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Don Porfirio Díaz




 Y la Música de su tiempo
                             Sobre las Olas
                            Juventino Rosas
La Época Porfiriana

El General Porfirio Díaz gobernó a México desde el 5 de mayo de 1877, hasta el 25 de
Mayo de 1911, a esta época se le conoce como el Porfiriato.

Fue una época de paz y progreso y de gran florecimiento de la cultura y las artes, pero
la continuación en el poder del General Díaz, la falta de democracia y su poca atención
a la clase obrera y campesina, terminaron por desencadenar la Revolución Mexicana
el 20 de Noviembre de 1910.

Entre los músicos más importantes de este período están:

                      Clemente Aguirre            (1828 -1900)
                      Ernesto Elorduy             (1855 -1913)
                      Ricardo Castro              (1864 -1907)
                      Felipe Villanueva           (1862 -1893)
                      Rodolfo Campodónico         (1866 -1926)
                      Juventino Rosas             (1868 -1894)
                      Luis G. Jordá               (1869 -1951)
                      Alfredo Carrasco            (1875 -1945)
                      Manuel M. Ponce             (1882 -1948)
Los ritmos más populares en la época del Porfiriato fueron: el vals, la mazurka, la polka,
la danza cubana y el fox-trot.

                    Los valses más populares:
                    Vals Poético                   (Felipe Villanueva)
                    Vals Capricho                  (Ricardo Castro)
                    Sobre las Olas                 (Juventino Rosas)
                    Carmen                         (Juventino Rosas)
                    Club Verde                     (Rodolfo Campodónico)
                    Viva mi Desgracia              (Francisco Cárdenas)
                    Cuando escuches este Vals      (Ángel J. Garrido)

                    Fox-Trots más populares:
                    Mi querido capitán
                    Pompas
                    Chapultepec

                    Polkas más populares:
                    Las Bicicletas
                    Los Amoríos de Ana
                    La Típica
                    Carmela
Porfirio Díaz y sus primeros años

Oaxaca, la antigua Antequera, fue durante el Virreinato un lugar donde las tradiciones y
costumbres indígenas convivieron y perduraron sin grandes cambios desde la época
prehispánica. Dos grandes culturas habían florecido ahí desde tiempos remotos: la
zapoteca y la mixteca.

Dos hombres ilustres habrían de nacer en esta tierra con pocos años de diferencia y
sus nombres se unirían inexorablemente al de México para siempre: el zapoteco puro,
Benito Juárez, y el mixteco casi puro, Porfirio Díaz.

José de la Cruz Porfirio Díaz Mori nació en Oaxaca el 15 de Septiembre de 1830.Su
padre, José Faustino Díaz, descendiente de españoles, había trabajado en las minas,
cultivado caña de azúcar y establecido en la capital oaxaqueña una Posada llamada el
mesón de la Soledad. De joven se enroló en la insurgencia bajo las órdenes de Vicente
Guerrero, alcanzando el grado de mariscal. Fue un devoto católico hasta su muerte,
cuando Porfirio tenía apenas 3 años.

Mixteca fue su madre, Petrona Mori, hija de un español y una mestiza oaxaqueña, y
quien al quedarse viuda se hizo cargo del mesón para sacar adelante la familia.


                                                                            Chapultepec
                                                                          Higinio Ruvalcaba
Grupos
Etnolingüísticos
  de Oaxaca
Comenzó su educación a los 6 años asistiendo a la escuela municipal, donde aprendió
a leer y escribir, y debido a la gran religiosidad de sus padres, con la ayuda de su
padrino de bautizo ingresó al seminario a los 13 años, cursando estudios de latín,
matemáticas, ética, filosofía y teología. Tres años más tarde obtuvo una capellanía.

En 1846 se presentó el estallido final de la guerra contra Estados Unidos y el espíritu
patriótico se apoderó de varios jóvenes seminaristas oaxaqueños, Porfirio incluido, al
grado de ofrecer sus servicios al gobernador de Oaxaca para formar la guardia
nacional. Fue ese el momento en que sintió poderosamente el llamado por la vida
militar, que se convirtió en poco tiempo en su pasión. Una época decisiva.

Tiempo después lo invitaron a dar clases de latín al hijo de Marcos Pérez, profesor de
Derecho del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, centro de formación de las élites
liberales oaxaqueñas, y este personaje lo presentó con Benito Juárez, recién
nombrado gobernador.

El contacto con sus ideas deslumbraron y abrumaron al joven seminarista a tal extremo
que entró en conflicto consigo mismo, y contra los deseos de su madre y padrino,
abandonó la capellanía y su vida eclesiástica para inscribirse en el instituto y cursar la
carrera de Derecho.
A los 19 años combinaba sus estudios con trabajos de medio tiempo, como asistente de
tendero, zapatero y carpintero, además de librero y profesor sustituto en su escuela.
También por esos años se dedicó a cultivar su cuerpo con ejercicios de gimnasia,
logrando un notable desarrollo físico y gran agilidad. Esta vitalidad lo acompañó toda su
vida.

La Presidencia de Antonio López de Santa Anna

El año de 1853 trajo grandes cambios políticos para México, pues la ascensión de Santa
Anna a la presidencia de la República provocó un choque frontal contra los intereses de
los liberales oaxaqueños, lo que redundó en el encarcelamiento de Marcos Pérez y el
exilio de Benito Juárez.

Un año después sufrió en carne propia esta represión, pues se negó a apoyar el régimen
Santanista durante un plebiscito en el Instituto de Artes y Ciencias, por lo que se le dicto
una orden de arresto. Ante esta situación se vio obligado a huir de la ciudad y, adherido a
la rebelión de Ayutla, comenzar una nueva etapa de su vida convertido en guerrillero.

En 1855 se le presentó su primer enfrentamiento militar en la batalla de Teotongo, pero el
régimen Santanista no resistió demasiado y se derrumbó a mediados de año y al poco
tiempo regresó Juárez de su exilio, nombrando a Porfirio jefe político del distrito de lxtlán.


                                                                                 Club Verde
                                                                            Rodolfo Campodónico
La Guerra de Reforma

La llegada de los liberales al poder no trajo estabilidad política al país, ya que la
promulgación de la Constitución de 1857 y su inmediato desconocimiento por el
presidente Comonfort ocasionaron una grave crisis política que detonó una nueva guerra
civil: La guerra de Reforma, de la que Porfirio no fue ajeno, pues luchó contra los
conservadores, primero en la toma de Oaxaca y luego como gobernador militar del
departamento de Tehuantepec, donde permanecerá hasta finalizar el conflicto en 1860.

Su estancia en el Istmo le trajo momentos de duro aprendizaje y es clave para entender
sus futuras actuaciones, tanto en la vida pública como privada. Por un lado, aprendió
importantes lecciones sobre administración pública, enfrentando la compleja rivalidad
entre las poblaciones de Tehuantepec y Juchitán.

Se dio cuenta que para poder gobernar tenía que establecer una reputación de rigidez y
crueldad, combinada con generosidad y valentía. Se mostró afín a la figura de caudillo,
patriarca y patrón. Respetaba las costumbres y tradiciones locales indígenas, aunque
compartía la visión liberal que éstas constituían un obstáculo para su progreso material y
social, de manera que la misión fundamental era liberarlos de la ignorancia.

