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ESCOGIDAS
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IEAN w¡eSr¡R
Vienlo Joven
I.S.B.N.: 978_956_l 2_083 I _5.
I l,,edición: febrero de 2014.
Obras Escogidas
I.S.B.N.: 91 8-956_t 2_17 10_2.
12, edición: febrero de 2014.
G e re nt e e di t o r i a/.. .Iosé Manuel Zañartu B ezanilla.
Editora : Ale.jandra Schm idt U¡zúa.
A s ¡s te nte editr¡ r i al : Cami la Dom íngr¡ez Ureta.
Director de arte.. Juan Manuel Neira.
D iseñadora : Mirela Tomicic petric.
lersión obreviada /e.. Silvia Robles.
@1993 por Empresa Editora Zig _Zag, S.A.
Inscripción N. 88.575. Santiagá Aeónite.
Derechos exolusivos de la presente versión
reservados para todos los países.
, Editado por Empresa Editora Zig -Zag, S.A.
Los Conquistadores I700. piso 10. prov'idencia.
Teléfono 5622810i400. Fax 56 2 28107455.
www.zigzag.cl / E_mail: zigzag@)zigzag.cl
Santiago de Chile.
.
El presente libro no puede ser reproduciclo ni en todo
nl en par1e, ni archivado ni t¡ansmitido por ningún medio
mecánico, ni electrónico, de grabación, CD-Rom] fbt";;;;"
microfilmación u olra fbrma de r.pro,:I,-rcción,
sin la autorización de su editor.
Impreso por Salesianos Impresores, S.A.
General Gana 14g6. Santiago dc Chile.
Stone Gafe, Worcester, Massachusetts.
Diciembre, 27
Mi querida Judy:
He recibido tu cafia, en la que me dices que Jervie, como
rcgalo de Navidad, te ha propuesto que conviertas el Hogar
.lohn Grier en una institución modelo, y me has elegido a mí
para que lo administre. ¡A mí! ¡Yo, Sallie McBride, convertida
cn directora de un asilo de huérfanos! ¿Se han vuelto locos?
Tengo tantas aptitudes para cuidar de cien huérfanos como
para dirigir un zoológico.
LY para que acepte me ofrecen un interesante médico
escocés?
Me imagino, como si lo hubiera visto y escuchado:
"¡Es una lástima que Sallie no se haya dedicado a algo más
útil desde que dejó el colleget Só1o malgasta su tiempo en
hacer vida social en Worcester. Además (agrega Jervie), la
veo muy interesada por ese joven Hallock. Es buen mozo,
pero poco serio. No me gustan los políticos, tenemos que
distraerla y desviar su mente de é1, hasta que el peligro haya
pasado. ¡Ah! ¡Ya lo encontré! La pondremos al frente del
Hogar John Grier".
¡Ja, Ja! Estoy segura de que todo sucedió así. Durante mi
estadía con ustedes, Jervie y yo conversamos profundamente,
primero, respecto al matrimonio; segundo, a la mezquindad
de los políticos; y tercero, a la vida inútil de tus mu¡"r"s a"
sociedad.
Las palabras de tu marido produjeron en mí una im_
presión tan honda, que desde que regresé a Worcester dedico
una tarde por semana al Asilo para Mujeres Ebrias. Como
ves, mi vida ya no es tan frívola como piensan.
En cuanto al político, no es tan peligroso como su_
ponen; al contrario, es muy simpático, a pesar de que sus
puntos de vista difieren de los de Jervie. Dedicar ta vioa al
bien público es muy hermoso, pero no puedo aceptar
"l
.*goque me ofrecen.
En cambio, acepto gustosa la invitació nparair a Nueva
York, aunque desearía que cambiaran las visitas al asilo de esa
ciudad por alguna obra de teatro o baile. Si aún qui"r"n qu"
los visite tal como soy, telegrafíenme a vuelta de coneo.
Afectuosamente tuya, como siempre, frívola y con
propósito de no cambiar.
Surrp MecBnroB
P.D. La invitación es oportuna. Un joven político lla_
mado Gordon Hallock coincidirá conmigo en Nueva york
la próxima semana. Tendrán ocasión de conocerlo mejor y
les gustará.
P.D. Vuelvo a preguntarles: ¿se han vuelto locos?
Hogar John Grier
I5 defebrero
Mi querida Judy:
Singapore, Jane y yo, llegamos anoche en medio de
una tormenta de nieve.
Parece que no es muy común que los directores de
asilos se hallen acompañados de su doncella y un perro. El
portero y el ama de llaves se asustaron al ver a Singapore;
creyeron que era un lobo.
Para tranquilizarlos, les tuve que asegurar que se trataba,
simplemente, de un inocente perrito.
Resultó difícil acomodarlos. El pobre Singfue llevado
a la carbonera. Jane no tuvo mejor suerte. La única cama
disponible era la cuna del niño que estaba en el hospital. No
tuvo más remedio que dormir en ella. Hoy ha cojeado todo el
día, rogando que recobremos el juicio y nos volvamos a casa.
A las seis de la mañana me despertó el fuerte tañido
de una campana; permanecí un rato en la cama, escuchando
a veinticinco niñas que se aseaban en el baño. Aunque no se
bañan y sólo se lavan lacata,meten más ruido que veinticinco
perritos en un charco de agua.
Me levanté, me vestí y salí a explorar el terreno. Fuiste
muy astuta al no darme tiempo para inspeccionar el lugar
antes de decidirme por la dirección del asilo.
El desayuno me pareció el momento oportuno para
presentarme ante los niños a mi cargo. Al llegar al comedor
me quedé muda de espanto, ante aquellas paredes grises,
esas mesas cubiertas con hule y sobre ellas unos horriblesplatos de lata.
Nunca imaginé que existiera un lugar tan miserable; ycuando vi a esos niños pálidos en filas, l-*i;;;;; ;r';ciosos, con su uniforme a,ul, cr"í qu"me desmayaba. Hacerque resplandezca en esas cien caritas laluzd.;;r;;;iruinfantil me pareció un objetivo inalcanzable. En ese momentome di cuenta de que esos niños necesitaban ,"";;;;j;,cuidados de una mamá.
Me decidí por esta aventura sin pensarlo demasiado, enpafte por tu persuasión y. principalmente, porque el mal edu_cado de Gordon Hallock se rió ante la idea de que yo pudieradirigir un asilo de huérfanos. pero ut o.o que me encuentrofrente a frente con la realidad, _. frorrorlro al pensar que lasalud y la felicidad de cien niños o"p"no"n de mí, sin contarcon las de sus futuros trescientos o cuatrocientos hijos y susmiles de nietos. ¡Es terrible! ¿euién ,oy yo para atrevermeatanto? ¡por favor, busquen otra directora!
Jane me avisa que la comida está lista. Después de habercomido dos veces en esta institución, no me entusiasma laidea de ir al comedor.
Un poco más turde
En mi primer discurso oficial de esta mañana hablésobre efectuar cambio_s en el Hoga.lofrn Grier, gracias a lagenerosidad del señor Jervie pendreton presidente de nuestraComisión Directiva, y de la señora de'pendleton, a quienpodían llamar tía Judy.
Los niños dejaron de comer, muy sorprendidos. El color
de mi pelo y mi nariz respingona me dan un aire de frivolidad,
sin duda atributos desconocidos en una directora de asilo. Mis
colaboradoras dejaron ver claramente, con su Actitud, que
me consideraban demasiado joven e inexperta para ocupar
tal cargo de autoridad y responsabilidad. Aún no he visto a
ese extraordinario médico escocés de quien tanto me habló
Jervie, pero te aseguro que tendrá que ser extraordinario para
compensarme de todo 1o demás; muy especialmente de la
profesora del jardín infantil. La señora Snaith y yo chocamos
desde el primer momento, por el problema de ventilación y
de aire puro; pero tengo el propósito de terminar con este
desagradable "olor de institución" aunque para lograrlo tenga
que convertir a cada niño en una estatua de hielo.
Como hoy hace una tarde llena de sol, ordené que
salieran de la sala de recreo y jugaran al aire libre. Pero los
pobrecillos se quedaron sin moverse, encogidos y silencio-
sos. No cotren, ni gritan, ni juegan. ¡Qué pena! Estos niños
no saben jugar.
Más tarde aún
Acabo de iniciar latareade gastar tu dinero. Esta tarde
compré once bolsas de agua caliente (todas las que había en
la farmacia del pueblo) , frazadas y cubrecamas acolchados.
Las ventanas del dormitorio de los más pequeños están
abiertas, ahora gozarán de una sensación desconocidapara
ellos: respirar durante la noche.
Quisiera hablar_sobre mil cosas, pero ya son las diez y
media de la noche, y Jane dice que debo acostarme.
La directora,
Sarlrn McBnmn
P.D. Antes de irme a mi habitación, di una vuelta para
ver que todo estuviera en orden, y ¿sabes lo que vi? ¡Laseñorita snaith cerrando las ventanar d.l dor-iiorio de ros
bebés! En cuanto pueda ella conseguirse un trabajo, en algún
asilo para ancianas, la despediré.
Jane me quita el láptz de la mano.
Buenas noches.
**;í"J;"i;:í
Mi querida Judy:
El doctor Robin McRae vino esta tarde para conocer a
la nueva directora. por favor invítenlo a comer cuando vaya
a Nueva York, y verás cómo me ha mentido tu marido.
Jervie me hizo creer que era un hombre brillante,
encantador e inteligente. pero está muy lejos de aquella
descripción. El tal doctor es alto y muy deigado, de pelo
gris y unos ojos fríos de un color ináefinido. Durante la hora
que pasé en su compañía, no mostró ni la más leve sonrisa.
t0
,,llrrbrá cometido algún crimen que le roe la conciencia día
y noche? ¡Es tan sociable como una tumba!
A1 parecer no le agradé mucho. É1 me cree frívola y
loluble, indigna de este puesto de tanta responsabilidad y
r'orrhanza. Creo que tu marido ya debe haber recibido una
t'ru'ta de é1, pidiéndole mi retiro.
No logramos ponernos de acuerdo. Mientras él se
¡rlcocupaba de 1o negativo del cuidado de los niños en el
rrsilo, yo criticaba el peinado tan poco favorecedor que usan
rruestras niñas.
Como prueba hice venir a Sadie Kate, mi huérfana
¡rredilecta. Su pelo está tan tirante y tan pegado a la cabeza,
como si se lo hubieran dibujado sobre el cráneo. Pero al doctor
McRae no le importa el peinado de las niñas; lo único que le
interesa son sus estómagos. También conversamos acerca de
las enaguas rojas. No es posible que una muchachita use una
onagua de franela roja que se le asoma, dos o tres centímetros,
debajo del delantal azul a cuadros; pero él opina que las
cnaguas rojas son alegres e higiénicas y que abrigan.
El único detalle que me agradaen él es que ambos somos
nuevos aquí, de manera que no puede darme lecciones sobre
las tradiciones del asilo. Pienso que no habríapodido trabalat
con el antiguo doctor, porque, a iuzgar por el aspecto que
tienen los niños, sabía tanto de ellos como un veterinario.
Todos se creen con derecho a darme órdenes. Hasta la
cocinera me dijo que el Hogar John Grier come albóndigas
todos los miércoles por la noche.
1l
¡Por amor de Dios, busquen otra directora! Me quedaréaquí hasta que la encuentren, pero que sea pronto.
Tuya, dispuesta a huirci
",
n*"ru.io.
Serlrn McBnroB
Oficina de la Superinfenclencia
Estimado Gordon:
Hogar John Grier.
2l defebrero.
¿,Continúas aún enojado porque no seguí tu consejo?
¿Ignoras que a una pefinóju ¿" ur."n¿encia irland"ru,
"on
mezcla de escocés
Si no hubie;:H'"tH
"AÍI'iJ'i*,. r,".r,o .u,uy no estaría aquí. A pesar de todo, te confieso sinceramenteque lamento nuestra discusión. R;.;;;qué, ahora lo .omp."ndo. Si
"r*or;;;';*:J:fr:::r::;responsabilidad en
sucesivo .,.,.hu,J ?X,T"Tff iÍ:,"1;"r,::fieto
que en ro
El encanto que, según Jrdy, ti"n" este asilo de huérfa_nos, no existe más que en su imaginación.
No hay palabras para desciibirlo, es lúgubre, triste ymalolienre; con pasillo, lu.go, v ¿" páL¿es sucias por losque caminan niños pálidos vestidos ¿e un¡form e azul.No solamente hay que reconstruir el asilo, sino también acada uno de los niños, y jru ., ,"u *"u gigantesca, impropiade una persona egoísta, amante del lujJy las comodidades
I2
( ()nro Sallie McBride. Presentaré mi renuncia en el mismo
rronrento en que Judy encuentre quien me reemplace, pero
t('nro que eso no será muy pronto. Ella se ha ido de viaje,
tlcf írndome aquí en un total abandono. No puedo marcharme
rlcl asilo de la noche a la mañana, después de haber dado mi
¡xrlarbra. No estaría bien, mas no puedo ocultar que siento
rrostalgia de mi casa.
Escríbeme una carta muy larga, alegre y optimista. que
rrrc dé ánimo, y envíame un flor para alegrar mi triste salon-
cito. Lo heredé, con todos sus muebles, de mi predecesora, la
scñorita Lippett. Las paredes están empapeladas en un café
rojizo,los sillones son de felpaazul eléctrico, una mesita de
ccntro dorada y la alfombra es verde.
¡Qué mal me porté aquella noche! ¡Pero estás vengado!
Atrepentida,
Snu-rB McBnns
P.D. No te preocupes por el médico escocés. A ese
hombre lo detesté a primera vista, tanto como él a mí. ¡Me
asusta tener que trabajar con ese hombre!
Hogar John Grier
24 de febrero
Mi estimado Gordon:
He recibido tu largo mensaje. Ya sé que tienes una gran
fortuna, pero no esrazónparatirar el dinero. Cuando vuelvas
l3
a sentir la necesidad de hablar tan Iargo por telegra ma,hazTo
por Io menos en una carta telegráfica nocturna, que cuesta
la mitad der precio. si tú no necesitas dinero, mis huérfanos
pueden aprovecharlo.
Además, te ruego que hagas uso de tu sentido común_
No podía abandonar el asilo en la forma que me sugieres.
cometería un injusticia con Judy y Jervie. Elros han siáo mis
amigos durante muchos más años, y no quisiera defraudarlos.
Vine aquí con el afán de aventuras y ahora me debo a Io que
me comprometí, aunque pienso presentar mi renuncia en
cuanto se dé la oportunidad, aparte de que debo agradecer a
los Pendleton por confiarme un cargo cre tanta responsabilidad.
Además, mientras esté aquí trabajaré lo mejor que pueda. He
decidido entregar este asilo a mi sucesora con las moclificacio-
nes necesarias para transformarlo en una institución modero.
De todos modos,.aunque estoy demasiado ocupacla,
siento nostalgia por_mi hogar. ¿En qué estaría p.nünOo
cuando dejé mi casa? A veces ...o qr" tienes ,urónsobre
mi estado mental.
. Sin embargo, pregunto: ¿por qué armas tanto alboroto?
Aunque me encontrara en Worcester, tú estás en Washington
y eso queda tan lejos como el Hogar John Grier. Acleilás,
aquí no hay un solo hombr" qr" ,. -uera por una pelirroja,
mientras que en Worcester hay varios. No vine uqui rOto pu.u
molestarte; quería vivir una aventura, ¡y Ia estoy vivienio!
Escríbeme pronto para que r..up.r. mi ánimo.
Tuva.
14
Sallr¡
Hogar John Grier
28 de febrero
()Lrerida Judy:
I laz el favor de decirle a Jervie que no hago juicios pre-
rr,itur'os. Mi carácter es, por naturaleza, dulce' bondadoso y
,,,r r I i r ult), y quiero casi a todo el mundo. Pero no creo que alguien
l,u,lrt'r'll querer a ese médico escocés. No sonríe jamás'
Esta tarde me visitó nuevamente' Lo invité a tomar
.r,,r(.llto en una de esas sillas tapizadas de azul eléctrico, y
1,, observé: vestía un traje confeccionado en casa, jaspeado
r,.rtlc con amarillo. Los calcetines eran morados, y lucía
r¡rur corbata roja con un alfiler de amatista' que completaba
l;r lcnida. No hay para qué decir que no puedo contar con tu
nrotlelo de médico para levantar el nivel estético del asilo.
Durante los quince minutos que duró la visita me
¡rrrsO al tanto cle todos los cambios que él desea realizar en
,'t Uogut. ¡Nada menos que é1! Entonces ¿cuál es mi papel
(.n cste asilo? La directora de esta institución no es más que
¡rrrte de la decoración, según el doctor'
Tuya, indignada,
,
t:"lu
Hogar John Grier
Lunes
Estimado doctor McRae:
En vista de que me ha sido imposible comunicarme con
Lrsted por teléfono, le envío esta esquela con Sadie Kate'
t5
¿,Es su ama de llaves esa persona que se hace llamarseñora McGurk y cuelga el fono en mitad de una frase?
Como usted no vino esta mañana, pero sí los pintores,
elegí el color para las paredes d" ,u nr"uo laboratorio. Medecidí por un gris claro. Espero qu. .r. color no contenga
nada antihigiénico.
. Además le ag_radecería que esta tarde pase por el con_sultorio del doctor Brice, .n úut", Street, y dé un vistazo alsillón de dentista y los accesorios que compraremos a mitadde precio. Si ese equipo estuviera a[uí, el dóctorBricr;;-O;
atender a nuestros ciento once huérianos mucho más rápidoque si los llevamos uno por uno hasta Water Street. ¿ñ;l;parece una idea excelente? Se me ocurrió a medianocfr". nf"gustaría su consejo profesional.
Saluda a usteci muy atentamente,
S. McBnron
**'i:l:f:;::
Mi querida Judy:
¡Por favor, no sigas mandando telegramas!
Comprendo que quieras saber lo
verdad
",
qu. no dispongo de un -"-.nll!;:J?.tTiicinco días que te escribí, ¿verdad? ¡Cuanru, cosas han ocu_rrido entretanto! McRu" y yo fr"_o, iJ"udo un plan: vamos
ló
n
ir rcmover todo esto hasta los cimientos. Ese tipo me gusta
n)onos cadadía, pero nos hemos declarado una tregua durante
lrrs horas de trabajo. ¡Y hay que reconocer que el hombre
sabe trabajar!
Siempre creí que poseía bastante energía,pero cuando hay
t¡ue hacer algún cambio, apenas consigo alcanzarlo.Aunque es
l¿rn terco, tenazy autoritario, como buen escocés, comprende
ir los niños; es decir, conoce todos sus aspectos sicológicos.
ljn cuanto a lo que siente por ellos, es el mismo cariño que
¡xrdría sentir por una rana que estuviera disecando.
¿Recuerdas que Jervie nos habló de los sentimientos
hr-rmanitarios del doctor? ¡Ríete de ellos! Este hombre ve en
cl Hogar John Grier su laboratorio particular, en el que puede
cxperimentarlo todo sin que los padres se opongan. No me
c xtr aflaúa s orprenderlo in troduc i endo al guna enfermedad
con el fin de probar alguna vacuna.
Del personal del establecimiento, la única que me
parece competente es la profesora básica. ¡Tendrías que ver
c(rmo los niños corren tras la señorita Matthews, en busca de
cariño! En cuanto esté segura del personal que necesitamos,
crnpezaré a hacer despidos en masa. Me gustaría empezar
¡ror la señorita Snaith, pero me he enterado de que es sobrina
cle uno de nuestros más generosos directores. Es débil, habla
por la nariz y respira por la boca. No se atreve a tomar una
clecisión y jamás enfrenta algún problema. A veces me gus-
laríaaganarla por los hombros y sacudirla fuertemente hasta
clespertarle la energía. Pero, como no puedo despedirla, le he
ido reduciendo su jerarqtía sin que ella se dé cuenta.
El doctor McRae me ha traído una muchacha encan_
tadora que viene todos ros días para hacerse cargo der jardín
inf'antil. posee una mirada ,uou., gestos maternales y mo_
dales tranquilos. Tiene diecinueve iños; ros niños la adoran.
Además he contratadoa una mujer jovial, de mediana edad,
que ha criado cinco hijos. ramuion me la encontró nuestro
médico; ya ves que no deja de ser útil. Ambas están bajo ias
órdenes de la señorita Snaith, pero van ganando terreno de
modo sorprendente.
Lo más urgente, por ahora, es poner ar díanuestros
libros, que están muy abanclonados. La señorita Lippett lle_
vaba un libro de gastos y en él anotaba desordenadamente
cualquier dato que por casualiclad llegara a sus oídos res_
pecto a la familia de los niños, ,u .ondu.,a y su salud, pero
luego pasaban semanas sin que hiciera ninguna anotación.
Suponiendo que una famiria dispuesta a adoptar a un huérfano
deseara saber er origen del niñá, en Ia mitad de los casos no
sabríamos decir de dónde ha venido tal niño.
Necesitamos una asistente social que recoffa el país
recogiendo todos Ios datos hereditarios que pueda conseguir
acerca de nuestros pequeños. Será una tarea fácjl,porque
la mayoría de ellos tienen parientes. ¿eué te parece Jane
Ware para ese puesto? ¿Te acuerdas de ella? Era la primera
alumna en econom íapolítica;le encantaban los rnú, f i;;investigaciones.
¿,Te acuerdas de la espantosa sala verde del primer
piso? La he pintado de otro color y la hemos transfbrmado
en laboratorio para el doctor. Ahora hay en ella medicinas.
l8
t,, ,.r _v un hermoso sillón de dentista, comprados de segunda
,rr,uro al doctorBrice. Los niños no están muy de acuerdo con
l.r r isit¿rs del dentista. Pero, terminado su tratamiento, cada
I't (
lut' ño debe pasar por mi saloncito, donde se le entregarán
,lo; l)L:dazos de ChOcOlate
Tuve que intemumpir mi carta para mostrarle el asilo a
,"rrr c¿rritativa señora. Me hizo cincuenta preguntas odiosas,
r rr,' llu quitado una hora de mi tiempo, y al despcdirse se secó
,rrrrr lrigrima y me dejó un dólar para
oomis
pobres huerfanitos".
Hasta ahora, estos niños no muestran el menor entu-
',¡irsnro por las recientes reformas. Por ahora deben bañarse
rlos VeceS a la semana; pero en cuanto tengamos las tinas
n('r'csarias, serán siete baños semanales.
Hemos ampliado el menú diario, cambio que ha sido
u nir rnolestia para la cocinera a causa del aumento de trabajo,
 (runbién el resto del personal opina que esto trae un aumento
rnnloral en los gastos.
Estudiando cuidadosamente con el doctor las listas
,le las comidas que se les daban anteriormente, quedamos
:rsombrados de la mentalidad de quien las ideó. Este es uno
tlc los almuerzos que aparecen con más frecuencia: papas
t'ocidas, sopa de arroz y budín de pan con salsa blanca.
Es asombroso que estos niños no se hayan convertido
('n un trozo de almidón.
Tuya,
S,qLLrn MncBnmn
I9
John Grier
Sábado
Mi querida Judy:
Ayer el doctor McRae y yo discutimos otravezpor algo
sin importancia (te advierto que yo tenía larazón),i ¿"r¿"entonces le he puesto un sobrenombre. Hoy lo saludjcon un"¡Buenos días, Enemigo!,,, lo que lo molestó bastante.
Tenemos dos nuevos niños: Isador Gutschneider y MaxYog, enviados por la Sociedad de Beneficencia de Damas
Bautistas' No quería admitirros, pero las señoras lograron con-
vencerTne' Nos pagarán cuatro dólares con cincuenta centavos
semanales por cada niño. Ahora los niños son ciento trece.
Por consiguiente tengo media docena de hermosos pequeños
para ser entregados. a familias que deseen adoptarios, pues
cuando una mujer tiene más de cien hi.jos, no puede p;;;;,a cada uno de ellos toda la atención qr" _.r"."n.
Domingo
Esta carta está sobre mi mesa hace ya dos días sin que
haya tenido riempo para pegarle la estampilla. Aprovech ;i;;;agregarle una o dos páginas antes de enviarla a Florida.
Recién empiezo a distinguir a los niños, al principio
me parecía que jamás lo lograría; todos parecen iguales conesos feos uniformes azules. ya sé que ,'. hu, dichJque r" l;;cambie, pero hasta dentro de un más no estaré en condiciones
de preocuparme del aspecto exterior de mis pequeños. por
el momento lo interior es lo más importante.
20
No cabe duda de que en masa,los niños no me atraen.
| ,rrrpiezo a creer que yo no tengo ese instinto maternal innato
t'rr la mujer, del que todos hablan. Los más pequeños son su-
t'ios, pegajosos y hay que estarles limpiando continuamente
l;rs narices.
Hay una excepción: Sadie Kate Kilcoyne. Desde el
plirner día se destacó de la multitud. Es la encargada de hacer
rrris mandados. En estos ocho últimos años no hay travesuras
(luc no haya cometido en esta institución. Sadie tiene una
lristoria muy extraña, aunque muy corriente en los niños
rrbandonados. Hace once años la encontraron en el último
lrcldaño de una casa de la calle Treinta y Nueve, dentro de
trna caja de caftón que llevaba una etiqueta en que se leía:
Altman y Cía. En la tapa decía: Esta es Sadie Kate Kilcoyne;
ticne cinco semanas de edad. Trátenla bien.
El vigilante que la encontró la llevó a Bellavista, donde
Ios niños abandonados son clasificados según el orden de
llegada en "Católico o Protestante". A pesar de su nombre
y de sus ojos azules, a la simpática Sadie Kate le tocó ser
"Protestante" y cada día crece más irlandesa, pero flel a la
rcligión impuesta. Sus notas de mala conducta llenan pági-
nas enteras en el Libro de Registro del Juicio Universal. La
última dice:
Por inducir a Maggie Geer a introducirse en la boca
In perilla de la puerta, se la castiga a estar encerrada en su
cuarto toda la tarde y a tomar únicamente galletas para cenar.
Según parece, Maggie dejó entrar la manilla, pero des-
pués no pudo sacarla. Tuvo que venir el doctor, quien resolvió
21
el problema con un calzadoruntado con mantequilla. Desdeentonces la llama ,.Meg,
la mantecosa,,.
Tú comprenderás que tengo especial empeño en queSadie Kate esté siempre ocupada.
. .Todavía
tengo asuntos que debería consultar con nuestropresidente. pero es un injusticia incanncable que ustedes seestén divirtiendo en las playas def Sur, áejándome a mí conla pesada carga de este Asilo ¿e Uugrianus.
Siempre tuya (por un tiempo limiiaoo).
S. McBnloB
Directora del Hogar John Grier
Estimado Enemiso:
Le envío a Sammy Spiea quien logró escabullirse estamañana cuando usted hizosu visita.
-c
Le ruego examine el dedo cle su mano.
