El documento describe la crisis de refugiados en Europa como una crisis humanitaria y moral para la Unión Europea. Miles de refugiados, principalmente de Siria, Irak y Afganistán huyendo de conflictos, se amontonan en campamentos improvisados en Grecia e Italia mientras intentan llegar a otros países de la UE. Sin embargo, la UE ha tenido dificultades para responder de manera unida a la crisis y algunos países han erigido vallas y se han negado a acoger cuotas de refugiados, lo que ha obligado a muchos a emp
Estudio de opinión a nivel nacional (16.04.24) Publicación.pdf
La crisis de refugiados en Europa: muros, tragedias y solidaridad
1.
2. Lejos de
Europa
La crisis de refugiados en Europa no es solo humanitaria. También
lo es moral. La UE, reconocida durante muchos años como un
emblema de solidaridad y justicia social, pone en entredicho
ahora su ejemplaridad en el mundo y su identidad como un solo
bloque. En busca de soluciones a la inmigración, se enfrenta
ahora a una coyuntura a tiempo real a la vez que demuestra que
el sentimiento comunitario hace aguas. Tanto como las barcas
que se hunden en el Mediterráneo. Por Ana Valiente.
Foto: La ONG Proactiva Open Arms, durante uno de sus rescates.
Foto cedida por Iker Pastor.
3. Entre tiendas de campaña montadas
sobre barro y lluvia en la pequeña loca-
lidad griega de Idomeni, en la frontera
con la República de Macedonia, una niña siria le
enseña unos dibujos al periodista español de
TVE, Lorenzo Milá. En su cuaderno hay pintadas
personas que parecen moverse entre un lugar
lleno de flores y colores y otro gris invadido con
armas. Esta visión tan sencilla del mundo pero
tan representativa, es una muestra a pequeña
escala de lo que está ocurriendo en realidad y
de lo significa la llegada masiva de inmigrantes
a territorio europeo. Un hecho que la Agencia de
la ONU para los refugiados (ACNUR) ha califi-
cado como “la mayor crisis de refugiados desde
la Segunda Guerra Mundial”. Miles de personas
se hacinan sin saber qué pasará en campamen-
tos desesperados e improvisados donde el frío
arrecia y las condiciones son infrahumanas. Con
el objetivo de aliviar, momentáneamente, su de-
sesperación, diversas ONG en el terreno, como
la Cruz Roja, con más de 96.000 miembros
entre trabajadores y voluntarios, velan para que
exista una intervención sanitaria, para que haya
mejoras en el saneamiento, y para que a aque-
llos que lo han perdido todo, no les falte una
manta, un plato de comida o, un teléfono con el
que llamar a sus familias. “Seguimos avanzando
en la intervención en materia de salud en los
campos de Skaramagas y Ritsona (región de At-
tica) y en la isla de Chíos, llevando a cabo
16.000 diagnósticos”, explica Óscar Meseguer,
responsable del operativo de Cruz Roja en Grecia.
“Cubrimos atención primaria, promoción de hi-
giene, seguimiento epidemiológico y vacunación,
además de procedimientos quirúrgicos menores,
pero no cirugía mayor que requiera anestesia y
hospitalización”, cuenta.
De entre estas personas recién llegadas a las
costas europeas, la mayoría son de nacionalidad
siria, y el motivo por el que huyen no es otro que
la Guerra Civil que enfrenta a su país desde
2011 entre las fuerzas gubernamentales de Ba-
char el Asad contra los grupos opositores al Pre-
sidente. Al conflicto se le suma un tercer
participante: el Estado Islámico, que ante se-
mejante clima de inestabilidad política y social,
se ha hecho con buena parte de las reservas de
petróleo y amenaza con difundir su naturaleza
fundamentalista y su odio a Occidente. Sin em-
bargo, entre aquellos que intentan alcanzar Eu-
ropa, sea cual sea su precio, no solo hay sirios.
También hay iraquíes, eritreos, afganos y otras
nacionalidades que huyen de conflictos en
Oriente Próximo y África, y que miran a sus ve-
cinos como la salvación a sus miserias, aun sa-
biendo que no todos les recibirán de la misma
manera. Su objetivo es llegar a estados con eco-
nomías pujantes y alta demanda de mano de
obra, como Alemania o Suecia, donde, a priori,
parece más sencillo comenzar una nueva vida
lejos del miedo y la violencia. Pese a lo que se
suele creer, no todas estas personas proceden
de situaciones personales en riesgo de pobreza.
