Lecciones 05 Esc. Sabática. Fe contra todo pronóstico.
Tema 39
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TEMA 39. EL TEATRO. TEXTO
DRAMÁTICO Y ESPECTÁCULO
0. INTRODUCCIÓN
El teatro no es únicamente un género o texto
literario, sino que concilia diferentes códigos
comunicativos como el verbal o el gestual, elementos
visuales, sonoros, musicales, movimiento, danza, etc.
Por ello, como ha señalado Peter Brook, los significados
del vocablo «teatro» se tornan imprecisos, dada la
variabilidad en las diferentes sociedades y la ausencia
de un propósito claro.
El teatro sirve para satisfacer las necesidades del ser
humano: el hombre es un animal mimético que adopta
la forma del medio social en que vive. Es imitativo,
simulador, creativo, lúdico, observador, contemplativo,
comunicativo, vinculado emocionalmente a su entorno
y consciente. En el teatro estas necesidades se
satisfacen con menos censura. Por ello ha asombrado
siempre la capacidad del teatro para producir
turbaciones en el seno social, lo que ha promovido en
ciertos momentos históricos su estrecha vigilancia, su
prohibición o en otros su uso como instrumento
ideológico al servicio del poder.
Podría, por tanto, definirse el teatro —o si se
prefiere: el «hecho teatral»— como la conjunción
nacida de la suma (aunque en modo alguno simple
adición) de un texto literario (proyecto de
representación escénica de unos hechos insertados en
una línea de acción), y del desarrollo de dicha
representación (normalmente llevada a efecto por unos
actores, en un espacio escénico determinado, durante
un tiempo limitado, y para que sea contemplada por
unos espectadores). Se fundamenta esta definición en
la consideración de los dos aspectos básicos
constitutivos del teatro: el puramente lingüístico (que
remitiría a la consideración del teatro como un género
literario -frente y junto al lírico y al épico-narrativo-),
y el espectacular (que relaciona al teatro con otras
artes no verbales: música, danza, arquitectura,
pintura, etc.)
1. HISTORIA DEL GÉNERO
El teatro es un género histórico1
—al tiempo que un
concepto teórico—que posee unas características
determinadas en parte por el momento histórico-
literario en que se inscribe, y en parte por las
peculiaridades del teatro nacional correspondiente.
Según el diccionario de Corominas, el término
«teatro» empezó a usarse en castellano hacia 1275,
procede del latino theatrum, tomado a su vez del
griego théatron, que deriva de théaomai (‘yo miro,
contemplo’). No debe olvidarse, así, que en su origen
el teatro estaba destinado al sentido físico de la vista
y, de modo adyacente, al oído. Y eso sin contar con los
1
Téngase en cuenta que para algunos teóricos de la literatura los
géneros naturales (categorías universales) sólo son modos de
representación o tipos de comunicación, por lo que únicamente les
correspondería con propiedad el nombre de géneros a los históricos
(sometidos al devenir literario). Para Mukarovsky, por ejemplo, se puede
definir el género sólo para un período determinado, no como una categoría
válida universalmente, y sería difícil hallar una definición simple y no
ambigua que fuera válida para todos los tiempos y en toda la literatura.
experimentos teatrales del XX, que amplían el número
de sentidos físicos receptores del espectáculo teatral.
Es decir, como en el caso de otros muchos conceptos,
su origen se sitúa en el mundo clásico griego; si
etimológicamente el término nace en Grecia,
conceptualmente serán también griegos quienes
elaboren y den forma sistemática escrita a la teoría
primera sobre los géneros literarios; en ella aparece el
teatro como uno de la tríada principal.
