1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
08 de
octubre de
2017
LA COLUMNA
De Mons. Javier Del Río Alba
LA EDUCACIÓN CATÓLICA
El miércoles último, en representación del
Arzobispado deArequipa he firmado un Convenio
de Cooperación Interinstitucional con
AUTODEMA, en virtud del cual esta entidad nos
ha cedido un terreno en la zona de El Pedregal para
construir la nueva sede del colegio parroquial
«Sagrada Familia», de modo que, dentro de poco
tiempo, cada año podremos recibir en ese colegio a
más de 1,700 alumnos en lugar de los 311 que
recibimos actualmente. De esa manera,
atenderemos el pedido de los padres de familia
que, cada vez en mayor número, presentan a sus
hijos para ser formados por nosotros. Al mismo
tiempo, fortaleceremos nuestra cooperación con el
Estado en el ámbito de la educación escolar, que es
fundamental para el presente y futuro de nuestra
región y del país, porque no sólo formaremos
buenos católicos sino también ciudadanos capaces
de contribuir de modo responsable con el bien
común de la sociedad. No en vano el artículo 50°
de la Constitución Política de nuestra nación
reconoce a la Iglesia Católica “como elemento
importante en la formación histórica, cultural y
moraldelPerú”.
La primera responsabilidad en la educación de los
niños y adolescentes corresponde a sus padres y
debe comenzar en el hogar; pero para que los
padres puedan realizar rectamente su misión de
educadores requieren de la colaboración del
Estado y de diversas instituciones presentes en la
sociedad, entre las cuales siempre ha destacado la
Iglesia Católica. Como dice el Concilio Vaticano
II: “La Iglesia, como Madre, está obligada a dar a
sus hijos una educación que llene toda su vida del
espíritu de Cristo, y al mismo tiempo ayuda a todos
los pueblos a promover la perfección cabal de la
persona humana, incluso para el bien de la
sociedad terrestre y para configurar más
humanamente la edificación del mundo” (GE, 10).
En este sentido, la escuela católica cultiva las
facultades intelectuales de sus alumnos, les ayuda
a desarrollar el recto juicio, los introduce en el
patrimonio cultural local, nacional y universal,
promueve en ellos los valores, fomenta la amistad
y mutua comprensión. Todo eso en un ambiente
evangélico que, sin imponer la fe, hace posible que
los alumnos cuenten con los medios necesarios
para que, en la medida en que van adquiriendo los
conocimientos sobre las distintas materias
curriculares y desarrollando diversas habilidades,
crezcatambiénenelloslagraciabautismal.
En el entorno tecnolíquido y relativista de nuestros
días, resulta cada vez más urgente la necesidad de
brindar a las nuevas generaciones una sólida
formación escolar, tanto en la dimensión
académica como en la física, cívica y moral,
porque como ha escrito el Papa Francisco, “una
buena educación escolar en la temprana edad
coloca semillas que pueden producir efectos a lo
largo de toda una vida” (LS, 213). Ante ciertas
corrientes que promueven lo efímero y utilitarista,
así como ante la fragmentación del saber, urge
impulsar un trabajo interdisciplinario, basado en la
recta relación entre razón y fe, que sea capaz de
brindar una educación integral a través de la cual se
transmita una adecuada antropología y
cosmovisión, a partir de la integración de las
diversas dimensiones del ser humano y de la entera
creación. Con esa finalidad, el humanismo
cristiano, abierto al Absoluto, es una buena guía
para la construcción de una sociedad más justa y
solidaria. Las verdaderas revoluciones, ha
recordado el Papa Francisco en Colombia, no son
aquellasideológicassino lasevangélicas.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa