Folleto sobre las obras de la Colección Banco Santander que se exponen en la Sala de Arte de la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte (Madrid) ¡Úsalo para disfrutar aún más de tu visita!
2. UNA COLECCIÓN DE COLECCIONES
Lucas Cranach el Viejo, La predicación de san Juan Bautista, h. 1537-1540
Fruto de la labor de coleccionismo desarrollada a lo largo de más de ciento cincuenta años, la Colección Banco
Santander está compuesta por piezas procedentes de
las diversas entidades financieras que se han ido integrando en lo que hoy constituye Banco Santander.
Sus fondos abarcan un amplio periodo histórico que se
extiende desde el siglo XVI hasta nuestros días y entre sus
obras se encuentran las de grandes maestros del arte.
Si bien el núcleo principal de la Colección está compuesto por pintura, con piezas realizadas por grandes figuras
de la historia del arte como El Greco, Zurbarán, Van Dyck,
Tintoretto, Rusiñol, Mir, Picasso, Tàpies o Barceló, cuenta
también con interesantes ejemplos de escultura –especialmente contemporánea, con piezas de Eduardo Chillida, Richard Serra, Anish Kapoor, Juan Muñoz, Cristina Iglesias,
Richard Deacon o Dan Graham–, un importante apartado
de artes decorativas –integrado por tapices procedentes
de las mejores manufacturas europeas de los siglos XVI al
XVIII, cerámica y muebles antiguos–, y una completa colección numismática, con monedas y billetes que ofrecen un
singular recorrido por la historia de España.
Todo ello hace de ésta una de las mejores y más completas colecciones privadas de nuestro país, al tiempo
que refleja la sensibilidad artística y la labor de mecenazgo de las entidades que la crearon.
[3]
3. SALA DE ARTE SANTANDER
Desde marzo de 2006, y con excepción de los periodos en
que se celebran exposiciones temporales de grandes colecciones privadas de arte contemporáneo, cerca de doscientas
obras de la Colección Banco Santander se exponen en la sala
de arte de la ciudad financiera en Boadilla del Monte, Madrid.
Con una superficie de 2.800 metros cuadrados y una altura de cinco metros, la sala permite la exposición de piezas de
gran formato y su contemplación con adecuada perspectiva.
La concepción arquitectónica de la sala, como la del
resto de la Ciudad Grupo Santander, es obra de Kevin
Roche, premio Pritzker y uno de los grandes nombres
de la arquitectura contemporánea. Para el diseño museográfico se contó con la colaboración de Juan Ariño.
El itinerario de la exposición se plantea como un
paseo por la historia del arte desde el siglo XVI hasta
nuestros días.
4. Monedas y billetes
1
Didracma romano [10]
Tapices
5
2
La exaltación de las artes [14]
Pintura del siglo XVI
3
6d
Joan de Joanes, Inmaculada Concepción [18]
Pintura del siglo XVII
6a
4a
2
3
Van Dyck, Don Diego de Mexía, marqués de Leganés [24]
4c
1
El Greco, Anunciación [22]
4b
6b
Paul de Vos, Bodegón con sirvienta [26]
6c
el Siglo XVIII
5
4a
8a
Giuseppe Bonito, Don Carlos de Borbón,
rey de las Dos Sicilias [30]
LA Pintura española del siglo XIX e inicios del XX
6a
4b
7a
Martín Rico y Ortega, Patio del palacio
de los Dux de Venecia [34]
8b
6b
7b
Joaquim Mir, Primavera [38]
6d
7c 6e
Joaquín Sorolla, Retrato de Agustín Otermín [36]
6c
José Gutiérrez Solana, El Lechuga y su cuadrilla [40]
6e
Josep Maria Sert, Las bodas de Camacho [42]
Vanguardias y arte contemporáneos español
4c
7d
7a
Pablo Ruiz Picasso, Busto de caballero III [46]
7b Manolo Millares, Homúnculo [48]
7c
Antoni Tàpies, Matèria ocre sobre tela verge [50]
7d Miquel Barceló, Soupe francaise [52]
8c
Escultura
8a Gregorio Fernández, Cristo flagelado [56]
8b Eduardo Chillida, Rumor de límites VII [58]
8c Anish Kapoor, Sin título [60]
5. 1]
Monedas
y billetes
Una importante selección de la colección numismática
de Banco Santander da la bienvenida al visitante a la sala
de arte y permite recorrer e ilustrar paso a paso la historia monetaria de España, desde las dracmas acuñadas
en el siglo III a.C. por las colonias griegas peninsulares,
pasando por monedas cartaginesas, sestercios romanos
y visigodos, doblas árabes, maravedíes, piezas de reinos
cristianos, de la monarquía de Carlos I, Felipe II, los Austrias menores, los Borbones, José I y acuñaciones de colonias iberoamericanas hasta llegar a la ya desaparecida
peseta. Junto a ellas también se exponen billetes que
abarcan desde fines del siglo XVIII hasta el XX, con especial atención a los emitidos en diferentes localidades
durante la Guerra Civil Española.