Lo saluda atentamente"
S. McBnro¡
Directora del Hogar John Grier
6 de ntarzo
Querida Judy:
No sé todavía si los niños llegarán a quererme o no,pero sí sé que adoran a singapore. ioour las tardes tres ni-
22 ¿-',
¡ir, ,, rlc conducta intachable, tienen permiso para cepillarlo y
l,(.ntirlo, mientras otros tres pueden darle de comer. Pero el
,rlr;rtlo en la mañana es el momento más feliz de la semana
l,{ )r( luo los tres de mejor conducta le dan un baño. Creo que no
 ( )i l nccecitar otro estimulante para mantener la disciplina.
¿,No te parece antinatural que estos niños, viviendo en
r I r'iur)po, no hayan tenido nunca un animalito a quien amar?
l':,lrc:cialmente estos huerfanitos, más que otros niños necesi-
t,rrr nrucho tener algo o alguien a quien querer. Les compraré
. r l | il r'ros animalitos. A tu vuelta del veraneo ¿no podrías traer
rrrros cachorritos de caimán y algún pelícano? Cualquier cosa
{ tut. camine en cuatro patas será recibida con alegría.
Hoy debía celebrarse aquí la reunión de consejeros,
t)('r'o rle alegro de que Jervie 1o haya arreglado en Nueva
irk" como si se tratara de una reunión de negocios. Aún
rros laltan algunos cambios. Si las ideas del doctor y algunas
nrías se materializan, la junta de consejeros abrirá unos ojos
( orno platos cuando realicen la visita de inspección.
Acabo de hacer el menú para la semana que viene'
('omeremos cosas deliciosas: pan negro' buñuelos de coli-
llor y pastel de maí2, budín de artoz relleno de pasas, sopa
tlc verdura, macarrones a la italiana, galletas de miel, tortas
tlc manzana, pan de jengibre... ¡Es una lista interminable!
l)rctendo que las niñas mayores colaboren en la preparación
rlc estos manjares y se conviertan en excelentes cocineras,
rrsí estarán preparadas para consetvat toda la vida el amor
tlc sus futuros maridos.
¡Se me olvidaba algo importante! ¡Tenemos una nuevacolaboradora!
¿Te acuerdas de Betsy Kindred? Fue la presidenta
del club de la Alegría y de nuestá sociedad de Aficionados
Teatrales. El otro día me encontré con ella por casualidad.
Me saludó como si fuésemos viejas amigas. Algunas vecesresulta venta.joso tener un color dá pelo llamati"á; g",ry.*
reconoció inmediatamente. Aproveché y le dije:
' 'J ---
-Betsy Kindred, tienes que ir conmigo a mi orfanatopara ayudarme a catalogar a mis huerfanitos.
Quedó tan asombrala que no pudo articular un apalabra.
Me acompañó, y aquíesüá. Vendrácuáro o crnco días por semana
como secretaria. Es la persona más práctica y útil que he conoci_
do. Ojalá se quede con nosotros para siempre. Si le pagamos unbuen su-eldo creo que acepfaría,porqr" desea independizarse dJsu familia' Si Jervie ha oído utguno, chismes acercade nuestrodoctor, que me los cuente. Ayer vino para abrirle un panadizo
que Sammy Spiertiene_en elpulgar, y tuego subió a mi saloncitopara enseñarme a vendar dedos pulgares.
Como era la hora del té,lo i*nvite a quedarse y aceptóe¡c¿nfado. No creo que.haya sido por el placer de mi compañía,
slno porque en aquel instante entraba Jane con un plato detostadas con mantequilla. Según me dijo, no había almorzado
y faltabamucho paralacena-. Entre tútu¿u y tostada _se lascomió todas-, me preguntó si había estudiaáo para el ;"rg"de directora de Asilo. Thmbién quiro .ab.. si tenía estudios
de biología, química y, sicorogra, y ,i t uiiu visitado algunainstitución modelo de huérfanos.
at
25
Respondí a todo con amabilidad y franqueza. Después
rrrt' permití hacerle también algunas preguntas: cuállhabía
,,rr kr la educación juvenil que había producido aquel modelo
rk' l(rgica, precisión, dignidad y sentido común que tenía
',r'nt¿rdo frente a mí.
Me enteré de que su padre nació en Escocia y que llegó a
Ios listados Unidos para ocupar el sillón presidencial del Instituto
Iolrn Hopkins; su hijo Robin fue devuelto a su tiera para su
rtlt¡cación. Su abuelita era una M'Lachlan de Strathlachan
(suona a mujer honesta y sencilla). Él pasaba las vacaciones en
l;rs rnontañas de Escocia, dedicado alacazade ciervos.
Fue todo lo que logré saber. Si verdaderamente eres
rrri amiga, demuéstramelo contándome todo cuanto sepas
irccrca de este personaje, sobre todo si es algo escandaloso.
Scr'ía la única manera de bajarle los humos.
Y ahora pregunto: ¿cómo una persona tan estudiosa
,lt'profesión, se entierra en este desierto? Un hombre como
,'l rlebería estar en una gran ciudad.
¿Estás segura de que no habrá cometido un crimen y
r¡rrc huye de la policía?
Tuya, afectuosamente,
S¡,rrrn
P.D. Un pequeño detalle me dejatranquila: el estupendo
McRae no elige su ropa, 1o hace su ama de llaves, la señora
Maggie McGurk.
Hogar John Grier
Miércoles
Mi estimado Gordon:
Recibí tus rosas y tu carta, las que me encantaron la
mañana; es la primeÍayez que la alegría y yo nos juntamos
desde el catorce de febrero, día en que dejé Worcester.
No existen palabras para expresar cuán monótonos
resultan los días en el asilo.
Betsy Kindred, mi amiga y compañera de College, es
la única que me saca de mi rutina este aburrimiento, en los
cuatro días por semana que trabaja con nosotros.
Ayer mientras tomábamos el té en mi saloncito, nos
rebelamos ante tanta fealdad. En este momento hay dos
empapeladores haciendo su tarea. Al mismo tiempo un
tapicero toma las medidas para hacerles fundas a mis sillas
azul eléctrico.
Te ruego que no te preocupes. Esto no significa que
me disponga a pasar el resto de mi vida en el asilo, sino que
estoy preparando un alegre recibimiento para la que será mi
sucesora.
Quisiera escribirte una carta como la tuya, pero veo
que dos de mis niños se están dando puñetazos junto a mi
ventana, y corro a separarlos.
Tu amiga,
Slrrrp McBrutB
26
21
Hogar John Grier
8 de mctrzo
Mi querida JudY:
Hedecididoredecorarlasalitadeladirectora.Como
 ('s, cstoy tratando de que cuando mi reemplazante llegue' se
:,r('nt¿r contenta y dispuesta a quedarse indefinidamente'
Hasta ahora no me había dado cuenta de la influencia
t¡rrc ejerce sobre Tapaz del alma el vivir en un ambiente
',g''"dáUt".
Anoche me senté junto al fuego y ronroneaba de
sltisfacción, y te aseguro que es el primer ronroneo de este
pato desde que llegó al Hogar John Grier'
Pero la remodelación de la salita de la directora es la
rrrírs insignificante de nuestras necesidades' Los dormitorios
tlc los ,tiñor, la sala de recreo, el comedor, los dormitorios
y los baños sin bañeras... Son tantos los arreglos que no sé
¡ror dónde comenzar.
¿Tú crees que algún día tendremos suficiente dinero
¡rara demoler este viejo caserón, y construir uno de esos
chalets modernos con buena ventilación? No puedo recordar
cse maravilloso establecimiento para huérfanos de Hastings
sinsentirenvidia.¡Quéagradableseríadirigirunasilocomo
óse! De todos modos, cuando regreses a Nueva York piensa
cnlaconvenienciadeconsultaralarquitectorespectoalas
ampliaciones; te ruego que no decidas nada sin oír antes
mis ideas.
Ayer conocí a Cyrus Wykoffy me pareció más desagra-
dable que el doctor Robin' Me preguntó en qué trabajaba mi
padre y si tenía dinero. Le contesté que mi padre tenía una
fábrica de juguetes y que, a pesar de estos tiempos difíciles,los pedidos eran muy constantes.
^
Pareció muy aliviado. Seguramente debe pertenecer auna familia de misioneros profeso.es. Luego empezóa averi_guar cuál era mi preparación para este puesto. Salí airosa delpaso hablándole de mis .urro, en la Escuela de Filantropía.
También le hablé sobre mis visitas ar Instituto de MffisAlcohólicas. Su respuesta a esto fue un gruñido.
Para terminar, añadí que acababa de escribir un estudio
sobre el cuidado que requieren los niños desamparaclos quedependen de los asilos, y volvió a gruñir.
En ese momento entró Jane con un ramo de rosas queme enviaba Gordon Hallock.
El gran Cyrus no pudo disimular su indignación. eueíaconocer ra procedencia de las flores y se mostró visibremente
tranquilo cuando le aseguré que no habíansido adquiridas condinero del asilo. Satisfecho con mi ,_rpu"rru, me preguntó
quién era Jane.
-Es mi doncella _repliqué con desenvoltura.
-¿Su... qué? _rugió indienado.
-Mi doncella personal.
-¿Y qué hace aquí?
-Me zurce la ropa, me lustra los zapatos, pone en ordenlos cajones, me lava el cabello... '
Al llegar a este punto, Cyrus se había puesto morado.Temí que le viniera
claro que er suerdo d:i"1l:lñ"_T;Tffffitiil"#il:
)9
29
rlr l):rl]ilr al asilo cinco dólares con cincuenta centavos por
r !rriillll para SU penSión.
Lo aceptó, pero me insinuó que podría haber utilizado a
rll r r ur de las huérfanas para mi servicio. Le expliqué -aún muy
,rrrr;rlrlc, pero a punto de perder la paciencia- que Jane llevaba
¡ r,nnrigo muchísimos años, y que me era indispensable.
Por fin se despidió, sin dejar de advertirme que é1ja-
rrr;rs había encontrado ningún defecto en la señorita Lippett;
rIrr'cla una mujer sensata y cristiana y que yo debía tratar
, l,' i ln itarla.
Al rato llegó el doctor, le conté la conversación con
( 'vlus y por primeravez estuvimos de acuerdo.
-¡Qué señorita Lippett ni que ocho cuartos!... -excla-
r r rti-. ¡ Viejo charlatán!
Cuando el médico se enoja, suelta palabras en escocés,
',rrr clarse cuenta. Le he puesto un nuevo apodo -no lo sabe,
nrrluralmente-: lo llamo SandY.
Sadie Kate está sentada en el suelo mientras escribo,
rlcsenredando lana.
-Estoy escribiendo a tu tía Judy -le he dicho a Sadie
l(ate-. ¿Quieres que le diga algo de tu parte?
-Nunca oí hablar de la tía JudY.
-Es la tía de todas las niñas buenas de este colegio.
-Dígale que me venga a visitar, y que me traiga dulces.
'l'c mando su respuesta.
Muchos cariños al Presidente'
SalltE
I3 de marzo
Señora Judy Abott pendleton.
Estimada señora:
ff:t"o,ij:.,.11,11.11i,1s'
dos relegramas y rres cheques,y me apresuro a cot
---" r lrvo vrrw9uEs'
nherlcci,ro" ^r _:^ -,
munrcarte que tus instrucciones serán
;l*:.:T:,?: :,:* I a I e rra,
",
p,",," ;:#',id:uT:un poco de tiempo.
Le entregué cien dólares a Betsy Kindred para quese encargara de la decoración del comedor. Eligió a cincohuérfanos para que la ayud,aran, .noá'o comedor y cenóIapuerta tras de sí.
Hace tres días que no sé de ellos. No tengo la menoridea de lo que está haciendo B.rry,;;;o dene mucho mejorgusto que yo.
A propósito, querida Judy; tu idea de un comedorpar_ticular paraladirectora ha sido mi salvación. Cuando estoycansada, como sola; y cuando me siento con ánimo, invito aalgunas de mis colaborado.", ;;"-;;.ttrnl comida.
Se oyen unos golpes terribles e'n et pasitto. Me pareceque un pequeño está tratando de tirar a orro por Ias escare-ras. Pero no pienso jnrenumpir
"ú;;;;".a. Si acepro pasarmis días entre huérfanos, debo adquirir una serenidad a todaprueba.
. Ac,aba de llegar el correo. perdór
trae un abultado so[re de washington
un momento,
El sobre es muy bonito, p"io tu.urta es bastante im_peftinente. Gordon no puede abindonar Ia idea de que SallieMcBride se preocupe de ciento trece huérf.anos sólo para
30
tlrvcrtirse. Dice que piensa visitarme y que será muy gracioso
'('r'rne luchar con mis niños. ¿No te parece que seía una buena
rrleir dejarlo a él al frente del asilo e irme a NuevaYork para
lrrrccr algunas compras? No tenemos más que doscientas once
lr:rzadas y nuestras sábanas están muy gastadas.
Singapore te da la patita con el más respetuoso saludo.
Yo también.
SallrB McBrunn
Hogar John Grier
Queridísima Judy:
¡Tendrías que ver el milagro que han hecho tu billete
rle cien dólares y Betsy! Es una sinfonía en amarillo. Parece
r¡ue hubiera salido el sol. Como no usamos manteles, se han
csmaltado las mesas para poderlas limpiar con sólo pasarles
un trapo mojado y luego se cubren con hermosas cretonas con
f iguras de conejitos saltando en todas direcciones. ¡Tenemos
servilletas! Los niños creían que eran pañuelos y se sonaban
las narices.
Para celebrar dignamente la inauguración del comedor,
comimos tortas, pasteles y frutas, helados y nueces.
Esa bendita Sociedad de Beneficencia del Estado me
ayudó a encontrar hogar para tres niñitas; en casas muy
buenas, y una de ellas será adoptada legalmente si gusta a la
familia... ¡Estoy segura de que les va a gustar! Esa niña es
3l
el orgullo del establecimiento; obed.
con rizos dorados y modares suaves. illil;Íill¿
"
*::pequeña que gusta a todas tas famtias.
Tres de nuestros muchachos _uyor", han ido atrabaiaren granjas' ¡uno de elros se ru" runluncho del oeste! Diceque va a ser vaquero, aunque creo que se va a encargar derecoger la cosecha,del trigo. Se fue ü_o un héroe entre suscompañeros de asilo.
Otros cinco fueron enviados a los establecimientosbenéficos que les conesponden. Uno de ellos es sordo, otroepiléptico y los tres restantes son enfern
de ellos ¿euio ser admitido aquí.
tos mentales' Ninguno
Los asilos de_huérfano:;;" pasados de moda. Tengoel proyecto de crear un colegio de inten
frsico, morar y mental de aquelros
"#::
para el desarroro
hayan podido pr"o"rp*.e de ellos.
los cuyos padres no
¿por qué no
.
crear una insrituciól ::tjl"* a la-opinión pública a fin de
rumriuii.;;;;#:',U,Ti,1':iiH:J#ffi oo:t?
j;
;,iil?ilT:13;;?51.t"ción para ra pate,nioao ¿.,o" ¿.r1,
que anunci"
"l
o.out
que pertenece'
Y Yo le pediré u c".¿*
.i"q"'"u".r#,lJ.""'jffi
IT:]:!|:?t""ru.un,i¿uJá"por lo -"noi, una docena de niños.
amos poder colocar,
Te saluda una madre de ciento ftece hijos,
32
Senrp McBnror
JJ
Hogar John Grier
lB de marzo
Mi querida Judy:
He tenido un pequeño descanso muy agradable, en la
¡rcsada tarea de cuidar a mis ciento trece niños.
¿Quién crees que visitó ayer este pacíf,co pueblo? Nada
nrcnos que el señor Gordon Hallock. ¡Qué alegría me dio
vcrlo! Es el primer contacto que tengo con el mundo exterior,
tlcsde que estoy encarcelada en este asilo. ¡Y cuántas cosas
rlivertidas me contó!
Siempre dije que tendría mucho éxito en la política por
srr simpatía y esa personalidad tan particular que tiene.
No puedes darte una idea de lo que me ha animado
su visita. Debo confesar que siento nostalgia de alguien que
t'omprenda y comparta mis conversaciones disparatadas y
:rbsurdas.
Betsy vuelve a su casa todos los fines de semana y a
nuestro doctor no le falta conversación, pero ¡qué lógica más
oxtraña es la suya! Gordon representa al mundo al que yo
pertenezco: esa vida de clubes campestres, de excursiones,
automóviles, bailes y deportes y tantas pequeñas delicadezas
y galanterías sociales; una vida vacíay egoísta si se quiere,
pero me gusta. Y la echo de menos. Esto de servir a la socie-
dad es de todo punto admirable y atrayente en teoría, pero es
aburrido en la práctica. Temo que no he nacido para ello.
Intenté llevar a Gordon a hacer una visita de inspección
para ver si le despertaba algún interés por los niños, pero ni
siquiera quiso dirigirles una mirada.
Lo invité a comer conmigo, pero se limitó a agrade_
cérmelo, diciendo que era yo la que necesitaba cambiar de
ambiente, y nos fuimos a ra porudu de Brantwood a comer
langosta a la parrilla. ya casi se me había olvidado qr";;;;bichos eran comestibles.
Esta mañana, a las siete, me despertó el teléfono. Era
Gordon que me llamaba desde la estación, en el momento
en que volvía aWashington. Estaba arrepentido por no haber
mirado a mis niños y me pidió miles de disculpas.
Después de estas pequeñas vacaciones, me siento
como nueva.
Me debe usted dos cartas, querida señora. páguemelas
sin demora, o no le vuelvo u
"r"iibi..Tuya,
Saurn McBruon
Marfes, 5 p.m.
Mi estimado enemigo:
Acabo de enterarme de que durante mi ausencia de esta
tarde, usted nos ha visitado y se produjo un escándalo. Usted
insiste que los niños al cuidado ¿" tu re¡o.rta Snaith no reciben
la cantidad de aceite de bacalao que les corresponde.
Lamento qu"
T.1_r:
huyun
"r-plido sus órdenes, pero
usted no ignora lo difícil que es intioducir tal aceite en el
estómago de un niño que patalea. Además, Snaith está muy
recargada de trabajo. Tiene que cuidar a diez niños más dá
34
35
I's clue le corresponden, y hasta ahora no hemos encontrado
olrlr ayudanta para ella.
Aparte, mi querido enemigo, de que es una mujer muy
'l'rrsible a los reproches. Cuando se sienta usted combativo,
It' lgradeceré que gaste su humor belicoso contra mí, ya que
ro rne importa; todo 1o contrario. Pero esa pobre señorita se
t'ncerró en su habitación en tal estado de histerismo, que ha
rlc.iado a nueve niños en manos de la primera persona que
sc interese por ellos.
Si tiene algunas sales para calmar sus nervios, le ruego
rrrandármelas con Sadie Kate.
Lo saluda atentamente,
S. McBnton
Miércoles oor la mañano
Estimado señor McRae:
Quisiera pedirle que cuando usted tenga alguna queja,
rrcuda a mí, en vez de armar una erupción volcánica como
la de ayer.
Trato de que se cumplan todas sus instrucciones médi-
c¿rs con toda puntualidad. No sé qué puede haber pasado con
aquellas catorce botellas de aceite de hígado de bacalao que
no fueron administradas a los niños, pero le prometo llevar
¿r cabo una seria investigación para descubrir su paradero.
Siento decirle que me es imposible despedir a la señorita
Snaith, como usted Io exige. Es bondadosa y ama a los niños,
y con una debida supervisión será suficiente.
Lo saluda atentamente.
S. McBnmn
Estimado enemigo:
Pierda cuidado: he dado órdenes para que de hoy en
adelante los niños reciban toda la cantidai de aceite d. híg;;de bacalao que les corresponde.
¡Qué hombre tan obstinado!
S. McBnrnB
20 de marzo
Mi querida Judy:
Se ha declarado una feroz guerra al aceite de hígado
de bacalao que ha animado ta vioioel asilo en estos últimos
días-.El martes empezó la primera refriega, pero yo _. luperdí porque me había ido al pueblo de compras con cuatro
niños' cuando regresé encontré todo el asilo histérico. Nuestro
explosivo doctor nos había hecho una visita.
Sandy tiene dos pasiones en la vida: el aceite de ba_
calao y las espinacas. Lo lamentable es que ninguna de las
dos cosas es tolerable para los huérfanos.
36 31
Ayer se le ocurrió averiguar por qué no engordan los
¡riños a los que prescribió el aceite, y resultó que no habían
tornado ni una gota desde hacía tres semanas. El doctor se
rrrolestó de tal manera que Betsy me contó que tuvieron que
cllviar afuera a Sadie Kate, porque su vocabulario no era el
rnírs adecuado para los oídos de una niña. Cuando regresé
yt se había ido, y la señorita Snaith se había encerrado en su
r.Uarto a llorar sin consuelo. McRae la acusó de tomarse ella el
rceite. ¿Te imaginas tú a Snaith, tan inocente. en apariencia'
tragándose a escondidas el aceite de hígado de bacalao de
los pobres huerfanitos?
Se defendió afirmando que ella amaba a los niños y
(luc no era partidaria de dar medicinas que perjudicaban sus
¡robres estomaguitos. ¡Ya puedes imaginarte la reacción de
Slrrdy! ¡Y pensar que me perdí aquel espectáculo!
Inmediatamente exigió la expulsión de la señorita
Snaith, a lo cual me negué. Ya sabemos que es débil de
clrrácter e incompetente, pero quiere mucho a los niños, y
vigilándola es útil.
Además, tiene un importante parentesco con un miembro
rlc la Junta Directiva de nuestra institución, no puedo despe-
tlirla como si se tratara de una cocinera ebria y ladrona. Por
olra parte, las sugerencias del doctor más parecen órdenes,
Io que me obliga a hacer lo contrario.
Por fin, después de tres días se logró que pidiera dis-
cr-rlpas a la señorita Snaith por su exaltación y sus frases
cxcesivamente dutas, y ella confesó que ocultó las catorce
botellas en el sótano. No sé cómo pensaba deshacerse de
aquel material comp
de hígado o" ¡a"¿u]ometedor'
¿se puede empeñar el aceite
Acababan de firmarse las negoc.
do me anunciaron r"
"i;;; ü;:;ffi,"."ürffJi^iy?#.¡ Verdaderamente es agotador enfrentar
en menos de una hora!
rse con dos enemigos
El honorabt".!r1r quecló impresionado con el nuev<.r
;:i:l!:#Lffi ;' tdo s upo q
" "
i;; ;;'", ros q u e .d;;;;
ll* c"^ id",ó ;üi: ifTffi:ffi ltr
j':#;;
#*tr*me permitiera gastar su dinero ,in .ont ot.
En ese momento se escuchó un i".nUl" estruendo desde
l? Í,'i'|lT,i;J' ;l'.:i 1i':' u cr u¿ i oiu rvr u,pr'v s en tao u
"
n
amargamente.
trnas de cinco platos amarilios, il".-io
Procuraré reponerJos platos, pero si quieres ver ht regalote aconsejo que nos visiteslo;r";;;;;" que puedas.Como siempre tuya.
Más farde
Salrr¡
26 de marzo
Mi querida Judy:
Acabo de atender a una señora que quiere adoptar a unniño para darle una sorpresa u ,u au.ido. Me costó mucho
38
39
,,rnvencerla de que antes debía contar con su aprobación.
I lla insistía en que eso no era asunto de é1, porque el trabajo
;rrrtipático y duro de bañar, vestir y educar al niño lo haría ella.
lrrrrpiezo a compadecer a los hombres; parece que algunos
ti('nen muy pocos derechos.
Sospecho que hasta nuestro belicoso médico es víctima
tlt' su ama de llaves, he tenido que pedirle a Sadie Kate que le
, osa los botones del abrigo, mientras él hace su visita diaria
¡r los niños pequeños.
Te asombrará saber que Sandy ha tomado por costumbre
vcnir a verme todas las tardes.
¿Pero crees que viene por mí? ¡Nada de eso! Viene por
t'l té con tostadas y mermelada. Está delgado y parece que
sicmpre tuviera hambre.
Acaba de llegar el cartero y confío en que me traerá
una carta tuya. Las cartas son mi máxima distracción. Si
t¡uieres tener contenta a esta directora, escríbele con más
ll'ecuencia.
Efectivamente venía una carta tuya. Agradécele aJervie
la postal con los tres caimanes en el pantano. Su gusto para
clegir tarjetas es muy artístico.
También he recibido una carta de mi apuesto galán,
desde Washington, acompañada de un libro y una caja de
bombones. Dice que me manda un saco de maníes para los
niños.
Jimmy dice que vendrá cuando papá ledé unos díasde descanso.
¡El pobre muchacho detesta lafábricalpero mi padre
,T#f.Xl"nde
que a mi hermano no le gusre
"r;;";;"
Estoy feliz de ser mujer, así nadie me obliga, me dejanen libertad de elegir cualquier carrera lu" ," me ocuffa; comoésta, por ejemplo.
Además, he recibido carfa de dos granjeros, cada uno deIos cuales desea tener un muchacho rob-usto y activo, de unoscatorce años, para ofrecerle un hogar. Estos requerimientos
aparecen frecuentemente en la época de la siembra. La se_mana pasada investigamos uno de esos casos, y pregunfamos
al pasto.r si el granjero tenía alguna propiedad. El pastor nosrespondió en un tono muy misterioso:
-Me parece que es dueño de un sacacorchos.
He estabrecido una regra inarterabre. No daremos nin_gún niño en adopción sin lJ gu.unrí; d; que la familia quelo solicita pueda ofrecertes ;"y;;;; i,"ntu1u, que las quedisfruta con nosotros.
(Jn poco más tarde
Gordon quiso remediar su falta de atención a los niñoscuando.estuvo aquí, y acabamos de recibir un enorme sacode maníes.
¿Recuerdas cuand_o en el Collegenos daban ese postrede maníes con azúcar? Lo comía_oi.on disgusto. Bueno.Le he pedido a la cocinera que il;;;.. para los niños.
40 41
I s l'írcil preparar un menú para quienes fueron alimentados
¡xrr la señorita Lippett. Cualquier cambio 1o agradecen de
| | rilnera conmovedora.
No podrás decir que esta carta es breve.
Siempre tuYa,
S. McBnmB
Hogar John Grier
Mi querida JudY:
Te gustará saber que tengo otro enemigo: el ama de
lllves del doctor.
Esta mañana, cuando regresaba del pueblo, pasé frente
r la casa de McRae.
Recordé que esta mañana había estornudado cinco veces
rr¡tes del desayuno, y aproveché para consultarlo' Subí los
escalones, muy decidida, y toqué el timbre.
¡No podré continuar! Escucho la voz del honorable
( 'yrus, que se aceÍca.Tengo que escribir muchas caftas, así que
nrandaré corriendo a Jane para que le diga que he salido'
Cyrus se ha ido. Cuando Jane le dijo que había salido,
tlccidió espefafme. Pero mi fiel Jane llevó al honorable cyrus
ill Jardín Infantil para que viera una cosa horrible que había
hccho Sadie Kate. No sé de qué se trataba, pero 1o importante
cs que se fue.
¿Dónde iba? ¡Ah, sí!: acababa de tocar el timbre de lacasa del doctor. Una mujer gorcla, con jas mangas ameman_gadas, abrió la puerta.
-¿eué desea? _me preguntó molesta.
