libro

1. SUJETO DELAEDUCACIÓN PRIMARIA –APUNTEDECÁTEDRA
PROF. SANDRO LUIS MALDONADO
Giorgio AGAMBEN: Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III
Ed. Pre-Textos, 2000
Testimoniar es sobrevivir. La “ZONA GRIS” y la “banalidad del mal”
En el campo, una de las razones que pueden impulsar a un deportado a sobrevivir es convertirse en un
testigo. "Estoy en paz conmigo mismo porque he testimoniado" Levi.
La ética, la política y la religión sólo han podido definirse por el terreno que han ido ganando a la
responsabilidad jurídica, si bien no para hacer suyas responsabilidades de otro género, sino para ampliar las
zonas de no responsabilidad. Lo que, por supuesto, no significa impunidad. Significa más a quien, por lo
menos para la ética, encontrarse con una responsabilidad infinitamente más grande de la que nunca
podremos asumir. Podemos, como mucho, hacerle si él; es decir, reivindicar su condición de inasumible.
El descubrimiento inaudito que Levi realizó en Auschwitz se refiere a una materia que resulta refractaria a
cualquier intento de determinar la responsabilidad; ha conseguido aislar algo que es como un nuevo elemento
ético. Levi la denomina la denomina "ZONA GRIS". En ella se rompe "la larga cadena que une al desembocó
y a la más"; donde el oprimido se hace compresor y el verdugo aparece, a su vez, como víctima. Una gris e
incesante alquimia en la que el bien y el mal, y junto a ellos, todos los metales de la ética tradicional alcanzan
su punto de fusión" (Giorgio AGAMBEN: Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III,
pp. 20)
El Sonderkommando
Se trata, pues, de una zona de irresponsabilidad y de "impotencia indicandi”, que no está situada más allá del
bien y del mal, sino que por así decirlo, está situada más acá de ellos. Con un gesto simétricamente opuesto
al de Nietzsche, Levi han desplazado la ética más acá de donde nos habíamos habituado a pensarla. Y sin
que logremos decir por qué, sentimos que este que más acá tiene mayor importancia que cualquier más allá,
que el infrahombre debe interesarnos en mayor medida que el super-hombre. Esta infame región de
irresponsabilidades nuestro primer círculo, del que ninguna concesión de responsabilidad consentida
arrancamos y en el que, minuto a minuto, se desgrana la lección de la "espantosa, invisible e inimaginable
banalidad del mal (Arent)".
La figura extrema de la "zona gris" es el Sonderkommando”:
"uno de ellos declaró: "en este trabajo, o uno enloquece durante el primer día o se acostumbra" y otro: "es
verdad que hubiese podido marcarme o dejar mi matar pero quería sobrevivir, para vengarme y dar testimonio
de todo aquello. No creáis que somos monstruos, somos como todos vosotros, aunque mucho más
desdichados"... De hombres que han conocido esta privación extrema no podemos esperar una declaración
en el sentido jurídico del término sino otro tipo de cosa, que está entre el lamento, la blasfemia, la expiación,
y el intento de justificación, de recuperación de sí mismo… haber concebido y organizado las escuadras ha
sido el delito más demoníaco del nazismo" (Levi)”. (Giorgio AGAMBEN: Lo que queda de Auschwitz. El
archivo y el testigo. Homo Sacer III, pp. 24)
Instantes de confraternidad entre víctimas y verdugos. La “zona gris”
"Había asistido, durante una pausa del “trabajo”, a un partido de fútbol entre las SS. y representantes del
sonderkommando: "al encuentro asisten otros soldados de las SS. y el resto de la escuadra, muestra sus
preferencias, apuestan, aplauden, animan a los jugadores, como si, en lugar de a las puertas del infierno, el
partido se estuviera celebrando en el campo de un pueblo". (Giorgio AGAMBEN: Lo que queda de Auschwitz.
El archivo y el testigo. Homo Sacer III, pp. 25)

2. SUJETO DELAEDUCACIÓN PRIMARIA –APUNTEDECÁTEDRA
PROF. SANDRO LUIS MALDONADO
El testigo, el “musulmán”, “situación límite” y “estado de excepción” y su conversión en hábito.
Concepto de Filosofía. Dios.
“A algunos éste partido podrá parecerles quizá una breve pausa de humanidad en medio de un horror infinito.
