Un cuento salido de la nada, por el simple hecho de querer decir cosas, mezcla de sueños por lograr y anécdotas.

1. ESOS INQUIETOS Y AGITADORES CABEZAS DURAS.
Bruno Armando de la Cruz Chuzeville
(Una fábula escolar)
Son las 8.00 am del Lunes y Juanito de apenas 6 años ya está listo para su primer día de escuela en
la primaria. Su padre Arnulfo, quien es un maestro joven, lo lleva a la escuela, la cual no es la misma
donde él enseña; rápidamente antes de que se le haga tarde para llegar a su trabajo. Con un poco de
retraso que no es muy marcado Arnulfo llega a la escuela. Cada día al llegar se siente extraño
caminando por los pasillos llenos de azulejos resquebrajados, los murales de las paredes cada vez
muestran la pintura base de color blanca, muchos maestros que ya pintan canas, lo miran siempre
con desgano, y justo cuando Arnulfo quiere sonreírles al dar los buenos días, éstos desvían la mirada
y se alejan rápidamente. Los niños acuden al sonido de la campana a formarse para los honores a la
bandera. Uno de ellos de cuarto año le dice a un amigo: -¡que aburrido es esto!, ya tengo hambre,
para que repetimos siempre las mismas frases, ¿Qué los héroes de la patria no se cansaban también
de hacer lo mismo?
Arnulfo tiene 26 años y es egresado de la Escuela Normal Superior. Es casado y tiene un hijo que le
ha dado un giro a su vida, y desde luego que incide en su actividad profesional. Viene de una familia
de clase media baja, que con esfuerzo pudieron costearle sus estudios. Su educación fue muy
tradicionalista. Sus padres creían que mandarlo a la escuela era una forma de no tenerlo tanto tiempo
en casa, para que ellos se dedicasen a trabajar para el sustento del hogar. Fue el menor en una
familia de tres, él y dos hermanas mayores. Sus padres no eran tan dedicados con Arnulfo, puesto
que como sus dos hermanas eran más grandes y estaban en la adolescencia, acaparaban toda la
atención.
Cada vez que Arnulfo llega a su trabajo recuerda cuando apenas era un niño que transitaba
desconcertado, con miedo e inseguridad por los pasillos de la escuela, ya que sus papás nunca le
dieron ni siquiera una vaga idea de que significaba ir a la escuela desde muy pequeño. Recuerda
como cada día sus maestros le decían muchas cosas que tenía que repetir, pero al final del día él lo
olvidaba todo y se concentraba en llegar a casa y jugar. Arnulfo nunca olvida esos días en aquella
escuela urbana donde asistió, en la que los maestros le dejaron lleno de resentimientos. Recordaba
con tristeza como cuando alguien quería abusar físicamente de él y se tenía que defender por medios
no usuales como usar lapiceros. Por ser el más retraído y que daba el aspecto de ser tonto no
contaba con el apoyo de los profesores. Además, cada clase le parecía sin sentido ya que ninguno le
decía el porqué de las cosas, lo cual fue algo que lo hizo creer que la educación no valía la pena. Y lo
más grave era cuando sus padres ni siquiera le preguntaban porque tenía tantos problemas de

2. indisciplina en la escuela, sino que dejaban al maestro a su libre arbitrio para decidir cómo debía ser
castigado. Arnulfo deseaba mucho que sus padres lo entendieran e intercedieran en la manera de
educar en la escuela, pero eso no fue así. En esa época no se contaba con una visión más humanista
de la educación, ni mucho menos los alumnos tenían derecho a expresar sus inquietudes y a
contrastar las asignaturas.
Volviendo a la actualidad Arnulfo se encuentra todos los días de la semana frente a un grupo de 22
niños de quinto año de primaria, y todos tienen una particularidad que no hace que Arnulfo olvide la
escuela al llegar a su casa. En una escuela urbana se encuentra ante el problema de la
estratificación social. Tiene alumnos cuyos padres no cuentan con un gran capital ni el bagaje cultural
para apoyar a sus hijos en la enseñanza, otros son de clase media alta cuyos padres no quieren
poner atención a la escuela porque han delegado esa parte al maestro, Los padres creen en el
convencionalismo de que al ser ellos los que llevan el sustento al hogar y al concebir que el bien
material está seguro no es tan importante voltear al desarrollo educativo de sus hijos. Entonces se
crea un grupo de niños disfuncionales, en donde los de familias más acaudaladas quieren sentirse
superiores a otros, manteniendo una actitud agresiva y de soberbia. Mientras que los alumnos de
familias más pobres quieren tener los mismos derechos que todos, y mantienen una actitud de
cuidado o reaccionan violentamente de repente ante los ataques de otros. Arnulfo se cuestiona como
es que pasa eso y si realmente es algo en lo que él tiene que meter la mano, para tratar de conciliar
ambas partes; mientras descuida su labor de enseñanza por atender problemas de conducta.
