta, en el tratamiento de las
faringoamigdalitis estreptocócicas y en las infecciones por neumococo sensible a penicilina. b) En infecciones
respiratorias por H. influenzae, la azitromicina es el macrólido más eficaz. c) La claritromicina es el de elección en las
infecciones por Myocobacterium avium complex y es más activo sobre Helicobacter pylori, siendo necesaria la asociación
con omeprazol en el tratamiento de la úlcera péptica para que sea eficaz. d) En la otitis media, donde los
microorganismos implicados con mayor frecuencia son S. pneumoniae, H. influenzae y M. catarrahlis, los macrólidos
constituyen una buena alternativa, pudiendo utilizarse azitromicina o claritromicina.
e) Estos dos macrólidos son también los más eficaces sobre B. burgdorferi. f) La espiramicina puede ser útil en la
profilaxis de la meningitis meningocócica puesto que alcanza concentraciones en saliva suficientes, constituyendo una
alternativa a rifampicina, ceftriaxona o ciprofloxacino.