Pero para mí, como para los testigos, éste partido, este momento de normalidad, es el verdadero "horror" del
campo. Podemos pensar que las matanzas masivas han terminado, aunque se repitan aquí y allá no
demasiado lejos de nosotros. Pero ese partido no ha terminado nunca, es como si todavía dura si, sin haberse
interrumpido nunca. Representa la cifra perfecta y externa de la “zona gris”, que no entiende de tiempo y está
en todas partes. De allí proceden la angustia y la vergüenza de los supervivientes... Más es también muestra
vergüenza, la de quienes no hemos conocido los "campus", y que sin embargo, asistimos, no se sabe cómo,
a aquel partido, que se repite en cada uno de los partidos de nuestros estadios, en todas las formas de la
normalidad cotidiana. Si no llegamos a comprender ese partido, no lograremos que termine, no habrá nunca
esperanza.
Decir que Auschwitz es "indecible" o "incomprensible" equivale a euphemein, a adorarle en silencio, como se
hace con un Dios; es decir, significa, a pesar de las intenciones que puedan tenerse, contribuir a su gloria.
Nosotros, por el contrario, "no nos hemos avergonzado de mantener fija la mirada en lo inenarrable". Aún a
costa de descubrir que lo que el mal sabe de sí, lo encontramos fácilmente también en nosotros.
Los "verdadero" testigos, los "testigos integrales" son los que no han testimoniado ni hubieran podido hacerlo.
Son los que "han tocado fondo", los musulmanes", los hundidos; los que lograron salvarse, como pseudo -
testigos hablan en su lugar, por delegación: testimonian de un testimonio que falta.
La nación de Shoa como "acontecimiento sin testigos".
Hurbinek no puede testimoniar, porque no tiene lengua (la palabra que profiere es un sonido incierto y privado
de sentido= mass-klo o matisklo). Y sin embargo, "testimonia a través de palabras mías". Pero tampoco el
superviviente puede testimoniar integralmente, decir la propia laguna.
Lo intestimoniable tiene un nombre. Se llama en la jerga del campo, el musulmán.
El hecho de que, en definitiva, el umbral extremo entre la vida y la muerte, entre lo humano y lo inhumano en
que habitaba el musulmán, pudiera tener un significado político, es algo que también ha sido afirmado de
forma explícita: "el musulmán encarna el significado antropológico del poder absoluto de manera
particularmente radical. En rigor, en el acto de matar, el poder se suprime a sí mismo: la muerte del otro pone
fin a la relación social. Por el contrario, al someter a sus víctimas al hambre y a la degradación, gana tiempo,
lo que le permite fundar un tercer reino entre la vida y la muerte... al conseguir imponer una condición tal, el
régimen encuentra su propio cumplimiento (Sofsky).
A veces figura nosográfica, y a veces categoría ética, límite político y concepto antropológico
alternativamente, el musulmán es un ser indefinido, en el que no sólo la humanidad y la no humanidad, sino
también la vida vegetativa y la de relación, la fisiológica y la ética, la medicina y la política, la vida y la muerte
transitan entre ellos sin solución de continuidad.
El paradigma de la "situación extrema" o en la "situación límite"... desempeña una función análoga a lo
que según algunos juristas corresponde al estado de excepción.
No obstante, K. Barth, ha hecho notar... que el hombre tiene la capacidad específica de adaptarse también a
la situación extrema, que está no puede desempeñar en forma alguna una función de línea divisoria precisa.
Es... la tendencia increíble de la situación límite a convertirse en hábito lo que todos los testigos, hasta
los sumidos en las condiciones más extremas (los miembros del Sonderkommando, por ejemplo) certifican
unánimemente.
Auschwitz es precisamente el lugar en que el estado de excepción coincide perfectamente con la
regla y entre la situación extrema se convierte en el paradigma mismo de lo cotidiano. Pero esta tendencia
paradójica a convertirse en su contrario lo que hace de verdad interesante la situación límite. Mientras el
estado que excepción y la situación normal están separados en el tiempo y en el espacio, como es habitual,

3. SUJETO DELAEDUCACIÓN PRIMARIA –APUNTEDECÁTEDRA
PROF. SANDRO LUIS MALDONADO
permanecen opacos, aunque en secreto se refuerzan mutuamente. Pero tan pronto como se muestran de
forma abierta su convivencia, como sucede hoy de forma más frecuente cada vez, se iluminan entre ellos, por
así decirlo, desde el interior. Esto implica que la situación extrema no puede servir de criterio de distinción, si
no que su elección es más bien la de la inmanencia absoluta, la de ser "Todo en todo".
