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Alfonso
Cortés La eterna
juventud de la
educación
Cide Hametes ahora es Ducibus
Revista de divulgación y crítica educativa

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D U C I B U S
A N T E S C I D E H A M E T E S
REVISTA DE DIVULGACIÓN EDUCATIVA
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Una nueva etapa protagonizada por los mismos
cimientos que nos vieron nacer, y qué mejor
manera de simbolizar este cambio, esta renovación
que, con el paradigma aragonés de la renovación
educativa, Alfonso Cortés. No existe mejor forma
que iniciar con una entrevista y artículos relativos
a este gran maestro aragonés y referente para
muchos, entre todos, el que escribe... Nos llena de
orgullo poder contar con su testimonio en el inicio
de esta nueva etapa.
"El progreso consiste en
renovarse"
EDITORIAL | ENERO DE 2023
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Renovarse o morir, año nuevo vida nueva, el progreso
consiste en renovarse. Estos dichos simbolizan claramente
nuestro objetivo en este número 10, que en realidad es el 1
de Ducibus. Cide Hametes ha dejado paso a Ducibus,
manteniendo la esencia y el origen de esta publicación,
pero con imagen nueva y espacios Web diferentes. Cide
Hametes es Ducibus y Ducibus es Cide Hametes, sin duda.
El Centro Cervantes Virtual explica ese dicho como:” Esta
paremia señala la saludable necesidad de realizar cambios,
por lo general radicales, en el comportamiento, la imagen
de uno, en el trabajo, en definitiva, en el contexto
profesional o personal”. Más acertado, difícil… Al igual que
nuestro negociado, entre otros, la educación necesita
renovación continua y constante, y así nos hemos propuesto
esta nueva andadura.
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NORMAS DE
PUBLICACIÓN
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ÍNDICE
DUCIBUS
A L F O N S O C O R T É S
Entrevista
Los contenidos de este número de DUCIBUS han sido
seleccionados de una amplia variedad de árticulos de la
comunidad educativa.
R E V I S T A E D U C A T I V A
R I C A R D O C I V E R A
Árticulo sobre Alfonso Cortés
A N G E L A L O N S O
E V A B A J É N
J . A . P É R E Z B E L L O
DUCIBUS
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ÍNDICE
DUCIBUS
T O Ñ I M O R C I L L O
Los contenidos de este número de DUCIBUS han sido seleccionados de
una amplia variedad de árticulos de la comunidad educativa.
R E V I S T A E D U C A T I V A
S Y L V I A M A T E O
A R A N T X A A R I L L A
C A R M E L O M A R C É N
DUCIBUS
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M ª L O U R D E S A L C A L Á I B Á Ñ E Z
Alfonso Cortes. Un maestro referente de la educación aragonesa
P A T X I A B A D Í A Á L V A R E Z
Alfonso Cortés, el niño luesiano que soñaba con ser maestro de pueblo

“Si fuésemos capaces de soñar una
Escuela inclusiva y transformadora, la
podríamos conseguir. Es posible que
aprendiéramos más y mejor y hasta que
fuéramos más felices. Ojalá.”
¿Qué sentimientos te vienen a la mente recordando tus
primeros años como docente en los años 80?
Accedí a la función pública por acceso directo, sin realizar
oposición. Me estrené en la Escuela Unitaria de Sancho Abarca, a la
que llegué caminando desde Tauste. Me recibieron el Alcalde y las
madres. Los 14 alumnos de 4 niveles, correteaba por el recreo.
Entré en clase y me encontré una pila de libros de texto y
cuadernillos. No sabiendo qué hacer, decidí dar las clases igual
que me la habían dado a mí y empecé a explicar los libros de texto,
mandar ejercicios, corregir ejercicios y poner exámenes.
Trabajar con cuatro niveles diferentes era un sinvivir. Enseguida me
di cuenta de que igual que aprendían desaprendían y que pasados
unos días, se habían olvidado de todo. Eso no podía ser. No sabía
enseñar. No estaba preparado para dar clase. Me encontré solo.
No valía para maestro. Debía dimitir
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

"Mari Carmen Alayeto me ayudó a ser
maestro"
Se lo comenté a la compañera maestra del pueblo de al lado y me
quitó la idea de la cabeza. Mari Carmen Alayeto me ayudó a ser
maestro: Alfonso, divide la pizarra por cursos; mientras tú explicas
a los de tercero, los de cuarto dan de leer a los de primero y los de
segundo hacen las cuentas de la pizarra; al recreo los sacas por
turnos; a los que más les cuesta les ayudan los más aventajados;
quédate cada tarde un rato y te preparas bien lo de día siguiente…y
así, empecé a hacer Magisterio.
El siguiente destino, fue una escuela incompleta de sólo dos cursos
y me resultó mucho más sencillo hacer Escuela porque seguí la
inercia de la unitaria y mantuve la atención a todo el alumnado con
varios niveles diferentes.
El paso por séptimo y octavo de EGB en grandes colegios fue otra
historia. Me mandaron corregir los exámenes de recuperación de
Sociales de 7º y 8º de E.G.B. y, siendo mi especialidad, no sabía las
respuestas. También 25 horas lectivas con grupos de 35 alumnos y
más…y un libro de texto asfixiante que me “encorsetaba y
esclavizaba”.
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

"Sentí la necesidad de
formarme..."
Me fui a Zaragoza buscando algún
colegio que hiciera cosas distintas.
Aquella inquietud e insatisfacción
profesional me llevó a participar en el
Programa de Integración Escolar en el
Puerta Sancho de Zaragoza. Aún
recuerdo a Paola, un encanto de niña
Síndrome de Down con la que
inicialmente no sabía qué hacer, pero
con la que aprendí tanto… Quitamos
todos los libros de texto sin que
hubiera fotocopiadora en el centro y
nos lanzamos a trabajar por talleres.
Estaba empezando a disfrutar en
clase, me cansaba menos y acababa la
jornada satisfecho. En clase, veía que
todo el mundo podía aprender mucho o
poco, que cabíamos todos, que cada
niño/ña tenía materiales para que
fuera aprendiendo a su ritmo…
Sentí la necesidad de formarme
leyendo y asistir a todos los cursos
que me admitían en los recién creados
Centros del Profesorado. Tenía que
aprender de los que más sabían.
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