Díaz estaba del lado del progreso. Sin embargo entendió las causas de la resistencia
comunitaria y siempre estuvo preparado para negociar y convencer, en lugar de forzar.
Como un cacique indígena ejerció el mando paternalmente.
La influencia de Juana Catalina Romero

También en el Istmo Porfirio conoció a una mujer enigmática, cuyo recuerdo lo
acompañó toda la vida: La célebre Juana Cata, con toda seguridad su informante y
con quien muy probablemente tuvo un relación sentimental. Juana Catalina Romero
era una india zapoteca, que un viajero francés de la época (Bresseur) describió como
“mujer de piel bronceada, joven, esbelta, elegante y tan bella que encantaba los
corazones de los blancos".

Algunos decían que estaba loca, otros que era bruja, unos y otros la temían y
respetaban. Era autoridad indiscutida del Istmo, cacique dulce pero firme, venerada
por el pueblo.

Porfirio tuvo presente toda su vida a aquella auténtica "doña Porfiria". Nunca los unió
un amor romántico sino un vínculo de identidad, un mismo sentido del mando. Para
ambos la autoridad no fue una pasión, fue su religión.

El 22 de diciembre de 1860, los conservadores son derrotados en la batalla de
Calpulalpan y de esta manera termina la guerra de Reforma. Porfirio entra en la
ciudad de México el 4 de enero de 1861. Es la primera vez en su vida que sale de
Oaxaca. Había librado ya 12 batallas. Juárez exclamó: "Díaz es el hombre de
Oaxaca".
La Crisis de la Deuda Externa

Parecía que después de esta cruenta guerra civil nuevos aires y una luz podrían
iluminar finalmente a México, pero se avecinaban nubes que presagiaban nuevamente
grandes tormentas.

Díaz regresó a Oaxaca y descubrió que fue nombrado diputado local, sin haber sido
consultado siquiera. Su participación en la Cámara fue poco duradera ya que se
incorporó de nuevo a su vida militar y a los campos de batalla, consiguiendo ese
mismo año el grado de general.

Cuando Juárez regresó a la ciudad de México para proseguir con sus funciones de
presidente de la nación, encontró la hacienda pública en bancarrota, por lo que
suspendió los pagos de la deuda externa, situación que molestó a los principales
acreedores, España, Inglaterra y Francia, y motivó la intervención de una flota armada
contra el país deudor que atracó en el puerto de Veracruz.

Tras gestiones diplomáticas las dos primeras se retiraron, pero Francia se negó a
abandonar el territorio y en marzo de 1862, hizo traer 30 mil soldados al mando del
Conde de Lorencez. El 5 de mayo de 1862 se enfrentaron en Puebla a las tropas
nacionales al mando de Ignacio Zaragoza, con la consabida victoria mexicana,
logrando hacerlos retroceder nuevamente a Veracruz.

                                                                      Mi Querido Capitán
                                                                     José Alfonso Palacios
La Intervención Francesa

Muchos ignoran que en esta gesta Porfirio tuvo una participación valerosa y
determinante que fue destacada en el parte de guerra que envió Zaragoza a Juárez,
donde alabó "el empeño y bizarría del ciudadano general Díaz".

Pero el emperador francés Napoleón III , no se arredró ante este derrota y envió de
nueva cuenta más tropas a tierra mexicana, con la intención de imponer un imperio en
América capaz de frenar el avance de Estados Unidos, por lo que una vez más sitian
Puebla y esta vez triunfan al mando del general Forey el 3 de abril de 1863.

Los principales militares mexicanos son capturados, entre ellos Porfirio, y tras ser
encerrado en un convento de Puebla cuando iba ser trasladado a Veracruz para ser
conducido a Haití, escapa disfrazado de indio para después entrevistarse con Benito
Juárez y organizar la resistencia.

Vendrán cuatro años sin descanso para Juárez y Díaz en su lucha contra el gobierno
de Maximiliano y la restauración de la república. Durante esta etapa se traslada a
Oaxaca, donde es nombrado comandante del ejército de Oriente. Organiza la defensa
de la ciudad contra los franceses aliado de su hermano Félix y el general Manuel
González, pero se rinden tras varios meses de asedio.
Díaz es capturado nuevamente y confinado en otro convento de Puebla, de donde
escapa de nueva cuenta para seguir combatiendo y después de las decisivas batallas de
Miahuatlán y la Carbonera, retoma Oaxaca.

La Caída del Imperio de Maximiliano de Austria

En 1867 el imperio de Maximiliano recibe un duro golpe, cuando por órdenes de
Napoleón III se retiran las tropas francesas de México a causa del inminente estallido en
Europa de la guerra franco-prusiana, situación que es bien aprovechada por los
liberales.

Comienza la ofensiva final y Porfirio adquiere gran notoriedad, pues toma la ciudad de
Puebla el 2 de abril y entra triunfante en la ciudad de México el 15 de Junio. Días
después el desmoronamiento del segundo imperio mexicano concluye con el
fusilamiento de Maximiliano en Querétaro.

Porfirio Díaz es el hombre del momento. Había cumplido 37 años y combatido 37
campañas de guerra. Lo devora la impaciencia. Pero el prestigio y la popularidad logran
el triunfo de Juárez en las elecciones presidenciales de ese año, con la consecuente
frustración de Díaz.

Ahí, decepcionado pero joven aún, se retira de los reflectores de la política y los campos
de batalla a una pacífica hacienda azucarera “La Noria” en Oaxaca.

                                                                       Cuando escuches este Vals
                                                                           Ángel J. Garrido
Los Gobiernos de Juárez (1871 -1872) y Lerdo de Tejada (1872 -1876)

Nuevamente los cismas al interior de las filas liberales cundieron y las críticas hacia el
gobierno de Juárez por su reelección de 1871 no se hicieron esperar, a tal punto que
dieron origen a una rebelión que encabezó Porfirio (la Rebelión de La Noria), con la
consigna de “menos gobierno y más libertad”, rebelión que desde un principio fracasó
debido a la eficaz estrategia del ministro de defensa de Juárez que le propinó repetidos
reveses en encuentros decisivos.

Díaz estaba a punto de ser derrotado cuando sucedió lo inesperado: la noche del 18 de
Julio de 1872 fallece Benito Juárez.

El movimiento de la Noria perdía sentido, ya no existía razón para pelear. Nombran a
Lerdo de Tejada presidente y éste, en un gesto de buena voluntad, concede amnistía a
Porfirio, quien derrotado y con grandes quebrantos económicos, vende su hacienda de
Oaxaca y compra otra en Veracruz, la Candelaria, en Tlacotalpan. Además obtuvo una
diputación federal por ese estado.

El gobierno de Lerdo de Tejada, al igual que el de Juárez, entró en controversia en
varios ámbitos, debido a que la implementación de las Leyes de Reforma le atrajeron
acusaciones de anticlericalismo, fomentando rebeliones cristeras, además de otros
levantamientos.
Fue acusado de autoritarismo y de prácticas anticonstitucionales. Pese a todo, lo más
polémico y la gota que derramó el vaso fue la obstinación de Lerdo en buscar una
reelección que, aunque la justificación era mantener la estabilidad, produjo lo contrario.