En este sentido, la filosofía puede ser definida como el mundo contemplado en una situación extrema
que se ha convertido en regla (el nombre de ésta situación extrema es, según algunos filósofos,
Dios).” (Giorgio AGAMBEN: Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III, pp. 51)
El “musulmán”, el nervio del Läger
"Ninguno quiere escenas y figuras del Läger –anota Capri en su diario- ninguno quiere ver al musulmán". Esta
imposibilidad de mirada al musulmán nos es confirmada por otros testimonios.
Esto que no se quiere ver a ningún precio, es sin embargo, el "nervio" del läger, el umbral fatal que todos los
deportados están a punto de atravesar en cualquier momento.
(La figura del musulmán) exige que el paradigma del exterminio, que hasta el presente ha orientado de modo
exclusivo la interpretación de los "campos", sea, no sustituida, pero si complementado por otro paradigma,
que arroja una nueva luz sobre el exterminio, y en cierto sentido lo hace más atroz todavía.
Antes incluso de ser el "campo de la muerte", Auschwitz es el lugar de un experimento todavía impensado,
en el que, más allá de la vida y de la muerte, el judío se transforma en musulmán y el hombre en no-hombre.
Y no comprendemos lo que es Auschwitz, si antes no hemos llegado a comprender quién o qué es el
musulmán, si no hemos aprendido a mirar a la Gorgona con él.
Lo que está en juego en la "situación extrema", es... "seguir siendo o no un ser humano", convertirse o no
en un musulmán.
¿Qué significa "seguir siendo hombre"? Para Antelme, R. lo que estaba en juego en los campos era una
reivindicación "cuasi biológica" de pertenencia a la especie humana .
¿Cuál es el sentimiento último de pertenencia a la especie humana? ¿Y existe algo que se asemeje a tal
sentimiento? En el musulmán muchos buscan la respuesta". (Giorgio AGAMBEN: Lo que queda de
Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III, pp. 60)
La muerte en el campo, la “fabricación de cadáveres”
“Los supervivientes han sido peores no sólo en comparación con los mejores, aquellos cuyas virtudes les
hacían menos adaptables, sino también con respecto a la masa anónima de los hundidos, aquellos cuya
muerte no puede ser llamada muerte. Porque éste es precisamente la específica aporía ética de Auschwitz:
es el lugar en que no es decente seguir siendo decentes, en el que los que creyeron conservar dignidad
y respecto de si sienten vergüenza con respecto a los que la habían perdido de inmediato.
El musulmán no es tanto, como cree Bettelheim, la cifra del punto de no retorno, del umbral más allá del cual
se deja de ser hombre, de la muerte moral a la que hay que resistir con todas las fuerzas para salvar la
humanidad y el respecto de sí y hasta quizás la vida, sino que el musulmán es más bien para Levi, el lugar
de un experimento, en que la moral misma, la humanidad misma, se ponen en duda. Es una figura-límite de
una especie particular en que pierden todo su sentido no sólo categorías como dignidad y respecto, sino
incluso la propia idea de un límite ético.
El musulmán ha penetrado hasta una región de lo humano -puesto que negarle simplemente humanidad
significa aceptar el veredicto de las SS. ("Cerdos, no hombre")- donde a la vez que la ayuda, la dignidad y el
respecto de sí se han hecho inservibles. Pero si existe una región de lo humano en la que estos conceptos

4. SUJETO DELAEDUCACIÓN PRIMARIA –APUNTEDECÁTEDRA
PROF. SANDRO LUIS MALDONADO
no tienen sentido, no se trata entonces de conceptos éticos genuinos, porque ninguna ética puede albergar
la pretensión de dejar fuera de su ámbito una parte de lo humano, por desagradable, por difícil que sería su
contemplación.
... Auschwitz marca el final y la ruina de toda ética de la dignidad y de la adecuación a una norma . La
nuda vida a la que el hombre ha sido reducido, no exige nada ni se adecua a nada: es ella misma la única
norma, es absolutamente inmanente. Y "el sentimiento último de pertenencia a la especie" no puede ser en
ningún caso una dignidad.... que sigue habiendo vida en la degradación más extrema:éste es el mensaje
acto los que los supervivientes llevaron a la tierra de los hombres desde el campo, y que se puede
perder dignidad y decencia más allá de toda imaginación. Y esta nueva ciencia se convierte ahora en la piedra
de toque que juzga y mide toda moral y toda dignidad. El musulmán, que es la formulación más extrema de
ella, es el guardián del umbral de una ética y de una forma de vida que empieza allí donde la dignidad acaba.