"Un profesor del
siglo pasado
podría adaptarse
pronto a seguir
dando clase en
algunas aulas
actuales..."
¿Qué diferencias aprecias entre
la Escuela de los 80, si las hay,
con la escuela de hoy?
Creo que el acto íntimo del
aprendizaje, el saber crear las
mejores condiciones posibles para
que se dé un aprendizaje duradero
son similares. Un profesor del siglo
pasado podría adaptarse pronto a
seguir dando clase en algunas aulas
actuales y en otras, no entendería
nada y se sentiría obsoleto y caduco.
y hacer otra Escuela, que tantos
compañeros/as demuestras que sí es
posible.
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

Hoy, son otros tiempos, más
complejos. La escuela no acaba de
integrar y entender la
globalización, la sociedad digital,
la inmediatez, el mundo
audiovisual, la diversidad, un
alumnado sobrestimulado en
redes, el rol de las familias… Hoy,
disponemos de muchos más
recursos y medios, más
profesorado, más orientadores,
asesores, estructura
administrativa en la Consejería,
organismos, mejores condiciones
laborales, mejores instalaciones,
menores ratios, menos horas
lectivas, más especialistas, más
proyectos y programas… y los
resultados escolares deberían
haber mejorado mucho pero no
hemos modificado la organización
escolar… Es un tema que dejo ahí,
para una posible investigación.
"Hoy, son otros tiempos, más complejos. La
escuela no acaba de integrar y entender la
globalización, la sociedad digital, la inmediatez,
el mundo audiovisual, la diversidad, un alumnado
sobrestimulado en redes, el rol de las familias…"
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

Esos primeros años docentes necesitan de una orientación
clara, ¿Qué les dirías a quienes inician su carrera profesional
en el ámbito educativo?
Educar es un trabajo artesanal. La educación es una arte emocionante
y apasionante que irán aprendiendo poco a poco, si la ilusión no la
pierden nunca, vean lo que vean. Que no dejen de seguir estudiando y
que sigan formándose para ir entendiendo sus realidades. Cuando un
profesor novel se encuentra él solo en un aula y ante un grupo de
niños/as diverso, es cuando va a empezar a aprender de verdad. Le
servirá, orientará, motivará y ayudará mucho saber descubrir y hablar
con compañeros y compañeras del centro, que ya lo hacen muy bien.
Que antes de enseñar nada, conecte emocionalmente con cada niño/
ña. Que a la escuela se va a aprender y a trabajar duro pero en un
entorno seguro y afectivo…y esa es su responsabilidad. Que cada niño
perciba que es importante para su profe y que sienta que se cree en
él/ella. Que sepa que es posible ser feliz y hacer felices a los demás
en la Escuela. Querer a los niños/as y que te quieran a ti. Que el profe
sea el primero que vaya contento al colegio, que respete a todo el
alumnado y los trate a todos/as con enorme cariño y paciencia
"La educación es una arte emocionante y
apasionante que irán aprendiendo poco a
poco.."
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

"Educar es ya un trabajo colectivo."
Que vaya espabilando y que vaya aprendiendo la forma para que
todos los niños se sientan parte del grupo—clase, todos/as
participen, todos/as pueden trabajar y todos/as y progresen en
función de sus posibilidades… y que se prepare bien las clases para
que cada día sea una aventura, haya alguna novedad, los sorprenda
con algo, los ilusione… y no le importe echar una hora más o
menos. Cuando evalúe, que nunca rompa la ilusión por aprender del
que hace todo lo que puede. La mejor evaluación es comprobar que
su alumnado viene contento a la escuela. Si ha de calificar y poner
notas, que tenga en cuenta mucho más el trabajo que hace el niño
cada día en el colegio que lo que pueda hacer en su casa. Pocos
deberes. Y que no se olviden de enseñarles a estudiar y a trabajar
bien. El “yoyismo e individualismo” debe quedar anticuado. Educar
es ya un trabajo colectivo. Que no olviden nunca que tienen la
suerte de tener un buen trabajo y un contrato para poder hacer las
cosas muy bien.
Son muchas ya las leyes educativas que nuestras aulas han
soportado, desde tu criterio ¿sobre qué bases deberían
descansar los principales preceptos normativos para dar
estabilidad a nuestro desorientado sistema?
El profesorado no solemos preocuparnos demasiado ni por las leyes
ni por su desarrollo curricular, más allá de lo preceptivo, y que de
poco suele servir.
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

Los discursos y los papeles lo
aguantan todo. Me he sentido
cómodo con todas las leyes porque, a
la hora de la verdad, todas me han
permitido intentar hacer la Escuela
en la que creo y he tenido libertad
dentro de clase. Y eso que he tenido
6 inspecciones en el aula…
Si leemos las introducciones,
orientaciones, fines, principios,
objetivos… de cualquier Ley, incluso
la LGE de 1970… siempre he
considerado tener el suficiente
margen de maniobra para hacer
buena Escuela. Yo no echo tanta
culpa a las leyes.
Las bases podrían ponerlas los
buenos y reconocidos líderes
pedagógicos teóricos y prácticos que
todos conocemos, que son algunos
de nuestros compañeros/ras.
Alfonso Cortés
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La base podría ser considerar al alumnado como el eje y
protagonista del sistema educativo, educarlo para que sea motor de
transformación de este mundo, siendo capaces de soñar con una
escuela inclusiva y ponernos a tumbar las barreras que el propio
sistema pone al aprendizaje. Por eso antes de hablar de bases y
principios… es urgente un amplio debate social que nos lleve a un
consenso general sobre la función de la Escuela y su finalidad. Y
esto sí que es complejo.
Con la organización escolar actual por año de nacimiento, grupos,
áreas, grados, especialidades, antigüedades, currículum
esperpéntico… no creo que el sistema pueda evolucionar demasiado.
La Escuela necesita reinventarse y sustituir el caduco paradigna
actual. Doctores tiene la Iglesia… y prácticas que demuestran que
es posible. No interesa ponerle el cascabel al gato porque estando
las cosas como están, se garantiza la permanencia de este sistema
vertical tan arbitrario e injusto. Aún así, podemos ser versos libres
y disfrutar de nuestra profesión.
"La Escuela necesita reinventarse
y sustituir el caduco paradigna
actual."
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