La gran mayoría, en el caso principalmente de
sirios, responde al perfil de ciudadano de clase
media: con casa, familia, trabajo e incluso cierto
estatus social –muchos de ellos realizaban la-
bores cualificadas en el campo de la medicina,
el mundo académico o la música. El motivo de
su desplazamiento no es económico sino político.
Temen por su integridad física, por lo que según
la Declaración Universal de Derechos Humanos,
su decisión de abandonar su país es legítima.
La Convención sobre el Estatuto de los Refugia-
dos, adoptada por la ONU en Ginebra, el 28 de
julio de 1951, define refugiado como “una per-
sona que debido a fundados temores de ser per-
seguida por motivos de raza, religión,
nacionalidad, pertenencia a un determinado
grupo social u opiniones políticas, se encuentre
fuera del país de su nacionalidad y no pueda o,
a causa de dichos temores, no quiera acogerse
a la protección de su país”. Aunque la opinión
pública y algunos medios de comunicación han
generado cierto debate en torno a las diferencias
entre ‘refugiado’ e ‘inmigrante’, la Organización
Internacional para las Migraciones (OIM), explica
que todos los refugiados son inmigrantes, aun-
que esto no se cumpla al revés.
Líbano tiene 4,4 millones de habitantes y ha acogido a
1.000.000 de refugiados. La poblacion de la UE es de 508
millones de personas y aún se debate entre cuotas
Lejos de Europa
RUTA DE LOS BALCANES
Elaboración propia con datos de ACNUR
4. La ‘Gran Solución’
Ante la urgencia de la situación, muchos se desplazan a
países vecinos como Líbano o Jordania, dos estados de
Oriente Medio, que pese a su reducida extensión geográfica,
ofrecen una sobrecogedora cifra de acogidas. Sólo en Lí-
bano, un país de alrededor de 4,4 millones de habitantes,
hay al menos 1.000.000 de refugiados sirios y 450.000
palestinos, según datos de ACNUR. La UE tiene una pobla-
ción de 508 millones, ¿a cuántas personas está dispuesta
a acoger?
Para aquellos que desean alcanzar el Viejo Continente, la
primera toma de contacto es Italia y Grecia, dos países ac-
tualmente desbordados. La Agencia Europea para la Gestión
de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de
los Estados miembros de la Unión (FRONTEX), explica que,
a través de la ruta mediterránea oriental que tiene como
destino final Grecia, han llegado en los cinco primeros
meses de 2016, en torno a 160.000 personas; y desde
enero de 2015 a junio de 2016, en concreto 1.221.277
refugiados, según datos de Cruz Roja Española. La mayoría
proceden de Siria, Afganistán e Irak.
Una gran parte llega por tierra, atravesando Turquía, con
destino Grecia, donde según la cadena alemana Deutsche
Welle, ha llegado a haber “hasta 25.000 personas” en la
localidad de Idomeni, donde existe una valla que separa el
país heleno de su vecina Macedonia. Los refugiados buscan
como pueden huecos por los que atravesar la frontera, en
su ruta por los Balcanes hacia Alemania, enfrentándose en
muchas ocasiones a la policía, que trata de disuadirles de
diversas formas, incluso con gases lacrimógenos. "En tiem-
pos de crisis, cada país debe encontrar sus propias solu-
ciones”, decía el presidente macedonio. Hungría, por su
parte, liderada por el conservador Viktor Orbán, también ha
mostrado el rechazo a la llegada de refugiados, -aun siendo
sólo país de tránsito- y encontró su particular solución en
agosto de 2015 cuando levantó varias vallas en la frontera
con sus vecinos Serbia, Eslovenia y Croacia, dictando penas
de cárcel para aquellos “ilegales” que osaran atravesarlas.
No obstante, ésta no es la única alambrada con la que se
topan los inmigrantes. También Turquía, en la provincia de
Edirne, en la frontera con Grecia, levantó un muro de 12,5
kilómetros, curiosamente financiado con fondos europeos,
según datos del diario Público. Otras de las barreras artifi-
ciales se encuentran en Lesovo, Bulgaria (frontera con Tur-
Arriba: dos mujeres se abrazan tras su llegada a la costa. Foto: (cc) Fotomovimiento/Flickr
Centro y abajo: refugiados en la frontera greco-macedonia con una pancarta que dice: ‘Por favor,
dejadnos ir’ y campamento improvisado en Lesbos, Grecia. Fotos: (cc) Cris Evans/ Flickr.
