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La naturaleza caída del ser humano.
1. La naturaleza caída del ser humano.
El pecado.
En años anteriores hemos estudiado que el ser humano es capaz de Dios
porque ha sido destinado a la salvación por Dios. Nuestra limitación natural
es condición para perfeccionarnos en plena libertad. La religión cristiana
oferta una respuesta total, omniabarcante , de sentido. Nos enseña que
alcanzar nuestra plenitud , junto a Dios, es real y posible . Ya apreciábamos
esto en la lectura de Gen 1-2 cuando leíamos que el ser humano fue creado a
imagen y semejanza de Dios. Sin embargo, junto con el autor de Génesis,
reconocemos a nuestro alrededor
situaciones en las que el mal es patente. Esto
parece chocar con el plan amoroso de Dios
para el ser humano.
Este mal que afecta a Dios, al hombre o al
resto de la creación es llamado en el nivel
religioso pecado. Este pecado implica una
ruptura con Dios o el plan salvífico de Dios. Este mal rompe con Dios
salvador y separa al hombre de su destino eterno.
Veíamos que en el ser humano hay una tensión hacia el Deseo pero,
paradójicamente, este no puede ser plenamente satisfecho. En esto
apreciamos la llamada de Dios a participar plenamente de él y las pocas
fuerzas que la humanidad, por si misma, tiene para conseguirlo. El horizonte
parece cada vez más lejano e inalcanzable.
Además apreciamos fuertemente el mal que recibimos y lo vemos como una
situación injusta. No merecemos el mal que nos ocurre. La ley natural
puesta por Dios en nuestros corazones hace que apreciemos, a través de la
conciencia y la justa razón, las situaciones de bien y mal a nuestro alrededor
2. y que de alguna manera nos es debido el bien y no el mal. Sin embargo no
podemos evitar el mal que nos ocurre y, a veces, el que provocamos.
Ejercicio 2.1 Videoforum: Tierras de penumbra. El mal y Dios
Analiza junto a toda la clase las palabras que enuncia el
protagonista.
Este mal, como hemos dicho antes, que
afecta al ser humano es considerado
pecado. Ya, en cursos anteriores, habíamos
dicho que igual que una madre sufre por el
mal que acaece a su hijo, Dios sufre por el
mal que sufren sus criaturas, especialmente
por el que ocasiona y padece el ser humano. Por eso a este mal lo llamamos
pecado: porque hiere a Dios. No hay que olvidar que siempre es necesaria la
colaboración de la libertad humana para que un mal sea pecado. No es lo
mismo tirar una piedra a un descampado y darle en la cabeza a un hombre
oculto y que este muera, que elegir la piedra más pesada y puntiaguda,
apuntar con muchas ganas a la cabeza de ese al que le tengo tanta ojeriza y
tirársela lo más fuerte posible para provocarle la muerte. La libertad e
intención son fundamentales para considerar algo pecado. Dios sufre por la
muerte de ambos hombres pero la del segundo le hace padecer más pues es
más terrible. Además sufre por el oscuro corazón del asesino. Además está
siempre dispuesto a perdonar si hay verdadero arrepentimiento. Dios no
abandona al ser humano. Pero si el hombre se empecina en alejarse de Dios,
este, respeta amorosamente esa lejanía aunque sea definitiva. Eso sí, como
Padre amoroso que es, nunca dejará de intentar que el pecador se convierta
y se salve.
Reconocemos que la naturaleza del ser
humano está en una situación de caída.
3. En mí hay una tendencia al mal que no quiero. Muchas veces se presenta
como una tentación, otras en forma de disgusto o de arrepentimiento. En la
tradición católica se ha hablado de la concupiscencia1
y del pecado original.
Esto indica que el ser humano, desde su creación, está destinado por Dios a
la vida en plenitud aunque históricamente no puede evitar el mal que sufre y
causa y que habita en su corazón. Aunque el ser humano es imagen de Dios
hay algo en el que le impide desarrollar su semejanza con Dios. Esta situación
ha sido sanada por la redención de Cristo.
Pecado es todo mal que intencionadamente daña a los demás, a mí, al resto
de cosas creadas o directamente a Dios. El pecado es una falta al verdadero
amor. Dios siempre sufre por el mal que padece el ser humano o la creación.
Por eso todo mal intencionado es pecado. Hay veces que el mal que
padecemos no tiene apariencia de ser algo malo. Estos son los peores males
ya que nos dañan sin darnos cuenta.
Para reconocer el bien y mal y seguir el primero y
rechazar el segundo Dios nos ha dado la conciencia.
