Cuando fue detectado por astrónomos españoles, desde el observatorio de La Sagra, en Andalucía, el extraño cuerpo celeste se situaba a más de 4 millones de kilómetros. Corresponde señalar que el 97% de este tipo de astros son descubiertos generalmente por institutos estadounidenses, el 2% de los mismos por centros de observación en España, y el 1% restante desde diferentes lugares del mundo. Sofisticados instrumentos computarizados y programas de software, han permitido a los astrónomos hispánicos compensar la ventaja de los abultados presupuestos que los estadounidenses vuelcan en esta búsqueda. Se planea, con la utilización de instrumental adecuado, "mapear su accidentada superficie", para tener datos más concretos acerca de su composición. La aplicación de técnicas apropiadas, permitirá conocer su período de rotación. Como dato curioso, su revolución en torno al astro solar, es un día superior a la terrestre (apenas 366,2 días). Hace unos veinte años, con la tecnología entonces imperante, el extraño cuerpo habría pasado inadvertido, dado que nadie en el mundo lo habría podido detectar. Su procedencia, en principio desconocida, desconcertó a muchos. Por el momento, se acepta que procede del cinturón principal de asteroides (astros diminutos, con aspecto de estrellas), que gravitan alrededor del Sol, especialmente ubicados entre las órbitas de Marte y Júpiter. Se ha especulado que algún desprendimiento de la faja principal de planetoides (pequeños planetas telescópicos), lo habría proyectado hasta el planeta azul que habitamos. Al proceder de una zona espacial tan distante y tan estable, no debe haber experimentado transformaciones de importancia, y por tanto su superficie podría encerrar valiosa información acerca de la nebulosa original, de la que el Sistema Solar se formó. Incluso podría contener, eventualmente, compuestos orgánicos, por lo cual, los conocimientos que se obtengan acerca de su verdadera composición físico-química, se consideran, desde la perspectiva científica, verdaderamente valiosos. Este cuerpo transitará de sur a norte, pudiendo ser apreciado con prismáticos y anteojos astronómicos, como un punto luminoso similar a una estrella pero moviéndose rápidamente entre las diferentes constelaciones. Será especialmente visible desde Europa, África, y las comarcas asiáticas, en zonas de escasa contaminación lumínica y en condiciones meteorológicas favorables, vale decir, con cielo despejado y libre de masas nubosas y turbulencias atmosféricas.