Y Levi, que testimonia por los hundidos, que habla en su lugar, es el cartógrafo de esta nueva Terra Ethica,
el agrimensor implacable de Muselmanland.
El estar situado entre la vida y la muerte es una de las características constante en las descripciones del
musulmán, el "cadáver ambulante" por antonomasia.
"Se duda en llamar muerte a su muerte" (Levi). Esto, el que la muerte de un ser humano ya no pueda ser
llamada muerte (no simplemente que haya dejado de tener importancia) es el horror especial que el musulmán
introduce en el campo, y que el campo introduce en el mundo. Pero todo ello quiere decir asimismo que las
SS. tenían razón cuando llamaban "figuren" (muñecos) a los cadáveres. Allí donde no es posible llamar
muerte a la muerte, tampoco los cadáveres pueden ser llamados cadáveres.
La expresión" fabricación de cadáveres" implica que aquí no se puede hablar propiamente de muerte... que
la muerte en los campos no era tal muerte, sino algo infinitamente más escandaloso. En Auschwitz no
se moría, se producían cadáveres.
La razón de que Auschwitz este excluido de la experiencia de la muerte debe ser, pues, otra; una razón tal
que sea capaz de poner en entredicho la posibilidad misma de la decisión auténtica y de amenazar así
la propia base de la ética heideggeriana. El campo, es de hecho, el lugar en que desaparece radicalmente
toda distinción entre el propio o impropio, posible o imposible... en Auschwitz no es posible distinguir entre
muerte y la simple desaparición, entre morir y "ser liquidados"... "cuando se es libre –Amery- es posible pensar
en la muerte sin pensar en el morir, sin estar angustiado por el morir". En el campo esto es imposible (y no
porque el pensamiento sobre los modos de morir, por golpes, gas, fenol etc., habrá superfluo el pensamiento
de la muerte como tal, sino porque... donde la muerte es "trivial, burocrática y cotidiana" (Levi), tanto la muerte
como el morir, tanto el morir como sus modos, tanto la muerte como la fabricación de cadáveres se hacen
indescernibles.” (Giorgio AGAMBEN: Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III, pp.
79)
La muerte en masa. El malestar del superviviente. Los verdugos
"El hombre nunca debería tener que soportar todo bloque es capaz de soportar, ni debería nunca llegar a ver
que este sufrimiento llevado a la extrema potencia ya no tiene nada de humano" (Grete Salas, en Langbein).
En el campo... lo imposible (la muerte en masa) se produce mediante la experiencia integral de lo posible,
mediante el agotamiento de su infinitud. Por eso mismo el campo es la verificación absoluta de la política nazi,
que en las palabras de Goebbels, era precisamente "el arte de hacer posible lo que parecía imposible".
Este"sufrir llevado a la potencia másextrema", este agotamiento de lo posible, ya no tiene, empero, "nada
de humano". La potencia humana confina con lo inhumano, el hombre soporta también al no-hombre. De
aquí el malestar del supervivientes, ese "malestar incesante... que no tiene nombre" en el que reconoce
Levi la angustia atávica del Génesis "la angustia inscrita en todos del “tohu vavohu”… del que está ausente
el espíritu del hombre" (Levi).
Esto quiere decir que el hombre lleva en si el espíritu de lo inhumano, que su espíritu contiene en el propio
centro de él, la herida transfixiante del no-espíritu, del caos ya no humano que está actualmente depositado
en su ser capaz de todo.

5. SUJETO DELAEDUCACIÓN PRIMARIA –APUNTEDECÁTEDRA
PROF. SANDRO LUIS MALDONADO
Malestar y testimonio alcanzan no sólo a lo que se ha hecho o lo que se ha sufrido, sino a lo que se ha podido
hacer o sufrir. Es este poder, está casi infinita potencia del sufrir lo que resulta inhumano, no los hechos,
no las acciones o las omisiones.