_Buenos aialOle sonriendo y entré en la casa_. ¿Esusted la señora McGurkZ - J
urilo?
Sí me contestó_, ¿y usted es la nueva encargada del
-Así es -le respondí-. ¿Está er doctor en casa?
-No está _dijo ella
"n
¡ono agrio.
-¡pero ésta es su hora de coniulta!
-No tiene hora fiia.
-Debería tenerla._repliqué severamente_. Tenga la bondadde decirle que ha venidora se¡orita ücBride a consultarlo,y dígale también que pase por el asiro esra tarde.
-Bueno, bueno _refunfuñó la señora McGurk, y cerró
|}il:ffi::
tanta rapide, qu" un-o pr"i" o" mi vesrido quedó
Cuando esta tarde le conté al doctor, se encogió de hom_bros y dijo que ésos eran los modales habituales en Maggie.
-¿y por qué la soporta usted? _le pregunté.
-¿Dónde voy a encon trar otramejor./ _replicó_. Cuidarla casa de un homtre solo que ff .gru ¿rufquier hora del díay de la noche no es. un trabajo airadabie. por lo menos se
f::H:].
para servirm. ,nu .orj¿uü¡.nt. u ru, nu;;;;;
Apostaría que sus comidas calientes no son sabrosasni bien serviclas. Es una vieja inútil. fi"n" miedo de que le
r,rlr1'¿¡l doctor y la despidan de su puesto fácil y cómodo.
rrrrr¡Lre pensándolo bien, sería gracioso.
No sé qué tonterías habré escrito con tantas interrup-
r rt)noS. Ha llegado la noche y estoy demasiado cansada.
Te deseo buenas noches.
S. McBntop
Hogar John Grier
l'de abril
Mi querida Judy:
He colocado a Isador Gutschneider. Su nueva madre es
una señora sueca, gorda y risueña. Eligió a Isador entre todos
Ios niños, porque siempre había soñado tener un hijo así.
El miércoles será la primera reunión de la Junta Directiva.
( 'onfieso que no la espero con impaciencia, sobre todo porque
cl discurso inaugural 1o debo hacer yo. ¡Por qué no estará
irr¡uí nuestro presidente para darme valor!
Quiero que el miércoles de cada mes, parezca una
rrgradable diversión social; como si fuera el día en que me
visitan todos los amigos del asilo con la idea de discutir y
cntretenerse.
El honorable Cyrus ha vuelto a visitarme; se deja caer
por aquí con frecuencia, con la esperanza de sorprenderme
cn alguna falta. ¡Detesto profundamente a ese hombre!
Está absolutamente en contra de las innovaciones
(inútiles según él) que estoy tratando de realizar; tales como
43
una sala de recreo más alegre, ropa más bonita, baños, me.joralimentación. aire puro. juegos. iiversiones. helados y bes's.Dice que estoy vorvirnio ¡i.¡r¡r.r u.rio* niños para ocup¿rren la vida el puesto que Dios Ies tiene destinado.
Le contesté c
unaeducació"i""á::.1":iT",l?H:l"Jffi1:i:.rr[]
serían seres inútiles ni inadaptados, porque los educamosde acuerdo a su personalidad. No uu.o, a obligarlos a quocursen estudios superiores si no tienen interigencia, ,u-pJ.ulos obligaremos a trabajar u lo, .utor." años, si no tienencondiciones para hacerlo.
Los vigilamos individualmente a todos.
Cuando terminé mi discurso, no *n*rró unapalabra; sólolanzó un gruñido y se puso a revolver su té violentamente.
¡Perdona, Judy! La mancha n"gru del borde ra hizoSingapore con su lengua; quería enviarte un beso.
Tuya hasta la muerte.
S. McBnron
Estimado señor y señora pendleton:
Vencí mi primer día de ,.uniOn O"
Mi discurso resultó elocuente y h"..no*,
incluso mis enemigos.
Oficina de la Directora. Hogar John Grier
4 de abril
Junta Directiva.
todos lo dijeron,
44
l.a reciente visita de Gordon fue muy oportuna, por-
,¡rr,'til me dio indicaciones y consejos de cómo manejar a
rrrr ;rutlitorio.
Cluando terminé les ofrecí chocolate y crema, limonada
r nrrslcles. Todos se fueron contentos a su casa y sin apetito
¡';rur llt cena.
Hasta ahora sólo te he contado cosas agradables, pero
lr;r:. oíclo hablar de nuestro pequeño Tammas Kehoe' ¿verdad?
,v('r' por la mañana tuvo la suerte de cazar una comadreja'
Después de quitarle la piel la metió debajo de su cama
l)iu'r que nadie la encontrara. Luego se bajó al sótano para
,ryutl¿tr a preparar los helados.
Al poco rato el olor era insoportable, faltaban minutos
t)iu'a que llegaran los invitados; rápidamente nos pusimos a
¡rt'r'l'umar las alfombras, dettamamos café tostado; el doctor
lrizo una mezclade cloruro de cal. Pero todo fue en vano'
El primer punto tratado por la Junta Directiva fue lle-
l,lu' a un acuerdo sobre cavar un hoyo y enteffar, no sólo a
'lirrnmas, sino que a toda el ala del edificio.
Pero ustedes podrán darse cuenta con qué sutileza ma-
rrcié todo hasta que Cyrus se fue a su casa riéndose, envez
tlc gruñir por la incapacidad de la nueva directora'
Con el afecto de siemPre,
S. McBruon
Hogar John Gner
I/iernes y Sábaclo
euerida Judy:
Singapore está tomando su baño con un jabón especial.Espero que con este tratamiento abandone ese horrible orory esté en condiciones de volver a mi saloncito.
Te va a alegrar saber que he encontrado un nuevo mé_todo para gastar tu dinero.
Desde hoy, compraremos toda la ropa en los negociosdel pueblo, tal vez un poco más cara que comprándola al
lff.T:il:
como lo hacemos ahora, pero siemprl.on
"ü0,
He descubierto que la mitad de mis niños ignoran porcompleto el significado del dinero y su poder adquisitivo.Ellos creen que los zapatos, la hari'i las enaguas de franelaroja, los vestidos y el estofado ¿"
"urn"
bajan del cielo.
La semana pasada se me cayó d,e la carteraun billete,inmediatamente un niño de uno, á"no _ ,
podía quedarse con aquer paperiro. ,drTffif:t"T3;visto un billete en su vida!
Hice una investigación y descubrí que docenas de chi_quillos en este asilo no han compru¿o nrn.u nada para ellos,ni han, visto comprar a otros. ¡y nosotros nos proponemos
lanzarlos a los dieciséis años ; ,";;;;" gobernado por elpoder adquisitivo de dólares y centavos!
Me pasé una noche entera pensando en este problema,y al día siguiente me levanté V á" ¡",
"l
pueblo. Hablé consiete comerciantes. Cuarro de;llos ;; ;osffaron dispuestos
46
41
;r ;ryuclarme y a enseñar a los niños, a cambio de los grandes
¡,t'tlidos que les haremos.
Te explicaré mi idea:
Jane necesita un hilo celeste y un metro de elástico;
:rlrora bien: dos niñas van, con un cuarto de dólar, a la tienda.
,llíexaminan y compran y regresan con el vuelto'
¿Te gusta el sistema? Estoy lanzando una gran variedad
(l(' proyectos. Dame tiempo, y ya verás. Me siento capaz de
llcgar a hacer de mis huerfanitos, unos niños normales'
Más tarde
Esta noche no tengo nada que hacer y aprovecharépata
('( )ntinuar nuestra chismografía.
¿Recuerdas que Gordon Hallocknos mandó un gran saco
,lc maníes? Se los agradecí tan simpática y graciosamente, que
sc sintió obligado a mandarnos otro regalo. Indudablemente
t'ntró en una juguetería y se puso en las manos de un ven-
tlcdor inteligente, porque ayer nos llegó un enorme paquete
tlo finísimos y costosos animalitos peludos, de los que se
confeccionan para el consumo de los niños ricos'
Debe haber gastado una fortuna. Mis niños los encuen-
lr.¿rn maravillosos y "acariciadores". AhOra no quieren irse
l dormir sin llevarse con ellos a la cama leones, elefantes,
osos y jirafas. Me preocupa cuál será la reacción sicológica
rlc todo esto. ¿Crees que cuando sean grandes van a querer
scr artistas de circo?
Adiós'
s. McB.
P.D. Singapore ya no huele a zoÍro. Te envía sus res_
petuosos saludos y dos o tres movimientos de cola.
**""1;"":;::,
Mi querida Judy:
Acabo de leer un folleto sobre los trabajos manuales para
niñas, y otro sobre la dieta adecu ada parainstituciones. No
me explico cómo ra señorita Lippett cometió tantos errores.
suponiendo que ella sabía leer. Cualquier día te ,;rp;;;_ré con ra pubricación de un ribro sobre "cómo tratar a los
consejeros".
¡Ah! Quiero contarte algo de mi enemigo, no de Cyrus,
sino de mi primer enemigo. Ha descubierto que no ,oi ,un
superficial como pudiera pensarse a primerá uirtu. pfr"o
una facultad masculina que permite *ptu, rápidamente el
problema e ir derecho al grano.
¡Qué graciosos son los hombres! Cuando quieren
hacernos un cumplido dicen que tenemos una mentalidad
masculina.
. Como Sandy ya ha descubierto mis defectos, cree que
algunos de ellos son fáciles de corregir y se ha propuesto
continuar mi educación.
Piensa que debería leer sobre sicología, biología,
fisiología, sociorogía y eugenesia. Dice que debo conocer
48 49
Ios efectos hereditarios de la demencia, de la idiotez y del
rrlcoholismo.
En las tardes, apenas terminamos de tomar el té, Sandy
y yo sacamos el Gran Registro y buscamos los antepasados
:rlcohólicos. Es un jueguecito muy alegre y divertido para
rlespués de un día de trabajo.
¡Qué vida! Ven pronto a librarme; me muero por
vcrte.
SlrrrB
H.J.G. Jueve,s por la mañana
Mi querida familia de Pendleton:
Acabo de recibir carta de ustedes, y les contesto rápida-
nronte para detenerlos. Rectifico. No quiero dejar mi puesto'
( 'rrrnbié de idea. La persona que piensan mandar parece una
Ircnnana melliza de la señorita Snaith. ¿Cómo pueden pre-
Ir'ncler que yo entregue a mis adorados niños a una señora tan
rrrcxperta, y que no tiene barbilla, por más buena voluntad
r¡rrc tenga? La idea retuerce el cotazón de una madre'
¿Creen que una mujer como ésa podría dirigir este
:rsilo, aunque fuera temporalmente? ¡No!
La directora de un instituto debe ser joven y dinámica,
t'rrórgica, fuerte y valiente; con el cabello rojo y un carácter
rlrrlce y afectuoso; más o menos como yo.
Es cierto que he estado descontenta. ¿euién no lo hu_
biera estado con tanto desorden que encontré aqaí?
¿Piensan que voy a abandonar todas las reformas que
he logrado?
¡No! Nadie podrá moverme de este puesto hasta que
encuentren una directora superior a Sallie McBride.
Esto no quiere decir que me quedaré aquí toda la vida. Sólo
por algún tiempo, hasta que el asilo sea una institución modelo.
¡Por favor les ruego que no me despidan; permítanme
que me quede, les prometo que no se van a arrepentir!
;;,',,: ;";,,,:,:::;"
Mi querida Judy:
He compuesto un poema a la victoria:
¡Quién lo hubiera creído!
¡El doctor McRae ha sonreído!
¡Es verdad!
S. McB.
Hogar John Grier
I3 de abril
Mi querida Judy:
Me alegra saber que estás encantada de que continúe en
mi puesto. No me había dado cuenta de lo que significaban
para mí los huérfanos.
50
51
Me alegra tu idea de reconstruir el edificio' Yo también
tcrrgo algunas. Sería estupendo tener el nuevo gimnasio y
,I rr rnitorios nuevos' pero yo suspiro por los chalecitos'
Y ya que vamos a sumergirnos en un mar de recons-
rr rrcciones, quiero que se incluyan algunas habitaciones para
Irrrrispedes, por si nuestros niños se encuentlan enfermos o
,rrr trabajo. ¡n"U" ser triste no tener algún lugar querido al
( url volver en momentos de problemas!
Adiós, y me alegro de que renunciaran a traer aqur
;r rrt¡uella señára. La sóla idea de que otra persona pudiera
l,,,corse cargo de mis proyectos despierta mis sentimientos
lrt'licosos.
TuYa,
Snnrn McBnmE
Hogat John Grier
Domingo
Estimado Gordon:
Tienes razónal quejarte de que no te escribo' Pero no
ticnes idea de cuán ocupáda está siempre una directora de
rrsilo. Además, debo
",t'ibit
a Judy Abbott Pendleton' Si dejo
¡r:rsar tres días sin noticias mías, inmediatamente me manda
tt'lcgramas preguntando si se ha incendiado el asilo' Por otra
¡xrrte, como nos envías un regalo cadavez que te olvidamos'
,,,,* conviene desatenderte de vez efi cuando'
Es probable que no te guste saber que he prometiclrr
continuar aquí, por ahora. gaUian encontrado una person¿t
para reemplazarme, pero no eralaapropiada y hubiera sido
sólo por poco tiempo.
Además, cuando pienso que debo dejar todo esto yvolver a la monotonía de Worcester, me pongo nostálgica.
Sé la alternat
rod avía n o, ahora
":]?ffi ffi H"",i'#,.i:I[T#::";',para tomar una decisión.
¡Ya llaman a comer! Hoy tenemos una comida deliciosa:
asado al horno, zanahorias uiu
"r"_u
y pastel de nueces depostre' ¿No te gustaría comer conmigoiA mí me encantaría
que me acompañaras.
Tuya cordialmente.
S. McB.
P.D. Tenemos una invasión de gatos sin hogar que hanadoptado los niños. Cuando llegué náA¡acuatro y todos hantenido gatitos y ahora hay diecinueve.
I 5 de qbril
Mi querida Judy:
¿Dices que quieres hacer un pequeño donativo al HogarJohn Grier con lo que has ahonaáo
"l
_", pasado? publica
un anuncio en los diarios:
52
:)J
Se ruega a los padres que proyecten abandonar a sus
Itr¡,ts, lo hagan antes de que los niños cumplan tres años'
Tenemos aquí a un niño de cinco años que destroza
lntlo lo que encuentra a mano.
Su padre era italiano y su madre irlandesa; tiene el
¡rt'lo rojo y los o3os café más bellos que he visto en mi vida'
,,rt lruAi" 1o asesinaron en una pelea, la madre murió alco-
lr,,liz,ada y el pobre niño llegó a nosotros por casualidad' En
( urnto a sus modales, son los que podía esperarse: patalea'
rrrucrde, escupe, y dice palabrotas' Lo he bautizado con el
rronlbre de Punch.
Ayer me 1o trajeron al despacho' pateando y gritando'
¡xrr haberle pegado, después de quitarle su muñeca' a una
n iñ ita.
Mientras yo seguía escribiendo' un estruendo terrible
nrc hizo saltar. Habíadado un puntapié al janón verde que
tcnía sobre el borde de la ventana, y estaba hecho añicos'
Mc levanté tan de repente que derramé el tintero' y cuando
l'rrnch se dio cuenta áe la catástrofe, dejó de llorar y empezó
rr reírse. Es un niño diabólico.
He empezado a emplear un nuevo método de disciplina'
()uiero ver 1o que pueden hacer el cariño y las alabanzas eír
cste niño. Por eso, en lugar de castigarlo por haber destro-
zado el jarrón, simulé que se trataba de un accidente' Le di
u'r beso y le sequé las lágrimas' La sotpresa 1o hizo callar
ir-rmediatamente.
Este muchachito es nuestro mayor problema en ll
actualidad. Necesita atención especial y el cuidado de ultit
madre y un padrei y también de hermanos. pero no podre-
mos entregarlo a una familia respetable hasta que .u_bi" .u
vocabulario y no destroce todo lo que encuentra.
Afortunadamente le encanta dibujar. Fingí interesarme
enormemente por un barquito que pintó, con una bandera
amarilla' Se puso tan contento que hasta me conversó algunas
cosas. Antes no había podido sacarle ni una palabra.
Por la tarde vino el doctor McRae y también expresó
su admiración por el barquito de punch. Como.".o_i"nru
el doctor lo llevó en su coche para visitar a un enf.ermo, en
una elegante casa de campo.
Pero el silencio y la tranquilidad de aquella finca
campestre fueron interrumpidos por los malos instintos de
Punch, que apedreó a las gallinas, destrozó un cuadro y por
último le tiró la cola al gato. La abuelita del enferm" á¡"que no tratara así a los animales, y punch le dijo qu. ,e fu""ra
al infierno.
Ya es medianoche, así que te deseo buenas noches.
¡Adiós!
SalrrB
Mi estimado enemiso:
Después de su visii=a diaria y
todos, pasó frente a la puerta de mi
Martes
de haber auscultado a
biblioteca, en donde lo
</1 55
r',,1)r'r'¿lban elté y un plato de pancitos escoceses preparados
r",l )ccialmente Para usted.
Si verdaderamente cree que 1o ofendí, le prometo leer el
lrlrrrr de los Kallikak; pero le advierto que me está obligando a
t r ; rlxrl ar demasiado mentalmente' ¿Recuerda cómo se molestó
¡,,,,.¡u" me había acostado a las dos de la madrugada? Bueno'
,,r rrrlemás tengo que leerme todos los libros que a usted se le
r)('ur-ren, me acostaría todos los días al amanecer'
Está bien, me resigno, tráigamelo' La media hora de des-
( i r I r so de que dispongo después de comer la dedicaré a enterarme
,1,' lo quele ocur:rió a esa familia de retrasados mentales'
Muy agradecida.
S. McB.
Hogar John Grier
I / de aDrtt
Estimado Gordon:
Mil gracias por tus flores' Quedaron preciosas dentro
tlc mis floreros.
¿HasoídohablaralgunavezdelafamiliadelosKa]likak?
llusca el libro y entérate de quiénes fueron' Se trata de una
liunilia dividida en dos famas, de Nueva Jersey. Pero seis
gcneraciones atrás un caballero llamado Martín Kallikak se
c'rnbriagó una noche y se fugó con una mujer de mala vida'
rctardaáa mental, y formaron una larga descendencia de
Kallikakes retardados mentales, entre los que habíabotrachos'
.iugadores Y estafadores.
Pasó el tiempo, y este Martín Kallikak se reformó.
Entonces se casó con una mujer normal y creóuna segunda
descendencia de Kallikakes árrectos y fronruOos.
La experiencia ha demostrado que ta demencia es he-reditaria, y
'a
ciencia se ve imposib'itaáa de dominarra. Aúnno se conoce una operación que permita introducir un ."r"i.oen la cabeza de un niño que ha nacido sin é1. un cincuentapor ciento de los presidiarios que llenan nuestras cárceles
son retrasados mentales. La sociedad tendría que r"pa.tirl,o,
en granjas donde pudieran ganarse la vida
"n
o"uju.i*.,manuales y que no tuvieran hijos. Así, dentro de una o dosgeneraciones podríamos extinguirlos casi por completo.
Son datos de importan ciaparala carrera de un político.
Compra el libro y léelo bien.
Para mí también son importantes estos conocimientos,
como directora de un asilo.
^
vine aquípara reorganizar este asilo, pero primero debo re_forzar ala sociedad para que no me mande niños anormales.
Te ruego que medites en lo que acabo de decirte.
Agradecida de anremano.
S. McBnro¡
Viernes
Mi estimado hombre de ciencia:
Hoy no ro he visto. He termina doraFam,ia de Karikaky estoy que reviento por hablar de ella. Necesito pedirle querecete arsénico para el resfrío de Loretta.
56
51
Ya he diagnosticado su caso: se trata de una Kallikak,
',rrr lu menor duda. No tengo instintos criminales, y no es un
¡rlrrccr panmí envenenar a esa chica, pero ¿qué hacer?
S. McB.
Mi estimado Gordon:
No te interesan los enfermos mentales y te enojas
lr( )r'(pre a mí me interesan. Estamos iguales, porque también
rrr,' indigna que no te interesen.
Pero cambiemos de tema. ¿Te gustaría un gatito de
rt'l'irlo de Pascua?
Quisiera escribirte una carta un poco más larga, pero
r", lrr hora del té y veo que se acerca una visita.
¡Adiós!
S.q.nrn.
P.D. ¿No conoces a alguien que quiera adoptar un
r ru oncito con diecisiete nuevos dientecitos?
2l de abril
Mi querida Judy:
Recibí un espléndido regalo de Viernes Santo, de la
',('n()ra Peyster-Lambert, a quien conocí en un té. El regalo
, onsiste en diez docenas de queques. Pienso ir a darle las
gracias personalmente y le contaré lo mucho que agradecie.
ron su obsequio mis ,,preciosos
niños,,. Creo que ia señorc
Peyster-Lambert puede convertirse en una asidua donantc,
_ ¡Dios mío! ¡Me estoy convirtiendo en la más espantosa cle
las pedigüeñas! He amenazado apapácon retirarle mi amistad
si no me envía inmediatamente i"Gntu y cinco cotonas p¿rr¿r
mis futuros jardineros. Esta mañana me avisaron del
"oir"nque puedo retirar los cajones enviados por Worcester.
Pero el que ha encontrado el camino hacia er corazón
de una madre es Gordon Hallock. Le agradecí con tanta ama-
bilidad los maníes y los animalitos páludos que la semana
pasada nos envió una docena de pelotas.
Ayer nos llegaron miles de ranas.
goma para jugar en las bañeras.
¡Ahora, sólo necesito las bañeras!
Nuevamente. como siempre. con amor.
S. McBnro¡
Martes
Mi querida Judy:
La primavera debe andar acechando por alguna parte,
porque llegan los pájaros del sur. ¿No es hora ya de que
ustedes sigan su ejemplo?
Durante toda la mañana he estado estudiando el modo
de crearpequeños huertos particulares para los niños mayores
patos y peces dc
58 )9
rlt. ililovo años. Para despertar el interés entre los futuros sem-
l,r,rtlores, el asilo les comprará todo lo que ellos produzcan'
r lcs ¡ragará con dinero; aunque presiento que nos veremos
',,'llrltados bajo una montaña de rabanitos'
Quiero desarrollar en estos niños el espíritu de iniciativa
r lrr confi.anza en ellos mismos: dos importantes cualidades
,lui' lcs hacen mucha falta (a excepción de Sadie Kate y de
ot ¡ os bastante traviesos).
Sadie Kate viene corriendo a decirme que uno de los
nuros pequeños se tragó parte de uno de los pollos de trapo
(lu(' ltos mandó Gordon.
Te besa, como siemPre.
S¡.llrn
24 de abril
Estimado señor don Jervie Pendleton:
Estas líneas son un complemento del telegrama que
It. rnandé hace diez minutos. Ya te habrás enterado, al reci-
lxr de ésta, de que he despedido al jardinero y que é1 se ha
rt'sistido. Exige una notificación oficial del presidente de la
IUnta Directiva. De modo que necesito esa notificación a la
nrayor brevedad.
Hasta hoy no le había prestado mucha atención a Robert
Storry, pero esta tarde 1o mandé llamar para consultarle sobre
ll siembra de Primavera.
Sterry acudió a mi llamado y se dejó caer en un si.
llón de mi despacho, sin quitarse el sombrero. Con toda
delicadeza le pedí que se ro quitara. Accedió malhumorado,
adoptó una actitud rígiday esperó mis órdenes, poniéndose
a la defensiva.
Le dije que lo había mandado llamar porque había
decidido modificar la dieta del Hogar de John Gri"r, y qu",
por lo tanto, sería conveniente plantar otras legumúr", y
hortalizas, aparte de las papas, las cuales habían constituidá
casi un noventa por ciento de la alimentación del Hosar.
, Sterry me replicó que si las papas y los repollo".
".unbuenos para é1, también lo serían párá uno, niños que vivían
de la caridad.
Sin inmutarme continué diciendo que el extenso campo
en que se sembraban las papas tendría que ser arado y fer_
tllizado enseguida, para después poderlo dividir en sesenta
huertos individuales, y que los muchachos lo ayudarían en
la tarea.
Al oír esto, Sterry estalló.
-¡Ese campo está destinado para sembrar papas, y
seguirá produciendo papas mientras yo tenga algo que ver
en eso, caramba!
-Pero usted no tiene nada que ver en eso _le repliqué
amablemente-. Considero que ese campo es el más ináicado
para mis planes.
Al oír esto, se levantó con el rostro encendido por la
ira y me dijo:
60 61
¡Maldito sería si permitiera que esos niños vinieran
{r ('ltlt1)lneterse en mi trabajo!
l,e expliqué, con mucha calma, que este asilo estaba
,' r , I r rs ivamente destinado al beneflcio de estos niños y no los
mrros clestinados al beneficio del establecimiento'
Añadí que necesitaba un labrador que fuera hábil y
l';|(.ic|lteparainstruiralosmuchachosenlassencillaslabores
,1,' lrr ltorticultura.
Sterry caminaba por la habitación, como un león furioso'
I r;rlrl lndo con indignación.
Lo dejé que siguiera hasta que se cansara' y luego le
,'r I t I cgué un cheque cón la liquidación de su sueldo hasta la fe-
, l',r y*pedí que desocupatalacasita el miércoles próximo'
-Yo fui contrataáo para trabajar en este instituto por el
¡rrt'sidente de la Junta Directiva, y no pienso moverme hasta
rrur'ríl me lo ordene.
Eso es todo. No me gusta hacer amenazas' pero no hay
rruis que una alternativa: o Sterry o McBride; elija usted' mi
r'slirnado señor.
Si conseguimos poner en marcha nuestra empresa
,u r'ícola, podremos tenei no solamente habas y cebollas' sino
trrrubién enseñanzas muy provechosas para nuestras manos
v rruestros cerebros.
De usted su más atenta servidora'
S. McBntlB
Directora del Hogar John Grier
Mi estimado enemigo:
Desapareció usted tan rápidamente esta tarde, quc
tuve tiempo para darle las gracias, pero el eco de ese despi
llegó hasta mi biblioteca. pero
¿qué le hizo alpobre Ste
Yo no quería que lo mafara,sólo pedía que lo convenciera
que debía marcharse. Temo que fue usted un poco duro. I
todos modos su técnica ha sido de gran eficacia. Han lles
hasta aquí los rumores de que ya ha mandado lramar al carro
de mudanzas, para cambiarse.
Gracias por el alivio que me ha dado.
Sgrln McBrunn
26 de abril
Mi estimado Jervie:
No hubo necesidad de usar tu enérgico telegrama.
El doctor Robin McRae, que es un hombre qu. no ,"
asusta por nada cuando se trata de pelear, realjzó el trabajo
a la perfección. En cuanto acabé de escribirle a usted, ttam¿
por teléfono al doctor y le conté lo ocurrido. colgó el receptor
y vino hasta aquí "volando',.
Se fue a la casita de Sterry e impulsado por una sana
ira escocesa, despidió al pobre hombre con tan convincentes
razones que la ventana de la vivienda saltó en mil pedazos.
