El documento contrasta vivir en la carne versus vivir en el Espíritu. Aunque la iglesia de Corinto era potente espiritualmente, Pablo les escribió para recordarles que la carne no hereda el reino de Dios. Algunos en Corinto estaban viviendo naturalmente en lugar de espiritualmente. Para vivir en el Espíritu se requiere intimidad con Dios a través de la oración, lectura bíblica y ayuno. Solo naciendo de nuevo en el Espíritu es posible conocer profundamente a Jesús y andar como
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¿CARNE O ESPÍRITU?
Parte I.
Mensaje Ministrado en Comunidad Cristiana De Cabildo,
Valparaíso, Chile.
12-09-2015
Pr. Mario.-
1 Corintios: 15, 50 (RVR1960):
“... (50) Y esto digo, hermanos: que carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la
corrupción hereda la incorrupción...”.
Pablo les escribe a los hermanos de la ciudad de Corinto; una iglesia grande en número, en la cual,
había crecido la palabra de Dios y los dones. Esto lo podemos ver en el primer capítulo de la
primera carta a los Corintios. En esta congregación, abundaba la palabra de Dios y el conocimiento
de él. Nada les hacía falta a los corintios, en ningún don. Un “ejemplo” de iglesia cristiana, sin
embargo, Pablo, inspirado por el Señor, escribe a esta misma iglesia -potente en Espíritu- al
respecto de que no olvidaran que, la carne, no hereda el reino de Dios. ¿Por qué, Pablo se ve
obligado a escribirle a este respecto a los corintios? Porque aún en una iglesia potente como la de
Corinto, existían muchos que estaban viviendo en la carne. En medio de esta potente iglesia,
existía un número no bajo de personas que estaban viviendo naturalmente, una vida que debe
experimentarse espiritualmente.
Dentro de un grupo basto de personas que profesan el nombre de Cristo, no podemos evidenciar
de manera superficial si alguien vive en la carne o en el Espíritu, pero sí el Señor nos dio el
discernimiento -aún cuando, no siempre opera- y la medida para examinar: observar los frutos de
vida. No todos los que están en un determinado lugar, son hijos de Dios; no todos los que están,
eran hombres espirituales.
No nos debemos dejar engañar por las cantidades; el hecho de que en un determinado lugar,
muchas personas confiesen el nombre del Señor Jesucristo e, incluso, las verdades del Reino de
Dios, esto, no se constituye en prenda de garantía de vidas espirituales. Un ejemplo claro de esto,
es Judas el traidor; este vivió con Jesús, y el maestro, siempre supo que lo iba a traicionar, pero
aún así, formaba parte del grupo de los discípulos de Cristo. Judas vivía en una mente carnal, e
igualmente, tenía apariencia de discípulo.
La carne con el Espíritu, no tienen compatibilidad. No se puede vivir en la carne y, al mismo tiempo,
vivir en el Espíritu. No debemos confundir el proceso de perfección en el que nos encontramos, en
el cual, se van eliminando vestigios de la vida pecaminosa, la cual, ya no opera -en virtud de la
regeneración que ha llevado a cabo el Señor por medio del Espíritu Santo- en nosotros, con una
vida, efectivamente, pecaminosa. Para esto, es fundamental, estar sujeto a una coyuntura y/o
discipulador que nos guíe en este camino, nos examine y nos indique que debemos mejorar. Es
cierto que, el Señor, realiza cambios inmediatos, pero hay otros, que requieren de este proceso de
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perfección, materializado por medio de la coyuntura, esto no tiene ninguna relación con
aprobación; no es que ambas convivan, sino que, este proceso, busca aliminarlas cada vez más.
Vivir en el Espíritu de Dios, con el objeto de que la carne muera y crezca el Espíritu cada vez más, se
obtiene por medio de la intimidad con el Señor; oración constante, con lectura bíblica y ayuno. Es
la única forma. Los cambios en nuestra vida, son frutos de la habitación del Espíritu Santo en
nosotros y, a su vez, este evento, mediante búsqueda incesante en intimidad.
En la medida que estemos cada vez más cerca del Señor, seremos más semejantes a él, pero
efectivamente, debemos estar cerca del Señor.
Un discípulo de Cristo, sí o sí, debe experimentar un nuevo nacimiento en su vida; solo así, podrá
gustar de la vida de Jesús; solo así podrá vivir a Jesús, solo así podrá conocer a Jesús en
profundidad; solo así, llegará a ser como Jesús y, solo así, podrá andar como Jesús anduvo.