"Si queremos una Escuela útil para
mantener las cosas más o menos como
están, poco hay que modificar..."
¿Qué necesita la escuela de hoy, para convertirse en un pilar
solido, sobrepasando esa perspectiva asistencial que parece
tener?
Se necesita que la sociedad defina el papel de la Escuela, crea en
ella, y la apoye como transformadora de la realidad social en busca
de un mundo mejor. Luego vendrá el compromiso y capacitación
profesional, la reforma de la formación inicial, el acceso a la
profesión docente, definir un proyecto colectivo, acordar
responsabilidades… en el marco de la igualdad, la inclusión y la
innovación avalada por las evidencias de la ciencia. Hemos de
creernos que estamos para ayudar a saltar vallas y tumbar las
barreras que la propia institución puede poner inconscientementeo
por tradición al aprendizaje.
Si queremos una Escuela útil para mantener las cosas más o menos
como están, poco hay que modificar. Podemos seguir con el
postureo innovador.
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

"Ningún método garantiza por
sí mismo el aprendizaje de todo
el alumnado... "
Estamos asistiendo al circo de las metodologías, muy
efectistas pero algunas de ellas poco efectivas ¿Cómo
separar el grano de la paja? ¿Qué debe contener una
práctica educativa de éxito?
Ningún método garantiza por sí mismo el aprendizaje de todo el
alumnado. El maestro debe llevar en su mochila, un amplio
repertorio de métodos de enseñanza.
En la Escuela caben todas las metodologías que se aplican y más.
Depende del tipo de actividad convendrá una u otra o incluso la
mezcla de varias. Hay metodologías activas alternativas que han
demostrado su eficacia. Hay metodologías reconocidas y validadas
que posibilitan más un aprendizaje más duradero y consolidado en
línea con una pedagogía lenta y centrada en el niño. No veo un
problema estructural en las metodologías porque no dejan de ser
una parte de un todo mucho más complejo y poliédrico. Lo que veo
es que no somos capaces de convenir y aclararnos sobre qué tipo
de sociedad tenemos y queremos tener, qué tipo de ciudadano, de
aprendizaje, de rol profesional, de colaboración con la familia, de
currículo, de situación de aprendizaje, de metodologías, de
evaluación…
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

En el ámbito de la mejora educativa, la formación del
profesorado juega un papel importante, ¿Qué le falta a este
sector para capitanear la innovación educativa?
Capitanear la educación debe hacerlo la sociedad, los centros y el
profesorado. La formación de centro es necesaria e imprescindible
para diseñar planes estratégicos de mejora con toda la comunidad
educativa y el entorno pero no es suficiente. La formación debe ser
muy seleccionada, contrastada y validada, partir de lo que estamos
haciendo y ser aplicada en las aulas. Nos ha de posibilitar crecer
como Comunidad Profesional de Aprendizaje, con objeto de que
todo el alumnado aprenda más, mejor y adquiera el gusto por el
saber. Luego vendrían temas como el acompañamiento al
profesorado, respeto de la sociedad/Administración/familias
familias para tener más seguridad… en la angosta senda de una
permanente innovación de centro, sostenida y consolidada. También
tocará hablar de compromisos, reconocimiento económico y
profesional, el voluntarismo…
Describe las principales características que tendría que
tener un asesor de formación.
Creo que sería conveniente que primero fuese maestro con
experiencia contratada y validada y luego, asesor. Docentes con
cierto prestigio entre sus compañeros. La escuela necesita
asesoramiento, acompañamiento y tutorización en sus procesos de
mejora, también dentro del aula. Las asesorías deberían tener un
destacado conocimiento teórico para acercar la teoría y la
práctica, como intermediarios. Gestionar formación es otra cosa.
Alfonso Cortés
DUCIBUS.ES