Siempre se queda pensando -¿acaso los padres no deberían preocuparse más por la educación de
sus hijos en vez de vernos a nosotros como niñeras? Y una vez más los recuerdos de la infancia le
vienen a la mente cuando él deseaba que sus padres se preocuparan más por él. O bien el maestro
tuviera un mejor juicio en vez de ahorrar la fatiga de investigar y castigar al primer acusado que le
ponían enfrente.
Son casi la una de la tarde y uno de los intendentes le avisa que habrá una reunión de docentes con
el director al terminar el día. Inmediatamente Arnulfo se desconecta de la clase que imparte para
pensar que no podrá llegar a tiempo para recoger a su hijo. Cuando vuelve en sí retoma el tema de la
clase, que es ciencias sociales y pregunta a sus alumnos qué personaje histórico les hubiera
gustado ser, si Hidalgo o Morelos. Unos contestan que Hidalgo y otros que Morelos pero muy poco
convencidos. Finalmente Pedrito dice: - “ninguno maestro porque a los dos los mataron”-. Arnulfo no
es un maestro que reprenda tan fácilmente, es un maestro visionario y de mente abierta y a pesar de
las risas de los niños por la respuesta. Pregunta de nuevo -¿y porque Pedro has llegado a esa
conclusión? Pedro le dice que en su casa no le dan importancia a la historia porque son cosas que ya
pasaron hace siglos y que lo importante es que aprenda a sumar, restar y multiplicar para que no lo

3. hagan tonto de grande. Sin lugar a dudas era la respuesta que Arnulfo presuponía y sin duda la más
importante del día.
Antes de entrar a la junta, Arnulfo llama a su esposa para que pueda hacer en un espacio en su
trabajo y recoger a su hijo, ya que él no podrá por razones extra aula. La junta comienza y el director,
quien es un señor de casi 60 años con voz grave y cansada, les comenta que la escuela necesita
fondos para su restauración, porque lo que el estado les da del presupuesto público para la
educación no es suficiente. El director propone recaudar dinero de los padres de familia pero lo ve
difícil ya que no existe una buena relación entre escuela y ellos. Éstos no están apegados a las
actividades escolares y sin duda cuestionarían la labor de los docentes de pedirles apoyo. La razón
es que ven a la escuela como un mundo aparte del mundo laboral, el cual ellos conciben como lo
único tangible por la importancia que es tener el sustento seguro para el pan de cada día en casa.
Conforme se desarrolla la junta surgen algunas inquietudes. Muchos dicen que aparte de no contar
con buenos materiales e instalaciones, los problemas de conducta a veces rebasan la actividad
académica. Arnulfo pide la palabra y comenta que el programa de estudios es escueto y no
profundiza en los temas, por lo que le cuesta a veces despertar el interés de los alumnos en la clase;
y comentar esto con los padres de familia sería una buena ayuda, además del apoyo económico.
Arnulfo expone los malos resultados en exámenes, donde muchos alumnos no contestan las
preguntas en las que deben desarrollar la respuesta. Muchos profesores lo miran y le dicen que
porque no hace como todos, poner exámenes de respuesta con opción múltiple y que siempre les
diga cuales páginas estudiar. Por lo tanto no debe haber mayor problema.
La junta decide convocar a una reunión de padres de familia la siguiente semana donde el punto
principal será pedir ayuda económica para mejorar los servicios de la escuela. Arnulfo opina que bien
se podría aprovechar la oportunidad para diseñar un programa de seguimiento escolar para padres
de sus hijos, y con ello hacerlos partícipe del aprendizaje de los mismos. No consigue el apoyo de
todos en la junta; y uno de los maestros dice que eso sería como delegar un área que ocupa sólo le
ocupa al personal docente, ya que los contenidos y la forma de impartirlos es competencia de los
maestros. Arnulfo replica que ante todo maestros y padres son humanos, los cuales tienen hijos que
tienen derecho a la educación por igual; y por eso no debe haber diferencia, salvo una regulación
acordada por todas las partes. Pero el director no está de acuerdo y dice: - “Por años he enseñado a
muchos niños y hasta ahorita no he tenido problema en que los alumnos vengan a la escuela para
recibir la preparación necesaria para integrarse a la sociedad y servir en ella, los padres simplemente
deben estar al pendiente de que sus hijos cumplan con las reglas que el sistema preescribe para que
los niños sean ciudadanos preparados para tareas específicas en un futuro”. Y todo termina con un
acuerdo sobre pedir dinero a los padres, donde la cuestión educativa queda de lado.