Porfirio, que estaba al acecho, fraguó un plan y difundió una nota diciendo que viajaría
a colocar a sus hijos a una escuela en Nueva York, noticia que nadie creyó.

En vez de eso se trasladó a Nueva Orleáns a finales de 1875 y desde Brownsville en
Enero de 1876, Díaz lanzó el Plan de Tuxtepec, el último pronunciamiento de gran
impacto del siglo XIX mexicano, lanzándose de lleno contra Lerdo. A diferencia del
frustrado Plan de la Noria, Porfirio optó por la creación de focos de actividad guerrillera
en vez de enfrentamientos directos, pero las derrotas comenzaron a llegar
nuevamente.

Habiendo salido de Nueva Orleáns, en un intento por llegar a Veracruz, es descubierto
en el barco en que viajaba, pero logra escapar y después de varios episodios
dramáticos logra llegar al puerto y continuar con la rebelión.

Finalmente el 16 de noviembre en la batalla de Tecoac, gracias a la oportuna
intervención de su amigo el general Manuel González; triunfa Díaz.

                                                                               Pompas
                                                                          Letra: Tirso Sáenz
                                                                         Música: E. Vigil Robles
Porfirio Díaz asciende al poder

Así, Porfirio Díaz asumió el poder por decreto el 28 de noviembre de 1876 y se
convirtió en presidente la mañana del 5 de mayo de 1877. Terminaba la era del
progreso político, la de Juárez y comenzaba la del progreso material, la de Díaz.

Paradoja de paradojas, Juárez, que fue un presidente civil, gobernó un país en guerra
permanente, y Díaz, un militar, sería un presidente de paz. Díaz haría lo que Juárez no
pudo jamás: pacificar a México.

Díaz sería el presidente que Juárez hubiese querido ser. De esta manera y después de
55 años de precaria vida independiente, terminaban para los mexicanos un sinnúmero
de rebeliones armadas y asonadas, de cruentas guerras civiles:

                Guerra de Independencia
                Guerra de Reforma
                Guerra de Texas
                Guerra de los Pasteles
                Guerra contra Estados Unidos
                Guerra de Intervención Francesa

Inició entonces la era del orden, la paz y el progreso. La era del Porfiriato.
General Porfirio Díaz Mori
El Porfiriato

Al igual que México, Europa, tan pródiga en levantamientos y revoluciones de todo
tinte, también se preparaba para una larga tregua a partir de la década de los setenta y
hasta el inicio de la primera guerra mundial en 1914. Comenzaba una época de
gobernantes longevos: la reina Victoria, el Káiser Guillermo II, el emperador Francisco
José.

Mientras tanto Estados Unidos, concluida su guerra civil, continuaba la colonización del
oeste de su territorio, pero sin entrometerse en disputas limítrofes con México.

Esta paz fue aprovechada por el progreso tecnológico. Comienzan las invenciones
modernas: la luz eléctrica, el teléfono, el aeroplano, la bicicleta, los primeros
fonógrafos y desde luego el automóvil, avances de los cuales México también se
beneficiaría. Porfirio Díaz sentó la bases del desarrollo de México en un elemento
fundamental: el ferrocarril.

Un ilustre liberal, Francisco Zarco, dijo: "Donde hay caminos y correos, ferrocarriles y
telégrafos, la paz está asegurada por sí misma y el orden no necesita del apoyo militar
porque todos están interesados en conservarlo".

Porfirio utilizó toda su experiencia política, militar y administrativa acumulada en sus
andanzas guerreras para un solo fin: darle rumbo a México a través del orden y la paz.
Para llevarla a cabo se basó más en el consenso de las elites regionales y nacionales
que en el poder del ejército. Acuño una frase: poca política y mucha administración.
Díaz gobernó a México desde el 5 de mayo de 1877, hasta el 25 de Mayo de 1911.

En total, 34 años divididos en nueve períodos; ocho encabezados por Díaz y uno por
su amigo el General Manuel González.

El historiador Enrique Krauze resume de manera brillante los doce ejes de la estrategia
de Díaz para encauzar al país por el progreso:

                    Con el pueblo: pacificación o represión
                    Con los amigos: divide y vencerás
                    Con los gobernadores: control y flexibilidad
                    Con la democracia: sufragio inefectivo, sí reelección
                    Con el poder legislativo: domesticación
                    Con el poder judicial: también domesticación
                    Con el ejército: pan y palo
                    Con la Iglesia: conciliación
                    En la política exterior: gallardía
                    Con la prensa: acoso
                    Con los intelectuales: doma
                    Culto a su personalidad.

                                                                        Hermosas Tapatías
                                                                           Luis G. Jordá
Luces y Sombras

Como todo régimen político tuvo aciertos y desaciertos. Entre los primeros podemos
acreditarle haber nivelado los presupuestos por primera vez en la historia
independiente de México, logrando incluso un superávit financiero.

En 1876 se contaban con 600 km de vías férreas y para 1910 se habían construido
más de 19,000 km. Heredó 9,000 km. de telégrafos, que para principios de siglo
superaban los 70,000 km.

Hacia 1910, la red postal cubría 90,000 km y México era el primer productor de plata
en el mundo, el segundo de cobre y el quinto en oro. Durante su gestión se
modernizaron por primera vez los principales puertos del país, nacieron las primeras
fundidoras de fierro y acero, surgieron las hidroeléctricas y para 1910 México contaba
con 5,500 fábricas de todo tipo. También se iniciaron las explotaciones petroleras que
al final de su administración generaban más de 8 millones de barriles.

En 1895 el servicio de la deuda comprometía el 38% de los ingresos del gobierno.
Para 1910 era sólo del 4.41%. Pero no todo se enfocó en inversiones y negocios.

También la ciencia y la educación ganaron con la apertura de la Universidad Nacional,
el Ateneo de la Juventud Mexicana y la fundación de la Escuela Normal Superior,
además de la incorporación del Conservatorio Nacional de Música como escuela oficial
en 1877.
El Estado se erigió como patrono y mecenas de las artes. Surgió la pintura con temas
indigenistas y comenzó la recuperación de la arqueología prehispánica. Fue una época
de esplendor de la cultura mexicana.

El Porfiriato consolidó el nacionalismo mexicano del cual bebió, se nutrió e irradió
posteriormente el movimiento revolucionario. Pero todo este auge de liberalismo
económico y avance material y cultural tendrían que pagar un costo, y este recayó en
las clases campesinas y obreras, la segunda de ellas, paradoja, nacida gracias al
desarrollo porfirista.

La modernización económica trajo consigo sus propias contradicciones.
Aunque en el norte prosperaba una nueva clase de rancheros, en el centro las
comunidades indígenas y mestizas sentían el avance gradual e inexorable de las
haciendas, que se iban apoderando de sus tierras comunales.

Es cuando aparece un proletariado rural despojado, flotante y que se vuelve
susceptible de ser reclutado en el momento de la revolución. La ascendente clase
obrera fue el producto del desarrollo y la industrialización y este proletariado adquiere
una nueva e inusitada fuerza social a través de las agrupaciones sindicales.