Los miembros de las SS, casi sin excepciones, se mostraron incapaces de aportar su testimonio. Mientras
las víctimas testimoniaban sobre el hecho de haber pasado al convertirse en inhumanos, por haber soportado
todo aquello que podían soportar, los verdugos, que torturaban y asesinaban, no dejaron de ser "hombres
honestos", no soportaron aquello que sin embargo, podían soportar. Si la figura extrema de esta la
extrema potencia del sufrir es el musulmán, puede comprenderse bien porque los integrantes de las SS no
han sido capaces de ver al musulmán, y todavía menos, de dar testimonio por él.” (Giorgio AGAMBEN: Lo
que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III, pp. 81)
La razón y Auschwitz
La imposibilidad de la razón para identificar con certeza el crimen de Auschwitz . A éste se le imputan
dos cargos en apariencia contradictorios: por una parte, el haber conseguido el triunfo incondicional de la
muerte sobre la vida, y por otra, el haber degradado y envilecido la muerte. Ambas imputaciones, como quizás
cualquier imputación, que es siempre un gesto genuinamente jurídico, no llegan a apurar el ultraje de
Auschwitz, a captarlo en toda su concreción.
El musulmán, eso a lo que no podemos decir adiós y con lo que hemos de confrontarnos de forma obligada,
porque en un caso se presente como el no-vivo, como el ser cuya vida no es verdaderamente tal, pero en
otro, como aquel cuya muerte no puede ser llamada muerte, sino la fabricación de cadáveres. En definitiva,
pues, como inscripción en la vida de una zona muerta, y en la muerte de una zona viva. El musulmán es el
no-hombre que se presenta obstinadamente como hombre y lo humano que es imposible disociar de lo
inhumano.
(Definición de hombre. Paradoja de Levi)
Si lo anterior es cierto ¿Qué pretende decir el superviviente (Levi)? ¿Cuándo hable del musulmán como del
“testigo integral”, del único cuyo testimonio tiene un significado general? ¿Cómo puede el no-hombre dar
testimonio sobre el hombre? Tiene este sentido: que el hombre “hombre” se aplica sobre todo al no-hombre,
que el testigo integral del hombre es aquel cuya humanidad ha sido destruida integralmente. Es decir, que “el
hombre es lo que puede sobrevivir al hombre”. Si llamamos “Paradoja de Levi” a la tesis de que “el
musulmán es el testigo integral”, la comprensión de Auschwitz coincidirá en este caso –si es que puede
realmente darse una tal comprensión- con la comprensión del sentido y del no-sentido de esa paradoja.
Foucault ha propuesto una explicación de la degradación de la mente en nuestro tiempo, expresada en
términos políticos, que la vincula a la transformación del poder en la Edad Moderna. En la figura tradicional
-que es la de la soberanía tradicional- el poder se define como derecho de vida y muerte (“hacer morir
y dejar vivir”).
Con el nacimiento de la ciencia de la policía (s. XVII), el poder soberano se transforma en lo que Foucault
denomina un biopoder, y que se expresa en la fórmula “hacer vivir y dejar morir”, de ahí la descalificación
progresiva de la muerte, que se despoja de su carácter de rito público y se convierte en algo que hay que
esconder, una especie de vergüenza privada.
La muerte de Franco, en la que se vio a quien había internado durante más tiempo en nuestro siglo el antiguo
poder soberano de vida y muerte, caer bajo el dominio del nuevo bio-poder médico -que consigue "hacer vivir"
a los hombres incluso cuando están muertos- es el punto en que las dos figuras del poder entran en colisión
frontal.
Los dos poderes se distinguen en una serie de oposiciones conceptuales. (Cuerpo individual/población;
disciplina/mecanismos de regulación; hombre cuerpo/hombre especie) que en el alba de la modernidad,
define en el paso de un sistema a otro.

6. SUJETO DELAEDUCACIÓN PRIMARIA –APUNTEDECÁTEDRA
PROF. SANDRO LUIS MALDONADO
En el estado nazi una absolutización sin precedentes del biopoder de hacer vivir se entrecruza con una no
menos absoluta generalización del poder de hacer morir, de forma tal que la biopolítica pasa a coincidir de
forma inmediata con la gran tanatopolítica. ¿Cómo es posible que un poder cuyo objetivo es esencialmente
el de hacer vivir, ejercite por el contrario un poder incondicionado de la muerte?