Lejos de Europa
5. quía), Calais (frontera entre Francia y Reino
Unido, en el Eurotúnel), y Ceuta y Melilla, las
cuales, a pesar de tener una afluencia princi-
palmente subsahariana, también se han visto
afectadas por la crisis siria. Muros de la ver-
güenza humana que en vez de ofrecer solucio-
nes, dificultan el paso de estas personas y las
aboca a otras rutas incluso más peligrosas,
como son el mar Mediterráneo o el Egeo, otrora
cuna de relatos y mitología, y ahora escenario
de una gran tragedia humanitaria, en la que los
contrabandistas han encontrado un negocio su-
mamente lucrativo. Además de las mafias que
engañan a quienes están dispuestos a gastar
todos sus ahorros en un pasaje de barco, tam-
bién acampa a sus anchas la trata de humanos,
convirtiendo a mujeres y niños en el grupo más
vulnerable. La Comisión Española de Ayuda al
Refugiado (CEAR) indica en su informe #UErfa-
nos que en lo que llevamos de 2016, (a fecha
1 de julio), se han ahogado 2.899 personas, y
según ACNUR, desde 2015, más de 5.000. La
imagen más mediática, la de Aylan, un niño turco
de tres años tendido boca abajo en la playa, cuya
tragedia dio la vuelta al mundo en septiembre
de 2015. ¿A qué esperaba Europa para reac-
cionar?
Quizás fue ésa la pregunta que se hizo Proactiva
Open Arms, una ONG catalana formada por so-
corristas voluntarios que, ante la llamada de de-
sesperación en el Mediterráneo, y ante la falta
evidente de ONG en el terreno, decidieron poner
rumbo a finales de 2015 a las islas griegas,
para prestar su ayuda allí donde más se nece-
sitaba. “Óscar y Gerard fueron los dos primeros
que se marcharon, con la idea de analizar la si-
tuación, pero al llegar y ver la magnitud de la
tragedia, pensaron que no podían volverse”, re-
lata al teléfono Laura Lanuza, la portavoz de la
ONG. Decidieron montar una web de crowdfun-
ding para poder sostenerse allí más de un mes.
“Cada día llegaban entre 3.000 y 4.000 per-
sonas. En un día incluso llegaron 8.000. A una
costa de 17 kilómetros. Venían asustados, ha-
cinados en barcas con capacidad para muchas
menos personas. Imagínate lo que pensarían en
momentos de oleaje”. Sigue Laura: “Contentos
por otro lado, por fin llegan a Europa donde se
supone que se les va a acoger”. Cuando se le
pregunta por el destino de estos refugiados que
llegan desde Turquía a las costas griegas, ex-
plica: “Su idea no es quedarse allí. Ninguno
quiere quedarse en Grecia. Pero tan solo 10 ki-
lómetros les separa Europa de Turquía y ya que
las fronteras terrestres están cortadas, no tienen
otra opción que pagar entre 1.000 y 1.500
euros a las mafias para poder subirse”. Una
cantidad que chirría mucho con los 20 euros que
cuesta un ferry entre Estambul y Grecia, añadirá
Laura más adelante. ¿Es responsable la UE de
esta miseria? “Lo que no puede ser es que Eu-
ropa ponga la responsabilidad en nosotros, los
socorristas. Hemos comprobado que ha habido
una acción deliberada para parar los recursos
que salvan vidas”, enfatiza. “No existe un dis-
positivo de salvamento marítimo. Está FRONTEX,
pero éste precisamente lo que hace es vigilar las
fronteras”, aclara Laura, quien ha vivido la si-
tuación de cerca.
Un reparto desigual
Ante tal llamada de urgencia, la UE, que ya se
encontraba inmersa en una profunda crisis de
identidad por problemas internos entre sus pro-
pios estados miembros, e incapaz de hablar con
una sola voz, se topa ahora con una disyuntiva
que no estaba en su agenda. La reacción de los
países no se hace esperar y hasta el propio Tra-
tado de Schengen –creado en 1985, permite
la libre circulación entre 21 países comunitarios
más Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein-
se tambalea. En este entramado también sale
a relucir la Convención de Dublín de 1990, y es
que según las leyes europeas, los refugiados
están obligados a pedir asilo en el primer país
europeo que pisen, un requisito que ha sido cri-
ticado por diversas ONG, pero usado en bene-
ficio de ciertos países como Reino Unido. En un
intento por aliviar la caótica situación en que se
encuentran Italia, Grecia y Hungría, la Comisión
decide imponer una serie de cuotas a los Ven-
tiocho, con el fin de reubicar a 180.000 per-
sonas. “Europa es una isla de esperanza para
aquellas personas que huyen de la guerra y la
opresión en Oriente Medio”, decía Juncker, el
Presidente de la Comisión. En la práctica no era
exactamente así.