1.1. Los géneros naturales
PLATÓN en el siglo IV a. C., define indirectamente el
teatro al presentar la primera tipología de los géneros
literarios basada sobre los conceptos de «diégesis» y
«mímesis», considerando los distintos modos de
transmitir los hechos al receptor de lo literario y
examinando al mismo tiempo la participación del
emisor-autor en la exposición de esos hechos. En
cuanto a la función del receptor, Platón parece hablar
desde el punto de vista del lector y no desde el del
espectador: desatiende los aspectos relativos a la
representación e identifica lo esencial dramático con el
diálogo.
De acuerdo con ello, el teatro es un género literario
narrativo cuyo modelo de transmisión es la imitación,
actividad en la que el autor, al «conformarse con otro
por el gesto o la palabra», parece buscar un mayor
grado de objetividad, por cuanto al suprimirse los
«relatos que el poeta intercala entre los discursos» y
aparecer «sólo los diálogos», su figura se oculta y da
la impresión de que deja hablar a los personajes para
que ellos solos construyan el mundo y el significado de
la obra en que se encuentran inmersos. Ese hablar «in
presentia» de los personajes dramáticos no es más que
el concpeto de ilusión teatral (la «apateia» griega),
esencial para comprender el del teatro.
ARISTÓTELES en el IV A. C., sienta las bases teóricas en
que se han de sustentar las posteriores reflexiones
sobre los géneros literarios. Emblemático es el pasaje
de la Poética donde después de hablar de las tres
posibles diferencias en la imitación: «los medios, los
objetos y el modo de imitarlos», se centra en la
modalidad para afirmar: «En efecto, con los mismos
medios es posible imitar las mismas cosas unas veces
narrándolas, o bien presentando a todos los imitados
como operantes y actuantes»2
.
1.2. Los géneros históricos
Tanto Platón como Aristóteles aluden en sus obras a
varios géneros históricos. Mientras que Platón
censuraba la tragedia, pues la razón no era la potencia
rectora del comportamiento del héroe y la comedia,
porque causaba efectos nocivos en los jóvenes y tenía
como esencia el ridículo ajeno, Aristóteles mantenía
una visón muy diferente. Es la teoría que expone
Aristóteles la que durante veinticinco siglos, con ligeras
Frantisek W. Galán. Las estructuras históricas. El proyecto de la escuela de
Praga. 1928-1946 (México: Siglo XXI, 1988).
2
Coincide con Platón en el aspecto espectacular del teatro (tragedia):
«el espectáculo (…) es una cosa seductora, pero muy ajena al arte y lo
menos propio de la poética, pues la fuerza de la tragedia existe también sin
representación y sin actores».
2. 2
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modificaciones, ha sostenido el edificio dramático
occidental.
La tragedia es para Aristóteles «imitación de una
acción esforzada y completa, de cierta amplitud, en
lenguaje sazonado, separada cada una de las especies
en las distintas partes, actuando los personajes y no
mediante relato, y que mediante compasión y temor
lleva a cabo la purgación de tales afecciones»,
introduciendo así el concepto de catarsis. La comedia,
en cambio, es «imitación de hombres inferiores, pero
no en toda la extensión del vicio». Para él son seis las
partes de la tragedia: la fábula, los caracteres, la
elocución, el pensamiento, el espectáculo y la
melopeya. Para él «el más importante de estos
elementos es la estructuración de los hechos; porque
la tragedia es imitación, no de personas, sino de una
acción y de una vida…»3
.
1.3. Los géneros naturales e históricos después
de Aristóteles.
HORACIO tratará de dar validez normativa a lo que
había sistematizado Aristóteles; le dedica el apartado
central de su Epístola, presta más atención al teatro,
recomendando la imitación de la vida humana como
fundamento de la verdad dramática. En la práctica
literaria dramática romana los géneros literarios
cultivados fueron (además de la tragedia y la comedia),
la «praetexta» (tragedia nacional), la «paliata»,
«togata». «atelana» y los mimos.
