Este documento discute la naturaleza excepcional y las incongruencias de Argentina a lo largo de su historia. Señala que Argentina tuvo un gran progreso en el siglo XIX pero luego desvió de un curso de desarrollo prometedor. También resalta que tanto el peronismo como el radicalismo ampliaron los derechos sociales. En los últimos 25 años, el peronismo ha gobernado frecuentemente a pesar de cambios de política, mientras que el radicalismo ha declinado. La última década trajo éxitos econ
1. CNL.OIM. HERIBERTO J E ROMAN
EL EJÉRCITO NACIONAL
JULIO A ROCA: La Campaña del Desierto y la
determinación definitiva del territorio con las
actuales líneas de fronteras
Pensar en Nacion POLÍTICA y SOCIEDAD Defensa y Seguridad
Publicación de Pensar en Nación
Autor
25-10-2014 PENSAR EN NACIÓN
Los trabajos que se publican en este espacio no pretenden ser determinantes sino solo un
instrumento para: recapacitar, vivir el hoy, diseñar un futuro, teniendo en cuenta las enseñanzas del
pasado para reconstruir las instituciones dañadas y esenciales para la nación.
ARGENTINA
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DEFENSA
LA CONCIENCIA NACIONAL
Siempre pensé que a la Argentina mi país le faltaba
un “Núcleo Duro de Pensamiento Político”, una
directriz del pensamiento nacional que por su
agudeza y fuerza sirviera para el crecimiento como
nación independiente libre y soberana y no me
refiero a persona alguna si pueden estar incluidos
los grandes hombres y mujeres, próceres de nuestra
historia, las ciencias y las artes.
Tampoco es una nube de ideas, por mas creativas que fueren. Si puede coincidir el centro de gravedad de
la nube con el “Núcleo Duro”, en ese caso la acción de llevar adelante las ideas sería congruente con la
necesidad íntima de la nación. Es decir, por ejemplo, el “Coloquio de Ideas” que a todos nos suena,
puede o no ser congruente. Parece que el pensamiento que propongo ha sido ya definido como
“Conciencia Nacional”.
La conciencia nacional emana de la misma historia y la nuestra fue muy rica, ésta creo, se fue logrando, con
intensión o sin ella hasta la década del 40, aunque con una mochila de oligarquía que pudo haberse
soslayado, sin dañar al núcleo. En esta década, políticos como Arturo Frondizzi y generales como Manuel
N Savio, embuidos por este núcleo generaban progreso y crecimiento genuino.
La conciencia nacional, compartida por un grupo humano, la nación, constituye la expresión de sus
afinidades culturales y emocionales y, en definitiva, de todos los rasgos que lo configuran como único y
distinto frente a otros grupos, incluso ante otras naciones. La inserción forzada por el chavismo, de una
conciencia de patria grande, no tiene sentido. La conciencia nacional es un proceso en evolución
permanente, y su consolidación a lo largo del tiempo determina su ascenso gradual desde los orígenes
tribales hasta la culminación en una sociedad actual estable. Nacida del instinto de supervivencia, se
perfecciona al compás de los acontecimientos históricos y de las relaciones con otros grupos hasta
culminar, en una primera fase, con la aparición de un estado, definido por la existencia de un poder
político común.
2. CNL.OIM. HERIBERTO J E ROMAN
Requiere de normas de obligado cumplimiento por todos, un espacio geográfico propio y una
voluntad compartida de defender lo que considera suyo, generando una fuerza para expresar esa
voluntad ante los demás y para ejercerla en caso necesario. Las FFAA, en concreto, son un
merecimiento de las naciones.
Sentimiento de identidad común, sentido de propiedad y pertenencia colectiva, voluntad y capacidad de
defender el patrimonio de todos, son pilares básicos de la conciencia nacional. En las sociedades muy
desarrolladas, el sentimiento identitario ha trascendido las viejas fronteras de las naciones existentes y se ha
extendido a otras cuyas similitudes políticas, económicas y sociales, fruto de la pertenencia a una
civilización común, son tan evidentes que la supervivencia y el progreso de esa civilización necesitan del
concurso activo de todas ellas. Es el caso de las naciones avanzadas que han adoptado el modelo de
integración para sus políticas económicas, y el concepto de seguridad y defensa puede ser compartido
frente a las actuales amenazas que acechan en todas las partes del mundo en la modalidad mas
reciente de “Nuevas Guerras”.
Esto nos llama a una profunda reflexión sobre el “Sistema de Defensa” que en Argentina no existe y
la prueba mas reciente fue el establecimiento del Escudo Norte, una solución mal generada y mal
ejecutada sin ningún resultado, los ejemplos sobran.
Otros trabajos
Conciencia nacional para el Dominicano José Manuel Fernández Núñez
Identidad Nacional
HERIBERTO J E ROMAN
Coronel ( R ) OIM-EA
AVANCE DEL PLAN DE TRABAJO AL 19-04-15
ANTECEDENTES DOC PREVIOS ENSAYOS PROYECTO
BOLIVIA: Utiliza políticas
energética s en expansión.
ISIS: SE MANIFIESTA COMO
GLOBAL
BOLIVIA: Mimetiza el
Narcotráfico con acciones de
operaciones contra la droga
CHINA: Base con Capacidad
Militar
La naturaleza de los nuevos
riesgos es-tratégicos.
La perversa legislación de
Seguridad Nacional, en el
año 2014
La Democracia y la política
de los derechos humanos
Las FFAA y el
narcoterrorismo
ARGENTINA-Urge una Nor-mativa
Eficaz de DEFENSA y SEGURIDAD.
UTP[01].Proy-7019
UTP[02].Proy.6807
Docs. Centrales
ARGENTINA: La desnatura-
lización de la Defensa Nacional
ARGENTINA: Se necesitan
respuestas políticas.