La respuesta: el racismo es lo que va a permitir al biopoder establecer en el continuum biológico de la especie
humana una serie de cesuras, y volver a establecer de este modo en el sistema de "hacer vivir" el principio
de la guerra. Tenemos que prolongar el análisis de Foucault; la cesura fundamental que divide el ámbito
biopolítico es la existente entre pueblo y población, que consiste en hacer surgir del seno mismo del
pueblo, una población; es decir, en transformar un cuerpo esencialmente político en un cuerpo
esencialmente biológico en el que se trata de controlar natalidad y mortalidad, salud y enfermedad. Con el
nacimiento del bio-poder, cada pueblo se dobla en población, cada pueblo democrático, es al mismo tiempo
un pueblo demográfico.
Las cesuras biopolíticas son móviles, y aíslan en cada ocasión en el continuo de la vida una zona que está
más allá de él y que lleva consigo un proceso de degradación cada vez más acentuado: el no ario se transmuta
en judío, el judío en deportado, el deportado en internado, hasta que en el campo, las cesuras biopolíticas
alcanzan su límite último.
Este límite es el musulmán. En éste, la biopolítica del racismo, va más allá, por decirlo así, de la raza, y
penetra en el umbral en el que ya no cabe establecer censuras. Aquí el vínculo fluctuante entre pueblo y
población se rompe definitivamente y asistimos a la aparición de algo que se asemeja a una sustancia
biopolítica absoluta, que ya no puede ser fijada y que ya no admite censuras.
Es entonces cuando se comprende la función decisiva de los campos en el sistema de la biopolítica nazi. No
sólo son el lugar de la muerte y del exterminio, sino también y sobre todo, el lugar de la producción del
musulmán, de la última sustancia biopolítica aislable en el continuum biológico. Más allá no hay más que la
cámara de gas.
Hitler, al referirse a Europa Oriental, afirma que tiene necesidad de un espacio sin pueblo. Designa una
intensidad biopolítica fundamental, que puede aplicarse en cualquier espacio, y por medio de la cual, los
pueblos se mudan en poblaciones, y las poblaciones en musulmanes. Lo que nombra es el motor interno del
campo, entendido como una máquina biopolítica que una vez implantada en un espacio geográfico
determinado, lo transforma en espacio biopolítico absoluto, donde la vida humana pasa a estar más allá de
cualquier identidad biopolítica definible. Llegado a este punto, la muerte no es más que un simple
epifenómeno.
La vergüenza, del sujeto: "vivo, luego soy culpable" (Wiesel) (p. 93)
El sentimiento de culpa del superviviente es un locus classicus de la literatura sobre los campos.
"... se estaba obligado a contemplar día tras día, la destrucción de compañeros, con la sensación de que se
hubiese podido intervenir, aún a sabiendas de lo poco razonable que hubiera sido hacerlo, y en consecuencia,
con un sentimiento de culpa por no haberlo hecho, y sobre todo, por sentirnos contentos cada vez que la
muerte no nos tocaba a nosotros" (Bettelheim).
La otra cara de la vergüenza del que ha sobrevivido es la exaltación de la simple supervivencia como tal.
Según Des Pres, vivir es, en última instancia, sobrevivir y que en la situación extrema de Auschwitz, el núcleo
más íntimo de la "vida en sí misma" sale a la luz como tal, liberado de las trabas y deformaciones de la
cultura... el verdadero paradigma ético de nuestro tiempo es, para Des Pres, el superviviente, que sin buscar
justificaciones ideales, "elige la vida" y lucha, sencillamente para sobrevivir (y no el musulmán)... la vida que
el superviviente opta por "abrazar sin reservas", el "pequeño suplemento de vida" por el que está dispuesto a
pagar el precio más elevado, se revela al final como algo que no es otra cosa que la vida biológica como tal,
la simple, impenetrable "prioridad del elemento biológico". "La llave de la conducta de supervivencia se
encuentra en la prioridad del ser biológico".
Bettelheim lo refuta, reivindica la importancia decisiva del sentimiento de culpa en el superviviente. "¿Qué
decir de las terribles pesadillas sobre los campos de concentración que siguen despertándome 35 años
después, a pesar de la vida plena que he tenido, y que lo mismo que a mí, atormenta a todos los supervivientes
con los que he hablado"?

7. SUJETO DELAEDUCACIÓN PRIMARIA –APUNTEDECÁTEDRA
PROF. SANDRO LUIS MALDONADO
"Sólo la capacidad de experimentar sentimientos de culpa nos hace humanos, sobre todo si, objetivamente,
no somos culpables".