Sin un nuevo nacimiento, esto, es imposible.
Analicemos las siguientes expresiones:
1. “Cristiano Mundano”.
2. “Hijo De Dios Carnal”.
3. “Discípulo No Convertido”.
¿Puede ser posible que existan este tipo de personas? Con esto, no nos referimos a la lucha que se
genera en nosotros en virtud del pecado que aún existe, lucha, por lo demás, a la que estamos
sujetos todos por portar una naturaleza tendiente al pecado, sino, a una vida que en directa
oposición a Dios, con sus actos, le ofende; como por ejemplo, este caso de adulterio e incesto que
se provocó en Corinto (1 Corintios: 5).
En el siguiente gráfico, podremos evidenciar el claro contraste entre la carne y el Espíritu.
TEXTO DESCRIPCIÓN OBSERVACIÓN
1 Corintios: 2, 14 (RVR1960). Hombre Natural (10) v/s Hombre
Espiritual (9)
El hombre natural, no puede
comprender nada de lo que se debe
entender con una mente renovada
por el Espíritu Santo.
Mucha gente, se enfrenta a la palabra
del Señor, con una mente natural que
todo lo cuestiona. Este tipo de
hombre -el carnal- no puede aceptar
absolutamente nada de lo que el
Espíritu indica.
En una mente natural, no existe
posibilidad de creer que un gran pez,
fue dispuesto por Dios para que se
tragara completo a Jonás, y por
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espacio de tres días, lo mantuvo
dentro de sí. Pero, este mismo hecho,
con una mente espiritual, es
absolutamente entendible. El Espíritu
de Dios que reposa en nosotros,
entiende lo que el Señor nos dice.
Juan 3 (RVR1960). Carne (7) v/s Espíritu (8)
Jesús se encuentra con Nicodemo, y
le plantea la verdad absoluta: el
hombre que ha nacido en la carne,
siempre será carne, pero el que nace
en el Espíritu, es del Espíritu de Dios.
Romanos 8, 11 (RVR1960) Religión (5) v/s Vida Eterna (6)
Si el Espíritu de Dios no nos ha
resucitado de nuestra muerte
espiritual, estaremos viviendo en una
meseta religiosa. Pero si el Espíritu de
Dios, efectivamente, nos resucita, y
permanece en nosotros, entonces,
estaremos en la meseta de la vida.
Efesios 2, 1; 4 y 5 (RVR1960) Muerte (3) v/s Resurrección (4)
La muerte y la vida, no tienen
comunión. Jesucristo, nos dio vida
cuando nosotros estábamos muertos
en nuestros delitos y pecados.
Nosotros, humanamente, no tenemos
ningún medio probatorio con el cual
podamos, efectivamente, afirmar la
resurrección de Cristo; pero sí
tenemos pruebas espirituales de la
resurrección de Cristo, estas son,
nuestras vidas. Nuestras vidas fueron
resucitadas juntamente con Cristo. De
muerte pasamos a vida. ¡Aleluya!.
1 Corintios 15, 47-49 (RVR1960) Hombre Terrenal (1) v/s Hombre
Celestial (2)
El primer hombre es Adán; el
segundo, es Cristo Jesús. Así como
fue Adán, serán todos aquellos que
siguen viviendo bajo el imperio
terrenal de la simiente pecaminosa.
Pero nosotros, tenemos la posibilidad
de vivir bajo el poder de la vida
celestial de Cristo, imagen la cual,
tendremos.
1 Corintios 15, 45 (RVR1960) Adán v/s Cristo
El primer hombre, fue hecho
conforme a la alma viviente, pero el
postrer Adán -Cristo Jesús- fue hecho
espíritu viviente.
El contraste es clarísimo; en Adán, accedemos solo a una calidad terrenal (1), pero en Cristo,
accedemos a las vida celestial (2). En adán, solo alcanzamos la muerte (3), pero en Cristo, hemos
obtenido vida (4). La simiente de Adán, nos conduce a la religión (5), pero Cristo, nos guía a la vida
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eterna (6). En Adán, vivimos todo en la carne (7), pero en Cristo Jesús, vivimos todo en el Espíritu (8).
En Adán, nuestra vida solo asume un estado natural (9), pero en Cristo, nuestra vida experimenta
una metamorfosis radical, accediendo a una vida espiritual (10).
Si estamos en la carne, nada de lo que el Señor nos enseña, podemos entenderlo y aceptarlo.
EFESIOS 1, 17 (RVR1960): “... Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os de
Espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él...”.