La moneda occidental nace, fruto de un largo proceso
evolutivo, a finales del siglo VII a. C. en Lidia (Asia Menor, en la actual Turquía), pero son las ciudades griegas
[8]
las que, a través de su actividad colonizadora y comercial, difunden su uso por el Mediterráneo. Desde sus
inicios la moneda se convierte en un poderoso vehículo de expansión económica y cultural, siendo un factor clave para entender el desarrollo histórico de una
comunidad.
La moneda, portadora de una tradición de casi tres mil
años de historia, nos acerca como ningún otro objeto a
la vida de los pueblos que la fabricaron y utilizaron. En
una lenta pero continua evolución, este pequeño trozo
de metal se ha convertido en símbolo de independencia y de la fiabilidad del Estado, al tiempo que ha permanecido íntimamente unida a la vida cotidiana de las
gentes. Una evolución a la que no ha permanecido ajena
la península Ibérica, en cuyo suelo se han acuñado y circulado las emisiones de los pueblos, ciudades y Estados
protagonistas de su devenir histórico.
[9]
6. Didracma romano
225-214 a. C.
Plata
Esta moneda de taller incierto es una de las
piezas más antigua de la colección numismática
de Banco Santander.
En su anverso aparece una cabeza janiforme
laureada de los Dióscuros –Castor y Polux–,
famosos héroes de la mitología griega, hijos
de Zeus y Leda y hermanos de Helena de Troya
y Clitemnestra.
En el reverso se representa a Júpiter en cuádriga
acompañado por la Victoria, sosteniendo el cetro
con la mano izquierda y blandiendo un haz de
rayos con la derecha.
Multimedia de monedas Colección Banco Santander disponible
en la web de la Fundación.
[10]
7. 2]
Tapices
La importancia de la colección de tapices de Banco Santander radica en que posee piezas de periodos y centros
no muy comunes en las colecciones y museos españoles. Sus paños bruselenses de los últimos años del siglo
XVII y principios de la centuria siguiente, así como los
de las manufacturas de Gobelinos y Beauvais, cubren
años no bien representados en nuestro país. Pero eso
no quiere decir que sus piezas flamencas de los siglos
XVI y XVII presenten un interés menor, pues son un testimonio muy característico del gusto español por la tapicería de aquellos Países Bajos ligados a nosotros por
los avatares dinásticos.
Evidencia de nuestra relación con Flandes es el paño de
La Historia de Alejandro (h. 1575), tejido en el momento
de máximo esplendor de la producción flamenca, que
nos da una visión renacentista de uno de los temas favoritos de la tapicería gótica.
[12]
De estética muy diferente, francesa, es la pieza La rendición de Marsal, tejida en la segunda mitad del siglo XVII
en los Gobelinos, la gran manufactura puesta en pie por
Luis XIV para cantar su gloria entre todas las cortes europeas. Periódicamente por motivos de conservación, la
exposición de esta pieza se alterna con la del tapiz Susana acusada de adulterio (1716), buen reflejo del gusto
académico francés y la orientación que los Gobelinos
dieron al tapiz, convirtiéndolo en trasunto de la pintura.
El cuadro que sirvió de para tejer esta pieza se conserva
en el Museo del Prado.
De Beauvais es El viaje del príncipe, que formó parte de
una de serie llamada La premiere tenture chinoise o Historie du Roi de la Chine, que afirmó en Francia la moda
chinesca que llenaría el siglo XVIII. En él se mezclan la
fidelidad iconográfica con el gusto por una China literaria
de un exotismo libresco.
[13]
8. De pleno Barroco, época en la que el tapiz
flamenco –al igual que la pintura– está muy
influenciado por Rubens, la Colección Banco
Santander posee una serie de ocho paños tejida en
Bruselas hacia 1660 por el taller de Jan Leyniers.
Dedicada a las artes, es una perfecta muestra
del gusto del siglo XVII por la alegoría; en ella,
siguiendo la Iconografía de Ripa, se exaltan las
artes y las virtudes a que aquéllas nos inducen.
Con amplias cenefas de frutos carnosos entre los
cuales se mezclan instrumentos científicos, estos
tapices fueron tejidos para un emplazamiento
concreto, constituyendo lo que en Bruselas se
llamaba una chambre en tapisserie.
El tema de esta chambre no es excesivamente
frecuente, pues parece que agrupó a las Artes
Liberales con las Bellas Artes, en un maridaje
que supuso una larga discusión teórica desde
el Renacimiento hasta el Barroco.