Todos los seres humanos poseen conciencia. Dios nos
habla a través de ella para que actuemos el bien y
evitemos el mal. S. Agustín de Hipona decía que Dios
dio los diez mandamientos para iluminar lo que estaba
oscuro en el corazón de los hombres. Así el decálogo
es una expresión de la conciencia que universalmente poseen todos los
hombres. Se aprecia esto muy bien cuando somos nosotros los que recibimos
el mal que quiere evitar los diez mandamientos.
Ejercicio 2.2 Copia en tu cuaderno los diez mandamientos (Texto completo
en al final de este tema).
1
Cierta inclinación al mal y al pecado. Generalmente queda residente en el ser
humano tras el perdón de los pecados. S. Pablo escribía “No hago el bien que quiero
y obro el mal que no quiero” (Rom 7,19). Esto sería expresión de la concupiscencia.
4. Entendemos que todo pecado no tiene la misma gravedad. Diferenciamos
entre pecados veniales (que no rompen totalmente la relación del hombre
con Dios) o leves y mortales (rompen totalmente la unión del hombre con
Dios) o graves. Es así cuando el pecado posee materia grave (por ejemplo
contra los diez mandamientos) y es hecho con plena libertad y pleno
conocimiento de que eso es pecado.
El que peca se daña a sí mismo y a su
relación con Dios. Para solucionar,
reparar o sanar el mal que el pecado
origina se necesita de la misericordia
de Dios que ordinariamente se recibe
en el sacramento del perdón. Este
sacramento actualiza la redención de
Cristo en nosotros. Por su muerte y
resurrección se nos entrega misericordiosamente el amor y perdón de Dios
Padre.
Un síntoma del necesario perdón de Dios es el malestar que genera en
nosotros el pecado y la alegría que nos da el perdón. De alguna manera
deseamos ese paraíso perdido del que habla Gen3.
Ejercicio 2.3 Escucha esta canción de Amaral (Sin ti no soy nada) y
contesta:
¿Qué sentimientos produce el amor perdido?
¿Cómo vive su vida diaria?
¿Qué es lo que desea en el fondo de su corazón?
Sin ti no soy nada,
una gota de lluvia mojando mi
cara
mi mundo es pequeño y mi
corazón pedacitos de hielo
solía pensar que el amor no es
real,
una ilusión que siempre se acaba
5. y ahora sin ti no soy nada
sin ti niña mala,
sin ti niña triste
que abraza su almohada
tirada en la cama,
mirando la tele y no viendo nada
amar por amar y romper a llorar
en lo más cierto y profundo del
alma,
sin ti no soy nada
los días que pasan,
las luces del alba,
mi alma, mi cuerpo, mi voz, no
sirven de nada
porque yo sin ti no soy nada
sin ti no soy nada (x2)
me siento tan rara,
las noches de juerga se vuelven
amargas
me río sin ganas con una sonrisa
pintada en la cara
soy sólo un actor que olvidó su
guión,
al fin y al cabo son sólo palabras
que no dicen nada
los días que pasan,
las luces del alba,
mi alma, mi cuerpo, mi voz, no
sirven de nada
qué no daría yo por tener tu
mirada,
por ser como siempre los dos
mientras todo cambia
porque yo sin ti no soy nada
sin ti no soy nada (x2).
El modelo de todo pecado aparece en la
narración del pecado original que
encontramos en Gen 3. La idea
fundamental que quiere transmitir es que el
ser humano no puede suplantar a Dios.
Cada vez que ocurre esto se desequilibra la
relación entre el Creador y la criatura provocando la ruptura del plan de
salvación de Dios para el hombre. Queremos el premio sin correr la carrera.
Queremos los beneficios de la salvación sin el Salvador. Queremos ser
como Dios y dejar a Dios de lado.
6. Ejercicio 2.4 Lluvia de ideas: Situaciones de mal originadas por el
rechazo de Dios.
Cuando no dejamos que Dios actúe en mi vida estamos rechazando su
amoroso plan salvífico. Os imagináis a vuestra madre que quiere haceros la
comida y que le digáis que no, que no queréis comer. Sacad las
consecuencias. El orgullo y la soberbia de Adán y Eva son los que lleva n a
decir a Dios “no quiero lo tuyo, tú te has equivocado. Yo lo sé hacer mejor”.
Imaginad que se lo decís a vuestra madre. Dios advierte antes del pecado
original que desobedecer el orden bueno que ha puesto en la creación
conlleva la muerte del pecador, la separación de Dios. El autor de Gen 3
describe los males que ve a su alrededor y los considera consecuencia del
pecado.
Ejercicio 2.5 Escribe situaciones reales y concretas de mal a tu
alrededor.