Para analizar los datos, un portavoz de CEAR, a
través de una entrevista telefónica, aclara que
la UE se comprometió a reubicar a unas
160.000 personas que ya estuvieran en suelo
La ONG española Proactiva Open Arms ayuda a una embarcación que
acaba de llegar a las costas griegas. Fotocortesía de la ONG.
“En lugar de prepararse para recibir, la UE se ha preparado para rechazar”
Lejos de Europa
6. comunitario, véase Italia, Grecia o Hungría, y a
reasentar a 20.000 que se encontraran en lu-
gares como Irak, Jordania o Líbano. Cada país
de la UE recibió una cuota, excepto algunos
como Reino Unido, Irlanda o Dinamarca, países
con quienes la UE permite ciertas concesiones
en materia de refugio y asilo. Alemania (que
aceptó alrededor de 40.000) y Francia,
(30.000), según datos de la Comisión Europea
recogidos por la BBC, se pusieron a la cabeza
en número de acogidas. España, que en un pri-
mer momento se negó a la cuota establecida,
pidiendo que fuera más “proporcionada, justa y
realista”, finalmente se comprometió a dar la
bienvenida a 16.000 refugiados. Europa del
Este, por su parte, comenzó a mostrar diferentes
reticencias, tal y como fue el caso de Polonia,
República Checa o Eslovaquia, quien se aferró
al argumento de que sólo acogería a cristianos
por no tener mezquitas. Una vez más, se creaba
un bloque en el corazón de la UE y se colocaban
en el centro del debate valores bastante alejados
de aquellos que preconiza la Unión. El incendio
de varios centros de refugiados en Alemania,
muestra de la ola de xenofobia que recorre Eu-
ropa central es sólo un ejemplo. También las de-
safortunadas declaraciones del Primer Ministro
británico, David Cameron, que calificó “de plaga”
a los inmigrantes que intentan llegar a Reino
Unido desde Francia, o el póster anti-inmigración
del político británico Nigel Farage, líder del Par-
tido de la Independencia del Reino Unido (UKIP).
A pesar de estos, afortunadamente, también hay
otras muchas muestras de solidaridad y huma-
nidad ciudadana hacia aquellos que lo han per-
dido todo, desde caravanas de alimentos, a la
acogida en casas particulares o a manifestacio-
nes de apoyo.
El informe #UErfanos de CEAR ilustra con datos
la situación actual. Tras un vaivén de cuotas,
afirmaciones y promesas, éste es el resultado
(a fecha 1 de julio). Reubicados en la Unión Eu-
ropea: 2.783. Reasentados desde un país de
Oriente Medio: 7.272. Total: 10.055 personas.
La situación en España es bastante llamativa.
Hasta principios de julio de 2016, el Gobierno
español ha acogido a 315 personas (187 reu-
bicados más 128 reasentados). Algunas voces,
como la de la historiadora Alicia Alted en su libro
“La voz de los vencidos: el exilio republicano de
1939”, no pueden evitar hacer comparaciones
y sacar a la luz un dato: durante la Guerra Civil
Española (1936-1939) unas 465.000 per-
sonas cruzaron la frontera con Francia. La his-
toria es cíclica, y la memoria corta.
El acuerdo con Turquía
Pero sin duda, lo que más descontento ha pro-
vocado en el sector de las ONG y la opinión pú-
blica, es el acuerdo firmado el pasado 18 de
marzo entre la UE y Turquía para la devolución
de refugiados ilegales. Turquía, liderada por Er-
dogan, “no es un país seguro”, denunciaba Am-
nistía Internacional, cuyo Director para Europa y
Asia Central, John Dalhuisen, explicaba en un
comunicado, que “el acuerdo es insensato e ile-
Lejos de Europa
Un grupo de personas se aleja de una de las alambradas
construídas para evitar la entrada de refugiados. Foto: (cc) Fotomovimiento/Flickr.
