Los predicadores no deben unirse a aquellos que critican a la iglesia. Al hacerlo, estarían revelando los consejos de Dios a sus enemigos y animándolos en su oposición, lo que les impediría exhortar o amonestar a su propia familia o a la iglesia. Del mismo modo, apóstoles como Pablo o Pedro no traicionarían su sagrada encomienda en circunstancias similares.
SESION DE PERSONAL SOCIAL. La convivencia en familia 22-04-24 -.doc
La organización de la iglesia
1. La organización de la iglesia
Párrafo 65
Los predicadores no deben unir su influencia a los que critican la iglesia—
Cuando se dejan influenciar por los argumentos y sugerencias de tales
consejeros, sería bueno que cada uno de nosotros se preguntase, “¿Debo yo, que
soy cristiano; un hijo de Dios; uno llamado a ser la luz del mundo; un predicador
de la justicia; quien a menudo ha expresado su confianza en la verdad y la manera
en que Dios nos ha guiado, debo unir mi influencia a aquellos que amargamente
se oponen a la causa de Dios? ¿Debo yo, un mayordomo de los misterios de Dios,
revelar a sus peores enemigos los consejos de su pueblo? ¿No animará tal
conducta a los inicuos en su oposición a la verdad de Dios y al pueblo que guarda
su pacto? ¿Acaso no me impedirá tal concesión abrir mis labios para exhortar,
amonestar, o instar a mi propia familia o a la iglesia de Dios? Si Pablo o Pedro
estuvieran en circunstancias semejantes, ¿traicionarían ellos tan sagrada
encomienda?”—The Signs of the Times, 3 de enero de 1884. {MPa 45.3}