4. Al volver a su casa Arnulfo se sienta con su hijo después de la comida y le pregunta que aprendió en
la escuela ese día. El pequeño simplemente contesta que hizo varias planas, y su padre le pregunta
de qué. El niño le muestra su cuaderno donde la letra A se repite una y otra vez a modo de
familiarizarse con la escritura. Y Arnulfo pregunta otra vez –“¿y qué más hiciste?” El niño contesta: -
“jugar en el campo de la escuela”- “Y te gustó” – el niño: si, si me gustó”. Arnulfo se convence que la
educación en México no puede seguir así y está dispuesto a hacer algo al menos en su escuela, para
mejorar la situación; ya que no desea ver a su hijo pasar por lo mismo que él y otros.
Han pasado 4 días y por fin padres y maestros se reúnen para acordar el apoyo económico de estos
últimos. No pasa mucho tiempo cuando la mayoría de los padres replica que si les iban a pedir
dinero, bien les hubieran mandado por escrito eso con sus hijos. Uno de ellos dice que trabaja casi
todo el día y no tiene tiempo para atender estos asuntos, y que si su hijo tiene un problema que se lo
hagan saber por escrito, para que él tome medidas al respecto. De repente los maestros se ponen a
la defensiva argumentando que el presupuesto del gobierno federal no alcanza y que si quieren que
sus hijos tengan educación de calidad deberían aceptar lo que se les pide. De repente uno de los
padres quien no porta ropas elegantes y lleva un par de huaraches y un sombrero de paja ya gastado
se levanta y educadamente pide hablar. Le pregunta al director si le puede decir en que consiste el
plan de estudios y que es lo que su hijo va a aprender ahora que está en la escuela, y si eso le
ayudará a ser mejor de lo que él ha sido. El director sólo responde –“pues aquí vienen a aprender lo
que aprenden en todos lados, ¿o que otra cosa quiere que le diga? Entonces cuando una madre,
quien es de clase media alta y vestida elegantemente alza la voz diciendo que tampoco está de
acuerdo en cooperar con dinero, y que al igual que el otro señor quisiera ver el beneficio real en los
niños. La señora comenta que le hizo preguntas de conocimiento general a su hija y no fue muy
satisfactorio el resultado. Piensa seriamente en cambiarla de escuela si no ve un progreso en su
educación. Las cosas se ponen difíciles por lo que se determina tomar un receso.
Al volver de nuevo a la junta se nota una aversión entre una y otras partes y sin duda el enojo entre
ellos no hace posible plantear con claridad las cosas. Hasta que Arnulfo toma la palabra y le da la
razón a la señora y al primer señor quien había cuestionado el sistema de enseñanza. Arnulfo dice
que lo que se necesita es un consenso donde todos aporten ayudas específicas y no necesariamente
tiene que ser de carácter monetario. Entonces otro de los padres, quien ya estaba molesto desde
antes que empezara la reunión, le dice a Arnulfo que diga su plan de acción para saber si sirve o no,
y de no ser de utilidad, poder retirarse ya que era una pérdida de tiempo haber estado en la junta. El
director ve a Arnulfo con una cara de molestia, pero eso no impide que éste tome aire y comience a
exponer sus ideas. Arnulfo dice –“Padres de familia y maestros, ante todo lo único que nos separa
aquí es el simple título que nos permite ejercer una profesión o labor en la sociedad. Ustedes
maestros igual que yo son padres de familia, tal como estas personas a quien convocamos a esta

5. reunión. La situación aquí es confusa por la idea que tenemos de la educación. Ante todo la
apariencia de decaimiento que tiene nuestra escuela es un reflejo de lo que se ha venido haciendo y
que está mal encauzado. Acudir a la escuela es necesario para formarnos como seres libres capaces
de discernir y saber elegir lo que es mejor para nosotros. No podemos condicionar a nuestros hijos a
una educación de mediana categoría, en donde simplemente repitan las cosas y no les provoque
satisfacción moral y espiritual. El alto déficit de atención se debe a que no existe una asignatura que
les haga sentir curiosidad por el mundo para experimentar y cuestionar. Entramos a ese mundo por
un puesto que alguien más dejó, pero se limita a cumplir una función mecanizada en un proceso que
le beneficia a alguien más. Lo que propongo es que se debe de impartir los conocimientos de manera
más dinámica, y siempre pidiendo la opinión de los estudiantes; e invitándolos a contrastar una y otra
vez dichos conocimientos. Los padres pueden ser de gran ayuda si se acercan a sus hijos para
estudiar con ellos y haciéndoles muchas preguntas acerca del tema pero desde una perspectiva
personal.