De esta manera, los "perdedores", los campesinos y obreros, no lo son tal, son el
"resultado" de la modernización, no son alérgicos a los beneficios del régimen, pero sí
son sus víctimas.

                                                                              Las Bicicletas
                                                                             Salvador Morlet
Las huelgas reprimidas en Cananea (1906) y Río Blanco (1907) fueron muestras de la
cara oscura del progreso material.

En suma, los grandes retos sociales como la pobreza, la desigualdad y la injusticia no
se pudieron resolver durante su mandato.

Además, a estos factores debemos añadir el agravio democrático. A este respecto, dos
hombres le hicieron ver a Porfirio la importancia y necesidad de preparar el futuro de la
nación a través de una sucesión con carácter institucional, que permitiera transitar al
país sin sobresaltos. Uno de ellos fue su ministro de Instrucción Pública, Justo Sierra,
que en una carta le escribió: "En la República Mexicana no hay instituciones, hay un
hombre; de su vida depende paz, trabajo productivo y crédito".

Francisco Bulnes, a través de un simple silogismo, reveló: "El progreso, el crédito y la
paz dependen de Porfirio Díaz. Porfirio Díaz es mortal. El progreso, el crédito y la paz•
morirán con él".

Pero Porfirio no lo vio venir. No se dio cuenta que el México de 1910 ya no era el
México de 1876. México era otro que no se controlaba de la misma manera.

Faltaba apertura electoral, juego de partidos, espacios de representación para los
campesinos y obreros. Díaz no lo entendió. Y en 1910 volvió a postularse para
presidente.
La Caída y el Exilio

Estaba por llegar el 15 de septiembre de 1910, su cumpleaños número 80 y el
centenario del inicio de la guerra de independencia. Se estaban preparando los fastos
para tan augusta celebración. En la célebre entrevista Creelman, Díaz había afirmado
dos años antes, que “El país estaba preparado para la democracia y que no se
postularía en esta ocasión”, pero mintió.

No estaba dispuesto a dejar que alguien más fuera el centro de atención de tan gloriosa
conmemoración histórica. Él se sentía el artífice del México moderno. Lo era. Díaz había
sido el consolidador del Estado Mexicano. Díaz se creía el heredero de Hidalgo y
Juárez. Nadie más ocuparía ese privilegio en tan magna ocasión.

Y como era de esperarse, ganó las elecciones de 1910 y se celebraron las gloriosas
festividades con grandes desfiles, estruendosos fuegos artificiales, rumbosos
banquetes, deslumbrantes recepciones y llamativas obras públicas, como el
monumento a la Independencia o el hemiciclo a Juárez, que engalanan hasta el día de
hoy la ciudad de México.

No hubo pueblo en México, por pequeño que fuera, que no haya construido algo en
conmemoración del centenario de la independencia.

                                                                        Tristes Jardines
                                                                    José de Jesús Martínez
Y junto a todo ello llegó la revolución. No tardó mucho en caer su régimen, debido a que
Porfirio sabía que un enfrentamiento armado demasiado largo debilitaría a México,
dejándolo una vez más a expensas de los intereses de Estados Unidos, y tal cosa era
impensable para Díaz.

Además nunca quiso un derramamiento de sangre innecesaria, aun a costa de perder su
poder. Pero sobretodo, estaba viejo. No quería pelear.

De esta manera, entrega su carta de renuncia al Congreso el 25 de mayo de 1911 y el
31 de Mayo zarpa de Veracruz en el vapor Ypiranga que lo llevará a París a su exilio del
cual ya no regresará. Se vuelve nostálgico. Aunque necesita de un bastón para
apoyarse, lo hace con cierto aire de dominio. Quienes lo reconocen le dan muestras de
admiración.

Uno de sus pocos pasatiempos era recibir la visita frecuente de los viejos soldados
franceses a los que combatió en México, con quienes recordaba aquellos hechos
militares. Uno de esos viejos generales escoltó a Porfirio hasta la tumba de Napoleón y
depositó en sus manos la espada del legendario militar, diciéndole:

"En nombre del pueblo y el ejército de Francia, pongo esta gloriosa espada, que es
emblema de la patria, en las honorables manos de vuestra excelencia", a lo que Díaz
respondió: "No soy digno de tener esta espada en mis manos", pero el viejo general
replicó: "Desde la muerte del emperador, no ha estado en mejores manos".
Además de Francia, Díaz fue honrado por altos dignatarios europeos, como el rey
Alfonso XII de España o el Káiser Guillermo II de Alemania, quien, cuando iba a
comenzar una gran parada militar, le dio un cetro de mando con grado de Mariscal,
diciéndole: "cuando usted haga la señal comenzará el desfile".

En Egipto, recibió los honores del futuro ministro de guerra inglés, Lord Kitchener. De
esta manera, Europa premiaba a Díaz como uno de sus últimos héroes románticos de
la época.

Los meses finales de su vida los pasó en el sur Francia y París. Estaba triste, hablaba
poco y cuando lo hacía su único tema era México. Cuando se enteró de la muerte de
Madero, creían que se iba a regocijar, pues era quien lo había quitado de la
presidencia, y sin embargo dijo: "cuánto siento esta muerte, auguro días tristes para
México".

Sus últimos días los pasó en París, recluido en su casa, sufriendo achaques a causa
de la arterioesclerosis que menguaba su salud, y deseando escuchar noticias de
Oaxaca.

Murió a las seis y media de la tarde del 2 de Julio de 1915. Sus restos embalsamados
descansaron un tiempo en la iglesia de Saint Honoré d' Eylau y tiempo después
pasaron a una capilla del cementerio de Montparnasse.
Epílogo

Al triunfo de la Revolución Mexicana, la figura de Porfirio Díaz fue condenada al más
injusto olvido. Díaz es el único presidente mexicano que sigue exiliado post-mortem,
pero además también por la historiografía mexicana.

Al Porfiriato se le ha desvinculado de su antecesor histórico, la República Restaurada,
y lo que es peor, se le considera la antítesis, cuando hemos visto que es en realidad su
culminación, la cristalización de largos años de esfuerzos liberales y republicanos. Con
el Porfiriato se consolidó el Estado Mexicano.

El final del siglo XIX fue la época de la conformación y desarrollo mundial de las
naciones y México, por primera vez en su historia, se equiparaba con ellas. México se
sincronizaba con el mundo.

Por eso, visto en perspectiva, el Porfiriato fue la manifestación mexicana de la llamada
primera globalización, entendiéndose ésta como desarrollo capitalista,
experimentaciones democráticas, crecimiento de las ciudades, urbanización y
desarrollo industrial y tecnológico. Fue la manifestación local de un fenómeno global.



                                                                         Viva mi Desgracia
                                                                        Francisco Cárdenas
Años y décadas de estudio arrojan que el Porfiriato fue un periodo extraordinario de
grandes cambios en todas las áreas de la sociedad, pero este razonamiento aún no ha
permeado en la mente de los mexicanos de hoy.

Y la causa se debe a la fuerza del paradigma de la Revolución Mexicana, que tuvo que
construir la figura del "gran villano" para legitimar así su irrupción y los sucesivos
gobiernos revolucionarios y post-revolucionarios.