Hemos llamado a un hombre del pueblo puri que nos
ayude hasta que llegue un nuevo labrador.
62
63
l.amento de veras haberlo molestado con nuestras
¡,,.1r'1.r. Dígale a Judy que me de!1u1a carta y que mientras
n, I nrc cscriba no volveré a dirigirle la palabra'
'l'u segura servidora'
S. McBmoB
Mi querida JudY:
En mi carta de ayer a Jervie' olvidé darte las graclas
¡r,r luS tres bañera'' ¡tut" encantan los regalos grandes pues
,,',, 1,,, niños no se los pueden tragar!
Quiero qo"
'"pu'
que nuestros cursos de trabajos
rrurttuales ya están Ui"n
"""u-inados'
Han comenzado las
, I rrscs de costura para niñas y las de carpintero para los niños'
lle rnos colocado bancos de forma circular' debajo del gran
,rrlrol que tenemos en el jardín'
Además, el doctor futcRae ha introducido la práctica de
,'¡crcicios gimnásticos por la mañana y.por la tarde' También
rrrr creado una clase dehsiología y ha dividido a los niños en
¡rrrclueños grupos, para que vayan a su casa'
9"1* :i:t'"^::
,',,,niqoi qi" ," abre de-arriba y deja ver todo lo que ttene
r lc trtro.
¡Nosestamosvolviendotaninteligentes,queyano
lray quien nos reconozca! ¡Si nos oyeras hablar' no podrías
rrtlivinar que somos huérfanos! ¡Ya casi' casi parecemos
rriños de Boston! 2.p.m
¡Ay, Judy, estoy consternada! ¿Recuerdas que hae
f; T _r:i111
re, conré qu e
.había "
;r"";J;^;l; ffi ;mis niñas en casa de una excelenre ram'ruiir;i#]l;, ,
la han devuelto ¡por ladrona!
illl,^0.¡:'1,.:u:d:,r"
iban los invirados, vio que una de tas
::il?j: g1 ?lro:quedado
abandonaáa sobre un pequeño
sin más, la tomó y se la metió .n
"T
Uotritto.
*:-:""j:'3^:t: JI::r -? p u'u . o-f ;; ; ; ; ; dffi ;:* ;de café' Pero en rugar de eso, la -",i"ron-"""","0rt# rrÉ"y me la de.jaron en la puerta de casa, diciendo qu" Uutti. .ruuna ladrona.
A las criaturas les produce un gran daño moral serdevueltas ar asilo, sobre todo si no hanienido idea del delitocometido.
Voy a tratar de encontrar otra pareja de padres adop_
tivos para Hattie.
Me olvidé decirte que ya llegó nuestro nuevo jardinero.
',,' llrrrna Furnfelt; y su mujer es un encanto, con cabello izado
i r ubio como el oro y unos hoyuelos muy graciosos en las me-
¡rll:rs. Voy a construir un pequeño pabellón junto a la casita del
l;rlrnrdor, que será como una especie de refugio para albergar
¡r nuostros niños cuando llegan y tenerlos en observación para
,ricsuramos de que no tienen ningún mal contagioso.
Desde que llegó Furnfelt nuestros cerdos están tan lim-
l)ros y rosados que no parecen naturales, y ni ellos mismos
,,(' r'cconocen cuando se cruzan en el chiquero. He dividido
,,'n cuerdas el campo de papas, formando una especie de
trrblero de damas, y cada niño tiene su lote.
No leemos otra cosa que los catálogos de semillas.
En este momento acaba de regresar Noah, el carpintero,
t lc su viaje al pueblo, adonde fue a comprar los periódicos do-
rrrinicales para distraer su ocio. Es una persona muy culta.
El doctor McRae tiene de visita a otro médico amigo
suyo, un hombre triste que es director de un instituto particular
rlc sicopatología, que cree que todo el mundo es despreciable,
(lue no hay nada bueno en la vida. Recorre el mundo en busca
tlc indicios de degeneración y tiene la suerte de encontrarlos
cn todas partes.
El gusto de Sandy en la elección de sus amigos es tan
rlivertido como su gusto literario.
¡Estoy criticando demasiado! ¡Qué vergüenza!
Adiós.
S.q.lltB
Al parecer, un día sirvieron unos refrescos en unas tacita¡
de plata, y a ellano le dieron nada, sin áuda, por olvido. t,apequeña no dijo una palabra porque ya estáacostumbracl¿
La guardó entre sus más preciados tesoros de su casa
de muñecas, pero dos días despuOs lu
"n"ont.uron.Si esa familia hubiera tenido un poco de comprensión
y sentido común, hubiera guardado latazo,que encontraron
o4
Domingo
65
Jueves 2 de mayo
Mi querida Judy:
Esta tarde revisando la ropa blanca, he descubierto
que apenas tenemos las suficientes sábanas para cambiar las
camas de los niños cada quince días, lo que no me parece
una buena costumbre.
Mientras estaba sumida en mis pensamientos, ¿a
quién crees que me han anunciado? A mi hermano Jimmy
en persona.
Como estaba tan ocupada, le di un beso enla nariz y
lo mandé con dos de mis niñas mayores, a hacer una visita
de inspección por el establecimiento.
Más tarde, mientras tomábamos eI caféjunto a fuego
de la chimenea, le conté mi problema: dónde colocar a mis
niños mientras se construye su nuevo pabellón.
-Puedes construir un campamento con tres cabañas
abiertas, con ocho literas cada una, y alojar allí transito-
riamente, durante el verano, a los veinticuatro muchachos
mayores. No te costará ni dos centavos.
-Es verdad -le contesté-, no me costará nada hacerlo,
pero me costará bastante más de dos centavos contratar a un
hombre para que los cuide.
-Te buscaré un compañero de colegio que estará en-
cantado de pasar aquí las vacaciones, sólo por la habitación
y la comida.
En la noche nos visitó el doctor McRae. Jimmy le
pidió su aprobación al proyecto de las tiendas de campaña,
y lo aprobó con gran entusiasmo. Tomaron un papel y un
66 61
SnrlrE McBnton
lri¡riz y trazaronlos planos sin perder un minuto' Antes que
t('r'rninaran la velada, había quedado todo listo'
Eran casi las once y media cuando, por fin, pude des-
¡rrcnderme de los improvisados arquitectos.
El ánimo de Jimmy, el café y toda esa actividad cons-
t'¡ctiva me animaron a sentarme a escribirte, pero, con tu
¡re rmiso, me parece que será mejor dejar más detalles para
,rtra ocasión.
Siempre tu sincera,
::::':
Mi estimado enemigo:
¿Quenía usted hacemos el honor de comer con nosofros est'a
rrrrhe? Habráun verdadero banquete. Tendremos helados'
Mi hermano ha encontrado un joven que se encargará
t lc f os muchachos en el campamento. Quizá usted lo conozca.
Sc llama WithersPoon.
Trataré de introducirlo poco a poco en nuestro asilo,
l)rrra que se vaya acostumbrando, así que le agradeceré que
rro toque los temas de retraso mental, epilepsia, alcoholismo,
,, cualquier otro de sus términos favoritos.
Es un joven alegre, acostumbrado a la vida de sociedad
v il comer cosas ricas.
¿Cree usted que se sentirá cómodo en el Hogar John
( ilicr?
Su atenta Y ocuPadísima servidora
Domingrt
Mi querida Judy:
El viernes
nyevo¡u.oin",.o,Tfil'lJfifl; jj*",.ff;i:"trj;"..:?;j
HHTano
se pusieron a trabaj;;;;" gran rapidez en tas
El sábado en la mañana me tr
noche anterior habíaencontrado
", #:^:"a
sorpres_a. La
perrenece a su club de cazas¡ s1 g¿¡¡:Trg: ^e,n
el hotel. quc
nuesrro primer _y único_ Banco N".i::11
que es cajero dc
-Es un excelente muchacho _Á. Or.¡o_, no podríamosencon[rar otro me
en forma. Ertá d"Jor
para acampar con los niños y ponerlos
más cuarenru dór#;iffil
venir' por la casa v í":;;;;,
-¿,Cómo se llama? _pregunté con cautela.
-Se llama percy O" p,orÁt Witherspoon.
Jimmy invitó al señorWith.rrpoon a comer con nosotrosel-sábado por la noche, V Vu f,u.n";;;;,
y herados. aprou""ná; j;
;;"'r#;.uo
ostras, pichoncitos,
invité u tu ,"¡o.iru Mathews, a Betsy¡il,ta"ffJ:
etiquera,
. Estuve apunto de invitar tu*U¡¿i,
a la señoriru sn'uitrr. Desde q"" r"., .""i:r;#r?Xt "J#:¿haber un romance entre ellos. ¿No .r.., que se podría haceralgo? Sería como matar dos pájaros de un tiro.
, O_"rpués que tuvimos n*r,ro Uu,
d oc r or ¿" ün t"''u.á n
.u
n a vi ej a r i n rern
",
],1T,i;,{rl'Iá J.i ]con traje de etiqueta, Ilevaron ul ,"¡o, üitherspoon, a travésdel campo arado, a conocer su futura morada.
68
69
| )ile a Jervie que lamento que no esté aquí con nosotros
r:u,r (lUC pUSiera "el primer" clavo del nuevo campamento.
'¡r' ;rt ('r'cál. Cyrus, por el sendero. ¡Dios me ampare!
'l'Lr siempre desdichada,
S. McBntrB
Hogar John Grier
B de mayo
Mi querida Judy:
Nuestro campamento está terminado; mi dinámico
Ir,'rrrr¿rno ya se fue, nuestros veinticuatro muchachos han
,lr;llutado de dos estupendas noches al aire libre.
Los tres campamentos están organizados en forma
,lt' tlibus de indios. con sus respectivos jefes. El señor
Vrtlrcrspoon es el jefe supremo y el doctor McRae es el
' I I t ilndero-exorcista.
El martes por la noche se efectuaron los ritos acostum-
I'rrrlos entre las tribus. Me enviaron una invitación, para que
I ucla a presenciar el acto, pero no asistí por considerarlo una
r,'rrnión de hombres.
Durante la celebración de la fiesta, Betsy y yo nos
,r('cl-camos cautelosamente, para no ser vistas, hasta el cam-
¡xr. Los valientes guerreros pieles rojas estaban en cuclillas
rrllcdedor de una fogata, cada uno de ellos cubierto con una
nlunta de su cama, que le caía por encima de los hombros, y
r'n la cabeza una tira de plumas de colores. El doctor bailaba
¡Quién hubiera creído que Sandy fueracapazde ,,hacef
el indio" delante de los muchachosl ¡Ét muy hipócrital ¡eué
bien ha sabido disimular todo este tiempo sus entusiasmos
juveniles ! Es el primer rasgo de humor que le he visto.
Por el momento, el señor percy parece contento. Él
preside un extremo de la mesa del personal superior, bajo el
cuidado especial de Betsy.
No hay ninguna posibilidad de poner a disposición de
ese joven una habitación particular, pero él mismo ha resuelto
el problema pidiéndome que le permitiera instalarse en el
nuevo laboratorio.
una danza guelTera, mientras Jimmy y el señor Wi
tocaban los tambores: dos de nuestras cacerolas, que
quedado inservibles.
Después de cenar pasa las veladas
el sillón del dentista, con un libro en la mano y la pipa en
la boca.
¡Dios nos pille confesados! Ahí
atestado de visitantes. Voy volando.
¡Adiós!
Mi estimado Gordon:
Esto no es una carta. No te debo ninguna. Es un recibo
por los sesenta y cinco pares de patines.
Muchísimas gracias.
llega un automóvil
Salr¡¡
70
Snrun McBnnn
1I
Viernes
Mi estimado enemigo:
Hoy no estuve para su visita, pero Jane me dio su
rrrcnsaje. Dice que usted vendrá dentro de unos días para
t¡rrc le dé mi opinión sobre el libro que me dijo' ¿El examen
scr'ír oral o escrito?
Le prometo leer su libro con la condición de que usted
lcrr uno Je los míos. Le adjunto Los diálogos de Dolly' y
tltrrttro de unos días 1e pediré su opinión' No es fácil conver-
lir a un presbiteriano escocés en un hombre frívolo' pero la
. onstancia hace milagros'
S. Mctsrutn
cómodamente en
13 de maYo
Mi querida, queridísima JudY:
¡No me hables de inundaciones en Ohio! Aquí' en
I )utchess County parecemos esponjas empapadas' ¡Ha llovido
t'inco interminables días, con sus noches!
Los niños han tenido sarampión' La cocinera se nos va'
Nucstro campamento se convirtió en un colador; después del
¡rlirner chapárrón, llegaron a nuestra puerta los veinticuatro
irrtliecitos,11"no, de barro y envueltos en frazadas mojadas'
l:l señor Percy Witherspoon regresó al hotel a esperar la
sllida del sol.
, Después de cuatro días de el
ffi ::,"i,"r,;Jotooo'Io""'u"á#::l?"TtTI'JJl],'::
es ondire,
"," r*-ll1lT,"'XüÍ"",riffi mj":llf,:; ; ::Los muchachos iugaro n,,alauna laLula .n .l .or"Jo,];, yhan relQuebrajaáo todo el y"ro O" iu, paredes.
sadie Kate se ha portacro.o-o'un diabrirl0. Esta tartreLoretta Higgins se echó al ,u"lo,.on"u
y p erman ec i ó a llí d uran r" u n u r, áru' ; ffi'::i,:fl1,Tl3li] l:alguien intentaba acercársele, mordia
Luego rregá er docror, ," ,"""",?nJ"ot#; i".":i:l:en su cama y una vez clue logró hacerla dormir, bajó a nribiblioteca para consulta; los u"..tiuor.
Loretta tienr
d_o ci nco a;il'i{:n:::;""JiÍffi : iil"JnJJ:':1,,antecedentes familiares son bien claros : Madre muerta da
i::,7;::,;:ohótica
en et asito i).iuo*i,gaob padre
*,^^_-
-Con semejantes antecedentes,
¿hay derecho a cas_tlgar a una niña por tener un sistema nervioso destrozado?
-preguntó Sandy.
-No lo hay _contesté con firmeza_.pero la alimentare_mos bien, le daremr
que rome sor, y ya
ry",.,i.n::Tff,x:jffih?,H;;Al decir esto, las palabras ,r;; aragantaron en Iagarganta: recordé el rostro de Loretta, .on ,r, ojos hundi_dos, su nariz grande, su boca un"rruliipelo lacio. ¿Dónde
72 t-)
¡,,,, 11;t encontrar una madre adoptiva que amara a una nrña
,,'t!tr) ('llll'/
Atliós, querida mía. Perdona esta carta; hubiera querido
r¡rr' lucr'¿r más alegre. Son las once de la noche y le había
l,¡lnr('lido a Jane acostarme a las diez.
lluenas noches,
SalI-rB
l'.D. En medio de tantos problemas, tengo algo muy
r,r;tt() rlue agradecer a Dios: Cyrus está resfriado y recluido
r'n :.u cilS&. En un arranque de gratitud, le envié un ramo de
 l{ )l('l¿ts.
P.D.2" Tenemos una epidemia de conjuntivitis.
I6 de mayo
¡Buenos días, mi querida Judy!
Después de tres días de sol el Hogar John Grier sonríe
rrrrcvamente y los campamentos han vuelto a ser habitados.
Con el doctor nos hemos dedicado a observar a Loretta
lliggins. Llegamos a la conclusión de que lo más acertado
scr'ír ponerla en una casa particular donde reciba un especial
..'rridado.
El doctor encontró ya ala familia adecuada. Viven al
l¿rdo de su casa y son excelentes personas.
Loretta aprenderá quehaceres domésticos, tendrá un
¡rcqueño jardincito, jugará al aire libre y tomará mucho sol.
Se acostará temprano y se alimentará bien, la mimarán y sc
sentirá feliz. ¡Todo eso por tres dólares a la semana!
Estoy asustada porque este asilo se está apoderando
de mi voluntad y acabará por dominarme, si me quedo más
tiempo. Me intereso tanto en é1 que ya no puedo pensar,
hablar, ni soñar en otra cosa. Tú y Jervie estropearon todas
mis posibilidades en la vida.
Les saluda con reproches,
Sllr-rp McBnmn
Martes
Mi querida Judy:
¿Qué te parece?A Mamie Prout no le gustan las cirue-
las. Es un alimento sano y barato que no debe faltar en una
institución bien organizada.
La señorita Keller trajo a Mamie a mi saloncito por ha-
berse negado a abrir la boca para probar una ciruela. La dejó
caer sobre una silla como un fardo en espera de mi castigo.
Bueno, como tú sabes, a mí no me gustan los pláta-
nos, entonces ¿cómo voy a obligar a Mamie Prout a comer
ciruelas?
Mientras pensaba en una solución, me llamaron al
teléfono.
*Siéntate ahí hasta que regrese -dije a Mamie, y salí
cerrando la puerta.
l4 't5
La persona que me llamaba por teléfono era una señora
r
lut' rne invitaba a ir en su auto a una reunión de comité' No te
lr,' t'ontado que estoy realizando una campaña de propaganda
I,t rrl a favor de nuestro asilo' Quiero atraer la atención de los
rr, ,rs desocupados que tienen bienes en las cercanías y que
,'ilrl)iczan a llegar de las distintas capitales: tengo que atra-
1,;rr los antes que se preocupen sólo de las fiestas campestres'
rcuniones y campeonatos de tenis'
Cuando volví para tomar el té, el doctor McRae me
r':il)craba en el vestíbulo para pedirme unas estadísticas de
,,,i ,lespacho. Y al abrir la puerta, me encuentro con Mamie'
,..,'ntaáa en el mismo sitio en que la había dejado cuatro
lrolus antes!
La pobre niña se tambaleaba de cansancio y' sin em-
lrrrgo, no se quejó.
Debo reconocer que Sandy se portó como un ángel'
lrrrnó a Mamie en sus brazos y la llevó a mi biblioteca' aca-
riciándola y mimándola hasta que sonrió'
Jane trajo la mesa de comer y la puso delante de la
,'lrimenea, y mientras el doctor y yo tomábamos nuestro te'
Mamie se comió su cena'
Estoy pensando que tú podrías lograr que algúndiario
tlc Nueva York ponga un artículo hablando acerca de mis
huérfanos. Yo te enviaría fotografías de algunos de ellos'
Te abraza, como siemPre'
S¡.1's
Wernci
Mi muy queridísima Judy:
¡cuántos problemas! Despedí a la cocinera, al ama do
llaves y a una profesora.
¡Y cómo me gustaría poder despedir también al ho.
norable Cyrus!
Te contaré lo sucedido. Cyrus vino a visitarme y el
pequeño Punch estaba en mi biblioteca, sentado sobre una
alfombra, jugando. Lo estoy separando de los otros niños
del jardín infantil para hacer un experimento con el sistema
Montessori.
Después de una interminable media hora de visita, el
honorable Cyrus se levantó y se fue. Apenas habíacerrado
la puerta, Punch me dijo: ,,¡eué
facha de bruto tiene ese
Gordo"!
Si conoces alguna familia que quiera adoptar un mu_
chachito de cinco años, suave y bien hablado, te suplico me
lo comuniques.
Tu afectuosa,
Sanrn McBnnn
P'D. Envíenle una tarjetaa Gordon Hallock, diciéndole
que están en Washington. ya sé que a Jervie no le gustan los
políticos, pero es necesario que cambie de idea. ¡euién sabe!
Puede que algún día yo también entre en la polÍtica.
l6 11
Mi querida Judy:
Estamos recibiendo de nuestros amigos y benefactores
krs regalos más increíbles: el señor M. Wilton J. Leverett nos
rrrandó un barril de jabón líquido: Gordon Hallock, semillas
¡rara nuestros jardines.
Actualmente estamos muy preocupados de los moda-
Irrs. Las niñas aprenden a hacer reverencias, cuando dan la
nr¿rno a una persona mayor; los muchachos se levantan de sus
rrsientos, cuando hay una señora de pie y empujan las sillas
lrlcia delante, cuando éstas se sientan a la mesa.
Ayer, TommyWoolsey empujó a Sadie Kate con tanta
|ttcrza que la hizo caer dentro de su sopa, causando la risa
rlc todos.
Al principio los niños se burlaban, pero después de ob-
scrvar a su ídolo-jefe, Percy de Forest Witherspoon, quieren
lx)nerse a su altura y se portan como hombrecitos.
Martes
El doctor está de muy mal humor. Llegó en el momento
(:n que los niños iban al comedor y entró con ellos. Probó la
i'omida y se dio cuenta de que las papas se habían quemado.
¡Qué barbaridad! Armó un escándalo...
Ya te he dicho muchas veces que podría prescindir
pcrfectamente de SandY.
Miércoles
Ayer fue un día con mucho sol. Betsy y yo salimos
en auto a visitar a
Kareseh"bí.;;;,lJd""';,T,tHi.?f""ffi
:,# jfj:permiso por teléfono para lrevarlos con nosorras.
-¡Por supuesto! ¡Traigan a esos tesoritos! -fue la res-
puesta entusiasta de aquella buena gente.
Debimos haber llevado a
{amle
pri"r, q* es incansable para
estar sentada. No quiero detallarte mi visita, pero el .oi_ofue cuando Punch decidió ir a pescar ut ton¿o de una piscina.
El dueño de la casa lo tuvo qu. ,u.u, O" una pierna.
¿,Qué crees? El doctor McRae, arrepentido con suconducta de ayer, nos ha invitado u netry y a mía cenar a
su casa, el próximo dominso.
He releído esta cartal veo que va de un tema al otro.Pero la escribí en mis po.o, .uto, iibr"r.
Siempre tuya.
Senrn McBnrnn
P.D. esta mañana vino una bendita mujer y me hapelid,o un niño para el verano. Oi;o que quería el huérfano
más débil, el que necesitara cuidaáos esp"ciates. ¿Has vistoqué bondad?
78
19
Sábado por la tarde
Mis queridos JudY Y Jervie:
Mi hermanito Jimmy nos mandó un regalo elegido
¡ror'él mismo.
¡Tenemos un mono! Se llama Java'Los niños ya no
Iurccn caso de la campana. El día que llegó -Iava, todos des-
Irlrrron delante de él para estrechar su áspera mano' Mi perro
lrl pasado a último término. Ahora tengo que pagar para que
rrrc lo bañen.
SadieKateseestáconvirtiendoenmisecretariaparticu-
llr'. La hago contestar todas las cartas de agradecimiento del
rrsilo, y su estilo ha tenido éxito entre nuesffos benefactores'
('lrsi siempre nos acusan recibo con otro regalo'
Te incluyo copia de la carta que Sadie Kate escribió
;r .limmy.
Querido siñor Jimi:
Grasias siñor Jimi por el ermoso mono que usté nos
ntundó. Lo yamamos Java porque es una isla calorosa através
tlcl olro lado del osiano, donde nasió en un nido como un
¡túiaro solo que más grande dise el doctor'
Lo queremos mucho, porque es bonito y también a usté
,siñor Jimi. Cuando usté tiene que dar otro regalo porfavor
t¡tande un ilefante. BLteno, ya istá no ay mós"'
Su atenta servidora,
S¡.oIB K¡rn KrlcovNn
El señorpercy de ForestWitherspoon pennanece fiel a sus
pequeños camaradas. Tiene muchas relaciones en la vecindad, y
el sábado nos trajo dos amigos muy simpáticos que se sentarán
en torto a la fogata y contaron muchas anécdotas de caza.
Ha llegado la cocinera número cuatro. Ha tomado
posesión de su cargo la cuarta cocinera, desde mi reinado
en este Hogar. Es una mujer grande y de color chocolate,
gordota y sonriente. Viene de Carolina del Sur. Desde que
llegó, nuestra alimentación es deliciosa. ¿Sabes cómo se
llama? ¿A que no lo adivinas? ¡Es Sallie! Le pedí que se Io
cambiara, pero me dijo:
-Yo llevo el nombre de Sallie mucho más tiempo que
usted, y si me llamaran por otro nombre, no contestaría. No
hay otro nombre que Sallie para mí.
Así que se seguirá llamando Sallie. Menos mal que su
apellido no es tan vulgar como McBride. Ella es Hohnston_
Washington, con un guión.
Esta noche Betsy y yo tenemos que asistir a la comida
que nos tiene preparada el doctor en su casa. Estamos muertas
de curiosidad por conocer su mansión. Nunca creímos que
llegaría el día que traspasáramos la puerta custodiada por la
feroz McGurk.
Mientras las puertas de aquel supuesto alcázar eran
custodiadas y defendidas por la feroz McGurk, no tuvimos
la menor esperanzade poder franquearlas algún día; pero de
pronto ¡oh mudanzas de la suerte! ¡mirad! ¡Las puertas se
abren espontáneamente, de par en par y... !
(Continuará)
Sarlrn McBnm¡
80 8l
Lunes
Mi querida Judy:
Anoche asistimos a la cena del doctor, Betsy, el señor
Witherspoon y yo. Resultó una velada bastante agradable,
;unrque el comienzo no fue muy alentador.
Su casa es por dentro todo lo que promete ser por fuera;
t'n mi vida he visto nada como ese comedor. Las paredes'
t ortinas y alfombras son de un pavoroso color oscuro' Nos
t'slirrzamos por mostrarnos alegres, pero fue inútil; parccía
r¡rrr: estábamos cenando en la cripta de la familia.
La señora McGurk desaprueba las recepciones de su
iuno, y se ha propuesto que todos los invitados salgan pen-
:.rurclo en no volver a aceptar una nueva invitación.
Sandy había comprado unas cuantas docenas de tulipanes
roios y amarillos. La McGurk puso las flores, amontonadas
('n Lln jarrón, en medio de la mesa. Al ver esto, Betsy y yo
r'str-lvimos a punto de reírnos, pero el doctor parecía tan
,rlgulloso de aquella nota alegre en su oscuro comedor, que
..'logiamos su buen gusto para combinar los colores.
Cuando terminamos de comer, nos refugiamos en una
¡lrrte de la casa donde no entra la McGurk.
Nadie puede entrar en su laboratorio, ni en su biblio-
leca, a excepción de Hewelyn, un galés pequeño y delgado
t¡ue combina el trabajo de camarero y chofer'
El doctor se esmeró cuanto pudo para mantenerse
rrgradable con sus invitados. Descubrimos que Sandy, en sus
lroras de recreo, se dedica a pescar, y él y Percy se pusieron
rr charlar sobre salmones y truchas.
Temo que Betsy y yo hayamos juzgado precipitada.
mente a Sandy. Ahora nos inclinamos a creer que debe habcr
sufrido algún desengaño amoroso.
No tenemos perdón al burlarnos así del doctor, quc
al fin y al cabo se desvive por ser amable con nosotras..,
aunque no siempre. ¡piensa lo que es volver a casa después
de un día agotador, y tener que cenar solo en aquel sombrío
comedor!
Con cariños. como siempre.
Strun
Mi querida Judy:
¿Es que no piensan volver nunca más a Nueva york?
¡Por favor, apúrense! Necesito un sombrero nuevo y quiero
comprármelo en la euinta Avenida. Además del mío, i"ngo
que comprar ciento trece sombreros para mis niños, sin conár
los zapatos, pantaloncitos, camisas, cintas para el pelo y cal_
cetines. No es una broma vestir a una familia como la mía.