Arnulfo siendo un maestro joven no es visto como una parte importante del sistema de la escuela que
viene trabajando por años de forma tradicionalista. La junta se ha puesto cada vez más candente. Es
cuando uno de los maestros levanta la mano y dice “-El estado ya nos ha asignado un modelo
educativo, porque cambiarlo, ¿a qué hora vamos a diseñar el plan que usted propone maestro
Arnulfo?” Y éste contesta sin dudarlo, -“a la hora que nos reunimos durante cada receso donde
platicamos de cosas extracurriculares”-. El padre de los huaraches, que había hablado primero no
dudó en darle el visto bueno a lo que proponía Arnulfo, ni tampoco la otra señora que habló sobre el
pobre conocimiento de su hija. Arnulfo había entrado a las conciencias de todos; y de esta forma los
hizo reflexionar y ponerse en el papel de los niños; fue entonces cuando la mayoría le expresó su
apoyo. Finalmente el consenso fue tomar el plan de estudios del estado y cambiar el enfoque en que
se impartiría, ya que el problema yace en la forma no en el objeto en sí como Arnulfo lo dejo ver. Al
final de la junta el director de la escuela se ve obligado a apoyar la propuesta porque sabe que ante
todo necesita a los padres, puesto que el estado moribundo de la escuela podría provocar sanciones
o su cierre definitivo por parte de las autoridades estatales.
Con todas las ganas del mundo Arnulfo trabaja arduamente en diseñar un nuevo plan de impartición
de conocimientos. Le cuesta trabajo lidiar a veces con el poco interés de los profesores de aportar
ideas o contrastar otras. Sin embargo al cabo de dos semanas se diseña una metodología
completamente específica de acuerdo al contexto social de los estudiantes. Y se usa una estrategia
de convivencia y de intercambio de ideas sobre el mundo entre los alumnos de diferente estrato
social dentro de la institución escolar. Se convoca a una reunión de padres de familia para
presentarles el proyecto y pedirles su participación en dicho plan, el cual consiste en estudiar al lado
de sus hijos, preguntarles que aprendieron a diario, si se sienten a gusto, y que inquietudes tienen

6. respecto a la educación que se les da. También se hace énfasis en el aspecto psicológico que
consiste en que ambas partes, padres y maestros estén al pendiente del estado emocional de sus
hijos, para poder combatir la violencia física entre los niños. Algo que desde luego no es una
asignatura pero que ayuda fomentar la ética y los valores necesarios para que dentro del aula la
mente de los estudiantes pueda concentrarse en los conocimientos que el profesor imparte. Uno de
los padres cuestiona hasta qué punto deben de inmiscuirse en la educación escolar, ya que comenta
que sobre pedagogía no sabe nada porque su profesión es la de hojalatero. Arnulfo le contesta: -“la
parte en la que debe usted incidir en la educación de su hijo o hija es aquella donde lo haga sentir
que lo entiende, y lo hace sentir importante porque se preocupa por su vida, y para eso no es
necesario tener un título académico”-.
Las cosas no pudieron haber salido mejor y en la primera semana se nota el cambio. A la llegada del
supervisor escolar, éste queda sorprendido en ver que los niños han mejorado en áreas como
matemáticas y ciencias. Y se sorprende aún más de ver como los alumnos participan con los
maestros limpiando las áreas. Sin duda ha habido un cambio significativo para bien, pero no todo es
color de rosa. El supervisor cita al director a una reunión en privado. En ésta le comenta que una
nueva reforma está en puerta con el nuevo gobierno y constará de pruebas estandarizadas para
todos los maestros. Así como también estandarizar un modelo de enseñanza donde se le dé prioridad
a la formación de competencias en distintas áreas laborales de la sociedad, con el objeto de hacer de
cada estudiante un futuro ser productivo y a la vez, que tenga asegurado un lugar en el ámbito
laboral dentro de dicha sociedad.
Este cambio sin duda echa abajo el método de enseñanza que apenas había entrado en aplicación.