"Planes que partan de las
necesidades del centro
para que todo el
alumnado aprenda más..."
Y el modelo formativo, ¿hacia
donde debería encaminarse?
Por itinerarios formativos centrados
en Proyectos de formación del
centro para elaborar planes
estratégicos de mejora que integren
todos los planes, proyectos y
programas en los que participa el
centro. Planes que partan de las
necesidades del centro para que
todo el alumnado aprenda más y
mejor con objetivos realistas y
rendición de cuentas para mejorar.…
sin olvidar liderazgos directivos en
el centro distribuidos, de servicio a
la comunidad y transformacionales.
Alfonso Cortés
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La última etapa administrativa, que no profesional, te llevó de
vuelta a la escuela, ¿Qué conclusiones pedagógicas has
podido entresacar?
Tras bastantes años en la red de formación, volver al aula los últimos 5
años resultaron de enorme satisfacción personal y profesional. Disfruté
del alumnado, los compañeros, el centro y las familias. Ya pensaba que
sabía lo que podía hacer y cómo hacerlo. Tuve la fortuna de poder
practicarlo con mis tareicas competenciales prácticas (en línea con las
prometedoras nuevas situaciones de aprendizaje que plantea la LOMLOE),
enseñando a estudiar y a trabajar… y tuve el honor de acabar mis clases
ilusionado. Aún podría volver. Sigo estudiando y predicando.
Por último, Alfonso, si existiese el “bálsamo de fierabrás
educativo”, ¿Qué ingredientes crees que no faltarían?
Ni lo conozco ni creo que exista. Las recetas sólo sirven como
ejemplo. Ese bálsamo sanador se llama trabajo que hemos de hacer
todos juntos y en cada centro: Estudiando mucho, aplicando la
formación que necesitemos, comprometiéndonos con el equipo
directivo, compartiendo nuestras experiencias y conocimiento,
organizando tertulias dialógicas, confiando, ayudándonos, sin
trincheras, disfrutando… porque esta sociedad nos necesita más que
nunca. Y poder, podemos, si nos dejan… Buen viaje.
Pero cuidado…: ¿Puede ser que a los poderosos que casi siempre
ganan en todo, no les interese que seamos siquiera capaces de soñar
con otra Escuela?. El “sistema vertical” es muy poderoso con su
cultura dominante y sus fieles guardianes de la tradición. Aún
así,podemos ser versos libres y disfrutar de nuestra profesión, en
equipo. Buen viaje, maestro, maestra… de Escuela.
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Mª LOURDES ALCALÁ IBÁÑEZ
A L F O N S O C O R T E S .
U N M A E S T R O
R E F E R E N T E D E L A
E D U C A C I Ó N
A R A G O N E S A
Mi andadura como Inspectora coincidió con la introducción de las competencias
básicas en el currículo y el desarrollo del programa COMBAS. En este contexto
fue la primera vez que escuché hablar de Alfonso. Desde luego, siempre
magníficamente. Tuvieron que pasar bastantes años hasta que nos conocimos
personalmente. En octubre de 2019 coincidimos en la Facultad de Ciencias
Sociales y Humanas de Teruel en un encuentro de centros innovadores. Y
podríamos decir, que surgió esa conexión indiscutible que tenemos los
maestros apasionados por la Educación.
Desde ese momento he tenido la suerte de compartir con Alfonso reflexiones,
tertulias y puntos de vista sobre sobre Enseñanza. Y desde luego, he
aprendido mucho de su experiencia, fuerza y claridad de ideas sobre lo
esencial de la escuela. Pensando siempre en el alumnado, es defensor de
adecuar el currículo a cada contexto y lograr con proyectos hacer único cada
centro. Alfonso es un maestro que considera que la educación es el arte de los
intentos. No se trata de acertar. Se trata de encontrar el camino para llegar a
todos y cada uno de los alumnos y alumnas.
Contó conmigo para formar parte del equipo de Atlántida Aragón y fue un
seminario que dirigió magníficamente e hizo un trabajo excelente, como
siempre. Gracias a él he conocido un equipo de profesionales a los que admiro
cada día más. Alfonso es un maestro que vive la educación con pasión,
dedicación y entrega, lo que le hace ser ejemplo y modelo para las personas
que le rodean.
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Mª LOURDES ALCALÁ IBÁÑEZ
A L F O N S O C O R T E S . U N
M A E S T R O R E F E R E N T E D E L A
E D U C A C I Ó N A R A G O N E S A
Después de toda una vida siendo maestro de escuela, en 2016 se jubiló y paso
a ser maestro de maestros. Como os decía, yo lo he conocido en esta etapa, y
quiero destacar su generosidad y su trabajo constante para lograr que la
escuela evolucione con los tiempos y que enseñe a los alumnos a “saltar de su
sombra”.
Cuando conoces a Alfonso, tienes claro que no hay oficio más maravilloso que
ser maestro, porque nos permite compartir lo sabemos, lo que somos y lo que
sentimos, con esas personas que un día esperamos que sean ciudadanos
críticos y competentes, con unos valores que seguro tendrán mucho que ver
con la educación que han recibido.
Como decía San Agustín: “No educa lo que dices. Tampoco lo que haces.
Educa las razones por las que das la vida”. GRACIAS Alfonso por tu
profesionalidad, sabiduría y vocación de servicio.
Y quiero terminar con una frase que escribió un maestro turolense en 1928,
que decía así: En la escuela se forma la aristocracia del cerebro y la
democracia del corazón. Para hacerlo realidad hacen falta maestros como
Alfonso Cortés.
DUCIBUS.ES

Desde que conocí por primera vez a Alfonso, hace ya unos cuantos años en una
colaboración conjunta, relacionada con referencias bibliográficas, me pareció una
persona que impregnaba toneladas de ilusión por su profesión y que, además, en ese
instante me transmitió un sentimiento muy positivo de dulzura didáctica y
compañerismo, siempre con un sentido altruista, tan poco visto en los tiempos que
corren… Aspectos, éstos, que fueron incrementando según pasaba el tiempo.
De ahí se fue “fraguando” una relación, consolidada en el tiempo, hasta el día de hoy.
Alfonso es una persona honesta, profundamente enamorada de su profesión, la
docencia y, especialmente, de la escuela rural.
Referente personalmente para mí en lo pedagógico y para muchísimos compañeros/as
docentes, impregna toneladas de conocimientos y experiencias ilimitadas relacionadas
con el colegio, la didáctica y el medio rural.
Apasionado de su comarca y de su pueblo, ha sabido “conectar” lo pedagógico y su
maestría en un contexto próximo y cercano. De ahí su especial importancia…
Siempre dispuesto a colaborar y a “echar una mano” en lo que hiciera falta. Alfonso
constituye la figura de ese “compañero” que siempre está ahí y que no te va a fallar….
¡Gracias ALFONSO por ser así! ¡
¡No cambies nunca! ¡Gracias por todo!
A R T Í C U L O
R I C A R D O C I V E R A M A R Í N
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¡¡¡Siempre en la brecha!!!
Cuando me pidieron que escribiera unas palabras sobre Alfonso, lo primero
que me vino a la cabeza fue este título. Los que lo conocéis mejor que yo,
seguro que coincidiréis en que es una de sus principales virtudes el estar
siempre trabajando en y para la educación.
Lo que más me llama la atención de Alfonso es su entrega, su constancia y su
empeño en lo que cree. Siempre ha sido un referente en la formación del
profesorado, tanto cuando trabajaba en el Centro de Profesorado de Ejea,
como cuando volvió al aula, incluso tras jubilarse.
Su implicación en numerosos proyectos es total. Allá donde vayas siempre te lo
encuentras, sin buscar ningún protagonismo puede aparecer como ponente,
como moderador de un debate, presentando unas jornadas o simplemente
sirviendo el café a los participantes. Vas a la presentación de un libro, una
charla en la facultad, y por supuesto, en jornadas y congresos, allí emerge con
la misma sonrisa y las mismas ganas de aprender.
Siempre crítico con moderación, afable y cortés, haciendo honor a su apellido;
pero tenaz e incansable, dando continuidad a su trabajo como demuestran los
dieciocho años de la revista Ágora.
En fin, seguramente me quedo corto, pero quiero acabar como he empezado:
Alfonso Cortés Alegre, siempre en la brecha.
A R T Í C U L O
A N G E L A L O N S O
DUCIBUS

