1. Análisis
¿Hackear al
ser humano?
Si los nuevos algoritmos que invaden la intimidad
no se regulan, avanzaremos hacia el totalitarismo
ELOY VELASCO /
IÑAKI ORTEGA
Juez de la Audiencia Nacional /
Director de Deusto Business School
E
ntramos en la era
de hackear hu-
manos. A lo lar-
go de la historia
nadie tuvo suficiente co-
nocimiento y poder para
hacerlo, pero muy pron-
to, empresas y Gobiernos
hackearán a personas”.
No es ciencia ficción, es
la premonición de uno de
los autores más leídos en
el mundo, el profesor de
Historia Yuval Noah Harari.
Cualquier usuario de
internet ya ve como normal
la irrupción de publicidad
absolutamente persona-
lizada gracias a los datos
que se recolectan de las pá-
ginas que visitamos. Pero
también cualquier lector
informado sabe que las
más importantes agencias
de inteligencia tienen como
prioridad luchar contra las
noticias falsas emitidas
desde el exterior que bus-
can tensionar y desestabi-
lizar nuestras democracias.
Quizás no es tan cono-
cido que los tribunales de
justicia de esta parte del
mundo ya dedican más
tiempo y recursos a los
delitos en la red que a los
convencionales o que el
cibercrimen mueve más
dinero que cualquier in-
dustria del mundo, exac-
tamente un 1% del PIB mun-
dial. Además, las noticias
sobre el uso perverso de
internet se acumulan: hace
unos meses el caso Cam-
bridge Analytica puso de
manifiesto que Facebook
vendía los datos persona-
les de sus usuarios, o más
recientemente la inves-
tigación de la fiscalía de
EE UU que concluyó que
Rusia espió, usando inter-
net, al Partido Demócrata
para beneficiar al entonces
candidato Trump.
Pero no olvidemos
otros casos como Falciani,
que filtró datos personales
bancarios, o Weakileaks,
que hizo lo mismo, pero
con agentes secretos; por
no mencionar los famosos
papeles de Panamá o los
virus informáticos que to-
dos los días se crean, como
el famoso Wannacry. Por
tanto, si tenemos en cuenta
que Gobiernos y empresas
sin escrúpulos ya pueden
hackear las elecciones de
la primera potencia del
mundo; que nuestros da-
tos personales (incluso
médicos) pueden estar ex-
puestos o que el 90% de las
empresas españolas han
sido ya atacadas (según un
reciente informe de Panda),
cuánto tiempo falta para
que se creen algoritmos
que nos conocerán mejor
que nosotros mismos. Con
esa tecnología y con todos
nuestros datos –insistimos,
no solo económicos, sino
también biométricos–
será muy fácil manipular,
pero también controlar
a cualquier ciudadano o
empresa.
Las tecnologías de la
información son el presen-
te y no deben alarmarnos.
Sin embargo, es preocupan-
te que la masiva recolec-
ción de grandes conjuntos
de datos personales unido
al desarrollo de tecnologías
como la inteligencia artifi-
cial pueda dar lugar a má-
quinas que nos conozcan
mejor que nosotros mismos
y que usadas perversamen-
te acaben lesionando la
privacidad, la reputación
e incluso la dignidad del ser
humano.
En este contexto, un
grupo multidisciplinar de
profesores de Deusto, entre
los que nos encontramos,
proponemos que el dere-
cho actúe como límite a
la explotación abusiva de
las tecnologías de la infor-
mación. El ser humano ha
de ser capaz de disfrutar
de los beneficios de estas
tecnologías, pero al mismo
tiempo, debe articular ins-
trumentos que le permitan
evolucionar en su uso y de-
sarrollo. Los usuarios de la
Proponemos que
el derecho actúe
como límite a
la explotación
abusiva de las
tecnologías de
la información
tecnología hemos perdido
ya el control de nuestros
datos ahora toca retomar
esa potestad.
A lo largo de la historia,
cada impulso relevante en
la defensa de los derechos
humanos ha surgido como
respuesta de la sociedad
civil a manifiestos abusos
del poder. Ante el auge
exponencial de tantas vio-
laciones de derechos en el
mundo digital, no parece
razonable demorar la pro-
clamación y afirmación de
nuevos derechos funda-
mentales, surgidos a par-
tir del avance y desarrollo
tecnológico. La catedrática
valenciana Adela Cortina
resume perfectamente la
tarea a encarar: “Todos, sin
esperar a la política, tene-
mos que ser activistas para
frenar las noticias falsas, el
auge de los populismos, las
intromisiones en la intimi-
dad o la falta de seguridad y
neutralidad en la red”.
La transformación di-
gital ha traído indudables
ventajas, algunas irrenun-
ciables. Pero la respuesta
no puede articularse a par-
tir de la frontal oposición a
la tecnología, sino mediante
su humanización. De modo
y manera que prevalezca
el bien común sobre los
intereses particulares, por
mayoritarios y legítimos
que estos sean; así como
la prioridad del ser humano
sobre todas sus creaciones,
como la tecnología, que está
a su servicio. Humanizar in-
ternet es priorizar la inte-
gridad de la persona, más
allá del reduccionismo de
los datos que pretenden
cosificarlo, pero también
reivindicar la autonomía y
responsabilidad persona-
les frente a las tendencias
paternalistas y desrespon-
sabilizadoras. Por último,
también urge en este campo
defender la equidad y jus-
ticia universal en el acceso,
protección y disfrute de los
bienes y derechos que po-
sibilitan una vida digna del
ser humano.
Por eso concluimos con
el profesor Harari que si los
nuevos algoritmos que ges-
tionan nuestra intimidad
no son regulados, el resul-
tado puede ser el mayor
régimen totalitarista que
jamás ha existido, que deja-
rá pequeño al nazismo o al
estalinismo. Quién será ese
nuevo Gran Dictador nadie
lo sabe, igual es un país o
por qué no una empresa o
incluso una red de piratas
informáticos desde el ano-
nimato de sus hogares. No
es el nuevo argumento de
un videojuego, es simple-
mente la constatación de
un hecho que por desgracia
no tiene el protagonismo
que debiera en la opinión
pública. Ojalá que el nuevo
tiempo político que ahora
se abre ponga el foco en es-
tas cuestiones, porque si
no, quizás será demasiado
tarde para reaccionar.
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CincoDías
Martes 30 de abril de 2019 Opinión 29