Estas dos posturas no están tan alejadas como parece... la exaltación de la supervivencia tiene necesidad de
remitir permanentemente a la dignidad. "Hay una extraña circularidad en la existencia en una situación
extrema: los supervivientes conservan su dignidad para no empezar a morir; se ocupan de su cuerpo por una
cuestión de "supervivencia moral" (Des Pres), y por otro lado, la reivindicación de la dignidad no tiene otro
sentido que la supervivencia y el "instinto de vida" "sobrevivían los prisioneros que no permitían que se
acallaran las voces del corazón y de la razón".
Bettelheim acaba por volver contra Des Pres la misma acusación de "ética del heroísmo" que éste le había
dirigido: "los supervivientes que deben la vida al azar se transforman en ese libro en héroes. Los campos de
la muerte se convierten en lugares que han producido esos seres superiores que son los que han sobrevivido
a ellos".
Es como si las dos figuras opuestas del superviviente -el que no logra desterrar la culpa de la propia
supervivencia y el que en ella exhibe una pretensión de inocencia, pusieran al descubierto una secreta
solidaridad. Son las dos caras de la imposibilidad en que se halla el viviente, de mantener separadas la
inocencia y la culpa; es decir, de superar, de una forma u otra, su propia vergüenza.
¿Porque se ruborizara el estudiante de Bolonia (cuando lo va a matar un SS. en los últimos días? Es como
si ese rubor en las mejillas manifestase que por un instante, se ha rozado el límite, que en el viviente se ha
tocado algo como una nueva materia ética. Y desde luego, no se trata de un hecho del que el estudiante
hubiera podido dar testimonio de otra manera, que hubiera podido tratar de expresar con palabras. Pero en
cualquier caso, ese rubor es como un apóstrofe mudo que vuela a través de los años y llega a nosotros, y
testimonio por él.
Releamos la fenomenología del testimonio en Levi, la dialéctica imposible entre el superviviente y el
musulmán, el pseudo-testigo y el "testigo integral", el hombre y el no-hombre. El testimonio se presenta como
un proceso en el que participan al menos dos sujeto: el primero, el superviviente, puede hablar pero no tiene
nada interesante que decir; y el segundo, el que "ha visto a la Gorgona", el que "ha tocado fondo", tiene mucho
que decir, pero no puede hablar. ¿Cuál de los dos es el que testimonia? ¿Quién es el sujeto del testimonio?...
el verdadero testimonio sobre el hombre es el no-hombre (el superviviente testimonia "por el musulmán", "por
cuenta de" o "por delegación de"), que el hombre no es más que el mandatario del no-hombre, que le presta
la voz... quien no dispone de palabras hace hablar al hablante y el que habla lleva en su misma palabra la
imposibilidad de hablar, de manera que el hombre y el no-hombre que entran, en el testimonio, en una zona
de indeterminación en la que es imposible asignar la posición de sujeto.
Se puede expresar diciendo que el sujeto del testimonio es aquel que testimonia de una desubjetivación, pero
a condición de no olvidar que "testimoniar" de una de subjetivación, sólo puede significar que no hay, en
sentido propio, un sujeto del testimonio, que todo testimonio es un proceso o un campo de fuerza recorrido
sin precisar por corrientes de subjetivación y de desubjetivación.
Aquí puede medirse bien la insuficiencia de las dos tesis contrapuestas que dividen la opinión a propósito de
Auschwitz: la del discurso humanista, que afirma "todos los hombres son humanos" y la antihumanista, que
pretende que "sólo algunos hombres son humanos”. Lo que el testimonio dice es algo completamente
diferente, que se podría formular en la tesis: "los hombres son hombres en cuanto no son humanos" o, de
forma más precisa: "los hombres son hombres en cuanto testimonio del no-hombre".