ARGENTINA: Porqué debe
interesar la función DEFENSA
ARGENTINA: La Droga
Ley de Defensa y Seguridad
(Primera Revisió n-Año2006)
3. CNL.OIM. HERIBERTO J E ROMAN
“EL NUCLEO DURO DE PENSAMIENTO POLÍTICO ÚNICO”
Debe estar por encima de lo que el articulista menciona en su escrito, para evitar
desvíos de eterno conflicto.
Reconstruirlo costará tantos años como de 1853 a 1940, pero es necesario
Nación - 04-Abr-15 – Opinión
Un país de excepcionalidades e incongruencias.
por Eduardo Fidanza
La idea de que la Argentina, por sus características e historia, es una nación atravesada por la
excepcionalidad constituye un tópico de los debates sobre el pasado, el presente y el futuro del país.
Cuando se discute este punto, no se suele considerar la excepcionalidad argentina como una virtud, sino
como el resultado de la desviación de un supuesto curso de desarrollo y modernización, seguro y promisorio,
que se habría malogrado a mediados del siglo pasado.
A veces con fundamentos, otras veces con ligereza, se afirma que si la Argentina floreciente de 1910 hubiera
perseverado en políticas de liberalización del comercio, de fomento de la economía privada y de alineamiento
inequívoco con Occidente, hoy ostentaría un grado de desarrollo comparable a los países del Primer Mundo.
Este argumento contra-fáctico, que para algunos equivale a un artículo de fe, es rebatido por otro enfoque,
que con razones igualmente atendibles considera que aquella Argentina del primer centenario encubría, bajo
los brillos de un progreso impresionante, condicionamientos sociales, económicos y culturales que le habrían
impedido el desarrollo sustentable.
Detrás de estos razonamientos en pugna se dibuja el rostro de dos contendientes irreconciliables: el
liberalismo político y el populismo, cuyas interpretaciones de la historia encuentran muy pocos puntos en
común. En cierta forma, éste es un debate vigente, aunque abstracto, que la historia fáctica fue
condicionando con avances y retrocesos sucesivos. Quizás entre los avances haya que computar la
constitución del Estado benefactor, un proceso mundial que la Argentina completó bajo la tutela de sus dos
grandes partidos históricos, el peronismo y el radicalismo. Ambos, a pesar de diferencias de enfoque,
legislaron en favor de la ampliación de los derechos civiles, sociales y humanos, lo que acaso constituya un
capital no desdeñable de la Argentina, un país cuyas elites intelectuales a menudo se autoflagelan como si
ningún tipo de progreso hubiera tenido lugar.
A la excepcionalidad argentina, el último cuarto de siglo le agregó notorias incongruencias. En el plano
político, la evolución del radicalismo y del peronismo arroja resultados al menos paradójicos, que por cierto
condicionan el presente. Luego de protagonizar la recuperación de la democracia, el radicalismo inició un
largo crepúsculo, acentuado después de su trágica salida del gobierno en 2001. Como contrapartida, el
peronismo incrementó su poder político y electoral convirtiéndose en la fuerza dominante del sistema. El
resultado está a la vista y puede formularse en estos términos: el peronismo no es el único partido capaz de
gobernar la Argentina; es el que, estadísticamente, tiene más probabilidades de hacerlo en el turno siguiente,
algo que viene ocurriendo, con una única excepción, desde el principio de los años 90. Esta potencialidad
creció, sin inmutarse, a pesar de los drásticos cambios programáticos que van de Menem a los Kirchner. El
peronismo fue estatista, luego privatista, ahora otra vez estatista. Fue tercermundista, luego se alineó con
Estados Unidos y ahora regresó al redil de los países emergentes que se enfrentan, al menos retóricamente,
con Occidente.
En este rumbo, los sucesos de los últimos años son la materia de un debate no saldado. Otra vez asoman
aquí la excepcionalidad y la incongruencia: las condiciones económicas fueron extraordinarias, los
resultados discutibles, en los planos político, económico y social. La interpretación parece depender
de quién emita el diagnóstico. Es una discusión sobre el debe y el haber de un breve período histórico, por
eso se habla de década ganada o perdida. Hay datos para satisfacer a las dos partes, pero tal vez puedan
establecerse algunos parámetros: hubo tasa de desempleo, nivel de actividad y valor de los salarios
excepcionales, sin reducción acorde de la pobreza ni disminución de la desigualdad; se hicieron progresos
en la ampliación de derechos civiles y humanos, mientras proliferaron el delito, las mafias y la
4. corrupción. Se favoreció el consumo, mientras que para fomentarlo se despreciaron el control del gasto y la
inflación, algo en lo que acuerdan aun aquellos economistas que simpatizan con los lineamientos del
oficialismo, desde Stiglitz hasta Piketty.
Las luces y las sombras de la Argentina, sus excepcionalidades e incongruencias, parecieran impedir
que el país se libere del "cortocircuito del progreso y el regreso" del que habla Claudio Magris. En
una época de transición política acaso valga la pena insistir en esta cita, a la luz de otra lejana, pero
de gran actualidad que evoca la vigencia y magnitud de los problemas irresueltos. En la conclusión
de su brillante ensayo Una nación para el desierto argentino, Tulio Halperin Donghi escribió acerca
del interrogante que dejaba la generación del 80: "Empieza a discernirse una de las preguntas
centrales de la etapa que va a abrirse: si es de veras posible la república verdadera, la que debe ser
capaz de ofrecer a la vez libertad e igualdad, y ponerlas en la base de una fórmula política eficaz y
duradera".
FUENTE
http://www.lanacion.com.ar/1781471-un-pais-de-excepcionalidades-e-incongruencias