[14]
Detalle de La exaltación de las artes
Manufactura de Bruselas. Taller de Jan Leyniers
La exaltación de las artes, h. 1660
Lana y seda
9. 3]
Pintura
del siglo XVI
Las obras pictóricas más antiguas de la Colección
Banco Santander datan del siglo XVI y se caracterizan
por la diversidad de sus orígenes: Badajoz, Valencia,
Franconia, Flandes y Venecia. Excepto las italianas,
que son lienzos, todas están pintadas sobre tabla. Datadas en el segundo tercio de la centuria, sus características y sus géneros son sin embargo muy diversos.
Predominan las obras religiosas, con piezas devocionales de pequeño tamaño como La predicación de san
Juan Bautista de Lucas Cranach el Viejo, única en el catálogo de su autor en cuanto a su temática, y un Ecce
Homo de Luis de Morales de gran delicadeza; y piezas
de mayor tamaño como Inmaculada Concepción de Joan
de Joanes o las tres tablas que proceden de la ancestral
Torre de Luzea en Guipúzcoa, pintadas por seguidores
de Juan de Borgoña.
[16]
Junto a ellas la Colección cuenta con soberbios retratos, como Joven de venticinco años con pelliza de Tintoretto y Doña Juana de Mendoza, duquesa de Béjar,
con enano de Alonso Sánchez Coello, de reciente adquisición. Se trata de ejemplos de gran austeridad
formal que transmiten a la perfección, además de los
rasgos físicos de los retratados, referencias a su posición y estatus social.
[17]
10. Joan de Joanes (1507/10-1579)
Inmaculada Concepción, h. 1535-1540
Óleo sobre tabla
Realizada cuando Joan de Joanes trabajaba aún
junto a su padre, Vicente Macip, sigue la tipología
de Inmaculada instaurada por los jesuitas cuando
se establecieron en Valencia. La representación de
la Virgen rodeada de símbolos marianos procede
del Antiguo Testamento, concretamente del Cantar
de los Cantares. Esta iconografía ya era conocida
en Valencia desde principios del siglo XVI, pero es
a partir de la década de los treinta cuando tiene
un mayor desarrollo.
El gran interés de la obra radica en que se sitúa
a la cabeza de muchas versiones similares en el
área valenciana salidas del taller de los Macip o
realizadas por imitadores. Los valores plásticos
de esta pintura son evidentes y la presencia de oro
cubriendo el fondo responde a su importancia como
icono sagrado en el contexto de algún retablo.
[18]
11. 4]
Pintura del
siglo XVII
El siglo XVII está ampliamente representado en la Colección
Banco Santander, dividiéndose sus piezas en tres grandes
apartados: retratos, pintura religiosa y bodegones.
Dentro del primer grupo, destacan los ejemplos de artistas flamencos datables en el primer tercio del siglo. Los
retratos del obispo van Malderen y del marqués de Leganés de van Dyck y del obispo Ophovius de Rubens han sido
considerados ejemplares originales, si bien pudieran ser
segundas versiones con intervenciones del obrador.
En cuanto a pintura religiosa, la Colección dispone de
interesantes ejemplos de grandes artistas españoles
como Virgen niña dormida de Francisco de Zurbarán, de
gran delicadeza y profunda espiritualidad; La predicación
de San Vicente Ferrer, raro testimonio de la breve estancia de Alonso Cano en Valencia; La imposición del nombre
de Jesús, obra de evidente rareza iconográfica pintada en
Sevilla por Juan de Valdés Leal, o Presentación de la Virgen
[20]
en el templo, pintada en Granada a finales de la centuria
por Juan de Sevilla. Junto a ellos dos obras de El Greco:
una imponente Anunciación y Cristo crucificado, con Toledo
al fondo.
Por último, se exponen interesantes bodegones como el
realizado por el flamenco Paul de Vos, muy en consonancia con Rubens, el dedicado a los cinco sentidos del aún
enigmático artista Manerius y una composición muy original del gran especialista madrileño Juan de Arellano.
Junto a estas piezas, se muestra un paisaje de Adam
Pynacker, buen ejemplo de la brillantez que adquirió
este género en Holanda durante el siglo XVII, constituyendo uno de los capítulos más originales de la historia
de la pintura barroca. Partiendo ya de la observación
directa del natural, los artistas reducen a los personajes al mínimo y la naturaleza se convierte en la gran
protagonista de las obras.
[21]
12. Domenicos Theotocopulus,
El Greco (1541-1614)
Anunciación, 1614
Óleo sobre lienzo
Este grandioso lienzo concebido para el Hospital
de San Juan Bautista de Toledo, llamado usualmente
«de Tavera» por su fundador, puede considerarse
como una de las últimas obras de El Greco. A su
muerte sería su hijo Jorge Manuel el responsable
de terminar la parte inferior.