Beinswanger: ideal de una heterogeneidad fundamental entre el plano de las funciones vitales -tanto físicas
como psíquicas- que se desarrollan en un organismo y el de la conciencia personal, en el que las vivencias
de un individuo se organizan en una historia interior unitaria... como la que existe entre el sueño y la vigilia;
deja constancia de esta dualidad. ¿Existe un punto en que estos dos flujos se articulen en una unidad, en que
el "sueño" de la función vital se une con la "vigilia" de la conciencia personal? ¿Dónde y cómo puede tener la
introducción de un sujeto en el flujo biológico? ¿En el punto en que el locutor, al decir yo, se produce como
subjetividad ¿Tiene lugar una cierta coincidencia entre las dos series? Yo, significa, por el contrario; la
separación irreductible entre funciones vitales e historia interior, entre el devenir hablante del viviente y el
sentirse viviente del hablante. Sin duda las dos series se despliegan una junto a la otra, y por así decirlo, en
absoluta intimidad.

8. SUJETO DELAEDUCACIÓN PRIMARIA –APUNTEDECÁTEDRA
PROF. SANDRO LUIS MALDONADO
El término sobrevivir encubre una ambigüedad insalvable. Supone una remisión a algo o a alguien a lo que
se sobrevive.
… la vida lleva una cesura, que puede hacer de cualquier vivir un sobrevivir y de cualquier sobrevivir un vivir.
En un sentido, el de Bettelheim- sobrevivir indica la pura y simple continuación de la nuda vida, respecto de
una vida más verdadera y humana; en otro, la supervivencia tiene un sentido positivo y se refiere -como en
Des Pres- al que combatiendo contra la muerte, ha sobrevivido a lo inhumano.
Sea ahora la tesis que comprendía la lección de Auschwitz: el hombre es aquel que puede sobrevivir al
hombre. En el primer sentido se refiere al musulmán (o a la zona gris) y significa entonces la capacidad y
humana de sobrevivir al hombre. En el segundo, se refiere al superviviente, e indica la capacidad del hombre
para sobrevivir al musulmán, al no-hombre. Pero, bien visto, los dos sentidos convergen en un punto que
constituye su núcleo semántico más íntimo, en el que parecen coincidir por un momento; en ese punto está
el musulmán; y en él se libera el tercer sentido de la tesis, el más cierto y el más ambiguo a la vez que Levi
nos revela cuando escribe "son ellos, los "musulmanes", los hundidos, los testigos integrales": el
hombre es el no-hombre; verdaderamente humano es aquel cuya humanidad ha sido íntegramente
destruida. La paradoja, en este punto, es que si el que testimonia verdaderamente de lo humano es aquel
cuya humanidad ha sido destruida, eso significa que la identidad entre hombre y no-hombre no es nunca
perfecta, que no es posible destruir íntegramente lo humano, que siempre resta algo. El testigo es ese resto.
… no hay una esencia humana, que el hombre es un ser de potencia y, en el punto en que, al aferrar su
infinita destructividad, se cree aprehender cuál es su esencia, lo que exhibe entonces es "que ya no tiene
nada de humano". El hombre está siempre más acá y más allá de lo humano, es el umbral central por el que
transitan incesantemente las corrientes de lo humano y de lo inhumano, de la subjetivación y de la de
subjetivación, de hacerse hablante del viviente y de hacerse viviente del logo. Estas corrientes coexisten, pero
no son coincidentes, y su no coincidencia, la divisoria sutilísima que las separa, es el lugar del testimonio.
Foucault (pág. 162) habla de dos fórmulas, la del biopoder moderno, y la del poder soberano del viejo Estado
territorial.
Entre las dos fórmulas se insinúa una tercera: que define el carácter más específico de la biopolítica del
siglo veinte: no ya hacer morir ni hacer vivir, sino hacer sobrevivir; no la vida ni la muerte, sino la
producción de una supervivencia modulable y virtualmente infinita es lo que constituye la aportación
decisiva del biopoder de nuestro tiempo. Se trata, en el caso del hombre, de separar en todo momento, la
vida orgánica de la animal, lo inhumano de lo humano, al musulmán del testigo; la vida vegetal, mantenida en
funcionamiento por medio de técnicas de reanimación, de la vida consciente, hasta alcanzar un punto límite
que como las fronteras de la región política es esencialmente móvil y se desplaza según el progreso de las
tecnologías científicas y políticas. La ambición suprema del biopoder es producir en un cuerpo humano la
separación absoluta del viviente y del hablante, de la zoé el bios, del no-hombre y del hombre: la
supervivencia.
Por eso el musulmán del campo como hoy el cuerpo del ultracomatoso o el del neomort de las salas de
reanimación -no sólo manifiesta la eficacia del biopoder, sino que representa, por decirlo así, su cifra concreta,
y exhibe los su arcanum.