El documento resume la historia bíblica de Bartimeo, un ciego que le pide a Jesús que lo cure. Jesús le pregunta qué quiere y cuando Bartimeo responde que quiere ver, Jesús lo cura. El documento también sugiere que para curar las enfermedades espirituales del alma, como un corazón ciego y sordo, se necesita seguir el ejemplo de Bartimeo llamando a Dios, escuchando su palabra y confiando en él.
2. Bartimeo, un
mendigo ciego que
estaba junto al
camino, oyendo que
era Jesús, comenzó
a gritar: ¡Hijo de
David, ten piedad
de mí!
Jesús le dijo:
¿Qué quieres que
haga?
El ciego respondió:
Señor, que vea.
Marcos 10, 46-52
3. El ciego Bartimeo llama a Jesús con insistencia, suplicando
que le ayude. El evangelio recalca su petición reiterada,
ante la impaciencia de cuantos le rodean.
4. Jesús responde pero, antes, le pregunta: ¿Qué quiere que
haga por ti? Y cuando el ciego abre los ojos, Jesús afirma:
Tu fe te ha curado.
5. La fe que mueve
montañas provoca el
milagro.
Dios es omnipotente y
puede sanarnos, pero
a veces es necesario
algo más: nuestro
deseo de ser libres de
la enfermedad. Para
que el bien se
desencadene hace
falta nuestra voluntad.
6. El amor de Jesús libera. Sus manos abren los ojos del ciego,
sanan la vista y el espíritu abatido en la oscuridad.
Jesús sana el cuerpo y libera el alma de los enfermos que
acuden a él. Revela el rostro de un Dios que cuida a sus
criaturas y las quiere sanas y libres.
7. Para que se opere la
curación son necesarios
tres pasos.
El ciego grita, eleva una
súplica. No lanza una
protesta desgarrada al
cielo, sino un grito de
ayuda.
¡Ten piedad!
Ese clamor nace de la
confianza.
8. El segundo paso es
levantarse. Jesús llama
al ciego: Levántate. Con
estas palabras curará a
muchos enfermos.
El ciego da un salto y
corre hacia él. Para
sanar no solo es
necesario pedir ayuda,
sino dar un paso
adelante y correr hacia
quien nos puede ayudar.
9. El tercer paso es una afirmación. ¿Qué quieres que haga
por ti? Dios pide nuestro deseo firme, sincero y claro.
Cuando Jesús oye la respuesta, se opera el milagro.
10. Podemos leer en un plano trascendente esta lectura. El mayor
drama, hoy, no son tanto las dolencias físicas como las
espirituales. La mayor tragedia es un corazón ciego, sordo y
mudo. No hay mayor ciego que el que no quiere ver…
11. Gran parte de las enfermedades del cuerpo nacen en el alma.
Un corazón que no quiere ver, que se cierra al mundo y a las
personas, se hunde en una gran tiniebla interior, provocando
la peor enfermedad.
12. Para abrir el corazón, como los ojos, es necesario seguir
el camino del ciego Bartimeo: llamar, escuchar, confiar
y afirmar. Pero Bartimeo aún va más allá: una vez
curado, se convierte en apóstol y portavoz del milagro.
13. Los cristianos, que tantos dones hemos recibido, que lo
tenemos todo para estar sanos de cuerpo y de alma,
también necesitamos recorrer ese camino y proclamar,
alegres, la grandeza de Dios en nuestras vidas.