“No es real la idea de que Turquía vaya a respetar
los derechos y vaya a satisfacer las necesidades
de más de tres millones de refugiados”
7. gal”. Asimismo, añadía: “No es real la idea de
que Turquía vaya a respetar los derechos y vaya
a satisfacer las necesidades de más de tres mi-
llones de demandantes de asilo y refugiados”.
A través del acuerdo, todas aquellas personas
que lleguen a territorio europeo de forma ilegal,
y que, una vez analizada su demanda, no cum-
plan los requisitos para obtener el estatus de
refugiado, serán devueltas a Turquía, ya que, en
su recorrido han debido pasar por este país obli-
gatoriamente. A su vez, por cada sirio devuelto,
otro procedente del país turco, será aceptado en
algún país comunitario. Uno por otro. “El acuerdo
está en contra de los principios fundamentales
sobre los que la UE se sustenta. No se entiende,
es inaceptable. Se hizo deprisa y corriendo. De-
volvemos a los refugiados a un país antidemo-
crático, para que éste haga el trabajo sucio”,
declara Laura de Proactiva Open Arms. Más allá
de las dudas sobre la legalidad de la firma, a
Óscar Meseguer, por su parte, el acuerdo le pro-
voca “una profunda inquietud en cuanto al im-
pacto en la efectiva protección de las personas”.
A lo que subraya Laura: “Están negando la re-
alidad. Hay 2.000.000 de personas en suelo
turco esperando para cruzar”.
¿Qué sacan los turcos de todo esto? Muchos
expertos han analizado las ventajas, entre las
que destacan una serie de fondos económicos
entregados por la Comisión Europea al Gobierno
turco con los que sufragar los gastos de los re-
fugiados. Sin embargo, lo que de verdad le in-
teresa a Erdogan son las negociaciones sobre la
exención de visados y avanzar en el eterno de-
bate sobre su adhesión a la UE. Turquía quiere
poder circular libremente por la Unión tan pronto
como sea, por lo que, de retrasarse las nego-
ciaciones con sus socios europeos en este tema,
el presidente turco ya ha dicho que daría un paso
atrás y no ratificaría el tan controvertido pacto.
Turquía tiene las de perder, pero la UE está en
la encrucijada.
¿Existe solución al drama?
¿Cerrar fronteras? ¿Acabar con la guerra en el
mundo? ¿Levantar vallas? ¿Acoger sin distin-
ción? Mientras los gobiernos hacen malabares
entre cumbre y cumbre para dar con una solu-
ción, algunas organizaciones no gubernamenta-
les, ya han dado un paso adelante y han creado
una hoja de ruta con la que ofrecer maneras fac-
tibles de acabar con esta crisis humanitaria. Una
de ellas es la francesa Amnistía Internacional,
que denuncia que “la gente se muera mientras
los Gobiernos se gastan millones en control
fronterizo”. Por utópico que parezca, para ellos,
esta brecha tiene cura. En un informe, sugieren
algunas formas de acabar con la desesperación.
Con la bandera de los derechos humanos como
emblema, abogan por abrir rutas seguras, de-
rribar los muros que sólo acarrean más trage-
dias, como la de perder la vida en el mar o la de
acabar siendo víctimas del tráfico humano. Asi-
mismo, defienden la absoluta necesidad de aco-
ger a quienes son perseguidos sin ningún tipo
de condición o distinción, pues a eso se com-
prometieron los países al firmar la Convención
de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados.
Turquía, curiosamente, está entre la lista de paí-
ses que no firmaron todos sus protocolos. Entre
las propuestas más extravagantes, la del millo-
nario egipcio Naguib Sawiris que propone com-
prar una isla en el Mediterráneo y convertirla en
el hogar de todos aquellos que huyen del suyo.
Para Óscar Meseguer, de la Cruz Roja, la solu-
ción está en “apoyar a las comunidades en sus
países de origen e invertir en ellas para que pue-
dan contar con sus propios medios de vida y
poder vivir así en unas mínimas condiciones de
dignidad”, explica. “Lo que hay que hacer es
acabar de una vez por todas con la venta de
armas, pero supongo que no interesa”, concluye
tajante Laura quien, junto a sus compañeros, ha
vivido muy de cerca la situación
Lejos de Europa
“”‘Todos somos inmigrantes. La Tierra es nuestra casa’.
Pintado en una puerta de Lesbos. Foto: (cc) Ann Wuyts/ Flickr.