Ya le comenté una vez a Alfonso Cortés que he tenido mucha suerte en mi
profesión. Desde el primer momento –soy profesora desde el curso 86-87–, en
todos mis destinos, me he encontrado con compañeros y compañeras que me han
transmitido y con los que he compartido las claves para hacer de este trabajo una
profesión gratificante, que me ha ayudado a evolucionar como persona y como
profesional y a contribuir, dentro de mis capacidades, a hacer de la escuela pública
un lugar de acogida y de formación para los ciudadanos y ciudadanas del futuro.
Y, sin duda, una de las personas que me han influido ha sido Alfonso Cortés. Es
admirable su capacidad de aunar voluntades, de impulsar el trabajo en equipo del
profesorado, para crear redes de apoyo y de crecimiento profesional, para hacer de
la escuela pública un espacio inclusivo y de calidad, inscrita en la sociedad de la
que forma parte y no a espaldas de ella.
Sin embargo, mis primeros contactos con Alfonso no fueron profesionales:
compartimos patio de recreo, elaboración de disfraces y cumpleaños de nuestros
hijos, compañeros en el mismo colegio. Pocos eran los padres que compartían con
sus parejas esas funciones de acompañamiento y uno de ellos era Alfonso. Además
de vigilar que nuestros hijos e hijas no se rompieran ningún hueso en esos duros
parques de cemento, las conversaciones con Alfonso, además de las
preocupaciones por nuestros hijos e hijas, ya giraban en torno a nuestra visión de la
educación.
A L F O N S O C O R T É S ,
M A E S T R O Y E D U C A D O R D E
E D U C A D O R E S
E V A B A J É N
DUCIBUS.ES