Estamos ante un buen ejemplo de la audaz técnica
del pintor cretense al final de su vida: emplea
el pincel con una extrema libertad y recurre al uso
de pinceladas negras para siluetear algunas formas
y limitar perfiles y campos de color, dando al lienzo,
visto de lejos, una extraña y casi mágica sensación
de vidriera. Destaca además la vibración del toque
y la prodigiosa utilización de la preparación rojiza
para obtener efectos de transparencia y volumen.
En fecha desconocida esta obra sufrió la mutilación
de su parte superior –una serie de ángeles músicos–,
que desde 1931 se conserva en la Galería Nacional
de Atenas.
[22]
13. Antoon van Dyck (1599-1641)
Don Diego de Mexía, marqués de Leganés, h. 1634
Óleo sobre lienzo
Retrato realizado por van Dyck durante el año que
pasó en Amberes después de sus estancias en Italia
e Inglaterra, donde fue primer pintor de corte para
Carlos I y donde finalmente moriría a la edad de 42
años. Su fama internacional como gran retratista
le había permitido además entrar al servicio de la
archiduquesa Isabel Clara Eugenia de Habsburgo,
hija de Felipe II y regente de los Países Bajos, siendo
muy frecuentes por lo tanto los encargos de grandes
familias de la nobleza de Flandes y de Brabante.
Don Diego de Mexía, primer marqués de Leganés,
comendador mayor de León, trece de la Orden de
Santiago y duque de Sanlúcar la Mayor y protegido
del conde duque de Olivares, fue paje de los
archiduques Alberto e Isabel en Flandes, gobernador
en Milán y embajador extraordinario en Francia.
Apasionado coleccionista, fue retratado por
Rubens y van Dyck y empleó su inmensa fortuna
en la adquisición de pinturas de los más famosos
maestros flamencos e italianos del momento,
alcanzando su colección un total de 1.333 obras.
[24]
14. Paul de Vos (1596-1678)
Bodegón con sirvienta, h. 1668
Óleo sobre lienzo
Pintura muy característica del género flamenco
de naturaleza muerta con animales vivos
disputando por algún alimento en primer término.
La acusada diagonal de las formas en aparente
desorden y el cesto con conejos son notas del
influjo que ejerció Rubens entre sus seguidores
y discípulos de la escuela de Amberes.
La admiración de Rubens por Paul de Vos le llevó
a adquirir ocho lienzos suyos, que se encontraban
entre sus posesiones a su muerte. El marqués de
Leganés también era gran aficionado a su pintura
y poseía un gran número de obras suyas. El propio
Felipe IV le encargó numerosos cuadros en las
décadas de 1630 y 1640 para decorar las estancias
de los principales palacios madrileños, incluida
la Torre de la Parada, de ahí la colección de cazas
y fábulas de este pintor barroco flamenco que
conserva el Museo del Prado.
[26]
15. 5]
El siglo XVIII
En la Colección Banco Santander el capítulo de obras
datables en el siglo XVIII es el más reducido. Junto a
las naturalezas muertas del XVII, se exponen dos obras
tempranas del parisino Jean Baptiste Oudry que ilustran bien la evolución de este género y el gusto típico
del rococó francés. Delicadeza, elegancia, sensualidad
y gracia, líneas curvas y decorativismo juegan un papel fundamental en la composición de las obras de este
pintor, grabador y diseñador de tapices que tuvo gran
fama en su época y fue protegido de Luis XV, llegando a
ser nombrado pintor de las cacerías reales.
Aunque actualmente no está expuesta en la sala de arte,
el apartado del siglo XVIII de la Colección Banco Santander se completa con una importante muestra de cerámica de Alcora, manufactura española creada en 1727 por
el IX Conde de Aranda bajo los auspicios de Felipe V y
buen ejemplo del gusto por el rococó que implantaría en
nuestro país el primer Borbón español.
Pero, sin duda, la obra más destacada de este periodo
en la Colección es el retrato de Carlos III, todavía rey de
las Dos Sicilias, que pintó Giuseppe Bonito. Junto a él,
una escultura en mármol del monarca ya como rey de
España realizada por Juan Pascual de Mena, una de las
figuras más sobresalientes de la escultura española del
siglo XVIII, y el tapiz El viaje del príncipe, anteriormente
comentado.