De ahí que el año 2010, bicentenario de la Independencia, fue un buen momento para
hacer una serena, correcta y puntual ponderación de la figura y el legado de aquel
mixteco casi puro que entregó literalmente su vida entera por abrazar una causa, una
pasión: la consolidación y el engrandecimiento de México.


Bibliografía

"Porfirio Díaz, místico de la autoridad", Enrique Krauze
Fondo de Cultura Económica, 2002

"Porfirio Díaz, del héroe al dictador", Paul Garner, editorial Planeta, 2003

Serie "Discutamos México", Capítulo VI "El Porfiriato", programas 26, 27, 28 y 29.
F I N



           AVM - 13 Enero 2012
        aavmvazquez52@gmail.com

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Porfirio Diaz y la Musica de su Tiempo

  • 1. Don Porfirio Díaz Y la Música de su tiempo Sobre las Olas Juventino Rosas
  • 2. La Época Porfiriana El General Porfirio Díaz gobernó a México desde el 5 de mayo de 1877, hasta el 25 de Mayo de 1911, a esta época se le conoce como el Porfiriato. Fue una época de paz y progreso y de gran florecimiento de la cultura y las artes, pero la continuación en el poder del General Díaz, la falta de democracia y su poca atención a la clase obrera y campesina, terminaron por desencadenar la Revolución Mexicana el 20 de Noviembre de 1910. Entre los músicos más importantes de este período están: Clemente Aguirre (1828 -1900) Ernesto Elorduy (1855 -1913) Ricardo Castro (1864 -1907) Felipe Villanueva (1862 -1893) Rodolfo Campodónico (1866 -1926) Juventino Rosas (1868 -1894) Luis G. Jordá (1869 -1951) Alfredo Carrasco (1875 -1945) Manuel M. Ponce (1882 -1948)
  • 3. Los ritmos más populares en la época del Porfiriato fueron: el vals, la mazurka, la polka, la danza cubana y el fox-trot. Los valses más populares: Vals Poético (Felipe Villanueva) Vals Capricho (Ricardo Castro) Sobre las Olas (Juventino Rosas) Carmen (Juventino Rosas) Club Verde (Rodolfo Campodónico) Viva mi Desgracia (Francisco Cárdenas) Cuando escuches este Vals (Ángel J. Garrido) Fox-Trots más populares: Mi querido capitán Pompas Chapultepec Polkas más populares: Las Bicicletas Los Amoríos de Ana La Típica Carmela
  • 4. Porfirio Díaz y sus primeros años Oaxaca, la antigua Antequera, fue durante el Virreinato un lugar donde las tradiciones y costumbres indígenas convivieron y perduraron sin grandes cambios desde la época prehispánica. Dos grandes culturas habían florecido ahí desde tiempos remotos: la zapoteca y la mixteca. Dos hombres ilustres habrían de nacer en esta tierra con pocos años de diferencia y sus nombres se unirían inexorablemente al de México para siempre: el zapoteco puro, Benito Juárez, y el mixteco casi puro, Porfirio Díaz. José de la Cruz Porfirio Díaz Mori nació en Oaxaca el 15 de Septiembre de 1830.Su padre, José Faustino Díaz, descendiente de españoles, había trabajado en las minas, cultivado caña de azúcar y establecido en la capital oaxaqueña una Posada llamada el mesón de la Soledad. De joven se enroló en la insurgencia bajo las órdenes de Vicente Guerrero, alcanzando el grado de mariscal. Fue un devoto católico hasta su muerte, cuando Porfirio tenía apenas 3 años. Mixteca fue su madre, Petrona Mori, hija de un español y una mestiza oaxaqueña, y quien al quedarse viuda se hizo cargo del mesón para sacar adelante la familia. Chapultepec Higinio Ruvalcaba
  • 6. Comenzó su educación a los 6 años asistiendo a la escuela municipal, donde aprendió a leer y escribir, y debido a la gran religiosidad de sus padres, con la ayuda de su padrino de bautizo ingresó al seminario a los 13 años, cursando estudios de latín, matemáticas, ética, filosofía y teología. Tres años más tarde obtuvo una capellanía. En 1846 se presentó el estallido final de la guerra contra Estados Unidos y el espíritu patriótico se apoderó de varios jóvenes seminaristas oaxaqueños, Porfirio incluido, al grado de ofrecer sus servicios al gobernador de Oaxaca para formar la guardia nacional. Fue ese el momento en que sintió poderosamente el llamado por la vida militar, que se convirtió en poco tiempo en su pasión. Una época decisiva. Tiempo después lo invitaron a dar clases de latín al hijo de Marcos Pérez, profesor de Derecho del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, centro de formación de las élites liberales oaxaqueñas, y este personaje lo presentó con Benito Juárez, recién nombrado gobernador. El contacto con sus ideas deslumbraron y abrumaron al joven seminarista a tal extremo que entró en conflicto consigo mismo, y contra los deseos de su madre y padrino, abandonó la capellanía y su vida eclesiástica para inscribirse en el instituto y cursar la carrera de Derecho.
  • 7. A los 19 años combinaba sus estudios con trabajos de medio tiempo, como asistente de tendero, zapatero y carpintero, además de librero y profesor sustituto en su escuela. También por esos años se dedicó a cultivar su cuerpo con ejercicios de gimnasia, logrando un notable desarrollo físico y gran agilidad. Esta vitalidad lo acompañó toda su vida. La Presidencia de Antonio López de Santa Anna El año de 1853 trajo grandes cambios políticos para México, pues la ascensión de Santa Anna a la presidencia de la República provocó un choque frontal contra los intereses de los liberales oaxaqueños, lo que redundó en el encarcelamiento de Marcos Pérez y el exilio de Benito Juárez. Un año después sufrió en carne propia esta represión, pues se negó a apoyar el régimen Santanista durante un plebiscito en el Instituto de Artes y Ciencias, por lo que se le dicto una orden de arresto. Ante esta situación se vio obligado a huir de la ciudad y, adherido a la rebelión de Ayutla, comenzar una nueva etapa de su vida convertido en guerrillero. En 1855 se le presentó su primer enfrentamiento militar en la batalla de Teotongo, pero el régimen Santanista no resistió demasiado y se derrumbó a mediados de año y al poco tiempo regresó Juárez de su exilio, nombrando a Porfirio jefe político del distrito de lxtlán. Club Verde Rodolfo Campodónico
  • 8. La Guerra de Reforma La llegada de los liberales al poder no trajo estabilidad política al país, ya que la promulgación de la Constitución de 1857 y su inmediato desconocimiento por el presidente Comonfort ocasionaron una grave crisis política que detonó una nueva guerra civil: La guerra de Reforma, de la que Porfirio no fue ajeno, pues luchó contra los conservadores, primero en la toma de Oaxaca y luego como gobernador militar del departamento de Tehuantepec, donde permanecerá hasta finalizar el conflicto en 1860. Su estancia en el Istmo le trajo momentos de duro aprendizaje y es clave para entender sus futuras actuaciones, tanto en la vida pública como privada. Por un lado, aprendió importantes lecciones sobre administración pública, enfrentando la compleja rivalidad entre las poblaciones de Tehuantepec y Juchitán. Se dio cuenta que para poder gobernar tenía que establecer una reputación de rigidez y crueldad, combinada con generosidad y valentía. Se mostró afín a la figura de caudillo, patriarca y patrón. Respetaba las costumbres y tradiciones locales indígenas, aunque compartía la visión liberal que éstas constituían un obstáculo para su progreso material y social, de manera que la misión fundamental era liberarlos de la ignorancia. Díaz estaba del lado del progreso. Sin embargo entendió las causas de la resistencia comunitaria y siempre estuvo preparado para negociar y convencer, en lugar de forzar. Como un cacique indígena ejerció el mando paternalmente.