Su atenta servidora,
Saurn McBnlon
P.D. ¿Por qué no me das noticias de Gordon? ¿Lo has
visto? ¿Te habló de mí? ¿Anda detrás de alguna muchacha
de Washineton?
82 83
Martes 27; 4 P.m.
Mi querida JudY:
Hace sólo dos minutos que llegó tu telefonograma'
Sí, gracias; estaré encantada de llegar a tu casa eljueves,
¡r l¡rs 5 de la tarde. No aceptes compromisos para esa noche,
lrrr'(pre pienso chismografiar sobre el John Grier contigo y
t on ol presidente, hasta el amanecer.
Ayer me encontré con el honorable Cyrus' ¡Lo invité a
r t'nur conlnigo y aceptó inmediatamente! Lo pasamos muy
I r rt'tt.
Si se representa en estos días alguna obra de Bernard
Slnw en Nueva York, podría dedicar un par de horas para
rr rr verla.
¡El diálogo de Bernard Shaw sería para mí renovador
rlt.spués del monótono intercambio de palabras con cyrus!
No vale la pena que siga escribiendo; ya nos
vr'l'omOS.
¡Adiós!
S,rllrn
P.D. ¡Qué lástima! ¡Precisamente cuando empezabaa
tlcscubrir en Sandy algo de amabilidad, 1o ha echado todo a
lrcrder! Por desgracia tenemos cinco casos de sarampión' y el
lrucn señor ha dicho que la señorita snaith y yo inoculamos
e I sarampión a los noños, para molestarlo a él'
¡A veces aceptaúa feltz Ia renuncia de nuestro
rloctor!
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
Mi querido enemigo
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Mi querido enemigo

  • 3. Vienlo Joven I.S.B.N.: 978_956_l 2_083 I _5. I l,,edición: febrero de 2014. Obras Escogidas I.S.B.N.: 91 8-956_t 2_17 10_2. 12, edición: febrero de 2014. G e re nt e e di t o r i a/.. .Iosé Manuel Zañartu B ezanilla. Editora : Ale.jandra Schm idt U¡zúa. A s ¡s te nte editr¡ r i al : Cami la Dom íngr¡ez Ureta. Director de arte.. Juan Manuel Neira. D iseñadora : Mirela Tomicic petric. lersión obreviada /e.. Silvia Robles. @1993 por Empresa Editora Zig _Zag, S.A. Inscripción N. 88.575. Santiagá Aeónite. Derechos exolusivos de la presente versión reservados para todos los países. , Editado por Empresa Editora Zig -Zag, S.A. Los Conquistadores I700. piso 10. prov'idencia. Teléfono 5622810i400. Fax 56 2 28107455. www.zigzag.cl / E_mail: zigzag@)zigzag.cl Santiago de Chile. . El presente libro no puede ser reproduciclo ni en todo nl en par1e, ni archivado ni t¡ansmitido por ningún medio mecánico, ni electrónico, de grabación, CD-Rom] fbt";;;;" microfilmación u olra fbrma de r.pro,:I,-rcción, sin la autorización de su editor. Impreso por Salesianos Impresores, S.A. General Gana 14g6. Santiago dc Chile. Stone Gafe, Worcester, Massachusetts. Diciembre, 27 Mi querida Judy: He recibido tu cafia, en la que me dices que Jervie, como rcgalo de Navidad, te ha propuesto que conviertas el Hogar .lohn Grier en una institución modelo, y me has elegido a mí para que lo administre. ¡A mí! ¡Yo, Sallie McBride, convertida cn directora de un asilo de huérfanos! ¿Se han vuelto locos? Tengo tantas aptitudes para cuidar de cien huérfanos como para dirigir un zoológico. LY para que acepte me ofrecen un interesante médico escocés? Me imagino, como si lo hubiera visto y escuchado: "¡Es una lástima que Sallie no se haya dedicado a algo más útil desde que dejó el colleget Só1o malgasta su tiempo en hacer vida social en Worcester. Además (agrega Jervie), la veo muy interesada por ese joven Hallock. Es buen mozo, pero poco serio. No me gustan los políticos, tenemos que distraerla y desviar su mente de é1, hasta que el peligro haya pasado. ¡Ah! ¡Ya lo encontré! La pondremos al frente del Hogar John Grier". ¡Ja, Ja! Estoy segura de que todo sucedió así. Durante mi estadía con ustedes, Jervie y yo conversamos profundamente,
  • 4. primero, respecto al matrimonio; segundo, a la mezquindad de los políticos; y tercero, a la vida inútil de tus mu¡"r"s a" sociedad. Las palabras de tu marido produjeron en mí una im_ presión tan honda, que desde que regresé a Worcester dedico una tarde por semana al Asilo para Mujeres Ebrias. Como ves, mi vida ya no es tan frívola como piensan. En cuanto al político, no es tan peligroso como su_ ponen; al contrario, es muy simpático, a pesar de que sus puntos de vista difieren de los de Jervie. Dedicar ta vioa al bien público es muy hermoso, pero no puedo aceptar "l .*goque me ofrecen. En cambio, acepto gustosa la invitació nparair a Nueva York, aunque desearía que cambiaran las visitas al asilo de esa ciudad por alguna obra de teatro o baile. Si aún qui"r"n qu" los visite tal como soy, telegrafíenme a vuelta de coneo. Afectuosamente tuya, como siempre, frívola y con propósito de no cambiar. Surrp MecBnroB P.D. La invitación es oportuna. Un joven político lla_ mado Gordon Hallock coincidirá conmigo en Nueva york la próxima semana. Tendrán ocasión de conocerlo mejor y les gustará. P.D. Vuelvo a preguntarles: ¿se han vuelto locos? Hogar John Grier I5 defebrero Mi querida Judy: Singapore, Jane y yo, llegamos anoche en medio de una tormenta de nieve. Parece que no es muy común que los directores de asilos se hallen acompañados de su doncella y un perro. El portero y el ama de llaves se asustaron al ver a Singapore; creyeron que era un lobo. Para tranquilizarlos, les tuve que asegurar que se trataba, simplemente, de un inocente perrito. Resultó difícil acomodarlos. El pobre Singfue llevado a la carbonera. Jane no tuvo mejor suerte. La única cama disponible era la cuna del niño que estaba en el hospital. No tuvo más remedio que dormir en ella. Hoy ha cojeado todo el día, rogando que recobremos el juicio y nos volvamos a casa. A las seis de la mañana me despertó el fuerte tañido de una campana; permanecí un rato en la cama, escuchando a veinticinco niñas que se aseaban en el baño. Aunque no se bañan y sólo se lavan lacata,meten más ruido que veinticinco perritos en un charco de agua. Me levanté, me vestí y salí a explorar el terreno. Fuiste muy astuta al no darme tiempo para inspeccionar el lugar antes de decidirme por la dirección del asilo. El desayuno me pareció el momento oportuno para presentarme ante los niños a mi cargo. Al llegar al comedor me quedé muda de espanto, ante aquellas paredes grises,
  • 5. esas mesas cubiertas con hule y sobre ellas unos horriblesplatos de lata. Nunca imaginé que existiera un lugar tan miserable; ycuando vi a esos niños pálidos en filas, l-*i;;;;; ;r';ciosos, con su uniforme a,ul, cr"í qu"me desmayaba. Hacerque resplandezca en esas cien caritas laluzd.;;r;;;iruinfantil me pareció un objetivo inalcanzable. En ese momentome di cuenta de que esos niños necesitaban ,"";;;;j;,cuidados de una mamá. Me decidí por esta aventura sin pensarlo demasiado, enpafte por tu persuasión y. principalmente, porque el mal edu_cado de Gordon Hallock se rió ante la idea de que yo pudieradirigir un asilo de huérfanos. pero ut o.o que me encuentrofrente a frente con la realidad, _. frorrorlro al pensar que lasalud y la felicidad de cien niños o"p"no"n de mí, sin contarcon las de sus futuros trescientos o cuatrocientos hijos y susmiles de nietos. ¡Es terrible! ¿euién ,oy yo para atrevermeatanto? ¡por favor, busquen otra directora! Jane me avisa que la comida está lista. Después de habercomido dos veces en esta institución, no me entusiasma laidea de ir al comedor. Un poco más turde En mi primer discurso oficial de esta mañana hablésobre efectuar cambio_s en el Hoga.lofrn Grier, gracias a lagenerosidad del señor Jervie pendreton presidente de nuestraComisión Directiva, y de la señora de'pendleton, a quienpodían llamar tía Judy. Los niños dejaron de comer, muy sorprendidos. El color de mi pelo y mi nariz respingona me dan un aire de frivolidad, sin duda atributos desconocidos en una directora de asilo. Mis colaboradoras dejaron ver claramente, con su Actitud, que me consideraban demasiado joven e inexperta para ocupar tal cargo de autoridad y responsabilidad. Aún no he visto a ese extraordinario médico escocés de quien tanto me habló Jervie, pero te aseguro que tendrá que ser extraordinario para compensarme de todo 1o demás; muy especialmente de la profesora del jardín infantil. La señora Snaith y yo chocamos desde el primer momento, por el problema de ventilación y de aire puro; pero tengo el propósito de terminar con este desagradable "olor de institución" aunque para lograrlo tenga que convertir a cada niño en una estatua de hielo. Como hoy hace una tarde llena de sol, ordené que salieran de la sala de recreo y jugaran al aire libre. Pero los pobrecillos se quedaron sin moverse, encogidos y silencio- sos. No cotren, ni gritan, ni juegan. ¡Qué pena! Estos niños no saben jugar. Más tarde aún Acabo de iniciar latareade gastar tu dinero. Esta tarde compré once bolsas de agua caliente (todas las que había en la farmacia del pueblo) , frazadas y cubrecamas acolchados. Las ventanas del dormitorio de los más pequeños están abiertas, ahora gozarán de una sensación desconocidapara ellos: respirar durante la noche.
  • 6. Quisiera hablar_sobre mil cosas, pero ya son las diez y media de la noche, y Jane dice que debo acostarme. La directora, Sarlrn McBnmn P.D. Antes de irme a mi habitación, di una vuelta para ver que todo estuviera en orden, y ¿sabes lo que vi? ¡Laseñorita snaith cerrando las ventanar d.l dor-iiorio de ros bebés! En cuanto pueda ella conseguirse un trabajo, en algún asilo para ancianas, la despediré. Jane me quita el láptz de la mano. Buenas noches. **;í"J;"i;:í Mi querida Judy: El doctor Robin McRae vino esta tarde para conocer a la nueva directora. por favor invítenlo a comer cuando vaya a Nueva York, y verás cómo me ha mentido tu marido. Jervie me hizo creer que era un hombre brillante, encantador e inteligente. pero está muy lejos de aquella descripción. El tal doctor es alto y muy deigado, de pelo gris y unos ojos fríos de un color ináefinido. Durante la hora que pasé en su compañía, no mostró ni la más leve sonrisa. t0 ,,llrrbrá cometido algún crimen que le roe la conciencia día y noche? ¡Es tan sociable como una tumba! A1 parecer no le agradé mucho. É1 me cree frívola y loluble, indigna de este puesto de tanta responsabilidad y r'orrhanza. Creo que tu marido ya debe haber recibido una t'ru'ta de é1, pidiéndole mi retiro. No logramos ponernos de acuerdo. Mientras él se ¡rlcocupaba de 1o negativo del cuidado de los niños en el rrsilo, yo criticaba el peinado tan poco favorecedor que usan rruestras niñas. Como prueba hice venir a Sadie Kate, mi huérfana ¡rredilecta. Su pelo está tan tirante y tan pegado a la cabeza, como si se lo hubieran dibujado sobre el cráneo. Pero al doctor McRae no le importa el peinado de las niñas; lo único que le interesa son sus estómagos. También conversamos acerca de las enaguas rojas. No es posible que una muchachita use una onagua de franela roja que se le asoma, dos o tres centímetros, debajo del delantal azul a cuadros; pero él opina que las cnaguas rojas son alegres e higiénicas y que abrigan. El único detalle que me agradaen él es que ambos somos nuevos aquí, de manera que no puede darme lecciones sobre las tradiciones del asilo. Pienso que no habríapodido trabalat con el antiguo doctor, porque, a iuzgar por el aspecto que tienen los niños, sabía tanto de ellos como un veterinario. Todos se creen con derecho a darme órdenes. Hasta la cocinera me dijo que el Hogar John Grier come albóndigas todos los miércoles por la noche. 1l
  • 7. ¡Por amor de Dios, busquen otra directora! Me quedaréaquí hasta que la encuentren, pero que sea pronto. Tuya, dispuesta a huirci ", n*"ru.io. Serlrn McBnroB Oficina de la Superinfenclencia Estimado Gordon: Hogar John Grier. 2l defebrero. ¿,Continúas aún enojado porque no seguí tu consejo? ¿Ignoras que a una pefinóju ¿" ur."n¿encia irland"ru, "on mezcla de escocés Si no hubie;:H'"tH "AÍI'iJ'i*,. r,".r,o .u,uy no estaría aquí. A pesar de todo, te confieso sinceramenteque lamento nuestra discusión. R;.;;;qué, ahora lo .omp."ndo. Si "r*or;;;';*:J:fr:::r::;responsabilidad en sucesivo .,.,.hu,J ?X,T"Tff iÍ:,"1;"r,::fieto que en ro El encanto que, según Jrdy, ti"n" este asilo de huérfa_nos, no existe más que en su imaginación. No hay palabras para desciibirlo, es lúgubre, triste ymalolienre; con pasillo, lu.go, v ¿" páL¿es sucias por losque caminan niños pálidos vestidos ¿e un¡form e azul.No solamente hay que reconstruir el asilo, sino también acada uno de los niños, y jru ., ,"u *"u gigantesca, impropiade una persona egoísta, amante del lujJy las comodidades I2 ( ()nro Sallie McBride. Presentaré mi renuncia en el mismo rronrento en que Judy encuentre quien me reemplace, pero t('nro que eso no será muy pronto. Ella se ha ido de viaje, tlcf írndome aquí en un total abandono. No puedo marcharme rlcl asilo de la noche a la mañana, después de haber dado mi ¡xrlarbra. No estaría bien, mas no puedo ocultar que siento rrostalgia de mi casa. Escríbeme una carta muy larga, alegre y optimista. que rrrc dé ánimo, y envíame un flor para alegrar mi triste salon- cito. Lo heredé, con todos sus muebles, de mi predecesora, la scñorita Lippett. Las paredes están empapeladas en un café rojizo,los sillones son de felpaazul eléctrico, una mesita de ccntro dorada y la alfombra es verde. ¡Qué mal me porté aquella noche! ¡Pero estás vengado! Atrepentida, Snu-rB McBnns P.D. No te preocupes por el médico escocés. A ese hombre lo detesté a primera vista, tanto como él a mí. ¡Me asusta tener que trabajar con ese hombre! Hogar John Grier 24 de febrero Mi estimado Gordon: He recibido tu largo mensaje. Ya sé que tienes una gran fortuna, pero no esrazónparatirar el dinero. Cuando vuelvas l3
  • 8. a sentir la necesidad de hablar tan Iargo por telegra ma,hazTo por Io menos en una carta telegráfica nocturna, que cuesta la mitad der precio. si tú no necesitas dinero, mis huérfanos pueden aprovecharlo. Además, te ruego que hagas uso de tu sentido común_ No podía abandonar el asilo en la forma que me sugieres. cometería un injusticia con Judy y Jervie. Elros han siáo mis amigos durante muchos más años, y no quisiera defraudarlos. Vine aquí con el afán de aventuras y ahora me debo a Io que me comprometí, aunque pienso presentar mi renuncia en cuanto se dé la oportunidad, aparte de que debo agradecer a los Pendleton por confiarme un cargo cre tanta responsabilidad. Además, mientras esté aquí trabajaré lo mejor que pueda. He decidido entregar este asilo a mi sucesora con las moclificacio- nes necesarias para transformarlo en una institución modero. De todos modos,.aunque estoy demasiado ocupacla, siento nostalgia por_mi hogar. ¿En qué estaría p.nünOo cuando dejé mi casa? A veces ...o qr" tienes ,urónsobre mi estado mental. . Sin embargo, pregunto: ¿por qué armas tanto alboroto? Aunque me encontrara en Worcester, tú estás en Washington y eso queda tan lejos como el Hogar John Grier. Acleilás, aquí no hay un solo hombr" qr" ,. -uera por una pelirroja, mientras que en Worcester hay varios. No vine uqui rOto pu.u molestarte; quería vivir una aventura, ¡y Ia estoy vivienio! Escríbeme pronto para que r..up.r. mi ánimo. Tuva. 14 Sallr¡ Hogar John Grier 28 de febrero ()Lrerida Judy: I laz el favor de decirle a Jervie que no hago juicios pre- rr,itur'os. Mi carácter es, por naturaleza, dulce' bondadoso y ,,,r r I i r ult), y quiero casi a todo el mundo. Pero no creo que alguien l,u,lrt'r'll querer a ese médico escocés. No sonríe jamás' Esta tarde me visitó nuevamente' Lo invité a tomar .r,,r(.llto en una de esas sillas tapizadas de azul eléctrico, y 1,, observé: vestía un traje confeccionado en casa, jaspeado r,.rtlc con amarillo. Los calcetines eran morados, y lucía r¡rur corbata roja con un alfiler de amatista' que completaba l;r lcnida. No hay para qué decir que no puedo contar con tu nrotlelo de médico para levantar el nivel estético del asilo. Durante los quince minutos que duró la visita me ¡rrrsO al tanto cle todos los cambios que él desea realizar en ,'t Uogut. ¡Nada menos que é1! Entonces ¿cuál es mi papel (.n cste asilo? La directora de esta institución no es más que ¡rrrte de la decoración, según el doctor' Tuya, indignada, , t:"lu Hogar John Grier Lunes Estimado doctor McRae: En vista de que me ha sido imposible comunicarme con Lrsted por teléfono, le envío esta esquela con Sadie Kate' t5
  • 9. ¿,Es su ama de llaves esa persona que se hace llamarseñora McGurk y cuelga el fono en mitad de una frase? Como usted no vino esta mañana, pero sí los pintores, elegí el color para las paredes d" ,u nr"uo laboratorio. Medecidí por un gris claro. Espero qu. .r. color no contenga nada antihigiénico. . Además le ag_radecería que esta tarde pase por el con_sultorio del doctor Brice, .n úut", Street, y dé un vistazo alsillón de dentista y los accesorios que compraremos a mitadde precio. Si ese equipo estuviera a[uí, el dóctorBricr;;-O; atender a nuestros ciento once huérianos mucho más rápidoque si los llevamos uno por uno hasta Water Street. ¿ñ;l;parece una idea excelente? Se me ocurrió a medianocfr". nf"gustaría su consejo profesional. Saluda a usteci muy atentamente, S. McBnron **'i:l:f:;:: Mi querida Judy: ¡Por favor, no sigas mandando telegramas! Comprendo que quieras saber lo verdad ", qu. no dispongo de un -"-.nll!;:J?.tTiicinco días que te escribí, ¿verdad? ¡Cuanru, cosas han ocu_rrido entretanto! McRu" y yo fr"_o, iJ"udo un plan: vamos ló n ir rcmover todo esto hasta los cimientos. Ese tipo me gusta n)onos cadadía, pero nos hemos declarado una tregua durante lrrs horas de trabajo. ¡Y hay que reconocer que el hombre sabe trabajar! Siempre creí que poseía bastante energía,pero cuando hay t¡ue hacer algún cambio, apenas consigo alcanzarlo.Aunque es l¿rn terco, tenazy autoritario, como buen escocés, comprende ir los niños; es decir, conoce todos sus aspectos sicológicos. ljn cuanto a lo que siente por ellos, es el mismo cariño que ¡xrdría sentir por una rana que estuviera disecando. ¿Recuerdas que Jervie nos habló de los sentimientos hr-rmanitarios del doctor? ¡Ríete de ellos! Este hombre ve en cl Hogar John Grier su laboratorio particular, en el que puede cxperimentarlo todo sin que los padres se opongan. No me c xtr aflaúa s orprenderlo in troduc i endo al guna enfermedad con el fin de probar alguna vacuna. Del personal del establecimiento, la única que me parece competente es la profesora básica. ¡Tendrías que ver c(rmo los niños corren tras la señorita Matthews, en busca de cariño! En cuanto esté segura del personal que necesitamos, crnpezaré a hacer despidos en masa. Me gustaría empezar ¡ror la señorita Snaith, pero me he enterado de que es sobrina cle uno de nuestros más generosos directores. Es débil, habla por la nariz y respira por la boca. No se atreve a tomar una clecisión y jamás enfrenta algún problema. A veces me gus- laríaaganarla por los hombros y sacudirla fuertemente hasta clespertarle la energía. Pero, como no puedo despedirla, le he ido reduciendo su jerarqtía sin que ella se dé cuenta.
  • 10. El doctor McRae me ha traído una muchacha encan_ tadora que viene todos ros días para hacerse cargo der jardín inf'antil. posee una mirada ,uou., gestos maternales y mo_ dales tranquilos. Tiene diecinueve iños; ros niños la adoran. Además he contratadoa una mujer jovial, de mediana edad, que ha criado cinco hijos. ramuion me la encontró nuestro médico; ya ves que no deja de ser útil. Ambas están bajo ias órdenes de la señorita Snaith, pero van ganando terreno de modo sorprendente. Lo más urgente, por ahora, es poner ar díanuestros libros, que están muy abanclonados. La señorita Lippett lle_ vaba un libro de gastos y en él anotaba desordenadamente cualquier dato que por casualiclad llegara a sus oídos res_ pecto a la familia de los niños, ,u .ondu.,a y su salud, pero luego pasaban semanas sin que hiciera ninguna anotación. Suponiendo que una famiria dispuesta a adoptar a un huérfano deseara saber er origen del niñá, en Ia mitad de los casos no sabríamos decir de dónde ha venido tal niño. Necesitamos una asistente social que recoffa el país recogiendo todos Ios datos hereditarios que pueda conseguir acerca de nuestros pequeños. Será una tarea fácjl,porque la mayoría de ellos tienen parientes. ¿eué te parece Jane Ware para ese puesto? ¿Te acuerdas de ella? Era la primera alumna en econom íapolítica;le encantaban los rnú, f i;;investigaciones. ¿,Te acuerdas de la espantosa sala verde del primer piso? La he pintado de otro color y la hemos transfbrmado en laboratorio para el doctor. Ahora hay en ella medicinas. l8 t,, ,.r _v un hermoso sillón de dentista, comprados de segunda ,rr,uro al doctorBrice. Los niños no están muy de acuerdo con l.r r isit¿rs del dentista. Pero, terminado su tratamiento, cada I't ( lut' ño debe pasar por mi saloncito, donde se le entregarán ,lo; l)L:dazos de ChOcOlate Tuve que intemumpir mi carta para mostrarle el asilo a ,"rrr c¿rritativa señora. Me hizo cincuenta preguntas odiosas, r rr,' llu quitado una hora de mi tiempo, y al despcdirse se secó ,rrrrr lrigrima y me dejó un dólar para oomis pobres huerfanitos". Hasta ahora, estos niños no muestran el menor entu- ',¡irsnro por las recientes reformas. Por ahora deben bañarse rlos VeceS a la semana; pero en cuanto tengamos las tinas n('r'csarias, serán siete baños semanales. Hemos ampliado el menú diario, cambio que ha sido u nir rnolestia para la cocinera a causa del aumento de trabajo, (runbién el resto del personal opina que esto trae un aumento rnnloral en los gastos. Estudiando cuidadosamente con el doctor las listas ,le las comidas que se les daban anteriormente, quedamos :rsombrados de la mentalidad de quien las ideó. Este es uno tlc los almuerzos que aparecen con más frecuencia: papas t'ocidas, sopa de arroz y budín de pan con salsa blanca. Es asombroso que estos niños no se hayan convertido ('n un trozo de almidón. Tuya, S,qLLrn MncBnmn I9 John Grier
  • 11. Sábado Mi querida Judy: Ayer el doctor McRae y yo discutimos otravezpor algo sin importancia (te advierto que yo tenía larazón),i ¿"r¿"entonces le he puesto un sobrenombre. Hoy lo saludjcon un"¡Buenos días, Enemigo!,,, lo que lo molestó bastante. Tenemos dos nuevos niños: Isador Gutschneider y MaxYog, enviados por la Sociedad de Beneficencia de Damas Bautistas' No quería admitirros, pero las señoras lograron con- vencerTne' Nos pagarán cuatro dólares con cincuenta centavos semanales por cada niño. Ahora los niños son ciento trece. Por consiguiente tengo media docena de hermosos pequeños para ser entregados. a familias que deseen adoptarios, pues cuando una mujer tiene más de cien hi.jos, no puede p;;;;,a cada uno de ellos toda la atención qr" _.r"."n. Domingo Esta carta está sobre mi mesa hace ya dos días sin que haya tenido riempo para pegarle la estampilla. Aprovech ;i;;;agregarle una o dos páginas antes de enviarla a Florida. Recién empiezo a distinguir a los niños, al principio me parecía que jamás lo lograría; todos parecen iguales conesos feos uniformes azules. ya sé que ,'. hu, dichJque r" l;;cambie, pero hasta dentro de un más no estaré en condiciones de preocuparme del aspecto exterior de mis pequeños. por el momento lo interior es lo más importante. 20 No cabe duda de que en masa,los niños no me atraen. | ,rrrpiezo a creer que yo no tengo ese instinto maternal innato t'rr la mujer, del que todos hablan. Los más pequeños son su- t'ios, pegajosos y hay que estarles limpiando continuamente l;rs narices. Hay una excepción: Sadie Kate Kilcoyne. Desde el plirner día se destacó de la multitud. Es la encargada de hacer rrris mandados. En estos ocho últimos años no hay travesuras (luc no haya cometido en esta institución. Sadie tiene una lristoria muy extraña, aunque muy corriente en los niños rrbandonados. Hace once años la encontraron en el último lrcldaño de una casa de la calle Treinta y Nueve, dentro de trna caja de caftón que llevaba una etiqueta en que se leía: Altman y Cía. En la tapa decía: Esta es Sadie Kate Kilcoyne; ticne cinco semanas de edad. Trátenla bien. El vigilante que la encontró la llevó a Bellavista, donde Ios niños abandonados son clasificados según el orden de llegada en "Católico o Protestante". A pesar de su nombre y de sus ojos azules, a la simpática Sadie Kate le tocó ser "Protestante" y cada día crece más irlandesa, pero flel a la rcligión impuesta. Sus notas de mala conducta llenan pági- nas enteras en el Libro de Registro del Juicio Universal. La última dice: Por inducir a Maggie Geer a introducirse en la boca In perilla de la puerta, se la castiga a estar encerrada en su cuarto toda la tarde y a tomar únicamente galletas para cenar. Según parece, Maggie dejó entrar la manilla, pero des- pués no pudo sacarla. Tuvo que venir el doctor, quien resolvió 21
  • 12. el problema con un calzadoruntado con mantequilla. Desdeentonces la llama ,.Meg, la mantecosa,,. Tú comprenderás que tengo especial empeño en queSadie Kate esté siempre ocupada. . .Todavía tengo asuntos que debería consultar con nuestropresidente. pero es un injusticia incanncable que ustedes seestén divirtiendo en las playas def Sur, áejándome a mí conla pesada carga de este Asilo ¿e Uugrianus. Siempre tuya (por un tiempo limiiaoo). S. McBnloB Directora del Hogar John Grier Estimado Enemiso: Le envío a Sammy Spiea quien logró escabullirse estamañana cuando usted hizosu visita. -c Le ruego examine el dedo cle su mano. Lo saluda atentamente" S. McBnro¡ Directora del Hogar John Grier 6 de ntarzo Querida Judy: No sé todavía si los niños llegarán a quererme o no,pero sí sé que adoran a singapore. ioour las tardes tres ni- 22 ¿-', ¡ir, ,, rlc conducta intachable, tienen permiso para cepillarlo y l,(.ntirlo, mientras otros tres pueden darle de comer. Pero el ,rlr;rtlo en la mañana es el momento más feliz de la semana l,{ )r( luo los tres de mejor conducta le dan un baño. Creo que no ( )i l nccecitar otro estimulante para mantener la disciplina. ¿,No te parece antinatural que estos niños, viviendo en r I r'iur)po, no hayan tenido nunca un animalito a quien amar? l':,lrc:cialmente estos huerfanitos, más que otros niños necesi- t,rrr nrucho tener algo o alguien a quien querer. Les compraré . r l | il r'ros animalitos. A tu vuelta del veraneo ¿no podrías traer rrrros cachorritos de caimán y algún pelícano? Cualquier cosa { tut. camine en cuatro patas será recibida con alegría. Hoy debía celebrarse aquí la reunión de consejeros, t)('r'o rle alegro de que Jervie 1o haya arreglado en Nueva irk" como si se tratara de una reunión de negocios. Aún rros laltan algunos cambios. Si las ideas del doctor y algunas nrías se materializan, la junta de consejeros abrirá unos ojos ( orno platos cuando realicen la visita de inspección. Acabo de hacer el menú para la semana que viene' ('omeremos cosas deliciosas: pan negro' buñuelos de coli- llor y pastel de maí2, budín de artoz relleno de pasas, sopa tlc verdura, macarrones a la italiana, galletas de miel, tortas tlc manzana, pan de jengibre... ¡Es una lista interminable! l)rctendo que las niñas mayores colaboren en la preparación rlc estos manjares y se conviertan en excelentes cocineras, rrsí estarán preparadas para consetvat toda la vida el amor tlc sus futuros maridos.