[28]
[29]
16. Giuseppe Bonito (1707-1789)
Don Carlos de Borbón, rey de las Dos Sicilias, h. 1745
Óleo sobre lienzo
Probablemente este retrato fue pintado cuando don
Carlos de Borbón contaba, aproximadamente, con
veintiocho o treinta años de edad. Dado su atuendo
militar, su actitud de mando y el escenario bélico
de fondo, podría estar relacionado con la brillante
campaña de don Carlos al frente de su ejército en
la batalla de Velletri contra las tropas austríacas el
12 de agosto de 1744, que le aseguró definitivamente
la posesión del trono de las Dos Sicilias.
Ricamente vestido con una casaca de color tabaco
bordada en oro, sobre su pecho figura la insignia
del Toisón y la banda de San Jenaro. Como en
todos los retratos de Bonito, está presente ese
interés por individualizar al modelo acentuando la
intensidad expresiva en su mirada y la caracterización
psicológica. La sutileza cromática, el refinamiento
de la composición, la iluminación y vaporosidad de
su atmósfera la convierten en una obra excelente
de este autor cuyas cualidades retratísticas fueron
reconocidas oficialmente en 1751 al ser nombrado
pintor de cámara del rey.
[30]
17. 6]
La pintura
española
del siglo XIX
e inicios
del siglo XX
Si bien la primera mitad del siglo XIX y el romanticismo
imperante en la época están representados en la Colección Banco Santander con piezas de Pérez Villaamil, Rigalt o Esquivel, más rica es la presencia de las escuelas
realistas que dominan, en sus múltiples variantes, la pintura del último tercio de la centuria. Ante todo predominan las obras de algunos pintores destacados dentro de
la órbita fortunyana, como Rico, Agrasot, Jiménez Aranda
o Ricardo de Madrazo.
[32]
Junto a ellos, la Colección cuenta con ejemplos de la gran
renovación que se produjo a partir de 1880 en la pintura
española al adoptarse preceptos artísticos que se estaban
gestando en el resto de Europa. Del gran precursor de la
mentalidad modernista, Darío de Regoyos, asturiano que
residió en Bélgica y formó parte de algunos de los grupos
más innovadores de la Europa del último cuarto del siglo
XIX, se muestran dos paisajes tardíos. De los impulsores
del modernismo catalán, Casas o Rusiñol, hay varias piezas que evidencian su evolución pictórica y su ruptura con
el pasado inmediato a través de una temática naturalista y
del contacto con el París de fin de siglo. También hay buenos ejemplos de la generación posterior, con artistas como
Nonell o Mir, que fascinados aún por la capital francesa lograron crear un arte nuevo de sorprendente fuerza creativa.
Con la llegada del siglo XX surgió un nuevo movimiento
impulsado por el joven ensayista Eugenio d´Ors: el noucentisme o novecentismo, que tras el acercamiento del
arte español a las tendencias modernas francesas y noreuropeas en la etapa modernista proponía una vuelta al
mediterraneismo y a la tradición autóctona, premisas bien
representadas en la obra de Sunyer. Una renovación muy
parecida a la de Cataluña propugnaba la Asociación de Artistas Vascos, representada en la Colección Banco Santander por los hermanos Valentín y Ramón de Zubiaurre.
[33]
18. Martín Rico y Ortega (1833-1908)
Patio del palacio de los Dux de Venecia, 1883
Óleo sobre lienzo
En un formato poco habitual para el artista, Rico
hace gala en este lienzo de sus soberbias dotes para
los paisajes urbanos y para la minuciosa descripción
de los edificios monumentales, interpretados a
través del preciosismo luminista y deslumbrante
aprendido de su gran amigo Mariano Fortuny.
Según testimonia la inscripción que lleva al dorso,
el cuadro fue pintado en 1883, durante el periodo
de plena madurez del artista. Es probable que Rico
lo iniciara en una de sus habituales estancias en
Venecia –ciudad en la que moriría en 1908–, aunque
debió terminarlo en su estudio parisino utilizando
apuntes parciales tomados del natural.
Dado el extraordinario éxito que el arte de Martín
Rico tuvo en los circuitos comerciales europeos y
americanos de su tiempo, sus vedutte venecianas
inundaron el mercado, si bien se trata generalmente
de panorámicas de los canales y sus riberas
ejecutadas en un formato apaisado y de menor
tamaño que el presente lienzo.
[34]
19. Joaquín Sorolla (1863-1923)
Retrato de Agustín Otermín, 1892
Óleo sobre lienzo
Retrato del pintor asturiano Agustín Otermín y
García Bustamante, discípulo de Sorolla y artista
notable que sin embargo abandonaría la pintura
antes de alcanzar la madurez.
El acentuado realismo en el tratamiento del tema
se aleja del anecdotismo forzado de la pintura de
género al uso entonces. El retratado aparece como
sorprendido en su taller, preparando su paleta, sin
mirar al espectador como sucedía en los retratos
convencionales. El formato horizontal es frecuente
en bastantes retratos de Sorolla, que buscaba
representar así a los personajes en su ambiente
y no sólo limitarse a plasmar su figura.