El autor de Gen 3 considera que el mal es consecuencia del rechazo de Dios
por el mal uso de nuestra
libertad. Cuando ocurre esto se
rompe el equilibrio natural que
ha establecido el creador. Las
cosas empiezan a ocupar el
lugar de las personas. Nos
colocamos a nosotros mismo
como el único centro en torno
al que ha de pivotar todo.
7. Éxodo 20, 2-17 Deuteronomio 5, 6-21 Redacción
eclesial
Yo soy el Señor, tu Dios,
que te saqué de Egipto,
de la esclavitud
Yo soy el Señor, tu Dios.
Yo te saqué de Egipto,
de la esclavitud
1 »No tendrás otros dioses
rivales míos. No te harás
una imagen, figura alguna
de lo que hay arriba en el
cielo, abajo en la tierra o en
el agua bajo tierra. No te
postrarás ante ellos, ni les
darás culto; porque yo, el
Señor, tu Dios, soy un Dios
celoso: castigo la culpa de
los padres en los hijos,
nietos y bisnietos cuando
me aborrecen; pero actúo
con lealtad por mil
generaciones cuando me
aman y guardan mis
preceptos.
»No tendrás otros dioses
rivales míos. No te harás
imágenes: figura alguna de
lo que hay arriba en el
cielo, abajo en la tierra o en
el agua debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellos
ni les darás culto, porque
yo, el Señor, tu Dios, soy un
Dios celoso: castigo la culpa
de los padres en los hijos,
nietos y bisnietos cuando
me aborrecen. Pero actúo
con lealtad por mil
generaciones cuando me
aman y guardan mis
preceptos
Amarás al
Dios sobre
todas las
cosas.
2 »No pronunciarás el
Nombre del Señor, tu Dios,
en falso, porque el Señor
no dejará impune a quien
pronuncie su Nombre en
falso
»No pronunciarás el
Nombre del Señor, tu Dios,
en falso, porque el Señor
no dejará impune a quien
pronuncie su Nombre en
falso
No tomarás
el nombre de
Dios en vano.
3 »Fíjate en el sábado para
santificarlo. [9] Durante seis
días trabaja y haz tus
tareas, pero el día séptimo
es un día de descanso,
dedicado al Señor, tu Dios:
no harás trabajo alguno, ni
tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
esclavo, ni tu esclava, ni tu
ganado, ni el inmigrante
que viva en tus ciudades,
porque en seis días hizo el
Señor el cielo, la tierra y el
mar y lo que hay en ellos, y
el séptimo descansó; por
»Guarda el día del sábado,
santificándolo, como el
Señor, tu Dios, te ha
mandado. Durante seis días
trabaja y haz tus tareas;
[14] pero el día séptimo es
día de descanso dedicado al
Señor, tu Dios. No harás
trabajo alguno, ni tú, ni tu
hijo, ni tu hija, ni tu esclavo,
ni tu esclava, ni tu buey, ni
tu asno, ni tu ganado, ni el
inmigrante que viva en tus
ciudades, para que
descansen como tú, el
Santificarás
las fiestas
8. eso el Señor bendijo el
sábado y lo santificó
esclavo y la esclava.
Recuerda que fuiste esclavo
en Egipto y que te sacó de
allí el Señor, tu Dios, con
mano fuerte y con brazo
extendido. Por eso te
manda el Señor, tu Dios,
guardar el día del sábado
4 »Honra a tu padre y a tu
madre; así prolongarás tu
vida en la tierra que el
Señor, tu Dios, te va a dar.
»Honra a tu padre y a tu
madre, como te mandó el
Señor; así prolongarás la
vida y te irá bien en la tierra
que el Señor, tu Dios, te va
a dar.
Honrarás a tu
padre y a tu
madre.
5 »No matarás »No matarás No matarás
6 »No cometerás
adulterio.
»Ni cometerás adulterio. No
cometerás
actos
impuros
7 »No robarás. »Ni robarás. No robarás
8 »No darás testimonio
falso contra tu prójimo.
»Ni darás testimonio
falso contra tu prójimo.
No darás
falso
testimonio ni
mentirás.
9 »No codiciarás los bienes
de tu prójimo;
»No pretenderás la
mujer de tu prójimo.
No
consentirás
pensamiento
s ni deseos
impuros
1
0
no codiciarás la mujer de
tu prójimo, ni su esclavo,
ni su esclava, ni su buey,
ni su asno, ni nada que
sea de él.
»Ni codiciarás su casa, ni
sus tierras, ni su esclavo,
ni su esclava, ni su buey,
ni su asno, ni nada que
sea de él.
No codiciarás
los bienes
ajenos