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Jueves 07 de noviembre de 2013
En comunidad
Consejo Cívico
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VOCES 08
HAGÁMOSlO BIEN
A finales del año pasado, cuando el colombiano
Henry Murrain presentaba los resultados de la segunda Encuesta de Cultura Ciudadana que se hacía en
Monterrey, sentenció: “No estamos en una ciudad
de corruptos, estamos en una ciudad de malpensados”. Su reflexión se debía principalmente a dos
datos que arrojaba la encuesta: 70% de los habitantes del área metropolitana cree que la mayoría
de los ciudadanos son corruptos y 89% pensaba lo
propio de los políticos. Sin embargo y de acuerdo
con la encuesta, 83% de la población tenía un sentimiento positivo hacia la ley y 75% veía en ella un
reflejo de la voluntad colectiva.
Un estudio publicado ese mismo año, por el
propio Henry Murrain, establecía la importancia
de tomar en cuenta diferentes sistemas regulatorios al momento de pensar en la convivencia social. Un individuo actúa de acuerdo a la moral,
la cultura y las leyes. La paradoja regiomontana
refleja el choque entre dos sistemas regulatorios,
el cultural y legal. Una mala percepción sobre
otros ciudadanos tiene una gran influencia en la
conducta individual: “¿para qué hago algo bien si
como quiera el resto lo va a hacer mal?”
En conclusión, buena parte del problema es cultural. La ausencia de una regulación social impacta
en el cumplimiento de las normas y, desde luego,
en la convivencia. ¿Cómo cambiar esta situación?
Desde la sociedad civil se ha trabajado desde hace
años buscando cultivar la cultura de la legalidad,
aquella en la cual los ciudadanos entienden las leyes, están dispuestos a cumplir con sus obligaciones, rechazan el comportamiento ilegal y apoyan
a las instituciones encargadas en hacer cumplir la
ley.
Aquellas iniciativas que muchos ciudadanos y
organizaciones realizan de forma individual cuenta ahora con una plataforma para unir esfuerzos,
promover e impulsar actitudes a favor de la cultura de la legalidad y servir como inspiración para
futuras acciones: Hagámoslo Bien. El pasado jueves
31 de octubre se presentó esta plataforma que
reúne a más de 200 organizaciones civiles, reli-
giosas, empresariales, educativas y deportivas,
así como a ciudadanos, medios de comunicación
y líderes de Nuevo León. El pacto Hagámoslo Bien
es un compromiso para cumplir 10 acciones de
cultura de legalidad que incluyen promover el estado de derecho, rechazar y denunciar todo acto
ilegal o de corrupción, respetar las normas y apoyar proyectos que transforman nuestra ciudad e
inspirar a los demás.
En un acto simbólico, líderes representantes
de los principales sectores de la sociedad firmaron este pacto: Alberto Fernández Martínez, presidente de Coparmex Nuevo León; Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey y presidente
del Consejo Interreligioso de Nuevo León; Jesús
Áncer Rodríguez, rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León y presidente de la Región
Noreste de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior; José
Antonio Fernández Carbajal, presidente ejecutivo
del Consejo de Administración de FEMSA; Alejandro Rodríguez Miechelsen, presidente de Sinergía
Deportiva; Manuel Zavala de Alba, presidente del
Consejo Cívico de Instituciones de Nuevo León;
Paola Longoria López, multimedallista de Juegos
Panamericanos, Campeonatos Mundiales en Raquetbol; David Noel Ramírez, rector del Tecnológico de Monterrey y presidente de la Federación
de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior, Región Norte; José González Ornelas, presidente del Club de Fútbol Monterrey; y
Nina Zambrano de Amstrong, directora del Museo
de Arte Contemporáneo de Monterrey.
Hagámoslo Bien seguirá estrategias para promover la cultura de la legalidad a través de campañas
de comunicación masiva y actividades de sensibilización sobre el tema; preparará agentes de cambio que se conviertan el promotores activos del
respeto a las normas; se convertirá en una plataforma para líderes de sociedad civil que busquen
implementar iniciativas de cultura de la legalidad.
En el centro de Hagámoslo Bien está el cambio del
comportamiento ciudadano. Si como sociedad no
respetamos las normas, aun cuando sean perfectas, no servirán de nada.