M A E S T R O Y E D U C A D O R
D E E D U C A D O R E S
E V A B A J É N
En aquel entonces y desde 2002, ya dirigía el CPR de Ejea, en una de las etapas
más importantes de la formación del profesorado de nuestra comarca, pues el
mencionado centro se convirtió en uno de los referentes de la innovación en Aragón.
Desgraciadamente, su contrastada calidad se vio cercenada en el año 2012 con la
supresión de muchos de los CPRs rurales. El argumento esgrimido por la titular del
departamento de Educación, Dolores Serrat, era que se iba a cambiar el modelo de
formación de los docentes, pero realmente lo que se produjo fue el recorte de
personal y el deterioro de la formación del profesorado en Aragón. Actualmente,
vivimos en este ámbito tiempos mejores.
Durante estos años, uno de los proyectos que impulsó Alfonso y con el que he
colaborado estrechamente ha sido la revista Ágora. Surgió inicialmente con la
iniciativa de un grupo de profesores; pero, bajo el paraguas del Centro de
profesores, con la coordinación de Patxi Abadía y la capacidad de Alfonso para
aunar diferentes intereses y personalidades, se convirtió en una empresa colectiva
de toda la comunidad educativa de las Cinco Villas. Durante 18 años, la revista ha
conseguido publicar un número cada año superando la pérdida del sostén del CPR
y la pandemia. Especialmente queridas y cuidadas por Alfonso son las páginas que
todos los números se han dedicado a la publicación de los ganadores de los
concursos de poesía y narrativa para los alumnos y alumnas de la zona de todos los
niveles educativos.
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M A E S T R O Y E D U C A D O R
D E E D U C A D O R E S
E V A B A J É N
Si bien la pérdida del CPR fue un golpe, no dudó Alfonso en volver al aula y
convertirse en referente de la innovación y del aprendizaje competencial. Tras la
jubilación sigue impulsando y animándonos a participar en proyectos, como
Educatribu, Utopías educativas y, en ámbitos más estatales, Atlántida o, más
recientemente, el PROA +.
Gracias, Alfonso.
DUCIBUS
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Alfonso es valle y montaña a la vez. Los paisajes lo quieren y él ama el aire
que los dibuja. Resulta cálida su voz cuando te habla con sus ojos, color
amanecer, y cuando sus palabras se acuestan a tu lado se hace ancho el
horizonte que te invita a conocer.
Supe de él hace muchos años, aunque diré que con él el tiempo discurre con
cuidado, como temiendo hacer daño. Los días son cuidadosos porque saben
que en su ser hallamos también su estar. Ahí, en uno de ellos, se produjo el
encuentro. Era una de aquellas tardes de reflexión, conversación y, sobre todo,
descubrimiento al amparo del Foro de la Innovación. “¡Ah, mira! Este es
Alfonso Cortés”, recuerdo que pensé y ahí nació un nuevo camino. A ambos
lados, la sabiduría, la inquietud y la generosidad. En cada recodo, el
compromiso, la búsqeda y el esfuerzo común.
De aquellas luces surgieron experiencias compartidas, muy pronto
conformadas en torno al Proyecto Atlántida. Pocas iniciativas con un nombre
tan sugerente; pocos alientos tan seductores, tanto por el mensaje como por el
mensajero. A su estela me sumé, nos sumamos y en ese entorno conocí a
tantas otras personas que hacían de la educación su lugar en el mundo. Y
entre todas, siempre, sin descanso, Alfonso. Antes de que naciesen los juncos
que nos han llevado al infinito él contribuyó a que la idea de comunidad
educativa hiciese fortuna en decenas de voluntades y en esas laderas siguen
creciendo las flores que brotan a cada instante.
Alfonso, hoy, ya es ola y orilla en este valle educativo en el que reina la certeza
de la duda y guardamos más preguntas que respuestas. En ese abrazo entre
tierra y agua nos encontramos y en su vértice de luz veremos reflejada la única
verdad: si hay que escribir el futuro, su corazón es el pergamino que
necesitamos.
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J U A N A N T O N I O P É R E Z B E L L O
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Si buscamos por internet qué es ser un buen maestro nos encontramos
definiciones como estas: “Los buenos maestros son humanos, amigables y
comprensivos; saben construir un ambiente agradable en la escuela; tienen
confianza en la capacidad de todos sus alumnos y logran que todos ellos
tengan éxito” o “un buen docente es aquel que aprende de sus alumnos” o
“un buen docente es aquel que no sólo enseña a los alumnos las materias, sino
que también les enseña a pensar”. Podría seguir poniendo definiciones de este
tipo y al leerlas sería casi imposible no pensar en Alfonso. Él es la definición de
ser un BUEN MAESTRO. Alfonso no solo es (porque lo ha sido y lo sigue
siendo) un buen maestro también es una gran persona. Con solo estar
transmite emociones, compromisos, respeto, ilusión, esperanza…Va
enseñando, educando por donde pasa. Tiene esa capacidad, que he conocido
en pocas personas, de “engancharte” en la construcción de un mundo mejor.
Cuando una ha tenido un mal día en la escuela, por las mil y una razones por
las que se puede tener un mal día en el colegio, lees un correo o un mensaje o
un artículo de Alfonso y te cambia la perspectiva del problema. Te hace ver
dónde está la fortaleza, ese punto del que puedes tirar para sacar lo mejor de
cada persona y de cada situación.
A R T Í C U L O
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Alfonso siempre ofrece otro punto de vista. Su mensaje crítico y objetivo,
siempre te hace pensar y tener en cuenta todas las opciones, otras realidades
que a veces pasan inadvertidas.
La psiquiatra Miriam Rojas nos dice que cuando uno siente que trabaja para
algo más grande que su propia labor crece la motivación. Sentir que
pertenecemos a algo grande y trascendente nos hace ilusionarnos y hacer las
cosas mejor. Y Alfonso siempre nos hace sentir que, nuestro trabajo de
maestros y maestras, es algo más que acudir todos los días al aula a enseñar
algo; siempre nos hace sentir que nuestro trabajo es algo mucho más global
que pertenece a un gran proyecto común cuyo motor de trabajo es la
construcción de mejores personas que hagan posible un mundo mejor.
Las misma psiquiatra cuenta que en una sociedad como la que nos ha tocado
vivir, no debemos dedicar nuestra vida a echarle años sino en llenar los años
de vida, de ilusiones y de pasión. Eso es lo que tú haces, amigo.
¡Gracias Alfonso por enseñarme tanto, por contagiarme de ese entusiasmo que
te caracteriza! ¡Gracias Alfonso porque gracias a ti soy mejor maestra ( y mejor
persona)! ¡Cuando sea pequeña querré tener un profe como tú!
A R T Í C U L O
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A A L F O N S O C O R T É S
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Misionera de la formación, así fue como me definiste tras participar como ponente en
varias sesiones de formación sobre Aprendizaje Cooperativo en el ámbito del Centro
de Profesorado Ejea de los Caballeros. ¿Lo recuerdas? Lo leí en un comentario en la
red social de Facebook y fue la llave de una sonrisa de agradecimiento.
El primer recuerdo que tengo de ti, Alfonso, remonta al año 2007. Acababa de
incorporarme a la Red de Formación de Aragón, concretamente en el Centro de
Profesores y Recursos de Alcañiz. Participaste como ponente en las Jornadas Iniciales
de Formación que se organizaron en el CPR deTeruel en calidad de Director del CPR de
Ejea de los Caballeros. Tu imagen se quedó grabada en mi retina. Aún te veo en
aquella sala.
Tu ponencia fue muy ilustrativa. Con ideas claras, concisas y concretas, nos mostraste
la realidad del día a día de nuestro futuro trabajo, tanto a asesores como a directores;
nos diste pautas que resultaron ser muy efectivas. A mí, personalmente, me ayudaste
a entender dónde me había metido y cómo tenía que empezar a caminar por la senda
de la Formación.
A lo largo de varios cursos escolares, compartimos muchos tiempos y espacios de