Contrasta el colorido de esta obra con la paleta más
conocida de Sorolla, al que se le conoce como el
máximo exponente del luminismo, estilo del que
la Colección Banco Santander atesora entre sus
fondos Niños buscando mariscos, uno de los últimos
cuadros del pintor valenciano.
[36]
20. Joaquim Mir (1873-1940)
Primavera, h. 1910
Óleo sobre arpillera
Pieza muy valiente en la que un paisaje sin
anécdota se traduce de forma escueta en
manchas de color que en sí nada tienen de
figurativas, todo en tonos tenues.
Estamos ante una las obras más destacadas
de la mejor época de Joaquim Mir, máximo
exponente del posmodernismo catalán y
renovador del género paisajístico en España
a finales del siglo XIX.
Una placa metálica adherida al marco informa
de que formó parte del conjunto de obras de Mir
que, presentadas a la VI Exposición Internacional
de Arte de Barcelona de 1911, valió a su autor la
concesión de una primera medalla.
[38]
21. José Gutiérrez Solana (1886-1945)
El Lechuga y su cuadrilla, 1915-1971
Óleo sobre lienzo
La Colección Banco Santander atesora uno de los
conjuntos más importantes de obras del pintor y
escritor madrileño José Gutiérrez Solana, con piezas
que abarcan todas las etapas de este singular artista
que creó un estilo personal ajeno al academicismo
y al mundo de las vanguardias. Con una mirada dura,
descarnada, desprovista de anécdotas y adornos, Solana
refleja en su obra el lado más oscuro de la sociedad
española, siendo uno de los artistas que mejor plasmó
la crisis social, política y económica de la época.
En esta obra Solana inmortaliza a Isidoro Cosío, del
que no hay acuerdo de si se trataba de un zapatero o
de un carpintero de la aldea de Carmona (Santander),
tan aficionado a los toros que se conocía de memoria la
tauromaquia de Montes y llegó incluso a torear con el
gato de su casa. El traje de luces, que le confeccionó su
esposa en un tono verde rabioso, dio lugar al apodo del
Lechuga. Solana le pinta triunfador junto a su cuadrilla,
pese a que se conoce que su única experiencia como
torero fue realmente desastrosa, con un fondo de paisaje
montañés en el que destaca la colegiata de Cervatos.
Obra fotografiada en gigapixel disponible en la web de la Fundación.
[40]
22. Josep Maria Sert (1874-1945)
Las bodas de Camacho, 1929-1930
Grisalla en negro y oro sobre lienzo
Un espacio especial de la sala está dedicado al conjunto
de piezas creado por Josep Maria Sert para la decoración
del comedor del Waldorf Astoria de Nueva York, donde
permaneció hasta la remodelación del hotel en los años
setenta. Se trata de quince grandes lienzos con escenas
inspiradas en los capítulos 19-21 de la segunda parte de
El Quijote, donde se narran las bodas de Camacho.
Sert recibió 150.000 dólares, una fortuna en la época, por
la decoración total del comedor. Diseñó desde las mesas,
butacas, canapés, cortinas y visillos hasta una imponente
lámpara que, iluminando el techo dorado, lograba crear una
atmósfera mágica y envolvente. La gran repercusión mediática
que tuvo el conjunto hizo que en 1932 recibiera el encargo de
la decoración del Rockefeller Center de Nueva York.
Vídeo con la recreación del comedor en 3D en la sala y la web de la Fundación.
[42]
Detalle de Las bodas de Camacho
Para este encargo internacional, el primero de carácter
semipúblico del artista, Sert quiso hacer una obra
espectacular y sugerente. Inspirándose en la pintura
de Tiépolo y Rubens, convirtió sus paneles en gigantescas
escenografías insufladas de movimiento. Se aprecia,
además, las influencias de Goya y Anglada-Camarasa
en cuanto a la temática popular y festiva elegida.
23. 7]
Vanguardias
y arte
contemporáneo
español
España ha aportado al arte del siglo XX grandes figuras,
muchas de las cuales se encuentran representadas en
la Colección Banco Santander. Hay ejemplos de Picasso,
Miró, Tàpies o Barceló, pero junto a ellos atesora obras
de múltiples artistas que permiten abarcar el arte contemporáneo español en su conjunto.
Bien ilustradas están la Escuela Española de París –continuadora de rasgos derivados del cubismo aunque con formas más rebajadas–, con piezas de Bores, Viñes y Cossío;
y la Escuela de Vallecas, impulsada por Benjamín Palencia y Alberto Sánchez. Claro ejemplo en las artes plásticas
de la necesidad y la voluntad de alcanzar una síntesis de
[44]
tradición y modernidad, sus miembros propugnaron una
renovación del arte a través de la vuelta al campo y sus
hombres, destacando sus paisajes por su elementalidad
y crudeza.