Arnulfo no puede creerlo. Tanto por lo que se ha trabajado y lo difícil que fue llegar a un consenso
para que un grupo de gente con intereses mezquinos quiera derribar un buen proyecto. El director le
comenta a Arnulfo que está de acuerdo con él y que a pesar de que al principio no quiso apoyarlo por
ver afectado su ego y los principios de la vieja enseñanza, ahora lo apoya porque recuerda cuando se
educaba para docente donde se le inculcaba los principios de José Vasconcelos, en los que el
director creía hasta que la fuerza de la costumbre lo hizo olvidarse de eso. La nueva reforma será
implacable y afectará la vida de los maestros en el plano económico y educativo. Muchos serán
evaluados, pero no de acuerdo a su desempeño sino en cuanto a aspectos burocráticos. Arnulfo se
queda sin habla. No sabe ahora a quien acudir ya que tiene un fuerte obstáculo entre sí. ¿Qué hacer?
Se pregunta, si continúo en mi labor el estado me despide, pero si me apego a sus reglas seré el
culpable de una serie de anomias que llevarán a formar una sociedad inconforme, llena de ansiedad
e infelicidad.

7. El supervisor se retira de la escuela y le informa a sus superiores que la escuela está lista para ser
evaluada y que el director no representa obstáculo alguno porque está muy viejo y cansado.
Justo dos días antes de la evaluación en base a la nueva reforma educativa el director llama a
Arnulfo. Éste se encuentra preocupado ya que hace rato que el director no le hablaba desde que le
anunció a todo el profesorado de los cambios en política educativa. Presiente algo muy malo y
desconfiado entra a la oficina de su jefe principal. El director le dice que no tema. Con gusto le
anuncia a Arnulfo que a partir del día siguiente él será el nuevo director de la escuela porque ha
llegado el tiempo de retirarse. Arnulfo queda estupefacto porque no se lo esperaba, y de inmediato
pregunta a que se debe, ya que él no tiene ni la antigüedad ni sabe de los procesos administrativos
que requiere el puesto. El director le dice que no se preocupe porque todo es de lo más simple y que
la parte más difícil es saber manejar a un grupo de inquietos y traviesos agitadores que siempre
buscan sacarles canas verdes a los maestros. Arnulfo dice - “señor los niños no están mal sólo hay
que saber encauzarlos”- pero el director contesta: “no hablaba de los niños sino del grupo de
burócratas que siempre querrán hacerte cambiar, pero tú Arnulfo no cambies nunca porque cuando
cedas a las convicciones de otros tu vida será amarga”. Y el director termina diciéndole que no hay
otra persona mejor para el puesto porque Arnulfo. Es el único que ha demostrado valentía y valores
positivos para todos, y es quien defenderá a la escuela de la ruina en la que caerá si cede ante la
presión de otros. Arnulfo ve su destino reflejado en sus ojos y comprende que la vida es superar una
y otra vez las adversidades necesarias, porque cuando tenga una dificultad para sortear, vendrá otra
que le hará ser mejor persona y desde luego más sabio.

8. Comentarios del autor.
Al pasar ya casi cinco años de haber escrito este cuento, me salen risas y cierta nostalgia por ya no
estar en ese espacio creativo que me hizo concebir todo esto, aún sin tener la experiencia en el área
docente que tengo estos días. Todo salió por sí solo, un maestro joven buscando realizarse como
persona, un grupo de maestros alienados manteniendo un sistema anacrónico, niños y niñas como un
mal producto de convencionalismos enfermos, erráticos, llenos de vicios, causando más problemas
que cosas positivas. Un poco de mi propia historia escolar. Maestros educados a la antigua, siempre
preponderando el ego en sus aseveraciones aunque una verdad contraria les saltara a los ojos, y ni
así cambiaban su postura. Tantas cosas horribles que siguen degradando a México, pero que sería el
mundo sin soñar con cambiar trascendentalmente todo lo malo. Y decirlo en público sólo para
escuchar críticas, que vienen de personas con miedo a ser puestos en evidencia por creer en
idiosincrasias mediocres y viciadas. No olvido como una compañera en el aula dijo que este cuento
se había basado en una de esas series televisivas de telenovela, donde todo se soluciona de milagro.
Sinceramente nunca pensé en basarme en alguna barbaridad así. Como siempre ha sido mi estilo de
escribir, me basé en la idea de exhibir la inmundicia social, la doble moral y esa tonta idea de que si
algo está mal, pero todos lo aceptan, pues así se debe de quedar, para que moverle.
El día que ya no tenga uno que soñar con historias de este tipo, será porque ya estarán plasmadas
en la vida diaria y de forma tangible. Hasta entonces se vale añorar un tiempo subvertido en algún
lugar de nuestro sub-consciente que ansía salir aplastando esa visceral conducta aceptada que
satisface cual droga degenerativa.
Xalapa, Ver. Marzo 2019.