1. Curso 2019-2020. Departamento de Filosofía
RELACIÓN DE TOMÁS DE AQUINO CON
OTRA POSICIÓN FILOSÓFICA
CONTEMPORÁNEA: K. MARX
Manuel Daza
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Empezaremos por las diferencias, que, como es fácil de entender, son muchas y
profundas.
1. Para Tomas de Aquino la religión es la que debe guiar a los miembros del Estado
para que logren hacer lo mejor para los ciudadanos. El “bien común” queda
subordinado a la Iglesia y las leyes del Estado han de subordinarse a las leyes
naturales. Para Marx, por su parte, la religión es el “opio del pueblo” y su papel ha sido
nefasto, pues hace que los ciudadanos se resignen a las injusticias y acepten
situaciones de explotación solo por creer en la promesa de un más allá mejor. La
religión es el medio para mantener oprimida a la clase desfavorecida.
2. Respecto a la historia, Tomás de Aquino participa de la interpretación cristiana (la
Historia queda dividida con el acontecimiento principal de la encarnación de
Jesucristo, acaba con el juicio final, etc.) mientras que Marx funda el materialismo
histórico que hace depender el curso de la Historia y las formas sociales que existen de
las condiciones materiales de producción. El materialismo histórico tiene por objeto el
estudio de la sociedad y las leyes que rigen su desarrollo. Mediante una teoría
económica, histórica y filosófica intenta descubrir las leyes que rigen el cambio social y
presenta un método para la interpretación de los conflictos sociales y su
transformación. La tesis fundamental del materialismo histórico consiste pues en la
afirmación de que la existencia social determina la conciencia social. Por existencia social se
entiende la vida material de la sociedad y primordialmente, la actividad productiva de los
hombres,juntoconlas relaciones económicas que entre ellos se generan en el proceso de la
producción. Por conciencia social ha de entenderse la vida intelectual de los hombres, las
ideas, juicios y teoría que los dirigen en su actividad práctica. La característica definitoria
del materialismo histórico consiste, por tanto, en la afirmación de que son las bases
económicas y los modos de posesión de los bienes materiales los que se encuentran a la
base de toda transformación social. La totalidad de la realidad puede explicarse en
términos de materia en movimiento; sólo existen sustancias corpóreas, de manera que el
mundo natural puede explicarse a partir de sí mismo, sin referencia alguna a un principio
explicativo exterior como Dios, defendiendo, de esta manera, el ateísmo
3. Tomás de Aquino se muestra partidario de una monarquía como la mejor forma de
gobierno y Marx habla, por su parte, de un proceso, a partir de la revolución, que se
inicia con la “dictadura del proletariado”, que es aquella situación en la que la clase
trabajadora se erige como centro del poder político y económico de un estado frente a
la clase de la burguesía, y que ha de desembocar en una sociedad sin clases donde
cada uno reciba según su necesidad y aporte según su capacidad.
Nos centramos ahora en las coincidencias. Salvando las distancias, vivieron épocas
relativamente parecidas, caracterizadas por el aumento demográfico, los avances
técnicos, el crecimiento urbano, el predominio de la burguesía…. Por otro lado, el siglo
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XX también ha conocido la teología de la liberación, que supone una conciliación entre
los presupuestos marxistas y los del cristianismo.
Ahora nos detendremos en dos coincidencias especialmente relevantes:
1. Ambos parten de la consideración del hombre como ser social por naturaleza o
“animal político”. Tanto Tomas de Aquino como Marx recogen el legado
aristotélico de la sociabilidad esencial del hombre. Marx llega incluso a afirmar
que “somos nuestras relaciones sociales” o que “toda riqueza tiene un origen
social”. Es de hecho uno de los pensadores del comunitarismo político, es decir,
aquella doctrina que antepone los intereses comunes antes que los individuales
(o sea, justo lo contrario que el liberalismo político). Una diferencia a reseñar,
no obstante, es que el Marx el centro de la sociabilidad humana no es la
actividad contemplativa, como en Tomás de Aquino, sino las condiciones
materiales de producción, es decir, lo que caracteriza al hombre no es su
raciocinio sino su trabajo.
2. Los dos filósofos revalorizan el mundo sensible-material. Tomás de
Aquino se distancia del agustinismo platónico ya que los fenómenos naturales
constituyen el punto de partida para cualquier conocimiento (pensemos, por
ejemplo, en las cinco vías para demostrar la existencia de Dios). Marx, por su
parte, toma distancia del materialismo clásico y reduccionista que es aquel que
contempla la realidad bajo sus apariencias sensibles inmediatas en forma de
objeto y hechos aislados, perdiendo de vista su carácter dialéctico, y afirma que
“el naturalismo o humanismo coherente se distingue tanto del idealismo como
del materialismo y es su verdad unificadora. Solamente el naturalismo está
capacitado para comprender el proceso de la historia universal”. Es decir, su
filosofía se aleja de las alienaciones del idealismo (al postular que el motor de
la historia reside en las condiciones materiales de la vida) y también del
materialismo clásico, que es metafísico o contemplativo (al defender un
materialismo histórico en el que la humanidad no es una posesión innata sino
una continua construcción colectiva: “La historia es la verdadera historia
natural del hombre”). El naturalismo es la creencia de que el hombre es parte
de la naturaleza; no ha sido creado por ningún agente trascendente o
espiritual, sino que es producto de una larga evolución biológica, que en un
momento determinado introduce una nueva forma específica de desarrollo, la
historia humana; el naturalismo sienta las bases descriptivas y teóricas de una
Ciencia del Hombre. Por otra parte, el humanismo es la concepción normativa
de la naturaleza humana, en el sentido de que señala disposiciones potenciales
que tienden o deben manifestarse bajo condiciones apropiadas.