  • 9. La influencia de Juana Catalina Romero También en el Istmo Porfirio conoció a una mujer enigmática, cuyo recuerdo lo acompañó toda la vida: La célebre Juana Cata, con toda seguridad su informante y con quien muy probablemente tuvo un relación sentimental. Juana Catalina Romero era una india zapoteca, que un viajero francés de la época (Bresseur) describió como “mujer de piel bronceada, joven, esbelta, elegante y tan bella que encantaba los corazones de los blancos". Algunos decían que estaba loca, otros que era bruja, unos y otros la temían y respetaban. Era autoridad indiscutida del Istmo, cacique dulce pero firme, venerada por el pueblo. Porfirio tuvo presente toda su vida a aquella auténtica "doña Porfiria". Nunca los unió un amor romántico sino un vínculo de identidad, un mismo sentido del mando. Para ambos la autoridad no fue una pasión, fue su religión. El 22 de diciembre de 1860, los conservadores son derrotados en la batalla de Calpulalpan y de esta manera termina la guerra de Reforma. Porfirio entra en la ciudad de México el 4 de enero de 1861. Es la primera vez en su vida que sale de Oaxaca. Había librado ya 12 batallas. Juárez exclamó: "Díaz es el hombre de Oaxaca".
  • 10. La Crisis de la Deuda Externa Parecía que después de esta cruenta guerra civil nuevos aires y una luz podrían iluminar finalmente a México, pero se avecinaban nubes que presagiaban nuevamente grandes tormentas. Díaz regresó a Oaxaca y descubrió que fue nombrado diputado local, sin haber sido consultado siquiera. Su participación en la Cámara fue poco duradera ya que se incorporó de nuevo a su vida militar y a los campos de batalla, consiguiendo ese mismo año el grado de general. Cuando Juárez regresó a la ciudad de México para proseguir con sus funciones de presidente de la nación, encontró la hacienda pública en bancarrota, por lo que suspendió los pagos de la deuda externa, situación que molestó a los principales acreedores, España, Inglaterra y Francia, y motivó la intervención de una flota armada contra el país deudor que atracó en el puerto de Veracruz. Tras gestiones diplomáticas las dos primeras se retiraron, pero Francia se negó a abandonar el territorio y en marzo de 1862, hizo traer 30 mil soldados al mando del Conde de Lorencez. El 5 de mayo de 1862 se enfrentaron en Puebla a las tropas nacionales al mando de Ignacio Zaragoza, con la consabida victoria mexicana, logrando hacerlos retroceder nuevamente a Veracruz. Mi Querido Capitán José Alfonso Palacios
  • 11. La Intervención Francesa Muchos ignoran que en esta gesta Porfirio tuvo una participación valerosa y determinante que fue destacada en el parte de guerra que envió Zaragoza a Juárez, donde alabó "el empeño y bizarría del ciudadano general Díaz". Pero el emperador francés Napoleón III , no se arredró ante este derrota y envió de nueva cuenta más tropas a tierra mexicana, con la intención de imponer un imperio en América capaz de frenar el avance de Estados Unidos, por lo que una vez más sitian Puebla y esta vez triunfan al mando del general Forey el 3 de abril de 1863. Los principales militares mexicanos son capturados, entre ellos Porfirio, y tras ser encerrado en un convento de Puebla cuando iba ser trasladado a Veracruz para ser conducido a Haití, escapa disfrazado de indio para después entrevistarse con Benito Juárez y organizar la resistencia. Vendrán cuatro años sin descanso para Juárez y Díaz en su lucha contra el gobierno de Maximiliano y la restauración de la república. Durante esta etapa se traslada a Oaxaca, donde es nombrado comandante del ejército de Oriente. Organiza la defensa de la ciudad contra los franceses aliado de su hermano Félix y el general Manuel González, pero se rinden tras varios meses de asedio.
  • 12. Díaz es capturado nuevamente y confinado en otro convento de Puebla, de donde escapa de nueva cuenta para seguir combatiendo y después de las decisivas batallas de Miahuatlán y la Carbonera, retoma Oaxaca. La Caída del Imperio de Maximiliano de Austria En 1867 el imperio de Maximiliano recibe un duro golpe, cuando por órdenes de Napoleón III se retiran las tropas francesas de México a causa del inminente estallido en Europa de la guerra franco-prusiana, situación que es bien aprovechada por los liberales. Comienza la ofensiva final y Porfirio adquiere gran notoriedad, pues toma la ciudad de Puebla el 2 de abril y entra triunfante en la ciudad de México el 15 de Junio. Días después el desmoronamiento del segundo imperio mexicano concluye con el fusilamiento de Maximiliano en Querétaro. Porfirio Díaz es el hombre del momento. Había cumplido 37 años y combatido 37 campañas de guerra. Lo devora la impaciencia. Pero el prestigio y la popularidad logran el triunfo de Juárez en las elecciones presidenciales de ese año, con la consecuente frustración de Díaz. Ahí, decepcionado pero joven aún, se retira de los reflectores de la política y los campos de batalla a una pacífica hacienda azucarera “La Noria” en Oaxaca. Cuando escuches este Vals Ángel J. Garrido
  • 13. Los Gobiernos de Juárez (1871 -1872) y Lerdo de Tejada (1872 -1876) Nuevamente los cismas al interior de las filas liberales cundieron y las críticas hacia el gobierno de Juárez por su reelección de 1871 no se hicieron esperar, a tal punto que dieron origen a una rebelión que encabezó Porfirio (la Rebelión de La Noria), con la consigna de “menos gobierno y más libertad”, rebelión que desde un principio fracasó debido a la eficaz estrategia del ministro de defensa de Juárez que le propinó repetidos reveses en encuentros decisivos. Díaz estaba a punto de ser derrotado cuando sucedió lo inesperado: la noche del 18 de Julio de 1872 fallece Benito Juárez. El movimiento de la Noria perdía sentido, ya no existía razón para pelear. Nombran a Lerdo de Tejada presidente y éste, en un gesto de buena voluntad, concede amnistía a Porfirio, quien derrotado y con grandes quebrantos económicos, vende su hacienda de Oaxaca y compra otra en Veracruz, la Candelaria, en Tlacotalpan. Además obtuvo una diputación federal por ese estado. El gobierno de Lerdo de Tejada, al igual que el de Juárez, entró en controversia en varios ámbitos, debido a que la implementación de las Leyes de Reforma le atrajeron acusaciones de anticlericalismo, fomentando rebeliones cristeras, además de otros levantamientos.
