1. ¿LOS APLAUSOS O LA GLORIA DE DIOS?
“La enfermedad que más amenaza la vida de la iglesia evangélica
es la pasión desenfrenada por los aplausos.”
Dr. J.C. Massee, 1929
Por Jim Adams
El Dr. Massee sabía de qué hablaba. Predicó cada domingo a más de 2.600 personas y
sus sermones aparecían cada semana en los periódicos principales de la ciudad de Boston.
A pesar de la fama de su ministerio, el Dr. Massee se mantuvo firme en resistir en engaño
de los aplausos del público, siempre citando Juan 5:44: “¿Cómo podéis vosotros creer,
pues recibís gloria los unos de los otros y no buscáis la gloria que viene del Dios único?”
Lastimosamente la enfermedad diagnosticada por el Dr. Massey sigue contagiando los
modelos de liderazgo que se encuentran hoy en la iglesia de Jesucristo. La cultura del
“líder exaltado” ha hecho menguar el modelo bíblico del líder como seguidor de Cristo y
servidor de los demás.
En el capítulo 12 del evangelio de Juan, el Señor Jesús se encuentra en el apogeo de su
fama como el Mesías. Grandes multitudes salen a recibirlo y colocan ramas de palmeras
en el camino para que ni una partícula de polvo lo moleste. Levantan su voz para clamar
“¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel” (vv. 12-13).
Como si fueran poco los aplausos del pueblo judío, se presentan también los gentiles en
la persona de los griegos quienes le suplican a Felipe, “Quisiéramos ver a Jesús” (v. 21).
Pareciera que por fin había llegado la hora tanto esperada en que Jesús tomaría su lugar
merecido como el líder exaltado de Israel. El mismo Jesús dijo, “Ha llegado la hora para
que el Hijo de Dios sea glorificado” (v. 23). Pero las palabras de Jesús que siguen eran
nada menos que un escándalo al oído de los discípulos y de los demás que procuraban
coronarlo como rey. “De cierto, de cierto os digo” dijo Jesús, “que si el grano de trigo
no cae en la tierra y muere queda sólo, pero si muere lleva mucho fruto.”
Usando la figura sencilla del grano de trigo, Jesús pone delante de toda persona que
aspira al liderazgo la disyuntiva que determinará la calidad y la autenticidad de su
ministerio: ¿estás tú dispuesto a morir para producir la vida de Dios en otros? Según las
mismas palabras de Jesús, la gran cosecha que cada líder desea comienza con la muerte
del mismo líder.
Jorge Müeller era un siervo destacado de Cristo quien llevó mucho fruto en su trabajo
como evangelista y director de orfanatos en Inglaterra. En cierta ocasión alguien le
preguntó: “¿Cuál ha sido el secreto de su servicio para Dios?”
Müeller respondió, “Hubo un día cuando morí. Morí por completo. Hice morír a Jorge
Müeller, a sus opiniones, a sus preferencias, a sus gustos y a su voluntad. Morí al mundo,
a sus aplausos y a sus censuras. Morí también a los hermanos y los amigos, a su
2. aprobación y a su rechazo. Desde aquel día, he procurado con diligencia sólo
presentarme a Dios como obrero aprobado.”
Estimado lector, no se deje engañar por los aplausos de la gente. Recuerde que la gran
cosecha de reproducir la vida de Cristo en muchos otros comienza con su propia muerte.
“Pero si muere . . . lleva mucho fruto.”
Usado con permiso.
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