trabajo en Zaragoza principalmente, pero también en Ejea de los Caballeros y en
Madrid. Nos entendíamos muy bien.
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De todas las personas que se cruzaron en mi camino, fuiste una de las que más me
ayudó a crecer profesionalmente porque sentía tu apoyo, sentía que creías en mí y no
sabes la fuerza que ese sentimiento da viniendo de un compañero con la experiencia
que tú ya tenías y con tu forma de ser: tu buena disposición, tu saber estar y saber
hacer, tu nivel de compromiso, tu excelente desempeño, tu habilidad social para
relacionarte y comunicarte con las personas, tu capacidad de emprendimiento, tu
capacidad para analizar las situaciones y de saber buscar soluciones; siempre activo y
muy positivo; en definitiva, tu madera de líder porque eso es lo que tú eres para
muchos de los docentes que te conocemos profesionalmente, un líder. Un líder y un
amigo.
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Alfonso Cortés siempre ha estado presente de una u otra forma en el panorama
educativo aragonés. Me había creado la imagen mental de ese docente implicado como un
señor trajeado, serio y muy puesto en su posición de experto. Atlántida, currículo,
innovación,... Su nombre siempre aparecía en todos los ámbitos territoriales docentes y
siempre comprometido con todo y con todos.
Llegó 2021, se publica la convocatoria de la Red de la Experiencia y.... ¿Cómo?
¿Alfonso Cortés es uno de los ponentes en el catálogo? ¡¡Imposible dejar pasar esa
oportunidad!! Por fortuna, logramos concertar una fecha y recibirle en el colegio.
Llegó el día. Apareció por el centro de forma silenciosa observando los rincones y
con una sonrisa de oreja a oreja. Mis esquemas preconcebidos completamente del revés.
Una persona tremendamente amable, cercana, humilde y sobre todo gran comunicador. El
tema elegido: los ODS y las tareas competenciales.
El Claustro, tras una jornada lectiva, mantuvimos la atención y desde mi posición al
final de la sala, podía ver las caras de los compañeros y compañeros de satisfacción de
escuchar alguien con un discurso coherente que enganchaba por su forma de decir las
cosas y la elección del contenido. La utilidad de su discurso, la empatía con los docentes y
la experiencia acumulada se acompañaban con la pasión por lo que transmitía. Sólo puedo
decir, que tengo sentimientos encontrados. Por un lado, encantada de haberle conocido, y
por otro, con pena por no haberlo hecho antes. Gracias.
A R T Í C U L O
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Cuesta mucho recoger en unas pocas líneas las ideas que le surgen a uno para describir a otra
persona admirada. Los pensamientos propios se entremezclan con cualidades ajenas; en ocasiones
se mimetizan mientras que en otras surgen las comparaciones, y en este caso uno sale perdiendo.
Alfonso contagiaría a sus alumnos entusiasmo educativo similar a aquel don Gregorio de La lengua
de las mariposas, la emotiva novela de Manuel Rivas que llevó al cine de forma magistral José Luis
Cuerda. Cuántos lazos habrá construido con chicos y chicas de las Cinco Villas. Seguro que no
habrán tenido finales abruptos como los de aquel Moncho al que el miedo lo llevó a la ingratitud.
Mejor lo recordarán al estilo de A. Camus con su maestro Monsieur Germain, a quien dedicaba y en
parte atribuía el Nobel de Literatura de 1957.
Es un maestro y compañero de los que se valora su entusiasmo abierto, da igual que sea en sus
“charradicas pedagógicas” que cuando nos guía por la sierra de Santo Domingo. Al estilo de Miguel
Delibes trata de alimentarnos la capacidad de sorpresa. O nos hace de cicerone en su amada
Luesia,uniendo paisaje y paisanaje como cantaba Labordeta. Su sabiduría emocional de maestro
reflexivo ypaciente emerge lo mismo cuando hablamos de desatinos por las sucesivas leyes
educativas que si observamos barranqueras que el agua tempestuosa ha desnudado para siempre.
Será por eso que donde otros vemos rupturas él ve continuidades; siempre pendiente de innovar,
aunque sea con minúsculas.
Ha sido un renovador de estilo y perspectivas educativas dentro del Proyecto Algaida y otros
menos conocidos pero muy cercanos a la pedagogía real, esa que cuesta tanto encontrar en los
manuales renombrados. No tiene problemas en exponer sus inseguridades, las incertezas que cada
día nos tienen más inquietos. Lo imagino en sus tiempos de formador de profesorado y veo a un
animador constante a pesar de ciertas carencias del sistema, lo cual tiene más mérito si cabe.
Seguro que en alguna ocasión siente temores ante la siempre compleja tarea de educar, pero los
disimula.
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En sus clases sería algo parecido a Juan de Mairena, el machadiano estilo del pensar educativo que
a pesar de haber transcurrido un siglo no ha perdido su vigencia. Por eso le pega aquello de
“Cuando el saber se especializa, crece el volumen total de la cultura. Esta es la ilusión y el
consuelo de los especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos! ¡Oh, eso es lo que no sabe nadie!”. Algo
especial se le nota cuando ejerce de embajador de la revista Ágora. Demostrando esa encomienda
educativa mediadora que tanto deseaba María Zambrano, hija y nieta de maestros. Alfonso no
desdeña la acción global de la educación rural, quizás convencido por J. Emilio Lledó de que la
esencia de la educación es pensar el mundo como posibilidad.
Enseñar es aprender. Por eso hemos coincidido en cenáculos de debate donde la reflexión y la
investigación no impostada en escuelas de cerca o lejos son los nexos que nos unen. Para Alfonso,
cuyo apellido Cortés ratifica su forma de ser, casi nada de lo que se propone parece imposible, y lo
razona con argumentos abiertos. Por eso siempre nos queda a quienes con él buscamos el futuro
educativo aquello de “si intentásemos”. Aún así, la mayor parte de la tarea, de estímulo
permanente, siempre recae en él.
La mirada global “competenciada” parece un invento propio pues busca la comprensión de la
realidad como la mejor estrategia para unir a maestros y maestras principiantes y jubilados, a
quienes enseñan y los enseñados. Será porque quiere sentirse acompañante de esos complejos
caminos por los que la educación debe transitar ahora, que no son otros que buscar complicidades
en la compleja y motivadora tarea de educar (se). Por eso, aun jubilado, acude con su bagaje
intrínseco, que derrama cual lluvia fina, a hablar con el alumnado de cualquier escuela que quiera
preguntarse hacia dónde va. Algo quedará de él en esos lugares.
Gracias maestro y amigo. ¿Cuál será nuestra próxima aventura innovadora?
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Alfonso Cortés, el niño luesiano que soñaba
con ser maestro de pueblo
Conozco a Alfonso Cortés Alegre hace ya la friolera de más de treinta
años. Todavía me viene a la memoria cuándo este joven luesiano, ya
maestro, festejaba con María José en el bar Avenida de Ejea de los
Caballeros. En la segunda etapa de este bar, me refiero. En su
primera, cuando aún se llamaba Pub Avenida, habría sido casi una
obscenidad pecuniaria e ideológica, para dos jóvenes universitarios de
pueblo e hijos de humildes campesinos, tomarse allí, acompañados de
sus respectivas novias, una cerveza con unas patatas fritas o un
revuelto de frutos secos baratos. En el Pub Avenida, recuerdo, se
tomaba de wiski para arriba, y ya se pueden imaginar quiénes, en ese
cubil tenebroso, impregnado del humo de marlboros y montecristos y
el olor a pachuli y Varon dandy, empinaban el codo, a ritmo de compás
ocho por ocho.
Es en esa segunda etapa del bar Avenida, como digo, cuando quedó
registrado en mi disco duro la primera imagen consciente que tengo
de Alfonso Cortés. De antes habría otras, seguro. Pero serían simples
fogonazos esporádicos. Sería una tarde cualquiera de primavera o