  • 14. Fue acusado de autoritarismo y de prácticas anticonstitucionales. Pese a todo, lo más polémico y la gota que derramó el vaso fue la obstinación de Lerdo en buscar una reelección que, aunque la justificación era mantener la estabilidad, produjo lo contrario. Porfirio, que estaba al acecho, fraguó un plan y difundió una nota diciendo que viajaría a colocar a sus hijos a una escuela en Nueva York, noticia que nadie creyó. En vez de eso se trasladó a Nueva Orleáns a finales de 1875 y desde Brownsville en Enero de 1876, Díaz lanzó el Plan de Tuxtepec, el último pronunciamiento de gran impacto del siglo XIX mexicano, lanzándose de lleno contra Lerdo. A diferencia del frustrado Plan de la Noria, Porfirio optó por la creación de focos de actividad guerrillera en vez de enfrentamientos directos, pero las derrotas comenzaron a llegar nuevamente. Habiendo salido de Nueva Orleáns, en un intento por llegar a Veracruz, es descubierto en el barco en que viajaba, pero logra escapar y después de varios episodios dramáticos logra llegar al puerto y continuar con la rebelión. Finalmente el 16 de noviembre en la batalla de Tecoac, gracias a la oportuna intervención de su amigo el general Manuel González; triunfa Díaz. Pompas Letra: Tirso Sáenz Música: E. Vigil Robles
  • 15. Porfirio Díaz asciende al poder Así, Porfirio Díaz asumió el poder por decreto el 28 de noviembre de 1876 y se convirtió en presidente la mañana del 5 de mayo de 1877. Terminaba la era del progreso político, la de Juárez y comenzaba la del progreso material, la de Díaz. Paradoja de paradojas, Juárez, que fue un presidente civil, gobernó un país en guerra permanente, y Díaz, un militar, sería un presidente de paz. Díaz haría lo que Juárez no pudo jamás: pacificar a México. Díaz sería el presidente que Juárez hubiese querido ser. De esta manera y después de 55 años de precaria vida independiente, terminaban para los mexicanos un sinnúmero de rebeliones armadas y asonadas, de cruentas guerras civiles: Guerra de Independencia Guerra de Reforma Guerra de Texas Guerra de los Pasteles Guerra contra Estados Unidos Guerra de Intervención Francesa Inició entonces la era del orden, la paz y el progreso. La era del Porfiriato.
  • 17. El Porfiriato Al igual que México, Europa, tan pródiga en levantamientos y revoluciones de todo tinte, también se preparaba para una larga tregua a partir de la década de los setenta y hasta el inicio de la primera guerra mundial en 1914. Comenzaba una época de gobernantes longevos: la reina Victoria, el Káiser Guillermo II, el emperador Francisco José. Mientras tanto Estados Unidos, concluida su guerra civil, continuaba la colonización del oeste de su territorio, pero sin entrometerse en disputas limítrofes con México. Esta paz fue aprovechada por el progreso tecnológico. Comienzan las invenciones modernas: la luz eléctrica, el teléfono, el aeroplano, la bicicleta, los primeros fonógrafos y desde luego el automóvil, avances de los cuales México también se beneficiaría. Porfirio Díaz sentó la bases del desarrollo de México en un elemento fundamental: el ferrocarril. Un ilustre liberal, Francisco Zarco, dijo: "Donde hay caminos y correos, ferrocarriles y telégrafos, la paz está asegurada por sí misma y el orden no necesita del apoyo militar porque todos están interesados en conservarlo". Porfirio utilizó toda su experiencia política, militar y administrativa acumulada en sus andanzas guerreras para un solo fin: darle rumbo a México a través del orden y la paz.
  • 18. Para llevarla a cabo se basó más en el consenso de las elites regionales y nacionales que en el poder del ejército. Acuño una frase: poca política y mucha administración. Díaz gobernó a México desde el 5 de mayo de 1877, hasta el 25 de Mayo de 1911. En total, 34 años divididos en nueve períodos; ocho encabezados por Díaz y uno por su amigo el General Manuel González. El historiador Enrique Krauze resume de manera brillante los doce ejes de la estrategia de Díaz para encauzar al país por el progreso: Con el pueblo: pacificación o represión Con los amigos: divide y vencerás Con los gobernadores: control y flexibilidad Con la democracia: sufragio inefectivo, sí reelección Con el poder legislativo: domesticación Con el poder judicial: también domesticación Con el ejército: pan y palo Con la Iglesia: conciliación En la política exterior: gallardía Con la prensa: acoso Con los intelectuales: doma Culto a su personalidad. Hermosas Tapatías Luis G. Jordá
  • 19. Luces y Sombras Como todo régimen político tuvo aciertos y desaciertos. Entre los primeros podemos acreditarle haber nivelado los presupuestos por primera vez en la historia independiente de México, logrando incluso un superávit financiero. En 1876 se contaban con 600 km de vías férreas y para 1910 se habían construido más de 19,000 km. Heredó 9,000 km. de telégrafos, que para principios de siglo superaban los 70,000 km. Hacia 1910, la red postal cubría 90,000 km y México era el primer productor de plata en el mundo, el segundo de cobre y el quinto en oro. Durante su gestión se modernizaron por primera vez los principales puertos del país, nacieron las primeras fundidoras de fierro y acero, surgieron las hidroeléctricas y para 1910 México contaba con 5,500 fábricas de todo tipo. También se iniciaron las explotaciones petroleras que al final de su administración generaban más de 8 millones de barriles. En 1895 el servicio de la deuda comprometía el 38% de los ingresos del gobierno. Para 1910 era sólo del 4.41%. Pero no todo se enfocó en inversiones y negocios. También la ciencia y la educación ganaron con la apertura de la Universidad Nacional, el Ateneo de la Juventud Mexicana y la fundación de la Escuela Normal Superior, además de la incorporación del Conservatorio Nacional de Música como escuela oficial en 1877.
  • 20. El Estado se erigió como patrono y mecenas de las artes. Surgió la pintura con temas indigenistas y comenzó la recuperación de la arqueología prehispánica. Fue una época de esplendor de la cultura mexicana. El Porfiriato consolidó el nacionalismo mexicano del cual bebió, se nutrió e irradió posteriormente el movimiento revolucionario. Pero todo este auge de liberalismo económico y avance material y cultural tendrían que pagar un costo, y este recayó en las clases campesinas y obreras, la segunda de ellas, paradoja, nacida gracias al desarrollo porfirista. La modernización económica trajo consigo sus propias contradicciones. Aunque en el norte prosperaba una nueva clase de rancheros, en el centro las comunidades indígenas y mestizas sentían el avance gradual e inexorable de las haciendas, que se iban apoderando de sus tierras comunales. Es cuando aparece un proletariado rural despojado, flotante y que se vuelve susceptible de ser reclutado en el momento de la revolución. La ascendente clase obrera fue el producto del desarrollo y la industrialización y este proletariado adquiere una nueva e inusitada fuerza social a través de las agrupaciones sindicales. De esta manera, los "perdedores", los campesinos y obreros, no lo son tal, son el "resultado" de la modernización, no son alérgicos a los beneficios del régimen, pero sí son sus víctimas. Las Bicicletas Salvador Morlet