  • 13. ¡Se me olvidaba algo importante! ¡Tenemos una nuevacolaboradora! ¿Te acuerdas de Betsy Kindred? Fue la presidenta del club de la Alegría y de nuestá sociedad de Aficionados Teatrales. El otro día me encontré con ella por casualidad. Me saludó como si fuésemos viejas amigas. Algunas vecesresulta venta.joso tener un color dá pelo llamati"á; g",ry.* reconoció inmediatamente. Aproveché y le dije: ' 'J --- -Betsy Kindred, tienes que ir conmigo a mi orfanatopara ayudarme a catalogar a mis huerfanitos. Quedó tan asombrala que no pudo articular un apalabra. Me acompañó, y aquíesüá. Vendrácuáro o crnco días por semana como secretaria. Es la persona más práctica y útil que he conoci_ do. Ojalá se quede con nosotros para siempre. Si le pagamos unbuen su-eldo creo que acepfaría,porqr" desea independizarse dJsu familia' Si Jervie ha oído utguno, chismes acercade nuestrodoctor, que me los cuente. Ayer vino para abrirle un panadizo que Sammy Spiertiene_en elpulgar, y tuego subió a mi saloncitopara enseñarme a vendar dedos pulgares. Como era la hora del té,lo i*nvite a quedarse y aceptóe¡c¿nfado. No creo que.haya sido por el placer de mi compañía, slno porque en aquel instante entraba Jane con un plato detostadas con mantequilla. Según me dijo, no había almorzado y faltabamucho paralacena-. Entre tútu¿u y tostada _se lascomió todas-, me preguntó si había estudiaáo para el ;"rg"de directora de Asilo. Thmbién quiro .ab.. si tenía estudios de biología, química y, sicorogra, y ,i t uiiu visitado algunainstitución modelo de huérfanos. at 25 Respondí a todo con amabilidad y franqueza. Después rrrt' permití hacerle también algunas preguntas: cuállhabía ,,rr kr la educación juvenil que había producido aquel modelo rk' l(rgica, precisión, dignidad y sentido común que tenía ',r'nt¿rdo frente a mí. Me enteré de que su padre nació en Escocia y que llegó a Ios listados Unidos para ocupar el sillón presidencial del Instituto Iolrn Hopkins; su hijo Robin fue devuelto a su tiera para su rtlt¡cación. Su abuelita era una M'Lachlan de Strathlachan (suona a mujer honesta y sencilla). Él pasaba las vacaciones en l;rs rnontañas de Escocia, dedicado alacazade ciervos. Fue todo lo que logré saber. Si verdaderamente eres rrri amiga, demuéstramelo contándome todo cuanto sepas irccrca de este personaje, sobre todo si es algo escandaloso. Scr'ía la única manera de bajarle los humos. Y ahora pregunto: ¿cómo una persona tan estudiosa ,lt'profesión, se entierra en este desierto? Un hombre como ,'l rlebería estar en una gran ciudad. ¿Estás segura de que no habrá cometido un crimen y r¡rrc huye de la policía? Tuya, afectuosamente, S¡,rrrn P.D. Un pequeño detalle me dejatranquila: el estupendo McRae no elige su ropa, 1o hace su ama de llaves, la señora Maggie McGurk.
  • 14. Hogar John Grier Miércoles Mi estimado Gordon: Recibí tus rosas y tu carta, las que me encantaron la mañana; es la primeÍayez que la alegría y yo nos juntamos desde el catorce de febrero, día en que dejé Worcester. No existen palabras para expresar cuán monótonos resultan los días en el asilo. Betsy Kindred, mi amiga y compañera de College, es la única que me saca de mi rutina este aburrimiento, en los cuatro días por semana que trabaja con nosotros. Ayer mientras tomábamos el té en mi saloncito, nos rebelamos ante tanta fealdad. En este momento hay dos empapeladores haciendo su tarea. Al mismo tiempo un tapicero toma las medidas para hacerles fundas a mis sillas azul eléctrico. Te ruego que no te preocupes. Esto no significa que me disponga a pasar el resto de mi vida en el asilo, sino que estoy preparando un alegre recibimiento para la que será mi sucesora. Quisiera escribirte una carta como la tuya, pero veo que dos de mis niños se están dando puñetazos junto a mi ventana, y corro a separarlos. Tu amiga, Slrrrp McBrutB 26 21 Hogar John Grier 8 de mctrzo Mi querida JudY: Hedecididoredecorarlasalitadeladirectora.Como ('s, cstoy tratando de que cuando mi reemplazante llegue' se :,r('nt¿r contenta y dispuesta a quedarse indefinidamente' Hasta ahora no me había dado cuenta de la influencia t¡rrc ejerce sobre Tapaz del alma el vivir en un ambiente ',g''"dáUt". Anoche me senté junto al fuego y ronroneaba de sltisfacción, y te aseguro que es el primer ronroneo de este pato desde que llegó al Hogar John Grier' Pero la remodelación de la salita de la directora es la rrrírs insignificante de nuestras necesidades' Los dormitorios tlc los ,tiñor, la sala de recreo, el comedor, los dormitorios y los baños sin bañeras... Son tantos los arreglos que no sé ¡ror dónde comenzar. ¿Tú crees que algún día tendremos suficiente dinero ¡rara demoler este viejo caserón, y construir uno de esos chalets modernos con buena ventilación? No puedo recordar cse maravilloso establecimiento para huérfanos de Hastings sinsentirenvidia.¡Quéagradableseríadirigirunasilocomo óse! De todos modos, cuando regreses a Nueva York piensa cnlaconvenienciadeconsultaralarquitectorespectoalas ampliaciones; te ruego que no decidas nada sin oír antes mis ideas. Ayer conocí a Cyrus Wykoffy me pareció más desagra- dable que el doctor Robin' Me preguntó en qué trabajaba mi padre y si tenía dinero. Le contesté que mi padre tenía una
  • 15. fábrica de juguetes y que, a pesar de estos tiempos difíciles,los pedidos eran muy constantes. ^ Pareció muy aliviado. Seguramente debe pertenecer auna familia de misioneros profeso.es. Luego empezóa averi_guar cuál era mi preparación para este puesto. Salí airosa delpaso hablándole de mis .urro, en la Escuela de Filantropía. También le hablé sobre mis visitas ar Instituto de MffisAlcohólicas. Su respuesta a esto fue un gruñido. Para terminar, añadí que acababa de escribir un estudio sobre el cuidado que requieren los niños desamparaclos quedependen de los asilos, y volvió a gruñir. En ese momento entró Jane con un ramo de rosas queme enviaba Gordon Hallock. El gran Cyrus no pudo disimular su indignación. eueíaconocer ra procedencia de las flores y se mostró visibremente tranquilo cuando le aseguré que no habíansido adquiridas condinero del asilo. Satisfecho con mi ,_rpu"rru, me preguntó quién era Jane. -Es mi doncella _repliqué con desenvoltura. -¿Su... qué? _rugió indienado. -Mi doncella personal. -¿Y qué hace aquí? -Me zurce la ropa, me lustra los zapatos, pone en ordenlos cajones, me lava el cabello... ' Al llegar a este punto, Cyrus se había puesto morado.Temí que le viniera claro que er suerdo d:i"1l:lñ"_T;Tffffitiil"#il: )9 29 rlr l):rl]ilr al asilo cinco dólares con cincuenta centavos por r !rriillll para SU penSión. Lo aceptó, pero me insinuó que podría haber utilizado a rll r r ur de las huérfanas para mi servicio. Le expliqué -aún muy ,rrrr;rlrlc, pero a punto de perder la paciencia- que Jane llevaba ¡ r,nnrigo muchísimos años, y que me era indispensable. Por fin se despidió, sin dejar de advertirme que é1ja- rrr;rs había encontrado ningún defecto en la señorita Lippett; rIrr'cla una mujer sensata y cristiana y que yo debía tratar , l,' i ln itarla. Al rato llegó el doctor, le conté la conversación con ( 'vlus y por primeravez estuvimos de acuerdo. -¡Qué señorita Lippett ni que ocho cuartos!... -excla- r r rti-. ¡ Viejo charlatán! Cuando el médico se enoja, suelta palabras en escocés, ',rrr clarse cuenta. Le he puesto un nuevo apodo -no lo sabe, nrrluralmente-: lo llamo SandY. Sadie Kate está sentada en el suelo mientras escribo, rlcsenredando lana. -Estoy escribiendo a tu tía Judy -le he dicho a Sadie l(ate-. ¿Quieres que le diga algo de tu parte? -Nunca oí hablar de la tía JudY. -Es la tía de todas las niñas buenas de este colegio. -Dígale que me venga a visitar, y que me traiga dulces. 'l'c mando su respuesta. Muchos cariños al Presidente' SalltE
  • 16. I3 de marzo Señora Judy Abott pendleton. Estimada señora: ff:t"o,ij:.,.11,11.11i,1s' dos relegramas y rres cheques,y me apresuro a cot ---" r lrvo vrrw9uEs' nherlcci,ro" ^r _:^ -, munrcarte que tus instrucciones serán ;l*:.:T:,?: :,:* I a I e rra, ", p,",," ;:#',id:uT:un poco de tiempo. Le entregué cien dólares a Betsy Kindred para quese encargara de la decoración del comedor. Eligió a cincohuérfanos para que la ayud,aran, .noá'o comedor y cenóIapuerta tras de sí. Hace tres días que no sé de ellos. No tengo la menoridea de lo que está haciendo B.rry,;;;o dene mucho mejorgusto que yo. A propósito, querida Judy; tu idea de un comedorpar_ticular paraladirectora ha sido mi salvación. Cuando estoycansada, como sola; y cuando me siento con ánimo, invito aalgunas de mis colaborado.", ;;"-;;.ttrnl comida. Se oyen unos golpes terribles e'n et pasitto. Me pareceque un pequeño está tratando de tirar a orro por Ias escare-ras. Pero no pienso jnrenumpir "ú;;;;".a. Si acepro pasarmis días entre huérfanos, debo adquirir una serenidad a todaprueba. . Ac,aba de llegar el correo. perdór trae un abultado so[re de washington un momento, El sobre es muy bonito, p"io tu.urta es bastante im_peftinente. Gordon no puede abindonar Ia idea de que SallieMcBride se preocupe de ciento trece huérf.anos sólo para 30 tlrvcrtirse. Dice que piensa visitarme y que será muy gracioso '('r'rne luchar con mis niños. ¿No te parece que seía una buena rrleir dejarlo a él al frente del asilo e irme a NuevaYork para lrrrccr algunas compras? No tenemos más que doscientas once lr:rzadas y nuestras sábanas están muy gastadas. Singapore te da la patita con el más respetuoso saludo. Yo también. SallrB McBrunn Hogar John Grier Queridísima Judy: ¡Tendrías que ver el milagro que han hecho tu billete rle cien dólares y Betsy! Es una sinfonía en amarillo. Parece r¡ue hubiera salido el sol. Como no usamos manteles, se han csmaltado las mesas para poderlas limpiar con sólo pasarles un trapo mojado y luego se cubren con hermosas cretonas con f iguras de conejitos saltando en todas direcciones. ¡Tenemos servilletas! Los niños creían que eran pañuelos y se sonaban las narices. Para celebrar dignamente la inauguración del comedor, comimos tortas, pasteles y frutas, helados y nueces. Esa bendita Sociedad de Beneficencia del Estado me ayudó a encontrar hogar para tres niñitas; en casas muy buenas, y una de ellas será adoptada legalmente si gusta a la familia... ¡Estoy segura de que les va a gustar! Esa niña es 3l
  • 17. el orgullo del establecimiento; obed. con rizos dorados y modares suaves. illil;Íill¿ " *::pequeña que gusta a todas tas famtias. Tres de nuestros muchachos _uyor", han ido atrabaiaren granjas' ¡uno de elros se ru" runluncho del oeste! Diceque va a ser vaquero, aunque creo que se va a encargar derecoger la cosecha,del trigo. Se fue ü_o un héroe entre suscompañeros de asilo. Otros cinco fueron enviados a los establecimientosbenéficos que les conesponden. Uno de ellos es sordo, otroepiléptico y los tres restantes son enfern de ellos ¿euio ser admitido aquí. tos mentales' Ninguno Los asilos de_huérfano:;;" pasados de moda. Tengoel proyecto de crear un colegio de inten frsico, morar y mental de aquelros "#:: para el desarroro hayan podido pr"o"rp*.e de ellos. los cuyos padres no ¿por qué no . crear una insrituciól ::tjl"* a la-opinión pública a fin de rumriuii.;;;;#:',U,Ti,1':iiH:J#ffi oo:t? j; ;,iil?ilT:13;;?51.t"ción para ra pate,nioao ¿.,o" ¿.r1, que anunci" "l o.out que pertenece' Y Yo le pediré u c".¿* .i"q"'"u".r#,lJ.""'jffi IT:]:!|:?t""ru.un,i¿uJá"por lo -"noi, una docena de niños. amos poder colocar, Te saluda una madre de ciento ftece hijos, 32 Senrp McBnror JJ Hogar John Grier lB de marzo Mi querida Judy: He tenido un pequeño descanso muy agradable, en la ¡rcsada tarea de cuidar a mis ciento trece niños. ¿Quién crees que visitó ayer este pacíf,co pueblo? Nada nrcnos que el señor Gordon Hallock. ¡Qué alegría me dio vcrlo! Es el primer contacto que tengo con el mundo exterior, tlcsde que estoy encarcelada en este asilo. ¡Y cuántas cosas rlivertidas me contó! Siempre dije que tendría mucho éxito en la política por srr simpatía y esa personalidad tan particular que tiene. No puedes darte una idea de lo que me ha animado su visita. Debo confesar que siento nostalgia de alguien que t'omprenda y comparta mis conversaciones disparatadas y :rbsurdas. Betsy vuelve a su casa todos los fines de semana y a nuestro doctor no le falta conversación, pero ¡qué lógica más oxtraña es la suya! Gordon representa al mundo al que yo pertenezco: esa vida de clubes campestres, de excursiones, automóviles, bailes y deportes y tantas pequeñas delicadezas y galanterías sociales; una vida vacíay egoísta si se quiere, pero me gusta. Y la echo de menos. Esto de servir a la socie- dad es de todo punto admirable y atrayente en teoría, pero es aburrido en la práctica. Temo que no he nacido para ello. Intenté llevar a Gordon a hacer una visita de inspección para ver si le despertaba algún interés por los niños, pero ni siquiera quiso dirigirles una mirada.
  • 18. Lo invité a comer conmigo, pero se limitó a agrade_ cérmelo, diciendo que era yo la que necesitaba cambiar de ambiente, y nos fuimos a ra porudu de Brantwood a comer langosta a la parrilla. ya casi se me había olvidado qr";;;;bichos eran comestibles. Esta mañana, a las siete, me despertó el teléfono. Era Gordon que me llamaba desde la estación, en el momento en que volvía aWashington. Estaba arrepentido por no haber mirado a mis niños y me pidió miles de disculpas. Después de estas pequeñas vacaciones, me siento como nueva. Me debe usted dos cartas, querida señora. páguemelas sin demora, o no le vuelvo u "r"iibi..Tuya, Saurn McBruon Marfes, 5 p.m. Mi estimado enemigo: Acabo de enterarme de que durante mi ausencia de esta tarde, usted nos ha visitado y se produjo un escándalo. Usted insiste que los niños al cuidado ¿" tu re¡o.rta Snaith no reciben la cantidad de aceite de bacalao que les corresponde. Lamento qu" T.1_r: huyun "r-plido sus órdenes, pero usted no ignora lo difícil que es intioducir tal aceite en el estómago de un niño que patalea. Además, Snaith está muy recargada de trabajo. Tiene que cuidar a diez niños más dá 34 35 I's clue le corresponden, y hasta ahora no hemos encontrado olrlr ayudanta para ella. Aparte, mi querido enemigo, de que es una mujer muy 'l'rrsible a los reproches. Cuando se sienta usted combativo, It' lgradeceré que gaste su humor belicoso contra mí, ya que ro rne importa; todo 1o contrario. Pero esa pobre señorita se t'ncerró en su habitación en tal estado de histerismo, que ha rlc.iado a nueve niños en manos de la primera persona que sc interese por ellos. Si tiene algunas sales para calmar sus nervios, le ruego rrrandármelas con Sadie Kate. Lo saluda atentamente, S. McBnton Miércoles oor la mañano Estimado señor McRae: Quisiera pedirle que cuando usted tenga alguna queja, rrcuda a mí, en vez de armar una erupción volcánica como la de ayer. Trato de que se cumplan todas sus instrucciones médi- c¿rs con toda puntualidad. No sé qué puede haber pasado con aquellas catorce botellas de aceite de hígado de bacalao que no fueron administradas a los niños, pero le prometo llevar ¿r cabo una seria investigación para descubrir su paradero.
  • 19. Siento decirle que me es imposible despedir a la señorita Snaith, como usted Io exige. Es bondadosa y ama a los niños, y con una debida supervisión será suficiente. Lo saluda atentamente. S. McBnmn Estimado enemigo: Pierda cuidado: he dado órdenes para que de hoy en adelante los niños reciban toda la cantidai de aceite d. híg;;de bacalao que les corresponde. ¡Qué hombre tan obstinado! S. McBnrnB 20 de marzo Mi querida Judy: Se ha declarado una feroz guerra al aceite de hígado de bacalao que ha animado ta vioioel asilo en estos últimos días-.El martes empezó la primera refriega, pero yo _. luperdí porque me había ido al pueblo de compras con cuatro niños' cuando regresé encontré todo el asilo histérico. Nuestro explosivo doctor nos había hecho una visita. Sandy tiene dos pasiones en la vida: el aceite de ba_ calao y las espinacas. Lo lamentable es que ninguna de las dos cosas es tolerable para los huérfanos. 36 31 Ayer se le ocurrió averiguar por qué no engordan los ¡riños a los que prescribió el aceite, y resultó que no habían tornado ni una gota desde hacía tres semanas. El doctor se rrrolestó de tal manera que Betsy me contó que tuvieron que cllviar afuera a Sadie Kate, porque su vocabulario no era el rnírs adecuado para los oídos de una niña. Cuando regresé yt se había ido, y la señorita Snaith se había encerrado en su r.Uarto a llorar sin consuelo. McRae la acusó de tomarse ella el rceite. ¿Te imaginas tú a Snaith, tan inocente. en apariencia' tragándose a escondidas el aceite de hígado de bacalao de los pobres huerfanitos? Se defendió afirmando que ella amaba a los niños y (luc no era partidaria de dar medicinas que perjudicaban sus ¡robres estomaguitos. ¡Ya puedes imaginarte la reacción de Slrrdy! ¡Y pensar que me perdí aquel espectáculo! Inmediatamente exigió la expulsión de la señorita Snaith, a lo cual me negué. Ya sabemos que es débil de clrrácter e incompetente, pero quiere mucho a los niños, y vigilándola es útil. Además, tiene un importante parentesco con un miembro rlc la Junta Directiva de nuestra institución, no puedo despe- tlirla como si se tratara de una cocinera ebria y ladrona. Por olra parte, las sugerencias del doctor más parecen órdenes, Io que me obliga a hacer lo contrario. Por fin, después de tres días se logró que pidiera dis- cr-rlpas a la señorita Snaith por su exaltación y sus frases cxcesivamente dutas, y ella confesó que ocultó las catorce botellas en el sótano. No sé cómo pensaba deshacerse de
  • 20. aquel material comp de hígado o" ¡a"¿u]ometedor' ¿se puede empeñar el aceite Acababan de firmarse las negoc. do me anunciaron r" "i;;; ü;:;ffi,"."ürffJi^iy?#.¡ Verdaderamente es agotador enfrentar en menos de una hora! rse con dos enemigos El honorabt".!r1r quecló impresionado con el nuev<.r ;:i:l!:#Lffi ;' tdo s upo q " " i;; ;;'", ros q u e .d;;;; ll* c"^ id",ó ;üi: ifTffi:ffi ltr j':#;; #*tr*me permitiera gastar su dinero ,in .ont ot. En ese momento se escuchó un i".nUl" estruendo desde l? Í,'i'|lT,i;J' ;l'.:i 1i':' u cr u¿ i oiu rvr u,pr'v s en tao u " n amargamente. trnas de cinco platos amarilios, il".-io Procuraré reponerJos platos, pero si quieres ver ht regalote aconsejo que nos visiteslo;r";;;;;" que puedas.Como siempre tuya. Más farde Salrr¡ 26 de marzo Mi querida Judy: Acabo de atender a una señora que quiere adoptar a unniño para darle una sorpresa u ,u au.ido. Me costó mucho 38 39 ,,rnvencerla de que antes debía contar con su aprobación. I lla insistía en que eso no era asunto de é1, porque el trabajo ;rrrtipático y duro de bañar, vestir y educar al niño lo haría ella. lrrrrpiezo a compadecer a los hombres; parece que algunos ti('nen muy pocos derechos. Sospecho que hasta nuestro belicoso médico es víctima tlt' su ama de llaves, he tenido que pedirle a Sadie Kate que le , osa los botones del abrigo, mientras él hace su visita diaria ¡r los niños pequeños. Te asombrará saber que Sandy ha tomado por costumbre vcnir a verme todas las tardes. ¿Pero crees que viene por mí? ¡Nada de eso! Viene por t'l té con tostadas y mermelada. Está delgado y parece que sicmpre tuviera hambre. Acaba de llegar el cartero y confío en que me traerá una carta tuya. Las cartas son mi máxima distracción. Si t¡uieres tener contenta a esta directora, escríbele con más ll'ecuencia. Efectivamente venía una carta tuya. Agradécele aJervie la postal con los tres caimanes en el pantano. Su gusto para clegir tarjetas es muy artístico. También he recibido una carta de mi apuesto galán, desde Washington, acompañada de un libro y una caja de bombones. Dice que me manda un saco de maníes para los niños.
  • 21. Jimmy dice que vendrá cuando papá ledé unos díasde descanso. ¡El pobre muchacho detesta lafábricalpero mi padre ,T#f.Xl"nde que a mi hermano no le gusre "r;;";;" Estoy feliz de ser mujer, así nadie me obliga, me dejanen libertad de elegir cualquier carrera lu" ," me ocuffa; comoésta, por ejemplo. Además, he recibido carfa de dos granjeros, cada uno deIos cuales desea tener un muchacho rob-usto y activo, de unoscatorce años, para ofrecerle un hogar. Estos requerimientos aparecen frecuentemente en la época de la siembra. La se_mana pasada investigamos uno de esos casos, y pregunfamos al pasto.r si el granjero tenía alguna propiedad. El pastor nosrespondió en un tono muy misterioso: -Me parece que es dueño de un sacacorchos. He estabrecido una regra inarterabre. No daremos nin_gún niño en adopción sin lJ gu.unrí; d; que la familia quelo solicita pueda ofrecertes ;"y;;;; i,"ntu1u, que las quedisfruta con nosotros. (Jn poco más tarde Gordon quiso remediar su falta de atención a los niñoscuando.estuvo aquí, y acabamos de recibir un enorme sacode maníes. ¿Recuerdas cuand_o en el Collegenos daban ese postrede maníes con azúcar? Lo comía_oi.on disgusto. Bueno.Le he pedido a la cocinera que il;;;.. para los niños. 40 41 I s l'írcil preparar un menú para quienes fueron alimentados ¡xrr la señorita Lippett. Cualquier cambio 1o agradecen de | | rilnera conmovedora. No podrás decir que esta carta es breve. Siempre tuYa, S. McBnmB Hogar John Grier Mi querida JudY: Te gustará saber que tengo otro enemigo: el ama de lllves del doctor. Esta mañana, cuando regresaba del pueblo, pasé frente r la casa de McRae. Recordé que esta mañana había estornudado cinco veces rr¡tes del desayuno, y aproveché para consultarlo' Subí los escalones, muy decidida, y toqué el timbre. ¡No podré continuar! Escucho la voz del honorable ( 'yrus, que se aceÍca.Tengo que escribir muchas caftas, así que nrandaré corriendo a Jane para que le diga que he salido' Cyrus se ha ido. Cuando Jane le dijo que había salido, tlccidió espefafme. Pero mi fiel Jane llevó al honorable cyrus ill Jardín Infantil para que viera una cosa horrible que había hccho Sadie Kate. No sé de qué se trataba, pero 1o importante cs que se fue.