verano, sonriente y ufano, tomando una caña en tubo, no en copa, con
abundante espuma. Señal de que la caña estaba bien tirada. A Alfonso
la cerveza fresca y bien tirada le encanta. Siempre que, por un motivo
u otro, hemos quedado, se pide, una caña y, a veces, según el grado de
sed, dos.
Patxi Abadía Álvarez
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Pero otra cosa reseñable, hablando de bares o de «alternar», como
antes se decía, es que él siempre paga la primera ronda, estemos los
dos solos o con más gente. Las primeras pesetas, siempre las suyas.
Actitud que ya de por sí revela mucho de su personalidad. A Alfonso
no le gusta ni le ha gustado jamás ser un segundón en nada. Ni en
pagar la ronda con sus amigos. Ya ven, así es el personaje.
Alfonso Cortés nació, como los grandes héroes, para comerse el
mundo, no a bocados sino a dentelladas. Por esa razón, ya de muy
pequeño, decidió dejar atrás el olor del puchero de bolinches de la
madre y de las caballerías del padre. Se fue a estudiar fuera, a los
salesianos, primero a Sádaba y después a Campello (Alicante). Atrás
dejaba el paisaje luesiano de su infancia. En la España de entonces,
años sesenta y setenta, he de recordar, casi el único modo que tenía
un niño de poder salir de su pueblo era estudiar en un colegio de una
orden religiosa.
En esos colegios de frailes, claro está, no entraba cualquiera. Los
frailes siempre han sido muy sagaces. Se cuidaban, muy mucho, de
seleccionar a los mejores. Muy pocas veces fallaban
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Me río yo ahora de las concienzudas entrevistas del jefe de recursos
humanos de una empresa. En los salesianos, se entraba con la
superación de la correspondiente prueba. La de Alfonso duró todo un
mes, en Zaragoza. En esos treinta días, los religiosos pronto se dieron
cuenta de que este niño de Luesia no solo conocía el lenguaje de las
mariposas sino que era listo, vivo y avispado como pocos. Alfonso, les
advierto, las caza todas al vuelo. No falla una.
Los salesianos le ofrecieron a este niño humilde la posibilidad de
recibir educación, pero, sobre todo, de volar, de volar libre, sin alas,
por el mundo. La curiosidad lleva primero al descubrimiento y después
al conocimiento. Eso lo sabe bien Alfonso, es un buen maestro y
pedagogo. Durante su estancia salesiana, se hizo un hombre, como en
aquel entonces se decía, se percató de que esa España
tardofranquista, todavía demasiado en blanco y negro, y más en un
pueblo de media montaña como es Luesia, había que cambiarla,
hacerla en tecnicolor. Por eso creo que decidió hacerse maestro. Por
el cambio.
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En la campaña de 1982, el partido de Felipe González y Alfonso Guerra
ganó las elecciones con ese lema: «Por el cambio». Alfonso Cortés
militó años después en el PSOE y fue concejal de Educación y Cultura
de Ejea de los Caballeros. Ese espíritu de poner patas arriba España
—recuerden la frase de Alfonso Guerra: «A España no la va a conocer
ni la madre que la parió»— ha sido igualmente el lema de este
luesiano, sobre todo, en lo que atañe a la enseñanza y educación de
este gran país.
Es en esa época de militante comprometido, concretamente en el año
2002, cuando empiezo a conocer de verdad a Alfonso Cortés. Ese
mismo año acudí a su despacho del ayuntamiento y le presenté el
proyecto de la revista Ágora. Cuando uno conoce el lenguaje de las
mariposas desde niño, ha estudiado en un colegio religioso y además
ingresa en el cuerpo de maestros por acceso directo, sin oposición,
como el común de los mortales, no tarda ni un minuto en darse cuenta
de que merecía la pena apostar por este proyecto. Tanto es así que se
lo apropia como suyo. Entiéndanme bien. Lo voy a aclarar.
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En ese año, Alfonso Cortés, además de concejal del Ayuntamiento, era
el director del Centro de profesores de Ejea de los Caballeros, y
durante muchos años estuvo al frente de la tan necesaria renovación
pedagógica de nuestra escuela para adaptarla a los retos del siglo
XXI. Este avispado director, en un abrir y cerrar de ojos, se percató de
las posibilidades que tenía una revista de ensayo, cultura y creación
literaria como Ágora, para contribuir a la mejora del panorama
cultural y educativo ejeano, cincovillés y aragonés. Darse cuenta de
este potencial se tradujo en que el centro de profesores pasó a editar
esta revista, con la colaboración, eso sí, del ayuntamiento de Ejea de
los Caballeros, institutos, colegios, entidades y asociaciones de la
capital de la Cinco Villas y de la comarca. Ágora ha pervivido veinte
años. Ha publicado dieciocho números y se ha convertido quizá en la
mejor revista aragonesa de cultura editada en el medio rural. Ahora
se halla en un compás de espera y reflexión. Esperemos que pronto
vuelva a la calle, con aires renovados y nuevos bríos.
En el 2007, creo recordar, empecé a formar parte de la plantilla del
profesorado-asesor del Centro de Profesores. En estos menesteres
estuve tres cursos. Es, precisamente, en ese tiempo cuando se empezó
a forjar nuestra auténtica y sincera amistad. Dicen que el hábito hace
al monje o que el buen vino mejora con el tiempo, pues a la amistad le
ocurre lo mismo.
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Compartimos muchas horas juntos. Y a las personas se las conoce
bien en el tú a tú: más que por lo que dicen o hacen, por sus gestos y
vocablos callados. A Alfonso Cortés, creo presumir, lo conozco bien
por esos gestos y vocablos callados. A veces basta una mirada, una
sonrisa o un silencio para saber lo que pensamos cada uno. Eso nos ha
llevado sobre todo a respetarnos. Lo fundamental en una relación de
amistad. Tras el respeto viene el reconocimiento del otro. Alfonso
Cortés es de las personas más trabajadoras y honradas que conozco.
En ese afán de estar siempre en la cabeza del pelotón, será él quien
siempre dé el primer relevo, el más largo, sin escatimar esfuerzos ni
sacrificios. Y eso se agradece y da confianza. En definitiva, a este
maestro de pueblo, como a él le gusta llamarse, le viene como anillo
al dedo esos versos de Pablo Milanés que dicen: «A todo dices que sí,
a nada digo que no, para poder construir».
Desde entonces yo sé de Alfonso Cortés y él sabe de mí. Sé de él lo
mucho que le costó jubilarse «oficialmente» como maestro en el CEIP
Mamés Esperabé, donde desarrolló gran parte de su carrera
profesional y pudo aplicar, en su última etapa, toda su conocimiento y
experiencia acumulados como director de un centro de profesores —
en su primera etapa, no menos importante, aportó la utopía y las
ansias insaciables de la juventud—.
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Sé de él que nunca ha dejado de ser maestro, tutoriza cursos para
futuros profesionales de la educación, da charlas, dicta conferencias,
asesora al Ministerio de Educación, colabora con editoriales en el
desarrollo del currículo, y un largo etcétera de más cosas. Pero, he de
confesarles, que lo que más valoro de él es que antes de empezar
cualquier conversación, Alfonsito, como yo muchas veces lo llamo, lo
primero que me pregunta es cómo está mi padre. Alfonso Cortés y yo
tenemos muy claro, y eso es algo que también nos une, que el
principal propósito de nuestra vida no debe ser otro que ir besando,
una a una, las pisadas que nuestros padres han ido dejando por el
mundo. Nos han dado la vida.
En todas mis ensoñaciones, y no son pocas, al Alfonso Cortes viejete,
y eso será afortunadamente dentro de muchos años, siempre me lo
imagino caminando por cualquier sendero del monte de Luesía —se lo
conoce a palmos, como en lenguaje coloquial se suele decir—
llevando en su morral un libro de Anaya y la revista Ágora y soñando,
distraído y ensimismado, en «la» olor de los bolinches de su madre y
en el tufo de las caballerías de su padre.
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