  • 21. Las huelgas reprimidas en Cananea (1906) y Río Blanco (1907) fueron muestras de la cara oscura del progreso material. En suma, los grandes retos sociales como la pobreza, la desigualdad y la injusticia no se pudieron resolver durante su mandato. Además, a estos factores debemos añadir el agravio democrático. A este respecto, dos hombres le hicieron ver a Porfirio la importancia y necesidad de preparar el futuro de la nación a través de una sucesión con carácter institucional, que permitiera transitar al país sin sobresaltos. Uno de ellos fue su ministro de Instrucción Pública, Justo Sierra, que en una carta le escribió: "En la República Mexicana no hay instituciones, hay un hombre; de su vida depende paz, trabajo productivo y crédito". Francisco Bulnes, a través de un simple silogismo, reveló: "El progreso, el crédito y la paz dependen de Porfirio Díaz. Porfirio Díaz es mortal. El progreso, el crédito y la paz• morirán con él". Pero Porfirio no lo vio venir. No se dio cuenta que el México de 1910 ya no era el México de 1876. México era otro que no se controlaba de la misma manera. Faltaba apertura electoral, juego de partidos, espacios de representación para los campesinos y obreros. Díaz no lo entendió. Y en 1910 volvió a postularse para presidente.
  • 22. La Caída y el Exilio Estaba por llegar el 15 de septiembre de 1910, su cumpleaños número 80 y el centenario del inicio de la guerra de independencia. Se estaban preparando los fastos para tan augusta celebración. En la célebre entrevista Creelman, Díaz había afirmado dos años antes, que “El país estaba preparado para la democracia y que no se postularía en esta ocasión”, pero mintió. No estaba dispuesto a dejar que alguien más fuera el centro de atención de tan gloriosa conmemoración histórica. Él se sentía el artífice del México moderno. Lo era. Díaz había sido el consolidador del Estado Mexicano. Díaz se creía el heredero de Hidalgo y Juárez. Nadie más ocuparía ese privilegio en tan magna ocasión. Y como era de esperarse, ganó las elecciones de 1910 y se celebraron las gloriosas festividades con grandes desfiles, estruendosos fuegos artificiales, rumbosos banquetes, deslumbrantes recepciones y llamativas obras públicas, como el monumento a la Independencia o el hemiciclo a Juárez, que engalanan hasta el día de hoy la ciudad de México. No hubo pueblo en México, por pequeño que fuera, que no haya construido algo en conmemoración del centenario de la independencia. Tristes Jardines José de Jesús Martínez
  • 23. Y junto a todo ello llegó la revolución. No tardó mucho en caer su régimen, debido a que Porfirio sabía que un enfrentamiento armado demasiado largo debilitaría a México, dejándolo una vez más a expensas de los intereses de Estados Unidos, y tal cosa era impensable para Díaz. Además nunca quiso un derramamiento de sangre innecesaria, aun a costa de perder su poder. Pero sobretodo, estaba viejo. No quería pelear. De esta manera, entrega su carta de renuncia al Congreso el 25 de mayo de 1911 y el 31 de Mayo zarpa de Veracruz en el vapor Ypiranga que lo llevará a París a su exilio del cual ya no regresará. Se vuelve nostálgico. Aunque necesita de un bastón para apoyarse, lo hace con cierto aire de dominio. Quienes lo reconocen le dan muestras de admiración. Uno de sus pocos pasatiempos era recibir la visita frecuente de los viejos soldados franceses a los que combatió en México, con quienes recordaba aquellos hechos militares. Uno de esos viejos generales escoltó a Porfirio hasta la tumba de Napoleón y depositó en sus manos la espada del legendario militar, diciéndole: "En nombre del pueblo y el ejército de Francia, pongo esta gloriosa espada, que es emblema de la patria, en las honorables manos de vuestra excelencia", a lo que Díaz respondió: "No soy digno de tener esta espada en mis manos", pero el viejo general replicó: "Desde la muerte del emperador, no ha estado en mejores manos".
  • 24. Además de Francia, Díaz fue honrado por altos dignatarios europeos, como el rey Alfonso XII de España o el Káiser Guillermo II de Alemania, quien, cuando iba a comenzar una gran parada militar, le dio un cetro de mando con grado de Mariscal, diciéndole: "cuando usted haga la señal comenzará el desfile". En Egipto, recibió los honores del futuro ministro de guerra inglés, Lord Kitchener. De esta manera, Europa premiaba a Díaz como uno de sus últimos héroes románticos de la época. Los meses finales de su vida los pasó en el sur Francia y París. Estaba triste, hablaba poco y cuando lo hacía su único tema era México. Cuando se enteró de la muerte de Madero, creían que se iba a regocijar, pues era quien lo había quitado de la presidencia, y sin embargo dijo: "cuánto siento esta muerte, auguro días tristes para México". Sus últimos días los pasó en París, recluido en su casa, sufriendo achaques a causa de la arterioesclerosis que menguaba su salud, y deseando escuchar noticias de Oaxaca. Murió a las seis y media de la tarde del 2 de Julio de 1915. Sus restos embalsamados descansaron un tiempo en la iglesia de Saint Honoré d' Eylau y tiempo después pasaron a una capilla del cementerio de Montparnasse.
  • 25. Epílogo Al triunfo de la Revolución Mexicana, la figura de Porfirio Díaz fue condenada al más injusto olvido. Díaz es el único presidente mexicano que sigue exiliado post-mortem, pero además también por la historiografía mexicana. Al Porfiriato se le ha desvinculado de su antecesor histórico, la República Restaurada, y lo que es peor, se le considera la antítesis, cuando hemos visto que es en realidad su culminación, la cristalización de largos años de esfuerzos liberales y republicanos. Con el Porfiriato se consolidó el Estado Mexicano. El final del siglo XIX fue la época de la conformación y desarrollo mundial de las naciones y México, por primera vez en su historia, se equiparaba con ellas. México se sincronizaba con el mundo. Por eso, visto en perspectiva, el Porfiriato fue la manifestación mexicana de la llamada primera globalización, entendiéndose ésta como desarrollo capitalista, experimentaciones democráticas, crecimiento de las ciudades, urbanización y desarrollo industrial y tecnológico. Fue la manifestación local de un fenómeno global. Viva mi Desgracia Francisco Cárdenas
  • 26. Años y décadas de estudio arrojan que el Porfiriato fue un periodo extraordinario de grandes cambios en todas las áreas de la sociedad, pero este razonamiento aún no ha permeado en la mente de los mexicanos de hoy. Y la causa se debe a la fuerza del paradigma de la Revolución Mexicana, que tuvo que construir la figura del "gran villano" para legitimar así su irrupción y los sucesivos gobiernos revolucionarios y post-revolucionarios. De ahí que el año 2010, bicentenario de la Independencia, fue un buen momento para hacer una serena, correcta y puntual ponderación de la figura y el legado de aquel mixteco casi puro que entregó literalmente su vida entera por abrazar una causa, una pasión: la consolidación y el engrandecimiento de México. Bibliografía "Porfirio Díaz, místico de la autoridad", Enrique Krauze Fondo de Cultura Económica, 2002 "Porfirio Díaz, del héroe al dictador", Paul Garner, editorial Planeta, 2003 Serie "Discutamos México", Capítulo VI "El Porfiriato", programas 26, 27, 28 y 29.
  • 27. F I N AVM - 13 Enero 2012 aavmvazquez52@gmail.com