Tras la Guerra Civil, empiezan a aparecer signos de recuperación del espíritu vanguardista como actitud crítica
ante la realidad. Es lo que ocurrió en Barcelona a partir
de 1948 con los pintores que editaron la revista Dau al Set –
entre los cuales se encontraba Tàpies– y en Madrid con el
grupo El Paso a partir de 1957. Integrado entre otros por
Millares, Rivera, Saura, Serrano, Viola, Canogar, Feito o
Chirino, a pesar de la dispar procedencia de sus miembros y la fuerte individualidad de cada uno de ellos, El
Paso tuvo un papel fundamental en el proceso de normalización de la vanguardia en España, destacando su coherencia plástica y su ideología comprometida y radical.
De las raíces de la crisis del informalismo, en los años setenta surgió el pop español, que sin abandonar el compromiso político y social volvió a una figuración narrativa. Equipo Crónica y Eduardo Arroyo son buenos representantes de
este estilo que introdujo el humor y la ironía en sus obras.
Barceló y Sicilia son buenos exponentes de la pintura
expresionista que triunfó en los años ochenta y que, sin
abandonar las referencias figurativas, tiene a la materia
como gran protagonista.
[45]
24. Pablo Ruiz Picasso (1881-1973)
Busto de caballero III, 1967
Óleo sobre lienzo
Obra realizada por Picasso a los ochenta y seis años.
Después del Guernica, es frecuente que el artista
malagueño firmase y datase sus obras por el reverso
del lienzo, que realizase las pinturas en un solo día
–como sucede con ésta del 9 de junio de 1967–
y también que éstas tuvieran como protagonista
una sola figura y no siempre entera. Sin embargo,
las variantes en forma y color son continuas
y muestran la inagotable inventiva de Picasso.
Además de numerosas imágenes femeninas, que
remiten muchas veces a su mujer Jacqueline Roque,
y del recurrente asunto del pintor y su modelo,
los bustos viriles de reminiscencias históricas del
siglo XVII son protagonistas constantes. Esta figura
responde a este último tipo.
[46]
25. Manolo Millares (1926-1972)
Homúnculo, 1960
Técnica mixta
La arpillera es un elemento fundamental en
las composiciones de Millares. Si bien empezó
a emplearla en 1955, fue coincidiendo con la
creación del grupo El Paso en 1957 cuando
comienza a romper la superficie buscando un
mayor dramatismo.
Antes de que la arpillera adquiera mayor libertad
expresiva, el espacio mantiene cierta parcelación
producida por costurones, como vemos en este
Homúnculo en el que se conjuga aún el lenguaje
informalista con la necesidad de evocar de
manera ambigua la figura humana.
Los colores blanco, negro y rojo son esenciales en
la obra de este artista canario.
[48]
26. Antoni Tàpies (1923-2012)
Matèria ocre sobre tela verge
[Materia ocre sobre tela virgen], 1969
Técnica mixta sobre lienzo
Durante 1969 Tàpies realiza obras en las que
confluyen inclinaciones e inquietudes muy diversas.
Por una parte, la valoración y potenciación de la
materia y –como parece advertirse en Matèria ocre
sobre tela verge– la alusión a partes concretas,
localizadas, del cuerpo humano. Junto a obras de
este tipo, ensaya con otros materiales, aquellos
que le habían convertido en pionero del arte povera,
como la paja, que deja desbordar o ciñe con una
equis de madera. Todo ello anticipando la gran
explosión que se producirá en 1970 con obras
corpóreas neorrealistas.
La obra que comentamos es, sin duda, una de las
que mejor resumen el juego de oposiciones en el
arte de Tàpies (materia-forma, abstracción-realismo,
interiorización-aprehensión de lo inmediato
cotidiano) y puede darnos una imagen-síntesis
del conjunto de su producción.
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27. Miquel Barceló (1957)
Soupe francaise (Sopa francesa), 1983
Óleo y collage sobre lienzo
Un enorme plato de sopa es el protagonista
absoluto de este cuadro, cuyas dimensiones, de
haberse pintado en el siglo XIX, habrían sido las
apropiadas para una noble representación de tema
histórico. Esta transformación en el rango de los
motivos pictóricos es una de las características del
arte contemporáneo: todo, incluso lo más humilde
y cotidiano, puede ser objeto de atención creadora.
Con el desarrollo de la modernidad, el tema deja de
ser fundamental, llegando incluso a desaparecer
totalmente.