  • 22. ¿Dónde iba? ¡Ah, sí!: acababa de tocar el timbre de lacasa del doctor. Una mujer gorcla, con jas mangas ameman_gadas, abrió la puerta. -¿eué desea? _me preguntó molesta. _Buenos aialOle sonriendo y entré en la casa_. ¿Esusted la señora McGurkZ - J urilo? Sí me contestó_, ¿y usted es la nueva encargada del -Así es -le respondí-. ¿Está er doctor en casa? -No está _dijo ella "n ¡ono agrio. -¡pero ésta es su hora de coniulta! -No tiene hora fiia. -Debería tenerla._repliqué severamente_. Tenga la bondadde decirle que ha venidora se¡orita ücBride a consultarlo,y dígale también que pase por el asiro esra tarde. -Bueno, bueno _refunfuñó la señora McGurk, y cerró |}il:ffi:: tanta rapide, qu" un-o pr"i" o" mi vesrido quedó Cuando esta tarde le conté al doctor, se encogió de hom_bros y dijo que ésos eran los modales habituales en Maggie. -¿y por qué la soporta usted? _le pregunté. -¿Dónde voy a encon trar otramejor./ _replicó_. Cuidarla casa de un homtre solo que ff .gru ¿rufquier hora del díay de la noche no es. un trabajo airadabie. por lo menos se f::H:]. para servirm. ,nu .orj¿uü¡.nt. u ru, nu;;;;; Apostaría que sus comidas calientes no son sabrosasni bien serviclas. Es una vieja inútil. fi"n" miedo de que le r,rlr1'¿¡l doctor y la despidan de su puesto fácil y cómodo. rrrrr¡Lre pensándolo bien, sería gracioso. No sé qué tonterías habré escrito con tantas interrup- r rt)noS. Ha llegado la noche y estoy demasiado cansada. Te deseo buenas noches. S. McBntop Hogar John Grier l'de abril Mi querida Judy: He colocado a Isador Gutschneider. Su nueva madre es una señora sueca, gorda y risueña. Eligió a Isador entre todos Ios niños, porque siempre había soñado tener un hijo así. El miércoles será la primera reunión de la Junta Directiva. ( 'onfieso que no la espero con impaciencia, sobre todo porque cl discurso inaugural 1o debo hacer yo. ¡Por qué no estará irr¡uí nuestro presidente para darme valor! Quiero que el miércoles de cada mes, parezca una rrgradable diversión social; como si fuera el día en que me visitan todos los amigos del asilo con la idea de discutir y cntretenerse. El honorable Cyrus ha vuelto a visitarme; se deja caer por aquí con frecuencia, con la esperanza de sorprenderme cn alguna falta. ¡Detesto profundamente a ese hombre! Está absolutamente en contra de las innovaciones (inútiles según él) que estoy tratando de realizar; tales como 43
  • 23. una sala de recreo más alegre, ropa más bonita, baños, me.joralimentación. aire puro. juegos. iiversiones. helados y bes's.Dice que estoy vorvirnio ¡i.¡r¡r.r u.rio* niños para ocup¿rren la vida el puesto que Dios Ies tiene destinado. Le contesté c unaeducació"i""á::.1":iT",l?H:l"Jffi1:i:.rr[] serían seres inútiles ni inadaptados, porque los educamosde acuerdo a su personalidad. No uu.o, a obligarlos a quocursen estudios superiores si no tienen interigencia, ,u-pJ.ulos obligaremos a trabajar u lo, .utor." años, si no tienencondiciones para hacerlo. Los vigilamos individualmente a todos. Cuando terminé mi discurso, no *n*rró unapalabra; sólolanzó un gruñido y se puso a revolver su té violentamente. ¡Perdona, Judy! La mancha n"gru del borde ra hizoSingapore con su lengua; quería enviarte un beso. Tuya hasta la muerte. S. McBnron Estimado señor y señora pendleton: Vencí mi primer día de ,.uniOn O" Mi discurso resultó elocuente y h"..no*, incluso mis enemigos. Oficina de la Directora. Hogar John Grier 4 de abril Junta Directiva. todos lo dijeron, 44 l.a reciente visita de Gordon fue muy oportuna, por- ,¡rr,'til me dio indicaciones y consejos de cómo manejar a rrrr ;rutlitorio. Cluando terminé les ofrecí chocolate y crema, limonada r nrrslcles. Todos se fueron contentos a su casa y sin apetito ¡';rur llt cena. Hasta ahora sólo te he contado cosas agradables, pero lr;r:. oíclo hablar de nuestro pequeño Tammas Kehoe' ¿verdad? ,v('r' por la mañana tuvo la suerte de cazar una comadreja' Después de quitarle la piel la metió debajo de su cama l)iu'r que nadie la encontrara. Luego se bajó al sótano para ,ryutl¿tr a preparar los helados. Al poco rato el olor era insoportable, faltaban minutos t)iu'a que llegaran los invitados; rápidamente nos pusimos a ¡rt'r'l'umar las alfombras, dettamamos café tostado; el doctor lrizo una mezclade cloruro de cal. Pero todo fue en vano' El primer punto tratado por la Junta Directiva fue lle- l,lu' a un acuerdo sobre cavar un hoyo y enteffar, no sólo a 'lirrnmas, sino que a toda el ala del edificio. Pero ustedes podrán darse cuenta con qué sutileza ma- rrcié todo hasta que Cyrus se fue a su casa riéndose, envez tlc gruñir por la incapacidad de la nueva directora' Con el afecto de siemPre, S. McBruon
  • 24. Hogar John Gner I/iernes y Sábaclo euerida Judy: Singapore está tomando su baño con un jabón especial.Espero que con este tratamiento abandone ese horrible orory esté en condiciones de volver a mi saloncito. Te va a alegrar saber que he encontrado un nuevo mé_todo para gastar tu dinero. Desde hoy, compraremos toda la ropa en los negociosdel pueblo, tal vez un poco más cara que comprándola al lff.T:il: como lo hacemos ahora, pero siemprl.on "ü0, He descubierto que la mitad de mis niños ignoran porcompleto el significado del dinero y su poder adquisitivo.Ellos creen que los zapatos, la hari'i las enaguas de franelaroja, los vestidos y el estofado ¿" "urn" bajan del cielo. La semana pasada se me cayó d,e la carteraun billete,inmediatamente un niño de uno, á"no _ , podía quedarse con aquer paperiro. ,drTffif:t"T3;visto un billete en su vida! Hice una investigación y descubrí que docenas de chi_quillos en este asilo no han compru¿o nrn.u nada para ellos,ni han, visto comprar a otros. ¡y nosotros nos proponemos lanzarlos a los dieciséis años ; ,";;;;" gobernado por elpoder adquisitivo de dólares y centavos! Me pasé una noche entera pensando en este problema,y al día siguiente me levanté V á" ¡", "l pueblo. Hablé consiete comerciantes. Cuarro de;llos ;; ;osffaron dispuestos 46 41 ;r ;ryuclarme y a enseñar a los niños, a cambio de los grandes ¡,t'tlidos que les haremos. Te explicaré mi idea: Jane necesita un hilo celeste y un metro de elástico; :rlrora bien: dos niñas van, con un cuarto de dólar, a la tienda. ,llíexaminan y compran y regresan con el vuelto' ¿Te gusta el sistema? Estoy lanzando una gran variedad (l(' proyectos. Dame tiempo, y ya verás. Me siento capaz de llcgar a hacer de mis huerfanitos, unos niños normales' Más tarde Esta noche no tengo nada que hacer y aprovecharépata ('( )ntinuar nuestra chismografía. ¿Recuerdas que Gordon Hallocknos mandó un gran saco ,lc maníes? Se los agradecí tan simpática y graciosamente, que sc sintió obligado a mandarnos otro regalo. Indudablemente t'ntró en una juguetería y se puso en las manos de un ven- tlcdor inteligente, porque ayer nos llegó un enorme paquete tlo finísimos y costosos animalitos peludos, de los que se confeccionan para el consumo de los niños ricos' Debe haber gastado una fortuna. Mis niños los encuen- lr.¿rn maravillosos y "acariciadores". AhOra no quieren irse l dormir sin llevarse con ellos a la cama leones, elefantes, osos y jirafas. Me preocupa cuál será la reacción sicológica rlc todo esto. ¿Crees que cuando sean grandes van a querer scr artistas de circo? Adiós' s. McB.
  • 25. P.D. Singapore ya no huele a zoÍro. Te envía sus res_ petuosos saludos y dos o tres movimientos de cola. **""1;"":;::, Mi querida Judy: Acabo de leer un folleto sobre los trabajos manuales para niñas, y otro sobre la dieta adecu ada parainstituciones. No me explico cómo ra señorita Lippett cometió tantos errores. suponiendo que ella sabía leer. Cualquier día te ,;rp;;;_ré con ra pubricación de un ribro sobre "cómo tratar a los consejeros". ¡Ah! Quiero contarte algo de mi enemigo, no de Cyrus, sino de mi primer enemigo. Ha descubierto que no ,oi ,un superficial como pudiera pensarse a primerá uirtu. pfr"o una facultad masculina que permite *ptu, rápidamente el problema e ir derecho al grano. ¡Qué graciosos son los hombres! Cuando quieren hacernos un cumplido dicen que tenemos una mentalidad masculina. . Como Sandy ya ha descubierto mis defectos, cree que algunos de ellos son fáciles de corregir y se ha propuesto continuar mi educación. Piensa que debería leer sobre sicología, biología, fisiología, sociorogía y eugenesia. Dice que debo conocer 48 49 Ios efectos hereditarios de la demencia, de la idiotez y del rrlcoholismo. En las tardes, apenas terminamos de tomar el té, Sandy y yo sacamos el Gran Registro y buscamos los antepasados :rlcohólicos. Es un jueguecito muy alegre y divertido para rlespués de un día de trabajo. ¡Qué vida! Ven pronto a librarme; me muero por vcrte. SlrrrB H.J.G. Jueve,s por la mañana Mi querida familia de Pendleton: Acabo de recibir carta de ustedes, y les contesto rápida- nronte para detenerlos. Rectifico. No quiero dejar mi puesto' ( 'rrrnbié de idea. La persona que piensan mandar parece una Ircnnana melliza de la señorita Snaith. ¿Cómo pueden pre- Ir'ncler que yo entregue a mis adorados niños a una señora tan rrrcxperta, y que no tiene barbilla, por más buena voluntad r¡rrc tenga? La idea retuerce el cotazón de una madre' ¿Creen que una mujer como ésa podría dirigir este :rsilo, aunque fuera temporalmente? ¡No! La directora de un instituto debe ser joven y dinámica, t'rrórgica, fuerte y valiente; con el cabello rojo y un carácter rlrrlce y afectuoso; más o menos como yo.
  • 26. Es cierto que he estado descontenta. ¿euién no lo hu_ biera estado con tanto desorden que encontré aqaí? ¿Piensan que voy a abandonar todas las reformas que he logrado? ¡No! Nadie podrá moverme de este puesto hasta que encuentren una directora superior a Sallie McBride. Esto no quiere decir que me quedaré aquí toda la vida. Sólo por algún tiempo, hasta que el asilo sea una institución modelo. ¡Por favor les ruego que no me despidan; permítanme que me quede, les prometo que no se van a arrepentir! ;;,',,: ;";,,,:,:::;" Mi querida Judy: He compuesto un poema a la victoria: ¡Quién lo hubiera creído! ¡El doctor McRae ha sonreído! ¡Es verdad! S. McB. Hogar John Grier I3 de abril Mi querida Judy: Me alegra saber que estás encantada de que continúe en mi puesto. No me había dado cuenta de lo que significaban para mí los huérfanos. 50 51 Me alegra tu idea de reconstruir el edificio' Yo también tcrrgo algunas. Sería estupendo tener el nuevo gimnasio y ,I rr rnitorios nuevos' pero yo suspiro por los chalecitos' Y ya que vamos a sumergirnos en un mar de recons- rr rrcciones, quiero que se incluyan algunas habitaciones para Irrrrispedes, por si nuestros niños se encuentlan enfermos o ,rrr trabajo. ¡n"U" ser triste no tener algún lugar querido al ( url volver en momentos de problemas! Adiós, y me alegro de que renunciaran a traer aqur ;r rrt¡uella señára. La sóla idea de que otra persona pudiera l,,,corse cargo de mis proyectos despierta mis sentimientos lrt'licosos. TuYa, Snnrn McBnmE Hogat John Grier Domingo Estimado Gordon: Tienes razónal quejarte de que no te escribo' Pero no ticnes idea de cuán ocupáda está siempre una directora de rrsilo. Además, debo ",t'ibit a Judy Abbott Pendleton' Si dejo ¡r:rsar tres días sin noticias mías, inmediatamente me manda tt'lcgramas preguntando si se ha incendiado el asilo' Por otra ¡xrrte, como nos envías un regalo cadavez que te olvidamos' ,,,,* conviene desatenderte de vez efi cuando'
  • 27. Es probable que no te guste saber que he prometiclrr continuar aquí, por ahora. gaUian encontrado una person¿t para reemplazarme, pero no eralaapropiada y hubiera sido sólo por poco tiempo. Además, cuando pienso que debo dejar todo esto yvolver a la monotonía de Worcester, me pongo nostálgica. Sé la alternat rod avía n o, ahora ":]?ffi ffi H"",i'#,.i:I[T#::";',para tomar una decisión. ¡Ya llaman a comer! Hoy tenemos una comida deliciosa: asado al horno, zanahorias uiu "r"_u y pastel de nueces depostre' ¿No te gustaría comer conmigoiA mí me encantaría que me acompañaras. Tuya cordialmente. S. McB. P.D. Tenemos una invasión de gatos sin hogar que hanadoptado los niños. Cuando llegué náA¡acuatro y todos hantenido gatitos y ahora hay diecinueve. I 5 de qbril Mi querida Judy: ¿Dices que quieres hacer un pequeño donativo al HogarJohn Grier con lo que has ahonaáo "l _", pasado? publica un anuncio en los diarios: 52 :)J Se ruega a los padres que proyecten abandonar a sus Itr¡,ts, lo hagan antes de que los niños cumplan tres años' Tenemos aquí a un niño de cinco años que destroza lntlo lo que encuentra a mano. Su padre era italiano y su madre irlandesa; tiene el ¡rt'lo rojo y los o3os café más bellos que he visto en mi vida' ,,rt lruAi" 1o asesinaron en una pelea, la madre murió alco- lr,,liz,ada y el pobre niño llegó a nosotros por casualidad' En ( urnto a sus modales, son los que podía esperarse: patalea' rrrucrde, escupe, y dice palabrotas' Lo he bautizado con el rronlbre de Punch. Ayer me 1o trajeron al despacho' pateando y gritando' ¡xrr haberle pegado, después de quitarle su muñeca' a una n iñ ita. Mientras yo seguía escribiendo' un estruendo terrible nrc hizo saltar. Habíadado un puntapié al janón verde que tcnía sobre el borde de la ventana, y estaba hecho añicos' Mc levanté tan de repente que derramé el tintero' y cuando l'rrnch se dio cuenta áe la catástrofe, dejó de llorar y empezó rr reírse. Es un niño diabólico. He empezado a emplear un nuevo método de disciplina' ()uiero ver 1o que pueden hacer el cariño y las alabanzas eír cste niño. Por eso, en lugar de castigarlo por haber destro- zado el jarrón, simulé que se trataba de un accidente' Le di u'r beso y le sequé las lágrimas' La sotpresa 1o hizo callar ir-rmediatamente. Este muchachito es nuestro mayor problema en ll actualidad. Necesita atención especial y el cuidado de ultit
  • 28. madre y un padrei y también de hermanos. pero no podre- mos entregarlo a una familia respetable hasta que .u_bi" .u vocabulario y no destroce todo lo que encuentra. Afortunadamente le encanta dibujar. Fingí interesarme enormemente por un barquito que pintó, con una bandera amarilla' Se puso tan contento que hasta me conversó algunas cosas. Antes no había podido sacarle ni una palabra. Por la tarde vino el doctor McRae y también expresó su admiración por el barquito de punch. Como.".o_i"nru el doctor lo llevó en su coche para visitar a un enf.ermo, en una elegante casa de campo. Pero el silencio y la tranquilidad de aquella finca campestre fueron interrumpidos por los malos instintos de Punch, que apedreó a las gallinas, destrozó un cuadro y por último le tiró la cola al gato. La abuelita del enferm" á¡"que no tratara así a los animales, y punch le dijo qu. ,e fu""ra al infierno. Ya es medianoche, así que te deseo buenas noches. ¡Adiós! SalrrB Mi estimado enemiso: Después de su visii=a diaria y todos, pasó frente a la puerta de mi Martes de haber auscultado a biblioteca, en donde lo </1 55 r',,1)r'r'¿lban elté y un plato de pancitos escoceses preparados r",l )ccialmente Para usted. Si verdaderamente cree que 1o ofendí, le prometo leer el lrlrrrr de los Kallikak; pero le advierto que me está obligando a t r ; rlxrl ar demasiado mentalmente' ¿Recuerda cómo se molestó ¡,,,,.¡u" me había acostado a las dos de la madrugada? Bueno' ,,r rrrlemás tengo que leerme todos los libros que a usted se le r)('ur-ren, me acostaría todos los días al amanecer' Está bien, me resigno, tráigamelo' La media hora de des- ( i r I r so de que dispongo después de comer la dedicaré a enterarme ,1,' lo quele ocur:rió a esa familia de retrasados mentales' Muy agradecida. S. McB. Hogar John Grier I / de aDrtt Estimado Gordon: Mil gracias por tus flores' Quedaron preciosas dentro tlc mis floreros. ¿HasoídohablaralgunavezdelafamiliadelosKa]likak? llusca el libro y entérate de quiénes fueron' Se trata de una liunilia dividida en dos famas, de Nueva Jersey. Pero seis gcneraciones atrás un caballero llamado Martín Kallikak se c'rnbriagó una noche y se fugó con una mujer de mala vida' rctardaáa mental, y formaron una larga descendencia de Kallikakes retardados mentales, entre los que habíabotrachos' .iugadores Y estafadores.
  • 29. Pasó el tiempo, y este Martín Kallikak se reformó. Entonces se casó con una mujer normal y creóuna segunda descendencia de Kallikakes árrectos y fronruOos. La experiencia ha demostrado que ta demencia es he-reditaria, y 'a ciencia se ve imposib'itaáa de dominarra. Aúnno se conoce una operación que permita introducir un ."r"i.oen la cabeza de un niño que ha nacido sin é1. un cincuentapor ciento de los presidiarios que llenan nuestras cárceles son retrasados mentales. La sociedad tendría que r"pa.tirl,o, en granjas donde pudieran ganarse la vida "n o"uju.i*.,manuales y que no tuvieran hijos. Así, dentro de una o dosgeneraciones podríamos extinguirlos casi por completo. Son datos de importan ciaparala carrera de un político. Compra el libro y léelo bien. Para mí también son importantes estos conocimientos, como directora de un asilo. ^ vine aquípara reorganizar este asilo, pero primero debo re_forzar ala sociedad para que no me mande niños anormales. Te ruego que medites en lo que acabo de decirte. Agradecida de anremano. S. McBnro¡ Viernes Mi estimado hombre de ciencia: Hoy no ro he visto. He termina doraFam,ia de Karikaky estoy que reviento por hablar de ella. Necesito pedirle querecete arsénico para el resfrío de Loretta. 56 51 Ya he diagnosticado su caso: se trata de una Kallikak, ',rrr lu menor duda. No tengo instintos criminales, y no es un ¡rlrrccr panmí envenenar a esa chica, pero ¿qué hacer? S. McB. Mi estimado Gordon: No te interesan los enfermos mentales y te enojas lr( )r'(pre a mí me interesan. Estamos iguales, porque también rrr,' indigna que no te interesen. Pero cambiemos de tema. ¿Te gustaría un gatito de rt'l'irlo de Pascua? Quisiera escribirte una carta un poco más larga, pero r", lrr hora del té y veo que se acerca una visita. ¡Adiós! S.q.nrn. P.D. ¿No conoces a alguien que quiera adoptar un r ru oncito con diecisiete nuevos dientecitos? 2l de abril Mi querida Judy: Recibí un espléndido regalo de Viernes Santo, de la ',('n()ra Peyster-Lambert, a quien conocí en un té. El regalo , onsiste en diez docenas de queques. Pienso ir a darle las
  • 30. gracias personalmente y le contaré lo mucho que agradecie. ron su obsequio mis ,,preciosos niños,,. Creo que ia señorc Peyster-Lambert puede convertirse en una asidua donantc, _ ¡Dios mío! ¡Me estoy convirtiendo en la más espantosa cle las pedigüeñas! He amenazado apapácon retirarle mi amistad si no me envía inmediatamente i"Gntu y cinco cotonas p¿rr¿r mis futuros jardineros. Esta mañana me avisaron del "oir"nque puedo retirar los cajones enviados por Worcester. Pero el que ha encontrado el camino hacia er corazón de una madre es Gordon Hallock. Le agradecí con tanta ama- bilidad los maníes y los animalitos páludos que la semana pasada nos envió una docena de pelotas. Ayer nos llegaron miles de ranas. goma para jugar en las bañeras. ¡Ahora, sólo necesito las bañeras! Nuevamente. como siempre. con amor. S. McBnro¡ Martes Mi querida Judy: La primavera debe andar acechando por alguna parte, porque llegan los pájaros del sur. ¿No es hora ya de que ustedes sigan su ejemplo? Durante toda la mañana he estado estudiando el modo de crearpequeños huertos particulares para los niños mayores patos y peces dc 58 )9 rlt. ililovo años. Para despertar el interés entre los futuros sem- l,r,rtlores, el asilo les comprará todo lo que ellos produzcan' r lcs ¡ragará con dinero; aunque presiento que nos veremos ',,'llrltados bajo una montaña de rabanitos' Quiero desarrollar en estos niños el espíritu de iniciativa r lrr confi.anza en ellos mismos: dos importantes cualidades ,lui' lcs hacen mucha falta (a excepción de Sadie Kate y de ot ¡ os bastante traviesos). Sadie Kate viene corriendo a decirme que uno de los nuros pequeños se tragó parte de uno de los pollos de trapo (lu(' ltos mandó Gordon. Te besa, como siemPre. S¡.llrn 24 de abril Estimado señor don Jervie Pendleton: Estas líneas son un complemento del telegrama que It. rnandé hace diez minutos. Ya te habrás enterado, al reci- lxr de ésta, de que he despedido al jardinero y que é1 se ha rt'sistido. Exige una notificación oficial del presidente de la IUnta Directiva. De modo que necesito esa notificación a la nrayor brevedad. Hasta hoy no le había prestado mucha atención a Robert Storry, pero esta tarde 1o mandé llamar para consultarle sobre ll siembra de Primavera.