Durante la Edad Media, a pesar de la precariedad
documental, regía una teoría de los géneros en la que
se recogían según la forma de presentación (imitativa),
el trágico, el cómico y el satírico.4
La llegada del Renacimiento supone la consolidación
del esquema tripartito clásico de los géneros. MINTURNO
habla de «Epica, Scenica y Lyricia», a los que se
referirá también CASCALES, que los diferencia por los
instrumentos que utilizan cada uno y por el modo de
imitación (la Scénica admite choro; es dramático
siempre).
La teoría de LÓPEZ PINCIANO matiza que la poesía
dramática emplea el lenguaje, la música y el baile,
alternativamente, mientras que la ditirámbica usa el
lenguaje, música y baile al mismo tiempo.
La nota discordante teórica y práctica llega con LOPE
DE VEGA, cultivador y defensor de la tragicomedia,
rechazada por los preceptistas. A. Hermenegildo señala
que, cuando se publican las teorías de Cascales y
Pinciano, en la realidad escénica de España estaba
surgiendo un nuevo tipo de tragedia española.
Junto a esto, subían a escena los autos
sacramentales, herederos de la religiosidad medieval y
3
La «estructuración de los hechos» y la «imitación de la acción» remite
a la fábula.
4
La realidad dramática era diferente: salvo las imitaciones de Terencio,
lo religioso se impone temáticamente hasta el nacimiento del drama litúrgico
que se extenderá desde el siglo X al XV: ciclos de Pascua y de Navidad,
Misterios, Moralidades, Autos, Farsas, etc.
5
Valga como muestra la postura de BORIS TOMACHEVSKI, quien de modo
parecido a otros formalistas rusos como Tinjanov o Eichenbaum, no cree
posible establecer una clasificación de los géneros que sea lógica y duradera,
puesto que las obras literarias se distribuyen en amplias clases que, a su
vez, se diferencia en tipos y especies. De este modo, partiendo de los tres
géneros naturales se llaga primero a los históricos concretos (comedia
filibales dentro de otras obras como el melodrama y la
«Commedia dell’Arte», menores unas terceras, como
el sainete y el entremés.
Tras la consolidación de la tragedia (Racine), de la
comedia (Molière) y del drama durante el XVIII —a
pesar del evidente divorcio en España entre la teoría
neoclásica y la práctica posbarroca», el siglo XIX trae
un planteamiento filosófico de los géneros literarios
debido a Hegel, sobre la base de la identidad/alteridad
y la dialéctica de lo objetivo, lo subjetivo y lo objetivo-
subjetivo, con lo que el sistema de los géneros
literarios —en su aspecto conceptual— quedó
definitivamente cerrado. La dramática es para Hegel
síntesis de la lírica (subjetiva) y de la épica (objetiva),
porque tiene por objeto los acontecimientos objetivos
y la subjetividad de los héroes escénicos.
A lo largo del S. XX se desarrollan múltiples teorías
sobre los géneros literarios cuyo denominador común
es la ausencia de dogmatismo.5
Durante ese siglo se
ensanchan los géneros teatrales históricos (desde el
simbolismo al drama poético o del expresionismo al
neorrealismo, pasando por un experimentalismo
constante que llevará al teatro del absurdo, al
happening, etc.), al tiempo que se reformulan las
intangibles categorías teatrales aristotélicas6
.
burguesa, por ejemplo) y después obras literarias particulares (la narración
corta de Chejov, por ejemplo).
6
BERTOLT BRECHT y su concepción «épica» del teatro, se oponen al
denominado «teatro aristotélico» en el que lo importante es la fábula. Para
Brecht, el acelerado proceso de transformación del mundo «exige sin cesar
nuevos medios de expresión que, en el caso del teatro, se centran en la
destrucción de la ilusión teatral y la potenciación del elemento reflexivo
(utiliza para ello el “distanciamiento” del actor y el espectador respecto de
la acción dramática representada), porque en definitiva lo que debe
pretenderse con este nuevo tipo de teatro es la verdad oscila, a la que ha
de subordinarse toda la literatura y, por supuesto, el drama»