El tratamiento plástico de este plato de sopa nada
tiene que ver con las sutilezas, transparencias y
efectos de los bodegones barrocos. Barceló tiende
más a las tierras y empastes de Dubuffet, Fautrier
o Tàpies. Los colores, densos y opacos, son
aplicados con rudeza, y trozos de papel y de
cartón parcialmente pegados cubren gran parte
de la superficie logrando la apariencia de un potaje
o sopa densa.
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28. 8]
Escultura
El recorrido por las esculturas de la Colección Banco
Santander se inicia con una delicada pieza de devoción
realizada en madera y posiblemente destinada a una
capilla privada: Cristo flagelado de Gregorio Fernández,
maestro del siglo XVII que supo plasmar en sus piezas
la piedad contrarreformista.
Aparte, la Colección cuenta con importantes piezas realizadas por escultores contemporáneos de renombre
internacional como Anish Kapoor, Richard Serra, Dan
Graham, Kimmo Schroderus, Juan Muñoz o Richard
Deacon, la mayoría de las cuales se encuentran distribuidas en los jardines de la ciudad financiera.
Del siglo XVIII se expone un retrato de Carlos III esculpido en mármol por Juan Pascual de Mena y probablemente realizado para alguna institución oficial.
Pero, sin duda, el capítulo mejor representado en la Colección es el dedicado al siglo XX, con ejemplos de la
Escuela de Vallecas –como Pájaro bebiendo agua de
Alberto Sánchez–, del grupo El Paso –como Raíz de
Martín Chirino u Hombre con puerta de Pablo Serrano–,
de Eduardo Chillida –con tres obras que giran en torno
a la relación entre el espacio y la forma– y de las dos
principales renovadoras de la escultura española en los
años 80: Cristina Iglesias y Susana Solano.
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29. Gregorio Fernández (1576-1636)
Cristo flagelado, h. 1614-1620
Madera tallada y policromada
Si bien Gregorio Fernández estaba habituado a
trabajar en piezas de tamaño natural o ligeramente
inferiores, este Cristo permite conocer la capacidad
del artista para enfrentarse a obras de pequeño
tamaño y para aunar el clasicismo de la forma y la
belleza del cuerpo con un hondo sentimiento religioso.
El estudio anatómico elaborado por Fernández en
esta escultura de madurez es de una perfección no
igualada por ningún otro artista español de su tiempo,
demostrando un profundo conocimiento del cuerpo
humano, así como una total capacidad para colocar
a la figura en el espacio y moverla con absoluta
naturalidad, con una riqueza de puntos de visión
extraordinaria.
Gregorio Fernández fue el artífice de este tipo
iconográfico de Cristo atado a la columna,
representado después de haber sufrido los azotes de
la flagelación, buscando apoyo en una columna baja y
troncocónica inspirada en la que se conserva desde
el siglo XII en la iglesia romana de Santa Práxeles.
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30. Eduardo Chillida (1924-2002)
Rumor de límites VII, 1960-1969
Hierro y granito
Eduardo Chillida empezó a trabajar en hierro
tras su regreso en 1951 al País Vasco después de
dos años en París. Lo negro del material y sus
posibilidades para definir y atrapar el espacio le
fascinaron.
El título Rumor de límites es común a una serie
de siete esculturas que guardan relación con
el Peine del viento de San Sebastián e ilustran
perfectamente el interés del artista vasco por
conceptos complementarios como el vacío y
el volumen, el límite y la infinitud, la ligereza
y la rotundidad.
Contrasta en esta pieza la ligereza de la parte
superior, en la que se sirve del hierro para
redibujar el espacio y atrapar el vacío, con
la rotundidad de la base, que Chillida no emplea
como elemento de aislamiento de la obra respecto
el entorno, sino que asume como elemento propio
y activo.
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31. Anish Kapoor (1954)
Sin título, 1992-1993
Caliza Kilkenny
El artista de origen indio pero afincado en Londres
Anish Kapoor empezó a destacar en el panorama
artístico internacional en los años ochenta del
siglo pasado con enigmáticas figuras llenas de
sensualidad recubiertas con pigmentos de colores
muy vivos. En los noventa comenzó a experimentar
con materiales nuevos como los metales pulidos,
la resina y los espejos para crear obras de gran
formato, en las que la forma y el vacío cobra gran
protagonismo, invitando al espectador a penetrar
en ellas a través de aperturas y cavidades.
La escultura de la Colección Banco Santander está
compuesta por dos bloques de piedra caliza negra
de nueve toneladas que ofrecen un fuerte contraste
entre la parte interior, cuidadosamente pulida, tersa
y brillante, y la exterior, apenas desbastada. En
las caras internas se abre un hueco circular que,
de estar unidos los bloques, crearía en el interior de
la piedra un núcleo hueco.
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