  • 31. Sterry acudió a mi llamado y se dejó caer en un si. llón de mi despacho, sin quitarse el sombrero. Con toda delicadeza le pedí que se ro quitara. Accedió malhumorado, adoptó una actitud rígiday esperó mis órdenes, poniéndose a la defensiva. Le dije que lo había mandado llamar porque había decidido modificar la dieta del Hogar de John Gri"r, y qu", por lo tanto, sería conveniente plantar otras legumúr", y hortalizas, aparte de las papas, las cuales habían constituidá casi un noventa por ciento de la alimentación del Hosar. , Sterry me replicó que si las papas y los repollo". ".unbuenos para é1, también lo serían párá uno, niños que vivían de la caridad. Sin inmutarme continué diciendo que el extenso campo en que se sembraban las papas tendría que ser arado y fer_ tllizado enseguida, para después poderlo dividir en sesenta huertos individuales, y que los muchachos lo ayudarían en la tarea. Al oír esto, Sterry estalló. -¡Ese campo está destinado para sembrar papas, y seguirá produciendo papas mientras yo tenga algo que ver en eso, caramba! -Pero usted no tiene nada que ver en eso _le repliqué amablemente-. Considero que ese campo es el más ináicado para mis planes. Al oír esto, se levantó con el rostro encendido por la ira y me dijo: 60 61 ¡Maldito sería si permitiera que esos niños vinieran {r ('ltlt1)lneterse en mi trabajo! l,e expliqué, con mucha calma, que este asilo estaba ,' r , I r rs ivamente destinado al beneflcio de estos niños y no los mrros clestinados al beneficio del establecimiento' Añadí que necesitaba un labrador que fuera hábil y l';|(.ic|lteparainstruiralosmuchachosenlassencillaslabores ,1,' lrr ltorticultura. Sterry caminaba por la habitación, como un león furioso' I r;rlrl lndo con indignación. Lo dejé que siguiera hasta que se cansara' y luego le ,'r I t I cgué un cheque cón la liquidación de su sueldo hasta la fe- , l',r y*pedí que desocupatalacasita el miércoles próximo' -Yo fui contrataáo para trabajar en este instituto por el ¡rrt'sidente de la Junta Directiva, y no pienso moverme hasta rrur'ríl me lo ordene. Eso es todo. No me gusta hacer amenazas' pero no hay rruis que una alternativa: o Sterry o McBride; elija usted' mi r'slirnado señor. Si conseguimos poner en marcha nuestra empresa ,u r'ícola, podremos tenei no solamente habas y cebollas' sino trrrubién enseñanzas muy provechosas para nuestras manos v rruestros cerebros. De usted su más atenta servidora' S. McBntlB Directora del Hogar John Grier
  • 32. Mi estimado enemigo: Desapareció usted tan rápidamente esta tarde, quc tuve tiempo para darle las gracias, pero el eco de ese despi llegó hasta mi biblioteca. pero ¿qué le hizo alpobre Ste Yo no quería que lo mafara,sólo pedía que lo convenciera que debía marcharse. Temo que fue usted un poco duro. I todos modos su técnica ha sido de gran eficacia. Han lles hasta aquí los rumores de que ya ha mandado lramar al carro de mudanzas, para cambiarse. Gracias por el alivio que me ha dado. Sgrln McBrunn 26 de abril Mi estimado Jervie: No hubo necesidad de usar tu enérgico telegrama. El doctor Robin McRae, que es un hombre qu. no ," asusta por nada cuando se trata de pelear, realjzó el trabajo a la perfección. En cuanto acabé de escribirle a usted, ttam¿ por teléfono al doctor y le conté lo ocurrido. colgó el receptor y vino hasta aquí "volando',. Se fue a la casita de Sterry e impulsado por una sana ira escocesa, despidió al pobre hombre con tan convincentes razones que la ventana de la vivienda saltó en mil pedazos. Hemos llamado a un hombre del pueblo puri que nos ayude hasta que llegue un nuevo labrador. 62 63 l.amento de veras haberlo molestado con nuestras ¡,,.1r'1.r. Dígale a Judy que me de!1u1a carta y que mientras n, I nrc cscriba no volveré a dirigirle la palabra' 'l'u segura servidora' S. McBmoB Mi querida JudY: En mi carta de ayer a Jervie' olvidé darte las graclas ¡r,r luS tres bañera'' ¡tut" encantan los regalos grandes pues ,,',, 1,,, niños no se los pueden tragar! Quiero qo" '"pu' que nuestros cursos de trabajos rrurttuales ya están Ui"n """u-inados' Han comenzado las , I rrscs de costura para niñas y las de carpintero para los niños' lle rnos colocado bancos de forma circular' debajo del gran ,rrlrol que tenemos en el jardín' Además, el doctor futcRae ha introducido la práctica de ,'¡crcicios gimnásticos por la mañana y.por la tarde' También rrrr creado una clase dehsiología y ha dividido a los niños en ¡rrrclueños grupos, para que vayan a su casa' 9"1* :i:t'"^:: ,',,,niqoi qi" ," abre de-arriba y deja ver todo lo que ttene r lc trtro. ¡Nosestamosvolviendotaninteligentes,queyano lray quien nos reconozca! ¡Si nos oyeras hablar' no podrías rrtlivinar que somos huérfanos! ¡Ya casi' casi parecemos rriños de Boston! 2.p.m
  • 33. ¡Ay, Judy, estoy consternada! ¿Recuerdas que hae f; T _r:i111 re, conré qu e .había " ;r"";J;^;l; ffi ;mis niñas en casa de una excelenre ram'ruiir;i#]l;, , la han devuelto ¡por ladrona! illl,^0.¡:'1,.:u:d:,r" iban los invirados, vio que una de tas ::il?j: g1 ?lro:quedado abandonaáa sobre un pequeño sin más, la tomó y se la metió .n "T Uotritto. *:-:""j:'3^:t: JI::r -? p u'u . o-f ;; ; ; ; ; dffi ;:* ;de café' Pero en rugar de eso, la -",i"ron-"""","0rt# rrÉ"y me la de.jaron en la puerta de casa, diciendo qu" Uutti. .ruuna ladrona. A las criaturas les produce un gran daño moral serdevueltas ar asilo, sobre todo si no hanienido idea del delitocometido. Voy a tratar de encontrar otra pareja de padres adop_ tivos para Hattie. Me olvidé decirte que ya llegó nuestro nuevo jardinero. ',,' llrrrna Furnfelt; y su mujer es un encanto, con cabello izado i r ubio como el oro y unos hoyuelos muy graciosos en las me- ¡rll:rs. Voy a construir un pequeño pabellón junto a la casita del l;rlrnrdor, que será como una especie de refugio para albergar ¡r nuostros niños cuando llegan y tenerlos en observación para ,ricsuramos de que no tienen ningún mal contagioso. Desde que llegó Furnfelt nuestros cerdos están tan lim- l)ros y rosados que no parecen naturales, y ni ellos mismos ,,(' r'cconocen cuando se cruzan en el chiquero. He dividido ,,'n cuerdas el campo de papas, formando una especie de trrblero de damas, y cada niño tiene su lote. No leemos otra cosa que los catálogos de semillas. En este momento acaba de regresar Noah, el carpintero, t lc su viaje al pueblo, adonde fue a comprar los periódicos do- rrrinicales para distraer su ocio. Es una persona muy culta. El doctor McRae tiene de visita a otro médico amigo suyo, un hombre triste que es director de un instituto particular rlc sicopatología, que cree que todo el mundo es despreciable, (lue no hay nada bueno en la vida. Recorre el mundo en busca tlc indicios de degeneración y tiene la suerte de encontrarlos cn todas partes. El gusto de Sandy en la elección de sus amigos es tan rlivertido como su gusto literario. ¡Estoy criticando demasiado! ¡Qué vergüenza! Adiós. S.q.lltB Al parecer, un día sirvieron unos refrescos en unas tacita¡ de plata, y a ellano le dieron nada, sin áuda, por olvido. t,apequeña no dijo una palabra porque ya estáacostumbracl¿ La guardó entre sus más preciados tesoros de su casa de muñecas, pero dos días despuOs lu "n"ont.uron.Si esa familia hubiera tenido un poco de comprensión y sentido común, hubiera guardado latazo,que encontraron o4 Domingo 65
  • 34. Jueves 2 de mayo Mi querida Judy: Esta tarde revisando la ropa blanca, he descubierto que apenas tenemos las suficientes sábanas para cambiar las camas de los niños cada quince días, lo que no me parece una buena costumbre. Mientras estaba sumida en mis pensamientos, ¿a quién crees que me han anunciado? A mi hermano Jimmy en persona. Como estaba tan ocupada, le di un beso enla nariz y lo mandé con dos de mis niñas mayores, a hacer una visita de inspección por el establecimiento. Más tarde, mientras tomábamos eI caféjunto a fuego de la chimenea, le conté mi problema: dónde colocar a mis niños mientras se construye su nuevo pabellón. -Puedes construir un campamento con tres cabañas abiertas, con ocho literas cada una, y alojar allí transito- riamente, durante el verano, a los veinticuatro muchachos mayores. No te costará ni dos centavos. -Es verdad -le contesté-, no me costará nada hacerlo, pero me costará bastante más de dos centavos contratar a un hombre para que los cuide. -Te buscaré un compañero de colegio que estará en- cantado de pasar aquí las vacaciones, sólo por la habitación y la comida. En la noche nos visitó el doctor McRae. Jimmy le pidió su aprobación al proyecto de las tiendas de campaña, y lo aprobó con gran entusiasmo. Tomaron un papel y un 66 61 SnrlrE McBnton lri¡riz y trazaronlos planos sin perder un minuto' Antes que t('r'rninaran la velada, había quedado todo listo' Eran casi las once y media cuando, por fin, pude des- ¡rrcnderme de los improvisados arquitectos. El ánimo de Jimmy, el café y toda esa actividad cons- t'¡ctiva me animaron a sentarme a escribirte, pero, con tu ¡re rmiso, me parece que será mejor dejar más detalles para ,rtra ocasión. Siempre tu sincera, ::::': Mi estimado enemigo: ¿Quenía usted hacemos el honor de comer con nosofros est'a rrrrhe? Habráun verdadero banquete. Tendremos helados' Mi hermano ha encontrado un joven que se encargará t lc f os muchachos en el campamento. Quizá usted lo conozca. Sc llama WithersPoon. Trataré de introducirlo poco a poco en nuestro asilo, l)rrra que se vaya acostumbrando, así que le agradeceré que rro toque los temas de retraso mental, epilepsia, alcoholismo, ,, cualquier otro de sus términos favoritos. Es un joven alegre, acostumbrado a la vida de sociedad v il comer cosas ricas. ¿Cree usted que se sentirá cómodo en el Hogar John ( ilicr? Su atenta Y ocuPadísima servidora
  • 35. Domingrt Mi querida Judy: El viernes nyevo¡u.oin",.o,Tfil'lJfifl; jj*",.ff;i:"trj;"..:?;j HHTano se pusieron a trabaj;;;;" gran rapidez en tas El sábado en la mañana me tr noche anterior habíaencontrado ", #:^:"a sorpres_a. La perrenece a su club de cazas¡ s1 g¿¡¡:Trg: ^e,n el hotel. quc nuesrro primer _y único_ Banco N".i::11 que es cajero dc -Es un excelente muchacho _Á. Or.¡o_, no podríamosencon[rar otro me en forma. Ertá d"Jor para acampar con los niños y ponerlos más cuarenru dór#;iffil venir' por la casa v í":;;;;, -¿,Cómo se llama? _pregunté con cautela. -Se llama percy O" p,orÁt Witherspoon. Jimmy invitó al señorWith.rrpoon a comer con nosotrosel-sábado por la noche, V Vu f,u.n";;;;, y herados. aprou""ná; j; ;;"'r#;.uo ostras, pichoncitos, invité u tu ,"¡o.iru Mathews, a Betsy¡il,ta"ffJ: etiquera, . Estuve apunto de invitar tu*U¡¿i, a la señoriru sn'uitrr. Desde q"" r"., .""i:r;#r?Xt "J#:¿haber un romance entre ellos. ¿No .r.., que se podría haceralgo? Sería como matar dos pájaros de un tiro. , O_"rpués que tuvimos n*r,ro Uu, d oc r or ¿" ün t"''u.á n .u n a vi ej a r i n rern ", ],1T,i;,{rl'Iá J.i ]con traje de etiqueta, Ilevaron ul ,"¡o, üitherspoon, a travésdel campo arado, a conocer su futura morada. 68 69 | )ile a Jervie que lamento que no esté aquí con nosotros r:u,r (lUC pUSiera "el primer" clavo del nuevo campamento. '¡r' ;rt ('r'cál. Cyrus, por el sendero. ¡Dios me ampare! 'l'Lr siempre desdichada, S. McBntrB Hogar John Grier B de mayo Mi querida Judy: Nuestro campamento está terminado; mi dinámico Ir,'rrrr¿rno ya se fue, nuestros veinticuatro muchachos han ,lr;llutado de dos estupendas noches al aire libre. Los tres campamentos están organizados en forma ,lt' tlibus de indios. con sus respectivos jefes. El señor Vrtlrcrspoon es el jefe supremo y el doctor McRae es el ' I I t ilndero-exorcista. El martes por la noche se efectuaron los ritos acostum- I'rrrlos entre las tribus. Me enviaron una invitación, para que I ucla a presenciar el acto, pero no asistí por considerarlo una r,'rrnión de hombres. Durante la celebración de la fiesta, Betsy y yo nos ,r('cl-camos cautelosamente, para no ser vistas, hasta el cam- ¡xr. Los valientes guerreros pieles rojas estaban en cuclillas rrllcdedor de una fogata, cada uno de ellos cubierto con una nlunta de su cama, que le caía por encima de los hombros, y r'n la cabeza una tira de plumas de colores. El doctor bailaba
  • 36. ¡Quién hubiera creído que Sandy fueracapazde ,,hacef el indio" delante de los muchachosl ¡Ét muy hipócrital ¡eué bien ha sabido disimular todo este tiempo sus entusiasmos juveniles ! Es el primer rasgo de humor que le he visto. Por el momento, el señor percy parece contento. Él preside un extremo de la mesa del personal superior, bajo el cuidado especial de Betsy. No hay ninguna posibilidad de poner a disposición de ese joven una habitación particular, pero él mismo ha resuelto el problema pidiéndome que le permitiera instalarse en el nuevo laboratorio. una danza guelTera, mientras Jimmy y el señor Wi tocaban los tambores: dos de nuestras cacerolas, que quedado inservibles. Después de cenar pasa las veladas el sillón del dentista, con un libro en la mano y la pipa en la boca. ¡Dios nos pille confesados! Ahí atestado de visitantes. Voy volando. ¡Adiós! Mi estimado Gordon: Esto no es una carta. No te debo ninguna. Es un recibo por los sesenta y cinco pares de patines. Muchísimas gracias. llega un automóvil Salr¡¡ 70 Snrun McBnnn 1I Viernes Mi estimado enemigo: Hoy no estuve para su visita, pero Jane me dio su rrrcnsaje. Dice que usted vendrá dentro de unos días para t¡rrc le dé mi opinión sobre el libro que me dijo' ¿El examen scr'ír oral o escrito? Le prometo leer su libro con la condición de que usted lcrr uno Je los míos. Le adjunto Los diálogos de Dolly' y tltrrttro de unos días 1e pediré su opinión' No es fácil conver- lir a un presbiteriano escocés en un hombre frívolo' pero la . onstancia hace milagros' S. Mctsrutn cómodamente en 13 de maYo Mi querida, queridísima JudY: ¡No me hables de inundaciones en Ohio! Aquí' en I )utchess County parecemos esponjas empapadas' ¡Ha llovido t'inco interminables días, con sus noches! Los niños han tenido sarampión' La cocinera se nos va' Nucstro campamento se convirtió en un colador; después del ¡rlirner chapárrón, llegaron a nuestra puerta los veinticuatro irrtliecitos,11"no, de barro y envueltos en frazadas mojadas' l:l señor Percy Witherspoon regresó al hotel a esperar la sllida del sol.
  • 37. , Después de cuatro días de el ffi ::,"i,"r,;Jotooo'Io""'u"á#::l?"TtTI'JJl],':: es ondire, "," r*-ll1lT,"'XüÍ"",riffi mj":llf,:; ; ::Los muchachos iugaro n,,alauna laLula .n .l .or"Jo,];, yhan relQuebrajaáo todo el y"ro O" iu, paredes. sadie Kate se ha portacro.o-o'un diabrirl0. Esta tartreLoretta Higgins se echó al ,u"lo,.on"u y p erman ec i ó a llí d uran r" u n u r, áru' ; ffi'::i,:fl1,Tl3li] l:alguien intentaba acercársele, mordia Luego rregá er docror, ," ,"""",?nJ"ot#; i".":i:l:en su cama y una vez clue logró hacerla dormir, bajó a nribiblioteca para consulta; los u"..tiuor. Loretta tienr d_o ci nco a;il'i{:n:::;""JiÍffi : iil"JnJJ:':1,,antecedentes familiares son bien claros : Madre muerta da i::,7;::,;:ohótica en et asito i).iuo*i,gaob padre *,^^_- -Con semejantes antecedentes, ¿hay derecho a cas_tlgar a una niña por tener un sistema nervioso destrozado? -preguntó Sandy. -No lo hay _contesté con firmeza_.pero la alimentare_mos bien, le daremr que rome sor, y ya ry",.,i.n::Tff,x:jffih?,H;;Al decir esto, las palabras ,r;; aragantaron en Iagarganta: recordé el rostro de Loretta, .on ,r, ojos hundi_dos, su nariz grande, su boca un"rruliipelo lacio. ¿Dónde 72 t-) ¡,,,, 11;t encontrar una madre adoptiva que amara a una nrña ,,'t!tr) ('llll'/ Atliós, querida mía. Perdona esta carta; hubiera querido r¡rr' lucr'¿r más alegre. Son las once de la noche y le había l,¡lnr('lido a Jane acostarme a las diez. lluenas noches, SalI-rB l'.D. En medio de tantos problemas, tengo algo muy r,r;tt() rlue agradecer a Dios: Cyrus está resfriado y recluido r'n :.u cilS&. En un arranque de gratitud, le envié un ramo de l{ )l('l¿ts. P.D.2" Tenemos una epidemia de conjuntivitis. I6 de mayo ¡Buenos días, mi querida Judy! Después de tres días de sol el Hogar John Grier sonríe rrrrcvamente y los campamentos han vuelto a ser habitados. Con el doctor nos hemos dedicado a observar a Loretta lliggins. Llegamos a la conclusión de que lo más acertado scr'ír ponerla en una casa particular donde reciba un especial ..'rridado. El doctor encontró ya ala familia adecuada. Viven al l¿rdo de su casa y son excelentes personas. Loretta aprenderá quehaceres domésticos, tendrá un ¡rcqueño jardincito, jugará al aire libre y tomará mucho sol.
  • 38. Se acostará temprano y se alimentará bien, la mimarán y sc sentirá feliz. ¡Todo eso por tres dólares a la semana! Estoy asustada porque este asilo se está apoderando de mi voluntad y acabará por dominarme, si me quedo más tiempo. Me intereso tanto en é1 que ya no puedo pensar, hablar, ni soñar en otra cosa. Tú y Jervie estropearon todas mis posibilidades en la vida. Les saluda con reproches, Sllr-rp McBnmn Martes Mi querida Judy: ¿Qué te parece?A Mamie Prout no le gustan las cirue- las. Es un alimento sano y barato que no debe faltar en una institución bien organizada. La señorita Keller trajo a Mamie a mi saloncito por ha- berse negado a abrir la boca para probar una ciruela. La dejó caer sobre una silla como un fardo en espera de mi castigo. Bueno, como tú sabes, a mí no me gustan los pláta- nos, entonces ¿cómo voy a obligar a Mamie Prout a comer ciruelas? Mientras pensaba en una solución, me llamaron al teléfono. *Siéntate ahí hasta que regrese -dije a Mamie, y salí cerrando la puerta. l4 't5 La persona que me llamaba por teléfono era una señora r lut' rne invitaba a ir en su auto a una reunión de comité' No te lr,' t'ontado que estoy realizando una campaña de propaganda I,t rrl a favor de nuestro asilo' Quiero atraer la atención de los rr, ,rs desocupados que tienen bienes en las cercanías y que ,'ilrl)iczan a llegar de las distintas capitales: tengo que atra- 1,;rr los antes que se preocupen sólo de las fiestas campestres' rcuniones y campeonatos de tenis' Cuando volví para tomar el té, el doctor McRae me r':il)craba en el vestíbulo para pedirme unas estadísticas de ,,,i ,lespacho. Y al abrir la puerta, me encuentro con Mamie' ,..,'ntaáa en el mismo sitio en que la había dejado cuatro lrolus antes! La pobre niña se tambaleaba de cansancio y' sin em- lrrrgo, no se quejó. Debo reconocer que Sandy se portó como un ángel' lrrrnó a Mamie en sus brazos y la llevó a mi biblioteca' aca- riciándola y mimándola hasta que sonrió' Jane trajo la mesa de comer y la puso delante de la ,'lrimenea, y mientras el doctor y yo tomábamos nuestro te' Mamie se comió su cena' Estoy pensando que tú podrías lograr que algúndiario tlc Nueva York ponga un artículo hablando acerca de mis huérfanos. Yo te enviaría fotografías de algunos de ellos' Te abraza, como siemPre' S¡.1's
  • 39. Wernci Mi muy queridísima Judy: ¡cuántos problemas! Despedí a la cocinera, al ama do llaves y a una profesora. ¡Y cómo me gustaría poder despedir también al ho. norable Cyrus! Te contaré lo sucedido. Cyrus vino a visitarme y el pequeño Punch estaba en mi biblioteca, sentado sobre una alfombra, jugando. Lo estoy separando de los otros niños del jardín infantil para hacer un experimento con el sistema Montessori. Después de una interminable media hora de visita, el honorable Cyrus se levantó y se fue. Apenas habíacerrado la puerta, Punch me dijo: ,,¡eué facha de bruto tiene ese Gordo"! Si conoces alguna familia que quiera adoptar un mu_ chachito de cinco años, suave y bien hablado, te suplico me lo comuniques. Tu afectuosa, Sanrn McBnnn P'D. Envíenle una tarjetaa Gordon Hallock, diciéndole que están en Washington. ya sé que a Jervie no le gustan los políticos, pero es necesario que cambie de idea. ¡euién sabe! Puede que algún día yo también entre en la polÍtica. l6 11 Mi querida Judy: Estamos recibiendo de nuestros amigos y benefactores krs regalos más increíbles: el señor M. Wilton J. Leverett nos rrrandó un barril de jabón líquido: Gordon Hallock, semillas ¡rara nuestros jardines. Actualmente estamos muy preocupados de los moda- Irrs. Las niñas aprenden a hacer reverencias, cuando dan la nr¿rno a una persona mayor; los muchachos se levantan de sus rrsientos, cuando hay una señora de pie y empujan las sillas lrlcia delante, cuando éstas se sientan a la mesa. Ayer, TommyWoolsey empujó a Sadie Kate con tanta |ttcrza que la hizo caer dentro de su sopa, causando la risa rlc todos. Al principio los niños se burlaban, pero después de ob- scrvar a su ídolo-jefe, Percy de Forest Witherspoon, quieren lx)nerse a su altura y se portan como hombrecitos. Martes El doctor está de muy mal humor. Llegó en el momento (:n que los niños iban al comedor y entró con ellos. Probó la i'omida y se dio cuenta de que las papas se habían quemado. ¡Qué barbaridad! Armó un escándalo... Ya te he dicho muchas veces que podría prescindir pcrfectamente de SandY.
  • 40. Miércoles Ayer fue un día con mucho sol. Betsy y yo salimos en auto a visitar a Kareseh"bí.;;;,lJd""';,T,tHi.?f""ffi :,# jfj:permiso por teléfono para lrevarlos con nosorras. -¡Por supuesto! ¡Traigan a esos tesoritos! -fue la res- puesta entusiasta de aquella buena gente. Debimos haber llevado a {amle pri"r, q* es incansable para estar sentada. No quiero detallarte mi visita, pero el .oi_ofue cuando Punch decidió ir a pescar ut ton¿o de una piscina. El dueño de la casa lo tuvo qu. ,u.u, O" una pierna. ¿,Qué crees? El doctor McRae, arrepentido con suconducta de ayer, nos ha invitado u netry y a mía cenar a su casa, el próximo dominso. He releído esta cartal veo que va de un tema al otro.Pero la escribí en mis po.o, .uto, iibr"r. Siempre tuya. Senrn McBnrnn P.D. esta mañana vino una bendita mujer y me hapelid,o un niño para el verano. Oi;o que quería el huérfano más débil, el que necesitara cuidaáos esp"ciates. ¿Has vistoqué bondad? 78 19 Sábado por la tarde Mis queridos JudY Y Jervie: Mi hermanito Jimmy nos mandó un regalo elegido ¡ror'él mismo. ¡Tenemos un mono! Se llama Java'Los niños ya no Iurccn caso de la campana. El día que llegó -Iava, todos des- Irlrrron delante de él para estrechar su áspera mano' Mi perro lrl pasado a último término. Ahora tengo que pagar para que rrrc lo bañen. SadieKateseestáconvirtiendoenmisecretariaparticu- llr'. La hago contestar todas las cartas de agradecimiento del rrsilo, y su estilo ha tenido éxito entre nuesffos benefactores' ('lrsi siempre nos acusan recibo con otro regalo' Te incluyo copia de la carta que Sadie Kate escribió ;r .limmy. Querido siñor Jimi: Grasias siñor Jimi por el ermoso mono que usté nos ntundó. Lo yamamos Java porque es una isla calorosa através tlcl olro lado del osiano, donde nasió en un nido como un ¡túiaro solo que más grande dise el doctor' Lo queremos mucho, porque es bonito y también a usté ,siñor Jimi. Cuando usté tiene que dar otro regalo porfavor t¡tande un ilefante. BLteno, ya istá no ay mós"' Su atenta servidora, S¡.oIB K¡rn KrlcovNn
  • 41. El señorpercy de ForestWitherspoon pennanece fiel a sus pequeños camaradas. Tiene muchas relaciones en la vecindad, y el sábado nos trajo dos amigos muy simpáticos que se sentarán en torto a la fogata y contaron muchas anécdotas de caza. Ha llegado la cocinera número cuatro. Ha tomado posesión de su cargo la cuarta cocinera, desde mi reinado en este Hogar. Es una mujer grande y de color chocolate, gordota y sonriente. Viene de Carolina del Sur. Desde que llegó, nuestra alimentación es deliciosa. ¿Sabes cómo se llama? ¿A que no lo adivinas? ¡Es Sallie! Le pedí que se Io cambiara, pero me dijo: -Yo llevo el nombre de Sallie mucho más tiempo que usted, y si me llamaran por otro nombre, no contestaría. No hay otro nombre que Sallie para mí. Así que se seguirá llamando Sallie. Menos mal que su apellido no es tan vulgar como McBride. Ella es Hohnston_ Washington, con un guión. Esta noche Betsy y yo tenemos que asistir a la comida que nos tiene preparada el doctor en su casa. Estamos muertas de curiosidad por conocer su mansión. Nunca creímos que llegaría el día que traspasáramos la puerta custodiada por la feroz McGurk. Mientras las puertas de aquel supuesto alcázar eran custodiadas y defendidas por la feroz McGurk, no tuvimos la menor esperanzade poder franquearlas algún día; pero de pronto ¡oh mudanzas de la suerte! ¡mirad! ¡Las puertas se abren espontáneamente, de par en par y... ! (Continuará) Sarlrn McBnm¡ 80 8l Lunes Mi querida Judy: Anoche asistimos a la cena del doctor, Betsy, el señor Witherspoon y yo. Resultó una velada bastante agradable, ;unrque el comienzo no fue muy alentador. Su casa es por dentro todo lo que promete ser por fuera; t'n mi vida he visto nada como ese comedor. Las paredes' t ortinas y alfombras son de un pavoroso color oscuro' Nos t'slirrzamos por mostrarnos alegres, pero fue inútil; parccía r¡rrr: estábamos cenando en la cripta de la familia. La señora McGurk desaprueba las recepciones de su iuno, y se ha propuesto que todos los invitados salgan pen- :.rurclo en no volver a aceptar una nueva invitación. Sandy había comprado unas cuantas docenas de tulipanes roios y amarillos. La McGurk puso las flores, amontonadas ('n Lln jarrón, en medio de la mesa. Al ver esto, Betsy y yo r'str-lvimos a punto de reírnos, pero el doctor parecía tan ,rlgulloso de aquella nota alegre en su oscuro comedor, que ..'logiamos su buen gusto para combinar los colores. Cuando terminamos de comer, nos refugiamos en una ¡lrrte de la casa donde no entra la McGurk. Nadie puede entrar en su laboratorio, ni en su biblio- leca, a excepción de Hewelyn, un galés pequeño y delgado t¡ue combina el trabajo de camarero y chofer' El doctor se esmeró cuanto pudo para mantenerse rrgradable con sus invitados. Descubrimos que Sandy, en sus lroras de recreo, se dedica a pescar, y él y Percy se pusieron rr charlar sobre salmones y truchas.
  • 42. Temo que Betsy y yo hayamos juzgado precipitada. mente a Sandy. Ahora nos inclinamos a creer que debe habcr sufrido algún desengaño amoroso. No tenemos perdón al burlarnos así del doctor, quc al fin y al cabo se desvive por ser amable con nosotras.., aunque no siempre. ¡piensa lo que es volver a casa después de un día agotador, y tener que cenar solo en aquel sombrío comedor! Con cariños. como siempre. Strun Mi querida Judy: ¿Es que no piensan volver nunca más a Nueva york? ¡Por favor, apúrense! Necesito un sombrero nuevo y quiero comprármelo en la euinta Avenida. Además del mío, i"ngo que comprar ciento trece sombreros para mis niños, sin conár los zapatos, pantaloncitos, camisas, cintas para el pelo y cal_ cetines. No es una broma vestir a una familia como la mía. Su atenta servidora, Saurn McBnlon P.D. ¿Por qué no me das noticias de Gordon? ¿Lo has visto? ¿Te habló de mí? ¿Anda detrás de alguna muchacha de Washineton? 82 83 Martes 27; 4 P.m. Mi querida JudY: Hace sólo dos minutos que llegó tu telefonograma' Sí, gracias; estaré encantada de llegar a tu casa eljueves, ¡r l¡rs 5 de la tarde. No aceptes compromisos para esa noche, lrrr'(pre pienso chismografiar sobre el John Grier contigo y t on ol presidente, hasta el amanecer. Ayer me encontré con el honorable Cyrus' ¡Lo invité a r t'nur conlnigo y aceptó inmediatamente! Lo pasamos muy I r rt'tt. Si se representa en estos días alguna obra de Bernard Slnw en Nueva York, podría dedicar un par de horas para rr rr verla. ¡El diálogo de Bernard Shaw sería para mí renovador rlt.spués del monótono intercambio de palabras con cyrus! No vale la pena que siga escribiendo; ya nos vr'l'omOS. ¡Adiós! S,rllrn P.D. ¡Qué lástima! ¡Precisamente cuando empezabaa tlcscubrir en Sandy algo de amabilidad, 1o ha echado todo a lrcrder! Por desgracia tenemos cinco casos de sarampión' y el lrucn señor ha dicho que la señorita snaith y yo inoculamos e I sarampión a los noños, para molestarlo a él' ¡A veces aceptaúa feltz Ia renuncia de nuestro rloctor!