1. UN AMOR INCONDICIONAL
Un ejemplo de mujer, sencillez, amor y bondad es Maín, quién, con todo su ser desde
pequeña se entregó a Dios y a los demás.
María Dominga Mazzarello, conocida como Maín por su familia, nació el 9 de mayo de
1837 en Mornese, Italia. Junto a Don Bosco fundó el Instituto de la Hijas de María
Auxiliadora, también conocidas como “Salesianas”, que
hoy en día son más de 16,000 jóvenes en 75 países.
Sus padres fueron José Mazzarello y María Calcaño
quiénes con sus siete hijos, siendo la mayor Maín, vivieron
en un ambiente pueblerino de mucho trabajo.
A sus doce años ella y su familia se trasladaron a la casa de
la Valponasca, un lugar cercano al pueblo, que tuvo gran
significado en su vida espiritual. Siempre ayudó a su
madre en las tareas del hogar y a su padre en las labores
del campo. Al tener edad, empezó a ir a la catequesis y a
los dieciséis años se inscribió en la Pía, “Unión de las
Hijas de la Inmaculada”.
Cuando tuvo 15 años, en su ciudad natal hubo una terrible
epidemia de tifo negro y ella decidió dedicarse a atender a
los enfermos, pero, poco después, ella también fue
contagiada y se enfermó gravemente.
Después de la enfermedad, Maín quedó totalmente débil y sin fuerzas para dedicarse a las
labores del campo, entonces con su hermana y su mejor amiga decidieron abrir un taller de
costura para las niñas pobres del pueblo.
San Juan Bosco y María Mazzarello tuvieron un gran parecido en el método que
desarrollaron para salvar almas y en la clase de personas a las que educaron, aunque no se
conocían. Él con hombres y ella con mujeres.
Fue el Padre Pestarino, sacerdote de la parroquia del
pueblo, quién se encargó de que Santa María Mazzarello y
San Juan Bosco se conocieran. Cuando Don Bosco la
conoció junto al grupo de muchachas que trabajaban con
las niñas pobres, supo que ellas eran las indicadas para ser
religiosas y para fundar la Comunidad de Las Hijas de
María Auxiliadora.
Dominga Mazzarello fue elegida para ser superiora del
instituto, pero ella se hacía llamar Vicaria porque decía que
la verdadera superiora es la Virgen. Apenas sabía escribir y
leer, entonces, siendo superiora, se dedicó a hacer cuarto
grado entre las niñas pequeñitas teniendo ella ya 34 años.
Ya había tenido diez años dentro de la Comunidad,
2. desarrollando un gran papel entre todas y siendo siempre fuerte ante las dificultades, pero,
un día ofreció su vida a Dios por la vida de una muchacha que estaba a punto de perder su
fe, y fue así, poco después se enfermó de pleuresía. Cuando llegó Don Bosco a visitarla,
María le preguntó si se curaría y él le respondió: «Le voy a contar una parábola. Un día
llegó la muerte a una casa de religiosas y le dijo a la portera: “¡Venga conmigo a la
eternidad!”. Pero la portera le respondió: “Tengo mucho oficio en la portería y no me puedo
alejar de aquí”. Entonces pasó la muerte a la cocina y le dijo a la hermana cocinera:
“¡Venga conmigo a la eternidad!”. Pero la hermana cocinera le dijo: “Tengo tanto que
cocinar. ¡No puedo acompañarla!”. Y la muerte fue donde la Superiora y le dijo: “Ud. tiene
que dar a las demás ejemplo de obediencia. ¡Venga conmigo a la eternidad!”. Y la
superiora, para dar ejemplo, se fue a la eternidad con la muerte».
En ese momento entendió que debía partir, y fue a sus 44 años, el 14 de mayo de 1881,
después de cantar el himno a la Virgen Santísima, que falleció en santidad.
Santa María Dominga Mazzarello debe ser un ejemplo de vida a seguir de cada una de
nosotras. Debemos ser mujeres de bien, seguir el camino de la santidad ayudando a los
demás y siendo capaces de amar y predicar la palabra de Dios. No es necesario que seamos
religiosas para ser santas, desde el lugar en el que estamos y siendo buenas personas,
podemos llegar a hacer grandes obras.
Unidad Educativa Salesiana “María Auxiliadora”
Cisne Aguirre Saula
2° de Bachillerato